Marcadores cenestésicos en la construcción de anclajes de la #MarcaPolítica en el #VotoJoven

 


Por Rubén Weinsteiner


Imaginate que tenés seis años, llegaste de la escuela, y oles el perfume de una torta cocinádose en el horno, abrís el horno ves un recipiente con una masa color chocolate, y el rico olor es ya una invitación irresistible. Extendés la mano para tomar el recipiente, pero cuando lo tocás, te quemás las yemas de los dedos y soltás el recipiente gritando por el dolor. Gritás llorás, tus padres vienen corriendo, la quemadura no fue grave, y a la hora estás jugando con tus legos en el piso de tu cuarto.

El dolor de los dedos pasará rápido, pero tu mente no se lo olvidará jamás. Se constituyó un marcador cenestésico sobre la ecuación horno-parrilla-calor-fuego=dolor insoportable.

Estos marcadores cenestésicos, basados en experiencias pasadas de premios y castigos siren para conectar una experiencia o emoción con una reacción específica necesaria. Al ayudarnos a reducir instantáneamente las posibilidades presentes en una situación, nos orientan hacia la decisión que, según nuestro mejor saber y entender, producirá el mejor resultado.

Los marcadores cenestésicos nos indican si saludar o no con un beso a alguien, como reclamar si se nos colaron en la fila el banco, si menternos a nadar en un lago, como reaccionar cuando nos para la policía, si tocar o no a un doberman, o como sacar las cosas del horno.

Generalmente lo atribuimos al “instinto”, pero se trata de atajos cognitivos, con estructura cenestésica, que nos permiten tomar decisiones.

Esos marcadores cenestésicos no son todos construcciones de la niñez. Todo el tiempo generamos nuevos marcadores. Porque todo el tiempo necesitamos tomar nuevas decisiones.

Las marcas comerciales, y las marcas políticas generan por acción o por omisión marcadores cenéstesicos en la cabeza de los sujetos de elección.



Audi logró un posicionamiento poderoso, un lugar importante en la cabeza de los consumidores. Audi tiene como slogan Vorsprung durch Technik, que sería algo así como progreso a través de la tecnología. Mucha gente no entiende la frase, pero sabe que es en alemán, uno piensa en autos y Alemania y piensa en Mercedes Benz, BMW, Audi, Oppel, Wolksvagen, y se disparan a su cabeza significados como: alta calidad, seguridad, eficiencia, rigor, confianza, y eso juega fuerte en la decisión.

Si buscamos una cámara, más que los parámetros, el zoom, los megapixels etc, nos llama la atención que la cámara sea japonesa.

No siempre fue así. Hace 50 años lo japonés se asociaba a malo, se rompe fácil, dura poco, juguetes baratos, productos mal hechos, fabricados por personas que recibían bajos sueldos, como lo coreano hace 30 años o lo chino hace 10.

Y sin embargo los significados que dispara “Japón” generaron nuevos marcadores cenestésicos y nuevos anclajes.

La memoria es el último recuerdo poderoso que adquirimos en una situación determinada, no todo lo que vivimos. El poder de ese último recuerdo, a través de marcadores cenestésicos, es el que constituye el anclaje.


Un anclaje es una percepción fundada y construida en una ponderación conceptual, dentro de un estado de gran intensidad, de experimentación de sensaciones con fuerte solicitación simultánea del intelecto, del cuerpo y del espíritu.

Las marcas comerciales y políticas basan su posicionamiento en esos marcadores y anclajes.
Como hacen las marcas para construir esos marcadores cenestésicos y anclajes?
Como sabés que tenés que mirar a ambos lados de la calle cuando cruzás?

Lo más probable es que alguna vez casi te pisa un auto, y esa sensación de susto no sólo no te va a abandonar, sino que generó en vos un marcador cenéstesico poderoso y eficaz.

Los marcadores cenestésicos son asociaciones entre dos elementos incompatibles. En el caso de cruzar la calle, una mañana tranquila, cálida y soleada, con el chirriar de los frenos y las llantas del auto. Ahí se constituyó el marcador cenestésico.

Como la publicidad de la licuadora que licúa celulares, encendedores, lapiceras, vasos, y que ante la pregunta del locutor; ”licuará?” pasa a destrozar el celular, la lapicera etc. Con lo cuál genera la sensación que puede licuar cualquier cosa.

Licuadora y celular son elementos incompatibles.

Sony promocionó la última película Spiderman con en los baños de cines y bares, donde uno entraba se dirigía al mingitorio y todo normal, levantaba la mirada y veía un mingitorio de plástico en el techo, para spiderman.



Una vez Pavarotti tuvo que suspender una una serie de funciones a su llegada a Dinamarca por un dolor de garganta. La gente estaba muy decepcionada. Una empresa que fabricaba pastillas para la garganta, llamada Gajol, lanzó una campaña: “Si Pavarotti hubiera sabido de la existencia de Gajol…”

Gajol no sólo combino Pavarotti con decepción, sino que asoció ese marcador al tenor italiano.

Energizer y su muñeco que no para, cuando todo lo demás si y tira todo al piso es otro ejemplo.



El cruce de dos elementos incompatibles como sabor rico y dolor insoportable, genera un marcador cenestésico poderoso y duradero.



El humor y el miedo son claves para construir esos marcadores cenestésicos. El shampú que evita que nuestros hijos lloren (sufran) el analgésico que evita que te pierdas una cita con una mujer hermosa, las pastillas que evitan que seas rechazado por mal aliento, presentan siempre elementos incompatibles como el mal aliento y la mujer bella, y generan a nivel cenéstesico la posibilidad de evitar una sensación parecida a la que te produjo quemarte los dedos con el horno.



En 1998 Eduardo Duhalde era para muchos, un barón del conurbano con vínculos con el narcotráfico, un político mafioso y un exponente de lo peor del peronismo.



En 2003 Duhalde era para la gran mayoría de los argentinos, un estadista, un piloto de tormentas, un hombre mesurado, inteligente, un tiempista, y alguien que seguramente pasaría a la historia como un gran presidente, que sacó al país de su peor crisis.



En 2006 Duhalde era para muchos un barón del conurbano, vinculado con factores del narcotráfico, un político mafioso y un exponente de lo peor del peronismo.



No fueron muchos ni significativos los cambios que realizó Duhalde en su vida adulta mayor. Lo que se modificó fue su marca política, su posicionamiento, las percepciones, los significados que proyecta esa marca, y constituyen el anclaje marcario político y social de la misma.



El Bambino Veira era en los 80 un técnico joven, exitoso, divertido, un play boy. La vida que todos hubieran querido contar en una reunión de egresados de 20 años del secundario. Era simplemente el Bambino.



Entre el 88 y el 98 fue en el imaginario colectivo, un pedófilo, violador, primero preso y luego indultado por Menem. Para todos era Veira a secas.



En 2014 El Bambino Veira es un personaje fascinante, divertido, un playboy, la vida que todos querrían contar en una reunión de egresados de 40 años del secundario. Para todos es el Bambino.



El Bambino Veira no cambió, cambió el anclaje.



En los segmentos jóvenes, los anclajes, operan de forma dinámica e intensa, alternándose y sustituyéndose uno por otro, aún cuando un anclaje esté en las antípodas del otro.



El clivaje tribal maestro, del sistema de preferencias del voto joven, es decir la división entre los que son auténticos, sinceros, sencillos, unplugged, contra los que impostan, son superficiales, truchos, , se apoya fuertemente en atajos cognitivos que configuran los anclajes.



Para el sujeto de elección joven, el anclaje es un mecanismo rápido y confiable para saber ante quien se está parado, que actitud personal y tribal se debe asumir, habilitando esa toma de posición en forma inmediata, de forma de no quedar descolocado frente a la tribu.









Es más importante lo que dicen otros jóvenes, dentro o fuera de la tribu, por afirmación o por negación, que lo que dicen los padres, los profesores, los medios, el gobierno, la religión etc.



Por eso los anclajes de las marcas políticas o corporativas en los segmentos jóvenes son esencialmente tribales. contradicen normas y pautas tribales. La vida sexual, las relaciones, el trabajo y finalmente la política, son espacios donde se pone en juego la tensión entre la autoridad formal y la cultura normativa de la tribu.



Para una marca política o corporativa, el anclaje es un modo de asegurar la permanencia de una experiencia determinada, que fundamenta una valoración rentable.



En los segmentos jóvenes los procesos de despliegue, activación y permanencia de los anclajes, son como dijimos de referencia tribal, intensos y altamente dinámicos. Los sujetos de elección jóvenes son volubles y esperan grandes cambios. Por eso están abiertos a sustituir anclajes con rapidez. Los jóvenes siempre están a la expectativa de que algo cambie. Esas sustituciones de anclajes se alinean con las demandas que los ordenan como segmento.

Para las marcas políticas es mucho más viable, intentar sustituir anclajes en los sectores jóvenes que en los sectores mayores.


Toda negación implica una afirmación, esto es Lacan.

Andá y decile a tu esposa: “tu amiga Claudia…, no me gusta” , “la verdad, que no me mueve ni un pelo”. A partir de ese momento, tu esposa va a estar completamente segura que te gusta mucho su amiga Claudia.

La funcionalidad de la negación en el discurso, es inversa en términos de sus objetivos a la intención del emisor. Nadie que sea honesto debería decir “no robé ”, sería como para alguien que no tiene ninguna cicatriz en la cara, decir “yo no tengo ninguna cicatriz en la cara”. Si uno no tiene el deseo de tener algo ni nada con Claudia, difícilmente habilite los senderos neurológicos que le hagan decir algo relacionado con “tener algo con Claudia”, aún para negarlo, y eso las audiencias lo decodifican rápido, aunque no lo puedan poner en palabras y en emergencia, y fundamentarlo.


No sirve negar, tampoco explicar. Es fundamental construir una narrativa que explique o niegue, pero no se desaloja un anclaje con eso.

Para desalojar un anclaje, que en definitiva es una estructura sensorial, un sentimiento, hace falta un sentimiento más fuerte. Un anclaje sustituyente.

El anclaje sustituyente refuta pero sólo de manera indirecta el anclaje original. Es decir el nuevo anclaje no viene a negar, viene a instalar un nuevo posicionamiento, un nuevo link-significado en la cabeza de las personas.

El nuevo anclaje debe ser sólido, congruente con la marca política y lo más importante, más fuerte que el anclaje a desalojar.


En el caso de Duhalde, en que personalmente trabajé, la sustitución del anclaje no se hizo refutando y explicando que Duhalde no era un mafioso o que no estaba vinculado con el narcotráfico. El anclaje se hizo construyendo un marcador cenestésico muy poderoso, que confrontaba significados “incompatibles” como los de “el piloto de tormentas” “el estadista” “el salvador” con “incendio”, “crisis”, “destrucción”, “De la Rúa”, “Default” etc.


Las marcas políticas para ser eficaces en los segmentos jóvenes, deben plantear anclajes sólidos, que soporten disensos formales activos, compartan luchas contra poderes grandes con final abierto, y estimulen a los jóvenes encarnar una contestación a lo que la sociedad “vieja” le propone.


Rubén Weinsteiner

Los 'millenials' huyen de Facebook ante la avalancha de 'abuelos'


Un estudio señala que la red social perdió 900.000 usuarios de entre 12 y 24 años. Los perfiles de más de 55 años se incrementaron en 700.000 en 2019.


A las abuelas les encanta Facebook /

Empecemos a aceptarlo: Facebook está obsoleto. La red social por excelencia ya no es lo que era y, si una manera de determinar su vigencia en 2020 es comprobar su incidencia en las nuevas generaciones. Los datos sugieren que más que una plataforma sólida, a la vanguardia tecnológica, se trata para ellos más de una moda pasajera en la que los formatos no terminar de encajar con las nuevas tendencias. Es más, según un informe de eMarketer publicado por The Guardian, este año  la compañía de Mark Zuckerberg perdió unos 900.000 usuarios con edades comprendidas entre los 12 y los 24 años.



Se trata de un fenómeno que coincide con el período de mayor revisionismo en los últimos años por parte de la red social, la cual anunció el pasado 11 de enero que dará prioridad a los contenidos y comentarios de los familiares y amigos, al tiempo que penalizará los contenidos editoriales compartidos. Sin embargo, estos cambios, a priori concebidos para conectar mejor con el público millenial, no impedirán la huida de cientos de miles de usuarios jóvenes, según este estudio. Por el contrario, se espera que los mayores de 55 años se conviertan durante este año en el segundo grupo poblacional de Facebook .

