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El discurso del conjunto y el contrato narcisista
El discurso del conjunto
Piera Aulagnier[5] también designa al grupo social como el conjunto de las voces presentes que están integradas por aquellos sujetos que tienen una lengua en común, regidos por las mismas instituciones e ideología (religión etc.) Este conjunto comparte ciertos enunciados (místicos, sagrados o científicos) que dependen de cada cultura, acerca del fundamento del grupo social. Son enunciados acerca de: la realidad del mundo, la razón de ser del grupo social y el origen de sus modelos.
Estos enunciados del fundamento tienen como función imprescindible preservar una concordancia entre el campo social y el campo lingüístico y la interacción entre ambos, en consecuencia son necesarios para el manejo del lenguaje de cada sujeto. Para que puedan ejercer su función estos enunciados fundamentales deben ser recibidos por los sujetos como palabras de certeza.
Esta concordancia entre los enunciados del campo social, lingüístico y del sujeto, determina que el modelo social que es sostenido por el grupo, coincide con los ideales de cada uno de sus miembros. La ideología es el discurso que está basado en los ideales del que habla (el enunciante).
El discurso fundador de una cultura instituye el contrato narcisista. Este discurso puede ser sagrado, científico o mítico, sin embargo tienen ciertas características y funciones comunes.
Los discursos sagrados y científicos tienen en común: a) que requieren preservar una certeza acerca del origen, b) son similares la idealización del discurso religioso y la del discurso científico.
Es necesario dentro del discurso social un sector de verdad absoluta pues le permite al Yo (Je) apropiarse de un fragmento de este discurso, cuya certeza es independiente de lo que cada sujeto singular le aporta (sean los padres o sus pares). Le permite al sujeto ser reconocido en su verdad por el grupo social, pudiendo este grupo excluir al miembro que no comparte dichos enunciados.
El campo social tiene una serie de enunciados y/o leyes que rigen su funcionamiento y sus objetivos, que les son impuestos a sus miembros. Por lo tanto al adherir cada sujeto (un infans por ejemplo) a este campo se apropia de estos enunciados y leyes que le brindan una convicción sobre la verdad de su pasado y la creencia en una posible certeza acerca de su futuro.
Para Piera Aulagnier es importante la simultánea catectización del modelo futuro y las certezas acerca de su origen. Si se produce una decatectización acerca del origen de la sociedad va a repercutir indefectiblemente sobre su futuro y el de sus integrantes..
El sujeto necesita certezas acerca de su origen que le permiten apoyarse en ellas y que al estar garantizadas estas verdades por el entorno social (discurso social y también texto escrito), le permite al niño poder liberarse de la dependencia de sus primeros referentes (la voz de la madre). Para poder liberarse de la dependencia materna necesita que la mayoría del conjunto de las voces catectizen un mismo ideal, dicho de otro modo que el niño pueda proyectarse en el conjunto social ocupando el lugar del sujeto ideal para dicho grupo.
El Contrato Narcisista
El contrato narcisista es un pacto de intercambio entre el sujeto y el grupo.
El grupo espera que el sujeto retome por su cuenta aquello que enunciaba la voz de sus predecesores para asegurar la permanencia y la inmutabilidad del conjunto. El grupo garantiza la transferencia sobre el nuevo miembro (el niño) el reconocimiento que tenía el predecesor desaparecido.
Del lado del sujeto (nuevo miembro) éste se compromete a repetir el mismo fragmento de discurso. El sujeto ve en el conjunto (el grupo) el soporte que se le ofrece (y necesita) su libido narcisista y por eso se incluye o acepta el discurso del conjunto. A cambio el grupo reconoce que el sujeto pueda existir sólo gracias a aquello que su voz repite (los enunciados del conjunto).
Por lo tanto el Contrato Narcisista se instaura gracias a una preinvestidura o precatectización del niño por parte del grupo (el grupo familiar) como una voz futura que ocupará el lugar previamente designado para el infans. Por lo tanto el grupo anticipa el rol proyectado sobre el niño que éste debe jugar, también proyecta sobre él su modelo ideal, sobre la creencia en la permanencia y la perennidad del conjunto social; y por su parte el niño (futuro sujeto) al catectizar el modelo ideal propuesto por el conjunto social desarrolla, o mejor dicho, potencia en su psiquismo un sentimiento de inmortalidad en él.
El modelo ideal sustentado por el grupo social es proyectado en el futuro de este niño, atrayendo la libido narcisista de sus miembros. Este discurso del conjunto brinda al niño una certeza acerca de su origen, lo cual le permite el acceso a la historicidad que es un elemento esencial para la instauración y el desarrollo del proceso identificatorio y la autonomía del Yo. El sujeto por su parte transfiere su libido narcisista sobre el grupo, el cual le ofrece una prima futura (ilusoria) pues (el sujeto) tiene la ilusión de que una nueva voz (un niño) retomara su discurso permitiéndole tener la ilusión de inmortalidad a través de éste futuro niño-sujeto.
Si bien el Contrato Narcisista es universal hay una variabilidad entre diferentes sujetos, diferentes parejas, pues es variable la calidad y la intensidad de la catectización del contrato que une a la pareja parental con el conjunto social. Lo mismo sucede con aquello que la pareja de los padres valoriza del discurso del conjunto social.
Los padres imponen al Yo del niño un primer conocimiento de la relación que ellos tienen con el campo social y como éste (el conjunto social) se relaciona con la pareja parental. Puede ocurrir que la pareja de los padres rechace las cláusulas esenciales del contrato narcisista, como ocurre en las familias psicóticas que presentan un carácter cerrado al conjunto social, lo cual determine que sus miembros (el niño por ejemplo) no puedan encontrar fuera del microcosmo familiar un soporte que le permita lograr la autonomía (fuera de su grupo de características endogámicas) indispensable para su Yo.
También puede suceder que el medio extrafamiliar imponga un contrato viciado al no reconocer en la pareja parental elementos que le permitan incluirse en el conjunto social (diferentes formas de discriminación y exclusión), lo cual determina que la pareja de los padres se sienta maltratada o victimizada por parte del conjunto.
Así era el futuro hace cincuenta años
Internet y el cambio climático, entre las predicciones más acertadas de la conferencia que en 1968 imaginó 2018
El rabino Arthur Waskow, uno de los asistentes a la conferencia celebrada en 1968, durante un mitin en Nueva York.
Hace medio siglo, un mes después del asesinato de Martin Luther King y de las sangrientas revueltas que desató, se reunieron en los decadentes salones del hotel Hilton en Manhattan 800 personas, entre ellos algunos de los pensadores más relevantes del momento, para pronosticar el futuro. Y ninguno habló de tensión racial ni de injusticias sociales, tal vez porque no tomó la palabra ninguna persona de raza negra, ni nadie menor de 35 años. Pero ese futuro es exactamente hoy: Towards the Year 2018 fue el libro que recogía las ponencias presentadas en aquella conferencia de tres días organizada en 1968 con motivo del 50º aniversario de la Foreign Policy Association y que esta semana ha recordado la revista The New Yorker.
Ithiel de Sola Pool, fundador del departamento de Ciencia Política del Massachussets Institute of Technology (MIT), especulaba con que los gobiernos controlarían absolutamente la economía de las naciones, incluyendo la tasa de industrialización, el PIB o el desempleo, una idea que a ojos actuales parece encantadoramente ingenua. Pero más llamativos que los tiros al poste son los aciertos. El mismo Sola Pool que se equivocaba sobre la economía dio en la diana en un ámbito que parecía entonces mucho más especulativo. El auge de los ordenadores, decía, permitirá la acumulación de datos personales y la creación de archivos con un enorme poder de manipulación. "En 2018 un investigador sentado ante una consola personal será capaz de cruzar datos de compra (de los registros de las tiendas) con datos de cociente intelectual (de los registros escolares) y empleo (de los registros de la Seguridad Social). Tendrá esa capacidad tecnológica, pero ¿tendrá derecho legal a hacerlo?".
Cinco décadas antes de Facebook y Google, algunos ya predecían no solo el surgimiento de Internet, sino de sus problemas para la privacidad. No sospechaban que fuéramos a entregar nuestros datos (y nuestras opiniones y emociones) tan alegremente.
Los frutos agridulces de la tecnología preocupaban también al meteorólogo Thomas Malone, que se preguntaba si no acabaríamos modificando involuntariamente el clima al aumentar los niveles de dióxido de carbono. Malone ha pasado los últimos 50 años viendo cómo su predicción se hacía realidad; casi los mismos que ha tardado el planeta en tomárselo en serio.
Los invitados estaban divididos entre menores de 35 años y mayores de 35. Entre los jóvenes estaba Michael Zweig, hoy catedrático emérito de la Stony Brook University en Nueva York. En conversación con MARCA POLITICA, Zweig reflexiona sobre el hecho de que, hoy en día, en una conferencia como aquella sin duda hablarían jóvenes, negros, hispanos y mujeres: ese es un progreso. "Pero ese progreso se ha producido absorbiendo a las minorías en ciertos sectores de las clases dominantes, donde el racismo y el sexismo siguen perjudicando a los recién llegados. Para la clase trabajadora, los profesionales de clase media y los pequeños empresarios las cosas se han puesto peor en lo económico, en lo político y en lo cultural". A pesar de todo, Zweig sigue siendo un activista tan optimista como en 1968: "Si no, la labor sería imposible".
Arthur Waskow, hoy rabino en el progresista Shalom Center de Filadelfia, acudió a la conferencia como joven miembro de la Students for a Democratic Society. En declaraciones a la revista The New Yorker, Waskow recuerda que todas las predicciones que se hicieron, por acertadas o erróneas que fueran, apuntalaban el capitalismo corporativo que sigue dominando el mundo hoy: "Describieron un futuro en el que ellos seguían mandando".
Towards the Year 2018 puede encontrarse en Amazon, de segunda mano, por casi 200 dólares (166 euros). Circula sin despertar interés por las librerías de viejo desde 1970. Es lo que tienen las proyecciones de futuro: muy pronto dicen más sobre el ayer que sobre el mañana.
El rabino Arthur Waskow, uno de los asistentes a la conferencia celebrada en 1968, durante un mitin en Nueva York.
Hace medio siglo, un mes después del asesinato de Martin Luther King y de las sangrientas revueltas que desató, se reunieron en los decadentes salones del hotel Hilton en Manhattan 800 personas, entre ellos algunos de los pensadores más relevantes del momento, para pronosticar el futuro. Y ninguno habló de tensión racial ni de injusticias sociales, tal vez porque no tomó la palabra ninguna persona de raza negra, ni nadie menor de 35 años. Pero ese futuro es exactamente hoy: Towards the Year 2018 fue el libro que recogía las ponencias presentadas en aquella conferencia de tres días organizada en 1968 con motivo del 50º aniversario de la Foreign Policy Association y que esta semana ha recordado la revista The New Yorker.
Ithiel de Sola Pool, fundador del departamento de Ciencia Política del Massachussets Institute of Technology (MIT), especulaba con que los gobiernos controlarían absolutamente la economía de las naciones, incluyendo la tasa de industrialización, el PIB o el desempleo, una idea que a ojos actuales parece encantadoramente ingenua. Pero más llamativos que los tiros al poste son los aciertos. El mismo Sola Pool que se equivocaba sobre la economía dio en la diana en un ámbito que parecía entonces mucho más especulativo. El auge de los ordenadores, decía, permitirá la acumulación de datos personales y la creación de archivos con un enorme poder de manipulación. "En 2018 un investigador sentado ante una consola personal será capaz de cruzar datos de compra (de los registros de las tiendas) con datos de cociente intelectual (de los registros escolares) y empleo (de los registros de la Seguridad Social). Tendrá esa capacidad tecnológica, pero ¿tendrá derecho legal a hacerlo?".
Cinco décadas antes de Facebook y Google, algunos ya predecían no solo el surgimiento de Internet, sino de sus problemas para la privacidad. No sospechaban que fuéramos a entregar nuestros datos (y nuestras opiniones y emociones) tan alegremente.
Los frutos agridulces de la tecnología preocupaban también al meteorólogo Thomas Malone, que se preguntaba si no acabaríamos modificando involuntariamente el clima al aumentar los niveles de dióxido de carbono. Malone ha pasado los últimos 50 años viendo cómo su predicción se hacía realidad; casi los mismos que ha tardado el planeta en tomárselo en serio.
Los invitados estaban divididos entre menores de 35 años y mayores de 35. Entre los jóvenes estaba Michael Zweig, hoy catedrático emérito de la Stony Brook University en Nueva York. En conversación con MARCA POLITICA, Zweig reflexiona sobre el hecho de que, hoy en día, en una conferencia como aquella sin duda hablarían jóvenes, negros, hispanos y mujeres: ese es un progreso. "Pero ese progreso se ha producido absorbiendo a las minorías en ciertos sectores de las clases dominantes, donde el racismo y el sexismo siguen perjudicando a los recién llegados. Para la clase trabajadora, los profesionales de clase media y los pequeños empresarios las cosas se han puesto peor en lo económico, en lo político y en lo cultural". A pesar de todo, Zweig sigue siendo un activista tan optimista como en 1968: "Si no, la labor sería imposible".
Arthur Waskow, hoy rabino en el progresista Shalom Center de Filadelfia, acudió a la conferencia como joven miembro de la Students for a Democratic Society. En declaraciones a la revista The New Yorker, Waskow recuerda que todas las predicciones que se hicieron, por acertadas o erróneas que fueran, apuntalaban el capitalismo corporativo que sigue dominando el mundo hoy: "Describieron un futuro en el que ellos seguían mandando".
Towards the Year 2018 puede encontrarse en Amazon, de segunda mano, por casi 200 dólares (166 euros). Circula sin despertar interés por las librerías de viejo desde 1970. Es lo que tienen las proyecciones de futuro: muy pronto dicen más sobre el ayer que sobre el mañana.
