Apuntes de Serbia




Andreja Zivkovic
Serbia oficialmente se encuentra en bancarrota. Según Aleksandar Vučić, primer ministro de Serbia, no podemos seguir gastando más de lo que ganamos, “o vamos a cavar nuestra tumba con nuestras propias manos”. El error, conforme a esta versión, radica en la política económica aplicada por los gobiernos anteriores en los últimos 13 años tras la caída de Milošević. Esta es la justificación para la austeridad y las reformas anunciadas finalmente el 8 de octubre. De hecho, podemos afirmar que la nueva ola de austeridad no es una pausa, sino que representa una intensificación del régimen económico neoliberal. No sólo no resolverá el problema de la deuda económica, sino que simplemente intensificará la crisis.

Tanto la actual línea oficial, como el paquete de medidas de austeridad en sí mismo proceden del FMI. Es la típica medicina neoliberal de apertura al capital extranjero, privatización de la industria del Estado y de los servicios públicos, liberalización de los mercados de trabajo y un tenso control sobre la política monetaria.

La idea de que se trata de dar una nueva oportunidad a Serbia resulta ridícula. Desde el año 2000, el neoliberalismo ha proclamado que sólo la apertura de los mercados a las inversiones extranjeras directas mediante la privatización de los activos del Estado y la desregularización del mercado de trabajo puede dar paso a la inversión, la productividad y el crecimiento. De hecho, al capital extranjero se le debe pagar una fortuna para invertir en Serbia mediante altas tasas de interés y una moneda sobrevalorada. En cambio, los créditos extranjeros subvencionaron la importación y el auge de los créditos en la primera década de 2000.

Pero el mismo régimen monetario que ha atraído los créditos extranjeros y las facturas de las privatizaciones ha sido a la vez responsable de destrozar la industria, produciendo el desempleo en masa y el aumento de la pobreza absoluta. El dinero caro actuó como un desincentivo para la inversión en la economía real, mientras que la sobrevaloración de la moneda hizo que las exportaciones no resultasen competitivas. El déficit presupuestario y comercial aumentó la deuda externa. Serbia se volvió tan dependiente de los préstamos que, al secarse el grifo de los préstamos extranjeros con la quiebra de Lehman Brothers en septiembre de 2008, la economía se derrumbó y aún no se ha recuperado.

Con el comienzo de la crisis, todos los estados se vieron obligados a intervenir con el fin de evitar que la crisis financiera mundial provocase una crisis del sistema bancario y la desintegración de la economía mundial. Como a los banqueros se les entregaron billones de dólares de dinero gratis, el FMI se apresuró a proteger las instituciones financieras de los países ricos del Norte. Las economías con deudas, como Serbia, fueron colocadas bajo el régimen de los "Acuerdos Standaby" y se ampliaron las facilidades de crédito para evitar la bancarrota, dado que los préstamos procedían de los bancos extranjeros. Como resultado, ha explotado la deuda pública en Serbia, que virtualmente se duplicó de un 33.4% del PIB en 2008 a un estimado 61.8% en 2013. La recompensa por actuar en connivencia con el FMI para rescatar de la quiebra técnica el sistema bancario internacional ha sido que nuestra crisis de deuda, al igual que la de la Europa periférica, se ha convertido en una crísis terminal.

Cuando el rescate de los bancos por parte de los Estados creó una gigantesca crisis de deuda internacional, el FMI, junto con la Unión Eueropea, empezó a exigir la aplicación de medidas de austeridad.

Con el fin de justificar lo que era obviamente un flagrante intento de hacer que la clase obrera pagase las deudas de los bancos, el FMI afirmó que la crisis había sido causada por un gasto excesivo por parte del Estado. La amplia expansión de la anarquía del mercado, que había causado la crisis, se ha convertido ahora en la solución. En Serbia, hemos oído la misma melodía durante algún tiempo, sólo que ahora con mayor insistencia, ya que estamos a punto de la bancarrota.

La austeridad comenzó con la congelación de los salarios del sector público en el año 2009-10, lo que redujo la factura salarial un 0.3 por ciento del PIB en 2009-11. Una nueva ronda de reformas neoliberales, como la independencia del banco central – es decir, la independencia de las políticas monetarias neoliberales de cualquier interferencia democrática – y el inicio de las reformas de las jubilaciones, datan de este periodo. Por supuesto, estas reformas no fueron lo suficientemente "business friendly" para contentar al FMI, y es cierto que se permitió un aumento significativo de los salarios y las jubilaciones en 2011-12, antes de ser recortados en 2012-13.

Pero esto tiene que ver menos con el "populismo" electoral o el "clientelismo", como pretenden los halcones neoliberales, que con las contradicciones de la austeridad, contradicciones que enfrentan todos los estados capitalistas.

La austeridad, mientras que con una mano aprieta a la clase obrera para reembolsar la deuda, con la otra aumenta la deuda mediante la reducción del consumo y, en consecuencia, del crecimiento económico.

Al mismo tiempo, el estancamiento del crecimiento se convirtió en una doble recesión y ha exacerbado la crisis de la deuda, en especial en la zona euro y los Balcanes. La raíz de la contradicción, desde una perspectiva marxista, es que las mismas medidas que previenen el colapso inmediato del sistema financiero son a la vez las que bloquean la liquidación de capitales ineficientes, y por lo tanto la reducción de los costes de producción y de las inversiones, así como la recuperación de la tasa de beneficio. ¿Qué queremos decir con eso?
Marx afirmó que el proceso de producción de mercancías compitiendo en el mercado para obtener beneficios obliga a los capitales a invertir en tecnología con el fin de lograr beneficios adicionales a precios más baratos que sus rivales.

Sin embargo, el proceso de competencia fuerza también a otros capitales a responder de manera similar, reemplazando la mano de obra, la fuente de todo valor, por tecnología, lo que da lugar a una tendencia estructural a la disminución de la tasa de beneficio y a la crisis económica. La actual crisis económica hunde sus raíces en la disminución a largo plazo de la tasa de beneficio en los países capitalistas avanzados. En respuesta, enormes cantidades de capital no utilizado fueron capturados por los mercados financieros internacionales, lo que se traduce en booms internacionales basados en la especulación financiera. Desde el punto de vista de la teoría del valor, este tipo de booms se basa principalmente en "ganancias ficticias", es decir, los beneficios obtenidos no son producto de inversiones en la explotación productiva de la fuerza de trabajo, sino en operaciones especulativas sobre los futuros valores del trabajo tal y como se expresan en el crédito y la deuda. La crisis fue expresión de la brecha entre la tasa de beneficio real y las reclamaciones de dinero sobre valores ficticios inflados (inicialmente en derivados de hipotecas en EE UU).

Marx sostiene que la crisis, al destruir los capitales más débiles, reduce los costes de producción e inversión, y, por lo tanto, aumenta la tasa de ganancia, lo que permite la aparición de un nuevo ciclo de acumulación. Pero como los capitales son cada vez mayores y están invertidos en todo el mundo, el precio del fracaso es una crisis catastrófica.

Esta es la razón por la cual, a fecha de hoy, la respuesta de los capitalistas es intervenir para evitar el colapso del sistema financiero mundial. Prefieren una larga depresión que permitir que los mercados se “purguen” de capital improductivo. Por esa razón se hace necesaria la austeridad, para obligar a los gobiernos, las empresas y los consumidores a pagar sus deudas a los bancos. También se desprende de la necesidad de bajar costes para los capitales, en particular los costes salariales, y también impuestos y gastos en concepto de intereses, así como la necesidad de debilitar al movimiento sindical para que los beneficios puedan volver a aumentar.

Sin embargo, esta ayuda al capital no ha podido ni ha logrado restablecer la tasa de beneficio, porque la mayor parte del esfuerzo de la austeridad se dirige a la realización de valores ficticios, es decir, a pagar deudas bancarias basadas en futuras reclamaciones sobre el valor, lo que bloquea la eliminación de capitales no rentables y, por lo tanto, un posible nuevo ciclo de inversión.

Por eso Serbia, como la mayoría de estados capitalistas, ha oscilado entre la depresión y la crisis financiera, y, por tanto, se han alternado políticas de austeridad y de endeudamiento del sector público para evitar que la recesión se convierta en una nueva crisis financiera.

Sobre esta base, es evidente que las reformas no resolverán la crisis de la deuda. Si los impuestos sobre los ingresos superiores del sector público, el aumento de IVA (impuesto sobre el valor añadido) sobre los elementos básicos de consumo y la reducción de subsidios del sector público aumentan los ingresos del gobierno, al mismo tiempo reducen el crecimiento económico. Por lo tanto, se intensifica el peso de la deuda. Pero a la vez la crisis fiscal conduce a la fuga de capitales. Ya se ha iniciado la fuga de capitales del sector financiero, y, en el caso de la deuda a largo plazo, cerca de medio billón de euros han salido desde el comienzo del año. La actividad crediticia de los bancos ha caído a cero y su estancamiento puede tener graves consecuencias para la actividad económica. Por otra parte, tan sólo durante el próximo año vamos a tener que pagar 114.000 millones de euros en intereses por la deuda externa del estado, mientras que a medio plazo nos encontramos con la necesidad de refinanciar prestamos muy caros y cuantiosos.

Por tanto, la polític de austeridad no sólo no servirá para alcanzar las metas fiscales establecidas por el gobierno, sino que, por definición, no cambiará el hecho de que Serbia está en quiebra. La verdadera función de la austeridad y de las reformas bussines friendly (permitiendo a los inversionistas extranjeros contratar y despedir a su gusto, mientras que se arrincona a los sindicatos mediante la limitación del derecho a la huelga) es atraer préstamos extranjeros, creando la impresión a los inversores extranjeros de que el problema de la deuda está bajo control en nuestro paraíso inversionista. 

El objetivo es repagar los actuales préstamos caros mediante nuevos préstamos. En el mejor escenario, eso significa obtener nuevos préstamos más baratos de nuestros nuevos amigos en los Emiratos Arabes Unidos, a cambio de venderles la industria de armamentos y sectores de la agricultura. (Una repetición de la entrega de la industria de la energía a Rusia a cambio de su veto a la independencia de Kosovo en la ONU, y a préstamos ocasionales). En el peor de los casos significaría una vuelta a los préstamos del FMI con intereses mucho más altos. Pero, en ambos casos, la deuda se acumula para pagar la deuda existente. Y la economía política de la esclavitud de la deuda, esto es, la defensa del valor del dinero (deuda) a costa de la destrucción de la industria, seguirá su paso, lo que significa que el incumplimiento del pago y la bancarrota llegará más tarde o más pronto, ocurra lo que ocurra.