Snapchat, el principal rival de Zuckerberg

Los datos, extrapolables al mercado español por sus similitudes demográficas con el británico, asimismo se extienden a otras plataformas más modernas como Instagram -comprada por Zuckerberg en 2012-, la cual no sólo registrará numerosas bajas, sino que tampoco logrará captar tantos nuevos usuarios jóvenes como antaño. La alternativa para este grupo social parece ser Snapchat, el principal lugar al que se fugarán los perfiles perdidos por Facebook.

“Facebook tiene un problema con los adolescentes. Estos últimos pronósticos indican que es más que una teoría. Hasta ahora, ha sido posible confiar en que quienes cambian de plataforma son captados por Instagram. Sin embargo, quien lidera el cambio de los usuarios jóvenes es Snapchat. Ahora, tenemos algunas señales tempranas de que los usuarios más jóvenes de redes sociales están siendo influidos por Snapchat”, explica Bill Fisher, uno de los autores del estudio de eMarketer, al tiempo que señala que en los dos últimos años el 43% de los nuevos usuarios británicos han escogido esta red social.

Usuarios viejos tras 14 años de Facebook

Asimismo, Fisher recuerda que la longevidad de Facebook es el principal motivo del envejecimiento de sus usuarios. Con 14 años de vida, gran parte de quienes comenzaron a usarla al principio estadísticamente pasan de los 30, mientras que el mayor grupo poblacional susceptible de crear un perfil nuevo es, paradójicamente, el de los mayores de 55 años. En concreto, el estudio pronostica que durante 2020 se incorporarán en Reino Unido medio millón de usuarios en este rango de edad a la red social, llegando hasta un total de 6,4 millones, el segundo espectro poblacional, sólo por detrás del comprendido entre los 16 y los 34 años.

 Richard Broughton, analista de la consultora Ampere, explica los motivos: “Hay un par de factores en juego aquí. Uno es que la gente mayor tiende a llegar más tarde a la 'fiesta' de internet, pero finalmente encuentra su lugar con el tiempo. Y, gracias a sus experiencias de foto y vídeo, Facebook es una plataforma en la que ellos quieren estar para seguir en contacto con las vidas sociales de sus hijos y nietos”. Una realidad que parece imponerse, a pesar de los intentos de Mark Zuckerberg por mantener su red social al día. Eso sí, gracias a sus 'abuelos' Facebook obtuvo en el último trimestre de 2019 unos beneficios de más de 4.800 millones de euros, un incremento del 61% respecto a la cifra del año anterior.

Rubén Weinsteiner

Coronavirus:el nuevo protocolo mundial para viajar en avión

Hay un sitio para viajar en el avión en el que disminuye el ...
Es probable que el mundo no vuelva a ser el mismo después de la pandemia del coronavirus. Muchas industrias se verán forzadas a rediseñar sus procesos para retomar la actividad y un rubro clave será el del transporte aéreo, que a través de distintos organismos internacionales ya trabaja para establecer un nuevo protocolo consensuado a nivel global.

MARCA POLITICA accedió a la primera versión de la "hoja de ruta para reiniciar de forma segura la aviación", que fue recopilada por la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) y que adelanta importantes cambios en todas las instancias que rodean un vuelo comercial.

Algunas modificaciones son más obvias, como el uso obligatorio de tapabocas, pero también aparecen otras como la prohibición del ingreso a la terminal de familiares y amigos de los pasajeros o el surgimiento de los "pasaportes de inmunidad" para aquellas personas que ya hayan sido infectadas con el virus. A continuación, el detalle de los cambios que habrá que adoptar antes, durante y después de un viaje en avión.
1. Antes de ir al aeropuerto

-Información del pasajero. Se recopilarán más detalles de información de contacto de quien viaja, que se podrán utilizar para fines de rastreo. Siempre que sea posible, los datos deberán completarse mediante un formulario electrónico y antes de que la persona llegue al aeropuerto.
2. En el aeropuerto

-Control de temperatura. Deberá implementarse en los puntos de entrada a la terminal aeroportuaria y deberá ser realizado por personal capacitado, capaz de decidir si un pasajero está en condiciones de volar o no.

-Distanciamiento físico. Debe ser implementado de acuerdo con las normas y reglamentos locales, pero la IATA recomienda una distancia de entre uno y dos metros de separación. Para cumplir con este punto, deberá reorganizarse la disposición del flujo de pasajeros en la terminal y en los puestos de control y migraciones.

-Protección. Se recomienda el uso de tapabocas para pasajeros y de equipo de protección para el personal de las aerolíneas y aeropuertos.

-Limpieza. Aerolíneas, aeropuertos y gobiernos deberán coordinar esfuerzos para asegurar que los equipos e infraestructura sean desinfectados con frecuencia. Esto aplica también a carros, puertas corredizas, terminales de autoservicio, etcétera. El protocolo detallado por IATA es la primera versión elaborada de manera conjunta por los distintos actores del sector

-Tests. Si bien IATA señala que no existen todavía test rápidos y absolutamente confiables, recomienda su uso. En caso de que se avance con esta tecnología, podrían ser realizados a los pasajeros en la entrada de la terminal.

-Pasaportes de inmunidad. Si un pasajero puede documentar que estuvo infectado con Covid-19 y que se recuperó podría ser eximido de algunas medidas de protección como la obligación de uso de tapabocas o los controles de temperatura. De todos modos, IATA señala que esto dependerá de que la ciencia obtenga resultados concluyentes respecto de la inmunidad generada tras el contagio de Covid-19.

-Check-in. Los pasajeros deberán completar la mayor parte de la proceso de check-in antes de llegar al aeropuerto y podrán embarcar mostrando los tickets en sus dispositivos móviles o impresos en el hogar.

-Despacho de equipaje. El personal de las aerolíneas deberá guiar a los pasajeros para que puedan despachar ellos mismos su equipaje, minimizando la interacción humana y la manipulación de objetos.

-Embarque. Será necesario un proceso ordenado que asegure el distanciamiento físico. Para eso se deberán revisar los mecanismos actuales y, posiblemente, rediseñar los espacios junto a las puertas de embarque.
3. Durante el vuelo

Según IATA, el riesgo de transmisión de Covid-19 de un pasajero a otro durante un vuelo es muy bajo por la disposición de los asientos, el uso de filtros HEPA y la dirección del flujo de aire a bordo. Como protección adicional, recomienda el uso de máscaras faciales para los pasajeros. Considera que no será necesario sumar el distanciamiento físico a bordo que implicaría, por ejemplo, dejar asientos libres.

La tripulación de cabina también ajustará sus protocolos (la forma de servir alimentos y bebidas, entre otras cosas) y ofrecerá toallitas desinfectantes a los pasajeros para limpiar sus espacios.
4. En el aeropuerto de destino

-Desembarque. Al descender del avión se controlará la temperatura de los pasajeros con personal capacitado, que pueda lidiar con la posibilidad de un pasajero enfermo. Las medidas se irán ajustando de acuerdo al avance de las conclusiones científicas sobre el Covid-19

-Control de fronteras y aduanas. Los gobiernos deberán considerar opciones electrónicas de declaraciones juradas (aplicaciones móviles y códigos QR) para minimizar el contacto de persona a persona. Se sugiere que los gobiernos "simplifiquen las formalidades del control fronterizo" para reemplazar procesos físicos por otros virtuales (lectura del pasaporte, reconocimiento facial, etcétera). Además, se deberá reconfigurar la disposición de los carriles y entrenar a los agentes para detectar signos de pasajeros infectados.

-Recolección de equipaje. Se deben hacer todos los esfuerzos para proporcionar un servicio rápido y asegurar que los pasajeros no estén obligados a esperar demasiado tiempo en el área de reclamo de equipaje y puedan mantener la distancia.

-Pasajeros en tránsito. La cooperación entre países será clave para poder tomar como válidas las instancias de control realizadas en el aeropuerto de origen y evitar repetirlas íntegramente en las escalas subsiguientes.

La manifestación: el origen de una forma de protesta

Danielle Tartakowsky

Olivier Fillieule



Hoy es habitual que gente de diversas edades, grupos sociales y adscripciones ideológicas se manifieste en las calles con distintos tipos de demandas. Sin embargo, eso no fue siempre así. En el libro La manifestación. Cuando la acción colectiva toma las calles (Siglo Veintiuno, 2015), Olivier Fillieule y Danielle Tartakowsky trazan un recorrido histórico del repertorio de protestas con una visión comparativa y global.



Charles Tilly postula que la manifestación en su sentido contemporáneo surge en 1850; es una estilización teórica. Cualquier estudio histórico de los casos nacionales incita a relativizarla. Para el Nuevo Mundo, la cuestión de la transición entre el repertorio de acciones del Antiguo Régimen y el repertorio moderno no tiene siquiera la menor pertinencia. En Europa, las guerras napoleónicas y luego las revoluciones francesas del temprano siglo xix provocaron una conmoción cuyos ecos fueron perceptibles en el continente entero, e incluso más allá. En numerosos Estados, estos momentos de conmoción, de crisis y a veces de revolución van acompañados por «movimientos callejeros» que pertenecen al repertorio del Antiguo Régimen y que durante algún tiempo pueden prolongarse en cortejos pacíficos.Estos cortejos, que en la acepción contemporánea del término podríamos considerar manifestaciones avant la lettre, se distinguen de estas en distintos aspectos. A menudo se despliegan con la ayuda y al abrigo, a veces relativo, de fiestas de soberanía, de festividades tradicionales1 o de ceremonias funerarias2. No son percibidos por los poderes vigentes como modalidades acordadas de la política y, por lo demás, no dejan de ser ocasionales y «observados», cuando no reprimidos. Vincent Robert los califica como «coletazos de crisis revolucionarias»3, que desaparecen no bien los regímenes en cuestión entran en una etapa de estabilización.

La matriz británica

Las primeras marchas, documentadas en Estados Unidos y en Gran Bretaña desde el primer tercio del siglo xix, no cumplen esas mismas funciones. Durante las primeras décadas del siglo xix, en eeuu, las ciudades son habitadas por una población heterogénea de recién llegados de orígenes diversos. Numerosas ceremonias cívicas organizadas en esas ciudades recurren a marchas en las que se reúnen los grupos de personas que estructuran los gremios, los grupos sociales, políticos o étnicos. Estas marchas, que se multiplican en las décadas de 1830 a 1850, permiten a la población no solo presentar y representar públicamente su diversidad, sino también asignar un lugar a cada grupo. La república democrática se encarna en innumerables fiestas cívicas, durante acontecimientos que se consideran dignos de celebración (tal como la conclusión del canal de Erie en 1825) o en ocasión de aniversarios regionales o locales, o incluso fiestas nacionales (el Admission Day en San Francisco, el Día de San Patricio en Nueva York, el 4 de Julio, el aniversario del nacimiento de George Washington, etc.4). Fenómenos de índole similar se encuentran a lo largo del tiempo en diversos países de América Latina, como México5.

En Europa, las manifestaciones emergentes son, en primer lugar, de protesta. En Bohemia, el movimiento nacional de 1848 califica las concentraciones al aire libre organizadas en el norte de Praga, durante la «primavera de los pueblos», de meetingki, antes que recurrir al término tàbory, para anclarlas en la cultura nacional, ya que se refieren a los tàbor (campos militares, símbolos de la historia nacional checa). En 1883, en París, la Comisión Ejecutiva de los «obreros sin trabajo», que intenta movilizar a las víctimas de la crisis económica, utiliza también las formas y el vocabulario británico cuando llama a un «meeting en la plaza pública». Estos préstamos lingüísticos, tal vez más numerosos de lo que estos ejemplos atestiguan, demuestran la fuerza del modelo inglés e incitan a interrogarse sobre el lugar de la manifestación en la Gran Bretaña del temprano siglo xix.