Quién es Michael Wolff, el autor del libro que llena de furia a Donald Trump
Odiado por muchos por criticar a la élite de Manhattan, y con antecedentes algo complicados, aquí desenmascaramos quién es este periodista de ácida prosa.
Con su más reciente libro, Michael Wolff está en el centro de la escena política y mediática de EE.UU. / AP
Hace años que Michael Wolff es una piraña del mundo mediático de Manhattan, utilizando sus columnas cáusticas para destrozar a sus compañeros de almuerzo en Michael's, la cantina en el centro de la ciudad donde los magnates se reúnen, y dejando una impresión duradera en cenas con estrellas, vestidos con corbatas Charvet y camisas de la tienda Browns, de Londres.
Su ácida prosa era bien conocida entre figuras poderosas como Rupert Murdoch, de quien Wolff escribió una biografía en 2008que dejó al magnate disgustado. Pero a pesar de esto, su olfato para los chismes de primera línea hizo que los dejara dando vueltas.
La tapa del libro "Fuego y furia: dentro de la Casa Blanca Trump", que tiene al presidente Trump y a su entorno en alta tensión. / AFP
Ahora, Wolff aplicó su fórmula a un lienzo mucho más grande: la política presidencial. Y hasta el momento está demostrado que es su provocación más exitosa hasta la fecha.
Es que su libro "Fuego y furia: dentro de la Casa Blanca de Trump", un compendio del año que se pasó reportando desde la llamada Ala Oeste de la Casa Blanca, ha provocado refutaciones desde el atril de la misma Casa Blanca y ha amenazado la carrera del líder de Breitbart News Stephen K. Bannon, no sin antes convertir a Wolff, de 64 años, en una sensación de la noche a la mañana y en uno de los periodistas más famosos del mundo.
Los abogados de Donald Trump amenazaron el jueves con demandar al editor de Wolff, Henry Holt, si no detenía la publicación del libro y se disculpaba por su contenido, un extraordinario intento de un presidente en ejercicio por sofocar la cobertura crítica. La respuesta de Henry Holt fue adelantar cuatro días el lanzamiento del libro. Wolff bien podría estar en la antesala de su primer mejor bestseller.
Donald Trump está intentando frenar la salida de un libro sobre su primer año como presidente donde es ridiculizado por mucha gente de su entono.
Incluso para alguien tan descaradamente confiado como Wolff, un provocador ávido por el estatus que tiene la costumbre de ser expulsado de restaurantes caros, este es un nuevo nivel de notoriedad. Está acostumbrado a enfurecer a la elite del poder de Manhattan, no al líder de la primera potencia mundial. "Que el presidente esté hablando de él desde la Casa Blanca es casi una evolución natural para Michael Wolff", dijo Janice Min, ex editora de The Hollywood Reporter, donde Wolff es columnista.
Su ácida descripción de Trump como un presidente al que el cargo le queda enorme, desdeñado por asistentes que están asombrados por su falta de aptitud para el trabajo, viene copando los titulares y las redes sociales desde hace días, junto con supuestas citas textuales de figuras como Bannon y Murdoch, donde tratan a Trump como un tonto.
Pero Wolff se ha ganado tantos enemigos como aliados durante sus años como mordaz columnista - tal vez más, inclusive - y los críticos han planteado preguntas sobre la veracidad de sus informes, diciendo que tiene antecedentes de no ser del todo riguroso con su información.
Steve Bannon y la Consejera del presidente Kellyanne Conway, dos de los más perjudicados por lo que el libro revela.
"Históricamente, uno de los problemas con la omnisciencia de Wolff es que, aunque puede saberlo todo, se equivoca", escribió David Carr, columnista de medios del New York Times en 2008, al revisar un libro de Wolff que, señaló, contenía errores.
Los extractos del libro que aparecieron esta semana han sido revisados en busca de errores. Wolff escribió que había sido CNN quien informó que Trump había sido acusado de una práctica sexual exótica con prostitutas en un dossier de inteligencia, cuando en realidad fue el sitio BuzzFeed News el que informó esos detalles. También describe a Trump como alguien que desconoce la identidad de John Boehner, el ex presidente de la Cámara Republicana; de hecho, ambos habían jugado al golf mucho antes de que Wolff comenzara a visitar la Casa Blanca.
Otros detalles han sido disputados. Thomas Barrack Jr., un amigo cercano de Trump, negó haber dicho que el presidente "no solo estaba loco, sino que es estúpido", según informa Wolff. El jueves, la secretaria de prensa de la Casa Blanca Sarah Huckabee Sanders dijo que el libro contenía "error, tras error, tras error".
Jared Kushner e Ivanka Trump tampoco quedaron muy bien parados en el libro de Wolff. /
Wolff, que no quiso ser entrevistado para este artículo, respalda sus informes. Y su editor aparentemente no se ha dejado intimidar por las amenazas del presidente. "Vemos 'Fire and Fury' como una contribución extraordinaria a nuestro discurso nacional, y estamos procediendo con la publicación del libro", dijo Henry Holt en un comunicado el jueves.
Bannon no ha cuestionado sus citas en el libro, incluso cuando el material lo ha dañado política y tal vez profesionalmente: varios políticos republicanos se han distanciado de él, y uno de sus principales patrocinadores financieros, la heredera de fondos de inversión Rebekah Mercer, una de las principales financistas de Breitbart , dijo el jueves que ella no apoyaba sus declaraciones.
Min escribió en Twitter que asistió a una cena que Wolff describe en detalle, incluida una conversación textual entre Bannon y Roger Ailes, el ex presidente de Fox News ya fallecido.
"Cada palabra que he visto en el libro es absolutamente precisa", escribió Min.
En una entrevista telefónica el jueves, agregó: "a la gente a veces no le gusta lo que dice, pero creo que una de las cosas que desconcierta a Michael es que solo es leal a la historia". De sus propias colaboraciones con Wolff, agregó, "Nadie nunca disputó los hechos que se incluyeron en un artículo".
El magnate de medios Rupert Murdoch también aparece en el libro de Wolff, hablando en términos despectivos de Trump. / AFP
Criado en los suburbios de Nueva Jersey, hijo de un ejecutivo publicitario y una periodista , Wolff ingresó joven al periodismo en The New York Times (luego acusaría a The Times, junto a otras organizaciones tradicionales de medios, de imperturbable y parcial). Ha sido columnista y ejecutivo de medios, escribió una memoria sobre su época como director de una startup fallida de Internet y una vez trató de comprar una revista de Nueva York con un grupo de socios entre los cuales estaba Harvey Weinstein.
Sus amigos dicen que le encanta una buena pelea. Min lo recordó sonriendo ampliamente después de una fiesta, diciéndole: "En todas partes adonde miraba, había alguien que me odiaba".
Hay veces en las que Wolff ha terminado como el centro de atención, y en los últimos tiempo se ha convertido en un personaje activo en las páginas de chismes y en los tabloides de la ciudad. Su vida personal provocó un escándalo menor después de un divorcio, en medio de una relación con una escritora unos 30 años menor que él (junto a Victoria Floethe, ahora tienen una hija de 2 años).
Wolff también se hizo amigo de Trump cuando apareció en un piloto que nunca salió al aire para un reality de la marca Trump llamado "Trump Town Girls", que involucraba a concursantes de belleza que vendían proyectos inmobiliarios. Después de las elecciones se aseguró la confianza de Trump, en parte, al criticar implacablemente la cobertura de otros reporteros sobre el presidente electo.
Según el libro de Wolff, Melania Trump no quería mudarse a Washington ni ser Primera Dama, y que el mismo Trump le había dicho que era imposible que ganara.
Graydon Carter, ex editor de Wolff en Vanity Fair, escribió en un correo electrónico que no estaba sorprendido de que Wolff "escribiera un libro entretenido".
"El misterio", agregó Carter, "es por qué la Casa Blanca le permitió entrar por la puerta".
What Happens to Bannonism After Bannon?
By John Cassidy
The Mercer family, who helped create Steve Bannon, will decide the fate of his war on the Republican establishment.Photograph by William Mebane for The New Yorker
Viewed from afar, the Trump Administration is a daily tragedy—one that is dragging down the United States and endangering the world order it has led for more than seventy years. From up close, the Administration is a comedy of errors, the latest of which was Donald Trump’s transformation of Michael Wolff’s new book, “Fire and Fury.” The President single-handedly turned the book from a racy tell-all that would have enthused the Beltway and media crowds into a must-have consumer product—the literary equivalent of a new iPhone—which, in Washington, at least, had crowds of people braving the “bomb cyclone” and lining up outside Kramerbooks on Thursday night for the midnight release.
Not only did Trump put out a lengthy statement on Thursday bashing Steve Bannon, his former senior adviser, for coöperating with Wolff on his “phoney” book, his lawyers sent a letter to the publisher, Henry Holt, demanding that it halt publication. From that moment on, every self-respecting Trump hater in the country simply had to buy a copy. No wonder Holt brought forward the publication date to Friday and Wolff tweeted “Thank you, Mr. President.”
If Trump’s intervention sent Wolff and Holt into rapture, it created shock waves in the conservative universe, especially when it was followed by a separate denunciation of Bannon from his longtime financial sponsor, the hedge-fund heiress Rebekah Mercer, who is a part-owner of Breitbart, the scrappy Web site that Bannon turned into a platform for Trump and the alt-right. “My family and I have not communicated with Steve Bannon in many months and have provided no financial support to his political agenda, nor do we support his recent actions and statements,” Mercer said in a rare public utterance on Thursday.
Since then, much of Washington has been on a Bannon death watch. As Trump loyalists like Rush Limbaugh, Matt Drudge, and Roger Stone rushed to disassociate themselves from Bannon, rumors circulated that he was about to be fired from Breitbart, where he returned to the chairman’s role after being ousted from the White House, in August. The Wall Street Journal reported that “many members” of Breitbart's board of directors were supportive of dumping Bannon, but they were also mindful of Breitbart’s “contractual relationships with other entities, including Sirius XM radio,” where he has a show. On Friday morning, Trump revelled in Bannon’s woes, commenting on Twitter, “The Mercer Family recently dumped the leaker known as Sloppy Steve Bannon. Smart!”
As of Friday afternoon, Bannon’s fate still hadn’t been determined, and he was keeping a low profile. Axios reported that before Trump went nuclear on Thursday, Bannon had prepared a public statement expressing his loyalty to the President and contesting some of the details in Wolff’s book. “Some of Bannon’s closest allies are urging him to still issue such a statement and make peace with Trump and his family,” the Axios report said. “Bannon is resisting. He’s quite like Trump in this respect: he views any apology or admission of error as a sign of weakness.”
Even if Bannon does grovel to Trump and cling to his job, he will emerge from this episode as a marginalized and diminished figure. And that raises at least two important questions about the future of the Republican Party.
The first concerns the roles that Mercer and her father, Robert, a reclusive hedge-fund billionaire, will play in the future. When, in the summer of 2016, the Mercers pumped five million dollars into Trump’s campaign coffers and supplied him with a new campaign manager (Kellyanne Conway) and eminence grise (Bannon), they established a tie of sorts to the President-to-be. But, as Wolff relates, it doesn’t appear to be a particularly close relationship: “Trump thought the Mercers were as odd as everybody else thought. He didn’t like Bob Mercer looking at him and not saying a word; he didn’t like being in the same room as Mercer or his daughter. These were super-strange bedfellows—‘wackos’ in his description.”
For now, it appears that Trump and the wackos have reached an agreement that Bannon had to be defenestrated. But that raises the second question: What is the future of Bannonism without Bannon?
For months, Bannon had been saying that his firing from the White House marked not the demise of his ambitions to transform the G.O.P. into a nationalist/protectionist party modelled on the European right but the opening of a new front. Freed from the constraints of being inside the Administration, Bannon would be able to recruit candidates, raise money, and take down members of the Republican establishment. “Trump, in Bannon’s view, was a chapter, or even a detour, in the Trump revolution, which had always been about weaknesses in the two major parties,” Wolff writes. “The Trump presidency—however long it lasted—had created the opening that would provide the true outsiders their opportunity. Trump was just the beginning.”
The Mercer family, who helped create Steve Bannon, will decide the fate of his war on the Republican establishment.Photograph by William Mebane for The New Yorker
Viewed from afar, the Trump Administration is a daily tragedy—one that is dragging down the United States and endangering the world order it has led for more than seventy years. From up close, the Administration is a comedy of errors, the latest of which was Donald Trump’s transformation of Michael Wolff’s new book, “Fire and Fury.” The President single-handedly turned the book from a racy tell-all that would have enthused the Beltway and media crowds into a must-have consumer product—the literary equivalent of a new iPhone—which, in Washington, at least, had crowds of people braving the “bomb cyclone” and lining up outside Kramerbooks on Thursday night for the midnight release.
Not only did Trump put out a lengthy statement on Thursday bashing Steve Bannon, his former senior adviser, for coöperating with Wolff on his “phoney” book, his lawyers sent a letter to the publisher, Henry Holt, demanding that it halt publication. From that moment on, every self-respecting Trump hater in the country simply had to buy a copy. No wonder Holt brought forward the publication date to Friday and Wolff tweeted “Thank you, Mr. President.”
If Trump’s intervention sent Wolff and Holt into rapture, it created shock waves in the conservative universe, especially when it was followed by a separate denunciation of Bannon from his longtime financial sponsor, the hedge-fund heiress Rebekah Mercer, who is a part-owner of Breitbart, the scrappy Web site that Bannon turned into a platform for Trump and the alt-right. “My family and I have not communicated with Steve Bannon in many months and have provided no financial support to his political agenda, nor do we support his recent actions and statements,” Mercer said in a rare public utterance on Thursday.
