Shenzhen, el Silicon Valley de China


Shenzhen, la ciudad china que conquista el mundo con su tecnología


Guillermo Abril


Hace tres décadas era una villa de pescadores. Hoy es el Silicon Valley de China. Una megaciudad en la que han nacido gigantes como Huawei o Tencent. Joven, ultrarrápida, competitiva. Y a la que acuden buscavidas de todo el país, y de medio mundo, a prender la mecha de sus sueños electrónicos.


1. La eficiencia es la vida

SHENZHEN ESTÁ MUY BIEN”, dice Eric Hu. “Si logras sobrevivir a ella”. Habla rápido. Piensa rápido. Lleva el pelo disparado, camiseta raída, deportivas. Mira su móvil a menudo, un Huawei, marca china, y con orgullo: “El iPhone”, dice, “es una basura”. Es de noche a este lado del mundo y conduce su Audi Q5, en cuyo retrovisor bailan dos peluches de Hello Kitty. Quiere mostrar algo en el centro de esta ciudad masiva, símbolo del capitalismo asiático, una especie de El Dorado tecnológico donde los recién llegados buscan emular a los fundadores de las grandes compañías del país. Aquí han nacido gigantes como Huawei, segundo productor mundial de teléfonos inteligentes y líder en redes de telecomunicaciones, y Tencent, una de las mayores empresas de Internet del planeta, creadora de WeChat, el Whats­App chino, con 1.000 millones de usuarios. Pero hay otras 8.000 empresas de alta tecnología. El sector aporta un 40% a la economía de la ciudad. Y ese PIB es monstruoso: el de Shenzhen se codea con el de Irlanda; el de la región, conocida como el Delta del Río de la Perla, que incluye otras ocho urbes de China y las regiones especiales de Hong Kong y Macao, es equiparable al de toda Rusia.
  Woody Hu, subido a una azotea de Shenzhen, se hace un selfie con una cámara portátil de realidad virtual creada por Insta360, la start-up local en la que trabaja. James Rajotte


Entre volantazos, Hu va enviando mensajes de voz a través de WeChat (“WhatsApp es otra basura”). Fundó hace tres años una start-up de drones resistentes al agua llamada Swellpro. Obras de ingeniería con ocho patentes propias y una cámara 4K para grabar escenas marinas. Se venden por 1.600 euros. La mayoría acaban en Occidente. Muchos, en manos de gente adinerada con barcos o yates. Pero nacen en una zona polvorienta, a las afueras, donde se sucede el paso de camiones, los obreros jovencísimos duermen en pisos junto a las fábricas y uno encuentra, caminando por sus callejuelas, todo tipo de negocios de manufacturas tecnológicas. Shenzhen, cuenta, es el mejor lugar para la innovación. Con una cadena de suministro de componentes electrónicos inigualable. “Atrae a gente joven, educada, enérgica”, dice Hu. “Va a toda velocidad. La competencia es altísima”. Los rascacielos brillan a través de la ventanilla. “Este lo levantaron en dos años”, señala uno. Cruza una zona de libre comercio recién abierta por el Gobierno. Carriles atascados. Coches caros. Y, al fin, se detiene. Desciende y señala la inscripción en unas piedras. En caracteres chinos se lee la filosofía que define la ciudad: “El tiempo es dinero. La eficiencia es la vida”.
El chino Jason Gui con sus gafas inteligentes.


Hu nació en 1980, año en que Deng Xiaoping convirtió Shenzhen en la primera zona económica especial del país. Una puerta abierta al liberalismo, a la iniciativa privada. Un experimento de la China del futuro. La ciudad era un pueblo de pescadores con 30.000 habitantes. Hoy, el censo oficial ronda los 12 millones; el extraoficial alcanza los 20. Una locomotora a la que llegan cientos de miles de buscavidas al año. Ingenieros hipercualificados, legiones de obreros. No se ve un rostro viejo en la calle. La edad media ronda los 28. En Shenzhen casi nadie es de Shenzhen. Él creció en una zona rural de la provincia entre gallinas y cultivos de arroz. Estudió ingeniería, trabajó en una fábrica de móviles de Samsung (en la región se encuentran muchas de las megafábricas del mundo) y en 2005 se mudó a la ciudad a probar fortuna. Pulió el inglés vendiendo USB y cámaras. Luego se lo montó por su cuenta. Su negocio, explica, consiste en “desarrollar productos; no uno barato, sino innovador, alta tecnología”. Esboza ideas; sus ingenieros diseñan y ensamblan hasta dar con un prototipo. Su último invento es un proyector portátil del tamaño de un puño. Shenzhen, explica, es el paraíso del hardware. Lo físico, el artefacto. Con un ecosistema ultraveloz donde el paso de la idea a la producción en serie sucede en un suspiro y casi en la misma manzana. Y mientras sueña con dar el gran golpe, recuerda con nostalgia su primer apartamento compartido en un barrio del que hoy no queda más que el templo budista. Allí ahora se yerguen los rascacielos del parque tecnológico, donde hay unas 1.300 empresas; un centenar de ellas cotizando en Bolsa.

2. El gigante tecnológico

YU CHENGDONG ENTRA en la sala de juntas sin corbata y seguido por una secretaria con tacones altos y peluche colgado del móvil. Saluda en español. Habla un inglés rocoso. Es el consejero delegado de una de las tres patas de Huawei, la división de teléfonos y otros productos de consumo. Suman un tercio de los ingresos de la multinacional, cuya facturación ronda los 65.000 millones de euros, cuenta con 180.000 empleados en 170 países y lidera el mercado de móviles en China; en España se bate el cobre con Samsung por el primer puesto; en el mundo, el mano a mano es contra Apple, ambos a la zaga de Samsung. El ejecutivo asegura que la compañía no hubiera existido de no haber nacido en Shenzhen: “Hace 30 años, cuando China no era tan abierta, se convirtió en una ciudad de acogida. Capitalista en lo económico, no en lo político. De estilo occidental. Donde se podía desarrollar una gestión moderna”. Él, ingeniero de la Universidad de TsingHua, “el MIT chino”, se unió a la empresa en 1993, cuando empezaba a desarrollar infraestructuras telefónicas. Huawei fue fundada en 1987 por el exmilitar Ren Zhengfei con apenas 5.000 euros. Una empresa privada cuya primera sede se encontraba entre cultivos. Hoy se han trasladado a un campus tecnológico de 200 hectáreas a las afueras de la ciudad, con universidad propia, apartamentos para trabajadores, jardines zen y furgonetas que desplazan a sus empleados de un edificio a otro con el aire acondicionado a todo trapo. Pero no están contentos. “Podemos hacerlo mejor”, dice Yu. Y para mostrar que andan en ello han invitado a su sede a medio centenar de instagramers, youtubers y periodistas occidentales (entre ellos, El País Semanal). Según el CEO, “nuestro problema no es la innovación. En eso somos fuertes. El gran reto es que no somos una marca conocida. Nadie la conoce”. El marketing, la gran tragedia china. Una lucha contra sí mismos para pasar de ser sinónimo de producto barato al artículo de alta gama.



“Hace 30 años, Shenzhen se convirtió en una ciudad de estilo occidental. Capitalista en lo económico, no en lo político”, explica el CEO de Huawei

Durante dos jornadas de conferencias y powerpoints en el interior de una moderna mole de vidrio que, a vista de pájaro, tiene forma de llave, directivos desgranan detalles de su próximo lanzamiento, el móvil Mate 10, cuyo chip Kirin 970, aseguran, emula al cerebro humano: “Unidad de procesamiento neuronal”, lo llaman. El teléfono, a punto de lanzamiento (salió a la venta en octubre), está custodiado en un maletín con tres cerraduras (numérica, de llave y por bluetooth), se colocan guantes blancos para tocarlo, hacen firmar contratos de confidencialidad antes de echarle un ojo. Y en cada receso proyectan anuncios en los que una voz sensual de mujer susurra sueños electrónicos.
los europeos Kristina Cahojova y Hynek Jemelik, inventores de un medidor de fertilidad femenina, han creado sus productos en la aceleradora de start-ups HAX, en Shenzhen.


También han decidido abrir sus puertas para mostrar una cara transparente, dinámica, que recuerde a sus competidoras estadounidenses. Recorremos laboratorios donde ingenieros con bata torturan equipos y terminales para medir su resistencia. En las estancias hay carteles que avisan: “Prestad atención a la información de seguridad para proteger nuestras patentes”. Una visita exprés atravesando pasillos interminables y desiertos de mármol. Nunca oficinas con trabajadores. Está prohibido sacar fotos en la mayoría de salas. Y, al contrario del mundo que uno imagina, pongamos, en Google, se ven mesas de pimpón, pero sin red. Piscinas paradisiacas con horarios estrictos. Mesas de billar cubiertas. Al foráneo no se le permite conversar con empleados de forma espontánea. Y el ingeniero autorizado a charlar, bajo la mirada de sus jefes, responde así sobre sus aspiraciones personales: “Se parecen al eslogan de la compañía: construir un mundo más conectado”. El control es férreo. “Es una empresa militar”, ironiza un financiero que conoce el sector, en referencia a los años de juventud de su fundador en el Ejército Popular.

Si uno quiere hablar sin trabas con un empleado de Huawei, toca irse al ­Pizza Hut más cercano al campus. En una mesa hay cuatro telecos extranjeros. “Somos la ONU”, bromean. Vienen de Brunei, Sri Lanka, Egipto y Costa de Marfil. Especialistas en redes, han venido a formarse en la sede. Suspiran porque desde que aterrizaron no han podido mirar Facebook y WhatsApp funciona solo a rachas: olvidaron instalar en el móvil, antes de viajar, una VPN (red privada virtual) con la que los usuarios sortean de forma cotidiana la gran muralla china de Internet y acceden al otro lado de la censura. No hay que olvidar dónde estamos. Ni lo cerca que se encontraba esos días el XIX Congreso Nacional del Partido Comunista de China: la prensa regional habla de la necesidad de “erradicar rumores políticos online”. Durante la comida, cuando al fin logran conectar con el otro lado, el egipcio exclama: “¡Soy libre!”. El grito suena extraño en boca de los creadores del sistema. Pero esta es una ciudad de contradicciones, donde conviven las multinacionales de fast food y las banderas comunistas en cada avenida.
3. Los inventores

SI EN SILLICON VALLEY se sueña en los garajes, muchos de los recién llegados a Shenzhen con ínfulas digitales se asientan en apartamentos de Baishizhou, un barrio laberíntico, de estructura medieval y algarabía callejera, con viejos edificios de poca altura desde cuyas ventanas se puede estrechar la mano al vecino del bloque de al lado. Cuenta con unos 150.000 habitantes, 20 veces la densidad de población del resto de la ciudad. Y en sus recovecos se mezclan jugadores de mahjong, vendedores de lichis y pescado vivo, desplumadores de patos, marañas de cables que cuelgan hasta el suelo como yedras y jóvenes hipsters que regresan de hacer deporte a media tarde. La zona ha quedado acordonada por rascacielos. Y ya existe un plan para derribarlo y levantar sobre sus escombros torres de vidrio y acero.