Al parecer, es en Gran Bretaña donde primero se desarrolla la manifestación, comprendida como un cortejo autónomo, ordenado y que goza de una tolerancia definida, aunque no ilimitada6. En Contentious Performances [Actuaciones contenciosas], Tilly identifica tres momentos claves en la historia de la manifestación en Gran Bretaña. Primeramente, las manifestaciones de los seguidores de John Wilkes en 1768 y 1769

incorporan elementos de las antiguas celebraciones públicas (coronaciones, festejos de victorias militares, participación de no electores en comicios objetados y marchas de trabajadores en defensa de derechos amenazados). Sin embargo, el apego de quienes protestaban a un programa de derechos populares y su identificación con un formidable impulso popular distinguen a estas manifestaciones como nuevos tipos de realizaciones.7

Esta última y sutil observación sugiere que lo que cambia no es la forma de las protestas, sino su sentido y su interpretación, los cuales, como contrapartida, contribuyen a transformar la morfología de esas protestas. El aporte de nuevos significados a una forma previa induce otros modos de reacción de los actores implicados, ya sean la gente en el poder, aquellos a quienes apunta la protesta o los públicos8.En segundo lugar, la masacre de Peterloo del 16 de agosto de 18199tiene como efecto específico tornar más legítimo el acto de manifestar y, sobre todo, tornar más costoso el de reprimirlo:

Por contrapartida, eso afianzó el derecho de los ciudadanos a marchar y a congregarse pacíficamente en nombre de la reforma parlamentaria. La manifestación se volvía un medio disponible para una amplia gama de reivindicaciones públicas.10

Por último, Tilly evoca las grandes manifestaciones políticas de 1820 en favor de la reina Carolina de Brunswick y dirigidas contra el rey, que culminan con los funerales políticos de la reina en agosto de 1821. Los modos de acción utilizados se inspiran en los camp meetings metodistas y primitivos, en su retórica milenarista, en el ceremonial de las guildas o gremios medievales, en la cultura más reciente de los ex-combatientes de las guerras antinapoleónicas o la de los sindicatos o sociedades de socorro mutuo, según combinaciones complejas. A menudo se inscriben en una perspectiva de mutación radical, incluso escatológica. Aspiran también a la construcción de una opinión pública nacional11, como lo atestiguan las marchas hacia Londres a partir de 1816, que reúnen, repetidas veces, a más de 100.000 manifestantes.

Durante la década de 1820, los trabajadores en huelga, por su parte, recurren cada vez más a menudo a la manifestación12. En la década siguiente, esta ocupa ya un lugar central en el repertorio británico de la protesta.

***

Esta transformación que, según Tilly, se inicia en Gran Bretaña alrededor del periodo 1801-1820 para consumarse en la década de 1830, ocurre de una manera un poco más tardía en Francia13: en La France conteste [Francia protesta]14, la sitúa hacia 1850. En Contentious Performances, a partir de los trabajos de Vincent Robert, subraya que 1848 marca sin duda el nacimiento de la manifestación moderna en Francia, pero que debido al paréntesis autoritario del Segundo Imperio (1850-1860) se fija recién a partir de 189015. Más precisamente, según Robert, existen protomanifestaciones a partir de 1831 en Lyon, que desaparecen bajo el peso de la represión y reaparecen a partir de 1870, aunque limitadas a formas antiguas (funerales anticlericales, celebraciones locales de la toma de la Bastilla, ceremonias oficiales, procesiones religiosas, delegaciones de trabajadores ante las autoridades municipales o estatales). A partir de la expansión de las asociaciones voluntarias, a finales de la década de 1880, las manifestaciones adquieren cierta prominencia en la vida pública lionesa. A esto hay que añadir el rol –en cierto modo, similar al de Peterloo en Gran Bretaña– de la masacre de Fourmies en 189116.

Movimientos obreros y manifestaciones

La huelga y la marcha suelen ir a la par17. Los cortejos son, en efecto, indispensables para la conducción de algunas huelgas y por eso se convierten en sus apéndices obligados. Responden, entonces, a objetivos que pueden diferir de un grupo a otro: «columnas» destinadas a incitar a los otros obreros a parar la producción (minas, astilleros), marchas forzosas a consecuencia del cierre de una empresa por el patrón (lock out), cortejos destinados a afirmar la cohesión del grupo obrero (en particular, en las ciudades medianas monoindustriales), la solidaridad o la fuerza perpetuada de movimientos que se eternizan como en la industria textil, cortejos festivos de fin de huelga… En Nueva Inglaterra, obreras en huelga de la industria textil y del calzado organizan parades (desfiles) desde el primer tercio del siglo. En Europa, en la segunda mitad del siglo xix, estas manifestaciones se desarrollan al ritmo de conflictos locales. No corresponden a ningún principio unificador pero contribuyen a constituir precozmente la manifestación o, al menos, el cortejo como el momento esencial de la huelga (piénsese en Germinal de Émile Zola). La depresión económica que azota a Europa y culmina en 1885-1886 constituye la primera ocasión de convergencias desde 1848, que aun así son de alcance limitado. Va acompañada por manifestaciones de «sin trabajo» en diversos países de Europa.

En Gran Bretaña, el reflujo del cartismo18 en beneficio de las trade unions significó la afirmación de estrategias que desconfiaban de la movilización colectiva globalizante en las formas que esta adoptó en el temprano siglo xix. La Social Democrat Federation organizó potentes manifestaciones de «sin trabajo». En Londres, estas se convierten en levantamientos (1886) y se topan con una violenta represión (Bloody Sunday [domingo sangriento], noviembre de 1887), que resulta en un trato menos liberal y una desconfianza mayor de las trade unions. Por ende, la manifestación callejera retrocede en Gran Bretaña en el preciso momento en que comienza a afirmarse en diversos países de Europa occidental.

Por el contrario, en Francia o en Bélgica, estas mismas movilizaciones de la década de 1880 constituyen el momento de un giro del movimiento obrero hacia el nuevo repertorio de acción. En París, los meetings que vanamente intentó organizar la Comisión Ejecutiva de los «obreros sin trabajo» y las relaciones peligrosas que las manifestaciones blanquistas19 mantienen con las de los «boulangistas»20 resucitan durante cierto tiempo algunos fantasmas de 1848 pero, en realidad, constituyen un «adiós a las barricadas»21. En Bélgica, alrededor de Lieja y de Charleroi, la revuelta industrial de marzo de 1886, que se salda con la muerte de 28 obreros, es la última en su género. Su desaparición coincide con la afirmación de nuevos modos de manifestación, en Francia, a iniciativa de los «guesdistas»22 y en Bélgica, del Partido Obrero Belga. Fenómenos similares afectan a Finlandia. En eeuu, «ejércitos» de desempleados realizan grandes marchas que dividen al país en 1893 y 1894 (bajo la dirección de los improvisados «generales» Charles Kelley, Lewis Fry, Jacob Coxey o Thomas Galvin23).

La decisión de organizar, el 1o de mayo de 1890, un día internacional de lucha por la obtención de la jornada laboral de ocho horas, tomada un año antes por el congreso socialista de París, constituyó un momento importante de unificación simbólica de prácticas obreras que hasta entonces habían sido dispares. El llamado, que apostó ante todo a la simultaneidad de la acción, se abstuvo de especificar sus formas. Las marchas que ese llamamiento suscitó fueron de una diversidad extrema.

Durante tres años, Londres debe a la presión de la Social Democrat Federation, y a un liberalismo político notoriamente más extendido que en otros lugares de Europa, el hecho de albergar poderosas manifestaciones que se convierten en formas de amparo para los refugiados políticos de toda Europa. En Francia, los guesdistas intentan, sin éxito, «intimaciones» ante los poderes públicos, que constituyen la matriz de las manifestaciones peticionarias contemporáneas. En Alemania, en Austria-Hungría, en Italia o en Bélgica, después de 1890, se multiplican los cortejos ritualistas y festivos, que a menudo se despliegan por el espacio campestre para evitar cualquier tipo de conflicto. En su mayoría, estos cortejos son mejor tolerados que bajo otras circunstancias, excepto en Europa central y oriental. Tanto para los manifestantes como para las fuerzas del orden, estas manifestaciones se vuelven una ocasión posible y frecuente de aprendizaje de la marcha ordenada. Pero eso no puede ser lo esencial. Los grabados que aparecen en casi todos los países involucrados para documentar este mito del 1o de Mayo erigen la marcha como símbolo del progreso hacia un devenir mejor. Contribuyen a dotar a la manifestación de un alcance simbólico capaz de acrecentar sus capacidades movilizadoras24. El fenómeno no tiene la misma validez en eeuu, donde la apropiación de esta iniciativa sigue siendo marginal si se exceptúan el 1º de mayo de 1933 en Nueva York y el 1o de mayo de 1936 en Chicago.

El mundo obrero estaba lejos de ser el actor exclusivo de una práctica que se afirmaba como pluriclasista, a iniciativa de fuerzas políticas de todas las tendencias –socialistas, pero también católicos, liberales o nacionalistas–, y que se imponía en numerosos Estados de Europa occidental como una modalidad de la lucha política.

Sufragio universal y manifestaciones

La manifestación callejera solo se autonomiza y se afirma como modalidad de acción política con el surgimiento de una esfera pública y con la consolidación de las democracias parlamentarias. De ahí el evidente desfase entre tres conjuntos geopolíticos: el continente americano, Europa occidental y Australia, donde el fenómeno es precoz; Europa oriental, donde es claramente más tardío; y Asia, África y Oriente Medio, donde constituye una importación paradójica de la colonización o de la occidentalización y de las resistencias que estas suscitan.

El primer conjunto está surcado por importantes diferencias, que radican en la desigual legitimidad que el sistema político entonces dominante permite o prohíbe reconocer a este modo de acción. La manifestación goza de una tolerancia temprana en Gran Bretaña y en eeuu, donde cualquier movilización de la opinión pública es considerada un barómetro de la legitimidad política. Esto vale también para Bélgica, en virtud de la Constitución de 1830, y para algunos estados alemanes, ya que abarca únicamente a las marchas con dimensión cívica. Todos estos países sirven de modelos, a menudo idealizados, para quien los compara con aquellos otros países, mayoritarios, que por ese entonces imponen prohibiciones.

Esta tolerancia relativa permite que la manifestación se imponga como un instrumento de conquista del sufragio universal en diversos países de Europa occidental, tal como en algún momento sucedió en Gran Bretaña. Las manifestaciones que movilizan entonces a las elites, y se extienden a veces a los medios populares, aspiran a afirmar que quienes marchan poseen capacidad plena y total de convertirse en ciudadanos. Sus organizadores se esmeran en dar una imagen de orden y de respetabilidad. Así, los manifestantes marchan por todas partes en un orden estricto, vestidos con sus ropas de domingo25. En Bélgica, liberales y católicos se movilizan conforme a esta modalidad a partir de 1884. También los socialistas inscriben sus movimientos en el calendario religioso (15 de agosto de 1880 [día de la Asunción], Pentecostés de 1886), no sin hacer un aporte importante al giro del mundo obrero hacia el nuevo repertorio de acción. Manifestaciones similares se desarrollan en Finlandia y en Suecia entre 1904 y 1906, en Sajonia, en Hamburgo y en Austria en 1905 y 1906, en Prusia de 1908 a 1910, anotando puntos cuando no alcanzando victorias.

Las manifestaciones de las suffragettes constituyen una faceta específica de este mismo combate. En eeuu se organizan marchas de mujeres a partir del 8 de marzo de 1908 con motivo del Día de las Mujeres26. Se extienden a algunos países de Europa a partir de 1911, convocadas por la Segunda Internacional, y definen amplios objetivos que incluyen la mejora de las condiciones de trabajo. En Gran Bretaña, se inscriben de manera más específica en el combate por el sufragio universal. En un primer momento, las suffragettes escogen reunirse en Hyde Park, pero luego toman la senda de las manifestaciones espectaculares, a menudo violentamente reprimidas, entre 1906 y 1911, antes de replegarse a manifestaciones más locales. La concentración que organizan en Londres en vísperas de la coronación de Jorge V, en presencia de numerosas delegaciones internacionales, incluida la de la India, se extiende a nuevos territorios; por ejemplo, Austria o Múnich27. En eeuu, recién a partir de 1910 se organizan en Nueva York marchas anuales en favor del sufragio, como la marcha de las antorchas de mayo de 1912 en que las mujeres reivindican un nuevo estatuto. Si bien esas manifestaciones gradualmente se extienden a otros estados, solo relevamos una manifestación nacional en eeuu, el 3 de marzo de 1913, por la avenida Pennsylvania de Washington, bajo la batuta de Alice Paul, dirigente de la Asociación Nacional Pro Sufragio de la Mujer (nawsa, por sus siglas en inglés). La marcha reprodujo el modelo británico: fue encabezada por Inez Milholland, a caballo y envuelta en una capa blanca, seguida por entre 5.000 y 8.000 mujeres, con delegaciones por estados, asociaciones de hombres y grupos de músicos. Según Birgitta Bader Zaar,

los carros estaban adornados con los colores de las militantes británicas –blanco, violeta y verde– y con el amarillo de la nawsa, con una réplica de la Campana de la Libertad de Filadelfia y una representación de la primera convención de las suffragettes estadounidenses, celebrada en Seneca Falls en 1848. (…) La procesión terminaba en un grupo de cien mujeres blancas28 y niños, ubicados sobre las escalinatas del edificio del Tesoro frente a la Casa Blanca, y representando alegorías evocadoras de las virtudes constitucionales: Columbia, la Justicia, la Libertad, la Caridad, la Paz y la Esperanza.29

Las muy violentas reacciones de los espectadores, que impidieron a las manifestantes desplazarse por el espacio urbano, y la actitud expectante de las fuerzas del orden provocaron un verdadero motín y llevaron al abandono de la estrategia de la manifestación por parte del movimiento.

