Una experiencia con tribus urbanas en la ciudad de Salta
Rubén Weinsteiner
El concepto de tribu urbana fue utilizado por primera vez por el sociólogo Michael Maffessoli en 1990.
El sentido que se le atribuye reviste cierta utilidad a la hora de aludir a las nuevas formas de sociabilidad y agrupamiento entre las personas jóvenes, y a las modalidades en que dichos grupos se apropian del espacio urbano.
Maffessoli afirma que una tribu urbana es un grupo de individuos que se comporta de acuerdo con estéticas y valores similares. Se trata en general de jóvenes que se agrupan buscando una identidad diferenciada, nuevas formas de expresión frente al proceso de homogenización cultural, de consumos, preferencias, vestimenta, que se produce en las grandes ciudades.
La vestimenta,la estética, las preferencias en relación con la música y otras formas del arte, los rituales en torno a estos gustos y la particular apropiación del cuerpo, des espacio físico y de sentar agenda en las Corrientes culturales jóvenes, son rasgos centrales de las tribus. La asociación con lo tribal se basa, entre otros aspectos, en la importancia que tienen para estos grupos los rituales y lo relacionado con los aspectos simbólico-ceremoniales.
Para Maffessoli las tribus urbanas son comunidades emocionales que expresan una nueva forma de sociabilidad. Se sustentan en la satisfacción del sentimiento de pertenencia y sensación de proximidad espacial.
La forma de sociabilidad de la tribu urbana tiene que ver con insertarse en un grupo sobre la base de compartir códigos estéticos, rituales, formas de escuchar música, lugares propios. El principal valor es el de la pertenencia. En la tribu urbana, el individuo siente que juega un papel en el grupo y no es solamente parte de la gran masa de la sociedad.
No podemos decir que toda la juventud esté tribalizada. Pero, a pesar de que son grupos pequeños, tienen una importante significación en la medida en que producen visibilidad e instalan modas, formas comunicativas y tendencias.
La influencia de las tribus urbanas adquiere una dinámica de audiencias de audiencias, potenciando mensajes, simbologías y ritualidades, discursos, tendencias y sistemas de preferencias.
Las tribus urbanas han sido objeto de atención mediática en los últimos años. Sin embargo, pocas veces son descriptas con la complejidad que requiere el abordaje y, en muchas ocasiones, se han hecho evidentes los prejuicios y estereotipos a la hora de analizar el tema.
Implementamos en la ciudad de Salta junto al Intendente Miguel Isa, y a través de la Secretaría de Juventud de dicho municipio, liderada por la Dra Mariam Farfán, el programa “Puente Urbano” pensado como una instancia de acercamiento, reconocimiento e integración, de jóvenes salteños que integran distintas “tribus urbanas”, a partir de la legitimación de los diferentes colectivos como tales, de su aporte cultural y del respeto y valoración de la otredad como tal.
Los jóvenes integrantes de las diferentes culturas urbanas, se ven expuestos a diferentes problemáticas basadas en prejuicios, disposiciones normativas que requieren revisión, y falta de conocimiento, reconocimiento y legitimación de lo que hacen.
Está situación, sumada a las problemáticas típicas de la edad, pone a estos a jóvenes en un lugar rechazo, de crítica, de marginación y en muchos casos de acoso y persecución. Esta situación sitúa a los jóvenes a la defensiva, lesiona su autoestima, su creatividad, condicionando fuertemente la formación identitaria, estableciendo un quiebre entre ellos y el resto de la sociedad, a quien perciben como hostil.
Las demandas estaban ahí, sujetos de 16 años en adelante, todos sujetos de elección, planteaban en forma pasiva, nuevas demandas, hasta ese momento nunca escuchadas.
No se trata de que los integrantes de estas tribus cortaran calles, o ni siquiera que llevaran sus demandas a los medios. Las demandas estaban latentes, miles de jóvenes sufren la persecución policial, el mirar para otro lado del estado, el desprecio y hostigamiento de familiares, docentes, medios, etc.
Teníamos por un lado jóvenes apasionados, talentosos, cultores de artes interesantes, que quieren ser reconocidos, legitimados y hasta poder transmitir esas artes a otros.