Al mismo tiempo, de lo que podemos estar seguros es de que hemos entrado en un nuevo periodo de asalto neoliberal contra la clase trabajadora. La reforma de las jubilaciones ya ha supuesto el aumento de la edad de jubilación de las mujeres a 63 años y la penalización de la jubilación anticipada. El objetivo a medio plazo es la reforma de los salarios del sector público. Pero estamos sólo al inicio y el gobierno avanza con lentitud, juega con trucos populistas, como detener a un puñado de magnates locales por malversación financiera o gravar los salarios más altos del sector público, a fin de desactivar la resistencia, para crear un consenso de medidas neoliberales más radicales en torno a la idea de que "todos estamos en el mismo barco".

En respuesta, los activistas de izquierda tendrán que llamar a un frente amplio de lucha contra la austeridad, uniendo a sindicalistas, colectivos feministas, activistas estudiantiles, jubilados y asociaciones campesinas. La generalización de la ofensiva crea la base para una unidad amplia y radical: la limitación del derecho a la huelga, los recortes de los derechos de los parados, de los jubilados, y los ataques al nivel de vida de la clase trabajadora en su conjunto mediante la subida del IVA. Con el fin de tener éxito, una campaña de resistencia así tiene que afrontar el clima generalizado de temor e incertidumbre, la creciente convicción de que aun cuando las reformas sean injustas, resultan empero inevitables ya que "no podemos gastar el dinero que no tenemos". En otras palabras, no podemos simplemente hacer llamadas vacías a la resistencia. Tenemos que ofrecer a la vez alternativas políticas convincentes a la ideología reinante. Necesitamos hacer un llamamiento al rechazo de la deuda y una nacionalización de los bancos y la industría como base para invertir en el empleo, prestación de servicios de bienestar social y calidad de vida.

Es de vital importancia iniciar el proceso agrupando diferentes grupos de activistas, dado que la crisis se acelerará y los préstamos del gobierno pueden no ser suficientes para evitar un impago de la deuda el próximo año. Si no conseguimos popularizar las políticas para una alternativa a favor de los trabajadores, nos encontraremos en una situación a la griega, donde nos enfrentaremos a un colapso catastrófico de los niveles de vida, el final de la democracia y el aumento del fascismo, pero sin la acumulación de fuerzas populares y la alternativa política de izquierdas, Syriza, que existe en Grecia. Por lo tanto, la izquierda radical tiene un papel que jugar en una amplia coalición contra austeridad: argumentar que la crisis capitalista sólo puede ser resuelta a través de una alternativa socialista, y que la eficacia de la lucha por esa alternativa depende de la creación de un partido de los trabajadores que una activistas de los diferentes sectores en lucha contra la ofensiva neoliberal.


Andreja Zivkovic es un sociólogo serbio, miembro de Marx21, autor de Revolution in the Making of the Modern World (Routledge 2007) así como el editor de ‘The Balkan Socialist Tradition’ (número especial de Revolutionary History Journal, 2003)
Traducción para www.sinpermiso.info: Corina Tulbure

Provincias y crédito externo


Economía avalará a provincias que tomen créditos externos

El arreglo con el Ciadi le permitirá a gobernadores salir a los mercados externos. Se colocaría deuda por 2.500 millones de dólares

La posibilidad de acceder nuevamente a los mercados voluntarios de deuda es un escenario que están estudiando las provincias, con el objetivo de aliviar la carga de los presupuestos para fnanciar obras de infraestructura. Además, ahora el Gobierno nacional no objetaría esas colocaciones, siempre que tengan por destino la inversión pública y no se utilicen para financiar el gasto corriente.
El arreglo del Gobierno con varias empresas que tenían juicios ganados en el CIADI y la firma del programa de asistencia con el Banco Mundial por u$s3.000 millones abrió el camino para que los distritos salgan a colocar bonos en los mercados voluntarios. Se estima que el próximo año podrían llegar a colocaciones sumadas por u$s2.500 millones entre la Ciudad, Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe.
La provincia de Buenos Aires estaría estudiando una primera emisión de u$s500 millones para el próximo año, que serán destinados al programa de inversión pública. También la Ciudad de Buenos Aires tiene previsto la colocación de deuda.
Esas colocaciones tendrán varios atractivos, como la posibilidad de financiarse a una tasa muy inferior a la que se consigue en el mercado local y a más largo plazo y terminar con los bonos dolar linked que se convirtieron enb una apuesta a favor de la devaluación del peso.
Además, los dólares ingresarán al Banco Central con lo cual ayudarán a cubrir las necesidades de divisas del próximo año, estimadas en unos u$s10.000 millones para financiar las importaciones y los pagos de deuda...

Reindustrialización y formalidad laboral en la argentina pos convertibilidad




La destrucción de la estructura productiva nacional fue enorme y reconstruirla no es tarea sencilla. Requerirá de la profundización del proyecto iniciado en mayo del año 2003 que, aún con avances y retrocesos, resultó desde la recuperación democrática de hace tres décadas, el único modelo de desarrollo orientado a resituar al país en el camino de la reindustrialización, único capaz de garantizar crecimiento con mayores niveles de formalidad laboral, mejores salarios y mayor equidad.

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Apuntes sobre la informalidad laboral



Uno de los temas centrales de la etapa es, a pesar de las mejoras acontecidas en la década que se observa en el gráfico 1 de la deracha del post (click para agrandar) la persistencia de niveles altos de informalidad laboral y lo que supone esto términos de ausencia de cobertura de salud, previsión social y bajos salarios.  
Particularmente intensa sobre los jóvenes menores de 30 años ( el 30% del padrón electoral y el 40% del electorado del FpV)  donde hoy el trabajo informal supera el 45%, es necesario considerar la centralidad de esta problemática para explicar diversos comportamientos sociales, incluso los electorales, obviamente.
Al respecto leemos un enfoque controversial pero sugerente sobre la precarización laboral que instala la reflexión sobre el fenómeno segmentando el impacto en actividades específicas (como lo muestra el gráfico que abre el post) concretamente trabajo doméstico, construcción, rural y textil , dejando de lado la visión dual y homogénea sobre el fenómeno de informalidad que mantienen la mayoría de los analistas. Leemos:
Finalmente, retomando varios de los hilos de la exposición, deben ser remarcadas las dificultades prácticas, teóricas e ideológicas que plantean los múltiples sentidos de la noción de informalidad laboral que, además, han sido cambiantes con el paso del tiempo. Hacia fines del siglo la noción se vinculaba con procesos de “reestructuración productiva”, para indicar las alternativas de ocupación a las que derivaban quienes perdían su inserción formal en la industria u otras actividades urbanas. Es posible que la noción más adecuada que alude a este uso sea la de “informalización”, que podría asimilarse a la de “precarización” en el sentido de que lo que está en juego es la pérdida de los derechos y garantías asociados a la inserción como “asalariado registrado en la seguridad social”.

Actualmente es posible identificar los problemas emergentes del no registro en la seguridad social en cinco actividades concretas, que constituyen el grueso de este tipo de empleo: las trabajadoras en casas particulares (servicio doméstico), el empleo rural, la construcción, la producción y comercialización de prendas de vestir, el transporte alternativo. Tómese nota de que se trata de actividades sumamente diferenciadas y específicas, seguramente no intercambiables entre sí, que explican en su mayor parte el no registro en la seguridad social. Algunas de estas actividades se corresponden con la inserción de trabajadores independientes no asalariados, otras con la de inmigrantes de países limítrofes, algunas con la producción de bienes comercializables y otras con servicios no comercializables. Es decir que aunque cuenten con un componente común, el predominio de trabajadores no registrados, difícilmente se resuelvan en el plano de las políticas de empleo o de la inspección laboral: en varias se requiere inversión en equipamiento colectivo –como guarderías infantiles, transporte–; en otras, regulaciones de orden municipal o urbano –construcción–; finalmente, otras como las confecciones constituyen una problemática universal que ha sido difícil de resolver en varios países.

Esta identificación de problemas precisos, acotados, va a contramano de la actual generalización de la noción de informalidad laboral entre algunos especialistas, tal vez menos atentos a las evidencias empíricas que a reproducir antiguos esquemas de análisis. Es que efectivamente lo que denominamos “informalidad” laboral fue comprendido tradicionalmente en el marco general de la economía del desarrollo y en el más particular de la economía del trabajo. Pero tal vez convenga plantear directamente las cuestiones teóricas de índole más general, a través de una discusión sobre modelos de desarrollo.

En efecto, la evolución de la Argentina actualmente es similar a las que registran otros países de la región, particularmente Brasil, donde desde 2003 hasta hoy se revirtió la tendencia secular de incremento de las desigualdades, al tiempo que el crecimiento del empleo fue liderado por el correspondiente a los “asalariados con cartera”, en cierto modo asimilables a nuestros “asalariados registrados en la seguridad social”. Al mismo tiempo el peso relativo de los trabajadores por cuenta propia también se redujo considerablemente en ese país.