En los países mencionados, la manifestación, que fue uno de los instrumentos de conquista del sufragio universal, no aparece en competencia con él. Una vez obtenido el sufragio (masculino), la manifestación perdió centralidad política, a menos que se afirmara como una modalidad de la fiesta de la soberanía; en primer lugar, en eeuu. La situación es radicalmente diferente en Francia, donde el sufragio universal masculino, proclamado en 1848 pero muy pronto recortado antes de ser restaurado con todas sus prerrogativas en 1875, es anterior –y por mucho– al surgimiento de la manifestación en su acepción contemporánea. Esta cronología particular contribuye a conferir a la manifestación una ilegitimidad que durante un tiempo prolongado seguirá siendo la norma.

Hasta 1831, los usos del espacio público son regidos por el dispositivo legislativo instaurado durante la Revolución (ley marcial del 21 de octubre de 1789, leyes del 23 de febrero de 1790 sobre la utilización de la fuerza pública y del 27 de julio de 1791 sobre la requisa y la acción de la fuerza pública). Este dispositivo apuntaba a hechos de extrema gravedad y volvía a los contraventores pasibles de sanciones que llegaban a la pena capital. Pronto se mostró inadecuado para las concentraciones a las cuales se veían confrontadas las autoridades, como los charivaris (manifestaciones ruidosas) o las movilizaciones contra los recaudadores de impuestos o los patrones.

En la práctica, este proceso desemboca en un vacío jurídico que viene a llenar la ley del 10 de abril de 1831, destinada a regular levantamientos más que manifestaciones. Según los términos de esta ley, la más pacífica de las reuniones podía ser calificada de movilización, en cuanto un representante del Estado ordenara su dispersión. Las personas que la prolongaran después del primer requerimiento podían ser arrestadas y llevadas ante los tribunales de contravenciones menores. Con todo, solo eran pasibles de penas leves. La Segunda República modificará esta legislación. La ley del 7 de junio de 1848 opera una distinción entre las movilizaciones armadas, completamente prohibidas, y las no armadas, prohibidas en caso de que pudieran «perturbar la tranquilidad pública». Preserva el principio del requerimiento previo, agrava las penas previstas por la ley de 1831 y prevé el juicio de las infracciones por los tribunales penales.

Los republicanos de la década de 1880 deben a su individualismo filosófico el considerar a los cuerpos intermedios como fuerzas que obran a modo de pantalla entre el ciudadano elector y los elegidos, única expresión legítima del pueblo soberano. Esta desconfianza hacia cualquier expresión colectiva de intereses particulares se extendía, naturalmente, a los «movimientos callejeros» que, a partir de 1789, han erigido y derribado regímenes. El nuevo régimen consideraba el sufragio universal, combinado con las conquistas democráticas de la década de 1880, como el único marco legal que permitía a cada uno expresar y, por ende, «manifestar» individualmente –diferencia notoria– su pensamiento. Así, negaba toda legitimidad a movimientos destinados a hacerse oír por los poderes públicos por otras vías. Además, no incluía la manifestación entre las libertades democráticas que en ese momento garantizaba. Limitaba la expresión del derecho de petición al Parlamento y para todo lo demás se atenía al corpus jurídico existente, agravado por la ley del 30 de junio de 1881, que prohibía realizar reuniones en la vía pública. Las constituciones republicanas ulteriores reconocerán al ciudadano el derecho de «manifestar su pensamiento» sin formular la existencia de un derecho a la manifestación en su acepción contemporánea. En virtud de la ley municipal de 1884, su eventual tolerancia quedaba a discreción de los alcaldes. En París, estaba sometida a la buena voluntad de la prefectura de policía.

Estas orientaciones políticas no significan en absoluto la ausencia de manifestaciones. Las crisis que marcan las primeras décadas de la República ven a los «movimientos de la calle» ceder el paso a manifestaciones de los boulangistas y, más tarde, de los antidreyfusistas que amenazan repetidamente, si no al poder, al menos sus símbolos, e inscriben la manifestación en el repertorio de acción de la derecha nacional. Este modo de expresión, al cual los estudiantes nacionalistas recurren con especial frecuencia en París, se afirma con el surgimiento de los partidos modernos, una vez concluido el caso Dreyfus. La legitimidad que entonces se reconoce paulatinamente a los partidos y a los grupos parlamentarios no se extiende, en cambio, a la manifestación callejera, que se considera una expresión del desorden político y un potencial factor de violencia. La gradual intervención reguladora del poder central obedecía a consideraciones de orden público, no de legitimidad política.

En un régimen en el cual la «manifestación» pertenece a la misma categoría jurídica que la «concentración», el mantenimiento del orden público corresponde, desde luego, al ejército en sus cuerpos urbanos y rurales (la gendarmería). Pero la instauración del servicio militar obligatorio en 1872 y la organización regional de las tropas, luego de la derrota de 1870 en la Guerra Franco-Prusiana, tienen como consecuencia acercar el ejército a la sociedad civil y volver delicado un eventual cara a cara entre manifestantes y fuerzas del orden, en especial durante las huelgas. El 1o de mayo de 1891, en Fourmies, la muerte de nueve manifestantes, entre ellos cuatro mujeres y un niño, da prueba de esto. Sin embargo, la situación no evoluciona en todas partes al mismo ritmo. En París, el prefecto de policía Louis Lépine concibe métodos innovadores que permiten a la policía municipal «asegurar la calle»30. En las provincias, la utilización de la gendarmería y del ejército seguirá siendo la regla. Nuevas manifestaciones sangrientas se producen en Narbona, en Draveil-Vigneaux, en Villeneuve-Saint-Georges, mientras que la violencia desaparece (o casi) de las calles de la capital, hasta la guerra.

A esta modalidad de acción recurren las organizaciones obreras, los católicos en lucha contra los inventarios de bienes de la Iglesia, los viticultores de la región de Champagne o del Mediodía, los estudiantes nacionalistas y, desde luego, la Acción Francesa. Gradualmente, va a imponerse a los poderes públicos. En 1907, Georges Clemenceau admite que pueden tolerarse ciertas demostraciones, en función de la personalidad de sus organizadores y de su capacidad de enmarcarlas, en concordancia con los poderes públicos. La primera de esas «demostraciones» es la «gran protesta» contra la ejecución de Francisco Ferrer, el 17 de octubre de 190931; también es la primera vez en la historia que el orden es asegurado por integrantes de la propia manifestación, lo que en francés se llama «servicio de orden»32.

En 1921 se crea un cuerpo de gendarmes motorizados especializados en el mantenimiento del orden. El 23 de octubre de 1935, un decreto-ley estipula: «Los cortejos, las marchas, las concentraciones de personas y cualquier manifestación en la vía pública están sometidos a la obligación de una declaración previa ante el prefecto de policía». Concebido para controlar mejor los usos políticos de la calle luego de las manifestaciones sangrientas que se sucedieron entre febrero de 1934 y agosto de 1935, confiere así a la manifestación el estatuto del cual carecía hasta ese momento; pese a su carácter provisorio y a la ausencia de ratificación legislativa ulterior, permanecerá en vigor hasta la actualidad.

Las relaciones complejas entre la manifestación y la práctica electoral son distintas en otros lugares. En Argentina, las condiciones problemáticas en las cuales se efectúan los comicios dan mayor legitimidad a la manifestación. En Buenos Aires, donde el derecho a voto masculino irrestricto existe desde 1821, son pocos aquellos que lo ejercen en la práctica: solo una minoría de extranjeros elige naturalizarse y los ciudadanos nativos no demuestran demasiado interés en la actividad electoral. Además, el voto es ocasión frecuente de enfrentamientos colectivos y violentos entre facciones partidarias encuadradas por caudillos. El ejercicio del derecho de voto estaba lejos de verse asociado a la noción de representación política. Parecía dar pie a una serie de manipulaciones.

Los habitantes de Buenos Aires que no son indiferentes a la vida pública recurren a diversas acciones colectivas y desarrollan una verdadera «cultura de la movilización». Las manifestaciones y concentraciones en las plazas públicas son consideradas, incluso por las elites, mecanismos de intervención política adecuados para influir sobre el gobierno. Este modo de representación de los intereses colectivos del pueblo parece un complemento o un sustituto del voto, una práctica benéfica para las instituciones democráticas33. Este uso legitimador de la manifestación probablemente sea válido también para otros países de Latinoamérica, incluso hasta fechas muy contemporáneas. Eso sucede en Venezuela a partir de la crisis de 198934.

Sistemas nacionales y movimientos transnacionales

Desde el cambio de siglo se afirman sistemas nacionales con reglas y ritos propios, que a menudo han quedado tácitos. Estos sistemas deben su especificidad al derecho, a las modalidades del mantenimiento del orden, a las matrices históricas y culturales, distintas de un Estado a otro, así como a las relaciones que la cultura política dominante mantiene en cada uno de ellos con la Iglesia y el ejército. Se convierten en un marco unificador para todos los tipos de manifestaciones desplegadas en el marco nacional, más allá de la diversidad de sus actores o de sus objetivos, identitarios o reivindicativos. Esta «nacionalización» tiende a acentuarse aún más después de la Primera Guerra Mundial, cuando el papel político de las manifestaciones se diversifica considerablemente de un Estado a otro. En las democracias parlamentarias de Europa del Norte y del Noroeste, las manifestaciones se afirman de manera duradera como expresión ritualizada de grupos constituidos o como apéndices de huelgas, con exclusión de toda otra función. En los regímenes en crisis, en 1917, 1919, 1922 o 1933, la «calle» puede convertirse en uno de los elementos en juego y en un instrumento de lucha indisociable de las crisis revolucionarias, concebidas como el medio o la tentativa de giro de un régimen a otro, pero ya solo ocupa un lugar secundario en los procesos de ruptura. En contados países, como Francia o Argentina, desempeñan en cambio un papel determinante en la gestión de algunas crisis políticas mayores, que se resuelven dentro del marco de los regímenes existentes35. La manifestación se impone allí como un medio de regulación de las crisis políticas. Se convierte en un síntoma de los límites a los cuales cada una de las partes pretende ceñirse y significa que la partida se juega en el campo del dominio, no de la violencia. Eso implica que todos adhieran de manera prolongada a los códigos constitutivos de la sociedad en cuestión y, por eso mismo, que no haya crisis abierta del régimen.

La afirmación de los sistemas nacionales que caracteriza la etapa de apogeo de los Estados-nación no excluye elementos tomados de la simbología internacional, tales como la bandera roja, La Marsellesa y, más tarde, La Internacional, en el umbral del siglo xx. Va aparejada a la afirmación periódica de ciclos transnacionales que repercuten, aunque de manera desigual, en la mayoría de ellos. Lo mismo ocurre con la «cultura de guerra» de la década de 1920, con la «conquista de la calle» que la Internacional comunista reivindica entre 1928 y 1931, con las «marchas del hambre» desplegadas frente a la crisis económica en numerosos países.

Estas marchas revisten una importancia particular en eeuu: la «Bonus March», 1932; la «marcha del hambre» en Dearborn; las marchas en defensa de «los nueve de Scottsboro», en el bienio 1932-1933, organizadas por el Partido Comunista estadounidense36 y apoyadas por la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (naacp, por sus siglas en inglés)37. Las mutaciones características de los años 60 y luego los cuestionamientos del neoliberalismo inician circulaciones transnacionales similares, con sendas expresiones: las manifestaciones de los sedicentes «nuevos movimientos sociales», las manifestaciones altermundistas38 o, más recientemente y aunque a menor escala, las manifestaciones antibélicas39 y los movimientos de los indignados. En cada una de estas circunstancias, se efectúan transferencias de léxico que perturban los vocabularios nacionales. La frecuente utilización del término «marcha» en lugar de «manifestación» en la Francia contemporánea o la reciente afirmación del vocablo «indignados» son elocuentes acerca de las actuales circulaciones de significados.


1.

Matthias Reiss (ed.): The Street as Stage: Protest Marches and Public Rallies since the Nineteenth Century, Oxford UP, Oxford, 2007.
2.

Emmanuel Fureix: La France des larmes. Deuils politiques à l’âge romantique (1814-1840), Champ Vallon, París, 2009.
3.