Since then, much of Washington has been on a Bannon death watch. As Trump loyalists like Rush Limbaugh, Matt Drudge, and Roger Stone rushed to disassociate themselves from Bannon, rumors circulated that he was about to be fired from Breitbart, where he returned to the chairman’s role after being ousted from the White House, in August. The Wall Street Journal reported that “many members” of Breitbart's board of directors were supportive of dumping Bannon, but they were also mindful of Breitbart’s “contractual relationships with other entities, including Sirius XM radio,” where he has a show. On Friday morning, Trump revelled in Bannon’s woes, commenting on Twitter, “The Mercer Family recently dumped the leaker known as Sloppy Steve Bannon. Smart!”
As of Friday afternoon, Bannon’s fate still hadn’t been determined, and he was keeping a low profile. Axios reported that before Trump went nuclear on Thursday, Bannon had prepared a public statement expressing his loyalty to the President and contesting some of the details in Wolff’s book. “Some of Bannon’s closest allies are urging him to still issue such a statement and make peace with Trump and his family,” the Axios report said. “Bannon is resisting. He’s quite like Trump in this respect: he views any apology or admission of error as a sign of weakness.”
Even if Bannon does grovel to Trump and cling to his job, he will emerge from this episode as a marginalized and diminished figure. And that raises at least two important questions about the future of the Republican Party.
The first concerns the roles that Mercer and her father, Robert, a reclusive hedge-fund billionaire, will play in the future. When, in the summer of 2016, the Mercers pumped five million dollars into Trump’s campaign coffers and supplied him with a new campaign manager (Kellyanne Conway) and eminence grise (Bannon), they established a tie of sorts to the President-to-be. But, as Wolff relates, it doesn’t appear to be a particularly close relationship: “Trump thought the Mercers were as odd as everybody else thought. He didn’t like Bob Mercer looking at him and not saying a word; he didn’t like being in the same room as Mercer or his daughter. These were super-strange bedfellows—‘wackos’ in his description.”
For now, it appears that Trump and the wackos have reached an agreement that Bannon had to be defenestrated. But that raises the second question: What is the future of Bannonism without Bannon?
For months, Bannon had been saying that his firing from the White House marked not the demise of his ambitions to transform the G.O.P. into a nationalist/protectionist party modelled on the European right but the opening of a new front. Freed from the constraints of being inside the Administration, Bannon would be able to recruit candidates, raise money, and take down members of the Republican establishment. “Trump, in Bannon’s view, was a chapter, or even a detour, in the Trump revolution, which had always been about weaknesses in the two major parties,” Wolff writes. “The Trump presidency—however long it lasted—had created the opening that would provide the true outsiders their opportunity. Trump was just the beginning.”
Tras una histórica marcha, el intendente de Azul empieza a pagar el costo político del cierre de FANAZUL
Miles de ciudadanos coparon las calles de Azul y le exigieron a Bertellys que acompañe el reclamo. Así, paga un costo político que ni su salto a Cambiemos le generó. Y empieza a agitarse el Concejo Deliberante.
Después de un profundo letargo y de cajonear un proyecto que buscaba evitar despidos en la ciudad, el intendente de Azul, Hernán Bertellys tuvo que ceder ante la presión popular y aceptó que el Concejo de Deliberante apruebe la emergencia socio-laboral para mitigar las consecuencias de los 232 despidos de FANAZUL. Desde la oposición aseguran que el jefe comunal “se dejó estar” y que ahora se mueve para “evitar pagar un costo político” mayor.
Una caravana interminable recorrió las calles azuleñas y el canto más vitoreado apuntaba al jefe comunal: “No se escucha, a Bertellys no lo vemos en la lucha”
Lo que aceleró los tiempos y puso Bertellys contra la pared fue una enorme movilización que tuvo lugar ayer, una de las más grandes que se recuerde para ese distrito. Una caravana interminable recorrió las calles azuleñas y el canto más vitoreado apuntaba al jefe comunal: “No se escucha, a Bertellys no lo vemos en la lucha”.
Fue una luz amarilla en el tablero de control del intendente, que no pagó costo político por su pase a Cambiemos a los pocos meses de haber sido electo por el FPV y fue contundentemente respaldado en las urnas en la última elección.
El cierre de FANAZUL es consecuencia de un plan de austeridad que encaró el interventor de Fabricaciones Militares, Jorge Riva, lo que deja a Bertellys en una posición incomodísima. “Dice que es el niño mimado de Vidal pero parece que no lo mima tanto”, le dijo a INFOCIELO un dirigente que frecuenta la municipalidad.
En las últimas horas, Bertellys buscó mostrarse activo y promovió la formación de un comité de crisis y consiguió una reunión con Riva en Capital Federal, Con eso compró tiempo y pudo lograr que hoy en Azul se esperancen con una salida alternativa.
Nelson Sombra, concejal de Unidad Ciudadana, participó de ese encuentro y, en diálogo con este portal, no se mostró tan optimista. “Si bien ante nuestra insistencia, Riva dijo que que le demos una semana para evaluar algunas propuestas que les presentamos, nosotros queríamos por lo menos tres meses de margen buscar soluciones”, agregó.
Para Sombra, es sugestivo que, mientras en las otras plantas de FM, se estén echando 30 personas promedio, en Azul se haya decidido el cierre definitivo. “Le pedimos que Riva que empareje un poco porque nos está matando con esto, pero nada, miraba para abajo y no respondía”, explicó.
La sesión de este sábado será a las 8:00 y la ordenanza buscará dotar al ejecutivo de herramientas para atenuar el impacto de los puestos de trabajo perdidos como la posibilidad de reasignar partidas, condonar el pago de servicios públicos y generar moratorias para aquellos que quedaron en calle y tiene préstamos tomados.
Según las estimaciones que se hacen en azul, la empresa generaba un movimiento mensual de entre 8 y 10 millones de pesos y a cada puesto formal hay que sumarle cuatro informales. Los sueldos de los “fabriqueros” iban de $30 mil en adelante. Ahora los gremios del sector han decidido un acampe por tiempo indeterminado y no descartan “profundizar las medidas”.
Ante la inminente salida de Sturzenegger el dólar se disparó 30 centavos a $ 19,26
Ante inquietud del mercado sobre la política monetaria, el dólar se disparó 30 centavos a $ 19,26
El dólar terminó este viernes con un avance de 30 centavos a $ 19,26 en bancos y agencias de la city porteña, de acuerdo al promedio que hizo ámbito.com impulsado por rumores de renuncia del presidente del Banco Central (BCRA), Federico Sturzenegger, y en medio de la expectativa por el próximo anuncio de la tasa de política monetaria el próximo martes.
Ese día, los inversores esperan señales sobre si la autoridad monetaria mantiene su capacidad de reacción vía tasas frente a una expectativa de inflación del mercado por arriba de la nueva meta oficial del 15% prevista para este año.
Los inversores especulan con la salida de Sturzenegger del Central y buscan cubrirse en dólares previendo un relajamiento de la política monetaria, pero consultados por ámbito.com altas fuentes del gobierno desmintieron cualquier dicha información.
Esta alza diaria representa casi toda la suba registrada por el billete en la semana, en la que se hundió 19 centavos el martes, en el primer día del año, ya sin las empresas con las obligaciones propias de fin de año, pero retomó la senda positiva desde el miércoles en medio de una renacida demanda.
El billete se movió en línea con el mercado mayorista, donde la divisa avanzó 27 centavos a $ 18,92 este viernes, para terminar la semana con una alza de 25 centavos.
En tanto, el Banco Nación fijó su cierre vendedor de transferencia en $ 18,8600 por dólar, un 1,23 % mayor al de ayer, y el billete a $ 19,1000, aunque en la pantalla del SIOPEL la última operación se realizó a $ 18,9030.
Este viernes, la divisa volvió a operar con marcada volatilidad y fluctuación en una jornada que tuvo como protagonista a la demanda por cobertura.
Los precios, en este sentido, escalaron posiciones en forma intensa durante todo el desarrollo de la sesión y sólo menguó el ajuste alcista sobre el final del día.
Los mínimos se anotaron otra vez en el arranque en torno a los $ 18,67. La corriente compradora se instaló con fuerza desde media mañana y generó un aumento de los precios que solo se detuvo cuando el tipo de cambio tocó máximos en $ 19,03. Los elevados niveles alcanzados por el dólar parecieron generar un ingreso de divisas que sirvió para desarticular la presión compradora con bajas en la cotización que, con muchas oscilaciones, acomodó los valores en el nivel visto sobre el cierre.
En la plaza paralela, por su parte, el dólar blue avanzó cuatro centavos a $ 19,45 durante la rueda, mientras que en la semana ganó 17 centavos, según el relevamiento de este medio en cuevas del microcentro porteño. En tanto, el "contado con liqui" avanzó siete centavos a $ 18,89 (en la semana aumentó 17 centavos).
En el mercado de futuros Rofex, donde se operaron u$s 866 millones, más del 45 % se operó a a fin de enero a $ 19,18 con una tasa implícita de 23,8% TNA y el plazo más largo fue junio, que cerró a $ 20,80 al 21,3% TNA.
Por último, las reservas del Banco Central disminuyeron u$s 167 millones hasta los u$s 55.456 millones.
China limita las exportaciones de petróleo crudo, hierro y otros bienes a Corea del Norte
Las medidas han sido adopadas en el marco de la aplicación de una de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU.
El Ministerio del Comercio chino ha anunciado su decisión de limitar las exportaciones de petróleo crudo a Corea del Norte. Asimismo, el gigante asiático ha decidido restringir la exportación de productos petrolíferos al país norcoreano.
Al mismo tiempo, otros bienes como metales, equipos de fabricación industrial y medios de transporte dejarán de exportarse desde China al país norcoreano.
"En el marco del cumplimiento de la resolución 2397 del Consejo de Seguridad de la ONU, desde el momento de la divulgación de este decreto se finaliza la exportación a Corea del Norte de hierro, acero y otros metales, así como de maquinarias industriales y medios de transporte", señala el comunicado del Ministerio chino.
Las medidas anunciadas entrarán en vigor el 6 de enero, precisa el documento. Han sido adopadas en el marco de la aplicación de las nuevas sanciones impuestas por la ONU a Pionyang como respuesta a sus pruebas de misiles.
Las sanciones fueron decretadas por el Consejo de Seguridad de la ONU a finales de diciembre de 2017.
La resolución 2397, redactada por EE.UU., incluye la prohibición al país asiático de exportar alimentos y la repatriación de ciudadanos norcoreanos que trabajen en el exterior, así como el bloqueo de casi el 90% de las exportaciones de productos refinados de petróleo destinados a Corea del Norte.
La aprobación de este paquete de medidas restrictivas equivale a la décima vez que el Consejo de Seguridad impone sanciones sobre Pionyang desde 2006, a causa de su programa nuclear y de misiles.
El 29 de noviembre, Pionyang realizó el lanzamiento de su arma más poderosa hasta el momento: el misil balístico intercontinental Hwasong-15, que podría poner a la ciudad de Washington y toda la costa este del país norteamericano dentro de su alcance.
Duhalde planteó la necesidad de unir a todos los sectores del peronismo, incluido en kirchnerismo
El ex presidente dio su opinión acerca de la necesidad de crear una oposición nucleada. "El 2018 será el año de la renovación del peronismo", afirmó.
El ex presidente Eduardo Duhalde afirmó que el 2018 "es el año de la renovación del peronismo" y afirmó que debe conformarse una unidad que integre a todos los espacios. Acerca de las elecciones pasadas, el ex mandatario dejó en claro que la división condujo a la derrota. Así, no descartó a ninguno de los espacios para enfrentar al Gobierno.
Citando a Albert Einstein, Duhalde sostuvo que "no se puede hacer lo mismo y esperar resultados diferentes". Además afirmó que está trabajando para que exista la unidad con algunos lineamientos políticos que logren la conjunción de ideas, aunque se negó dar los nombres que baraja como referentes del nuevo peronismo.
Duhalde citó al ex gobernador bonaerense Oscar "El bisonte" Alende, quien definió que el peronismo debe ser un sinónimo del pueblo y no de los dirigentes. "Les pido a los justicialistas de todo el país que me crean. Sólo hice este pedido en 2002. Ahora lo hago de nuevo", afirmó.
El ex gobernador sostuvo que el peronismo, al discutir su camino, debe discutir un 10 por ciento del pasado, un 40 del presente y un 50 del futuro. "Estoy convencido de que vamos a salir adelante", afirmó el ex gobernador bonaerense, quien además sostuvo que el marzo presentarán sus propuestas a la ciudadanía.
La salida de Sturzenegger y el ruidoso silencio de los trolls
La tarde del pasado jueves 4/01 no fue fácil para el titular del Banco Central Federico Sturzenegger, a quien seguramente le llegó el fuerte rumor en los medios y las redes sociales sobre su supuesta renuncia y posterior salida de la autoridad monetaria. Sin embargo, más ruidoso fue el silencio de los trolls que dan batalla en Twitter (principalmente) contra todo aquello que circule contra la Casa Rosada o este tipo de eventos virtuales, bajo la orden estricta del jefe de Gabinete Marcos Peña, e incluso comenzó la danza de nombres sobre posibles reemplazantes.
Sturzenegger, presidente del BCRA.
Son dos las preguntas que habría que hacerse sobre la supuesta salida de Federico Sturzenegger del Banco Central: ¿Detrás de esto están los K, intentando debilitar al Gobierno Nacional, o es una puja interna de poder dentro del PRO? y ¿Quién está interesado en ocupar el puesto que quedaría vacante?
Más allá de si el titular de la autoridad monetaria se quiere o no ir del Central, tras la conferencia de prensa de la semana pasada en la que debilitó su imagen como funcionario técnicamente independiente de Balcarce 50, el rumor dejó cierto olor desagradable a conspiración, alimentado incluso por los trolls del jefe de Gabinete Marcos Peña, quienes sueles salir como ejército coordinado contra todo aquello que intente debilitar la imagen de 'El mejor equipo de los últimos 50 años'.
