Narrativa emocional política 2.0



Por Rubén Weinsteiner para  EL PAÍS

Hay que hablar de las audiencias más que de uno mismo, vender  sensaciones más que medidas y programas
La dinámica de la política  2.0, se despliega entre políticos y ciudadanos ante audiencias de audiencias. En esa política simétrica donde se establecen conversaciones híper masivas,  los posicionamientos emocionales requieren de narrativas emocionales .
El poder político se construye y acumula en  el mercado de las emociones, la cognitividad fundamenta, la emocionalidad define.
La construcción de esa narrativa 2.0 es horizontal, se expone a la mirada, la modificación, el ataque, el apoyo y el compromiso de la gente que ya no es muda como en los 90 donde la telepolítica era el escenario. En Argentina todo pasaba en la TV, en Hora Clave o en Tinelli, para los políticos ser era aparecer, para la gente ser era parecerse, en cualquier caso no se le puede responder a un televisor.
Esa narrativa emocional debe plantear un relato con drama, protagonistas y antagonistas, peligros, indignación, moraleja, anclajes visuales, auditivos y sensoriales, simbología y ritualidad, esperanza.
Ese relato no debe ser auto referencial, la gente más que  oírte hablar de vos, quiere oírte hablar como vos mismo. No quiere anécdotas sino realidad, autenticidad. Si se lanza un programa político o un producto comercial, más que hablar del programa o del producto habría que hablar sobre la gente para quien ese plan o ese producto,  fueron pensados, comunicar sensaciones y establecer una conexión emocional eficaz.
Hay que hablar de las audiencias más que de uno mismo


Conversación 2.0: liderazgo e influencia

Por Rubén Weinsteiner para 
El País

Es muy común reaccionar en la Web social, ante alguien que nos provoca, que nos enoja, algo que creemos es incorrecto, algo que nos da risa, alegría, sorpresa etc.
Si solo reaccionás, otro está definiendo el escenario y la conversación 2.0. Un plan estratégico comunicacional requiere de un liderazgo proactivo que se apropie de la agenda. Reaccionar sirve en tanto la reacción se encuadre en la estrategia y no resigne la iniciativa y el liderazgo.

La colonización de subjetividades, la influencia, la acumulación de poder son el resultado de un plan estratégico. Para ejecutarlo hace falta proponer un mensaje de valor y que otros reaccionen.
Nuestra reacción debe estar alineada con la construcción de compromiso y confianza que buscamos, desde el liderazgo que encarnamos, esto es: no tenemos que discutir, pelear, o censurar, tenemos que conducir la conversación 2.0 fijando la matriz de relaciones que buscamos. El líder no discute, el líder lidera, conduce, sostiene y contiene, ahí reside su poder. Si el general se pelea con los soldados, lo pasan a retiro porque la tropa no le responde más.

El líder ante el ataque, agravio, provocación hace fogging, “niebla”, asertividad, no se engancha con la emocionalidad de la discusión, sino reordena la conversación, despojando el eje discursivo de emocionalidad, y de adjetivaciones. Niebla y disco rayado, algo parecido a lo que hace Scioli “vos preguntame lo que quieras, yo te contesto lo que yo quiero”. Si pierde el liderazgo pierde influencia.
El liderazgo de esa conversación híper masiva , amplificadora de audiencias de audiencias que es la Web 2.0 para poder influenciar, debe tener en cuenta que la simetría 2.0 no respeta la autoridad de la marca corporativa o política. Cualquiera se le anima a cualquiera desde la comodidad de su notebook, celular etc. 

Por eso el liderazgo 2.0 debe

a) Sostener la autoridad en la solidez y la seducción
b) No exhibir la asimetría 1.0 , bajar al llano y ponerse a la altura de los ojos del público
c) Generar confianza
d) Admitir errores
e) Compartir “secretos” poniendo al público del otro lado del mostrador
f) Hablar con cada uno y de esa forma con todo
g) Siempre estar un paso adelante en la conversación 2.0

El compromiso del público en la Web social es cada vez más importante, y las oportunidades que este nivel creciente de compromiso plantea resultan fundamentales. De la búsqueda más primitiva de satisfacción, el público ha ido escalando a la construcción de relaciones, comunidades, lealtades y confianza.
Este nuevo escenario que es la Web social, es hoy el mercado comunicacional en sí mismo, donde se puja por posiciones de liderazgo y niveles de influencia.