“Los jóvenes vienen con la idea de que pueden crear algo por sí mismos. Es un auténtico cambio en la mentalidad china”, asegura Eli MacKinnon, de Insta360

Shenzhen es la urbe que más rápido se ha convertido en una megalópolis en la historia, según Juan Du, profesora de arquitectura en la Universidad de Hong Kong. En 1979 ni siquiera contaba con el estatus de ciudad. Hoy posee 49 edificios que superan los 200 metros de altura, incluido el segundo más elevado del país, de casi 600 metros; y hay otros 48 en camino. El fervor inmobiliario la ha convertido en la burbuja más cara de China: el metro cuadrado cuesta 5.500 euros de media. Y los chengzhongcun (“aldeas en medio de la ciudad”) quedan como testigos enanos de la era en que todo comenzó. En ellos, los alquileres aún son aceptables y atraen a gente como Eli MacKinnon, de 28 años, un neoyorquino que trabaja en Insta360, una start-up local que fabrica cámaras de realidad virtual.
Una empleada de Tencent, creadora de WeChat y una de las mayores empresas de Internet del mundo, fundada en Shenzhen. James Rajotte


MacKinnon habla chino con destreza, se desenvuelve bien con su porte atlético, pero se ha quedado viejo: el fundador de la empresa, JK Liu, tiene 26 años. Y la edad media entre sus 250 empleados es de 24. Impresiona el ambiente de trabajo en la sede: jóvenes, casi adolescentes, teclean concentrados, sentados en hileras en una estancia con enormes cristaleras a través de las cuales se ven edificios a medio hacer. Muchos tienen grandes peluches junto al teclado. Se explican: son almohadas. A la hora de comer apagan las luces, colocan el peluche sobre el escritorio y echan la siesta. Luego siguen trabajando.

La compañía nació en 2014 y la historia de su fundador ya ha aparecido en Forbes: JK Liu se mudó a Shenzhen con compañeros de la Universidad de Nanjing, convencieron a una firma de capital riesgo y acabaron creando cámaras portátiles, asequibles, que se acoplan al móvil y captan el mundo en 360 grados. Tras un rato en su sede, entre gafas de realidad virtual y bolas futuristas con visión de pez, da la sensación de que las imágenes gobernarán el planeta en breve. MacKinnon nos guía hasta una azotea, en la planta 29, para mostrar las virguerías que se pueden hacer con los inventos: registrar escenas tipo Matrix, en las que el retratado queda congelado. Selfies en los que uno parece contenido en una esfera. Desde lo alto se escucha el taladro incesante de las obras. Un sonido envolvente, también en 360 grados. Si uno cierra los ojos, parece que el suelo temblara bajo los pies. La ciudad en estado febril, gruñendo como un crío en un pico de crecimiento. Quizá sea el sonido del capitalismo, el de los imperios en su apogeo. “Quien llega a Shenzhen viene con la idea de que puede crear algo por sí mismo”, dice MacKinnon. “De que no hay barreras que no pueda saltar. Supone un verdadero cambio en la mentalidad china”.
Una inscripción define la filosofía de la ciudad: “El tiempo es dinero. La eficiencia es la vida”.


Jason Gui representa esa nueva China. Tiene 26 años y lleva unas gafas que de lejos parecen de diseño. Las ha impreso con una máquina de 3D. Toca con el dedo una patilla y comienzan a emitir la música de su móvil, o eso dice él, porque no se oye nada: solo vibra una protuberancia en las varillas, y esa vibración, en contacto con un hueso de su cráneo, hace que la oiga dentro de su cabeza. Las ha bautizado a la francesa, Vue, pero él nació en Shenzhen. Su familia se mudó desde el interior de China. Les fue bien, pillaron años de boom inmobiliario, y él ha estudiado en Australia, Nueva Zelanda y EE UU. Pasa la mitad del año en San Francisco, donde se encuentra la rama de marketing y diseño de su compañía, y la otra en Shenzhen, donde tiene la pata de I+D en este espacio llamado Hax, una aceleradora de start-ups con capital estadounidense, a cuya sede acuden emprendedores de medio mundo para pulir prototipos en sus talleres repletos de cables. Entre pantallas, asoman el rostro un par de taiwaneses, flaquitos y aniñados, inventores de una máquina para jugar al pimpón en solitario; o el griego George Kalligeros, ingeniero de 24 años, con experiencia en Tesla y Bentley, creador de un artilugio que convierte “en minutos” cualquier bici en una eléctrica. Aquí no vale lo etéreo. Esto va de hardware, de productos físicos que mejoran hasta encontrar el diseño perfecto. Los creadores muestran sus inventos recién salidos del horno, como esta especie de fruto cerúleo, “pequeño y sexy”, dice su autora, la checa Kristina Cahojova, de 28 años, que llegó hace un mes y en 10 días tuvo listo su medidor de la fertilidad femenina. Da mucho que pensar el potencial de un aparato semejante conectado al móvil, a Internet: ¿Qué tipo de compras te sugerirá Google en días fértiles? ¿Qué música? ¿Qué restaurantes? De esto, en el fondo, va el negocio. De millones de aparatos conectados, generando información sobre patrones de vida. Los expertos lo llaman IoT, el Internet de las cosas, en sus siglas en inglés.
4. Hong Kong



“La gente aquí se rompe el culo a trabajar. ¿Crees que Suecia es el mundo real? El mundo ha cambiado y Occidente no lo pilla”, dice el cofundador de BRINC

DE IOT SABE bastante Bay McLaughlin, estadounidense de 34 años, gorra surfera y mirada mesiánica, que trabajó 10 años en Silicon Valley, 6 de ellos en Apple, hasta que se dio cuenta de que vivía en el día de la marmota: “Dejó de haber innovación. Se repetían los mismos pitches, las mismas ideas, modelos, inversores. Entonces surgió una nueva tendencia: el hardware. Y lo vi claro. Si quería participar en la siguiente revolución, necesitaba venir al sur de China. Porque no va a suceder en Silicon Valley. Todo lo que va a tener impacto vendrá de Asia. Y China va a ser la locomotora”. Pero no se asentó en Shenzhen, sino en la ciudad vecina, ya casi la misma, a 30 kilómetros en línea recta, y separada por una frontera que cruzan 80 millones de personas al año: Hong Kong, “el rostro occidental de China”, la llama, una de las plazas financieras más poderosas, en cuyas calles se mezclan las razas, los dialectos, las inversiones; la región administrativa especial, democrática, futurista, donde se conduce por la izquierda, rige una ley basada en el common law y se cumplen 20 años desde que fue devuelta por Reino Unido. Hoy forma parte del plan maestro de Pekín para el Delta del Río de la Perla, ese clúster de ciudades que desembocan en el Mar del Sur, al que también pertenece Shenzhen. Juntas suman 66 millones de habitantes, y poco a poco se van uniendo con trenes de alta velocidad, puentes kilométricos y acuerdos de libre comercio, conformando la mayor megaciudad del planeta.
El barrio de Baishizhou


McLaughlin es cofundador de una aceleradora de start-ups al estilo de HAX. La suya se llama BRINC y posee la ventaja, dice, de estar a este lado de la censura china, con la propiedad intelectual a buen recaudo, y a un pasito de Shenzhen, el paraíso de componentes electrónicos al que acuden para armar sus prototipos los recién llegados. Lo cuenta Florian Simmendinger, alemán de 28 años, cofundador de Soundbrenner, una compañía que ha desarrollado metrónomos digitales con forma de reloj de pulsera. El artilugio vibra y marca el ritmo en la muñeca, un ingenio interesante para grupos de música: su tam-tam sincroniza a todos los miembros. La idea arrancó en Berlín; desarrollaron prototipos de forma precaria. El primero, que despliega en una mesa, es grande y feo. Parece un tensiómetro. Para perfeccionarlo necesitaban mejores motores de vibración. “En la mayor tienda de electrónica de Berlín encontramos un solo modelo. Empezamos a encargarlos por eBay, pero llegaban a las tres semanas”.

BRINC los seleccionó para su programa, lo que implica una inversión y el traslado a Hong Kong, donde reciben cursos, ayuda y un espacio para desarrollar el negocio. Nada más aterrizar, cruzaron a Shenzhen y se adentraron en el epicentro del ecosistema de componentes electrónicos, el mercado de Huaqiang­bei. El lugar recuerda un hormiguero, del que entran y salen vendedores y clientes arrastrando carretillas con sacos de chips, placas, interruptores. Tiene el aspecto a medio camino entre unos grandes almacenes y un mercado al por mayor de verduras, pero con plantas dedicadas a audio, leds, telefonía, informática. En su interior se oye cada poco el raaaas de la cinta de embalar, porque todo parece venderse en cajas, a granel; y uno podría fabricarse una réplica casi exacta del iPhone rebuscando entre los puestecillos. El alemán quedó impresionado: “Una anciana me ofreció en un carrito 300 motores de vibración distintos. Pensé: ‘Hemos venido al sitio correcto”. A la semana visitaron al fabricante de los motores, pidieron uno a medida. “Y en dos meses lo convertimos en esto”. Deja sobre la mesa esa especie de reloj de pulsera que vibra y acompasa con su tam-tam a bandas alrededor del mundo: han vendido unas 40.000 unidades.
Bay McLaughlin, cofundador de BRINC, una aceleradora de 'start-ups' tecnológicas con sede en Hong Kong. Trabajó 10 años en Silicon Valley hasta que percibió que la siguiente revolución, la del hardware, sucedería en el sur de China.


