(Columna de María Esperanza Casullo y Santiago A. Rodríguez)
Luego de la resonante victoria de 2013, recién en 2015 se
sabrá si el Frente Renovador liderará una nueva hegemonía peronista en
la PBA. Las claves y los números finos.
El hecho político electoral más relevante del año pasado fue, sin
duda, la victoria de Sergio Massa en “la provincia”. La pregunta es si
esta victoria marcará el fin de una hegemonía y el inicio de otra en la
provincia de Buenos Aires. Hay ciertos paralelos entre la elección del
2013 y la del 2005, cuando el kirchnerismo venció al duhaldismo.
Ciertamente, esta es la imagen que el massismo quiere presentar: la
fuerza de lo nuevo y lo joven derrotando inapelablemente a un orden
anquilosado. A su vez, antes el FPV había sido lo nuevo y joven
derrotando a otra “vieja” hegemonía peronista provincial, encabezada
curiosamente, por otro ex intendente.
¿Marca la victoria de Sergio Massa un cambio inexorable de hegemonía
como lo marcó para el duhaldismo la elección de 2005? ¿Es la victoria de
Sergio Massa una simple derrota para el FpV o marca el comienzo de un
nuevo orden político en la PBA? Comparando los resultados electorales de
esos dos momentos de presunto quiebre, vemos que la respuesta es “puede
ser, y también lo opuesto”.
EL CAMBIO DE UNA HEGEMONIA
En el 2005, Néstor y Cristina Kirchner tomaron una decisión que
sorprendió a muchos: romper abiertamente con quien los había llevado al
poder, Eduardo Duhalde, y enfrentarlo en lo que hasta ese momento había
sido su bastión inexpugnable, la provincia de Buenos Aires. Este
enfrentamiento puede sintetizarse en quienes representaron este duelo en
las urnas, Hilda “Chiche” Duhalde y Cristina Fernández de Kirchner como
candidatas a senadoras nacionales. La base de esta decisión (que muchos
juzgaron suicida) estaba una certeza: un gobierno argentino viable no
podía admitir el poder de veto de un liderazgo opositor en el Gran
Buenos Aires, como el que Duhalde había tenido en los últimos años de
Menem y durante el gobierno de Fernando De la Rúa (Figura 1).
Elección a diputados nacionales en la PBA (2005)
En el 2005, el FpV derrotó a Duhalde por 25 puntos de diferencia,
incluyendo una victoria en Lomas de Zamora, terruño del ex intendente y
gobernador. El duhaldismo nunca pudo recuperarse y, a partir de esta
elección, el kirchnerismo construyó una nueva hegemonía en la PBA.
Gracias a dos gobernadores, Felipe Solá y Daniel Scioli, más afines o al
menos no opositores, al armado inicial de Alberto Balestrini y una
relación directa del Ministerio de Planificación y Obras Públicas con
los intendentes, el kirchnerismo logró, no el control, pero sí eliminar
el poder de veto del gobernador de la PBA y construir una base electoral
fuerte.
Esto no significa que “la provincia”, un país dentro del país, haya
votado siempre unánimemente por el kirchnerismo. De hecho, desde el 2005
hasta aquí la PBA le ha dado grandes victorias pero también grandes
derrotas al Gobierno Nacional (Figura 2).
Resultados de elecciones a senadores, presidente y diputados a la provincia de Buenos Aires del 2005 a 2013 (*)
No incluimos en este dato a los votos de De Narváez ya que, por
una parte, en la elección anterior se presentó como aliado de la UCR y,
por otro, algunos de los miembros de su lista son cercanos o
funcionarios del sciolismo.
(*) Fuente: Blog de Andy Tow.
La primera conclusión, analizando estos datos, es que el kirchnerismo
alternó victorias en la PBA con una derrota de medio término sin que
esta última resultara en un cambio de hegemonía permanente. De Narváez
se dio el gusto de ganarle una elección a diputados, nada más y nada
menos, que a Néstor Kirchner sin que ello derivara en cambios de fondo
en la provincia. A fin de ver si la victoria de Massa en 2013 tomará el
camino de Cristina de Kirchner en 2005 o la de Francisco De Narváez en
2009, miremos algunos datos más detallados (Figura 3).
Elección a diputados nacionales en la PBA (2013)
El primer dato es que la victoria de Massa en el 2013 fue inapelable y
se extendió a todos los extremos de la provincia. Sin embargo, el
margen obtenido fue de nueve puntos, menos de la mitad de la cifra por
la que el FpV derrotó al PJ (denominación que usó el duhaldismo) en
2005. Asimismo, el FpV logró mantener algunos partidos clave en el
suroeste del conurbano y en el corazón agrícola de la provincia. En su
primer elección al frente de su armado, Massa no logró hacer que el FpV
perforara su piso electoral, que fue igual al obtenido en el 2009 (32%).
Hasta ahora, la pregunta sobre si será esto el inicio del control
massista de la PBA, debe contestarse con un, “parece probable, pero no
seguro”.
La amplitud de la victoria de Massa en el 2013, sumado a que no va a
haber un Kirchner en la boleta para traccionar a los de abajo en las
próximas elecciones, podría inclinar la balanza en favor del ex jefe de
Gabinete. Sin embargo, el kirchnerismo maneja aún los recursos asociados
a ser gobierno, los que podría accionar en su contra. Además, el hasta
ahora principal candidato en las PASO del FpV es el actual gobernador de
la provincia, con lo cual la competencia territorial va a ser fuerte.
Más aún si le sumamos que su contendiente pareciera ser Florencio
Randazzo, otro bonaerense.