La oportunidad ante la cual estamos frente a Twitter, Facebook, You tube, los blogs, la ingeniería de buscadores, y la sinergia, viralidad, reproductibilidad y hallabilidad de todas las herramientas 2.0, consiste en traducir ese compromiso, esa masividad de audiencias de audiencias, ese poder de la conversación 2.0 entre varios que escuchan millones, en poder marcario, en influencia, en resultados económicos tangibles.

Las 3 F: Friends, Fans y Followers, pueden medirse, pero ese número en sí mismo no nos dice nada, lo importante es la construcción y acumulación de poder de liderazgo e influencia, y eso es lo que hay que medir en definitiva.

Las caras del Gobierno 2.0


Por Rubén Weinsteiner

Para ADN


Gobiernos nacionales y provinciales en Latinoamérica, han descubierto la existencia de la Web 2.0, sin embargo la utilización de esta plataforma social y simétrica, por parte de estos gobiernos, no es muy sofisticada. No alcanzan a percibir ni a entender el potencial estratégico y táctico de las herramientas y del dispositivo en sí mismo.
Esta utilización de la Web 2.0 en formato 1.0, es decir intentando sostener los formatos asimétricos, no instrumenta los diálogos con la gente, que el entorno permite y favorece acerca de los grandes temas; economía, empleo, seguridad, energía, medio ambiente, cultura, salud, calidad institucional etc. Estos diálogos permitirían escuchar además de hablar, y la gente tiene mucho para aportar.

Las Caras 2.0

La cara es el icono cognitivo más importante, reconocemos e identificamos a la gente por su cara. Donde vamos nos asaltan caras famosas, revistas, carteles, billetes, la construcción marcaria personal se ordena a partir de una cara. Desde las monedas en la antigüedad que le permitían a un rey instalar su cara, hasta las tapas de las revistas lideradas siempre por caras atractivas, los dispositivos masivos desde la explosión de la TV, necesitan caras para tangibilizar la emisión, haciéndola viable y creíble.

¿Cual es la cara visible de cada uno de las estructuras 2.0 gubernamentales en la Argentina?

Cuando uno piensa en Microsoft o en Apple, las caras de Bill Gates o Steve Jobs aparecen como acto reflejo en nuestra mente, lo mismo Google con Page y Brin y Zuckerberg con Facebook. A nivel local, Macri, Ratazzi, Faena, Elsztain, son caras con significantes iconográficos poderosos, ligados a marcas corporativas.

En el caso de las dependencias gubernamentales 2.0, resulta difícil pensar en una cara. La cara del ministro o del secretario a cargo no se dispara semiológicamente como significante en la mente de los que entran a los sitios, porque en algunos casos estos funcionarios no aparecen ligados a las nuevas tecnologías, y en los casos que si, como Aníbal Fernández, Timerman o Debora Giorgi, no resulta creible pensar que además de todas las tareas, y de su actividad 2.0 personal, tengan tiempo para poner la cara en el mostrador 2.0.

No encontramos desarrollos en términos de marca, de por ejemplo un bloguero de la secretaría de comunicaciones, o de la AFIP. No estoy hablando de personajes ficticios, sino de blogueros reales que puedan incluso interactuar en el mundo real con la gente. Blogueros con personalidad, con ideas con marco teórico, con capacidad de comunicar, debatir y escuchar, un bloguero que pueda coordinar a decenas y cientos de blogueros que quieran articular con la plataforma de una dependencia, que puedan liderar grupos en las redes sociales, que puedan convertirse en referentes en Twitter.
¿Porque la AFIP no puede tener una cara visible, o la Procuración General, la Dirección General de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires, la Policía Federal, o la Secretaría de Medio Ambiente?