El ritmo. De eso también le gusta hablar al surfero McLaughlin, cuyo discurso augura un futuro estilo Blade Runner, donde el tiempo, claro, es dinero y la eficiencia es la vida: “Occidente no lo pilla. La gente aquí se está rompiendo el culo a trabajar. Bienvenidos a la nueva norma. ¿Crees que Suecia es el mundo real? Están jodidos. No es que a los europeos no les guste trabajar. Allí se ha adoctrinado con que el equilibrio es más importante que la productividad. Y está muy bien si el mundo va a ese ritmo. Pero adivina, ha cambiado. Ahora es global. Y Europa ni siquiera sale en la gráfica”. En ese mundo que vislumbra, cuyo magma se encuentra bajo sus pies, marcado por horarios distintos, cruces de idiomas y el encuentro entre Este y Oeste, el hardware, opina, es la clave. El Internet de las cosas. Y los datos que generan esas cosas. En estos momentos hay cerca de 1.000 millones de objetos conectados a la Red. Los cálculos más exagerados hablan de que serán 100.000 millones en 2020. Un “superorganismo”, lo denomina un informe de la OCDE, que conformará un “sistema nervioso digital global”. Con pulsiones de información individual actualizada al segundo. “La mayor revolución desde Internet”, según McLaughlin. En su opinión, “el software nos hace blandos. Porque significa que puedes crear Instagram sentado en un sótano. Pero tampoco es el puto mundo real. El mundo real es físico. Todos hablan de big data e inteligencia artificial. Bien, ¿cómo recogemos los datos de los objetos físicos? Por eso en BRINC empezamos donde empieza el valor. Con el hardware. Necesitamos introducir más wearables, más sensores, más productos de hogar inteligentes. Para extraer los datos, dárselos a los expertos en algoritmos y que puedan explotarlos”.
5. El nuevo oro
Yu Chengdong, CEO de Huawei.


“LOS DATOS, HOY, son más valiosos que el oro”, sonríe David Chang, director de MindWorks, una firma de capital riesgo con sede en Hong Kong y el foco puesto en start-ups de China. Él también migró de Silicon Valley a esta tierra. Su familia era dueña del banco Kwong on de Hong Kong (lo vendieron a DBS). Su padre fue un inversor destacado en EE UU, discípulo de Arthur Rock, a quien se atribuye haber acuñado el término venture capital y la apuesta por una de las primeras empresas de semiconductores de silicio en California en los cincuenta, aquellas que moldearon el nombre Silicon Valley. Chang, de 34 años, nació en Mountain View. Fue al mismo instituto que Steve Jobs. Regresó a casa porque desde aquí, asegura, en un radio de tres horas de avión, se tiene acceso a 2.200 millones de personas. “Es un 30% de la humanidad. Os dejo un rato para meditarlo”.

Tras la pausa dramática, añade que el 70% de esa población aún no tiene Internet. Y que en la próxima década, 1.300 millones de personas se conectarán a la Red. “Una locura, como si toda China se enchufara de pronto”. Lo llama “la siguiente gran ola”. Y quiere cabalgarla. Maneja un fondo de 70 millones de euros. Ha invertido en distintas start-ups, como LaLa Move, un servicio de car sharing, tipo Uber, pero para mercancías. Pasar una tarde con él es como abrir una cremallera y asomar el hocico a una dimensión futura en la que el eje del mundo gravita hacia Asia. Habla del guanxi, las relaciones de confianza necesarias para adentrarse en las inversiones chinas (y que él se ganó curtiéndose en las ramas locales de Morgan Stanley y Credit Suisse). De la forma en que se ha de lidiar con el Gobierno. De la diferencia entre invertir en software y hardware (prefiere el soft: costes fijos, retorno mayor y en menor tiempo). Y de por qué muchos servicios de Internet no cuestan un duro: “Si te ofrecen algo gratis es que tú eres el producto. Si usas Facebook o WeChat, eres el producto”.

Luego nos invita al China Club, en el penthouse de la vieja sede del Banco de China. Pide un dedo de whisky y, entre sorbitos, arrebujado en un sillón de brocado y rodeado por una decoración tipo Shan­ghái años cuarenta, se define como un “glocal”, habla del precio estratosférico del mercado inmobiliario y aventura que, en caso de apocalipsis nuclear estilo Kim Jong-un, solo sobrevivirán los bitcoins. Aconseja comprar. Define esta región como “el centro del comercio mundial”. Shenzhen, como una urbe “cruda, el wild wild West”. Y el ático parece quedar a años luz de las fábricas polvorientas de Shenzhen, donde todo comienza y hace girar la rueda. A la salida, un cartel de propaganda comunista, que colecciona el dueño del local y hoy cuesta una fortuna, recuerda ese origen. En el dibujo aparece un chino con sombrero de paja ante una fábrica. Y un lema: “Rompamos con las convenciones extranjeras. Tracemos nuestro propio camino hacia el desarrollo industrial”. 

Schiaretti impulsa a Llaryora y apuesta a recuperar la capital de Córdoba

El gobernador espera una victoria cómoda en la provincia, apoyado en la interna de Cambiemos entre Negri y Mestre.


Juan Schiaretti está confiado en que logrará la reelección por un amplio margen en Córdoba y se entusiasma con recuperar el intendencia de la ciudad, hoy en manos de Cambiemos con el radical Ramón Mestre.

Quienes hablaron con el gobernador en las últimas semanas contaron que se muestra entusiasmado con una "amplia" victoria en las elecciones del 12 de mayo, en una provincia que decidió desdoblar y en la que pisa fuerte Mauricio Macri.

Como dio cuenta este medio, varios municipios cordobeses gobernados por Cambiemos buscarán desdoblar los comicios, sobre todo a raíz de la áspera pelea entre Mestre y Mario Negri, que tiene en vilo a la provincia en la que la Casa Rosada no pudo hasta ahora definir un candidato de consenso y se encamina a una interna.

Pese a ese panorama, Mestre definió no desdoblar la elección de la capital e irá pegado a la votación para gobernador. Un dato positivo para Schiaretti, que ya arrancó la campaña para instalar al diputado Martín Llaryora, su vicegobernador en uso de licencia y un hombre de su máxima confianza.

Llaryora es ex intendente de San Francisco y tiene una muy buena imagen en la capital cordobesa. Según las encuestas que manejan en el PJ, el diputado lograría un triunfo pegado a Schiaretti, que por primera vez en mucho tiempo se anima a vaticinar con recuperar un territorio que le fue siempre esquivo al peronismo. Tiene otra ventaja: las divisiones de Cambiemos en la provincia se replican en la carrera por la intendencia.


Recientemente Luis Juez se bajó de la carrera por la gobernación y anunció que peleará para gobernar nuevamente la capital. Ademñas, hay otros radicales anotados: Diego Mestre -hermano y delfín del intendente actual- Rodrigo de Loredo y Javier Bee Sellares. Por el PRO, suenan para dar la pelea el viceintendente Felipe Lábaque, la legisladora Zoher El Sukaria y el concejal Abelardo Losano.

Schiaretti quiere aprovechar el escenario de la oposición, donde afloran candidatos, y ya arrancó con la estrategia de impulsar fuerte a Llaryora, a quien se ve con frecuencia acompañar al gobernador en todas las recorridas que hace por la capital.

En el PJ aseguran que el gobernador logró capitalizar a los sectores del peronismo que conducía José Manuel De la Sota. No obstante, en Cambiemos aclaran que el gobernador no la tiene fácil en la provincia y creen en que retendrán la capital, mientras la ex esposa de De la Sota, Olga Riutort, aún amaga con ser candidata y le abriría una interna a Llaryora.

Según el macrismo local, Riutort es un problema para Schiaretti en la capital cordobesa, al punto que su esposa Alejandra Vigo, quien conduce al PJ capitalino, nunca ocultó sus diferencias con la ex de De la Sota y ya abrió una fuerte tensión en la interna.

Casas nacionaliza la consulta por su reelección y busca evitar un fallo adverso de la Corte

El gobernador salió a cuestionar la jugada de Cambiemos para frenar la consulta que habilitaría la reelección. La procuradora de la Corte avaló su postura.


El gobernador de La Rioja, Sergio Casas, salió a cuestionar duramente el intento de Cambiemos de frenar judicialmente la consulta popular del próximo domingo en la que busca aprobar la enmienda constitucional que le permitiría ser reelecto, una decisión que está en manos de la Corte Suprema.

A seis días de la consulta y ante la expectativa por una resolución del máximo tribunal, el mandatario riojano apuesta ahora a nacionalizar la pelea con Cambiemos y para eso publicó una solicitada en los principales diarios del país, en la que denunció que la oposición busca menoscabar "los derechos del pueblo y la autonomía" provincial. En la nota se asegura que esos derechos "están siendo severamente atropellados a través de un espurio intento de menoscabo por parte de los partidos políticos de la oposición".

La solicitada es un claro mensaje a la Corte y reitera los argumentos del gobierno provincial para defender la enmienda que de aprobarse permitiría un nuevo mandato de Casas. Entre ellos, que la enmienda no abre la posibilidad de la reelección indefinida del gobernador. "Por el contrario y con absoluta firmeza (la ley) determina la imposibilidad de permanecer más de dos mandatos en el mismo cargo. Ello consolida la doctrina constitucional de no a la reelección indefinida en la provincia de La Rioja", indica.

Luego le habla directamente a la Corte. "Exhortamos a la sensatez que caracteriza al máximo órgano jurisdiccional de la República, y siguiendo la doctrina sentada en la jurisprudencia recientemente dictada en los casos conocidos como 'Salta', 'Santa Cruz' y 'Santiago del Estero', para que no permita desnaturalizar con intensiones secundarias los derechos del pueblo y la autonomía provincial", señaló el gobierno riojano.

Luego de publicada la solicitada, Casas recibió una buena noticia con el dictamen -no vinculante- de la Procuradora Fiscal ante la Corte, Laura Monti. La funcionaria sostuvo que el máximo tribunal es "ajeno" al conflicto por la reforma constitucional y rechazó que tenga "competencia originaria" en el tema. Se trata de una posición similar a la que tuvo en el caso de Santa Cruz, donde los jueces terminaron adoptando la misma posición.

Casas ya había jugado una carta nacional la semana pasada cuando gobernadores y dirigentes de "Argentina Federal" firmaron un comunicado en el que pidieron que se respete la autonomía que tienen las provincias para "organizar sus propias instituciones" y "diseñar su régimen electoral para elegir sus autoridades".

El comunicado fue un fuerte respaldo político para el riojano: lleva la firma de nueve gobernadores (Juan Schiaretti, Juan Urtubey, Juan Manzur, Domingo Peppo, Gustavo Bordet, Rosana Bertone, Gerardo Zamora, Mariano Arcioni y Hugo Passalacqua), además de Miguel Pichetto y Sergio Massa.

Casas busca evitar un traspié inesperado en la Corte, que la semana pasada habilitó la feria judicial para tratar el amparo solicitado por los dirigentes de la UCR y el PRO, quienes argumentaron que es necesaria una resolución "urgente" del máximo tribunal para evitar la realización de la consulta prevista para el próximo domingo 27.

Se desplomó la confianza de los empresarios en el Gobierno

La mitad no cree que la actual gestión pueda revertir o mejorar la situación económica


Comienza mañana el Foro Económico Mundial en Davos


La mitad de los empresarios argentinos consultados no confían en que el gobierno del presidente Mauricio Macri pueda revertir o mejorar la situación económica del país, según la Encuesta Anual Global de CEOs difundida hoy en la reunión anual del Foro Económico Mundial de Davos.