Según el portal Letra P, "en los pasillos veraniegos de la Casa Rosada los funcionarios consultados no pudieron ocultar el malestar que respira Sturzenegger desde la conferencia de prensa que le tocó protagonizar, rodeado por tres ministros, para afrontar la corrección de las metas inflacionarias, un día después de la sanción del presupuesto 2018".
Pero el portal Informe Político dio un paso más: se atrevió a deslizar los posibles nombres que suenan para reemplazarlo, pero dejó en claro que Peña volvió a ratificarlo en su puesto.
"Luego de uno días de calma, Sturzenegger dejó que el dólar vuelva a subir fuertemente, en medio de rumores sobre su salida del Banco Central; los cuales fueron negados desde la propia institución y también desde el edificio de SOMISA (Jefatura de Gabinete de Ministros).
'Malestar hay, y mucho. La macronoenomia demanda bajar la inflación con urgencia y ellos (Peña, Dujovne, Quintana y Lopetegui) permiten que habilitemos la suba porque dicen que lo importante es el crecimiento. Con un crecimiento como el que está proyectado, de cerca de 3 puntos, no se alcanza a corregir el déficit; faltan dos puntos más. A Macri le vendieron pescado podrido”, lanzaron desde el Banco, como un misil teledirigido a Peña y sus laderos.
A su vez, desde jefatura de Gabinete, afirmán que la política monetaria del ex aliancista fracasó: 'No se cumplió ninguna de las metas de inflación que anticipó'.
Mientras tanto, Sturzzenegger, viajará a Suiza a fines de enero, en la misma fecha que Macri estará en dicho país para el foro de Davos, aunque con agendas totalmente distintas.
Lejos del frio de los Alpes, en el microcentrno, se escucharon por primera vez, nombres de quienes podrían suceder al actual presidente del BCRA: Pedro Lacoste y Vladimir Werning, picaron en punta. Werning es otro ex JP Morgan, que se desempeña como subsecretario de Coordinación y Análisis Económico, quien pese a llegar de la mano de Prat Gay, hoy reporta directamente a Quintana, y promueve una baja de las tasas, la misma receta que aplicó el BCRA por mandato de la jefatura de Gabinete. Mientras que otro de los que suena es el ex vice ministro de Hacienda y Finanzas, Lacoste', publicó dicho medio.
Otra pregunta clave es: ¿Qué expresa el mercado de esta supuesta interna tan sensible para la economía del país?
Según La política online, "el mercado ve que el conflicto de intereses entre el equipo económico y el Banco Central tenderán a profundizarse, a tal punto que no se descarta la salida de Federico Sturzenegger y el eventual reemplazante podría ser Pedro Lacoste quien fuera socio y amigo de Alfonso Prat-Gay.
Esto implica que la política monetaria esta al garete, y que nada serio se puede tomar con las medidas anunciadas. Habría que esperar más cambios y nuevas políticas".
"El vicejefe de Gabinete, Mario Quintana era quien insistía con que había que obligarlo a Sturzenegger a bajar la tasa de interés, lo que se vio de inmediato en el mercado secundario de Lebacs.
En el Banco Central, ante la consulta de LPO respondieron que 'El BCRA no comenta rumores', mientras que en el Gobierno aseguraron: 'Creemos que no renuncia'", enfatizaron ayer (4/01) desde LPO.
Entonces, si Sturzenegger "no renunció" y el jefe de Gabinete no lo quiere echar, ¿quién está alimentando estos rumores?
Según El Economista, todas las miradas apuntan hacia el próximo martes 9/01, cuando Sturzenegger decida qué hacer con la tasa. Su decisión definirá si la presión cede. O aumenta.
Sturzenegger, presidente del BCRA.
Son dos las preguntas que habría que hacerse sobre la supuesta salida de Federico Sturzenegger del Banco Central: ¿Detrás de esto están los K, intentando debilitar al Gobierno Nacional, o es una puja interna de poder dentro del PRO? y ¿Quién está interesado en ocupar el puesto que quedaría vacante?
Más allá de si el titular de la autoridad monetaria se quiere o no ir del Central, tras la conferencia de prensa de la semana pasada en la que debilitó su imagen como funcionario técnicamente independiente de Balcarce 50, el rumor dejó cierto olor desagradable a conspiración, alimentado incluso por los trolls del jefe de Gabinete Marcos Peña, quienes sueles salir como ejército coordinado contra todo aquello que intente debilitar la imagen de 'El mejor equipo de los últimos 50 años'.
Según el portal Letra P, "en los pasillos veraniegos de la Casa Rosada los funcionarios consultados no pudieron ocultar el malestar que respira Sturzenegger desde la conferencia de prensa que le tocó protagonizar, rodeado por tres ministros, para afrontar la corrección de las metas inflacionarias, un día después de la sanción del presupuesto 2018".
Pero el portal Informe Político dio un paso más: se atrevió a deslizar los posibles nombres que suenan para reemplazarlo, pero dejó en claro que Peña volvió a ratificarlo en su puesto.
"Luego de uno días de calma, Sturzenegger dejó que el dólar vuelva a subir fuertemente, en medio de rumores sobre su salida del Banco Central; los cuales fueron negados desde la propia institución y también desde el edificio de SOMISA (Jefatura de Gabinete de Ministros).
'Malestar hay, y mucho. La macronoenomia demanda bajar la inflación con urgencia y ellos (Peña, Dujovne, Quintana y Lopetegui) permiten que habilitemos la suba porque dicen que lo importante es el crecimiento. Con un crecimiento como el que está proyectado, de cerca de 3 puntos, no se alcanza a corregir el déficit; faltan dos puntos más. A Macri le vendieron pescado podrido”, lanzaron desde el Banco, como un misil teledirigido a Peña y sus laderos.
A su vez, desde jefatura de Gabinete, afirmán que la política monetaria del ex aliancista fracasó: 'No se cumplió ninguna de las metas de inflación que anticipó'.
Mientras tanto, Sturzzenegger, viajará a Suiza a fines de enero, en la misma fecha que Macri estará en dicho país para el foro de Davos, aunque con agendas totalmente distintas.
Lejos del frio de los Alpes, en el microcentrno, se escucharon por primera vez, nombres de quienes podrían suceder al actual presidente del BCRA: Pedro Lacoste y Vladimir Werning, picaron en punta. Werning es otro ex JP Morgan, que se desempeña como subsecretario de Coordinación y Análisis Económico, quien pese a llegar de la mano de Prat Gay, hoy reporta directamente a Quintana, y promueve una baja de las tasas, la misma receta que aplicó el BCRA por mandato de la jefatura de Gabinete. Mientras que otro de los que suena es el ex vice ministro de Hacienda y Finanzas, Lacoste', publicó dicho medio.
Otra pregunta clave es: ¿Qué expresa el mercado de esta supuesta interna tan sensible para la economía del país?
Según La política online, "el mercado ve que el conflicto de intereses entre el equipo económico y el Banco Central tenderán a profundizarse, a tal punto que no se descarta la salida de Federico Sturzenegger y el eventual reemplazante podría ser Pedro Lacoste quien fuera socio y amigo de Alfonso Prat-Gay.
Esto implica que la política monetaria esta al garete, y que nada serio se puede tomar con las medidas anunciadas. Habría que esperar más cambios y nuevas políticas".
"El vicejefe de Gabinete, Mario Quintana era quien insistía con que había que obligarlo a Sturzenegger a bajar la tasa de interés, lo que se vio de inmediato en el mercado secundario de Lebacs.
En el Banco Central, ante la consulta de LPO respondieron que 'El BCRA no comenta rumores', mientras que en el Gobierno aseguraron: 'Creemos que no renuncia'", enfatizaron ayer (4/01) desde LPO.
Entonces, si Sturzenegger "no renunció" y el jefe de Gabinete no lo quiere echar, ¿quién está alimentando estos rumores?
Según El Economista, todas las miradas apuntan hacia el próximo martes 9/01, cuando Sturzenegger decida qué hacer con la tasa. Su decisión definirá si la presión cede. O aumenta.
Michael Wolff’s Withering Portrait of President Donald Trump
By John Cassidy
Drawing heavily on quotes from Donald Trump’s former adviser Steve Bannon, Michael Wolff’s new book describes a dysfunctional and bitterly divided White House.Photograph by Doug Mills / NYT / Redux
Michael Wolff, the author of the new book “Fire and Fury: Inside the Trump White House,” extracts from which set the Internet ablaze on Wednesday, is an experienced magazine journalist. Among the publications on his résumé are New York, Vanity Fair, and the Hollywood Reporter. A chronicler of media, power, and wealth, Wolff is also willing to dish the dirt, as he demonstrated in a gossipy tome about Rupert Murdoch, which was published in 2008. After that book came out, there was an inquest inside Murdoch’s News Corporation into who had granted Wolff access. Fingers were pointed at Gary Ginsberg, a former Clinton Administration official who served for years as Murdoch’s political adviser, confidant, and fixer. Ginsberg subsequently lost his job, and now works at Time Warner. But, as Wolff noted in a foreword to the paperback edition of the book, Murdoch was the person primarily responsible for the access he gained. The press baron “not only was (mostly) a patient and convivial interviewee but also opened every door I asked him to open,” Wolff wrote.
If there was a similar inquest at 1600 Pennsylvania Avenue about Wolff’s new book, it didn’t take long to identify a culprit. On Wednesday afternoon, the White House press office put out a statement in Trump’s name. “Steve Bannon has nothing to do with me or my Presidency,” it said. “When he was fired, he not only lost his job, he lost his mind . . . . Steve pretends to be at war with the media, which he calls the opposition party, yet he spent his time at the White House leaking false information to the media to make himself seem far more important than he was. It is the only thing he does well.” The statement goes on,“Steve was rarely in a one-on-one meeting with me and only pretends to have had influence to fool a few people with no access and no clue, whom he helped write phony books.”
The reason for Trump’s animus was obvious. “Fire and Fury” quotes Bannon, Trump’s former senior political adviser, as having described the June, 2016, meeting at Trump Tower between Donald Trump, Jr., Jared Kushner, Paul Manafort, and a group of people connected to Russia as “treasonous” and “unpatriotic,” and as saying that the meeting should have been reported to the F.B.I. The book contains myriad other damning comments about Trump and his family from Bannon and other Trump advisers.
There can be no doubt that Wolff relied on Bannon heavily. The book, a copy of which I obtained from the publisher, Henry Holt, on Wednesday, starts with the rumpled former investment banker having dinner with Roger Ailes, the late head of Fox News, in early January, 2017, and ends with Bannon standing outside the headquarters of Breitbart, the conservative news organization to which he returned after being ousted from the White House, in August. In the index, Bannon’s entry is considerably longer than anybody else’s except Trump’s.
Bannon wasn’t Wolff’s only source, though. The book is based on “conversations that took place over a period of eighteen months with the president, with most members of his senior staff—some of whom talked to me dozens of times—and with many people who they in turn spoke to,” Wolff writes in the author’s note. His original idea, he says, was to write a fly-on-the-wall account of Trump’s first hundred days. “The president himself encouraged this idea. But given the many fiefdoms in the White House that came into open conflict from the first days of the administration, there seemed no one person able to make this happen. Equally, there was no one to say ‘Go away.’ Hence I became more a constant interloper than an invited guest.”
Wolff’s methods will doubtless attract more scrutiny. In some places, he re-creates entire scenes, complete with dialogue, without explicitly identifying his sources. In others, he attributes withering comments about Trump to some of his current and former aides: “For Steve Mnuchin and Reince Priebus, the president was an ‘idiot.’ For Gary Cohn, he was ‘dumb as shit.’ For H.R. McMaster he was a ‘dope.’ The list went on.” On Wednesday, two people quoted in the book, Tom Barrack, a longtime friend of Trump, and Katie Walsh, a former White House aide, denied having made the negative comments about Trump that Wolff attributed to them. “We know the book has a lot of things, so far that we’ve seen, that are completely untrue,” the White House press secretary, Sarah Huckabee Sanders, said.
Still, the over-all portrait that Wolff draws of a dysfunctional, bitterly divided White House in the first six months of Trump’s Presidency, before the appointment of John Kelly as chief of staff and the subsequent firing of Bannon, has the whiff of authenticity about it—and it echoes news coverage at the time. Other details are impossible to confirm but damning if true. Such was the animosity between Bannon and “Jarvanka”—Bannon’s dismissive term for Ivanka Trump and Jared Kushner—Wolff reports, that, during one Oval Office meeting, Bannon called Ivanka “a fucking liar,” to which Trump responded,“I told you this is a tough town, baby.” Wolff also quotes Bannon commenting gleefully after Trump decided to pull the United States out of the Paris climate agreement, a decision that Ivanka opposed: “Score. The bitch is dead.”
Equally plausible is Wolff’s portrait of Trump as a one-dimensional figure who had no conception that he could win the 2016 election; little clue what to do after he did emerge victorious from the campaign trail; and virtually no interest in, or aptitude for, acquiring the skills and information needed to fulfill the role of President. “Here was, arguably, the central issue of the Trump presidency,” Wolff writes. The Commander-in-Chief “didn’t process information in any conventional sense—or, in a way, he didn’t process it at all.” He continues,
Trump didn’t read. He didn’t really even skim. If it was print, it might as well not exist. Some believed that for all practical purposes he was no more than semiliterate . . . . Some thought him dyslexic; certainly his comprehension was limited. Others concluded that he didn’t read because he didn’t have to, and that in fact this was one of his key attributes as a populist. He was postliterate—total television.