La articulación con las fuerzas de seguridad, brindarles un espacio para practicar y otro para desplegar sus artes, el marco y los medios del estado para desarrollarse, la legitimación para ser reconocidos y valorados, fueron instancias que permitieron lanzar en forma exitosa este programa al que llamamos “Puente urbano”, porque sentíamos que constituía un puente entre las culturas clásicas del mainstream y establishment, y las culturas de las tribus urbanas.
Muchas veces los adultos ven a jóvenes vestidos de manera “extraña” y uniforme, en una plaza, en la calle y muchas veces se generan cuestionamientos, críticas, risas, miedos, de parte de estos adultos, y hostigamiento hacia estos jóvenes por parte de las fuerzas de seguridad.
Estos jóvenes lejos de cometer algún delito, desarrollan una actividad cultural, que les permite reconocer y reconocerse, desarrollarse individual y socialmente de manera positiva y encontrar un marco de pertenencia y pertinencia.
Dentro de esas culturas observamos el desarrollo de talentos y saberes, que derribados los prejuicios y el acoso, pueden articularse de manera exitosa como manifestaciones culturales, artísticas, espirituales y de desarrollo personal hacia el conjunto de la sociedad.
Estas culturas urbanas, revelan pasión por lo que hacen, disciplina, vocación, compromiso y una gran capacidad de trabajo.
Miguel Isa fue el primer Intendente del país en reconocerlos e ir hacia ellos.
Este programa apunta a identificar elementos favorecedores de una relación entre estos jóvenes de las tribus urbanas y diferentes estamentos del estado, en este caso de la ciudad de Salta.
Ejes del programa "Puente urbano":
No postular formas legítimas de ser joven, asociadas a un criterio de normalidad. Desarmar la explicación binaria entre un supuesto modelo de normalidad y otro —el de las tribus urbanas— que se apartarían de esa norma.
Difundir, dar a conocer y mostrar el abanico amplio de posibilidades y la diversidad que existe dentro de las culturas urbanas.
Comunicar que los y las jóvenes tienen distintas maneras de sociabilizar y de insertarse en sociedad, de usar el tiempo libre, así como al mercado laboral, al universo de las relaciones familiares o a la educación. Y que todas ellas son legítimas.
Favorecer la representación de diversidad de modos de vida y estéticas que adoptan las personas, sin ser presentadas como “fenómenos” o rarezas.
No asociar de manera prejuiciosa a las tribus urbanas con la violencia, la droga, el delito ni con forma alguna de amenaza social.
Estas problemáticas sociales deben ser analizadas en la complejidad de su génesis y no circunscriptas a la adopción de determinados hábitos por parte de los y las jóvenes.
Es necesario analizar y comprender el desarrollo y proliferación de las tribus urbanas con las nuevas formas de sociabilidad y de afirmación de la identidad en las grandes urbes. Generar enfoques complejos y enriquecedores que permitan leer el fenómeno inscripto en las actuales condiciones sociales, culturales y económicas de la vida en las ciudades.
Evitar el uso efectista de imágenes y términos atemorizantes que refuercen una idea de peligrosidad en torno a estos grupos. Por el contrario, recomendamos favorecer su reconocimiento como parte de la sociedad y la cultura en la que vivimos.
Pensar la problemática de la apropiación de cuerpo y de las estéticas que se adoptan desde una perspectiva que tome en cuenta la sociología y la antropología urbana, contactando a los especialistas en la temática que puedan ayudar a reflexionar desde sus particulares enfoques.
El programa apunta a incluir la multiconvergencia de situaciones en la vida de la tribu urbana con la flexibilidad necesaria para adecuar las intervenciones, tomando en cuenta tres categorías de la realidad juvenil: los adolescentes y su desarrollo hacia la vida adulta; las manifestaciones juveniles de oposición cultural y social; y la creación de una nueva cultura y organización social de estos grupos.
En la zona 3 del Programa de Presupuesto Participativo, en el barrio Juan Pablo II, los jóvenes de las tribus urbanas presentaron la propuesta de construir una pista de Skate para entrenar, capacitar y para realizar exhibiciones. Los jóvenes presentarona la idea, se debatió y finalmente los vecinos aceptaron la propuesta.