V. Robert: Les chemins de la manifestation, 1848-1914, Presses Universitaires de Lyon, Lyon, 1996.
4.

Mary P. Ryan: Civic War: Democracy and Public Life in the American City during the Nineteenth Century, University of California Press, Berkeley, 1997.
5.

Loïc Abrassart: «Un peuple en ordre. Processions civiques, cortèges et construction du peuple dans les fêtes civiques mexicaines du Porfiriat, Mexico, 1900-1910» en Sociétés et Représentations vol. 2000/1 No 8, 12/1999.
6.

C. Tilly: «Social Movements and National Politics» en Charles Bright y Susan Harding (eds.): Statemaking and Social Movements: Essays in History and Theory, University of Michigan Press, Ann Arbor, 1984.
7.

C. Tilly: Contentious Performances, Cambridge UP, Cambridge, 2008, p. 75.
8.

Ver Mark Traugott: «Barricades as Repertoire: Continuities and Discontinuities in the History of French Contention» en M. Traugott (ed.): Repertoires and Cycles of Collective Action, Duke UP, Durham-Londres, 1995; Cécile Péchu: Droit au logement, genèse et sociologie d’une mobilisation, Dalloz, París, 2006.
9.

La represión ocurrió en la plaza de St. Peter’s Field, en la ciudad de Mánchester, el 16 de agosto de 1819, contra una manifestación que reclamaba la reforma de la representación parlamentaria en un sentido democrático (sufragio universal, voto secreto, elección anual de la Cámara de los Comunes) [n. del e.].
10.

C. Tilly: Contentious Performances, cit., pp. 76-77. Una observación idéntica figura en Peter A. J. Waddington: «Controlling Protest in Contemporary Historical and Comparative Perspective» en Donatella Della Porta y Herbert Reiter (eds.): Policing Protest: The Control of Mass Demonstrations in Western Democracies, University of Minnesota Press, Minneapolis, 1998.
11.

E. P. Thompson: La formation de la clase ouvrière anglaise, Gallimard / Seuil, París, 1988. [Hay edición en español: La formación de la clase obrera en Inglaterra, Crítica, Barcelona, 1989].
12.

Marc W. Steinberg: «The Roar of the Crowd: Repertoires of Discourse and Collective Action among the Spitalfields Silk Weavers in Nineteenth-Century London» en M. Traugott (ed.): Repertories and Cycles of Collective Action, ob. cit.; Marc W. Steinberg: Fighting Words: Working-Class Formation, Collective Action, and Discourse in Early Nineteenth-Century England, Cornell up, Cornell, 1999.
13.

Acerca del caso estadounidense, v. Michael P. Young: «Confessional Protest: The Religious Birth of us National Social Movements» y «Reply to Tilly: Contention and Confession» en American Sociological Reviewvol. 67 No 5, 2002.
14.

C. Tilly: La France conteste, de 1600 à nos jours, Fayard, París, 1986.
15.

V. Robert: ob. cit.
16.

Marcha en defensa de la jornada laboral de ocho horas que acabó con nueve muertos y más de 30 heridos [n. del e.]. André Pierrard y Jean-Louis Chappat: La fusillade de Fourmies. 1er mai 1891, Miroirs, Lille, 1991.
17.

Michelle Perrot: Jeunesse de la grève, Seuil, París, 1984.
18.

El movimiento cartista se desarrolló a fines de la década de 1830 por iniciativa de la Asociación de Trabajadores Londinenses. En un primer momento reclamó el sufragio universal masculino, contra el sistema electoral restrictivo vigente [n. del e.].
19.

Seguidores de las ideas de Louis Auguste Blanqui (1805-1881), quien propugnaba la acción revolucionaria conspirativa por parte de una pequeña vanguardia bien organizada como reemplazo de la acción de masas más amplia, para tomar el poder y ejercerlo de manera dictatorial en favor de las mayorías [n. del t.].
20.

Movimiento protopopulista, nacionalista y antiparlamentario seguidor del general Georges Boulanger que logró el apoyo de sectores medios y obreros [n. del e.].
21.

Michel Pigenet: «L’adieu aux barricades. Du blanquisme au vaillantisme (décennies 1880-1890)» en Alain Corbin y Jean-Marie Mayeur (dirs.): La barricade. Actes du colloque organisé les 17,18 et 19 mai 1995, Publications de la Sorbonne, París, 1997.
22.

En un congreso realizado en 1882 en Lyon se fraccionó la Federación del Partido de los Trabajadores Socialistas de Francia: por un lado los «posibilistas» fundaron la Federación de Trabajadores Socialistas, mientras que Jules Guesde y los «guesdistas», de orientación marxista, crearon el Partido Obrero Francés [n. del e.].
23.

Donald L. McMurry: Coxey’s Army: A Study of the Industrial Army Movement of 1894, Little, Brown and Company, Boston, 1929.
24.

Maurice Dommanget: Histoire du Premier Mai, Le Mot et le Reste, París, 2006; D. Tartakowsky: La part du rêve. Histoire du 1er mai en France, Hachette, París, 1995; Miguel Rodríguez: Le 1er Mai, París, Gallimard, 2013.
25.

Bernd Jürgen Warneken y Joachim Albrecht (eds.): Als die Deutschen demonstrieren lernten, Ludwig-Uhland-Institut für empirische Kulturwissenschaft, Tubinga, 1986; Thomas Lindenberger: Strassenpolitik. Zur Sozialgeschichte der öffentlichen Ordnung in Berlin, 1900-1914, J. H. W. Dietz Nachf, Berlín, 1995.
26.

Para más información sobre las manifestaciones de Londres y, más en general, sobre el movimiento de las suffragettes, v. Jill Liddington y Jill Norris: One Hand Tied behind Us: The Rise of the Women’s Suffrage Movement, 2a ed., Virago, Londres, 2000.
27.

Richard Evans: The Feminist Movement in Germany, 1894-1933, Sage, Londres, 1976; Sharon H. Strom: «Leadership and Tactics in the American Women Suffrage Movement: A New Perspective from Massachusetts» en Jean E. Friedman y William G. Shade (eds.): Our American Sisters: Women in American Life and Thought, 3a ed., D. C. Heath, Lexington, 1987.
28.

Blancas, en efecto, ya que la manifestación respeta una separación racial de los manifestantes.
29.

B. Birgitta Bader-Zaar: «‘With Banners Flying’: A Comparative View of Women’s Suffrage Demonstrations 1906-1914» en M. Reiss (ed.): ob. cit., pp. 114-115.
30.

Jean-Marc Berlière: Le préfet Lépine, vers la naissance de la police moderne, Denoël, París, 1993.
31.

Pedagogo anarquista español, promotor de la Escuela Moderna, fue condenado a muerte por un consejo de guerra que lo acusó de haber sido uno de los instigadores de los sucesos de la Semana Trágica de Barcelona de julio de 1909. Su condena generó protestas en diversas ciudades del mundo [n. del e.].
32.

Dominique Cardon y Jean-Philippe Heurtin: «‘Tenir les rangs’. Les services d’encadrement des manifestations ouvrières (1906-1936)» en Pierre Favre (dir.): La manifestation, Presses de Sciences Po, París, 1990.
33.

Hilda Sabato: La política en las calles. Entre el voto y la movilización. Buenos Aires, 1862-1880, Sudamericana, Bunos Aires, 1998.
34.

Margarita López Maya: «Movilización, institucionalidad y legitimidad en Venezuela» en Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales vol. 9 Nº 1, 2003; M. López Maya y Luis Edgardo Lander: «Novedades y continuaciones de la protesta popular en Venezuela» en Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales vol. 12 Nº 1, 2006.
35.

Marianne González-Alemán: «‘La marche de la Constitution et de la liberté’ (19 septembre 1945): une certaine idée de ‘l’Argentine authentique’» en Le Mouvement Social No 202, 1-3/2003.
36.

Refiere al hecho en el cual nueve jóvenes negros fueron acusados falsamente de violar a dos mujeres blancas en un tren. La injusticia de ese proceso sirvió como una de las inspiraciones para la novela Matar a un ruiseñor, de Harper Lee [n. del e.].
37.

Marianne Debouzy: «Les marches de protestation aux États-Unis (xixe-xxe siècles)» en Le Mouvement Social Nº 202, 2003; M. Reiss (ed.): ob. cit.
38.

Isabelle Sommier y O. Fillieule: «The Emergence and Development of the ‘No Global’ Movement in France: A Genealogical Approach» en Cristina Flescher Fominaya y Laurence Cox (eds.): Understanding European Movements: New Social Movements, Global Justice Struggles, Anti Austerity Protest, Routledge, Londres, 2013, pp. 47-60.
39.

Stefaan Walgrave y Dieter Rucht: Protest Politics: Demonstration Against the War on Iraq in the us and Western Europe, University of Minnesota Press, Minneapolis, 2008.

Por la coronacrisis, anticipan que la pobreza podría saltar al 50%

Por el impacto del parate económico en el empleo y los ingresos, especialistas prevén un fuerte deterioro de las condiciones de vida. Los escenarios más optimistas marcan que la pobreza subiría al 40%. Los más pesimistas, que alcanzaría a la mitad de la población

Analistas adelantan un fuerte salto de la pobreza por el impacto de la cuarentena

Pese al amplio paquete de medidas desplegado por el Gobierno para mitigar los efectos de la cuarentena en las condiciones de vida, el parate económico dejará un fuerte impacto social. En eso coinciden todos los analistas, quienes adelantan un nuevo salto de la pobreza durante el primer semestre. Las proyecciones más pesimistas señalan, incluso, que este flagelo podría llegar a afectar a alrededor de la mitad de la población.

El último dato oficial del Indec mostró que Mauricio Macri se despidió del Ejecutivo con una tasa de pobreza del 35,5% en el segundo semestre de 2019, es decir que durante el último mandato unos 4 millones de argentinos pasaron a ser pobres, de acuerdo con la serie reconstruida luego del apagón estadístico por los especialistas Federico Favata, Daniel Schteingart y Guido Zack, que ubicó el indicador en 26,9% en la segunda mitad de 2015.

El martes, el Indec informó que las canastas básicas total y alimentaria, que marcan las líneas de indigencia y pobreza, subieron en marzo 3,4% y 3% respectivamente. Así, una familia tipo de cuatro integrantes necesitó $41.995 para no ser pobre. Así, el deterioro en las condiciones de vida habría continuado en los tres primeros meses del año, aún antes de que se sintiera el impacto pleno del coronavirus.

En base a los datos oficiales disponibles, el econometrista especializado en indicadores sociales Martín Rozada calculó que en el "semestre móvil" que se forma entre el cuarto trimestre de 2019 y el primero de 2020 (una información que no publica el organismo que preside Marco Lavagna ya que sólo mide los "semestres calendario") el porcentaje de personas pobres llegó al 37,7%.

Tres escenarios para el primer semestre

Pero, parate económico mediante, está claro que lo peor llegará en el seguno trimestre. Rozada trazó tres escenarios para estimar cómo podría evolucionar la pobreza en la primera mitad del año, un dato que el Indec recién dará a conocer en septiembre.

En el "escenario optimista", en el que perderían sus ingresos los trabajadores no formales o cuentapropistas en ocupaciones no compatibles con el teletrabajo, mientras que el resto recibiría su remuneración habitual, la pobreza alcanzaría el 40,1%. Esta suba de casi cinco puntos respecto del semestre anterior se daría pese al efecto paliativo del ingreso familiar de emergencia (IFE) y los pagos adicionales a jubilados y beneficiarios de la AUH, entre otras medidas de emergencia, que "impactan más en la indigencia que en la pobreza", según el analista.

La proyección es similar a la que realizó el Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (Cedlas) de la Universidad Nacional de La Plata, que estimó una pobreza del 39,6% luego del anuncio del IFE.

"Los efectos negativos de corto plazo de la cuarentena implicarían un aumento significativo de la pobreza y la desigualdad de ingresos, aun considerando el efecto paliativo del IFE y otros bonos de ayuda social", sostuvo el informe del Cedlas.

El "escenario moderado" que trazó Rozada supone que la crisis actual tendría una dinámica del mercado de trabajo similar a la recesión de 2009, en cuanto a la evolución de las tasas de empleo, desempleo y actividad y al ingreso total familiar. En este caso, la incidencia de la pobreza en el primer semestre sería de 42,7%.

Mientras que el "escenario pesimista" supone que esas mismas variables tendrían una tendencia semejante a la de la crisis de 2001-2002. En este escenario la tasa de pobreza llegaría al 54,2%.

¿Qué puede pasar?