But not only didn’t he read, he didn’t listen. He preferred to be the person talking. And he trusted his own expertise—no matter how paltry or irrelevant—more than anyone else’s. What’s more, he had an extremely short attention span, even when he thought you were worthy of attention.
Confirming long-running news accounts, Wolff reports that Trump often retires in the early evening to his bedroom, where he has three television screens, and interrupts his viewing only to converse by telephone with his friends and cronies, some of them fellow-billionaires. There are revealing, unconfirmed new anecdotes, too, about Trump’s sexism and narcissism. In one meeting, Wolff says, the President referred to Hope Hicks, his communications director, as “a piece of tail.” In another meeting, he described Sally Yates, the former acting Attorney General, whom he fired early in his term, after she refused to defend his original travel ban, as “such a cunt.”
Video From The New Yorker
Rejected Trump Sketches by Barry Blitt
As Wolff tells it, Trump is, ultimately, a self-fixated performer rather than a politician, and his primary goal is to monopolize public attention. (“This man never takes a break from being Donald Trump,” Wolff quotes Bannon as saying.) This depiction probably understates Trump’s devotion to making money, as well as his racism and nativism, both of which go back decades. But, in any case, even performer-Presidents have to make some decisions, and Wolff devotes a good deal of space to the most fateful call Trump has made so far: the firing of the F.B.I. director James Comey, last May. Whether Trump’s firing of Comey amounts to obstruction of justice is a central focus of the investigation being conducted by the special counsel, Robert Mueller, into the President’s behavior.
In Wolff’s account, the battle lines inside the White House were clearly drawn. Bannon, Reince Priebus, who served as chief of staff before Kelly, and Donald McGahn, the White House counsel, were adamantly opposed to firing Comey. “McGahn tried to explain that in fact Comey himself was not running the Russia investigation, that without Comey the investigation would proceed anyway,” Wolff writes. In an Oval Office meeting, Bannon told Trump, “This Russian story is a third-tier story, but you fire Comey and it’ll be the biggest story in the world.”
Ranged on the other side of the issue, according to Wolff, were some of Trump’s cronies outside the White House, including Chris Christie and Rudolph Giuliani, who “encouraged him to take the view that the DOJ was resolved against him; it was all part of a holdover Obama plot.” Even more important, Wolff goes on, was the concern of Charles Kushner, Jared’s father, “channeled through his son and daughter-in-law, that the Kushner family [business] dealings were getting wrapped up in the pursuit of Trump.” As the President considered whether to get rid of Comey, Jared and Ivanka “encouraged him, arguing the once possibly charmable Comey was now a dangerous and uncontrollable player whose profit would inevitably be their loss.”
But “Fire and Fury” also stresses that the prime mover in the firing of Comey was Trump himself. In the end, the President cut almost all of his advisers out of his final decision-making process:
Jared and Ivanka were urging the president on, but even they did not know that the axe would shortly fall. Hope Hicks . . . didn’t know. Steven Bannon, however much he worried that the president might blow, didn’t know. His chief of staff didn’t know. And his press secretary didn’t know. The president, on the verge of starting a war with the FBI, the DOJ, and many in Congress, was going rogue.Eight days after Trump fired Comey, Deputy Attorney General Rod Rosenstein appointed Mueller to take over the Russia investigation. Although the findings of Mueller’s probe aren’t yet known, and Trump’s lawyers insist that the probe will clear the President of any wrongdoing, Wolff was surely right to stress the momentousness of the decision to get rid of the “rat”— Trump’s term for Comey. Wolff recounts near the end of the book that, five months after Comey’s firing, Bannon was predicting the collapse of Trump’s Presidency. Speaking in Breitbart’s headquarters, which Bannon refers to as the Breitbart Embassy, Bannon told people there was a 33.3-per-cent chance that the Mueller investigation would lead to Trump’s impeachment, a 33.3-per-cent chance that Trump would resign, “perhaps in the wake of a threat by the cabinet to act on the Twenty-Fifth Amendment,” and a 33.3-per-cent chance that he would “limp to the end of his term. In any event, there would certainly not be a second term, or even an attempt at
Drawing heavily on quotes from Donald Trump’s former adviser Steve Bannon, Michael Wolff’s new book describes a dysfunctional and bitterly divided White House.Photograph by Doug Mills / NYT / Redux
Michael Wolff, the author of the new book “Fire and Fury: Inside the Trump White House,” extracts from which set the Internet ablaze on Wednesday, is an experienced magazine journalist. Among the publications on his résumé are New York, Vanity Fair, and the Hollywood Reporter. A chronicler of media, power, and wealth, Wolff is also willing to dish the dirt, as he demonstrated in a gossipy tome about Rupert Murdoch, which was published in 2008. After that book came out, there was an inquest inside Murdoch’s News Corporation into who had granted Wolff access. Fingers were pointed at Gary Ginsberg, a former Clinton Administration official who served for years as Murdoch’s political adviser, confidant, and fixer. Ginsberg subsequently lost his job, and now works at Time Warner. But, as Wolff noted in a foreword to the paperback edition of the book, Murdoch was the person primarily responsible for the access he gained. The press baron “not only was (mostly) a patient and convivial interviewee but also opened every door I asked him to open,” Wolff wrote.
If there was a similar inquest at 1600 Pennsylvania Avenue about Wolff’s new book, it didn’t take long to identify a culprit. On Wednesday afternoon, the White House press office put out a statement in Trump’s name. “Steve Bannon has nothing to do with me or my Presidency,” it said. “When he was fired, he not only lost his job, he lost his mind . . . . Steve pretends to be at war with the media, which he calls the opposition party, yet he spent his time at the White House leaking false information to the media to make himself seem far more important than he was. It is the only thing he does well.” The statement goes on,“Steve was rarely in a one-on-one meeting with me and only pretends to have had influence to fool a few people with no access and no clue, whom he helped write phony books.”
The reason for Trump’s animus was obvious. “Fire and Fury” quotes Bannon, Trump’s former senior political adviser, as having described the June, 2016, meeting at Trump Tower between Donald Trump, Jr., Jared Kushner, Paul Manafort, and a group of people connected to Russia as “treasonous” and “unpatriotic,” and as saying that the meeting should have been reported to the F.B.I. The book contains myriad other damning comments about Trump and his family from Bannon and other Trump advisers.
There can be no doubt that Wolff relied on Bannon heavily. The book, a copy of which I obtained from the publisher, Henry Holt, on Wednesday, starts with the rumpled former investment banker having dinner with Roger Ailes, the late head of Fox News, in early January, 2017, and ends with Bannon standing outside the headquarters of Breitbart, the conservative news organization to which he returned after being ousted from the White House, in August. In the index, Bannon’s entry is considerably longer than anybody else’s except Trump’s.
Bannon wasn’t Wolff’s only source, though. The book is based on “conversations that took place over a period of eighteen months with the president, with most members of his senior staff—some of whom talked to me dozens of times—and with many people who they in turn spoke to,” Wolff writes in the author’s note. His original idea, he says, was to write a fly-on-the-wall account of Trump’s first hundred days. “The president himself encouraged this idea. But given the many fiefdoms in the White House that came into open conflict from the first days of the administration, there seemed no one person able to make this happen. Equally, there was no one to say ‘Go away.’ Hence I became more a constant interloper than an invited guest.”
Wolff’s methods will doubtless attract more scrutiny. In some places, he re-creates entire scenes, complete with dialogue, without explicitly identifying his sources. In others, he attributes withering comments about Trump to some of his current and former aides: “For Steve Mnuchin and Reince Priebus, the president was an ‘idiot.’ For Gary Cohn, he was ‘dumb as shit.’ For H.R. McMaster he was a ‘dope.’ The list went on.” On Wednesday, two people quoted in the book, Tom Barrack, a longtime friend of Trump, and Katie Walsh, a former White House aide, denied having made the negative comments about Trump that Wolff attributed to them. “We know the book has a lot of things, so far that we’ve seen, that are completely untrue,” the White House press secretary, Sarah Huckabee Sanders, said.
Still, the over-all portrait that Wolff draws of a dysfunctional, bitterly divided White House in the first six months of Trump’s Presidency, before the appointment of John Kelly as chief of staff and the subsequent firing of Bannon, has the whiff of authenticity about it—and it echoes news coverage at the time. Other details are impossible to confirm but damning if true. Such was the animosity between Bannon and “Jarvanka”—Bannon’s dismissive term for Ivanka Trump and Jared Kushner—Wolff reports, that, during one Oval Office meeting, Bannon called Ivanka “a fucking liar,” to which Trump responded,“I told you this is a tough town, baby.” Wolff also quotes Bannon commenting gleefully after Trump decided to pull the United States out of the Paris climate agreement, a decision that Ivanka opposed: “Score. The bitch is dead.”
Equally plausible is Wolff’s portrait of Trump as a one-dimensional figure who had no conception that he could win the 2016 election; little clue what to do after he did emerge victorious from the campaign trail; and virtually no interest in, or aptitude for, acquiring the skills and information needed to fulfill the role of President. “Here was, arguably, the central issue of the Trump presidency,” Wolff writes. The Commander-in-Chief “didn’t process information in any conventional sense—or, in a way, he didn’t process it at all.” He continues,
Trump didn’t read. He didn’t really even skim. If it was print, it might as well not exist. Some believed that for all practical purposes he was no more than semiliterate . . . . Some thought him dyslexic; certainly his comprehension was limited. Others concluded that he didn’t read because he didn’t have to, and that in fact this was one of his key attributes as a populist. He was postliterate—total television.
But not only didn’t he read, he didn’t listen. He preferred to be the person talking. And he trusted his own expertise—no matter how paltry or irrelevant—more than anyone else’s. What’s more, he had an extremely short attention span, even when he thought you were worthy of attention.
Confirming long-running news accounts, Wolff reports that Trump often retires in the early evening to his bedroom, where he has three television screens, and interrupts his viewing only to converse by telephone with his friends and cronies, some of them fellow-billionaires. There are revealing, unconfirmed new anecdotes, too, about Trump’s sexism and narcissism. In one meeting, Wolff says, the President referred to Hope Hicks, his communications director, as “a piece of tail.” In another meeting, he described Sally Yates, the former acting Attorney General, whom he fired early in his term, after she refused to defend his original travel ban, as “such a cunt.”
Video From The New Yorker
Rejected Trump Sketches by Barry Blitt
As Wolff tells it, Trump is, ultimately, a self-fixated performer rather than a politician, and his primary goal is to monopolize public attention. (“This man never takes a break from being Donald Trump,” Wolff quotes Bannon as saying.) This depiction probably understates Trump’s devotion to making money, as well as his racism and nativism, both of which go back decades. But, in any case, even performer-Presidents have to make some decisions, and Wolff devotes a good deal of space to the most fateful call Trump has made so far: the firing of the F.B.I. director James Comey, last May. Whether Trump’s firing of Comey amounts to obstruction of justice is a central focus of the investigation being conducted by the special counsel, Robert Mueller, into the President’s behavior.
In Wolff’s account, the battle lines inside the White House were clearly drawn. Bannon, Reince Priebus, who served as chief of staff before Kelly, and Donald McGahn, the White House counsel, were adamantly opposed to firing Comey. “McGahn tried to explain that in fact Comey himself was not running the Russia investigation, that without Comey the investigation would proceed anyway,” Wolff writes. In an Oval Office meeting, Bannon told Trump, “This Russian story is a third-tier story, but you fire Comey and it’ll be the biggest story in the world.”
Ranged on the other side of the issue, according to Wolff, were some of Trump’s cronies outside the White House, including Chris Christie and Rudolph Giuliani, who “encouraged him to take the view that the DOJ was resolved against him; it was all part of a holdover Obama plot.” Even more important, Wolff goes on, was the concern of Charles Kushner, Jared’s father, “channeled through his son and daughter-in-law, that the Kushner family [business] dealings were getting wrapped up in the pursuit of Trump.” As the President considered whether to get rid of Comey, Jared and Ivanka “encouraged him, arguing the once possibly charmable Comey was now a dangerous and uncontrollable player whose profit would inevitably be their loss.”
But “Fire and Fury” also stresses that the prime mover in the firing of Comey was Trump himself. In the end, the President cut almost all of his advisers out of his final decision-making process:
Jared and Ivanka were urging the president on, but even they did not know that the axe would shortly fall. Hope Hicks . . . didn’t know. Steven Bannon, however much he worried that the president might blow, didn’t know. His chief of staff didn’t know. And his press secretary didn’t know. The president, on the verge of starting a war with the FBI, the DOJ, and many in Congress, was going rogue.Eight days after Trump fired Comey, Deputy Attorney General Rod Rosenstein appointed Mueller to take over the Russia investigation. Although the findings of Mueller’s probe aren’t yet known, and Trump’s lawyers insist that the probe will clear the President of any wrongdoing, Wolff was surely right to stress the momentousness of the decision to get rid of the “rat”— Trump’s term for Comey. Wolff recounts near the end of the book that, five months after Comey’s firing, Bannon was predicting the collapse of Trump’s Presidency. Speaking in Breitbart’s headquarters, which Bannon refers to as the Breitbart Embassy, Bannon told people there was a 33.3-per-cent chance that the Mueller investigation would lead to Trump’s impeachment, a 33.3-per-cent chance that Trump would resign, “perhaps in the wake of a threat by the cabinet to act on the Twenty-Fifth Amendment,” and a 33.3-per-cent chance that he would “limp to the end of his term. In any event, there would certainly not be a second term, or even an attempt at
El libro que enfurece a Trump
Ivanka Presidente, McDonald's, pelo naranja
Los supuestos secretos de la Casa Blanca Un nuevo libro causó conmoción en la Casa Blanca. Según el autor Michael Wolff, Trump come en McDonald's por miedo al envenenamiento, tiene el pelo naranja por falta de paciencia con la tintura, no esperaba nunca ser Presidente, su esposa lloró (y no de alegría) cuando ganó. Si bien la fiabilidad de Wolff es cuestionada por algunos críticos, lo que realmente molestó a Trump es que el libro incluye declaraciones de su exgurú ideológico, Steve Bannon, quien califica de "traidor" y "antipatriota" a un encuentro entre Trump Jr. y otros miembros de campaña con ciudadanos rusos relacionados al Kremlin.