Según el sondeo realizado por la consultora PWC, el 19% de los CEOs argentinos se encuentran "muy confiados" y el 31% "confiados" respecto del crecimiento en 2019 de los ingresos de sus organizaciones.

La encuesta reflejó también que otro 35% de presidentes de empresas argentinas se declararon "no muy confiados" y otro 15% "para nada confiado".

Las cifras muestran un fuerte descenso de las expectativas de los líderes de empresas del país respecto de la medición del año anterior, cuando un 57% se había mostrado "muy confiado" y otro y 37% "confiado", lo que marca un disminución de casi el 50% de las expectativas favorables al gobierno.

Según el directivo de PWC Argentina, Santiago Mignone, "el entusiasmo de los empresarios argentinos por el crecimiento a corto plazo reportado en la edición anterior de la encuesta, se vio afectado durante 2018 por variables globales como la suba de tasas, tensiones comerciales y tendencias proteccionistas que derivaron en una economía incierta y volátil".

Mignone agregó que la suba del dólar, altas tasas de interés y la inflación "confluyeron en un clima más pesimista", para este año.

La Encuesta Anual Global difundida en la reunión anual del Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, reflejó que los empresarios a nivel mundial esperan una baja de la actividad económica global en los próximos 12 meses.

La encuesta, que se realizó a 1.378 CEOs, en 91 países, representa un contraste con respecto a la medición anterior, donde el optimismo había subido del 29% al 57%.

De todas maneras, el 42% de los lideres empresarios aún ven mejoras en el panorama económico mundial.

El directivo de PWC, Bob Moritz, opinó que la perspectiva de los empresarios a nivel mundial refleja "el aumento de la tensión comercial y el proteccionismo, y es lógico que la confianza esté menguando".

Para el mediano plazo (tres años), los empresarios argentinos "muy confiados" en la situación de la Argentina ascienden a 44%, 13 puntos menos que en 2018.

Entre las principales preocupaciones de los empresarios argentinos se ubicaron la volatilidad en los tipos de cambio (96%), el aumento de la carga tributaria (94%) y la incertidumbre política (94%).

Bloquean redes sociales en Venezuela y detienen a 27 militares sublevados

Las redes sociales dejaron de funcionar en Venezuela luego de que en la mañana de este lunes se viralizaran videos de un grupo disidente de la Guarda Nacional Bolivariana (GNB) en los que convocaban a sublevarse contra el gobierno de Nicolás Maduro. Tras los enfrentamientos, 27 militares sublevados fueron detenidos por las fuerzas oficialistas, horas antes de la masiva movilización convocada por la oposición venezolana.

Los incidentes comenzaron en la madrugada, cuando 27 miembros de la Guardia Nacional (GNB) sustrajeron armas de guerra de un puesto militar en la población de Petare (al este de Caracas). Luego se atrincheraron luego en el cuartel del barrio Cotiza (norte), donde fueron detenidos, según el informe oficial. El hecho profundizó aún más la crisis política (además de económica y social) que atraviesa el país gobernado por el chavismo.

De acuerdo al observatorio NetBlocks, que analiza restricciones en la web en todo el mundo, se registraron bloqueos en Twitter e Instagram. En Youtube, por su parte, los cortes fueron parciales, mientras que Facebook aún no vio afectado su funcionmiento.

Según relataron en su reporte, los bloqueos se observaron en el mayor proveedor de telecomunicaciones, CANTV, y todavía se encontraban realizando pruebas para evaluar si el problema afectó al resto de las compañías.

"La causa de la interrupción no está clara pero es técnicamente consistente con los controles utilizados para filtrar el contenido de Internet en el país. Los informes de los usuarios también son consistentes con las mediciones de NetBlocks, y surgen informes de que muchos usuarios han tenido que recurrir a conexiones VPN para conectarse", aseguraron desde el observatorio.

En este sentido, aclararon que no les fue posible determinar si el corte fue producto de una orden gubernamental, o si la restricciones será parcial o permanente.

Diez días atrás, Netblocks comprobó el bloqueo de Wikipedia en Venezuela, en medio de una "guerra de edición" en el artículo sobre Nicolás Maduro. "En ese incidente, las autoridades venezolanas negaron que se realizara el filtrado, sin embargo, los hallazgos han sido validados sistemáticamente por múltiples expertos técnicos independientes", informaron.Protestas en el barrio de Cotiza en Caracas. | AFP

Qué pasó. Producto de la viralización de esos videos, este lunes fueron detenidos los 27 militares que encabezaron la sublevación contra el presidente venezolano. "Aquí está la tropa profesional de la GNB en contra de este régimen al cual desconocemos completamente, necesito el apoyo de ustedes, salgan a las calles", decía un uniformado a quien las autoridades identificaron como Bandres Figueroa, en uno de varios videos que circularon.

Tras difundir el llamamiento, los militares sustrajeron armas de guerra de un puesto militar en Petare, al este de Caracas, y se atrincheraron luego en el cuartel del barrio Cotiza (norte), donde fueron detenidos, según el informe oficial, que reporta control de la situación.Protestas en Venezuela

Convocados a través de las redes sociales, decenas de vecinos de Cotiza llegaron a las cercanías del cuartel para apoyar a los insurrectos. En el lugar sonaron cacerolas y se armaron barricadas y quemas de basura. Incluso, prendieron fuego un vehículo. Sin embargo, la manifestación fue rápidamente reprimida por las fuerzas armadas. Varios manifestantes resultaron con heridas de perdigones y fueron afectados por los gases lacrimógenos que les lanzaron agentes antimotines, según informó la agencia AFP.Manifestaciones en Caracas.

Tras el alzamiento, el Tribunal Supremo de Justicia que responde a Maduro, declaró nula la junta directiva parlamentaria presidida por el opositor Juan Guaidó. Bajo su liderazgo, el Congreso -de mayoría opositora- declaró a Maduro "usurpador" tras juramentarse el 10 de enero para un segundo mandato considerado ilegítimo por varios gobiernos, y prometió una amnistía para los militares que lo desconozcan.Policia Nacional Bolivariana

El hecho ocurre en vísperas de las manifestaciones convocadas por la oposición, en lo que será la primera movilización de gran tamaño en las calles tras las protestas que dejaron unos 125 muertos en 2017.

Creció fuerte la aprobación a Trump entre los latinos nacionalizados



Conforme a una encuesta reciente

El presidente Donald Trump destacó que una encuesta realizada por emisoras de radio y televisión públicas de Estados Unidos concluyó que un 50% de la población de origen latino nacionalizada en el país aprueba su gestión en la Casa Blanca.

“Wow, acabo de escuchar que mi aprobación con hispanos ha aumentado un 19%, hasta llegar al 50%. Esto se debe a que conocen el problema de la frontera mejor que nadie y quieren seguridad, que solo se puede obtener con un muro”, afirmó el mandatario estadounidense a través de Twitter al hacerse eco de este sondeo realizado por los medios NPR y PBS entre el 10 y el 13 de enero.


La encuesta sobre un total de 1.023 adultos estadounidenses señala también que el 46% de los hispanos respondió que desaprueba las políticas de Trump y que un 4% no supo qué contestar.

La consulta anterior de este grupo fue hecha entre el 28 de noviembre y el 4 de diciembre de 2018 y había ubicado la aprobación latina en el 31%.

Will Trump shatter his own mystique?






Most presidents face a midterm thumping. But rarely do they make it so much about themselves.


By JOHN F. HARRIS and ELIANA JOHNSON


One constant of Donald Trump’s ascent to the presidency and his two years in power is how behavior that would be not just risky but downright stupid for any normal politician ends up working smartly for him.

This is the essence of the Trump Mystique—a three-year record in which he regularly demonstrated that many of the normal precedents, patterns and truisms of American politics simply do not apply to him. This mystique—Is it real or illusion? Is his patented sorcery still working?—is among the big questions being tested in Tuesday’s elections.


Trump’s own decisions over the past month have put the issue—whether Trump has defied political gravity or merely delayed its impact—in even sharper relief than it would have been anyway.

It would be smart, viewed through a conventional prism, for a president who has never commanded majority support to try to float above the midterms and allow politicians of his own party to keep their elections locally focused. It seems stupid to unite and energize the opposition in their loathing by insisting that congressional elections are a national referendum on himself.

It would be smart, if playing by normal rules, for a leader presiding over the best employment numbers in decades to make an economic argument his main push against the headwind that the incumbent president’s party historically faces in midterm elections. It seems stupid to reduce this to secondary status in favor of picking scabs over immigration and societal violence in the days before voting.

In the disoriented state of contemporary politics, however, it seems stupid for anyone to pretend to be smart in predicting the results of Trump’s decision to turn the volume up to 11 on Trumpism.

As Trump himself cast the implications for Tuesday in a weekend stop in Georgia: “I wouldn’t say it’s as important as ’16 but it’s right up there.”

Some dynamics seem inescapably true. One is that at nearly every important turn when traditional political logic would have pointed toward softening the tone and broadening support—from his 2016 acceptance speech to the 2017 inaugural address and countless other occasions since—Trump took the opposite path and along the way tightened his connection to his most devoted supporters.

A vivid recent example was over the sexual assault allegations against his Supreme Court pick, Brett Kavanaugh. For a few days Trump deferred to prevailing wisdom that he needed to treat accuser Christine Blasey Ford respectfully and project an open mind on the merits. Before long he returned to his customary instincts and attacked Ford, Democrats and the media, while cheering on Kavanaugh’s own attacks on Democrats.

For every Republican operative who thinks Trump’s midterm strategy is nuts—one senior GOP strategist running competitive statewide races said the president’s image took a 15-point hit in internal campaign polling over the past 10 days—there is a Democratic operative who worries that Trump’s polarizing approach just might allow him to beat the odds as he did in 2016.

But that same approach raises the cost of GOP setbacks for Trump, who has often made clear his own view that power is partly a matter of perception, and preserving an aura of strength and success. A narrow House loss, for instance, would surely be explained as the result of normal historical patterns. In the case of a national blowout, no matter if Trump blamed others, the result would be like a baby with a paunch and comb-over: No way to deny paternity.

“I do think it’s a little unfair to put it all on him because you start behind the eight-ball,” said a senior GOP Senate strategist, pointing to the usual historical pattern with a president’s first midterm election. “What I think is different [in 2018] is that while the president always has the ability to define the agenda, he takes all of the oxygen out of the air. The reality is, these races are completely national. And while there’s always a national bent to congressional races, there’s really no escaping it this time.”

A senior White House official said political advisers applied a three-prong test this fall in deciding where to send Trump. One was whether they could find good rally venues. Two was data suggesting which districts were especially promising if Trump could manage to ignite GOP-leaning voters who might normally vote in presidential elections but not midterms. Third was protectiveness, trying to avoid races where Trump would risk being blamed for a race that was a likely loser anyway.