Incertidumbre, otra vez

Por 

 El resultado más ostensible del ciclo electoral de este año es que la política sigue atrapada en la crisis que se inauguró en el año 2001. La fragmentación que acompañó al derrumbe de Fernando de la Rúa intentó ser superada con el liderazgo absorbente de los Kirchner.
Ahora que ese liderazgo ingresa en su crepúsculo, reaparece la carencia de un sistema equilibrado y eficiente para organizar el poder. Éste es el rasgo principal de la transición que se ha iniciado: el curso que tome la vida pública dependerá, por lo menos hasta el año 2015 , de las decisiones que adopten innumerables sujetos.
El desenlace de ese juego se llama incertidumbre. Al fraccionamiento de la oposición se agregó el del peronismo. Allí radica la gran novedad de Sergio Massa. El intendente de Tigre arrebató al oficialismo el 44% de los votos de la provincia de Buenos Aires. Se impuso en todas las secciones. Aun en ciudades que en agosto le habían sido esquivas, como Mar del Plata o Bahía Blanca. Massa incrementó su caudal de las primarias en 639.575 votos. Es, sin dudas, un problema para Cristina Kirchner y, sobre todo, para Daniel Scioli.
Pero su evolución de los dos últimos meses no se hizo a expensas del peronismo. Martín Insaurralde obtuvo anteayer 110.000 votos más que los que sacó en las PASO. Y superó al Néstor Kirchner de 2009 en 350.000 votos, aunque la comparación sea imperfecta por el incremento del padrón. Quiere decir que el PJ oficialista detuvo su sangría. ¿Efecto Cirio?
Massa se expandió hacia la clientela de Francisco de Narváez, quien perdió entre las primarias y las generales 474.000 votos.
Un primer corolario de este nuevo panorama es que Massa no sólo representa un gran riesgo para Scioli. También pone en jaque cualquier experimento que pretenda conquistar el centro político desde fuera del peronismo. Dicho de otro modo: pone en jaque a Mauricio Macri. Si hacía falta alguna señal para advertirlo, alcanza con ver la ansiedad del jefe del gobierno porteño para abordar el nuevo paisaje electoral. No sólo invadió la fiesta de Gabriela Michetti, Sergio Bergman e Iván Petrella con una legión de simpatizantes ataviados con la leyenda "Macri 2015". Dedicó casi todo su discurso a menoscabar el triunfo de Massa. El arrebato fue curioso. Macri se apartó de uno de los apotegmas de Jaime Durán Barba: jamás enemistarse con quien brilla en las encuestas. Esa ley, que reguló durante años sus relaciones con la Presidenta, no rige para Massa. La irritación resulta aún más incomprensible porque a esa hora los seguidores del propio Macri, entre ellos su primo Jorge, festejaban en Tigre la victoria de quien, por lo menos hasta esa noche, era un aliado.
La enemistad con Massa llevó a Macri a flagelarse con una promesa: jamás postular a quienes hayan sido ministros de un gabinete kirchnerista. ¿Y los que han sido secretarios, como Guillermo Moreno, o presidentes de empresas públicas, como Mariano Recalde? Massa respondió ayer a Macri como hubiera aconsejado Durán Barba: "Hablar de 2015 es faltar el respeto a la gente". Demagogia ejemplar. Lo importante: la partida entre Massa y Macri ya está abierta.
La polémica por 2015 disimuló que hay motivos de festejo para Macri. Ratificó su buena posición en Santa Fe con el 27% de Miguel Del Sel, que superó al peronismo. Y tuvo un desempeño aceptable con Alfredo De Angeli en Entre Ríos, quien con 23,43% se impuso a la UCR. Pro también dejó una semilla en Córdoba y en La Pampa. Y, lo imprescindible, reconquistó la ciudad de Buenos Aires, donde Gabriela Michetti casi alcanza el 40 por ciento.
El mapa porteño debe quedar, sin embargo, bajo observación. Primero, porque el triunfo de anteayer puede reavivar en Michetti el sueño por la herencia municipal de Macri, que parece asignada a Horacio Rodríguez Larreta. Segundo, porque UNEN construyó una base no desdeñable: Pino Solanas conquistó una senaduría y Elisa Carrió retuvo nueve de cada diez votos de los que sacó la coalición en las primarias. También en esta alianza hay alguien que fantasea con suceder a Macri: Martín Lousteau.
La plataforma que estableció UNEN en la ciudad de Buenos Aires se integra a una de las novedades del año: el surgimiento de figuras competitivas en el radicalismo de varias provincias. Julio Cobos triunfó en Mendoza por 47,72% de los votos. José Cano avanzó en Tucumán hasta un 34,66% y replegó a José Alperovich a un inédito 46,87%. Mario Fiad, apadrinado por Gerardo Morales, se impuso en Jujuy con 40,15%. Los radicales riojanos denunciaron ayer a Luis Beder Herrera por fraude, en comicios casi empatados. En Santa Cruz, Eduardo Costa ganó por el 42,13%, contra un peronismo dividido entre el Frente para la Victoria (24,74%) y el PJ del gobernador Daniel Peralta(20,04%).
La cuna del kirchnerismo puede ser anticipatoria: la UCR se impuso gracias a la fractura del peronismo. ¿Qué sucedería en el resto de los distritos si, para 2015, el PJ se bifurcara entre oficialistas y disidentes? Es el principal desvelo de los gobernadores de ese partido. Por un lado, la asociación con el gobierno nacional les hace perder votos frente a las oposiciones locales ya establecidas. Por otro, comienzan a sentir el riesgo interno que representa Massa. El intendente de Tigre confirmó ayer que planea federalizar su Frente Renovador invitando a otros alcaldes para que, como él, enfrenten al peronismo oficial de sus provincias. La resurrección de la UCR y la ambición de Massa son una doble Nelson para los caudillos del interior.
Massa tiene en la expansión nacional de su candidatura un problema crucial por resolver. Pero anteanoche quedó claro que también lo tiene Scioli. En medio de la insólita fiesta del Frente para la Victoria, Juan Manuel Abal Medina convocó a una videoconferencia a Jorge Capitanich, quien se impuso en el Chaco por 59,31% de los votos. Para Scioli fue una puñalada. Sin embargo, detrás del auspicio de la Casa Rosada a la candidatura de Capitanich opera una fuerza histórica. Es difícil que los gobernadores del interior acepten someterse a un bonaerense. Una maldición de la que no se salva Massa.
Así y todo, sería incorrecto reducir el impulso a Capitanich a una inercia impersonal. La candidatura es parte de una estrategia de Cristina Kirchner. Ella sigue los acontecimientos desde un retiro al que apenas acceden sus hijos, Carlos Zannini y Oscar Parrilli. A pesar de que Máximo Kirchner, más gravitante que nunca, sigue atemorizado, todos están satisfechos con su estado de salud.
Instalada en esa inusual introspección, la señora de Kirchner tiene varios motivos para reconfortarse. El oficialismo retuvo el 33% de los votos y controla la mayoría del Congreso. El desempeño de Massa en Buenos Aires fue espectacular. Pero el Frente para la Victoria no perforó el piso de 2009. Y el debilitamiento de Scioli justifica más una opción propia, como Capitanich. O varias, si se agrega al entrerriano Sergio Urribarri.
Así, como anticipó Boudou la noche de las elecciones, el kirchnerismo tratará de conservar la dirección de su política. Una decisión que el pago de los arbitrajes del Ciadi no vino a corregir, sino a reforzar. Esas deudas se saldarán con bonos que pagará otra administración. A cambio, el Gobierno levanta el veto de los Estados Unidos para acceder a 3000 millones de dólares disponibles en el Banco Mundial, de los cuales un tercio será desembolsado el año que viene. Conclusión: el reconocimiento de esas deudas permite a la Presidenta incrementar el nivel de reservas sin producir ajuste alguno.
Si había surgido alguna duda respecto de esa orientación, anteayer apareció un dato muy interpelante para el kirchnerismo: la izquierda trotskista tuvo un avance llamativo en muchos distritos. En Salta, por ejemplo, el Partido Obrero se ubicó segundo, con 20% de los votos. En Santa Cruz obtuvo 11,14%. En Buenos Aires casi alcanza a De Narváez: Néstor Pitrola sacó 5%, con un número de votos similar al de Martín Sabbatella en 2009. En Neuquén la misma fracción consiguió el 10%.
Con estas noticias delante de sus ojos, y al frente de un poder considerable, Cristina Kirchner podrá condicionar la escena pública durante los próximos dos años y supervisar su sucesión. Una capacidad que olvidan muchos de sus opositores. Vale para ella lo que escribió David Duff sobre Napoléon III: "Con él los franceses cometieron dos errores. Cuando llegó, pensar que era un genio. Y cuando se fue, suponer que era un idiota"..

Popularidad no es influencia


Por Rubén Weinsteiner para EL PAÍS


En la Web 3.0, como en el mundo real  no es lo mismo popularidad que influencia. Si bien es importante ser popular y tener visibilidad para lograr influencia, se puede ser muy popular y tener cero influencia.
Es importante preguntarnos,  para fijar nuestro objetivo de construcción si:  ¿queremos ser populares o queremos influenciar?
¿Que es y como medimos la influencia en la Web Social?
Ante todo digamos que medir  influencia  como algunas relaciones en Facebook “es complicado” y no es medible por el número de personas que te siguen, sino por lo que puedas ejercer en ellos.
Sin embargo podemos empezar por algunas preguntas para definir el concepto de influencia 2.0.
a)   ¿Que es influencia y que hace  de alguien una persona influyente?
b)   ¿Quién es influyente y porqué?
c)   ¿Cómo puedo reconocer la influencia o la capacidad de influenciar?
d)   ¿Cómo puedo medir el efecto de la influencia en los segmentos- objetivo?
Influencia es la capacidad de producir cambios en las personas,  ya sea en su forma de percibir,  pensar,  significar o la de generar que las personas lleven a cabo una acción específica.
¿Cómo se construye la influencia?:
1)   Alcance, potencia de emisión. Hasta donde y a quienes llegamos
a)   Popularidad, visibilidad
b)   Proximidad territorial y conceptual
c)   Seguidores, militantes,  votantes
2)   Relevancia
a)   Autoridad
b)   Confianza
c)   Afinidad
3)   Resonancia, Ruido
a)   Frecuencia
b)   Período
c)   Amplitud
Estos tres componentes construyen la influencia que deberá estar direccionada en la acción desplegada en el territorio, hacia segmentos específicos.
La verificación se mide a través del impacto producido. Este efecto se traduce en resultados de encuestas, resultados electorales y niveles de apoyo y legitimidad para personas o medidas.
Como se construye un Plan Operativo de Influencia (POI)
1)   Definir los objetivos ( lo que queremos que nuestra influencia produzca)
2)   Segmentos a abordar
3)   Diseñar un mapa de influencias en el territorio a operar (Quienes, como,  cuanto  y a quienes influencian los otros jugadores)
4)   Diferenciación de los otros jugadores
5)   Construcción de valor para influenciar a influenciadores y a sus influenciados
6)   Auditar y medir impacto
El desafío central consiste en tener  presente y en claro la diferencia entre Influencia y popularidad y saber que la capacidad de influenciar sufre desgaste, entropía, y hace falta recargar esa máquina de influenciar, con significados nuevos para ser disparados y formas nuevas para sorprender y sostener el poder de impacto.

RUBÉN WENSTEINER

Números finales

 FPV 33,09. UCR + PS 21,36; Frente Renovador 17,06; PRO, 9,02.