Hace pocos días el portal de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, protagonizó un escándalo, cuando desde allí publicaron información impropia, sobre una investigación por presunto lavado de dinero. ¿Que se hace con el daño sufrido en términos de capital simbólico?, ¿quien estructura el relato correctivo? ¿Quién recibe y responde preguntas?
La comunicación 2.0 se ha convertido en un dispositivo que gestionado eficazmente puede abordar exitosamente escenarios de crisis en tiempo real, puede prevenir y dar una malla de contención, anticipar situaciones y darle un rostro humano a una marca corporativa o política.

La mejor demostración de la inexistencia de respuestas programáticas, estratégicas y tácticas en la Web 2.0 a los problemas, es que dada una crisis como la de Policía Federal o del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, o de la Policía Metropolitana, no aparecen “caras” en la Web 2.0 , en blogs, en videos, en las redes sociales, o en Twitter, que se apropien del spin mediático 2.0 para desembarcar en forma natural en los medios 1.0. Si el objetivo es influir en la construcción de opinión, en la imagen, instalar nuevos enfoques y relatos, esto no se ve en el terreno.

Índice de digitalización - comunas y ciudades -



índice de digitalización - comunas y ciudades -

Motorola a través de Convergencia Research, la división de investigación y consultoría del Grupo Convergencia, realizó un estudio sobre ciudades digitales.
Los municipios (no necesariamente se refiere a ciudades, sino que también se consideran comunas) se inscribieron para participar en la elaboración de este ranking, que comenzó en el año 2008 y que se dio a conocer en octubre del año 2009. Estos que publicamos son los últimos datos disponibles, aunque se inició ya la versión 2011 de este mismo estudio.
El ranking, evaluó los niveles de digitalización de 150 ciudades (y municipios) en 15 países de América Latina.
Para obtener los datos, se tomó en cuenta la infraestructura (acceso a servicios de telecomunicaciones y dispositivos), el uso de tecnologías de la información y comunicación (TICs), los servicios, la e-vinculación (uso de la tecnología con fines económico productivos y de relación social) y el compromiso con la reducción de la brecha digital en cada municipio.
El ranking tuvo dos etapas de trabajo, en la primera de ellas clasificaron las mejores 25 ciudades digitales de la región en términos de administración pública, en la segunda se midió el nivel de interacción digital entre Estado, individuos y empresas de cada municipio.
El ranking final fue el que se observa al inicio del post (click para agrandar).

Entre la construcción mediática y la construcción territorial

Rubén Weinsteiner

Dos modelos primarios de construcción y acumulación electoral, se ponen en juego y contraponen en el escenario político actual.
Por un lado la construcción mediática y por el otro la construcción territorial. Estos dos modelos tienen como objetivo principal primario, la acumulación electoral inmediata, y como objetivo secundario la construcción de sujetos políticos que defiendan y difundan la propuesta y que puedan elaborar, articular y ejecutar nuevas respuestas a nuevos problemas, dentro de un proceso de aprendizaje de conductas políticas.
El objetivo principal apunta a una construcción blanda y efímera, el objetivo secundario a la conformación de flujos de pertenencia y pertinencia duros para convertir a los objetos targets en sujetos políticos.
La telepolítica como forma de construcción y acumulación mediática, si bien aparece en los sesenta explota en los noventa, donde la política no necesitaba de la construcción de sujetos políticos que sostuvieran el modelo, este era sostenido por alianzas lábiles entre sectores definidos por variables blandas.
En los 90 en política ser era aparecer, el debate político se daba en lo de Grondona, nadie llenaba una plaza, y para los ciudadanos ser era parecerse a los que aparecían en la TV.
Esa forma de hacer política despojada del debate profundo, priva a la política de los sujetos políticos, del marco intelectual, de contenidos, de la observación crítica y del aprendizaje, por eso Chacho y Meijide sentados en Hora Clave, terminaban estableciendo como conclusión que el problema del menemismo era la corrupción no la convertibilidad, un esquema de anclaje en una moneda de un país como EE.UU. que tiene una productividad 10 veces superior a la propia, y que mandó a la pobreza a 20 millones de personas. La Alianza una construcción absolutamente mediática, decidió que había que hacer menemismo pero sin corrupción, eligió como slogan “conmigo un peso un dólar” y puso al padre de la convertibilidad como ministro de economía.
Y el periodismo dentro de esa construcción puramente mediática de la política, también despojó a la política del debate, de todo proceso intelectual y por ende de rigor. Así Lanata analizaba la problemática de la coyuntura con las declaraciones juradas de los políticos en la mano como único insumo discursivo.