Consultado, Rozada consideró que el primer escenario "es optimista porque no incluye las negociaciones de suspensiones con rebajas salariales para sostener el empleo que están acordando gremios grandes con algunas industrias". Es el caso del acuerdo de recortes de hasta el 75% a cambio de sostener puestos de trabajo que firmaron la CGT y la UIA y reglamentó el Ministerio de Trabajo.

Así, el econometrista sostuvo: "Le asigno menos probabilidad al escenario optimista. A mí me parece que hay muchas probabilidades de que la dinámica de 2009 sea el piso. Es decir, que esta crisis sea mucho peor. Ahora está todo parado. Esa es la diferencia con una recesión tradicional. Pero hay que esperar para ver cómo se desenvuelve".

Pese a que aún no hay datos oficiales disponibles de este mes, el deterioro de los ingresos ya se hace sentir. A raíz de eso, por ejemplo, se disparó el endeudamiento familiar. Según un informe del CERX, actualizado al 24 de abril, el 80,8% de los hogares quedó con deudas promedio de $149.000 ante la necesidad de cubrir sólo los gastos imprescindibles. No sólo con la tarjeta de crédito y los préstamos peronales, que representan dos tercios de los pasivos totales, sino que crecieron fuerte el atraso en el pago de servicios e impuestos y los riesgosos créditos de los prestamistas y las financieras.

"El sistema chileno es más cruel que el coronavirus": el rebrote de las manifestaciones en Chile en medio de la pandemia


Quienes continúan protestando aseguran que las demandas “siguen vigentes” ante la inequidad en los salarios y en el acceso a la salud y educación.

“El Piñeravirus es más mortal que el coronavirus”.

La frase que alude al presidente de Chile, Sebastián Piñera, se leía en uno de los carteles con los que unas 200 personas volvieron a las calles de la ciudad de Santiago a protestar este lunes 27 de abril.

Carros lanza agua, bombas lacrimógenas y duros enfrentamientos entre manifestantes y la policía tomaron nuevamente la Plaza Italia –o “Plaza Dignidad”, como algunos la rebautizaron–, el epicentro del estallido social que irrumpió en este país sudamericano el 18 de octubre del año pasado.

A pesar de la emergencia sanitaria, la imagen se repitió en otras capitales regionales, como Antofagasta, Concepción y Valparaíso, donde también hubo barricadas.

Era una jornada simbólica, pues no solo se celebraba el aniversario 93 de Carabineros, la institución policial chilena, sino también porque se recordaba que un día antes –el 26 de abril– era la fecha original programada para la realización del plebiscito que busca cambiar la Constitución heredada del régimen de Augusto Pinochet.

Desde la llegada del coronavirus a este país, a mediados de marzo, la agenda que buscaba descomprimir la tensión social pasó a segundo plano y, con ello, el referendo fue postergado para el 25 de octubre.

Las intensas protestas, en tanto, parecían haber cesado. O, al menos, eso se pensaba.

Sin embargo, lentamente han vuelto a cobrar relevancia, aunque en grupos bastante más reducidos.

La razón detrás –explican sus protagonistas– no es distinta a la que motivó el “despertar” de Chile en octubre: el descontento social ante las desigualdades del sistema político y económico que impera en esta nación sudamericana. En la región Metropolitana, más de 60 manifestantes terminaron detenidos el 27 de abril, según informó Carabineros.
“El coronavirus visibilizó las desigualdades”

“Protestamos porque el sistema chileno es mucho más cruel que el coronavirus”, le dice a BBC Mundo Paloma Grunert, quien ha asistido a todas las manifestaciones desde octubre y está detrás de la organización de algunas de las protestas que han ocurrido en medio de la pandemia.

Para ella, todo lo que los llevó inicialmente a salir a la calle “sigue vigente”, como la inequidad en los salarios y en el acceso a la salud y educación, entre otros.

“Hay desigualdad, injusticia y un constante apoyo a los empresarios y grupos económicos”, señala.

Una opinión similar comparte el fotógrafo Cristóbal Venegas, quien también ha participado en las manifestaciones.

“No hay credibilidad en el gobierno ni en la clase política. Las demandas sociales están a flor de piel”, le dice a BBC Mundo.

Venegas afirma que con el coronavirus quedaron “aún másen evidencia los problemas de la gente”.

“En el tema de la educación, por ejemplo, en este país no todos tienen computador, ¿quién puede hacer clases online? El tema de la salud también; en algunos lugares no hay abastos, no hay insumos”, indica.

De acuerdo con el académico de la Universidad de Cambridge y experto en movimientos sociales, Jorge Saavedra, este último punto es justamente una de las cosas más importantes que explican el “rebrote” de las manifestaciones.

“Lo que ha hecho el coronavirus es visibilizar las desigualdades estructurales por las que se protestó en su momento”, dice a BBC Mundo.

“Si en Chile antes se protestaba por la desigualdad en la salud, eso ahora ha quedado en evidencia. Lo mismo ha pasado con la precariedad laboral, donde se ha visto lo frágil que era el sistema. Se demostró que el mercado no solucionaba los problemas porque ahora el propio mercado le está pidiendo ayuda al Estado”, agrega.

Ante la emergencia, no obstante, el gobierno de Chile ha diseñado una serie de medidas para enfrentar las consecuencias de esta crisis.

Es así como se creó un Plan de Emergencia Económico que, con la inyección de US$11.750, se busca proteger el empleo y apoyar a los trabajadores entregándole liquidez a empresas de todos los tamaños.

También se decidió reforzar el presupuesto del sistema de salud -será suplementado con el 2% constitucional- para asegurar que cuente con los recursos necesarios frente a la pandemia.

Por otro lado, se estableció una Ley de Protección del Empleo -que busca resguardar los puestos de trabajo-, y se creó un fondo de US$2.000 millones para la protección de los ingresos de los trabajadores más vulnerables (informales sin contrato), entre otras cosas.

De todas maneras, esta es una realidad que no solo golpea a Chile. En otros países de Latinoamérica hay una percepción similar.

Debido a la paralización de la economía por las cuarentenas que buscan enfrentar la pandemia, buena parte de la población en la región se han visto afectada por la pérdida de empleo o por una disminución en sus salarios.

Esto ha dado paso a un profundo malestar social que se ha reflejado en marchas callejeras, bloqueos y cacerolazos en países como Colombia, México y Bolivia, entre otros.

“El coronavirus ha exacerbado las diferencias sociales”, explica Saavedra.

Y, en el caso de Chile, el académico afirma que las grandes demandas que se vienen exigiendo desde octubre “siguen ahí”.

“Hay un sujeto político que todavía no se siente escuchado. Y que cree que, si deja de manifestarse, va a pasar al olvido”, indica.
Plebiscito: ¿se realizará el 25 de octubre?

Entre esas demandas quizás la más relevante y simbólica es el cambio a la Constitución que rige en Chile desde 1980.

Es una petición que se escuchó con fuerza en la mayoría de las protestas que tuvieron lugar en los últimos meses en este país.

La demanda encontró una salida el 15 de noviembre de 2019, cuando el parlamento chileno alcanzó un acuerdo histórico donde se estableció un plebiscito que se realizaría en abril de este año.

En él, los ciudadanos chilenos iban a poder elegir si apoyaban o no un cambio constitucional y el mecanismo para la elaboración de una nueva carta magna.

Sin embargo, el coronavirus cambió los planes y el referéndum debió postergarse para el 25 de octubre.

Pero en los últimos días algunos líderes políticos han vuelto a poner en duda su realización debido a la pandemia.


El propio presidente Piñera dijo en una entrevista con CNN que “quizás la recesión económica va a ser tan grande, que esto es un tema que quizás se va a volver a discutir”. Mientras que diversos ministros de Estado han indicado que todo dependerá de la realidad sanitaria del país.

En conversación con BBC Mundo, Diego Schalper, diputado del partido oficialista Renovación Nacional, explica que es importante tener en cuenta la legitimidad del proceso constitucional en medio de la pandemia.

“Chile está en crisis. Y habrá que ver la dimensión de la crisis en junio o julio para resolver si es que están las condiciones adecuadas para realizar un plebiscito que tenga la participación y la legitimidad necesarias”, afirma.

“Hay que volver a trabajar y a desarrollar distintas actividades, pero de ahí no se sigue a que sea posible tener un día de votación con alta participación, tener una campaña como la que todos queremos para que este proceso tenga legitimidad”, agrega.
“En democracia no se cancelan elecciones por crisis económicas”

Estos planteamientos no han sido bien recibidos por miembros de la oposición, quienes señalaron que es “incoherente” que el gobierno proponga un plan de “nueva normalidad” –que contempla, entre otras cosas, la reapertura de centros comerciales y el retorno a clases escolares– y, paralelamente, ponga en duda el plebiscito.

“Es preocupante; en democracia no se cancelan ni se suspenden elecciones por crisis económicas”, dice a BBC Mundo el diputado Gabriel Boric, perteneciente a la coalición opositora Frente Amplio.

“Hay un sector de la derecha que nunca ha querido cambiar la Constitución y que está buscando cualquier excusa para tratar de instalar un debate entorno al tema. Yo quiero ser enfático: nosotros vamos a defender el itinerario constituyente, aunque no les guste”, agrega.

El parlamentario afirma que esta no es una demanda de los políticos, sino de los ciudadanos chilenos.

“Ese descontento social que se expresó durante los últimos meses sigue presente, no se puede esconder debajo de la alfombra, y tenemos que canalizarlo institucionalmente”, señala.

De la misma manera, el presidente del Partido por la Democracia (PPD), Heraldo Muñoz, afirma que “la protesta aún está viva y el cuestionar el plebiscito lo único que hace es alterar la tranquilidad que hoy necesitamos para controlar el coronavirus”.

Y puede que Muñoz tenga razón pues muchos de los manifestantes que hoy salen a las calles a protestar con mascarillas dicen estar molestos ante un eventual aplazamiento del referéndum.

Así lo afirma Cristóbal Venegas.

“La pandemia original no es el coronavirus. Es la Constitución”.

Estados Unidos despide el periodo de crecimiento más largo de su historia


El periodo de crecimiento más largo de la historia estadounidense acaba de terminar oficialmente. La economía retrocedió un 4,8% en el primer trimestre —si se toma el dato anualizado—, lastrada por los albores del coronavirus, según las cifras hechas públicas este miércoles por el Departamento de Comercio, y que marcan el punto de inflexión entre dos ciclos que parecen dos eras. A mediados de marzo, la NBA canceló su liga, los teatros de Broadway cerraron, las grandes factorías de Michigan se detuvieron. La primera potencia mundial inició un apagón autoimpuesto en medio mundo para frenar la escalada de contagios. El declive recién conocido es más profundo de lo que se preveía, pero se antoja anecdótico en comparación con lo que se espera de abril a junio, un trimestre que sí habrá registrado el impacto de tamaña hibernación: las tasas de derrumbe pronosticadas oscilan entre el 30%, el 40% y hasta el 60% en cifras anualizadas.

Estados Unidos no sufre una debacle semejante desde la Gran Depresión y el temor a una repetición de ese trauma económico no deja de ganar argumentos. Desde que estalló la crisis de la covid-19, más de 26 millones de estadounidenses han solicitado las ayudas por desempleo, un volumen que no se anotaba desde que empezaron los registros (en los años 40) y que equivale a uno de cada seis trabajadores por cuenta ajena. Este jueves, cuando se conozca el nuevo dato semanal, la ratio puede llegar a uno de cada cinco. Así, el país que en febrero vivía una situación de casi pleno empleo (3,5% de paro) puede darse de bruces con un 20%. En 1933, el peor punto de la depresión, llegó al 25%.

Atrás queda una década prodigiosa, algo más que eso. La expansión económica en EE UU batió el pasado mes de julio el anterior récord de 120 meses seguidos de crecimiento, que fue la bonanza previa a la crisis de las puntocom en 2001, durante la presidencia de Bill Clinton.

La recuperación tras la Gran Recesión fue lenta y desigual: a las familias les llevó casi 10 años recuperar su nivel de ingresos previos al crash. Ahora, en apenas seis semanas, se han perdido todos los empleos creados desde entonces y la mirada al futuro inmediato da vértigo. El precio del barril de petróleo West Texas, la referencia en el país, cayó de tal manera la semana pasada que el vendedor llegó a pagar por deshacerse de él.