Medios y votos: el otro resultado



Les presentamos en esta oportunidad un nuevo estudio del Departamento de Investigación de Medios de Comunicación. Se trata de un relevamiento realizado sobre la exposición mediática de los principales candidatos bonaerenses.
Sergio Massa y Martín Insaurralde han alcanzado (en términos porcentuales) un nivel de votos similar a su visibilidad en los medios durante toda la campaña. Dicha correlación se quiebra en los casos de Stolbizer y De Narváez, quienes han invertido sus relaciones: a mayor exposición mediática, menor caudal de votos.
Para recibir el estudio completo, les solicitamos que envíen un correo a investigacion@ejes.com
muchas gracias
Departamento de Investigación de Medios - Ejes de Comunicación

El mito de la burguesía nacional



Por Claudio Scaletta

Esta semana se realizó el tradicional encuentro anual de empresarios de IDEA, el Instituto para el Desarrollo Empresario Argentino, que agrupa a las principales empresas del país. Respondiendo a invitaciones generosas, la prensa cumplió su también tradicional rol de caja de resonancia del llamado “coloquio”. Según se desprende de lo escrito e irradiado sobre la reunión, el estado anímico de los principales empresarios del país sería de avanzado disgusto con el oficialismo. Para quienes creen que el objetivo central de las empresas es ganar dinero, se trata, sólo en principio, de una anomalía; casi de una rareza. Sucede que una economía en crecimiento prácticamente constante durante más de una década, en especial cuando su motor es el consumo y el empleo, supone mejoras para la mayoría de la población. Y “mayoría” incluye aquí también a los sectores dominantes. Si el PIB crece a tasas altas, quiere decir que también crece el producto de las empresas. Sin embargo, a pesar de los buenos negocios, la relación entre los empresarios como clase y el kirchnerismo nunca fue la mejor.
La presunta anomalía lleva a preguntarse por las razones económicas del disgusto. Una primera respuesta es la ideológica. El empresario medio es más feliz imaginando gobiernos absolutamente “pro mercado”, es decir, con regulaciones mínimas, impuestos bajos y nula intervención estatal. Se trata de una actitud en principio lógica. A nadie le gusta que se metan con sus actividades y mucho menos pagar impuestos. Para el liberalismo económico, éste es el fundamento de la libertad. En el límite no habría mejor gobierno que un “no gobierno” o, más sofisticadamente, un gobierno que sólo se ocupe de las actividades subsidiarias, como la seguridad, la defensa y las relaciones exteriores. Del desarrollo, global, sectorial y regional debería encargarse solamente el mercado.
Luego está la historia económica. El caso ideal del desarrollo conducido por el mercado simplemente no existe. Ni siquiera remitiéndose a la acumulación originaria primigenia. Lo que normalmente existe son las burguesías que controlan los aparatos de Estado en su beneficio. Luego serían estos Estados los que planifican el desarrollo. Todo un problema. Detrás de este razonamiento se encuentra la idea mítica de la burguesía nacional. Una especie de clase única, con una visión homogénea de país, nacionalista por definición y comprometida con un proyecto de largo plazo. En su versión peronista, esta burguesía tendría conciencia de que para la armonía social resulta indispensable un desarrollo inclusivo. La alianza natural de la burguesía nacional sería entonces con los trabajadores. Un verdadero mundo feliz sólo amenazado por las facciones “no nacionales” de la burguesía. O nacionales, pero vinculadas con el comercio con el extranjero, como buena parte del sector agropecuario.
El problema, otra vez, es de inexistencia. Si se observa la estructura de propiedad de los medios de producción en la Argentina y también en el mundo, se encontrarán empresas multinacionales liderando prácticamente todos los sectores. En el marco de las empresas de mayor facturación, las encuestas del Indec muestran que alrededor de 400 de las primeras 500 firmas del mercado local son extranjeras. Desde comienzos de los ’90, cuando en este segmento sólo eran extranjeras alrededor de 100, el cambio fue espectacular. Sin necesidad de recurrir a mayores números, cualquier lector en cualquier ubicación del territorio de la república puede hacer su propio test, mirar alrededor y observar el origen del capital de las principales empresas de su entorno. Verá que existe una burguesía, pero no una burguesía nacional. El dato es clave para comprender las relaciones de poder real y el margen para las alianzas políticas y de clase que respalden los procesos de desarrollo. También resulta aclaratorio de muchos discursos, como el de la “seguridad jurídica”, el “no caerse del mundo”, o el reciente beneplácito entre los empresarios que participaron del encuentro de IDEA en favor de los potenciales pagos de juicios espurios en el Ciadi o por el acercamiento a los organismos financieros internacionales.
Pero si con el crecimiento y el desarrollo los empresarios también ganan, se supone que cualquier burguesía, nacional o no, debería entonces estar comprometida con ambos factores, en tanto contribuyen al objetivo principal de ganar dinero. La respuesta es negativa. El círculo virtuoso no es inevitable; la presunta anomalía no es tal. Los empresarios pueden continuar ganando dinero aunque la economía no crezca y no se desarrolle, lo que constituye un verdadero problema desde la perspectiva del bienestar de las mayorías. En la historia económica sobran los ejemplos. Sin ir más lejos, la propia Argentina. El tema no es nuevo y ya fue tratado, por ejemplo, por el economista polaco Michal Kalecki en su texto de 1943 Aspectos políticos del pleno empleo, en el que describía cómo la baja desocupación cambiaba las relaciones de poder en desmedro de los empleadores. La conclusión, inclusive sin recurrir a Kalecki, cae por su propio peso. El desarrollo es algo demasiado importante para dejarlo en manos de los empresarios. Los países que lograron de-sarrollarse en las últimas décadas, empezando por China, no lo hicieron gracias al libre mercado, sino de la mano de una decidida planificación y con el Estado controlando sectores clave de la economía
jaius@yahoo.com

Scioli, Massa, Binner, cobos, todos se anotan en la carrera presidencial

Cuarenta. Ese es el número ‘mágico’ al que muchos de los candidatos que se presentan el próximo domingo aspiran llegar –o superar–, para elevar sus chances mirando al 2015.
Sergio Massa hace tiempo que le pidió a los suyos “superar esa barrera” para consolidar su proyecto presidencial.
Mauricio Macri, en la Ciudad de Buenos Aires aspira a que sus candidatos también lleguen a ese número y un 25% a nivel nacional, para relanzar su candidatura presidencial.
Y en el mismo lote se anotan Hermes Binner en Santa Fe y Julio Cobos en Mendoza. Este último sueña con superar el 50% de los votos el próximo domingo, para volver a entrar ‘por la puerta grande’ de la política nacional y lanzar después su candidatura presidencial.
Más modesto, el candidato del oficialismo Martín Insaurralde aspira llegar al 33%, que fue el porcentaje obtenido por Néstor Kirchner en el 2009, cuando fue derrotado por Francisco de Narváez, y cumplir con una ‘elección digna’.
El massismo sostiene que sus encuestas le marcan una diferencia de más de diez puntos sobre el candidato Martín Insaurralde. “Si superamos el 40% de los votos, que se escondan debajo de la cama” lanzan desde las cercanías de Sergio Massa, desafiantes.
Por más que no lo digan, toda la estructura del massismo está volcada ya hacia la candidatura presidencial del 2015. Y todo apunta a que competirá con su Frente Renovador, aunque hace algunas horas atrás en un encuentro con algunos de sus funcionarios, Mauricio Macri reveló: “Yo dije que el acuerdo con Massa era hasta el 28 de octubre porque él me dijo que competiría a la presidencia por dentro de la estructura del Peronismo”.
En el macrismo también tienen todo preparado para lanzar el andamiaje hacia el 2015, que incluye potenciar la figura de María Eugenia Vidal en la provincia (la gran pregunta es qué hará Jorge Macri, que sí tiene acuerdo con Massa), y la de Horacio Rodríguez Larreta como el ‘candidato natural’ para suceder a Mauricio Macri en la ciudad. ¿Y Gabriela? Es la pregunta obligada. Responden desde el macrismo: “Será el as en la manga que nos guardamos por si Mauricio no es candidato presidencial, y debemos negociar una fórmula. Gabriela es una excelente candidata a Vice”. Pero se sabe, Gabriela Michetti aspira a ser Jefa de Gobierno.
El gobernador bonaerense Daniel Scioli está en la línea de largada, desde hace tiempo. Y desde el 28 de octubre, sea cual sea el resultado en su provincia, comienza su armado nacional. Algunas líneas ya ha tendido en las provincias, y fiel a su estilo, les ha pedido a varios dirigentes que no anticipen ningún paso, si no cuentan con su autorización.
Tiene muy aceitadas las relaciones con varios gobernadores provinciales, y se sabe que desde hace algunas semanas, ha retomado los diálogos con el cordobés José Manuel de la Sota.
La gran pregunta del sciolismo es si tendrán desde el kirchnerismo el apoyo para su candidatura: “No pedimos que Cristina salga a bancarnos, sólo con que ella deje jugar y no nos hagan zancadillas, estamos conformes.”
A Hermes Binner le saldrá un jugador fuerte, si es que quieren mantener a nivel nacional la experiencia de Santa Fe y la provincia de Buenos Aires: Julio Cobos.
Desde el radicalismo, daría la impresión que el mendocino se encamina a ser la figura presidencial fuerte que el centenario partido pondrá sobre la mesa, llegado el momento de las primarias del 2015. Ricardo Alfonsín ya ha indicado que no aspira a esa postulación e iría por la presidencia del radicalismo mientras Ernesto Sanz jugaría la gobernación de su provincia.
Y Carrió también aspira a jugar en el 2015,en una interna del panradicalismo.
Habrá que ver cómo negocian. Y qué deseos hay de mantener a nivel nacional, lo que han construido en Santa Fe y provincia de Buenos Aires.
Tanto Macri como las figuras del ‘panradicalismo’ sostienen que la sociedad tiene cierto ‘hartazgo’ del peronismo, y que en el 2015 el péndulo se inclinará hacia a alguno de ellos.
Deberán ofertar una alternativa potable y sólida. Hoy, aún no la tienen.
Y es el partido que se comienza a jugar, el próximo 28 de octubre.
c

Una mirada a las últimas cifras


Los consultores diagnostican que el kirchnerismo será la primera fuerza. Todos crecerán si mantienen los resultados de las PASO. Incógnita por el tercer senador porteño. La diferencia en provincia.