El miércoles 3/1, el Presidente estadounidense, Donald Trump, acusó a su exgurú ideológico -afín a a la "alt-right"- y exjefe estratega, Stephen K. Bannon, de haber perdido la cabeza. Fue después de que se filtraran extractos del libro "Fire and fury: Inside the Trump White House" ("El fuego y la furia: Dentro de la Casa Blanca de Trump"), de Michael Wolff, que ha causado un terremoto en Washington. Este incluye declaraciones de Bannon en las que critica duramente al entorno de Trump y califica de "traidor" y "antipatriota" a un encuentro de junio de 2016 entre el hijo del mandatario, Donald Trump Jr. y varios miembros de su campaña presidencial, y un grupo de ciudadanos rusos con lazos al Kremlin.
Pero esta no es la única afirmación llamativa de Wolff sobre la campaña de Trump. En fragmentos de este, publicados en la revista New York Magazine y el diario The Guardian, cuenta, por ejemplo, que el objetivo de Trump no era ganar las elecciones presidenciales, sino reforzar su marca. Que Trump Jr. le dijo a un amigo que su padre, al enterarse de que estaba a punto de ganar las elecciones, estaba tan asustado que “parecía como si hubiera visto un fantasma”. Que la noche electoral, Melania Trump lloraba porque su marido le había asegurado que no ganaría los comicios (la primera dama negó esta versión el miércoles 3/1). Que Ivanka Trump sueña con ser la primera mujer Presidente de Estados Unidos, y llegó a un acuerdo con su esposo, Jared Kushner, de que si la oportunidad llegara para que alguno de los 2 se candidateara, sería ella. Que a Trump le gusta comer en McDonald's por miedo a que lo envenen y que el color de su cabello se debe a su impaciencia a la hora de aplicarse a tintura.
Registrarme a las Alertas de Urgente24.
Según Jill Colvin y Jonathan Lemire, el libro retrata a Trump "como un niñito malcriado en muchos aspectos que no comprende la responsabilidad que representa la presidencia y pasa las noches comiendo hamburguesas en la cama, mirando la televisión y hablando por teléfono con viejos amigos."
Ahora, ¿cuánta credibilidad tiene el autor del libro? Wolff es un provocador y polemicista de los medios, explica Paul Farhi de Chicago Tribune. Sus críticos lo acusan de forzar los hechos, a veces más allá de lo tolerable, y de recrear escenas y a veces crearlas por completo. Algunas de las afirmaciones de Wolff ya han comenzado a tambalearse. En el libro, por ejemplo, el autor escribió que Thomas Barrack Jr. -un amigo millonario de Trump-, le dijo a un amigo que Trump "no está solamente loco, es estúpido". Barrack negó a un periodista de The New York Times haber dicho alguna vez algo así. Katie Walsh, exasesora de la Casa Blanca, también ha disputado un comentario que Wolff le atribuye, de que supuestamente lidiar con Trump era como "intentar descifrar lo que un niño quiere." La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, añadió su propia dosis de escepticismo: "Sabemos que el libro tiene muchas cosas, que hasta ahora hemos visto, son completamente falsas."
Wolff dijo que su libro está basado en 200 entrevistas con miembros de la campaña y de la Casa Blanca, incluido Bannon. No respondió a múltiples pedidos de comentarios por parte del Chicago Tribune. "Su fiabilidad ha sido desafiada antes -por citas, descripciones, y relatos generales que ha provisto en sus muchas columnas en diarios y revistas", escribió Farhi.
Pero volvamos a la disputa entre Trump y su exgurú ideológico, desatada por la publicación del libro de Wolff. "Steve Bannon no tiene nada que ver conmigo o con mi presidencia. Cuando fue despedido, no solo perdió su trabajo, perdió la cabeza", aseguró Trump en un comunicado. Los abogados de Trump, además, amenazaron con tomar acciones legales contra su exmano derecha por sus declaraciones en el libro de Wolff. "Ahora que está solo, Steve se está dando cuenta de que ganar no es tan fácil como yo lo hago parecer. Steve tuvo muy poco que ver con nuestra victoria histórica, que se logró gracias a los hombres y mujeres olvidados de este país", dice el comunicado de la Casa Blanca a los medios. La portavoz Sanders aseguró además que el mandatario estaba "furioso y disgustado" tras enterarse de la "ridícula acusación" de Bannon sobre que su hijo habría supuestamente cometido "traición". "Ha atacado al hijo del presidente de una forma absolutamente indignante y sin precedentes", denunció Sanders.
El hijo del Presidente respondió a través de su cuenta de Twitter a los comentarios hechos por Bannon. Entre otros comentarios, Trump Jr. dijo que Bannon había sido "despedido", era culpable de haber esparcido "información falsa a los medios para parecer mucho más importante de lo que fue", y que Bannon había tenido "poco que ver con la victoria histórica."
Trump Jr. y otros miembros de la campaña de Trump están en el centro de la polémica por las acusaciones de que Rusia habría interferido en la elección estadounidense para favorecerlo, lo que ha impulsado varias investigaciones, tanto del Comité de Inteligencia del Senado como del fiscal especial, Robert Mueller.
Bannon, a quien se le endilgan ideas racistas, había sido despedido de la Casa Blanca en agosto, luego de las marchas racistas en Charlottesville y la indignación de una parte de la sociedad estadounidense por la falta de una condena contundente por parte del Presidente. Trump habría sufrido fuertes presiones para despedirlo, ya que Bannon estaba enfrentado a otros sectores de la Casa Blanca y miembros de la familia del Presidente desde hace meses.
Los supuestos secretos de la Casa Blanca Un nuevo libro causó conmoción en la Casa Blanca. Según el autor Michael Wolff, Trump come en McDonald's por miedo al envenenamiento, tiene el pelo naranja por falta de paciencia con la tintura, no esperaba nunca ser Presidente, su esposa lloró (y no de alegría) cuando ganó. Si bien la fiabilidad de Wolff es cuestionada por algunos críticos, lo que realmente molestó a Trump es que el libro incluye declaraciones de su exgurú ideológico, Steve Bannon, quien califica de "traidor" y "antipatriota" a un encuentro entre Trump Jr. y otros miembros de campaña con ciudadanos rusos relacionados al Kremlin.
El miércoles 3/1, el Presidente estadounidense, Donald Trump, acusó a su exgurú ideológico -afín a a la "alt-right"- y exjefe estratega, Stephen K. Bannon, de haber perdido la cabeza. Fue después de que se filtraran extractos del libro "Fire and fury: Inside the Trump White House" ("El fuego y la furia: Dentro de la Casa Blanca de Trump"), de Michael Wolff, que ha causado un terremoto en Washington. Este incluye declaraciones de Bannon en las que critica duramente al entorno de Trump y califica de "traidor" y "antipatriota" a un encuentro de junio de 2016 entre el hijo del mandatario, Donald Trump Jr. y varios miembros de su campaña presidencial, y un grupo de ciudadanos rusos con lazos al Kremlin.
Pero esta no es la única afirmación llamativa de Wolff sobre la campaña de Trump. En fragmentos de este, publicados en la revista New York Magazine y el diario The Guardian, cuenta, por ejemplo, que el objetivo de Trump no era ganar las elecciones presidenciales, sino reforzar su marca. Que Trump Jr. le dijo a un amigo que su padre, al enterarse de que estaba a punto de ganar las elecciones, estaba tan asustado que “parecía como si hubiera visto un fantasma”. Que la noche electoral, Melania Trump lloraba porque su marido le había asegurado que no ganaría los comicios (la primera dama negó esta versión el miércoles 3/1). Que Ivanka Trump sueña con ser la primera mujer Presidente de Estados Unidos, y llegó a un acuerdo con su esposo, Jared Kushner, de que si la oportunidad llegara para que alguno de los 2 se candidateara, sería ella. Que a Trump le gusta comer en McDonald's por miedo a que lo envenen y que el color de su cabello se debe a su impaciencia a la hora de aplicarse a tintura.
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Según Jill Colvin y Jonathan Lemire, el libro retrata a Trump "como un niñito malcriado en muchos aspectos que no comprende la responsabilidad que representa la presidencia y pasa las noches comiendo hamburguesas en la cama, mirando la televisión y hablando por teléfono con viejos amigos."
Ahora, ¿cuánta credibilidad tiene el autor del libro? Wolff es un provocador y polemicista de los medios, explica Paul Farhi de Chicago Tribune. Sus críticos lo acusan de forzar los hechos, a veces más allá de lo tolerable, y de recrear escenas y a veces crearlas por completo. Algunas de las afirmaciones de Wolff ya han comenzado a tambalearse. En el libro, por ejemplo, el autor escribió que Thomas Barrack Jr. -un amigo millonario de Trump-, le dijo a un amigo que Trump "no está solamente loco, es estúpido". Barrack negó a un periodista de The New York Times haber dicho alguna vez algo así. Katie Walsh, exasesora de la Casa Blanca, también ha disputado un comentario que Wolff le atribuye, de que supuestamente lidiar con Trump era como "intentar descifrar lo que un niño quiere." La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, añadió su propia dosis de escepticismo: "Sabemos que el libro tiene muchas cosas, que hasta ahora hemos visto, son completamente falsas."
Wolff dijo que su libro está basado en 200 entrevistas con miembros de la campaña y de la Casa Blanca, incluido Bannon. No respondió a múltiples pedidos de comentarios por parte del Chicago Tribune. "Su fiabilidad ha sido desafiada antes -por citas, descripciones, y relatos generales que ha provisto en sus muchas columnas en diarios y revistas", escribió Farhi.
Pero volvamos a la disputa entre Trump y su exgurú ideológico, desatada por la publicación del libro de Wolff. "Steve Bannon no tiene nada que ver conmigo o con mi presidencia. Cuando fue despedido, no solo perdió su trabajo, perdió la cabeza", aseguró Trump en un comunicado. Los abogados de Trump, además, amenazaron con tomar acciones legales contra su exmano derecha por sus declaraciones en el libro de Wolff. "Ahora que está solo, Steve se está dando cuenta de que ganar no es tan fácil como yo lo hago parecer. Steve tuvo muy poco que ver con nuestra victoria histórica, que se logró gracias a los hombres y mujeres olvidados de este país", dice el comunicado de la Casa Blanca a los medios. La portavoz Sanders aseguró además que el mandatario estaba "furioso y disgustado" tras enterarse de la "ridícula acusación" de Bannon sobre que su hijo habría supuestamente cometido "traición". "Ha atacado al hijo del presidente de una forma absolutamente indignante y sin precedentes", denunció Sanders.
El hijo del Presidente respondió a través de su cuenta de Twitter a los comentarios hechos por Bannon. Entre otros comentarios, Trump Jr. dijo que Bannon había sido "despedido", era culpable de haber esparcido "información falsa a los medios para parecer mucho más importante de lo que fue", y que Bannon había tenido "poco que ver con la victoria histórica."
Trump Jr. y otros miembros de la campaña de Trump están en el centro de la polémica por las acusaciones de que Rusia habría interferido en la elección estadounidense para favorecerlo, lo que ha impulsado varias investigaciones, tanto del Comité de Inteligencia del Senado como del fiscal especial, Robert Mueller.
Bannon, a quien se le endilgan ideas racistas, había sido despedido de la Casa Blanca en agosto, luego de las marchas racistas en Charlottesville y la indignación de una parte de la sociedad estadounidense por la falta de una condena contundente por parte del Presidente. Trump habría sufrido fuertes presiones para despedirlo, ya que Bannon estaba enfrentado a otros sectores de la Casa Blanca y miembros de la familia del Presidente desde hace meses.
Trump contraataca
Trump desafía a Bannon por el libro, "violó acuerdo"
El presidente estadounidense, Donald Trump
Los abogados del presidente estadounidense Donald Trump enviaron una carta de desafío al exasesor y estratega jefe de la Casa Blanca, Steve Bannon, afirmando que violó un acuerdo de no divulgación hablando con el autor del libro "Fire and fury: inside the Trump White House" sobre el presidente y su familia, dando revelaciones sobre informaciones confidenciales al autor, Michael Wolff.
Los abogados afirman que hizo "declaraciones denigratorias y en algunos casos completamente difamatorias", afirma el New York Times.
Bannon "ha perdido la cabeza", fue la inmediata reacción de Donald Trump en un comunicado emitido por la Casa Blanca tras la publicación de anticipos del libro en el diario británico The Guardian. Trump también negó la influencia de Bannon en su campaña.
El libro de Wolff, que tiene fecha de publicación oficial para el 9 de enero, presenta a Trump como un dirigente que no comprende el peso de la presidencia. La réplica del presidente es la amenaza de acciones legales y la exigencia de cesar y desistir en la divulgación de cualquier otra información confidencial.
El presidente estadounidense, Donald Trump
Los abogados del presidente estadounidense Donald Trump enviaron una carta de desafío al exasesor y estratega jefe de la Casa Blanca, Steve Bannon, afirmando que violó un acuerdo de no divulgación hablando con el autor del libro "Fire and fury: inside the Trump White House" sobre el presidente y su familia, dando revelaciones sobre informaciones confidenciales al autor, Michael Wolff.
Los abogados afirman que hizo "declaraciones denigratorias y en algunos casos completamente difamatorias", afirma el New York Times.
Bannon "ha perdido la cabeza", fue la inmediata reacción de Donald Trump en un comunicado emitido por la Casa Blanca tras la publicación de anticipos del libro en el diario británico The Guardian. Trump también negó la influencia de Bannon en su campaña.