Esta forma de construir poder sin sujetos políticos, sin militantes, sin debate, sin enamorar, voló por el aire junto con el helicóptero de De la Rúa, pero no solo en la Argentina ocurrió esto, sino en todo el mundo, al principio de los 2000 con la explosión de la sociedad civil. Cuando la gente recupera el espacio público es difícil manejarlos con un control remoto.
Entre estas dos variantes de construcción y acumulación electoral se ubica la construcción y acumulación en la Web 2.0, con mas espacio para las ideas, para el debate, y para la construcción de sujetos políticos.

Esa construcción y acumulación en la Web 2.0 revela una eficacia creciente en tres ejes de acción política fundamentales:

a) La política como acción instrumental, que pone en la mira un objetivo y establece propuestas racionales de fines y medios, donde la Web 2.0 da espacio para el debate sin interrupciones, ya que hay tiempo, y se puede proponer y discutir, saliendo de la trampa presencial-emocional de querer ganar una discusión, aun con la agresión y la puja, existe un delay y la posibilidad de una retirada honorable, que el debate en el mundo real o en los medios no da. En la Web 2.0 las declaraciones juradas de Lanata, o los gritos ¡Corrupción! De Meijide, Carrió o Juan Pablo Baylac, no se emiten ante receptores mudos, sino ante millones de receptores-emisores que piensan y dicen.

b) La política como expresión simbólica, de la vida en común, como mecanismo de reconocimiento de pertenencia a un grupo, a una entidad, barrio, ciudad, país. En la Web 2.0 se potencia la ritualización de los símbolos, los flujos de intercambio formadores de lazos, las complicidades, la identificación con el otro y con referencias externas aglutinadoras, que determinan en la identidad digital de cada uno la filiación y pertenencia en mayor o menor nivel de ligazón a diferentes grupos.Ya no esta la pantalla hablándole a millones de mudos y a cada uno por separado. En la Web 2.0 dialogan millones y todos pueden participar del diálogo multidireccional.

c) La política como formalizadora de las vínculos sociales, donde se recuperan relaciones, se preservan, relanzan, se redefinen y se cruzan capitales relacionales y “amistades” facebokeras o twitteras, En esta formalización y expansión de los vínculos, se redefinen la interacción y el debate permitiendo la diferenciación, favoreciéndola, y preservando al sujeto en su rol rebelde que se ubica en un lugar de disenso.
En el mundo real la fuerza omnipresente de los liderazgos presenciales verticaliza el debate lo dogmatiza, acabando por eliminar el debate de ideas, acotando los márgenes de la crítica y estableciendo mecanismos de suspicacia y de ocultamiento de las verdaderas opiniones, desembocando en cierto cinismo, bloqueador de cambios. En la Web 2.0 esos liderazgos pierden fuerza y poder ante la masividad de opiniones, la atomización de la oferta en términos de relato, la igualación de los emisores, y la horizontalización de las plataformas desde donde se emite.

La construcción territorial en la Web 2.0 requiere a diferencia de la construcción puramente mediática de los 90, ideas, discurso, relato y compromiso. Pero fundamentalmente requiere de la voluntad de construir sujetos políticos independientes tácticamente, a los cuales poder inspirar, guiar y direccionar estratégicamente.