A diferencia de otras elecciones, los encuestadores han tenido pocas discrepancias entre sí durante todo el proceso. En forma unánime, los consultores diagnostican que el Frente para la Victoria será la primera fuerza y el gran interrogante es si podrá retener el quórum propio en ambas cámaras. En la provincia de Buenos Aires, los cinco puntos de diferencia que sacó Sergio Massa a Martín Insaurralde se estiraron a 15 en seguida después de las PASO, luego hubo una reducción a siete –verificada por todos los estudios– y en los últimos días parece haberse dado una nueva ventaja. En la Capital también hay coincidencia en que Gabriela Michetti ganará la elección y pasará los 40 puntos. El interrogante es quién conseguirá la tercera banca en el Senado, si Daniel Filmus o Fernando “Pino” Solanas, lo que dependerá de la magnitud del corte de boleta. A más corte, más chances de Filmus, a menos corte, más chances de Solanas.
Hay un crecimiento para casi todas las listas si se compararan los resultados con los de las PASO. Es que en aquella elección no se descartaban los votos llamados no positivos, es decir los que correspondieron a los que sufragaron en blanco o anularon el voto. En esta elección, en cambio, para hacer el conteo de qué porcentaje saca cada candidato, primero se descuentan los votos en blanco y nulos y después se hace el cálculo. En la provincia de Buenos Aires hubo casi cinco por ciento de voto en blanco y uno y medio por ciento de voto nulo.
La convicción de la mayoría de los consultores es que el FpV aumentará sus bancas en la Cámara de Diputados. El problema es si conservan sus asientos los aliados y, en consecuencia, si el oficialismo retiene su capacidad de armar el quórum propio. Otro tanto ocurre en el Senado.
En territorio bonaerense, los 35 puntos que consiguió Massa en agosto se convierten automáticamente en 37 por la forma distinta de cálculo. A esto se agrega lo que ganó a manos de Francisco de Narváez, que consiguió 11 por ciento en las PASO y hoy seguramente bajará a siete. Por su parte, los casi 30 puntos que obtuvo Insaurralde serán 32 y habrá que ver si agrega alguno más, lo que le permitiría estar en lo que se considera el núcleo duro kirchnerista en la provincia de Buenos Aires. La candidata del Frente Cívico y Social, Margarita Stolbizer, mantiene su intención de voto de las PASO. Uno de los grandes interrogantes de la elección de mañana es si el Frente de Izquierda, con Néstor Pitrola como candidato, consigue o no la banca de Diputados. Consiguió el cuatro por ciento en las PASO y, además, quedaron afuera otros candidatos de izquierda, de manera que tiene chances.
En el territorio porteño, la duda fundamental tiene que ver con la tercera banca del Senado. Las dos primeras corresponderán al PRO que, según los encuestadores, estará por encima del 40 por ciento. Todos los consultores están de acuerdo en que del 32 por ciento de los votos que consiguió Unen en Capital, hay una proporción importante que no apoyará a Pino Solanas y existe un corte de boleta Michetti-Carrió que favorece a Filmus. Sin embargo, el interrogante a resolver es si habrá un 35 por ciento de corte de boleta –como aparece en los sondeos– o si la proporción es muchísimo menor. En la Ciudad también tienen chances de conseguir banca Luis Zamora y Jorge Altamira.
En el interior está cantado el triunfo de Hermes Binner en Santa Fe, el de Juan Schiaretti en Córdoba, el de Julio Cobos en Mendoza y la lista del Frente para la Victoria, acaudillada por el gobernador Sergio Urribarri en Entre Ríos.

A 30 años del alfonsinazo


El logo de RA, el Preámbulo de la Constitución y el “Ahora Alfonsín” marcaron una estrategia centrada en un liderazgo personal, que trascendió la UCR y capturó el voto peronista.

 Por Sebastian Abrevaya
En una etapa en la que los partidos tenían un rol fundamental en la política argentina, la elección de 1983 no sólo tuvo la enorme particularidad de abrir el período democrático más largo de la historia argentina, sino de marcar el inicio a una campaña electoral moderna, más centrada en la imagen y en la figura del candidato, un camino que se fue profundizando hasta hoy. Con el objetivo de trascender las pertenencias partidarias, Raúl Alfonsín y su equipo relegaron la marca UCR, el sello partidario y los íconos tradicionales y apostaron fuerte al liderazgo carismático de líder del movimiento Renovación y Cambio, que empezó por su identificación con la República Argentina a través del óvalo con las iniciales RA, con los colores de la bandera nacional. “En la campaña había una contradicción, porque Alfonsín decía no sigan hombres, sigan ideas, pero la UCR no aparecía y siempre firmaba RA. Fue la campaña de un partido que ocultaba su identidad porque tenía históricamente un 25 por ciento de los votos y necesitaba el 50 por ciento”, explica Gabriel Dreyfus, uno de los principales publicistas del equipo que en aquel entonces comandaba David Ratto.
Antes de empezar la campaña, peronistas y radicales estaban convencidos de que el PJ, con Italo Luder de candidato, llegaría a la presidencia, como cada vez que se habían presentado en elecciones libres. “El peronismo pensaba que ganaba con la camiseta, que era invencible, que no importaba el candidato, la campaña, el contexto”, detalla el abogado y periodista Oscar Muiño, autor del reciente libro Alfonsín, mitos y verdades del padre de la democracia. Pero Alfonsín estaba persuadido de que sería diferente y el 30 de octubre de 1983 alcanzó el 51,75 por ciento de los votos, frente al 40,16 de Luder.
El Preámbulo de la Constitución Nacional, el famoso saludo con las dos manos unidas a la altura del hombro, el logo RA, los “alfonsinazos” por todo el país, los slogan “Ahora Alfonsín” y “Con la democracia se come, se cura, se educa”, fueron los puntos más recordados de aquellos años de movilizaciones masivas, que alcanzaron un millón de personas en el cierre de campaña en la 9 de Julio. Apelando a sus mejores condiciones de orador, el 26 de octubre, Alfonsín dio un discurso vibrante y emotivo. “No podemos fallarle más a nuestro pueblo, el último fracaso nos llevó a este período tremendo de la historia argentina... Pero no bastan las buenas ideas, hay que garantizarle al pueblo argentino que no vamos a fracasar. Y la única forma de no fracasar es si logramos concretar una democracia con poder en la Argentina. Y el poder a la democracia se lo da el pueblo. El pueblo unido, sin distinción entre radicales y antirradicales, peronistas y antiperonistas”, exclamó, poniendo en evidencia un mensaje que rescataba el liderazgo de Alfredo Palacios para los socialistas, de Lisandro de la Torre para los demócratas progresistas y de Evita para los peronistas.
Para Muiño, ex subsecretario de Información Pública de Alfonsín, “la idea de que fue sólo una campaña publicitaria es una idea falsa”, ya que había notables diferencias entre los dos competidores. “Los peronistas que participaron en la campaña cuentan que el que parecía candidato peronista por su fuerza era Alfonsín, y el que era más reposado era Luder. Uno era un tribuno de la plebe, mientras el otro era un constitucionalista, un profesor universitario”, completa Muiño. En la misma línea, Dreyfus sostiene que si bien la campaña “ayudó”, “lo central fue el candidato”.
“Fue una campaña muy básica. Con afiches en blanco y negro, televisión en blanco y negro. Con algunos hallazgos muy interesantes desde el punto de vista gráfico como el RA. Eso lo inventó Alfonsín porque le habían regalado una hebilla de cinturón con esas iniciales”, recuerda Martín Baintrub, publicista de la agencia Persuación, que por aquel entonces presidía el centro de estudiantes de la Facultad de Arquitectura y luego la poderosa Federación Universitaria Argentina.
Entre los múltiples factores que llevaron a Alfonsín a la victoria, se destacan su posición contraria a la guerra de Malvinas, su denuncia del pacto sindical-militar, la postura frente a la dictadura, que luego se plasmó en la teoría de los dos demonios, pero que enfrente tenía la “autoamnistía” que proponía el PJ. “Alfonsín logró conmover a las mujeres y a los jóvenes. A las amas de casa por el tema de la paz y a los jóvenes porque tenía un discurso moderno”, señala Muiño.
Un liderazgo fuerte y carismático, un adversario más débil, una gran estructura partidaria detrás, un mensaje político claro y una novedosa campaña publicitaria marcaron aquel camino alfonsinista, que terminó en su victoria y en la apertura democrática, 30 años

La carrera presidencial, 2 años antes, lo que dice la historia reciente

La interpretación de los comicios de hoy como antesala de la elección presidencial de 2015  no toma en cuenta la experiencia de treinta años de democracia. En ningún caso dos años antes era previsible quién resultaría electo. Los grandes vencedores en la provincia de Buenos Aires, de Cafiero, Duhalde y Fernández Meijide a Rückauf y De Narváez, no tuvieron la proyección posterior esperada.


 Un ejercicio revelador es ubicarse dos años antes de cada elección presidencial, para ver si era previsible quién las ganaría o incluso quiénes serían candidatos.
Raúl Alfonsín, 1983. En octubre de 1981 gobernaba el general Roberto Viola y ni siquiera se contemplaba la designación del presidente por otro medio que la deliberación dentro de la Junta Militar. En noviembre, Viola fue depuesto por su colega Leopoldo Galtieri, quien declaró que las urnas estaban bien guardadas. Su mandato se interrumpió en forma abrupta luego de la guerra de las Malvinas. Lo sucedió el también general Benito Bignone, quien firmó la convocatoria electoral. Desde que se abrió la campaña, la única incógnita que importaba era quién sería el candidato del Partido Justicialista, que desde 1946 se había impuesto en todas las elecciones en las que se le permitió participar. Quienes concitaban las mayores expectativas eran Antonio Cafiero, quien contaba con la simpatía del jefe sindical metalúrgico Lorenzo Miguel; el escribano Deolindo Felipe Bittel, que había conducido el partido bajo la dictadura, y el ex presidente interino Italo Argentino Luder, quien fue el designado. Ni los más entusiastas partidarios de Raúl Alfonsín imaginaron hasta muy pocos días antes del 10 de octubre de 1983 que el candidato de la UCR pudiera alzarse con la presidencia. Su elección constituyó por ello un auténtico terremoto político.
1987-Cafiero asestó su primera derrota al alfonsinismo
en la estratégica provincia de Buenos Aires.
Su ascenso a la presidencia parecía inexorable.