Con la economía patas arriba, familias enteras sin trabajo y filas interminables de coches aguardando a recibir comida de la caridad, varios Estados, como Georgia, Texas o Carolina del Sur, han empezado ya a reactivar la vida pese a las llamadas a la prudencia de los expertos médicos. El conjunto del país acaba de superar el millón de contagiados, casi una tercera parte de todos los confirmados en el mundo, y más de 57.000 fallecidos (aunque con 330 millones de habitantes, la ratio de mortalidad por esta pandemia es muy inferior a la de países como España). Y, pese a que en territorios clave como Nueva York, epicentro del problema, el ritmo de hospitalizaciones ha bajado, el volumen de contagios está repuntando en zonas rurales.

El cálculo de cuánto conviene desescalar las restricciones, de cuánto más parón económico puede soportar el país resulta complicado en todas partes. Washington ha inyectado ya tres billones de dólares en ayudas y estímulos para salvar la economía, pero el confinamiento ha causado estragos.

A mediados de marzo, cuando empezó a derrumbarse todo, en la cadena pública PBS preguntaron a Kenneth Rogoff, execonomista jefe del FMI y profesor en Harvard, con qué se podía comparar lo que está ocurriendo, y consideró que lo más parecido era “una invasión alienígena”. “No se puede comparar ni siquiera con la gripe española de 1918, porque aquello fue después de la Primera Guerra Mundial y las cosas ya estaban mal. Aquí nos están invadiendo los aliens, nos dicen que nos metamos en casa y no salgamos, y en el corto plazo vamos a experimentar una recesión tan brusca como solo se ha visto en la Segunda Guerra Mundial”, dijo.

Estados Unidos despide el periodo de crecimiento más largo de su historia

Apr. 29th, 2020
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El periodo de crecimiento más largo de la historia estadounidense acaba de terminar oficialmente. La economía retrocedió un 4,8% en el primer trimestre —si se toma el dato anualizado—, lastrada por los albores del coronavirus, según las cifras hechas públicas este miércoles por el Departamento de Comercio, y que marcan el punto de inflexión entre dos ciclos que parecen dos eras. A mediados de marzo, la NBA canceló su liga, los teatros de Broadway cerraron, las grandes factorías de Michigan se detuvieron. La primera potencia mundial inició un apagón autoimpuesto en medio mundo para frenar la escalada de contagios. El declive recién conocido es más profundo de lo que se preveía, pero se antoja anecdótico en comparación con lo que se espera de abril a junio, un trimestre que sí habrá registrado el impacto de tamaña hibernación: las tasas de derrumbe pronosticadas oscilan entre el 30%, el 40% y hasta el 60% en cifras anualizadas.

Estados Unidos no sufre una debacle semejante desde la Gran Depresión y el temor a una repetición de ese trauma económico no deja de ganar argumentos. Desde que estalló la crisis de la covid-19, más de 26 millones de estadounidenses han solicitado las ayudas por desempleo, un volumen que no se anotaba desde que empezaron los registros (en los años 40) y que equivale a uno de cada seis trabajadores por cuenta ajena. Este jueves, cuando se conozca el nuevo dato semanal, la ratio puede llegar a uno de cada cinco. Así, el país que en febrero vivía una situación de casi pleno empleo (3,5% de paro) puede darse de bruces con un 20%. En 1933, el peor punto de la depresión, llegó al 25%.

Atrás queda una década prodigiosa, algo más que eso. La expansión económica en EE UU batió el pasado mes de julio el anterior récord de 120 meses seguidos de crecimiento, que fue la bonanza previa a la crisis de las puntocom en 2001, durante la presidencia de Bill Clinton.

La recuperación tras la Gran Recesión fue lenta y desigual: a las familias les llevó casi 10 años recuperar su nivel de ingresos previos al crash. Ahora, en apenas seis semanas, se han perdido todos los empleos creados desde entonces y la mirada al futuro inmediato da vértigo. El precio del barril de petróleo West Texas, la referencia en el país, cayó de tal manera la semana pasada que el vendedor llegó a pagar por deshacerse de él.

Con la economía patas arriba, familias enteras sin trabajo y filas interminables de coches aguardando a recibir comida de la caridad, varios Estados, como Georgia, Texas o Carolina del Sur, han empezado ya a reactivar la vida pese a las llamadas a la prudencia de los expertos médicos. El conjunto del país acaba de superar el millón de contagiados, casi una tercera parte de todos los confirmados en el mundo, y más de 57.000 fallecidos (aunque con 330 millones de habitantes, la ratio de mortalidad por esta pandemia es muy inferior a la de países como España). Y, pese a que en territorios clave como Nueva York, epicentro del problema, el ritmo de hospitalizaciones ha bajado, el volumen de contagios está repuntando en zonas rurales.

El cálculo de cuánto conviene desescalar las restricciones, de cuánto más parón económico puede soportar el país resulta complicado en todas partes. Washington ha inyectado ya tres billones de dólares en ayudas y estímulos para salvar la economía, pero el confinamiento ha causado estragos.

A mediados de marzo, cuando empezó a derrumbarse todo, en la cadena pública PBS preguntaron a Kenneth Rogoff, execonomista jefe del FMI y profesor en Harvard, con qué se podía comparar lo que está ocurriendo, y consideró que lo más parecido era “una invasión alienígena”. “No se puede comparar ni siquiera con la gripe española de 1918, porque aquello fue después de la Primera Guerra Mundial y las cosas ya estaban mal. Aquí nos están invadiendo los aliens, nos dicen que nos metamos en casa y no salgamos, y en el corto plazo vamos a experimentar una recesión tan brusca como solo se ha visto en la Segunda Guerra Mundial”, dijo.

#VotoJoven; pautas de rebelión funcionalmente constantes e históricamente cambiantes




Por Rubén Weinsteiner



Ningún movimiento estudiantil o juvenil estructurado se alzó en la década de 1930 contra el nazismo en Alemania o contra el fascismo en Italia. Los jóvenes como colectivo, se podría decir que apoyaron o por lo menos acompañaron estos procesos. Los trabajadores alemanes e italianos apoyaban a los socialdemócratas, a los liberales o a los comunistas, y se mostraban fuertemente hostiles hacia los nazis y fascistas. Los jóvenes sin embargo nutrían las marchas y muestras de fuerza de estos movimientos. Incluso los jóvenes intelectuales no se opusieron enérgicamente como lo hicieron los trabajadores, a Hitler y a Mussolini.

Esta capitulación de los intelectuales jóvenes fue voluntaria y no existieron focos de resistencia significativos como los que se desplegaron entre los trabajadores.



Joseph Lash escribió en Oxford Student Advocate : “ Los jóvenes socialistas y comunistas de Alemania e Italia actuaron convencidos que era inútil tratar de organizar a los jóvenes- de origen burgués- para aliarse con los trabajadores. A lo sumo un puñado de espíritus esclarecidos e independientes podrían haberse interesado por el movimiento obrero. El movimiento estudiantil italiano de izquierda, no pasó de ser un exaltado círculo de estudios marxistas. Los fascistas en cambio, fueron más astutos y perceptivos de las privaciones, inseguridad y malestar de la población joven. Las soluciones propuestas apuntaban a la democracia y los mayores como los causantes de retardar las soluciones a los problemas de los jóvenes”


Los jóvenes bajo el primer franquismo



En España con el triunfo de Franco, el escenario fue muy diferente. Cuando la elite militar se enfrentó a los intelectuales, los jóvenes opusieron una feroz resistencia.

En 1926 surgió un movimiento estudiantil para combatir a la dictadura de Primo de Rivera. El líder estudiantil Sbert, fue deportado a Mallorca, y en 1930 los estudiantes apedrearon la casa del dictador. La Universidad de Madrid fue clausurada, y el 22 de diciembre, una huelga estudiantil, fue uno de los factores que determinaron la caída del dictador Primo de Rivera. Sbert volvió victorioso y lideró la lucha para modernizar los planes de estudio, lograr la libertad en el aula, y liberar de restricciones medievales los ámbitos frecuentados por los jóvenes. Estas luchas foguearon a los jóvenes en la calle, enfrentando a la guardia Civil, de hecho, cuando esta generación fue a la guerra civil en 1936, ya tenía varias batallas en su haber.

Los jóvenes españoles se enfrentaban a un orden parecido aunque no tan brutal como el que se constituía en Italia y en Alemania, sin embargo el comportamiento de los jóvenes en ambos casos, fue diametralmente opuesto.



El caso francés


Hasta la segunda guerra mundial el movimiento estudiantil francés era básicamente de derecha, nucleado alrededor de la Action Francaise. De tendencia monárquica, controlaban la Sorbona con los socialistas como oponentes minoritarios. En 1920, comenzaron a publicar la revista mensual L’ Etudiant Francais, fuente de inspiración de varias generaciones de intelectuales de la derecha francesa.

Las pautas de la rebelión juvenil francesa antes de la segunda guerra mundial, eran bastante heterodoxas. Se rebelaban contra padres republicanos desde una posición conservadora. La Gazettte de Lausanne lo definía: “Los jóvenes son realistas en 1933, así como sus padres republicanos bajo el segundo imperio”. Estos jóvenes eran hijos y nietos de jacobinos y comuneros. Si bien la ideología imperante en los jóvenes variaba de acuerdo con la norma de la revuelta generacional, la pauta de sus tácticas, la pauta de la política de la rebelión generacional, permanecía invariable.

Bernard de Vésins, líder de la Action decía: “Los jóvenes constituyen el elemento más eficaz para frenar a los profesores republicanos”.

Edouard Herriot, Primer Ministro francés, icono de la tradición jacobina y el más representativo de los estadistas liberales entre las dos guerras, era el blanco preferido y enemigo perfecto de los estudiantes franceses, mayoritariamente de derecha. Era la figura paterna de la Francia republicana que detestaban. En 1925 , lo abuchearon e insultaron masivamente en una entrega de premios en el Lycée Louis le Grand. En diciembre de 1932 los estudiantes de la mayoritaria Action Francaise juntaron 30.000 jóvenes y rodearon la Cámara pidiendo la renuncia de Herriot, 6000 policías contuvieron a los jóvenes, pero esa noche, el primer ministro Herriot tuvo que renunciar.


Pautas de rebelión

Una pauta es una regularidad efectiva de la acción social, es una creencia, una forma, una conducta, una manera de actuar que se da y repite en un contexto social.

La pauta de la rebelión en los jóvenes es funcionalmente constante pero históricamente cambiante.



Para analizar el posicionamiento de los jóvenes en determinada etapa histórica, hay que tener en cuenta la pauta de rebelión en función de las condiciones objetivas de poder y contra poder.



Los Nazis y los fascistas, más allá de las valoraciones acerca de las aberraciones propuestas y cometidas, supieron aumentar las tensiones del conflicto generacional, desautorizando a los mayores ante los jóvenes, cosa que el franquismo no hizo, sino todo lo contrario. El Franquismo puso en valor la autoridad paterna, instituciones como la familia, y tradiciones antiguas.



El nazismo y el fascismo plantearon un esquema tribal hacia los jóvenes La tribalidad alude a la identidad social del joven. Los adultos mayores pueden, si quieren estar solos, para los jóvenes es más difícil, un joven va a la escuela, a la universidad, a un club, hace deportes, se junta en la esquina, integra grupos, y en esos marcos organizacionales se define identitariamente el sistema de valores y preferencias del joven.

El franquismo estructuraba su esquema de valores de manera celular, con la familia como núcleo, la parroquia, el barrio y las ciudades como continentes. La tribu no era contemplada por la narrativa franquista.


La narrativa nazi-fascista apuntaba a que los mayores habían errado el camino, se habían equivocado, se habían rendido en el caso alemán, y habían aceptado en Versalles condiciones humillantes que condicionaban las posibilidades de desarrollo de los jóvenes, y había que cambiar el orden y los jóvenes debían encarar esa rebelión. La narrativa franquista sostenía que los problemas habían surgido porque los jóvenes habían abandonado el camino de sus mayores, la tradición y los valores, y había que retomar el camino de los padres y abuelos.



Los nazis y los fascistas le planteaban a los jóvenes una lucha contra un enemigo poderoso, con final abierto, algo que moviliza fuertemente a los jóvenes. El franquismo le proponía a los jóvenes ser como sus padres, no agitar el avispero, ya que lo que ellos hacían estaba mal.


Los jóvenes y el franquismo de posguerra

Treinta años después y todavía bajo Franco la insurgencia estudiantil viró de lo estrictamente ideológico a un sentido más corporativo.

La pauta de rebelión de los jóvenes españoles, no se constituía en una disputa por el sentido acerca de grandes problemas sociales, sino como reacción al autoritarismo vertical del establishment y los mayores.