El libro de Wolff, que tiene fecha de publicación oficial para el 9 de enero, presenta a Trump como un dirigente que no comprende el peso de la presidencia. La réplica del presidente es la amenaza de acciones legales y la exigencia de cesar y desistir en la divulgación de cualquier otra información confidencial.
El CEO de Intel vendió la mitad de sus acciones tras conocer la falla de seguridad
La compañía fue informada en junio por Google de la vulnerabilidad que afecta a sus procesadores, aunque el fallo no ha trascendido hasta ahora
Brian Krzanich se deshizo de la mitad de sus acciones en noviembre, quedándose con el mínimo para continuar en su puestoeldiarioes cultura
Brian Krzanich, CEO de Intel
El CEO de Intel Brian Krzanich vendió la mitad de sus acciones de la compañía, en noviembre, meses después de que la empresa fuera informada por Google de que existía un grave fallo de seguridad en sus procesadores pero mucho antes de que trascendiera a la opinión pública.
La vulnerabilidad, que salió a la luz ayer y de la que hoy se han conocido más detalles, afecta a los procesadores de millones de ordenadores y podrían permitir a atacantes acceder a información protegida en los equipos. Google informó del fallo a Intel el pasado mes de junio , según ha informado un portavoz a Business Insider.
Esto significa que Intel estaba al tanto del problema cuando Krzanich vendió gran parte de sus acciones. De 495.743 se quedó con 250.000, el mínimo requerido por contrato para continuar siendo CEO.
Intel ha asegurado que esta venta no estuvo relacionada con la vulnerabilidad. En un comunicado un portavoz de la compañía asegura que era parte del plan de venta estándar del stock. Sin embargo, no hay información de este plan de venta hasta el 30 de octubre, mucho después de que fueran informados por Google.
Este martes se conocía un problema de seguridad que afecta a los procesadores Intel desde hace una década y que se podría solucionar con un parche. Este ralentizaría el rendimiento en los equipos hasta un 30%. Pero no solo los ordenadores Intel se ven afectados: hoy se ha sabido también que otro problema afecta a los diseños de AMD y ARM.
Intel ha asegurado estar trabajando "muy de cerca con otras compañías tecnológicas", tanto fabricantes de procesadores como los creadores de sistemas operativos, para "desarrollar una solución de industria que resuelva este problema de una manera rápida".
Brian Krzanich se deshizo de la mitad de sus acciones en noviembre, quedándose con el mínimo para continuar en su puestoeldiarioes cultura
Brian Krzanich, CEO de Intel
El CEO de Intel Brian Krzanich vendió la mitad de sus acciones de la compañía, en noviembre, meses después de que la empresa fuera informada por Google de que existía un grave fallo de seguridad en sus procesadores pero mucho antes de que trascendiera a la opinión pública.
La vulnerabilidad, que salió a la luz ayer y de la que hoy se han conocido más detalles, afecta a los procesadores de millones de ordenadores y podrían permitir a atacantes acceder a información protegida en los equipos. Google informó del fallo a Intel el pasado mes de junio , según ha informado un portavoz a Business Insider.
Esto significa que Intel estaba al tanto del problema cuando Krzanich vendió gran parte de sus acciones. De 495.743 se quedó con 250.000, el mínimo requerido por contrato para continuar siendo CEO.
Intel ha asegurado que esta venta no estuvo relacionada con la vulnerabilidad. En un comunicado un portavoz de la compañía asegura que era parte del plan de venta estándar del stock. Sin embargo, no hay información de este plan de venta hasta el 30 de octubre, mucho después de que fueran informados por Google.
Este martes se conocía un problema de seguridad que afecta a los procesadores Intel desde hace una década y que se podría solucionar con un parche. Este ralentizaría el rendimiento en los equipos hasta un 30%. Pero no solo los ordenadores Intel se ven afectados: hoy se ha sabido también que otro problema afecta a los diseños de AMD y ARM.
Intel ha asegurado estar trabajando "muy de cerca con otras compañías tecnológicas", tanto fabricantes de procesadores como los creadores de sistemas operativos, para "desarrollar una solución de industria que resuelva este problema de una manera rápida".
CONURBANO
Por Martín Rodríguez :: @Tintalimon
I.
Tomando el Censo de 2010, entre la CABA y el GBA se juntan 12.801.364 personas, es decir, casi uno de cada tres habitantes de la Argentina (31,93%). La ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires integran un área metropolitana que resulta una de las tres grandes metrópolis de América Latina, junto a DF (México) y San Pablo (Brasil). Hablamos de nuestro AMBA (ciudad + conurbano). Y la provincia de Buenos Aires produce alrededor del 40% del PBI del país.
Según el imaginario político promedio, en el Gran Buenos Aires vive el peronismo en su versión más rústica: desde la primera concepción de obreros y cabecitas negras de los años 40, hasta la última de desocupados, piqueteros, punteros, redes clientelares y la peor versión narrada del Estado: “los Barones del Conurbano”, un mito ya en retirada pero que designa una suerte de feudalismo al que se llega en colectivo. Esta visión omite un detalle masivo: en el Gran Buenos Aires vive una amplísima (¿mayoritaria?) población de capas medias. Los Invisibles. Y otro más: el caudillismo no es exclusivo de peronistas, como bien recuerda Manuel Barge en su blog “Deshonestidad intelectual”: ahí está la familia Posse, en plena reproducción.
En algún sentido, la solución a esa macrocefalia argentina estuvo en la mente del presidente Alfonsín cuando imaginó una huida, una fuga hacia adelante en plenos años 80, fijando en Viedma el sueño de una nueva capital, una Brasilia fría a la que viajarían primero los políticos, luego, obvio, los lobistas, los empresarios, los amantes del círculo polar, las industrias del entretenimiento, y así. Alfonsín se vio “rodeado” e imaginó otra cruzada hacia el sur, pero corta y civilizatoria.
II.
Llegamos a esta década con una situación simbólicamente empatada: por un lado para cierta mirada el Conurbano sigue concentrando esas peores versiones de todo (del peronismo, de los pobres-delincuentes, del Estado clientelar, etc.); y por el otro, una mirada “idealista” y estetizante que invierte los valores y donde unos ven todo malo, ven todo bueno. Un conurbano idealizado como contracara de la ciudad. Una fetichización de la pobreza que contradice la concepción moderna simplificada en esta oración: donde hay una necesidad hay un derecho.
Se puede rastrear el experimento a cielo abierto que ha sido esta nueva “literatura del conurbano” (una suerte de contragolpe narrativo hecho de experiencia e imaginación, desde la sociología de Javier Auyero hasta la narrativa de Incardona) o también la breve historia reciente del sindicalismo del conurbano (con su nueva Panamericana industrial de 100 mil trabajadores, atravesada por la tensión entre burocracias y clasismos inteligentes), o la proliferación de un “nuevo sujeto”, ya hoy tomado para la chacota, que es el municipalismo de “intendentes” en recambio enaltecidos como gestores de derechos de segunda generación. Sumado todo esto a un proceso que se inició en los años 90: la conformación de universidades públicas en todo el Conurbano.
La “moda del Conurbano”, es decir, su fascinación antropológica, política, estilizada sobre los “sectores populares”, puso en escena también un reflejo de asimilación: la latinoamericanización de la porteñidad. Si el Gran Buenos Aires comenzó a vivir el derrame del Estado, también la ciudad de Buenos Aires asimiló su integración cultural, aunque sea de forma resignada: comparten el subsidio al transporte, el subsidio energético, las tareas de recuperación de la cuenca Riachuelo-Matanza, etc. El concepto de Conurbano desplaza el centro a la periferia. Es una inversión del 17 de octubre y el aluvión zoológico: supone un aluvión estatal, de control, de orden y organización del centro a la periferia. Porque hemos logrado una idea de gobernabilidad según este concepto que la crisis nos dejó: gobernar la Nación es gobernar el Conurbano. Y esto tiene su fiesta semántica: los municipios con agendas más complejas y la constitución de un tipo de ideal social en torno al consumo y a “pertenecer a la clase media”. El conurbano es el territorio de conquista de esa movilidad ascendente y del recambio del sujeto peronista: no es obrero, es nueva clase media.
III.
La politización argentina se hace de casa al trabajo y del trabajo a casa. En la Argentina el desempleo construyó la identidad del trabajador-desocupado. El “trabajador” como sujeto sobrevive a la condición laboral misma: se puede estar desempleado pero se mantiene la condición política. En el pasaje entre trabajador y desocupado hay una constante. Pero a la vez, la territorialización de la política fue un efecto del cambio producido en la Argentina a partir del consenso liberal y democrático. La represión y el impacto gradual de las reformas liberales tuvieron su síntoma en una frase de Alfonsín en 1983: “no me van a votar los obreros, pero sí sus mujeres”. Esa feminización del voto tenía una carga de desplazamiento territorial preciso: la política se decidía en casa. Era un voto resuelto en el ámbito del hogar. La sensibilidad democrática desbancó con su concepto de ciudadanía al de clase, porque la ciudadanía -se supone- está “antes”. Como recuerda Fernando Rosso, un trotskista inteligente y entusiasta, se trató del fin de lo que Juan Carlos Torre llamó “el gigante”: “un movimiento obrero desarrollado y cohesionado bajo los símbolos del peronismo”. Tuvimos que pasar de clase obrera a sectores populares y clases medias. El peronismo, dejó de tener su columna vertebral sindical, para tener su columna vertebral municipal. La “Desorganización Organizada” del peronismo (según Levitsky). ¿Qué es el orden, entonces, hoy? Gobernar la ciudad. ¿Qué es la ciudad? La ciudad es el AMBA. Se terminó la misteriosa Buenos Aires. La Reina del Plata. Con autonomía, sin autonomía, no existe más. Somos una sola cosa maciza mucho más grasa de lo que creemos. ¿O alguien cree que Palermo es “cheto”? Somos un DF. Un Distrito Federal Argentino.
IV.
La irrupción del Conurbano en la centralidad nacional fue tan profunda que colocó un presidente por la ventana en el momento de mayor crisis: Duhalde. Eduardo Duhalde, “el peor de todos”, significó un pacto entre peronismo bonaerense y clase media decisivo para una concepción del orden a construir: gobernar el AMBA será gobernar la Nación. El Estado recaudador de impuestos, potenció la regionalización política con su rienda presupuestaria corta (ningún gobernador pudo “crecer” fuera de sus fronteras) y tuvo su ciénaga y su desafío constante en el territorio móvil del Gran Buenos Aires y la ciudad. Se hizo tan carne que era “la madre de todas las batallas” que resultó la partera de la historia: el kirchnerismo llegó del sur a gobernar este territorio superpoblado que le deparó su venganza. Scioli, Macri y Massa. De ahí vino la disputa del recambio porque ese fue el territorio a conquistar, ahí estaba el juego del trono, del orden, del progresismo. Gobernar el AMBA, gobernar a los pobres matanceros, a los caceroleros de Caballito, a los chetos de Belgrano, a los vecinos inseguros de Lanús, a los estudiantes de la Universidad Arturo Jauretche, a los NI-NI, a los villeros, a la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans, al Corpus Christi, y a los jóvenes sobreescolarizados y subempleados que luchan por su derecho a un ideal. El resto del país no fue olvidado por el Estado (lo sabe Chaco, Formosa, Salta, San Juan, Neuquén, Santa Cruz) pero fue visto desde una teleconferencia estatal o en un informe del programa de Lanata que mostró en cada provincia una nueva prueba de la supuesta “barbarie feudal”. La política se híper concentró, Kirchner viajaba en helicóptero a Moreno, a 3 de Febrero, se había reducido el Estado nacional también a esa proximidad cuerpo a cuerpo entre Nación y Municipio como si las provincias sobraran, el FPV tuvo todas sus batallas cruciales ahí, sus únicas y reales batallas electorales ahí: en 2005 jugó la dama contra el duhaldismo, en 2009 contra el neoperonismo de De Narváez, y en 2013 contra la renovación peronista liderada por un intendente del corredor Norte. Las batallas peronistas donde ganó, perdió, perdió, y leyó esas derrotas para luego ganar. ¿Pero existe otra geografía argentina? ¿Y nuestra *inmensidad*? ¿Achicar la Nación para agrandar el Estado?
La palabra Conurbano ya dio todo lo que tenía para dar. Un Estado urgente “que no piensa el territorio sino que el territorio lo piensa a él”, como escribió Pablo Touzon. “La decadencia de la Argentina militar se llevó puesta, en su caída, alguna idea de la gestión del territorio”, dice Pablo. Alfonsín se puso los bigotes, juntó promesas de capitales rusos, señaló el sur y viajó en un tren solo. En el fin de la guerra fría Alfonsín completaba un círculo maniático: luego de la guerra, llevar el gobierno civil hacia el sur. Pero Conurbano y Malvinas no pueden ser los únicos vértices de un mapa naciona.
El gobierno de Irán bloquéa las redes y consigue hacer disminuir las protestas
Disminuyen manifestaciones tras semana de protestas
Las manifestaciones contra el régimen en Irán parecen disminuir tras una semana de protestas, con los partidarios del gobierno y del guía supremo ayatolá Jamenei nuevamente en las calles.
No está claro si se trata de un debilitamiento de las protestas o solo de una falta de noticias causada por el ajuste del gobierno sobre las redes sociales.
En varias ciudades iraníes miles de personas manifestaron, en cambio, su apoyo a las autoridades. Progubernamentales salieron a las calles también en Mashad, en el noreste del país, donde las protestas contra la corrupción y las crisis económicas empezaron para luego extenderse al resto de Irán.