Sobre la igualdad y la libertad

Sus primeros libros, publicados en las décadas de 1970 y 1980, fueron una conmoción en un mundo estereotipado en derechas e izquierdas. El politólogo israelí Zeev Sternhell, nacido en Polonia y doctorado en La Sorbonne francesa, aportó una visión revulsiva en Maurice Barrès y el Nacionalismo Francés (1972), La Derecha Revolucionaria 1885-1914. Los orígenes franceses del Fascismo (1978) y Ni Derecha, Ni Izquierda. La Ideología Fascista en Francia (1983), que arrojaron luz sobre fenómenos mucho más vastos que los que reflejan sus títulos, de interés para América Latina pese a que sólo el último de ellos está traducido al español. Sternhell visitó la Argentina hace unos días para participar en el seminario sobre Las revoluciones árabes y la nueva geopolítica mundial, organizado en Buenos Aires por la revista Le Monde Diplomatique. Alerta a cualquier noticia de su país, donde el movimiento de los indignados es uno de los más fuertes del mundo, y preocupado por cómo se vinculará con el crucial conflicto palestino-israelí, Sternhell se prestó al diálogo sobre estas cuestiones y acerca de las de su último libro La tradición anti-iluminista, del siglo XVIII a la Guerra fría, publicado en 2006 en francés y traducido el año pasado al inglés. El término Anti-Iluminista fue acuñado por Nietzsche y no se refiere a una contrarrevolución sino a una revolución diferente, no a una contramodernidad sino a una modernidad diferente, dice. Basada en todo lo que diferencia y divide a los hombres (historia, cultura, idioma y etnicidad), esta segunda modernidad “le negó a la razón la capacidad o el derecho de moldear las vidas de las personas y vio los valores humanos como valores sociales y, como tales, relativos”. Sternhell desarrolla la coexistencia conflictiva de estas dos modernidades como una de las grandes variables de dos siglos y medio: “Si la modernidad ilustrada fue la del liberalismo que condujo a la democracia, la otra modernidad asumió la forma de un movimiento político e intelectual que era revolucionario, nacionalista y comunitario”, dice, que “ha contribuido a las distintas variedades del totalitarismo o, en otras palabras, a las catástrofes europeas del siglo XX”.

¿Nacionalismo liberal?

La obra estudia a autores como Burke y Herder hasta el liberalismo de la Guerra Fría de Isaiah Berlin, desde Carlyle hasta Taine, Renan, Spengler y Meinecke, con Vico, De Maistre, Maurras, Sorel y Croce de fondo, por su influencia en la vida intelectual de su tiempo y en la posteridad. “Su presencia se siente hasta nuestros días y el debate sobre sus obras sigue vivo”. El libro de Sternhell es el primero que investiga la base intelectual común que unió a los pensadores del Anti-iluminismo y su reconstrucción por encima de todas las contradicciones.

–¿Cómo se manifiestan esas tendencias en la Europa de hoy?

–Por un lado, en los diversos movimientos nacionalistas radicales difundidos por toda Europa y por otro en las tendencias post-modernas y antirracionalistas. La tapa de la primera edición francesa fue ilustrada con “Los Caprichos” de Goya y la leyenda “el sueño de la razón produce monstruos”. En la Enciclopedia francesa, editada por Diderot y D’Alembert, una nación se define como “un pueblo que vive en cierto territorio delimitado por ciertas fronteras y que obedece al mismo gobierno”, sin mención alguna a su historia, cultura, idioma o etnicidad. “Así nació el ciudadano. Obviamente, esta concepción política y judicial de la nación no era un análisis de la realidad histórica y sociológica, sino que representa el intento de los pensadores del Iluminismo de superar las resistencias de la historia y afirmar una vez más la validez del sapere aude de Kant”. Ese “atrévete a pensar” es el llamado más famoso a la autonomía del individuo. “Sobre esta base, la revolución francesa liberaría a los esclavos negros y a los judíos y crearía el concepto de ciudadanos libres con igualdad de derechos”. Pero esta visión de la colectividad no sobrevivió los primeros años de la Revolución Francesa, arrollada por la revuelta contra el Iluminismo y reforzada por la Guerra Europea. En la era napoleónica y post-napoleónica, en la era de las revoluciones de 1848 y más tarde la confrontación francoprusiana, “esa definición ultra-racionalista y ultra-individualista de la nación dejó de corresponder a las necesidades emocionales e intelectuales de los europeos. Más aún, en la primera mitad del siglo XIX, el período del comienzo del despertar nacionalista, de Tocqueville fue la última gran figura del Iluminismo Francés y el único gran pensador del nacionalismo liberal. Como realidad histórica, no obstante, el nacionalismo liberal nunca se materializó”. Sternhell disiente con la idea de que la revolución francesa destruyó la unidad de Europa y dio surgimiento a las nacionalidades. “Como ideología, el nacionalismo no emergió de la revolución francesa sino todo lo contrario, de la reacción contra el siglo XVIII franco-kantiano. La Revolución en sí fue posible sólo porque la nación ya era una realidad sociológica y cultural y la transferencia de soberanía podía tener lugar en forma natural”. Diderot y D’Alembert querían dar a esta realidad un carácter político y judicial, no étnico, ni histórico ni cultural. “Querían que la nación se concibiera como un colectivo de individuos libres, que gozan de derechos naturales, lo cual necesariamente significa derechos universales e iguales. No querían que la historia y la cultura hicieran al hombre prisionero de ningún tipo de determinismo”. Ya Voltaire había afirmado que la lengua no era más que un instrumento y que una nación no podía definirse por su lengua, mientras que para Herder, a quien Sternhell considera el padre intelectual del nacionalismo cultural y en definitiva político, “la lengua era la expresión del genio nacional”.
Antisemitismo e islamofobia