MIRANDO EL TERRITORIO
Tal vez si miráramos datos territoriales más detallados, a nivel
municipal, podríamos responder mejor esta pregunta. Los mapas dominados
por un solo color esconden un detalle no menor para determinar la
penetración del Frente para la Victoria en 2005 y el Frente Renovador en
2013. En 2005, el Frente para la Victoria obtuvo 20 puntos porcentuales
por encima del segundo en el 61% de sus victorias. En 2013, el Frente
Renovador logró hacerlo sólo en 21,5% de ellas y la mitad en su bastión,
el norte del Gran Buenos Aires.
Uno de los elementos centrales de lo que queda del camino hacia 2015
parece ser la disputa por “fichar” intendentes del adversario o,
inversamente, mantener los propios. Massa, por caso, ha manifestado que
apunta a incorporar un buen número de intendentes a su oferta, con
particular ojo en los partidos con más de 100.000 habitantes.
Haciendo un primer experimento con los datos, hemos armado un mapa
con la pertenencia política de los y las intendentes de la PBA. En rojo
están las intendencias a manos de la UCR y aliados, en azul las que
pertenecen al FpV, en negro las del Frente Renovador, en amarillo la
intendencia del PRO, el verde es para Nuevo Encuentro y en gris están
las liderados por partidos vecinalistas. Este mapa se constituyó a
partir del seguimiento de diversas fuentes periodísticas. En el caso de
los vecinalistas, sus orígenes son diversos y sus presentes, también
(Figura 4).
Mapa intendentes PBA (mayo) 2014
Si, como se ha mencionado en los medios, la estrategia del Frente
Renovador es sumar alianzas con intendentes que gobiernan municipios con
más de 100.000 habitantes, el campo es limitado. Los municipios de
estas características totalizan 35 en toda la provincia y de ellos 29
forman parte de la RMBA (Región Metropolitana de Buenos Aires) y 6 están
dispersos por la provincia (Pergamino y San Nicolás al norte, Olavarría
en el centro, Tandil, General Pueyrredón y Bahía Blanca al sur).
Sumados alcanzan casi 13 millones de habitantes y, en 2013, eran algo
más de 9 millones de electores (casi el 80% del padrón provincial y,
esperamos que estén sentados, 30% del nacional). Hoy, casi la mitad de
los intendentes aliados al FR (12) gobiernan este tipo de partidos. El
resto se dividen entre FpV-PJ (16), vecinales (3), panradicalismo (2),
Nuevo Encuentro (1) y Pro (1), como se percibe en la Figura 5.
Cantidad de intendencias con más de 100.000 habitantes y población total por partido, o tipo de partido.
Observando
todo el territorio, vemos que, aunque no puede dudarse de la presencia
del Frente Renovador, no se produjo (aún) la avalancha de intendentes
que muchos presagiaban desde el FpV al massismo (lo que los medios
llamaban “la garrocha”), y los que se sumaron, exceptuando Merlo, son de
localidades chicas. Es difícil calcular con precisión cuántos
intendentes son massistas, porque las marchas y contramarchas, así como
los rumores periodísticos, abundan. Calculamos que el massismo cuenta
hasta hoy con 22 intendentes propios, es decir, una cifra igual al de
Frente Amplio UNEN.
Estas cifras tienen una segunda lectura hacia el FAUNEN. Por un lado,
todavía controla varios municipios pero, sin embargo, estos son de
mucha menor población. Los partidos en manos del panradicalismo se alzan
con una población de sólo 629.080 habitantes. Con el mismo número de
intendencias, el Frente Renovador gobierna sobre algo más de 4 millones
de personas. Para poner estos datos en perspectiva: la totalidad de los
municipios en manos del panradicalismo tienen una población levemente
superior a los dos controlados por el PRO (Vicente López, 269.420) y
Nuevo Encuentro (Morón, 319.934).
Si Sergio Massa no logra sumar a su propuesta un número importante de
intendentes del FpV, y dado que el oficialismo parece tener un capital
asegurado de votos en torno al 30%, deberá necesariamente dirigirse a
captar intendentes de las opciones no peronistas. Sin embargo, aunque
logre sumarlos a todos, están en distritos de mucha menor población. Un
factor que habrá que mirar con mucha atención es qué oferta electoral
logra armar el campo panradical a fin de contener a su espacio. Nuestra
hipótesis es que si la dirigencia provincial del FAU no le otorga “voz” a
los intendentes para el armado de listas competitivas a nivel
provincial, se arriesga a empujarlos a la salida, como destacamos en
“La Provincia de Buenos Aires y el Panradicalismo, una relación difícil” (el estadista No 97).
Entonces, para lograr una victoria que habilite una nueva hegemonía
provincial, Massa tiene que ampliar su ya importante piso de votos en la
provincia hasta poder ampliar aún más su diferencia (superar el 50% o
ganar por 20 puntos, por ejemplo). Para esto debe optar por una de dos
vías: o apuntar a erosionar definitivamente ese 30% de votos
kirchneristas (y sus intendentes), o dirigirse a quedarse con la
totalidad del voto panradical (y sus intendentes), más la eventual cuota
que obtenga del PRO. En un caso se trata de operar al interior de la
identidad peronista, con sus peculiares códigos y estilos, y en el otro
operar al interior de la identidad opositora republicana. Es esta
disyuntiva, aún no resuelta, la que explica las oscilaciones discursivas
de Massa entre “dejar lo bueno y cambiar lo malo” y ser un opositor sin
matices.
Agregamos: y todo esto sin un menú de candidatos a gobernador consolidado por parte de ninguno de los partidos.