El Imaginario social joven se nutre de la producción de significaciones colectivas que conceptualizan su realidad y encarnan nuevas demandas en los diferentes segmentos jóvenes
Los jóvenes plantean constantemente nuevas demandas, que sino las escuchamos, entendemos e incorporamos, quedamos fuera del mercado como oferta de marca política para el voto joven.
Los jóvenes transitan la vida, entre normas y pautas rígidas, que rodean deseos, utopías, frustraciones, prohibiciones, injusticias, etc. Normas y pautas que prohíben o determinan que las cosas sean de una determinada manera y no de otra.
Una pauta es una regularidad efectiva de la acción social, es una forma, una conducta, una manera de actuar que se da y repite en un contexto social. Una norma es una regla que establece como obligatorio hacer algo de una determinada manera. Sino lo hacés así, se te castiga.
La tensión entre pautas propias y normas ajenas en el segmento jóven, sobredetermina la necesidad de la mutación, del cambio. El joven pone en emergencia conductas “asociales”, que violan normas, y que muchos viven y practican subterráneamente; constituyendo "lo que viene", "la próxima cultura" más que una contracultura.
Ese cambio no necesariamente se traduce en la política, por eso la rebeldía, la tensión y las nuevas demandas se pueden abordar desde la política pero generalmente tienen que ver con un espectro multidimensional.
Entre los jóvenes, en esta generación, la dimensión política, es una dimensión más entre muchas otras. Y esto para las marcas políticas genera una complejidad importante ya que cambiaron los sistemas de compromiso e involucramiento de los jóvenes. En el pasado, cuando la política era un eje central de los sujetos jóvenes, era el ámbito donde promover cambios, a las marcas políticas y a los partidos les era más fácil motivar y estructurar el compromiso de el largo plazo porque, en definitiva, los jóvenes vivían para la política.
En los segmentos jóvenes, es más importante lo que dicen otros jóvenes, dentro o fuera de la tribu, por afirmación o por negación, que lo que dicen los padres, los profesores, los medios, el gobierno, la religion, la ley, etc. Si los jóvenes cumplen con lo que está bien para los padres, medios, profesores, religión o gobierno, incumplen con lo que está bien para los pares y viceversa. “No tomes, no fumes, no entables relación con gente peligrosa, estudiá mucho, no gastés en cosas superfluas, no te acuestes tarde, no tengas amigos que anden en cosas raras, buscate una pareja así y así” consejos sobre la vida sexual, las relaciones, el trabajo y finalmente la política.
De esta manera, los jóvenes, gestionan el conflicto entre lo que está bien para los padres y lo que está bien para los pares, y así, de esa manera, responder a dos expectativas diferenciadas.Este conflicto se salda a favor de la tribu, salvo que la coercitividad punitiva impida esa instancia.
La demanda implícita es que sea aceptado lo inaceptable dentro de las condiciones objetivas, pero que como dice la marcha de la bronca de Pedro y Pablo, “haré de cualquier modo” .
El discurso en el voto joven, para colonizer subjetividades y acumular, debe quebrar el punto de vista, construido por los procesos de standarización, limites y estereotipia de los mensajes de los medios, estructurados siempre con mecanismos repetitivos, que en realidad se constituyen como un control destinado a evitar la irrupción de mensajes nuevos y disruptivos.
En el voto joven, el planteo y enrolamiento en una visión disruptiva es excluyente, como esencial el lenguaje llano, concreto, sin eufemismos, ambigüedades ni sofisticaciones innecesarias.
La conformación de la demanda agregada, conlleva una legitimación implícita y demandada de valores, sentimientos, necesidades, deseos y aspiraciones, colectivas tribales. Esa legitimación se constituye en el corazón de la demanda agregada joven.
La demanda agregada, a través del reconocimiento y la identificación con la tribu en tanto colectivo ordenador , es el eje de la racionalidad instrumental del voto joven. Para el joven, identificación es amor, para los adultos mayores identificación, es solo empatía.
El abordaje de la demanda agregada joven, como un sistema dinámico y complejo, es una de las precondiciones para cualquier construcción discursiva, políticamente significativa, para la interpelación y colonización de subjetividades dentro del segmento 16-34, el 38% del electorado.
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Rubén Weinsteiner |
Rubén Weinsteiner