Era obligatorio afiliarse al Sindicato Español Universitario (SEU) , que tenía 100.000 afiliados y estaba controlado por el gobierno, eligiendo este sus autoridades. Este autoritarismo y afiliación obligatoria, produjo un fuerte malestar entre los estudiantes, que consideraban que el sindicato debía ser autónomo. Como protesta contra el SEU, se formaron más de 20 grupos disidentes ilegales, concentrados principalmente en las Universidades de Madrid y Barcelona. Sus reclamos eran, ante todo “sindicatos estudiantiles libres” “supresión del SEU” y “solidaridad estudiantil”. Era un reclamo básicamente sectorial y no planteaban un debate ideológico directo acerca de la política o la economía nacional, no planteban cambio profundos en materia social, económica o constitucional.

La lucha contra el SEU, fue violenta, la consigna la reorganización democrática del sindicato estudiantil. La lucha fue cruenta en Madrid, Barcelona, Salamanca, Bilbao, Valencia, Sevilla, Oviedo, Valladolid y Zaragoza.

Estos alzamientos que se dieron en un contexto de fuerte crisis política, marcaron el sentido tribal de la lucha de los jóvenes, que ante todo pusieron los problemas de la tribu al tope de la agenda.



Nazismo y juventud


A partir de 1920, el Partido Nazi eligió a la juventud alemana como una audiencia especial para sus mensajes de propaganda. Estos mensajes resaltaban que el Partido era un movimiento de jóvenes: dinámico, fuerte, progresista y esperanzado. Millones de jóvenes alemanes fueron convencidos por el nazismo en las aulas y a través de actividades extracurriculares. En enero de 1933, la Juventud Hitleriana tenía solo 50 mil miembros, pero al finalizar el año esta cifra había aumentado a más de dos millones. Hacia 1936 la pertenencia a la Juventud Hitleriana había aumentado a 5,4 millones antes de convertirse en obligatoria en 1939. Posteriormente, las autoridades alemanas prohibieron o disolvieron las organizaciones juveniles rivales.



Jay Lovestone en “The youth movement in the Third Reich” señala que “ Con hábil demagogia, Goebbels repetía que los jóvenes graduados en las escuelas alemanas, no tenían la preparación adecuada para encarar su futuro… la juventud comenzó a creer que estaba pagando por la incapacidad de los mayores. Una y otra vez los nazis los exhortaban a liberarse de la carga que correspondía a la vieja generación. Esa era la puerta de entrada discursiva para los predicadores del nazismo…”Pocos meses antes de asumir el cargo de Canciller, Hitler proclamó, durante la celebración del Día del Deporte de la Juventud Nacionalsocialista: “Grancias a nuestro movimiento está surgiendo una nueva generación llena de coraje, e incapaz de rendirse”.



Pautas de rebelión en el proceso alemán



En Alemania la pauta de rebelión contra los liberales y socialdemócratas apoyada entre los militaristas y nacionalistas de diversas extracciones, estuvo muy presente a lo largo del siglo 19. En las décadas posteriores a 1848-escribe George Mosse en “The crisis of German Ideology : Intellectual origins of The Third Reich” ,1964- “Nuevas fuerzas, vital y políticamente triunfantes, suscitaron la adhesión de un nuevo estudiantado, desilusionado por la aptitud de los viejos liberales. La unificación de Alemania, y el control de su política interna y externa, habían sido logrados gracias a los esfuerzos de unos pocos hombres; y sólo el ejército, comandado por Bismarck, había sido capaz de cumplir la proeza” Por ello “ las generaciones de estudiantes que asistieron a las universidades en la década de 1880, dieron nueva vida al movimiento radical de derecha”.



Entre 1848 y 1914 los jóvenes y los estudiantes en particular, se sometieron de buen grado al orden bismarckiano, y conformaron una elite que primero ocupó los cargos políticos más relevantes y luego se distanció de la política, para liderar el establishment desde el ámbito corporativo. Fue ahí, donde los socialdemócratas recuperaron terreno político y ganaron la batalla cultural a favor de la democracia liberal, los derechos civiles y la economía de mercado. Loa jóvenes registraron que la pauta de rebelión era contra un orden forjado por la derecha, que ya se revelaba como incapaz para responder a sus demandas.

Finalizada la primera guerra mundial y la revolución rusa, los estudiantes y los jóvenes en general volvieron a la política, desempeñando un papel modesto en el movimiento comunista y masivo en nazismo. Los jóvenes alemanes se orientaron hacia los extremos del arco político, y con la violencia como eje central de su accionar.


En la década del 30, la mayoría de los estudiantes alemanes consideraba que el estado liberal socialdemócrata era “reaccionario” y había traicionado sus esperanzas.

La autonomía académica que los estudiantes le reclamaban al gobierno socialdemócrata, bajó del listado de reclamos ante los nazis, y los estudiantes aceptaron la regimentación y coordinación política de las universidades.

Los estudiantes nazis, tomaron las universidades, echaron profesores, organizaron quema de libros , y narraron estas acciones como una rebelión apoyada desde el poder, de carácter indispensable, ante los mayores que habían fracasado.

La Studentenschaft nazi se puso como objetivo eliminar de la universidades todo lo “no alemán” donde la idea era un corte abrupto con la construcción de sentido de sus padres y profesores, a favor de profesores que reinvindicaran el rol fundacional de los jóvenes, basado en un pasado mítico, que excedía, temporal, cultural y estructuralmente a sus padres y abuelos.


Relatos ocultos, tensión y antisemitismo estructural



El antisemitismo caló hondo en estos jóvenes alemanes, ya en 1890 una petición presentada al gobierno requiriendo la expulsión de los judíos del país, tuvo más aceptación entre los estudiantes que entre la población en general. La Asociación de Estudiantes Alemanes (Verein Deutscher Studenten – Kyffhauser Bund) , organizada en 1881, tenía como fines en su carta constitutiva; la lucha contra el materialismo, el liberalismo, el racionalismo y los judíos. Los estudiantes sostenían que consideraban “la cuestión judía” imparcial y objetivamente, ya que no existía en ellos “temor a la competencia judía”. En 1901, actuando bajo la presión de los estudiantes, el cuerpo de profesores de la Universidad de Heidelberg prohibió la formación de una asociación estudiantil judía.

Las organizaciones estudiantiles propiciaban el boicot y el uso de la violencia contra los estudiantes judíos.

Y aquí vemos otra vez una pauta de rebelión en función de un proceso histórico. Los judíos como colectivo habían conseguido legitimar su posicionamiento social en europa occidental. Luego de la resolución del affaire Dreyfuss en Francia, y durante los años 20 en Alemania, la burguesía y el establishment en general generó un consenso de “tolerancia” y legitimación hacia las comunidades judías que no se daba en Europa oriental. Este fenómeno coyuntural se apoyaba más en las necesidades financieras y políticas de los poderes fácticos que en un cambio cultural profundo. Esta movida fue percibida por los jóvenes alemanes, italianos y franceses como una rendición ante un grupo de poder, y por eso el antisemitismo operó como catalizador de la pauta de rebelión.

Para los jóvenes que contemporáneos del surgimiento del nazismo, este era “un desarrollo natural y lógico” de los lemas que sus padres habían pregonado desde su juventud. La derrota alemana de la primera guerra mundial le dio fuerza a los argumentos, acerca de la debilidad e ineficacia del establishment socialdemócrata contra el que esos jóvenes se estaban empezando a rebelar.

La crisis económica , el desempleo entre los jóvenes, la inflación y la recesión, hacía que los jóvenes más limitados y con menos formación y capacidad sufrieran más la competencia del mercado laboral. Esos jóvenes vieron en el nazismo una expresión funcionalmente racional de representatividad.



La tensión entre pautas propias y normas ajenas en los segmentos jóvenes, sobredetermina la necesidad de la mutación. El joven pone en emergencia conductas “asociales”, que violan normas, y que muchos viven y practican subterráneamente, por ejemplo los relatos ocultos de la sociedad alemana.



Los relatos culturales, tanto públicos abiertos y difundidos, como los ocultos, privados y subterráneos, conforman las hegemonías dentro de los diferentes segmentos poblacionales. Los relatos ocultos son una parte muy importante en las matrices de construcción de los sistemas de preferencias y determinación del voto.

Son relatos privados, que no se verbalizan en el espacio público, se remiten exclusivamente a los círculos de confianza, de “los nuestros”, a las charlas en familia o con amigos cercanos. Doy un ejemplo de estos relatos ocultos: Muchos argentinos sintieron alivio apenas producido el golpe militar de 1976, algunos y no pocos de ellos siguen sintiendo hasta el presente apoyo y simpatía por ese gobierno militar, sin que les importe los crímenes cometidos por este. Sin embargo la difusión, resignificación y elaboración colectiva, impide hoy una reivindicación abierta de la dictadura en los medios, en la Universidad, en una reunión con gente desconocida, en el espacio público. Por eso la memoria se transforma para este grupo en un hecho privado que retorna a las vías de la oralidad propias de la intimidad.



Muchos de estos relatos ocultos contienen un desprecio por la otredad, por otro grupo o sector social, y si bien no se expresan en público, sobreviven subterráneamente, en lo familiar, entre amigos, allí donde hay redes de confianza, como dadores de sentido, de lo que Bordieu llama: la distinción.



Entre los mayores, funcionaba en Alemania un sistema de relatos ocultos que cultivaban el antisemitismo. Los jóvenes crecieron con estos relatos, que gozaban de la legitimidad del hogar pero asumiendo su carácter de oculto, “de eso en público no se habla”.

Los nazis, en este caso, le dieron una plataforma de legitimidad a este tipo de relatos, que tensó su relación con el establishment y los mayores, pero que exponía la contradicción que esos mayores no podían resolver.



El caso de los jóvenes comunistas alemanes



En el otro extremo del arco, el de los jóvenes comunistas, podemos observar la efímera revolución, que implantó soviets en Baviera en 1919, en lo que se llamó “el Abril rojo de Munich”. Los jóvenes articularon con el movimiento obrero y contra los mayores. Uno de sus líderes, Ernst Toler, alumno de Max Weber, escribía: “Nuestros padres nos han traicionado, y los jóvenes que conocieron la guerra y su dureza, comenzarán la tarea de limpieza”. La pauta de rebelión también era contra los socialdemócratas y liberales, y también contra la democracia liberal, pero el eje lo constituía prevenir y no propiciar futuras guerras, como lo hacían desde la derecha. “La juventud de todos los países debe unírsenos en nuestra lucha contra aquellos a quienes acusamos de ser los causantes de la guerra: ¡nuestros padres!” .

El “Abril rojo de Munich” duró muy poco, Toller fue a la cárcel, y los jóvenes alemanes mayoritariamente expresaron su rebelión hacia sus “mayores fracasados” desde el nazismo.



La posguerra, los jóvenes alemanes y la política


Porqué no surgió ningún movimiento estudiantil y o juvenil en Alemania después de la caída del nazismo? Podríamos pensar que se daba un escenario de desautorización de los mayores clásico para el surgimiento de un movimiento joven. Sin embargo los jóvenes como colectivo apoyaron el nazismo, el objeto de desautorización eran los jóvenes mismos. Los intelectuales veían y narraban a los jóvenes como un grupo de interés real importante en la base de sustentación del nazismo.



Los adultos mayores, conservadores, liberales, socialdemócratas o socialistas, participaron en menor grado que los jóvenes ahora ex nazis en las culpas colectivas del pueblo alemán, porqué además habían sido desplazados por el nazismo. Por eso recién en 1965 aparecen los primeros movimientos juveniles y estudiantiles, claramente anti nazis, involucrados en política.


Pautas de rebelión constantes y coyunturalmente cambiantes



Desde los funcional, pensamos la juventud como la define Roberto Brito Lemus, que plantea que la juventud, comienza cuando se desarrolla la capacidad de reproducir la especie humana, y termina cuando se desarrolla la capacidad de reproducir el orden social. Se es joven mientras se cuestiona, contesta y demanda cambios y se evita reproducir el orden social tal cual está planteado. Cuando se evita “transar”.



La pauta de la rebelión en los jóvenes es funcionalmente constante, es decir, los jóvenes buscan cambiar y sustituir, ya que deben “matar al padre” como estrategia de inserción, proyección y supervivencia, por eso la rebelión y la protesta se mantienen constantes, como la identificación con los factores mas disruptivos de la sociedad, buscando luchas contra enemigos poderosos, con final abierto.

Esa pauta de rebelión es históricamente cambiante, y depende que lo está instituido como conservador, preservador del orden constituido y bloqueador de cambios, sustituciones, y del ingreso de los jóvenes a instancias de potencialidad de acción.



La pauta de rebelión se constituye en función de lo que obtura el recambio, con la impronta de la nueva generación



Rubén Weinsteiner