1993-Sin posibilidad
constitucional de reelección, Menem ingresaba
en los dos últimos años de su mandato de seis y
Eduardo Duhalde parecía firme candidato
a la presidencia.
Carlos Menem, 1989. En octubre de 1987, la UCR fue derrotada por el rejuvenecido justicialismo en las elecciones legislativas y, lo que es peor, también en la gubernativa bonaerense, donde Cafiero batió al candidato alfonsinista Juan Manuel Casella. Las encuestas previas le daban una ventaja de tres puntos, pero en el escrutinio se impuso por siete. Por primera vez la candidatura presidencial del peronismo se dirimiría en elecciones internas, que fueron convocadas para nueve meses después de la gran victoria de Cafiero, cuya Liga Peronista Bonaerense le garantizaba los votos del mayor distrito electoral del país. Fortalecido por su victoria sobre el candidato oficial Herminio Iglesias en las legislativas de 1985, por su decidido apoyo a las instituciones durante el alzamiento carapintada de 1987, y con control de los bloques legislativos de su partido en ambas cámaras, el gobernador de Buenos Aires era la figura excluyente de la política argentina. Sin embargo, en junio de 1988 fue derrotado por el gobernador riojano Carlos Menem, quien lo había acompañado en la renovación, pero que no contaba con un aparato que pudiera oponer a la maquinaria bonaerense. Tan fuerte era la imagen de Cafiero y tan poco temor inspiraba Menem, que el ministro de Interior Enrique Nosiglia suministró recursos para la campaña interna del riojano, con la esperanza luego realizada, de que sacara de pista al temido candidato bonaerense.
Carlos Menem, 1995. El mandato de seis años de Menem concluía en 1995 y la Constitución no admitía la reelección antes de que pasara un período. Pero en 1993, Alfonsín consintió la reforma constitucional que habilitaría un segundo mandato presidencial, a cambio de la elección de un tercer senador por la minoría en cada provincia, innovación concebida para insuflar vida a su alicaída estructura partidaria. Esto postergó las aspiraciones del ex vicepresidente y gobernador bonaerense desde 1991, Eduardo Duhalde, a quien Menem le había prometido que sería su candidato a la sucesión.
1997-La profesora Graciela Fernández Meijide batió al aparato duhaldista en su bastión bonaerense y se convirtió en la mimada precandidata presidencial para 1999.

2001-Cuando el gobierno de la Alianza mostró sus primeras fisuras, que condujeron a la renuncia del vicepresidente Alvarez, la figura emergente era Carlos Rückauf, quien en 1999 había sido electo gobernador de Buenos Aires sobre Graciela Fernández Meijide. Luego de la crisis de fin de siglo, Duhalde instaló la candidatura de Reutemann.

2005-Luego de la victoria de CFK sobre Hilda González en la provincia de Buenos Aires, nada se oponía a la reelección de Kirchner. Pero el presidente desistió de presentarse y promovió la candidatura de su esposa.
Fernando De la Rúa, 1999. La animosidad que esto generó entre Menem y Duhalde contribuyó a la derrota del justicialismo en las elecciones legislativas de 1997 frente a una Alianza de ocasión entre el radicalismo y el flamante Frente para un País Solidario, Frepaso, un desprendimiento liberal del peronismo liderado por el Licenciado en Historia Carlos Alvarez. También entonces el mayor impacto fue el resultado bonaerense. Alvarez persuadió a la senadora Graciela Fernández Meijide de renunciar a su banca por la Capital y competir por una diputación en la provincia. Esta profesora de francés, madre de un estudiante detenido-desaparecido durante la dictadura y dirigente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, era una personalidad tan irresistible que venció por cinco puntos a la esposa del gobernador, Hilda González de Duhalde, quien había sumado una entusiasta organización de manzaneras al dispositivo territorial de su marido. Duhalde se proclamó como el padre de la derrota. El último día de ese año el columnista Martín Dinatale informó que en la compulsa realizada dentro de la redacción de La Nación, Fernández Meijide había sido designada como la personalidad política del año y anunciaba su candidatura presidencial para 1999, una vez más impulsada por el licenciado Alvarez y con generalizado sostén mediático. Si se hubiera dirimido como estaba previsto en elecciones internas, tal vez el vaticinio se habría cumplido. Pero temeroso de la maquinaria radical, Alvarez convenció a Fernández Meijide de que no disputara contra Fernando De la Rúa, y aceptó acompañarlo él como candidato a vice. De la Rúa relegó a Fernández Meijide y se impuso con holgura a Duhalde, cosas inimaginables dos años antes.
Néstor Kirchner, 2003. De la Rúa y Alvarez contaron con la benevolencia de Menem. El presidente no hizo nada para apuntalar la candidatura de Duhalde, quien perdió ante la Alianza en 1999. Pero su candidato Carlos Rückauf recuperó la provincia de Buenos Aires, a cuya gobernación llegó con una victoria sobre Fernández Meijide. Cuando la Alianza mostró sus primeras fisuras, Rückauf emergió como el favorito para disputar la presidencia en 2003. Pero sobrevino la gran crisis de fin de siglo y Duhalde pudo entrar por la ventana al despacho que las urnas le habían negado. Lo ocupó como encargado interino del Poder Ejecutivo durante unos meses entre 2002 y 2003. La Asamblea Legislativa había concedido a Duhalde permanecer allí hasta la finalización del mandato iniciado en 1999, pero su incapacidad para conducir una situación turbulenta lo obligó a renunciar también él antes de tiempo, como los dos presidentes radicales. Las elecciones de octubre de 2003 se adelantaron para abril y la entrega del mando de diciembre a mayo. Duhalde escogió entonces como su candidato al gobernador de Santa Fe, Carlos Reutemann, quien gozaba de excelente imagen. Pero rehusó presentarse, por razones que ni hoy se conocen con certeza. Néstor Kirchner era un desconocido fuera de Santa Cruz. Incluso en la semana previa a la primera vuelta sólo cuatro de las diez encuestas publicadas vaticinaron que el desempate sería entre Menem y Kirchner mientras otras tantas colocaron en el ballotage contra Menem al radical Ricardo López Murphy, a quien una dio como vencedor. Aún al año siguiente, durante un panel sobre publicidad política y elecciones, Julio Aurelio y Eduardo Fidanza insistieron en que en la Semana Santa previa a los comicios, López Murphy se encaminaba hacia la presidencia, fenómeno que no sucedió según Aurelio por una campaña de estigmatización y de acuerdo con Fidanza por errores del candidato.
CFK, 2007. En octubre de 2005, Kirchner tenía índices abrumadores de aprobación popular y decidió liberarse de la tutela de Duhalde. Postuló la candidatura de su esposa, que pudo batir a la de Duhalde en las elecciones bonaerense para el Senado. A partir de entonces nadie dudó de la reelección de Kirchner en 2007. Se pensaba que CFK podría suceder a Felipe Solá en la gobernación de Buenos Aires. Pero Kirchner declinó su reelección, para impulsar la candidatura de Cristina, quien en 2007 duplicó los votos de la segunda fórmula.
2009-El conflicto con las patronales agropecuarias
de 2008 y las elecciones legislativas de 2009,
con la victoria en la provincia de Buenos Aires
de Francisco de Narváez fueron evaluados como
el fin del kirchnerismo: la presidencia en 2011
estaría entre Julio Cobos y Maurizio Macrì.
CFK, 2011. En octubre de 2009, luego de la elección legislativa bonaerense en la que el filántropo colombiano Francisco De Narváez batió a la lista encabezada por Néstor Kirchner, Daniel Scioli y Sergio Tomás Massa, la prensa opositora dio por terminado el ciclo kirchnerista e incluso se anunció la probable renuncia de la presidente para que asumiera en su reemplazo el vicepresidente Julio Cobos. En cualquier caso, Cobos era el candidato imbatible que en octubre de 2011 disputaría la presidencia con Scioli, Carlos Reutemann y/o Maurizio Macrì. Ninguno de los cuatro fue siquiera candidato y Cristina fue reelecta, con el 54 por ciento de los votos y casi 40 puntos sobre la segunda fórmula. De Narváez sí compitió por la gobernación, pero cayó por 43 puntos de diferencia ante Scioli. Cafiero, Bittel, Fernández Meijide, Duhalde, López Murphy, Reutemann, De Narváez resplandecieron durante sus respectivos quince minutos de gloria y se extinguieron

Lista completa de todos los candidatos que juegan hoy



Click en cada Distrito para conocer a los candidatos.

BUENOS AIRES
CATAMARCA
CHACO
CHUBUT
CIUDAD DE BUENOS AIRES
CORDOBA
CORRIENTES
ENTRE RIOS
FORMOSA
JUJUY
LA PAMPA
LA RIOJA
MENDOZA
MISIONES
NEUQUEN
RIO NEGRO
SALTA
SAN JUAN
SAN LUIS
SANTA CRUZ
SANTA FE
SANTIAGO DEL ESTERO
TIERRA DEL FUEGO
TUCUMÁN

Según un estudio la TV pública mejora el grado de conocimiento de la población acerca de los asuntos públicos

Se ha publicado recientemente un estudio (que puede verse aquí: Soroka et al. 2012. ”Auntie Knows Best? Public Broadcasters and Current Affairs Knowledge”, en British Journal of Political Science), que constata una relación entre el consumo de televisión pública y el mayor grado de conocimiento de la población sobre los asuntos públicos. El análisis se ha hecho mediante encuesta internacional en seis países: Canadá, Italia, Japón, Noruega, Gran Bretaña y Corea del Sur. El resumen del artículo dice así:
“Las televisiones públicas son una parte central del sistema de los sistemas de medios nacionales, y a menudo se las tiene por especialistas en la provisión de noticias relevantes (hard news). Pero, ¿influye la exposición a las noticias públicas frente a la exposición a las noticias privadas en el conocimiento que los ciudadanos tienen de los asuntos de actualidad? Esta es la cuestión que se investiga en este artículo utilizando encuestas en varios países y capturando el conocimiento de los asuntos de actualidad y el consumo de medios. … Los resultados indican que, comparados con los medios comerciales, los medios públicos tienen una influencia positiva en el conocimiento de las noticias relevantes, aunque no todos los medios públicos sean igual de eficaces a este respecto. Las diferencias entre países están relacionadas con la independencia jurídica de los medios, la financiación pública de los mismos y la cuota de audiencia que consiguen.”
En resumen: garantía legal de independencia, más audiencia y más dinero, igual a una población mejor informada de los asuntos públicos.

Sobre el estado benefactor y la reestructuración productiva

En un muy buen post Baleno cita al economista surcoreano Ha-Joon Chang  y en especial refiere  al texto   "23 cosas que no se dicen sobre el capitalismo".

