La vicepresidenta sostuvo que en la segunda parte del 2016 "se logró bajar la inflación y parar las variables que venían cayendo".
El tan mentado segundo semestre volvió a ser protagonista. Si bien los números no acompañaron a la gestión de Cambiemos en 2016, la vicepresidenta Gabriela Michetti se mostró optimista y valoró que las promesas para la segunda parte del año pasado "se consiguieron".
Michetti apuntó que en el Gobierno "estamos totalmente convencidos de que 2017 será el primer año de crecimiento de la economía argentina tras cinco años sin crecimiento".
"Lo que decíamos sobre el segundo semestre del año pasado era que íbamos a bajar la inflación, que íbamos a conseguir el blanqueo y que íbamos a tratar de parar estas variables que venían cayendo y que venían mostrando una recesión importante. Esas cosas se consiguieron", sostuvo.
En una entrevista con el diario El Tribuno de Salta, Michetti dijo que "de a poco la cosa va tomando otro color" y que "no caben dudas" de que el Gobierno quisiera "que la cosa vaya más rápido".
"Todos querríamos que la economía fuera un poco más rápido, tal vez tenemos un atraso de un trimestre, ya que siempre decíamos que a fin de año íbamos a conseguir calentar más la economía", sostuvo.
Según Michetti, en el primer año de gestión resolvieron "temas que tenían que ver con la macroeconomía" y que dificultaban la importación y exportación, el comercio exterior. "Hemos también resuelto la problemática de la inflación, que de a poco va bajando, y hemos tenido un éxito extraordinario con el blanqueo de capitales", agregó
Un duro documento de la CGT señaló que “sin mercado interno no hay desarrollo posible” y que “la realidad devuelve hoy una imagen bastante distorsionada de los anhelos iniciales del gobierno”.
En el duro documento, que comenzó a definirse luego del primer encuentro de consejo directivo del año, el 2 de febrero, la central obrera reclamó “correcciones” en la orientación de la política económica, industrial y comercial y que se priorice “el sostenimiento del empleo, el crecimiento del mercado interno y el desarrollo industrial nacional”.
También exigió “un programa industrial con eje en la sustitución de importaciones y el desarrollo estratégico de los sectores que posicionen el país de forma ventajosa en la economía global” y “una política comercial que impida el ingreso de productos e insumos innecesarios, introducidos con dumping social y económico, y que favorezca el acceso de aquellos insumos que sean útiles”.
Para la CGT, la política económica debe orientarse hacia el crecimiento del empleo y el poder de compra de los salarios, jubilaciones, pensiones y beneficios sociales, en tanto debe haber “un programa que contenga la inflación con metas anuales, que ataque las verdaderas causas de los aumentos de precios y que aplique un plan estratégico de infraestructura nacional, con énfasis en las economías regionales y con metas y tiempos claros”.
“Para el Gobierno, la clave de la recuperación económica y la palanca del progreso era la ‘confianza’ que generaba el cambio de gobierno. El círculo virtuoso de inversiones y desarrollo se iniciaría de inmediato en cuanto los inversores percibieran los primeros anuncios. Rápidamente la inflación se ubicaría en niveles razonables y la Argentina se insertaría otra vez en el mundo. La realidad devuelve una imagen bastante distorsionada”, puntualizó.
La conducción cegetista que lidera el triunvirato integrado por Juan Carlos Schmid, Héctor Daer y Carlos Acuña difundió el documento tras la reunión con las autoridades del PJ, que adhirieron a la marcha obrera del 7 de marzo próximo.
Para la CGT, la “declamada confianza” solo produjo ganancias especulativas y la llegada de capitales para lograr “una renta rápida y segura”; los planes de infraestructura del Estado son meros anuncios e intenciones y, el efecto negativo sobre el empleo, “se percibe en la calle y es corroborado por los números oficiales”, en tanto “la caída del consumo y la pérdida de poder de compra por la alta y sostenida inflación agudiza la desigualdad social creciente, mientras está ausente la política industrial”.
“La falta de política industrial estratégica, clara y consensuada impide regular de modo inteligente el ingreso de mercaderías e insumos, distinguiendo entre los útiles y necesarios para el desarrollo del sector de aquellos que expulsan mano de obra y profundizan la exclusión social. Hoy, otra vez, viejos agoreros del liberalismo declaman la necesidad de ajustar el mal llamado costo laboral para favorecer la competitividad y contener los salarios para detener la inflación”, puntualizó la central obrera.
