Por Rubén Weinsteiner
¿Cual es la diferencia
entre un analista exitoso, un político con visibilidad, o incluso un candidato,
con una marca política?
¿Cual es la diferencia entre una secta y una iglesia?
El discurso de poder y el pragmatismo
Del análisis
taquillero a la propuesta de una visión, una esperanza y un camino
¿Cuál es la diferencia entre un analista brillante, un personaje mediático
llamativo, un periodista con rating, que describe y explica como nadie la
realidad, a una marca política competitiva?
Muchas veces la escena política es acaparada por periodistas/mediáticos/economistas
en definitiva, analistas que teorizan, describen el escenario, de una manera
interesante, dan rating, y hasta hacen pronósticos que se verifican en la
realidad.
Estas figuras muchas veces son percibidas en el imaginario social, como figuras
con una alta potencialidad electoral.
Una persona puede intentar incursionar en política, puede tener visibilidad,
ser famoso, e incluso candidatearse a un cargo, pero eso no lo transforma en
una marca política.
Una marca política dispara significados a la cabeza de los sujetos de elección
con fines de acumulación, ya sea electoral o de valoración general.
La diferencia entre ser una marca política y no serlo es la diferencia que hay
entre que algunos quieran lo que vos tenés y que vos tengas lo que muchos
quieren.
Una cosa es ser rock star, una estrella, un gurú carismático con muchos
admiradores, y otra es leer las demandas que articulas segmentos definidos por
variables blandas y hacerse cargo de esas demandas en el formato de discurso de
poder de la marca política.
Una cosa es que te admiren como a un rockstar y otra es leer lo que los otros quieren y plantearlo en términos de un discurso de poder, un camino propuesto con esperanza, alegría y confianza.
Preguntas
Las dos preguntas que debemos hacernos son : 1) ¿Podrá comunicar potencialidad
de acción en la misma medida que logra entretener e impactar a sus audiencias?
2) ¿Podrá traducir los sentimientos de hilaridad, bronca, indignación,
preocupación y tranquilidad, que genera en sus audiencias, en claridad,
esperanza, fe y alegría?
Liderar una secta puede ser fascinante para el líder de la misma, pero en tanto
no salga de la admiración que tienen por el sus fans para ir hacia hacerse
cargo de las demandas de segmentos específicos, incluso con heterogeneidades
intensas, no podrá salir del esquema sectario hacia una construcción con
vocación de poder mayoritario.
Hoja de ruta
La hoja de ruta para la construcción de una marca política, consiste en
transformar la visibilidad y la percepción que se tiene, en un continente de
adhesiones y lealtades.
En esa negociación y construcción de lealtades para ser contenidas, la marca política debe trancender la especularidad vincular con el rockstar, adelantándose a las demandas, para proponerle desafíos latentes, a los sujetos de elección. Propuestas que al pasar de la latencia a la emergencia consoliden la emocionalidad en el vínculo (el tipo entiende lo que necesitamos, sabe lo que nos hace falta, conoce los problemas y propone soluciones).
Contener y acumular
Para contener y acumular se necesita construir una marca política con un
discurso de poder, que organice y sistematice esa percepción y visibilidad en
función de una estrategia que responda a un objetivo: que diferentes segmentos
de la población perciban con un grado de emocionalidad importante, sostenido en
una narrativa racional, como altamente positivo, deseable y necesario, que esta
figura asuma un cargo importante.
Una figura política puede
intentar incursionar en política, puede tener visibilidad, ser famoso, e
incluso candidatearse a un cargo, pero eso no lo transforma en una marca
política.
El mejor diagnóstico, sin esperanza y entusiasmo, no construye subjetividad
emocional en términos del sistema de preferencias de los sujetos de elección.
La marca política es lo que te permite ocupar (y acumular) un lugar en la
cabeza de la gente.
¿Que es el discurso de poder?
Discurso es organizar las percepciones. Poder es revelar potencialidad de
acción. Por los tanto discurso de poder es organizar las percepciones en la
cabeza de la gente en función de instalar la percepción acerca de una
determinada potencialidad de acción en función de las demandas.
Este discurso negocia y crea lealtades en función de una promesa de marca.
Responder a las demandas es construir el discurso de poder.
Muchas veces vemos políticos que durante años obtuvieron una cantidad limitada
de votos y después de muchos años pasan a construir una mayoría. Es posible que
el contexto internacional o nacional haya cambiado, es posible que su gente
haya organizado el partido de manera más eficaz construyendo un despliegue
territorial que antes no tenía, es posible que haya conseguido apoyos de
empresarios o medios, pero lo que seguramente hizo fue pasar de que algunos
quieran lo que ese político expresaba a expresar lo que muchos querían.
El candidato puede interpelar a los diferentes segmentos de la población,
consolidar sujetos políticos de elección que se sumen a un espacio, y plantear
un discurso de poder, en tanto desarrolle una marca política.
Sin marca política no hay acumulación posible, ni electoral ni de valoración
general. El posicionamiento marcario permite construir el conducto imaginario
entre la generación y organización de percepciones por parte de la marca
política y la gente.
Donde
La marca política
permitirá instalar esa percepción en 6 niveles para consolidar el liderazgo, la
agenda y el despliegue territorial
:a) Ciudadanos (votos)
b) “La política” (checkpoint)
c) Players empresariales y corporativos (financiación y apoyo)
d) Medios (comunicación, apoyo)
e) Influencers: ”intelligentzia”, cultura y arte, poder intelectual,
f) Sector externo
La decisión consiste en pasar de ser una figura más o menos conocida a construir una marca política. Esta decisión obviamente política implica vocación de poder, cazar afuera del zoológico, interpelar y contener heterogeneidades intensas, y establecer una promesa de marca política que le de sentido al agrupamiento de esas diversidades en función de un ordenamiento de discurso de poder.
Rubén Weinsteiner