Interesante punteo de temas del que extraemos este, particularmente notable y de gran utilidad para un país como la Argentina que , sí o sí, debe reformular su estructura productiva y los saberes y habilidades de los agentes involucrados.
Los países con Estados de Bienestar más grandes pueden crecer con mayor rapidez  ¿Y qué pasa con las pruebas? ¿Cuál es el comportamiento relativo de la economía de los países que difieren en términos del tamaño de sus Estados benefactores? Como lo dijimos anteriormente, la convención indica que los países con Estados de bienestar más pequeños son más dinámicos. No obstante, las pruebas no apoyan este punto de vista.
Hasta la década de los ochenta, los EE.UU. crecieron mucho más lentamente que Europa, a pesar de que su Estado de Bienestar era mucho más pequeño. Por ejemplo, en 1980, el porcentaje del PBI dedicado al gasto social era de solamente 13,3% en los EE.UU., comparado con el 19,9% para 15 países de la UE. La proporción alcanzaba un 28,6% en Suecia, 24,1% en Holanda y 23% en Alemania Occidental. 
A pesar de ello, entre 1950 y 1987 los EE.UU. crecieron más lentamente que cualquier país europeo. El ingreso per cápita creció un 3,8% en Alemania, 2,7% en Suecia y 2,5% en Holanda, mientras que en EE.UU. creció un 1,9% en el mismo período. Obviamente, el tamaño del Estado de Bienestar no es el único factor determinante para el comportamiento de la economía de un país, pero esto demuestra que un Estado benefactor grande no es incompatible con un alto crecimiento.
Incluso desde 1990, cuando el comportamiento del crecimiento relativo de los EE.UU. empezó a mejorar, algunos países con grandes Estados benefactores lo hicieron más rápidamente.

Por ejemplo, entre 1990 y 2008, el ingreso per cápita en los EE.UU. creció un 1,8%. Es básicamente lo mismo que en el período anterior, pero dado el desaceleramiento de las economías europeas, EE.UU. se convirtió en la economía de mayor crecimiento del “núcleo” del grupo OCDE (es decir, excluyendo los países que aún no son tan ricos, como Corea y Turquía).
Lo interesante es, sin embargo, que las dos economías de mayor crecimiento en el núcleo del grupo OCDE durante el período posterior a 1990 pertenecen a Finlandia (2,6%) y a Noruega (2,5%), ambos con un gran Estado de Bienestar. En 2003, el porcentaje del PBI destinado al gasto social público era de 22,5% en Finlandia y 25,1% en Noruega, comparado con el promedio del OCDE de 20,7% y un 16,2% en los EE.UU. 

Suecia, que literalmente tiene el Estado benefactor más grande del mundo (31,3%, el doble que el de los EE.UU.), marcó una tasa de crecimiento de 1,8%, sólo un poco más baja que la tasa de EE.UU. Contando únicamente la década del 2000 (2000-2008), las tasas de crecimiento de Suecia (2,4%) y Finlandia (2,8%) fueron muy superiores a la de los EE.UU. (1,8%). Si los economistas del libre mercado tuvieran razón con respecto a los efectos perjudiciales del Estado de Bienestar en la ética del trabajo y los incentivos para la creación de riqueza, este tipo de cosas no ocurriría.
Con todo esto, por supuesto, no quiero sugerir que el Estado benefactor sea necesariamente bueno. Como toda institución, tiene sus lados buenos y malos. En especial cuando se basa en programas dirigidos, en lugar de universales (como en los EE.UU.), puede estigmatizar a los beneficiarios de la asistencia social. 

El Estado benefactor eleva el “salario de reserva” de las personas y los desalienta a tomar empleos con bajos salarios y condiciones pobres de trabajo, aunque si esto es malo o no es discutible (personalmente creo que unagran cantidad de “trabajadores pobres”, comoen los EE.UU., es un problema tan importante como el de las tasas de desempleo generalmente altas que se observan en Europa). Sin embargo, si está bien diseñado, enfocado a dar a los trabajadores una segunda oportunidad, como en los países escandinavos, puede estimular el crecimiento económico al predisponer a la gente al cambio y lograr que la reestructuración industrial sea más fácil.
Podemos manejar nuestros autos a gran velocidad porque tenemos frenos. Si los autos no tuvieran frenos, ni siquiera los conductores más habilidosos se atreverían a ir a más de 30 o 40 kilómetros por hora, por miedo a un accidente fatal. De la misma forma, la gente puede aceptar de mejor gana el riesgo del desempleo y la necesidad de capacitarse para adaptar sus habilidades si saben que esas experiencias no van a arruinar sus vidas. Por eso, un gobierno más grande puede hacer que la gente esté más abierta al cambio, y de esa manera, que la economía sea más dinámica.

Marketing del punto y banca; algunas preguntas

Massa dice que es Flandria jugando contra Boca, instalando la idea que el gobierno nacional, en sus palabras, posee un aparato inmenso de comunicación frente a su armado desprovisto de ese poder de fuego. El gobierno dice que Massa es el candidato de Clarín y que todo el dispositivo comunicacional del grupo está afectado a la campaña de Massa. Macri dice que no tienen aparato, solo a la gente. Stolbizer que el candidato de Clarín es Massa y que no tienen ni los recursos de De Narváez, menos los del gobierno. De Narváez dice que Massa es el candidato de Clarín y que el grupo lo invisibiliza, y que el gobierno nacional utiliza todos los recursos del estado para la campaña.

Preguntas:

Existe la sensación en estos espacios de estar en desventaja? es un recurso de marketing ser punto y no banca? ambas cosas son ciertas? 




Elites y estado

Por Mariano Kestelboim * y Daniel Schteingart **

“El mundo más conveniente
para los gigantes multinacionales
es un mundo poblado
por Estados enanos o
sin ningún Estado”

Eric Hobsbawm

La ideología neoliberal ha oscurecido el rol del Estado en la constitución de las sociedades capitalistas desarrolladas, considerando al capitalismo como la derivación lógica y necesaria de una determinada naturaleza humana. Sin embargo, la experiencia histórica comprueba que todos los casos exitosos de desarrollo han requerido de una muy activa intervención estatal. Esa acción permitió construir mercados, orientar el accionar de las elites hacia procesos de inversión sostenida e innovación tecnológica, erigir modos de inserción económica con el resto del mundo y lidiar con conflictos sociales, característicos de cualquier sociedad.
Aun en la librecambista Inglaterra, adorada por la ortodoxia como el ejemplo de laissez-faire, el Estado tuvo un rol crucial en la promoción de una burguesía industrial emprendedora.
En el libro ¿Qué fue del buen samaritano?, el investigador coreano Ha Joon Chang señala que, entre los siglos XV y XVIII, Inglaterra se valió de protecciones aduaneras, subsidios, derechos de monopolio y espionaje industrial para desarrollar la industria textil, que luego sería el motor de la Revolución Industrial.
Potencias como Alemania, Japón y Estados Unidos también aplicaron una fortísima intervención pública. Durante largos períodos, impusieron trabas al comercio de mercancías industriales y al flujo de capitales, con el objetivo de volver más sólidas sus capacidades tecnológicas.
Como señala Chang, “no todos los países han tenido éxito mediante protección y subvenciones, pero muy pocos sin ellas”. Una vez desarrollados, advierte el investigador asiático, un excesivo proteccionismo dejó de ser funcional a su sostenimiento, en tanto pasaron a necesitar exportar sus manufacturas a países que no tienen la capacidad de fabricarlas. Así, sus recomendaciones de política hacia naciones subdesarrolladas se basaron en la máxima “haz lo que yo digo, pero no lo que yo hice”.
Además, los Estados de los países desarrollados impulsan innovaciones básicas que luego son aprovechadas por capitalistas para introducir nuevos productos a los mercados. En el libro El Estado emprendedor, la investigadora italiana Mariana Mazzucato desmitifica una idea consolidada que muestra a empresarios innovadores que desarrollan productos “a pesar” de la intervención pública. Las contribuciones de la industria bélica estadounidense han sido fundamentales. Mazzucato cita los casos de Apple y Google, cuyo éxito no habría tenido razón de ser de no haber sido por el complejo militar-estatal norteamericano, que facilitó herramientas como el GPS o Internet.
Como bien reconoce Chang, la protección y los subsidios por sí solos no garantizan el desarrollo. Las experiencias latinoamericanas prueban que éstos pueden promover capturas de rentas por parte de las elites protegidas, alejando así la posibilidad de crear una cultura empresaria proclive a la inversión. La economía soviética también probó que la intervención estatal por sí sola no garantiza nada. El accionar público es necesario, pero además debe ser eficiente y depende en buena medida de su posibilidad de alterar relaciones de poder.

Distribución

El investigador chileno Gabriel Palma, en “Sectores medios homogéneos vs. extremos heterogéneos, y el final de la ‘U invertida’: de lo que se trata es de lo que se apropian los ricos”, muestra que lo que realmente determina el grado de desigualdad de una sociedad es la relación entre lo que obtiene el 10 por ciento más rico y el 40 por ciento más pobre. En otras palabras, la fracción de la torta que captan los sectores de ingresos medios es relativamente similar entre los distintos países, en tanto que las grandes diferencias se encuentran en los extremos de la pirámide social.
El 10 por ciento más rico maneja el grueso de lo que en economía se conoce como “excedente”, es decir, aquella parte del ingreso que sobra una vez cubiertos los gastos de las necesidades básicas de consumo y del mantenimiento de las instalaciones productivas. El excedente puede utilizarse de tres maneras: inversión, consumo suntuario o fuga de capitales. Palma revela que el 10 por ciento más rico en Asia oriental invierte más del 70 por ciento del excedente, mientras que el 10 por ciento de los de mayores recursos en América latina destina apenas alrededor del 30 por ciento a la inversión productiva. Esto quiere decir que de cada 100 dólares que se queda el 10 por ciento más rico en Latinoamérica, 70 se usan para consumo de lujo o fugar capitales. Según el autor, este comportamiento diferencial entre las regiones explica por qué la inversión llega a niveles superiores al 30 por ciento del PBI en el este asiático, y a sólo el 20 por ciento en esta región.
El crecimiento sostenido requiere poder ensanchar constantemente la capacidad productiva, para lo cual es un requisito que la inversión tenga mayor participación en el producto. ¿Por qué, entonces, en ambas regiones el comportamiento de las elites ha sido tan disímil?
La discusión al respecto es enorme y diversas explicaciones pueden complementarse. Varias investigaciones (entre ellas, las de Peter Evans y Alice Amsden, dos de los más reconocidos analistas de las experiencias asiáticas de desarrollo tardío) han probado que el logro de los “tigres asiáticos” se explica por la edificación de un Estado sumamente eficiente, capaz de ejecutar exitosamente una política industrial de transformación de la estructura productiva. Sin embargo, como fue dicho, la calidad del accionar estatal está estrechamente vinculada con el comportamiento de las elites vernáculas. Amsden señala que al momento del despegue coreano (principios de la década de 1960), la distribución del ingreso era mucho más igualitaria que en América latina. En consecuencia, las elites eran significativamente más débiles y pudieron ser disciplinadas desde un Estado que les otorgó subsidios a la producción industrial y protección de mercado a cambio de metas de de-sempeño. En otros términos, el Estado logró redistribuir recursos y que las transferencias de ingresos a la élite derivaran en que ésta se volviera innovadora y eficiente, bajo la amenaza de que, si no lo hacía, se la castigaría. En América latina, en cambio, las protecciones sin contraprestación e interrumpidas agresivamente por políticas liberales implicaron empresas demasiado orientadas a la búsqueda de ganancias fáciles y no basadas en el esfuerzo y la innovación.