La CGT rechazó esos dos planteos y subrayó que los costos laborales no salariales son beneficios sociales adquiridos a través de años de lucha y sacrificio para mejorar la calidad de vida de los trabajadores y sus familias, como vacaciones pagas, licencias especiales, jornada laboral limitada, licencias por enfermedad, fondos para capacitación, formación y salud y programas de la seguridad social, es decir, el salario diferido.
Los dirigentes añadieron que el crecimiento del salario real es imprescindible e impostergable porque representa el motor de la economía, el sostén principal del mercado interno y el primer eslabón de la cadena de desarrollo socio-económico, por lo que la CGT “no cesará en su defensa y no se dejará confundir con discursos añosos y descartados ya en todo el mundo”.
La central obrera indicó que para crecer es necesario reorientar la política económica y privilegiar el desarrollo de un mercado interno fuerte y expansivo, el crecimiento real del poder de compra salarial, fomentar las inversiones productivas e impulsar un plan de infraestructura que atienda a las economías regionales.
En el duro documento, que comenzó a definirse luego del primer encuentro de consejo directivo del año, el 2 de febrero, la central obrera reclamó “correcciones” en la orientación de la política económica, industrial y comercial y que se priorice “el sostenimiento del empleo, el crecimiento del mercado interno y el desarrollo industrial nacional”.
También exigió “un programa industrial con eje en la sustitución de importaciones y el desarrollo estratégico de los sectores que posicionen el país de forma ventajosa en la economía global” y “una política comercial que impida el ingreso de productos e insumos innecesarios, introducidos con dumping social y económico, y que favorezca el acceso de aquellos insumos que sean útiles”.
Para la CGT, la política económica debe orientarse hacia el crecimiento del empleo y el poder de compra de los salarios, jubilaciones, pensiones y beneficios sociales, en tanto debe haber “un programa que contenga la inflación con metas anuales, que ataque las verdaderas causas de los aumentos de precios y que aplique un plan estratégico de infraestructura nacional, con énfasis en las economías regionales y con metas y tiempos claros”.
“Para el Gobierno, la clave de la recuperación económica y la palanca del progreso era la ‘confianza’ que generaba el cambio de gobierno. El círculo virtuoso de inversiones y desarrollo se iniciaría de inmediato en cuanto los inversores percibieran los primeros anuncios. Rápidamente la inflación se ubicaría en niveles razonables y la Argentina se insertaría otra vez en el mundo. La realidad devuelve una imagen bastante distorsionada”, puntualizó.
La conducción cegetista que lidera el triunvirato integrado por Juan Carlos Schmid, Héctor Daer y Carlos Acuña difundió el documento tras la reunión con las autoridades del PJ, que adhirieron a la marcha obrera del 7 de marzo próximo.
Para la CGT, la “declamada confianza” solo produjo ganancias especulativas y la llegada de capitales para lograr “una renta rápida y segura”; los planes de infraestructura del Estado son meros anuncios e intenciones y, el efecto negativo sobre el empleo, “se percibe en la calle y es corroborado por los números oficiales”, en tanto “la caída del consumo y la pérdida de poder de compra por la alta y sostenida inflación agudiza la desigualdad social creciente, mientras está ausente la política industrial”.
“La falta de política industrial estratégica, clara y consensuada impide regular de modo inteligente el ingreso de mercaderías e insumos, distinguiendo entre los útiles y necesarios para el desarrollo del sector de aquellos que expulsan mano de obra y profundizan la exclusión social. Hoy, otra vez, viejos agoreros del liberalismo declaman la necesidad de ajustar el mal llamado costo laboral para favorecer la competitividad y contener los salarios para detener la inflación”, puntualizó la central obrera.
La CGT rechazó esos dos planteos y subrayó que los costos laborales no salariales son beneficios sociales adquiridos a través de años de lucha y sacrificio para mejorar la calidad de vida de los trabajadores y sus familias, como vacaciones pagas, licencias especiales, jornada laboral limitada, licencias por enfermedad, fondos para capacitación, formación y salud y programas de la seguridad social, es decir, el salario diferido.
Los dirigentes añadieron que el crecimiento del salario real es imprescindible e impostergable porque representa el motor de la economía, el sostén principal del mercado interno y el primer eslabón de la cadena de desarrollo socio-económico, por lo que la CGT “no cesará en su defensa y no se dejará confundir con discursos añosos y descartados ya en todo el mundo”.
La central obrera indicó que para crecer es necesario reorientar la política económica y privilegiar el desarrollo de un mercado interno fuerte y expansivo, el crecimiento real del poder de compra salarial, fomentar las inversiones productivas e impulsar un plan de infraestructura que atienda a las economías regionales.