The president’s vituperative attacks on Democrats and race-baiting immigration rhetoric broke new ground on divisiveness, but in one sense he was making a calculation—can a president influence the midterms to advantage?—familiar to three of his recent predecessors.

In 1994, Bill Clinton’s advisers urged him to take it easy and mostly stay off the campaign trail in favor of the White House and overseas trips. He didn’t buy it—convinced he could persuade voters to back him and Democrats if he could just get in front of enough of them. Polling suggested otherwise, and political aides later concluded that an unseasoned president’s own efforts helped fuel the GOP historic congressional takeover that year.

In 2002, the backdrop of 9/11 one year earlier changed the landscape for George W. Bush. Stressing national security themes, he helped Republicans make historically unusual congressional gains.

In 2010, Barack Obama saw a conservative backlash over spending to combat recession and the financial crash, as well as the Affordable Care Act. He campaigned in some districts where he was welcome but he knew it wasn’t doing much good. “There’s no doubt this is a difficult election,” he said at a Cleveland rally. He was right: November brought a “shellacking,” as he called it, that lost the House and reached deep into statehouses around the country.




Similar results in the opposite direction against Republicans Tuesday will not only put subpoena power in the hands of the president’s political foes—it could lead the handful of prominent Trump dissenters in the national GOP to urge others to join their cause.

“Yeah, he’s going to lose the House,” said Bill Kristol, editor at large of the Weekly Standard and a leading Trump critic. “They’re gonna lose eight to 10 governorships probably. So, where is the brilliance? Where is the political magic? ... He got 46 percent of the vote in 2016. It looks like Republicans are going to get, if they’re lucky, 46 percent of the vote [or lower]. … So what has Trump done for the party?”

Not that Trump will admit as much. Terry Sullivan, who managed Marco Rubio’s 2016 campaign, suggested that one key aspect of Trump’s mystique is that he will argue that his mystique is undimmed no matter the result. “Don’t take my word for it. Ask him tomorrow,” Sullivan said Monday. “Don’t take my word for it, ask his supporters. He will say that candidates that he campaigned with won and the ones who didn’t want to campaign with him lost. And the ones that lost that he campaigned with did better than they would have if they hadn’t campaigned with him—he made the race closer, so much closer.”

For all Sullivan’s evident sarcasm, Michael Strain, director of economic policy at the American Enterprise Institute, effectively agreed that Trump’s activities in the closing days of the campaign might help in some districts but won’t be the decisive factor if the evening ends in a big GOP defeat. “I think that the cake on the president is kind of baked—that people have a view of the Republican Party under Donald Trump” that won’t swing widely based on any day’s headlines, he said. “That suggests to me that if the president were talking about the economy and not talking about the caravan, that wouldn’t necessarily be a better strategy to get Republicans to win.”

Los inmigrantes que Polonia sí quiere: 600.000 ucranianos

La sexta economía de la UE es el Estado comunitario que más permisos de residencia concede a extranjeros. La gran mayoría a ciudadanos del país vecino que cruzan la frontera para trabajar

María Popko, ucrania de 54 años, reside cerca de Varsovia. Trabaja de limpiadora, administrativa y también de cocinera por encargo. 

Yuri Khoma acaba su turno de botones a las tres de la tarde. Cuando sale del lujoso hotel en el que trabaja, la niebla y la oscuridad empiezan a devorar las céntricas calles de Varsovia. Es viernes, y a este joven le gustaría salir a tomar unas cervezas con sus compañeros de piso, pero mañana empieza a trabajar a las seis de la madrugada y sabe que debe cumplir. “He tenido mucha suerte con este empleo y no quiero perderlo por nada del mundo. Para un ucranio es complicado encontrar un trabajo en Polonia de solo 40 horas a la semana”, cuenta.

Khoma, de 20 años, llegó a la capital en 2015. No le quedó otra que “salir cuanto antes” de Odessa, su ciudad, al sur del país, en la ribera del mar Negro. “Aquel año estalló la guerra con los separatistas prorrusos en la zona oriental de Ucrania. Mis padres tenían mucho miedo de que me llamaran para alistarme al Ejército. Aunque no es obligatorio, la situación era tan confusa que ellos me sacaron del país y me vine a estudiar aquí”.

Desde entonces, este joven compagina sus estudios de Logística y Administración en una universidad privada de Varsovia con su trabajo de botones. Como él, cientos de miles de ucranios (casi un millón, según datos del Banco Nacional polaco de 2017), residen en Polonia atraídos por las oportunidades laborales en un país en el que la tasa de desempleo no alcanza al 4% de la población y con un crecimiento del PIB que roza el 5%.
Yuri Khoma trabaja de botones en un hotel y estudia en la universidad. Dejó Ucrania cuando estalló el conflicto con Rusia en 2014.


La sexta economía de la UE necesita mucha mano de obra para mantener la salud de su economía, sobre todo en sectores como la construcción, los servicios y las nuevas tecnologías. Tanta demanda de trabajo hizo que Polonia fuera el año pasado el país de la UE que más permisos de residencia concedió (683.000) a ciudadanos de terceros países, por encima de Alemania y Reino Unido, según Eurostat. El 85,7% de los beneficiarios de las autorizaciones polacas fueron ucranios. Y su principal motivo para solicitar ese permiso fue el empleo.



El discurso antiinmigratorio del Gobierno choca con la alta demanda de mano de obra que necesita el país para mantener la salud de la economía

La crisis de corrupción endémica que sufre Ucrania, su débil economía y la prolongación del conflicto bélico en la región del Donbás ha obligado a los ciudadanos a hacer las maletas. “Polonia está muy cerca, la cultura es parecida y es más fácil conseguir una visa aquí que en Alemania”, explica María Popko, una limpiadora del hogar de 54 años que lleva más de dos décadas trabajando en el país vecino. Esta mujer, natural de Leópolis, se trasladó a Polonia en 1995 como temporera. “Me hacían contratos por tres meses en el campo. Luego volvía a mi país durante un tiempo y después regresaba de nuevo a Polonia”. Hasta que, viendo que la economía no mejoraba en Ucrania, se instaló finalmente de ilegal en Varsovia. Después de un rosario de calamidades, en 2012 consiguió por fin legalizar su situación.

Ahora limpia las casas de cuatro familias, trabaja dos veces a la semana como auxiliar de oficina y cuando llega a casa prepara por encargo pierogis, un plato típico de la cocina polaca y ucraniana que muestra la afinidad cultural entre estos dos países que han compartido partes de su territorio en varios momentos históricos. Las lenguas de estos dos pueblos eslavos son parecidas y todos son cristianos: los ucranios ortodoxos y los polacos católicos, lo que ayuda a su integración.

María Popko ha encontrado su sitio aquí, pero reconoce que en los últimos años la actitud de los polacos hacia los ucranios está cambiando. “Esto nos da mucho miedo, hemos luchado mucho por hacernos un hueco. Cada vez son más los que dicen que les estamos quitando el trabajo y eso es mentira, hay mucho trabajo, lo que no hay son polacos porque muchos emigraron también a otros sitios de Europa”, defiende. Tradicionalmente, Polonia ha exportado mano de obra a otros países de la UE. Ahora la necesita.



"Dicen que les quitamos el trabajo. Mentira. Aquí hay mucho empleo, lo que no hay es polacos", dice María Popko

El Gobierno nacionalista y conservador de Ley y Justicia (PiS), ha declarado públicamente en muchas ocasiones su aversión hacia los inmigrantes. Su rechazo, por ejemplo, a la política de reparto de refugiados de la UE le valió la apertura de un expediente sancionador de Bruselas. El discurso ultranacionalista ha ido calando en la sociedad durante estos tres años de liderazgo del PiS, a pesar de que Polonia (con unos 38 millones de habitantes) tiene alrededor de un 1% de población extranjera (residiendo legalmente en el país).

“El discurso nacionalista también ha hecho aflorar el resentimiento histórico de los polacos contra los ucranios por la matanza de Volinia durante la Segunda Guerra Mundial”, cuenta Myroslava Keryk, presidenta de Our Choice, principal organización ucrania en Polonia. Keryk se refiere a la masacre que cometieron los nacionalistas ucranios entre 1943 y 1945 y en la que, según Varsovia, murieron unos 100.000 polacos.

“La hostilidad está creciendo. De hecho, en 2017, las denuncias interpuestas por los ucranios residentes en Polonia aumentaron un 18% con respecto al año anterior”, añade Keryk. Llama la atención que un Ejecutivo que ha abanderado la política contra los extranjeros sea el país de la UE que más permisos de residencia concede. “Una cosa es la ideología y otra la realidad”, zanja Keryk.
Anastasia Mychko Khiiam Sabet estudian Filología Española en una universidad de Varsovia.


“Es verdad, en algunas ocasiones los polacos nos hacen sentir como si fuéramos ciudadanos de segunda porque no entendemos bien su idioma o porque se sienten amenazados por el trabajo”, cuenta Anastasia Mychko, estudiante de Filología española, en la cafetería de la universidad de Ciencias Sociales y Humanidades de Varsovia. El 69% de los polacos no quiere que en su país vivan más personas con un color de piel diferente, según reveló en 2013 un estudio del Centro de Investigación sobre el Prejuicio de la Universidad de Varsovia. "Un ejemplo de cómo nos tratan diferente: el día de la independencia de Polonia será este domingo. Yo me quedaré en casa por la marcha de ultras de extrema derecha que habrá en Varsovia", dice Khiiam Sabet, también universitaria ucrania.

A pesar de todo, su amiga, Anastasia Mychko, de 19 años, tiene claro que no quiere volver a Ucrania. Aunque no piensa quedarse en Polonia cuando acabe la carrera. “Vine aquí porque era más barato estudiar y porque la educación en mi país es muy mala, pero luego me quiero ir a Alemania o España”.

Cada vez son más los estudiantes ucranios que estudian en Polonia. En apenas dos años (desde 2014 a 2016), el número de matriculados ucranios en las universidades públicas polacas ha aumentado casi un 50%. “Ucrania ha perdido a toda una generación de jóvenes que están dando lo mejor de sí en un país extranjero”, lamenta Myroslava Keryk.

La contradicción polaca


En contraste con el discurso antiinmigratorio del Gobierno, cada vez son más los extranjeros que se afincan en Polonia para buscar oportunidades laborales. En 2017, cerca de 13.000 permisos de trabajo se concedieron a ciudadanos nepalíes, indios y bangladesíes. En un foro económico en 2016, el entonces ministro de Economía y hoy primer ministro del país, Mateusz Morawiecki, reconocía que el mercado laboral polaco necesita inmigrantes para mantener su buena salud. “La paradoja es inevitable: si Polonia quiere seguir por la vía del crecimiento, tiene que adaptarse a un mercado de trabajo multinacional. Quizá esa necesidad y la presencia de estos empleados en nuestro país ayude poco a poco a cambiar la imagen de sociedad homogénea que se tiene de Polonia”, explica Anna Gorska, socióloga del Instituto polaco de Estudios Públicos.