Capitalismo chino

El caso taiwanés es aleccionador. Entre 1912 y 1949, China había experimentado un fallido desarrollo capitalista comandado por el Partido Nacionalista (el Kuomintang). Predominaba un capitalismo de tipo predatorio, en el cual las elites –básicamente, terratenientes– tenían un gran control sobre la economía y gastaban el excedente de forma improductiva. Tras la revolución de 1949, el Kuomintang fue perseguido y muchos de sus cuadros técnicos y políticos se exiliaron en la isla de Taiwan, que fue ocupada por alrededor de dos millones de chinos del continente.
De este modo, en la migración a la isla de Taiwan, el Kuomintang se preocupó por deshacerse de dicho lastre. Sobre estas bases, y con una distribución del ingreso al momento inicial del desarrollo similar a la coreana, Taiwan también construyó un Estado con elevadas capacidades administrativas y tuvo éxito en su planificación económica.
La ubicación geográfica, tanto en Corea como en Taiwan, en el contexto de Guerra Fría, los ayudó significativamente: Estados Unidos, ante la amenaza de la expansión del comunismo, facilitó sus procesos de desarrollo, por ejemplo, por medio de la apertura de su mercado a las manufacturas de estos países y aportando divisas y tecnología.
En el artículo “¿Qué capitalismo es el chino?”, el historiador Maurice Meisner también remarca que el boom de la locomotora asiática está estrechamente asociado a lo que ocurrió con sus elites. Según el autor, la revolución del ‘49 logró desarticularlas, canalizando, a partir de políticas públicas, el excedente agrario hacia distintos fines estratégicos. Entre ellos, se destacaron su programa de industrialización y la notable mejora de los servicios de salud y educación. Esto sentó las bases para el virtuoso devenir económico de China de las últimas décadas. Su nueva elite poco y nada tiene que ver con aquella parasitaria que había dominado la economía durante la primera mitad del siglo XX.
La relación de poder entre los Estados y las elites es mucho menos favorable para emprender un proceso de desarrollo en América latina. Las corporaciones en Latinoamérica cuentan con un poder de veto mucho mayor que en Asia. Muchas no son controladas por residentes locales y responden a estrategias globales que pueden no coincidir con los propósitos y necesidades nacionales de desarrollo. El otro gran contraste es que aquí, a diferencia de las experiencias de China, Corea y Taiwan, los regímenes políticos son democráticos, lo cual supone una dinámica de relación de fuerza Estado-elites que requiere niveles de consenso más amplios para la aplicación de determinadas políticas.

Plan integral

En el caso argentino en particular, el balance de la década kirchnerista es, en líneas generales, positivo. Hoy el Estado tiene una autonomía considerablemente mayor respecto de las presiones corporativas que sufría hace diez años. Esta mayor capacidad fue lograda fundamentalmente a través de la superación de la crisis de 2001, la inclusión social, el desendeudamiento y la recuperación de la plataforma productiva. Sin embargo, la intervención estatal ha tenido fallas importantes, como en la política energética y de transportes, en la pérdida de credibilidad del sistema estadístico, o en la administración cambiaria, que pueden atentar contra la necesidad de fortalecer los grados de autonomía recuperados y requeridos en un proceso de desarrollo.
El desafío debe consistir en seguir mejorando la calidad de la intervención estatal, de modo que las elites deban acoplarse a un plan integral de desarrollo. Ello sólo puede darse a partir del apoyo de una amplia base social que incluya tanto a sectores populares como a empresariales y logre contrapesar los intereses centrífugos de la las elites. Este proceso debería sortear un escenario mucho más complejo por la enorme liberalización económica global, la mayor independencia de los grupos de poder económico y la degradación de las instituciones públicas sufrida en las últimas dos décadas y media del siglo pasado. Sin embargo, la unión política a nivel regional, las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación que contribuyen a una gestión pública más eficiente, los mejores precios de exportación de los recursos naturales y la recuperación de facultades de regulación estatal de la última década son factores que pueden contribuir positivamente en esta misión.
* Economista (UBA), miembro de SIDbaires. @marianokestel
** Sociólogo (UBA), miembro de SIDbaires, maestrando en Sociología Económica en IdaesUnsam. @danyscht
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La oposición quedó dividida después del fallo de la Corte

La Corte Suprema de Justicia de la Nación declaró ayer la constitucionalidad de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSA) y movió el avispero político. Mientras el kirchnerismo festejó en bloque que la ley de la democracia pueda aplicarse integralmente, los sectores de la oposición mostraron sus diferencias por el fallo.

Elisa Carrió, del frente UNEN, afirmó que la decisión judicial forma parte de un pacto entre el presidente de la Corte Suprema y el Gobierno. "Hoy es el día del cumplimiento del pacto Lorenzetti-Cristina-Zannini. En el momento que denunciaba este pacto el presidente del bloque del PRO, Federico Pinedo y de la UCR, Ricardo Gil Lavedra, así como analistas como Joaquín Morales Solá me desautorizaban diciendo que no había pacto", escribió la diputada en su cuenta de Facebook.

El jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, realizó una  interpretación del fallo y señaló en su cuenta de Twitter: “La Corte ha sido clara que el Afsca tiene que ser independiente y hoy no lo es, por lo que el gobierno no puede tomar ninguna medida”. La diputada Patricia Bullrich, flamante incorporación del PRO, se sumó a la estrategia de su jefe político. “La Corte dice que para que sea constitucional la ley debe aplicarse con igualdad y debido proceso. Ergo no lo es. La Corte dice para que sea constitucional los medios públicos no deben ser instrumentos de apoyo a una política de gobierno. Ergo no lo es”, afirmó, confundiendo las resoluciones del fallo con los criterios de aplicación del tribunal.

Pero no todos los opositores salieron a defender a Clarín. El gobernador de la provincia de Santa Fe, el socialista Antonio Bonfatti, afirmó: “La Justicia emitió su fallo y hay que respetarlo. Yo abogo por la pluralidad, estoy de acuerdo con que tenemos que tener ley de Medios y todo el mundo pueda tener la palabra".
Victoria Donda y Humberto Tumini, dirigentes de Libres del Sur e integrantes de UNEN, celebraron el fallo. “Siempre hemos creído en la independencia de esta Corte. En el marco de lograr mayor institucionalidad, por lo tanto y consecuentemente con ello, debemos respetar este fallo y avanzar hacia una real pluralidad de voces, algo en lo que este gobierno no se ha destacado particularmente”, expresó la diputada nacional. Tumini, secretario general del movimiento, tuiteó: “Hemos defendido la independencia de la Corte cuando votaba contra el gobierno K. La defenderemos si resuelve en contra de Clarín”.
Pino Solanas, compañero de fórmula de Carrió en las elecciones del último domingo, se diferenció de la fundadora del Ari. “El fallo de la Corte Suprema debe acatarse pero la ley es imperfecta y necesita modificaciones”, manifestó. Otro integrante de UNEN, el diputado radical Ricardo Gil Lavedra, afirmó: “Más allá de su acierto o error, el fallo debe ser respetado. Reconoce la potestad del Congreso, lo que no significa que la ley sea buena”.
Por último, el diputado Ricardo Alfonsín también celebró la noticia. “La Justicia se expresó: a respetar el fallo, tanto quienes cuestionaban la ley como quienes no la cumplen aunque el AFSCA no se los reclame”.

Marca política y clivaje eficaz


Empleo industrial y sustitución de importaciones en la industria automotriz


Uno de los temas que más preocupa al conjunto de los trabajadores y  al Gobierno Nacional es, a pesar de la baja de casi 20 puntos en la tasa de informalidad en la última década , la persistencia de altos niveles de trabajo ilegal, independientemente ya del nivel de desempleo y crecimiento económico.

Pareciera que la tasa de informalidad se ha estancado desde hace un trienio y no desciende al ritmo esperado o lo hace muy lentamente y sabemos qué implica para el trabajador hacerlo en la ilegalidad: ausencia de cobertura social y previsional y salarios promedios equivalentes al 60% de su par formal por igual carga horaria y actividad.

Una de las explicaciones posibles de la persistencia de alta tasas de informalidad laboral , consiste en observar qué está sucediendo con el empleo industrial, en tanto es en el sector industrial donde se manifiestan mayores niveles de formalidad laboral y mejores salarios, a diferencia por caso del sector agropecuario donde, a pesar de las enormes tasas de ganancia del sector, los niveles de informalidad promedio superan ampliamente la media nacional y el salario medio del sector cae bien por debajo del promedio nacional.

Para observar entonces qué sucedió en la última década con el empleo industrial extraemos del estudio "El empleo industrial: Balance de una década (2003-2012)", de Adriana Marshall y Laura Perelman, esta interesante reflexión entre la evolución del PIB y el empleo industrial, su productividad y la elasticidad empleo-producto en el período 2004-2011 que se desprenden del cuadro que abre el post.

"Se identifican entonces dos fases diferenciadas en el proceso de expansión industrial, una de ellas con fuerte crecimiento del empleo, que transcurrió entre 2004 y 2007 (con una tasa promedio anual de aumento del empleo del 6.8%), y la siguiente, que se desarrolló durante 2008-2011 (con un incremento promedio del empleo del 0.9% por año, incluyendo la retracción del -3.6 % en 2009) o, más estrictamente, la que siguió a la recesión de 2009, durante 2010-2011, con escaso reclutamiento y mayor dinamismo en el avance de la productividad, durante la cual el empleo creció en promedio un 2.3% anual."