–Desde el siglo XVIII esa tradición se expresó sobre todo en el anticomunismo y el antisemitismo. ¿Qué diferencias ve con la islamofobia actual, expresada en forma extrema por el caso del francotirador noruego?

–El antisemitismo y el anticomunismo han sido tan sólo aspectos de un problema mucho más amplio: la idea de la primacía de la colectividad. El marxismo y el liberalismo tienen en común el concepto de la primacía de lo individual, la sociedad como instrumento en manos del individuo. En vez de ese eje utilitario común, el nacionalismo constituye una alternativa total. En este sentido, la fobia al Islam constituye una forma de defensa tradicional o, si se lo prefiere, un odio hacia las personas que no pertenecen a la comunidad histórica, cultural y étnica. El francotirador noruego no es más que la punta del iceberg: millones de personas en Europa están convencidas de que los musulmanes constituyen un peligro genuino para sus sociedades y culturas.

–En varios libros anteriores, usted estudió el nacimiento de la ideología fascista y sus raíces en el antiliberalismo católico. ¿No hay fenómenos equivalentes de origen islámico o judío?

–Ninguna sociedad, ninguna cultura y ninguna religión son inmunes a alguna variedad de fascismo. Cada religión es fundamentalmente antiliberal porque es por definición una negación de la soberanía de la razón. El liberalismo, como el marxismo (en el sentido intelectual y moral, no económico), es un sistema racional de pensamiento. Pero el Islam, como el judaísmo o el catolicismo, no lo son. Cada sistema metafísico debe ser cuidadosamente vigilado y, si fuera necesario, neutralizado. Históricamente, la Iglesia Católica en Europa apoyó diversos regímenes antidemocráticos. Lo mismo va para la tradición judía: la democracia, los valores universales, son básicamente seculares.

–¿Cuál es la magnitud y el impacto en la sociedad del movimiento de los indignados israelíes?

–Su impacto moral ha sido muy fuerte. Ideas sobre la ine-quidad social que vienen siendo promovidas desde hace decenios por unos pocos intelectuales de pronto han pasado a formar parte del saber común. Por primera vez, hemos oído en las calles el lema “la gente quiere justicia social”. La idea de que lo que realmente se necesita es un cambio básico en el sistema económico porque la economía de mercado destruye la trama social fue planteada por cientos de miles de personas que no se consideran a sí mismas socialistas ni quieren oír hablar del tema.

–¿Cómo intersecta el movimiento de los indignados con la problemática del conflicto israelo-palestino?