Trump vuelve a poner a los ‘dreamers’ en la negociación por el muro

La propuesta del mandatario, con la que busca poner fin a la parálisis del gobierno federal, fue rechazada por los demócratas



“De una manera o de otra”. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, declaró este sábado que como candidato a la Casa Blanca prometió que arreglaría el sistema migratorio y vino a decir que si no lo lograba era por la oposición demócrata. Fue un claro intento de cambiar el ciclo, de colocar la pelota en la cancha demócrata y de que el cierre de Gobierno que este domingo suma 30 días y mantiene sin sueldo a más de 800.000 trabajadores federales deje de ser responsabilidad suya y sea de la oposición. La respuesta demócrata no se hizo esperar, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, dijo que no aceptaba el órdago.

El presidente de Estados Unidos vive ajeno a la hemeroteca. Hasta en tres ocasiones en los dos últimos años, los demócratas han rechazado el precio puesto por Donald Trump al futuro de los conocidos como dreamers a cambio de que se aprueben fondos para la construcción del muro con México. A pesar de que la propuesta para devolver a la legalidad -tras liquidar el programa que permitía permanecer legalmente en EE UU a los sin papeles que llegaron a este país siendo menores- ha sido siempre rechazada de plano por los demócratas, el mandatario ha vuelto a usar como rehenes de su negociación a estos 800.000 inmigrantes.

En esta ocasión, Trump incluyó en su oferta una prórroga de tres años para evitar la deportación de los beneficiarios del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (la DACA que define a los dreamers). Asimismo, ofreció una medida similar para los afectados por la cancelación de otro amparo migratorio, el Estatus de Protección Temporal (TPS), que protege de la deportación a más de 400.000 inmigrantes en Estados Unidos.



Aunque no va con su carácter, el presidente fue muy sutil a la hora de enumerar lo que parecía un congruente y amplio pacto migratorio a cambio de un muro que sonaba a poesía, ya que no se trataba de sellar con ladrillo y cemento la frontera de 2.000 kilómetros de costa a costa, sino de construir una barrera de hierro en ciertas zonas que casi emulaba el cristal.

Pero incluso antes de que el presidente hablara a la nación, y gracias a una filtración a la prensa, Pelosi calificaba la propuesta como “inaceptable”. “No es un intento de buena fe para restablecer la confianza en la vida de la gente” y posiblemente no sería aprobada ni en la Cámara de Representantes -de mayoría demócrata- ni en el Senado -de mayoría republicana-.

Sin jefe de Gabinete que dicte una estrategia y encerrado en la Casa Blanca acosado por las informaciones de un medio de comunicación que aseguran que su exabogado Michael Cohen le ordenó que mintiera ante el Congreso sobre sus negocios en Rusia, Donald Trump trata a cada minuto de cambiar la narrativa para ser él quien controle el momento político. Con ya casi un mes de cierre de Gobierno, el presidente hizo el viernes ayer dos anuncios relevantes.

Uno, que a finales de febrero existiría una nueva cumbre Washington-Pyongyang. Dos, que a las tres de la tarde de este sábado, haría público un mensaje de suma importancia para la seguridad nacional relacionado con la frontera. Entonces se especuló con que el mandatario se disponía a declarar la emergencia nacional. Finalmente, hubo poca novedad en su alocución, prácticamente no hubo ni noticia.

La propuesta presidencial de acuerdo con los demócratas para acabar con el cierre administrativo habría sido trazada durante conversaciones entre el vicepresidente Mike Pence, el líder republicano en el Senado, Mitch McConnell y el yerno y asesor presidencial Jared Kushner, quien hoy por hoy parece un jefe de Gabinete de la Casa Blanca en la sombra.

En su cuenta de Twitter el pasado viernes, el presidente emplazó a las tres de la tarde hora local de Washington a sus ciudadanos para conocer el mensaje. Sin embargo, este sábado, en un comunicado en el que no ofrecía los motivos del retraso, la Administración informaba de que su discurso sería finalmente a las cuatro de la tarde. Trump ha pasado parte de la mañana en Dover (Delaware), lugar al que llegan los soldados fallecidos en combate. Hasta allí se ha desplazado el mandatario para reunirse con las familias de los cuatro soldados estadounidenses fallecidos esta semana en un atentado yihadista en el norte de Siria.

Después, el mandatario asistió a la ceremonia de ciudadanía de cinco futuros norteamericanos. En su discurso dejó claro que esa era la única emigración que aceptaba. Y una vez más juntó la crisis humanitaria que se vive en la frontera con el tráfico de drogas, la crueldad de los traficantes de personas y el crimen que llega de fuera.

Los "chalecos amarillos" desoyen convocatoria de Macron y vuelven a protestar


Se espera una movilización al menos igual a la de la semana pasada, cuando unas 80.000 personas salieron a manifestar en todo el país.




Los "chalecos amarillos" comenzaron a congregarse en las calles de Francia por décimo sábado consecutivo de protestas antigubernamentales, pese al debate nacional lanzado por el presidente Emmanuel Macron para debatir las reivindicaciones del colectivo.

"Esperamos una movilización al menos igual a la de la semana pasada", dijo una fuente de la policía. El sábado pasado un poco más de 80.000 personas salieron a manifestar en todo el país. Fueron 30.000 más que el 5 de enero pero menos que los 280.000 que marcharon el 17 de noviembre, cuando comenzó esta ola de protesta social.

En París, unos 5.000 policías custodiarán la ruta planeada por los manifestantes, unos 14 kilómetros de recorrido, que saldrá hacia medio día de la Explanada del Palacio Nacional de los Inválidos, que alberga la tumba de Napoléon y el Museo del Ejército, con una ambición:"¡Un millón de manifestantes en París!".

Varias decenas de manifestantes comenzaron también a congregarse por la mañana en la avenida de los Campos Elíseos al grito de "¡Macron dimisión!". "Macron no escucha, no entiende lo que está ocurriendo, estamos intentando hacerle abrir los ojos. Hay un verdadero sufrimiento", denunció Sophie Tissier, una manifestante.

En la capital, los organizadores invitan a los participantes a llevar "una flor o una vela en homenaje" a las personas muertas o heridas "por la causa". Desde mediados de noviembre, 10 personas han muerto en accidentes relacionados con las manifestaciones, la mayoría de ellos durante cortes de carreteras, y 3.000 han resultado heridos (manifestantes y policías).

El movimiento de los "chalecos amarillos", que comenzó como una revuelta contra el alza de un impuesto sobre los combustibles, se ha convertido en protestas semanales en toda Francia contra la política fiscal y social de Macron, que en varias ocasiones han degenerado en violentos enfrentamientos con la policía.

El colectivo "Desarmar", un grupo local que hace campaña contra la violencia policial, ha documentado 98 casos de heridas graves desde las primeras protestas nacionales, incluyendo 15 casos de personas que perdieron un ojo, sobre todo por el uso de balas de goma por parte de la policía.

Pese a las críticas, el ministro del Interior, Christophe Castaner, defendió el uso de balas de goma para mantener el orden público. Sin esta arma, la policía no tendría otra opción más que el "contacto físico" y habría "muchos más heridos", estimó.

El denominado "X acto" de los "chalecos amarillos" tiene lugar pese al lanzamiento de un gran debate nacional convocado por Macron, que durará dos meses, para intentar desactivar las protestas.

El presidente de 41 años mantuvo esta semana dos reuniones con cientos de alcaldes y representantes locales para abordar las principales preocupaciones de los franceses y escuchar sus quejas.

Este es el segundo intento del mandatario centrista por apagar las protestas, después de que suspendiera la tasa sobre los carburantes que desató las protestas a mediados de diciembre y lanzara un paquete para mejorar el poder adquisitivo valorado en unos 10.000 millones de euros.

Además de París, se esperan protestas en las principales ciudades de Francia. En Toulouse (suroeste), se convocó en las redes sociales a una gran manifestación. "Vengan cada uno con dos amigos", urgían los organizadores.

El mismo objetivo se fijó en Marsella (sureste). "Queremos que ésto continúe, que logremos sacar a la calle a gente que por lo general no sale a manifestar", dijo a la AFP Luc Benedetti, un manifestante ataviado con la prenda fluorescente que se ha convertido en el símbolo de la protesta.

Para intentar prevenir incidentes, la policía ha desplegado refuerzos y alrededor de 80.000 agentes estarán desplegados en todo el país, el mismo número que la semana pasada, indicó el secretario de Estado encargado del Interior, Laurent Nuñez.

Las protestas seguirán durante el domingo en varias ciudades del país. Mujeres "chalecos amarillos" convocaron una manifestación en París, similar a un evento pacífico que organizaron el 6 de enero.

Los muertos por la explosión de oleoductos en México ascienden a 66 y AMLO enfrenta una grave crisis política

La inacción del Ejército agravó la tragedia. El gobierno de López Obrador no logra explicar porque no se contuvo a los saqueadores.


El momento más pesado en la lucha del gobierno de López Obrador contra la mafia del robo de combustible que drena a México más de 15 mil millones de dólares por año llegó con la confirmación este sábado que ya son 66 los muertos por la explosión de un ducto de Pemex que fue pinchado por los delincuentes (huachicoleros) y luego generó una pueblada de los vecinos que se acercaron con bidones a cargar nafta.

Ante la incomprensible pasividad del Ejército que estaba en la zona con tropas, helicóperos y vehículos artillados, cientos de personas saquearon durante horas el dicuto, hasta que estalló, generando la previsible tragedia. La desesperaciónd e la gente por conseguir combustible es natural, ya que en su lucha contra el robo de combustible, López Obrador ordenó cerrar los principales ductos y metió a México en un desabastecimiento que todavía continúa.

Este domingo, López Obrador y sus funcionarios no lograron dar una explicación seria de porqué el Ejército no actuó. El secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, dijo que el Ejército se repeló para evitar incidentes. "El alerta se transmitió a personal militar, que se trasladó de inmediato al lugar. Cuando llega el personal, se observa que era una toma vieja, pero que empieza tomar mucha presión", relató el funcionario.

Y prosiguió: "Con tanta presión, la salida de gasolina llegó a varios metros de altura, y ahí fue cuando se acercó gente del pueblo con la intención de llevarse la gasolina. En algún momento ya son demasiadas las personas y el ejército para evitar problemas se repliega. Es cuando van en retirada que se percibe la explosión", sostuvo. Una explicación incomprensible ya que si se quería evitar muertos, se consiguió lo contrario. Además como argumentar que un ejército profesional no logra acordonar un oleducto, ante una pequeña multitud armada apenas con bidones.

López Obrador también fue acorralado este sábado con preguntas sobre la inacción del Ejército. "Se va a decir toda la verdad, no se va a ocultar nada. Esto no cambia la estrategia contra el huachicol, esto demuestra que hay que terminar con la práctica que llevó a la tragedia", afirmó durante una tensa conferencia de prensa. El general a cargo del operativo también tuvo expresiones muy contenidas para explicar lo sucedido.

El Gobernador de Hidalgo, Omar Fayad, agregó que son 66 los muertos del estallido del ducto. Los pobladores, señaló, fueron alertados por las Fuerzas Armadas seguido de un caso omiso. Cuando sobrevino la explosión, asegura el mandatario estatal, "agarró a la gente bañada en combustible".


"La actitud, la acción del Ejército fue correcta y, diría yo, oportuna. No es fácil ante una multitud hacer prevalecer el orden, aún explicando sobre los riesgos. Hay constancia de cómo se enfrenta a la población. La gente llegó a estas prácticas porque no se les dieron opciones. Nunca se pensó en un plan para atender a la gente que ya estaba participando en estas actividades", reconoció López Obrador.


La tragedia ocurre a menos de dos meses de gobierno de AMLO y supera en número a la de Ayotzinapa que marcó para siempre a su antecesor Peña Nieto. El ataque a los ductos se produce en el pico de la pelea de AMLO contra el robo de combustibles, lo que sugiere una acción coordinada para desestabilizar su gobierno.

Primero hubo una explosión en Hidalgo. Luego se reportó un incendio similar en Querétaro. La simultaneidad de las explosiones alimentan las sospechas de un atentado coordinado, para debilitar a López Obrador en medio de la durísima batalla que viene librando para terminar con el robo de combustibles, que implica una organización mafiosa que abarca desde sectores sindicales y de conducción de la empresa estatal, delincuentes vinculados al narco, fuerzas de seguridad y políticos.

Harto del drenaje de recursos de México, López Obrador inició el combate frontal contra el robo de combustibles hace unas tres semanas, con una medida drástica: el cierre de los oleoductos y el traslado de combustible únicamente por camiones fuertemente custodiados. Esto generó un desabastecimiento brutal en México que generó una crisis de gabinete por el temor del ala económica de afectar el crecimiento de la economía.

Pero el presidente no se detuvo. Mandó a comprar 500 camiones nuevos para acelerar el traslado de combustible, mientras va habilitando de a uno los oleoductos, en la medida que consigue asegurar su custodia con más de 10 mil efectivos de la marina, el ejercito y la policía federal. Este sábado se supo además que las detenciones por el robo de combustibles ya superan los 400 -incluidos empresarios y políticos-, lo que da una magnitud de la mafia que enfrenta.

Para Trump, su economía es "una de las mejores en la historia de EEUU"

El presidente de EEUU acusó a los demócratas de querer llevarlo a juicio político en base a "historias falsas".


El presidente Donald Trump destacó que la economía actual de Estados Unidos es una de las mejores de la historia del país y, sin mencionar a los demócratas directamente, los acusó de querer llevarlo a juicio político en base a "historias falsas".

"La economía es una de las mejores de nuestra historia, con el desempleo más bajo en 50 años, y el mercado de valores listo para romper un récord nuevamente (fijado por nosotros muchas veces)", escribió en Twitter el mandatario.



"Y todo lo que ustedes escucharon ayer, basado en historias falsas, fue el juicio político", continuó el jefe de la Casa Blanca. "Quieren ver un colapso del mercado bursátil, Impeach Trump!".

En otro tuit, Trump mencionó al ex presidente de la Cámara de Representantes Newt Gingrich, quien dijo que no hubo "ningún presidente desde Abraham Lincoln que fue tratado peor o más injustamente por los medios" que él.



Most Millennials Resist the ‘Millennial’ Label

Generations in a Mirror: How They See Themselves

Millennials will soon become the nation’s largest living generation. They already have surpassed Generation X to make up the largest share of the U.S. workforce.

Despite the size and influence of the Millennial generation, however, most of those in this age cohort do not identify with the term “Millennial.” Just 40% of adults ages 18 to 34 consider themselves part of the “Millennial generation,” while another 33% – mostly older Millennials – consider themselves part of the next older cohort, Generation X.

Generational identity is strongest among the Boomers: 79% of those 51 to 69 consider themselves part of the “Baby-Boom generation.” Among those 35 to 50 (the age range for Gen X), 58% consider themselves part of “Generation X.”

The oldest cohort of Americans is by far the least likely to embrace a generational label. Just 18% of those ages 70 to 87 (the age range of the Silent Generation) actually see themselves as part of the “Silent Generation.” Far more Silents consider themselves part of adjoining generations, either Boomers (34%) or the Greatest Generation (also 34%).

The national survey by the Pew Research Center was conducted March 10-April 6 with 3,147 adults who are part of the American Trends Panel, a nationally representative sample of randomly selected U.S. adults surveyed online and by mail. Respondents were given five commonly used terms for generations, including the “Greatest Generation,” and asked whether they considered themselves part of these generations.

The survey finds that some generational names – particularly Boomers – are more widely recognized than others. Among all respondents, fully 89% say they have heard of the Baby-Boom generation, while 71% have heard of Gen X. A majority (56%) have heard of the Millennial generation, but just 15% of all respondents (including only 27% of Silents) have heard of the Silent Generation.

The survey also asked if a number of descriptions applied to the people of their generation. Silents are far more likely than people in younger age cohorts to view their own generation in a positive light. Large majorities of Silents say the people of their generation are hard-working (83%), responsible (78%), patriotic (73%), self-reliant (65%), moral (64%), willing to sacrifice (61%) and compassionate (60%).

Boomers also tend to have favorable impressions of their generation, though in most cases they are not as positive as Silents. By contrast, Gen Xers and Millennials are far more skeptical in assessing the strengths of their generations. And Millennials, in particular, stand out in their willingness to ascribe negative stereotypes to their own generation: 59% say the term “self-absorbed” describes their generation, compared with 30% among Gen Xers, 20% of Boomers and just 7% of Silents.

To be sure, some of these differences may be related more to age and life stage than to the unique characteristics of today’s generations. Responsibilities tend to increase with age. As a result, it is possible that, in any era, older people would be more likely than younger people to view their generation as “responsible.” In addition, differences between old and young in such realms as patriotism, religiosity and political activism have been evident for many years. (See this explainer report for more on our approach to studying generations.)

On several measures – including hard work, responsibility, willingness to sacrifice, and self-reliance – the share in each generation expressing positive views declines step-wise across age cohorts, from the oldest to the youngest.

For example, 83% of Silents describe the people of their generation as hard-working, as do (77%) of Boomers. A narrow majority of Gen Xers (54%) say people of their generation are hard-working, while 36% of Millennials say that phrase describes people in their cohort.

The survey includes 18 descriptions – a mix of positive, negative and neutral terms. On some terms, such as environmentally-conscious, entrepreneurial and rigid, there are no significant differences across cohorts in the shares saying each applies.

There is only one description – “idealistic” – on which a generation other than the Silents views itself most positively: Somewhat more Millennials (39%) than Gen Xers (28%), Boomers (31%) or Silents (26%) describe their generation as idealistic.
Generational Identity

Generational names are largely the creations of social scientists and market researchers. The age boundaries of these widely used labels are somewhat variable and subjective, so perhaps it is not surprising that many Americans do not identify with “their” generation.

Yet the Boomer label resonates strongly with the members of this generation; the name arose from the fertility spike that began shortly after World War II and continued through the early 1960s. Fully 79% of those born between 1946 and 1964, the widely used age range of this generation, identify as Boomers. That is by far the strongest identification with a generational name of any cohort.

The Millennial generation also encompasses a broad span of adults (currently those born from 1981 to 1997). But just 40% of those in this cohort consider themselves Millennials, while as many as a third (33%) say they belong to Gen X. Among older Millennials (ages 27 to 34), 43% consider themselves Gen Xers, while 35% identify as Millennials. Yet even among younger Millennials (ages 18 to 26), fewer than half (45%) consider themselves part of this generation.

Most adults (58%) born between 1965 and 1980, the birth years of Gen X, identify with “their” generation. Notably, relatively few Gen Xers (just 4%) identify as Millennials, but 15% consider themselves Boomers. Among younger Gen Xers (ages 35 t0 42), 68% identify with Gen X; among older Gen Xers, fewer (48%) see themselves as part of this generation, while 24% identify as Boomers.

Just 18% of those in the Silent Generation (born 1928 to 1945) consider themselves part of this generation. In part, this reflects the low visibility of the term “Silent Generation,” though it has been in use for more than half a century. In coining the name in 1951, Time magazine described the Silents as “working fairly hard and saying almost nothing.”

Most Silents identify with either the Greatest Generation – people born before 1928 – or as Boomers. Older Silents (age 80 to 87) tend to see themselves as part of the Greatest Generation; 51% say they are part of that cohort. Among younger Silents (70 to 79), close to half (45%) identify as Boomers.

Aside from being asked about their generational identity, respondents also were asked how well each generational term applies. In this case, the differences between Boomers and the other three generations are even starker. Seven-in-ten Boomers (70%) say the term “Baby-Boom generation” applies to them very well (31%) or fairly well (39%). Among other generations, no more than about four-in-ten (38% of Gen X) say their generational label is a good fit.
Generational Traits: Negative, Positive, Neutral

As with many positive generational descriptions, there also are wide differences over whether negative terms apply. Millennials are far more likely than older generations to say the terms “self-absorbed,” “wasteful,” and “greedy” apply to people in their age cohort.

While 59% of Millennials describe the members of their generation as self-absorbed, 49% say they are wasteful and 43% describe them as greedy. On all three dimensions, Millennials are significantly more critical of their generation than older age cohorts are of theirs.

And while Silents are more likely than other generations to say that several positive terms describe their generation, they also are less likely to say some negative terms apply. Only about one-in-ten Silents see the people of their generation as self-absorbed (7%), wasteful (10%) and greedy (8%) – by far the lowest shares of any cohort.

There are smaller differences among generations over whether the term “cynical” describes people in their age cohort: 31% of Millennials say it applies, compared with 24% of Gen X, 16% of Boomers and just 7% of Silents. Relatively few across all generations – only about one-in-ten – say the term “rigid” applies.

Millennials are more likely to characterize their generation as “idealistic,” but the differences are not large. About four-in-ten Millennials (39%) say the term idealistic applies to people in their cohort, compared with 28% of Gen Xers, 31% of Boomers and 26% of Silents.

On three other descriptions – “environmentally conscious,” “entrepreneurial,” and “tolerant” – there are no significant differences across generations.