–Aquí surge otro interrogante: ¿puede un movimiento social mantenerse apolítico? Eso es lo que los organizadores desean, pero ¿por cuánto tiempo? En mi opinión, un movimiento de masas que no tiene objetivos políticos no puede sobrevivir y en Israel la política significa una solución al problema palestino y el final de la ocupación. Pero estas son las preguntas más políticamente divisivas de Israel: en el largo plazo, evitar la política para preservar la unidad del movimiento social no va a ser posible. Los líderes del movimiento consideran que esto es una trampa, todavía tienen que dar pruebas de su capacidad para evitarla.
La ocupación como enfermedad

Sean cuales fueren las dolencias internas de la sociedad israelí, y son tantas que no es posible contarlas, la mayoría puede tratarse e incluso curarse, pero la ocupación y el colonialismo son enfermedades terminales. Por lo tanto, quien se niegue a comprender que el socialismo de los amos y en nombre de los amos no es menos cruel y despreciable que el neoliberalismo de los ricos en nombre de los ricos, no merece la búsqueda del liderazgo de un partido que tiene pretensiones de trazar el futuro, dice. Sternhell considera posible lograr resultados rápidos en la esfera social, adoptando medidas que son relativamente sencillas: eliminar los beneficios fiscales para las empresas, aumentar las alícuotas impositivas a los que ganan más, transferir dinero de los asentamientos a los presupuestos de bienestar social. Si se permite imponer pesados aranceles a autos pequeños, también es posible cobrar un impuesto al lujo en un penthouse en las costas de Tel Aviv, o un gran yate en altamar. También considera posible renovar la construcción de las viviendas públicas en forma de departamentos pequeños y económicos. Pero la ocupación “es una amenaza existencial: si la sociedad israelí no encuentra una forma de abordar los asentamientos, sobrevendrá el fin del estado judío”. El escritor vive en Jerusalén con su esposa Ziva, crítica de arte. Se han instalado a pocos pasos de la casa de su hija y, sobre todo, de sus tres nietos. Es ostensible que en ellos piensa Sternhell con preocupación cuando dice que el sionismo “en el sentido más simple e inicial del término ha dejado su lugar vacante para el nacionalismo radical y despiadado que es parcialmente racista, y ha absorbido tendencias antidemocráticas profesas de una naturaleza que ya condujo a enormes desastres en Europa en el siglo pasado”. Aquel sionismo que hoy añora procuraba “salvar a una nación entera de la destrucción y expresó el derecho natural de esa nación al autogobierno”, objetivos que se lograron con la creación de Israel. Se suponía que esa hora especial de benevolencia en la que el sionismo absorbería los principios liberales de los derechos humanos y la igualdad cívica, pondría fin al período de conquista de la tierra. Esa posibilidad fue destruida por lo que Sternhell llama “el desastre terrible de 1967”, o dicho en términos convencionales la Guerra de los Seis Días, porque convirtió a los israelíes en “señores sobre otra nación cuyos derechos se negaron”. Aún así, a sus 76 años, cree que “nuestra incapacidad para lidiar con la injusticia no justifica nuestra anuencia hacia ella”. Como la vida política y social no son unidimensionales, no hay sociedad sin política, economía sin decisiones políticas ni vida que valga la pena sin moral, “la demanda correcta de una revolución en la forma de pensar que conduzca a una política social diferente no está aislada de la cuestión más amplia de la libertad y la democracia, los derechos humanos y el futuro de los territorios; no es posible separar la libertad de la justicia y la igualdad”. En todo el mundo, y ahora también en Israel, la izquierda considera que la igualdad es un valor universal, una expresión del derecho de un ser humano no sólo a la libertad de dormir bajo un puente sino también a la libertad de vivir una vida decente. A diferencia de todo tipo de conservadores “no considera la igualdad como un elemento que restringe la libertad sino como un aspecto diferente del derecho de un ser humano de controlar su vida. Esto nos lleva de vuelta a la ocupación. La justicia no es meramente el derecho a una vivienda decente para los judíos, también es el derecho a la libertad de una nación ocupada. Se perdería una gran oportunidad de cambiar la faz de la cultura política de Israel y trazar la faz del futuro si los abanderados de la protesta decidieran desconocer esta verdad”.