To be sure, young adults are more likely than older people to say there is strong evidence of climate change and to prioritize the development of alternative energy over expanding the production of fossil fuels. Yet Millennials (40%) and Gen Xers (37%) are no more likely than Boomers (41%) or Silents (40%) to describe the people in their generation as environmentally conscious.

And while Millennials are more accepting of homosexuality, interracial marriage and hold more positive views of immigrants, about the same share of Millennials (33%) as those in older age cohorts consider the people in their generation tolerant.

Emmanuel Macron - Clip de Campagne


El "Bolsogate" mancha al Bolsonaro

Ministros minimizan la repercusión del escándalo de corrupción

Jair Bolsonaro, presidente de Brasil (foto: ANSA)


Surgido hace un mes como un caso de dinero sospechoso que rozó al hijo de Jair Bolsonaro, el diputado de Rio de Janeiro Flavio Bolsonaro, el "Bolsogate" llegó a la Corte ganando una envergadura capaz de afectar la imagen del gobierno, cuyos ministros minimizaron el tema. La Justicia de Rio de Janeiro abrió una investigación sobre depósitos de dinero "inusuales" en la cuenta de un asesor del diputado estadual Bolsonaro, miembro poderoso "Clan" familiar que cuenta con influencia creciente en el Poder Ejecutivo y el Congreso tras la asunción del presidente Bolsonaro el 1 de enero.

Conforme avanzó la investigación del caso surgieron más informaciones.
Tomó estado público que el asesor investigado depositó plata en la cuenta de la primera dama Michelle Bolsonaro y que una hija de ese colaborador cobró un salario durante dos años del entonces diputado Jair Bolsonaro, y al parecer la joven nunca trabajó en el Congreso.
El jueves, el expediente del dinero supuestamente irregular pasó de la Justicia estadual de Rio al Supremo Tribunal Federal donde el juez Luiz Fux ordenó suspender las investigaciones.

Esa decisión del magistrado Fux fue un respiro para Flavio Bolsonaro que hasta fin de mes, cuando termina la feria judicial, dejará de estar en la mira de la Justicia.
Sin embargo esa buena noticia para Flavio Bolsonaro y su familia duró pocas horas porque el parecer benévolo del juez Fux, fue contrariado este viernes por otro miembro de la Corte, el magistrado Marco Aurelio Mello.
Fux es el juez de guardia en enero y en febrero cuando la Corte retoma sus actividades Mello tomará el caso, dado que es el juez instructor del mismo.
Mello, considerado como un letrado más severo, hizo declaraciones hoy en las que anticipó que está a favor de que se retomen las investigaciones sobre Flavio Bolsonaro y su asesor, el expolicía Fabricio Queiroz.

El portal de noticias Huffpost publicó hoy un artículo sobre "cinco hechos que refuerzan la relación misteriosa entre Fabricio Queiroz y Flavio Bolsonaro".
El diputado estadual de Rio Flavio Bolsonaro asumirá en febrero como senador federal en Brasilia, ya hay partidos de la oposición que impulsan una Comisión Parlamentaria de Investigaciones.

Poco después de la federalización del "Bolsogate" -así lo llama la oposición- hoy el ministro de Seguridad Institucional, Augusto Heleno, consideró que el episodio es inofensivo.
Heleno, un general retirado e influyente consejero de Jair Bolsonaro, aseguró que el caso "no tiene impacto en el gobierno".
Al general se sumó el jefe de gabinete, Onix Lorenzoni, que declaró "el gobierno, desde el punto de vista del presidente Bolsonaro, está muy tranquilo, porque esto no tiene nada que ver con el presidente".
Jair Bolsonaro es "una vez más, la víctima de este proceso", reforzó Lorenzoni, titular de la Casa Civil.

Gisele Bündchen contra Bolsonaro

La supermodelo responde al Gobierno de su país por acusarla de ser una “mala brasileña”

Gisele Bundchen en la gala del Museo Metropolitano de Nueva York

La imagen de Brasil en el mundo depende en muy buena medida de sus futbolistas, sus músicos… y de Gisele Bündchen. Un detalle que preocupa al Gobierno de Bolsonaro. Pero al que le ha salido el tiro por la culata.

La modelo ha respondido en tono contundente y respetuoso, y con una pizca de ironía, a la ministra de Agricultura del nuevo Gobierno ultraderechista de su país después de decir esta en una entrevista que no debería “salir [en los medio] criticando a Brasil sin conocer los hechos”. La ministra añadió que la también embajadora de Buena Voluntad para el medio ambiente de la ONU no debería hablar de la deforestación porque “reverbera” en el mundo, y que quienes lo hacen son “malos brasileños”.
La supermodelo le replica por carta que “los malos brasileños son los que deforestan”, según la misiva reproducida por el diario Folha de s.Paulo, después de recordarle que está implicada activamente en la defensa del medio ambiente desde 2006 y que ha visitado en varias ocasiones la Amazonia.
ampliar foto Gisele Bundchen en Rock in Rio, en Rio de Janeiro (Brasil)

Bündchen no es ambientalista de ocasión. Hace 12 años que utiliza sus redes —que suman 26 millones de seguidores; solo en Instagram tiene 15 millones— para apoyar la preservación ambiental y presionar al Gobierno brasileño a implementar o cambiar políticas en ese sentido. En más de una ocasión, ha enviado mensajes directamente a los presidentes de la República sobre la conservación de zonas protegidas, sobre todo en la Amazonia.

El año pasado, Bündchen abrió el festival de música Rock in Rio para lanzar el proyecto Believe Earth/Amazonia Live y pronunció, entre lágrimas, un discurso con el que la multitud gritó “Fuera Temer” (contra el entonces presidente Michel Temer). “Sueño con el día en que encontremos el equilibrio entre el tener y el ser... el disfrutar y el preservar, [...] en que vivamos en armonía, en total armonía, con la Madre Tierra. Cada uno tiene un impacto en ese mundo, sólo tenemos que decidir qué impacto queremos tener”, dijo.

Bolsonaro ha levantado ampollas entre los ambientalistas con el nombramiento como ministra de Tereza Cristina Dias, antigua diputada federal y jefa de la bancada parlamentaria que defiende los intereses de la poderosa industria agropecuaria. Este sector y los ambientalistas libran una durísima batalla omnipresente en la política de Brasil.
ampliar foto La ministra brasileña de Agricultura y Medio Ambiente, Tereza Cristina Dias, el 8 de noviembre en Brasilia.


Bündchen, que vive en Estados Unidos aunque nació y creció en el interior de Brasil, le recuerda a la ministra los últimos datos oficiales “ampliamente divulgados por la prensa”, apunta. Y sigue: “La deforestación en la Amazonia creció en 2018 más del 13%, lo que supone el peor dato en una década”. “Valoro mucho el papel tan importante que la agricultura y los agricultores tiene para nuestro país”, escribe, “pero creo que la producción agropecuaria y la conservación ambiental necesitan caminar juntas para que nuestro desarrollo pueda ser sostenible”.

En sus redes, Gisele se ha convertido en una poderosa aliada para las ONG, tomando postura siempre que se debaten proyectos o leyes dañinos con la mayor extensión vegetal del planeta. Cuando en 2017 el Gobierno de Temer pretendía aprobar un proyecto de minería en la foresta amazónica, poniendo en riesgo zonas protegidas y comunidades indígenas, publicó en Twitter: “¡La vergüenza! ¡Están subastando nuestra Amazonia! No podemos destruir nuestras áreas protegidas en favor de intereses privados”. Poco después, Gisele mencionó directamente al presidente para quejarse sobre la reducción del Jamanxim, que perdería 600.000 hectáreas por medio de una medida propuesta por el Gobierno. “Michel Temer, veto las propuestas que amenazan a 600k de hectáreas de área protegida en la Amazonia brasileña”, protestó en cuatro tuits, dos en portugués y dos en inglés.

En aquella ocasión, Temer no resistió a ONG y ambientalistas y anuló las medidas. Al presidente menos popular de la historia de Brasil no le beneficiaba caerle mal a la personalidad más famosa del país, una mujer poderosa, rica, bella y preocupada por el presente y el futuro del planeta. Queda por ver si el poder y la influencia de la Gisele ambientalista tendrán algún efecto sobre las políticas del Gobierno liderado por el ultraderechista Bolsonaro.

La modelo escribe a la ministra en tono exquisito. Encabeza su carta con un “Excelentísima Señora Ministra de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento, Tereza Cristina”. Todos en Brasil conocen a la ministra, como a la modelo, por su nombre de pila. Y la cierra en el mismo tono. “Con respeto, Gisele Bündchen”.

La economía de Brasil creció un 1,86% en noviembre

Se espera que el 2018 cierre con un alza del 1,28%, que se elevaría al 2,57% durante este año.


La economía brasileña aceleró su tímida recuperación y logró el sexto mes de crecimiento consecutivo al avanzar un 1,86% de forma interanual en noviembre.

Según los datos del Índice de Actividad Económica del Banco Central de Brasil, el comportamiento más dinámico se vio en las ventas minoristas con un alza del 2,9%, que impulsadas por el Black Friday, registraron el mayor crecimiento para un noviembre en los últimos 18 años.

Como aliciente, la industria manufacturera -el sector de mayor intercambio comercial con el país vecino- interrumpió cuatro meses de caída intermensuales al anotar una suba del 0,1%. Por otro lado, el rubro de servicios se mantuvo estancado por segundo mes consecutivo y tuvo el peor desempeño en 2 años.

En tanto, el informe de la máxima autoridad monetaria brasileña informó que el avance intermensual del conjunto de la economía fue de tan sólo el 0,29% en relación a octubre, mes en el que se había registrado crecimiento nulo.

Por el contrario, el acumulado de los primeros once meses del 2018 marcó un repunte del 1,44% frente al mismo período del año anterior y se espera que cierre el calendario con un incremento del 1,28%.

De esta manera, el principal socio comercial argentino continúa con un nivel de actividad relativamente estancado -que todavía no puede dejar atrás la recesión que vivió en 2015 y 2016- pero muestra algunos signos de mejoría que entusiasman al gobierno de Cambiemos.

De acuerdo a las estimaciones del ministro de Producción y Trabajo Dante Sica, por cada punto de avance del país vecino, la economía local crece un 0,25%, por lo tanto un mayor dinamismo brasilero es fundamental para traer cierto alivio en medio de esta crisis.

Ya para el 2019, la tradicional encuesta que realiza el Banco Central brasileño sobre un conjunto de más de 100 economistas, elevó las expectativas de crecimiento de la actividad económica al 2,57%.

La mejora se produce por el optimismo generado a raíz del triunfo de Bolsonaro, tras el cual se estima un importante aumento de inversiones, gastos del sector privado y bajas tasas de interés.