La televisión de Estado dio amplio espacio a las noticias sobre las marchas a favor del gobierno, llamándolas "la respuesta a los revoltosos y sus partidarios". Hubo manifestaciones en Shiraz, Isfahan, Ardabil, Birjand y Yasuj. Entretanto el jefe del Hezbolá libanés, apoyado por Irán, afirmó que las manifestaciones "se agotarán en algunos días" y "no hay preocupaciones" por eventuales consecuencias sobre la organización.
"No hay necesidad de preocuparse", dijo el jefe del partido, Seyed Hassan Nasrallah, en una entrevista con el canal panárabe Al Mayadin, cercano a Irán.
Consultado sobre el monto de la financiación iraní a Hezbolá, Nasrallah sonrió y dijo: "Este tipo de preguntas no tiene respuesta". Luego admitió que "la situación económica es uno de los más grandes desafíos en Irán" y "hay que escuchar las quejas de los manifestantes".
A su vez el viceministro de Exteriores ruso; Sergei Riabkov, dijo que Estados Unidos debe evitar "interferir en los asuntos internos de la República Islámica de Irán".
"Es un asunto interno, que llama la atención de la comunidad internacional", dijo Riabkov, que aseguró confiar en que el país superará sus dificultades para salir fortalecido.
El intendente de Corrientes duplicó los cargos políticos y creó cargos insólitos
El Intendente de Corrientes Eduardo Tassano
Mientras el presidente Mauricio Macri pide austeridad, el jefe comunal de Corrientes creó cargos insólitos y aumentó la planta un 126%.
El intendente de la capital correntina de Cambiemos, Eduardo Tassano, duplicó los cargos políticos a contracorriente de lo que pregona el presidente Mauricio Macri de recortar puestos oficiales para transmitir el ejemplo a la sociedad. El jefe comunal de Corrientes aumentó un 126% la planta de cargos jerárquicos, sumando incluso áreas poco tradicionales.
Tassano asumió su cargo el 10 de diciembre pasado y diez días después incrementó exponencialmente la cantidad de funcionarios que conforman el nuevo organigrama de la Municipalidad. Esta decisión fue aprobada por la mayoría oficialista del Consejo Deliberante días ante de Navidad, a pedido del intendente, quien amplió en 190 los cargos jerárquicos, alcanzando los 340. Esto representa un aumento del 126% de la planta, ya que la administración comunal saliente, del peronista Fabián Ríos, sólo alcanzó los 150 cargos políticos, consignó NA.
Lo más llamativo es que el propio Tassano también repetía el discurso nacional de "achique del gasto" pero hizo lo contrario. "El Municipio no es para mantener estructuras políticas. Hay una línea nacional que marca el camino de la austeridad y a eso apunta el esfuerzo de reducir el gasto público", sostuvo el jefe comunal a Radio Sudamericana el 29 de diciembre pasado al anunciar la posible cesantía de entre 800 y 1.000 trabajadores (15% de la planta de personal) del programa municipal de inserción laboral Neike Chamigo.
Al igual que la polémica Dirección de Movilidad en Bicicleta a nivel nacional, la Municipalidad de Corrientes también tendrá áreas insólitas como "Cambio Cultural", "Identidad Barrial", "Contacto Directo", "Dirección de Software", Dirección de Hardware", entre otros. Además, hubo algunas áreas que directamente fueron copiadas y pegadas del organigrama del Gobierno porteño. El plagio fue tan evidente que no le borraron el nombre del gobierno de origen de esos cargos, lo que motivó extensas polémicas y burlas contra la nueva gestión municipal de Tassano.
El nuevo organigrama de la Municipalidad de Corrientes se compone de 9 Secretarías; 40 Subsecretarías; 106 Direcciones Generales; 171 Subdirecciones; más decenas de Departamentos y Divisiones.Al cierre de esta nota, Perfil se intentó comunicar sin éxito con el intendente.
Para la CGT, la inflación de 2017 fue de 27%
Una familia necesitó $ 16.547 para no ser pobre
El observatorio de datos de la central obrera relevó una suba de precios del 2,7% en diciembre pasado. La canasta básica trepó el 1,4%por lo que una familia tipo precisó de $ 7.355 para no caer en la indigencia.
La CGT difundió este jueves su informe de estadísticas que arrojó una inflación de 2,7% en diciembre por lo que la suba de precios registrada por la central obrera en todo 2017 trepó al 27,12%. En lo que respecta a la canasta básica, el aumento llegó al 1,4% en el ´último mes del año.
De acuerdo al informe del observatorio de datos económicos y sociales de la CGT, en diciembre de 2017 una persona necesitó $ 2.357 para no ser indigente lo que da un total de $ 77,51 por día. En tanto, según la central obrera un adulto necesitó de $ 5.451 para no ser pobre.
En lo que respecta a los ingresos familiares, una familia tipo precisó de $ 7.355 para no caer en la indigencia, mientras que para no ser pobre en diciembre pasado una familia compuesta por dos adultos y dos menores necesitó unos $ 16.547 para no ser pobre.
El observatorio de datos de la central obrera relevó una suba de precios del 2,7% en diciembre pasado. La canasta básica trepó el 1,4%por lo que una familia tipo precisó de $ 7.355 para no caer en la indigencia.
La CGT difundió este jueves su informe de estadísticas que arrojó una inflación de 2,7% en diciembre por lo que la suba de precios registrada por la central obrera en todo 2017 trepó al 27,12%. En lo que respecta a la canasta básica, el aumento llegó al 1,4% en el ´último mes del año.
De acuerdo al informe del observatorio de datos económicos y sociales de la CGT, en diciembre de 2017 una persona necesitó $ 2.357 para no ser indigente lo que da un total de $ 77,51 por día. En tanto, según la central obrera un adulto necesitó de $ 5.451 para no ser pobre.
En lo que respecta a los ingresos familiares, una familia tipo precisó de $ 7.355 para no caer en la indigencia, mientras que para no ser pobre en diciembre pasado una familia compuesta por dos adultos y dos menores necesitó unos $ 16.547 para no ser pobre.
La Casa Blanca desmiente que Donald Trump se haya negado a ser presidente
Rumores de la campaña electoral
Salió así al cruce de un libro que incluye declaraciones del ex asesor, Steve Bannon.
Otros tiempos. De espaldas, Donald Trump camina hacia su entonces asesor, Steve Bannon La Casa Blanca trató este miércoles de desacreditar un nuevo libro según el cual Donald Trump no quería ser presidente de Estados Unidos y únicamente se presentó a la contienda electoral de 2016 para lograr publicidad y negocios.
La portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, reaccionó en un comunicado al libro del periodista Michael Wolff, "Fire and Fury", que según su autor está basado en 200 entrevistas con Trump, sus asesores más destacados y otras fuentes conocedoras de los entresijos de la campaña presidencial de Trump en 2016.
"Este libro está lleno de testimonios falsos y engañosos de individuos que no tienen acceso ni influencia sobre la Casa Blanca", subrayó Sanders. Según el libro, que saldrá a la venta el 9 de enero y del que la revista New York Magazine publicó un extracto, el objetivo de Trump no era ganar las elecciones presidenciales de 2016 contra la candidata demócrata, Hillary Clinton, sino reforzar su marca.
"Puedo ser el hombre más famoso del mundo", le dijo Trump a su asesor Sam Nunberg al comienzo de la contienda, según el libro. Ni él ni sus asesores esperaban que fuera a ganar, y la noche de las elecciones, cuando empezó a quedar claro que se acercaba a la victoria, su hijo "Don Jr. le dijo a un amigo que su padre tenía una cara como si hubiera visto un fantasma", indica el libro. "En el espacio de poco más de una hora, según la divertida observación de Steve Bannon, un confuso Trump se transformó en un incrédulo Trump y después en un horrorizado Trump", añade el libro.
Negativa. Sarah Huckabee Sanders, la vocera de la Casa Blanca, al desmentir informes incluidos en un libro que habla sobre la campaña de Donald Trump
No obstante, según Wolff, el magnate inmobiliario pronto se convirtió en "un hombre que creía que merecía ser, y era totalmente capaz de ser, el presidente de Estados Unidos".
El libro también asegura que, la noche electoral, la esposa de Trump, Melania, "estaba llorando, y no de alegría", porque su marido le había garantizado que no ganaría las elecciones, algo que hoy negó la oficina de la primera dama. "La señora Trump apoyó la decisión de su marido de presentarse a la Presidencia y, de hecho, le alentó a hacerlo. Estaba segura de que ganaría y se puso muy contenta cuando ocurrió", dijo la directora de comunicación de la primera dama, Stephanie Grisham.
Además, el libro indica que Ivanka Trump llegó a un acuerdo con su marido, Jared Kushner, según el cual si en un futuro alguno de los dos podía aspirar a la Presidencia, sería ella quien lo haría.
"La primera mujer presidenta, soñaba Ivanka, no sería Hillary Clinton. Sería Ivanka Trump", indica el libro. El libro también contiene detalles curiosos sobre Trump: asegura que le gusta comer en McDonald's porque siempre ha temido que le envenenaran quienes le preparaban la comida, y que el extraño color de su pelo se debe, según Ivanka, a su "impaciencia" a la hora de aplicarse el tinte "Just for men", que oscurece el cabello más o menos según el tiempo que se deje actuar.
Despedido. El ex asesor de Trump, Donald Trump
Wolff, un periodista que ha escrito para publicaciones como Vanity Fair o The Guardian, asegura que tras la investidura de Trump tuvo un acceso casi completo al Despacho Oval, lo que le permitió entrevistar a múltiples asesores de Trump. La portavoz de la Casa Blanca aseguró hoy, sin embargo, que Wolff consiguió "el 95 % de esas entrevistas" gracias al ex estratega jefe Steve Bannon, a quien Trump acusó hoy de haber "perdido la cabeza" a raíz de sus declaraciones en el libro. Wolff solo entrevistó a Trump una vez, "durante entre 5 y 7 minutos", dijo Sanders en su conferencia de prensa diaria.
Salió así al cruce de un libro que incluye declaraciones del ex asesor, Steve Bannon.
Otros tiempos. De espaldas, Donald Trump camina hacia su entonces asesor, Steve Bannon La Casa Blanca trató este miércoles de desacreditar un nuevo libro según el cual Donald Trump no quería ser presidente de Estados Unidos y únicamente se presentó a la contienda electoral de 2016 para lograr publicidad y negocios.
La portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, reaccionó en un comunicado al libro del periodista Michael Wolff, "Fire and Fury", que según su autor está basado en 200 entrevistas con Trump, sus asesores más destacados y otras fuentes conocedoras de los entresijos de la campaña presidencial de Trump en 2016.
"Este libro está lleno de testimonios falsos y engañosos de individuos que no tienen acceso ni influencia sobre la Casa Blanca", subrayó Sanders. Según el libro, que saldrá a la venta el 9 de enero y del que la revista New York Magazine publicó un extracto, el objetivo de Trump no era ganar las elecciones presidenciales de 2016 contra la candidata demócrata, Hillary Clinton, sino reforzar su marca.
"Puedo ser el hombre más famoso del mundo", le dijo Trump a su asesor Sam Nunberg al comienzo de la contienda, según el libro. Ni él ni sus asesores esperaban que fuera a ganar, y la noche de las elecciones, cuando empezó a quedar claro que se acercaba a la victoria, su hijo "Don Jr. le dijo a un amigo que su padre tenía una cara como si hubiera visto un fantasma", indica el libro. "En el espacio de poco más de una hora, según la divertida observación de Steve Bannon, un confuso Trump se transformó en un incrédulo Trump y después en un horrorizado Trump", añade el libro.
Negativa. Sarah Huckabee Sanders, la vocera de la Casa Blanca, al desmentir informes incluidos en un libro que habla sobre la campaña de Donald Trump
No obstante, según Wolff, el magnate inmobiliario pronto se convirtió en "un hombre que creía que merecía ser, y era totalmente capaz de ser, el presidente de Estados Unidos".
El libro también asegura que, la noche electoral, la esposa de Trump, Melania, "estaba llorando, y no de alegría", porque su marido le había garantizado que no ganaría las elecciones, algo que hoy negó la oficina de la primera dama. "La señora Trump apoyó la decisión de su marido de presentarse a la Presidencia y, de hecho, le alentó a hacerlo. Estaba segura de que ganaría y se puso muy contenta cuando ocurrió", dijo la directora de comunicación de la primera dama, Stephanie Grisham.
Además, el libro indica que Ivanka Trump llegó a un acuerdo con su marido, Jared Kushner, según el cual si en un futuro alguno de los dos podía aspirar a la Presidencia, sería ella quien lo haría.
"La primera mujer presidenta, soñaba Ivanka, no sería Hillary Clinton. Sería Ivanka Trump", indica el libro. El libro también contiene detalles curiosos sobre Trump: asegura que le gusta comer en McDonald's porque siempre ha temido que le envenenaran quienes le preparaban la comida, y que el extraño color de su pelo se debe, según Ivanka, a su "impaciencia" a la hora de aplicarse el tinte "Just for men", que oscurece el cabello más o menos según el tiempo que se deje actuar.
Despedido. El ex asesor de Trump, Donald Trump
Wolff, un periodista que ha escrito para publicaciones como Vanity Fair o The Guardian, asegura que tras la investidura de Trump tuvo un acceso casi completo al Despacho Oval, lo que le permitió entrevistar a múltiples asesores de Trump. La portavoz de la Casa Blanca aseguró hoy, sin embargo, que Wolff consiguió "el 95 % de esas entrevistas" gracias al ex estratega jefe Steve Bannon, a quien Trump acusó hoy de haber "perdido la cabeza" a raíz de sus declaraciones en el libro. Wolff solo entrevistó a Trump una vez, "durante entre 5 y 7 minutos", dijo Sanders en su conferencia de prensa diaria.
China deja a las empresas estatales sin ahorro interno
Xi Jinping. El presidente chino dispone de la mayor fuente de capitales del mundo.
El responsable de la adquisición por ChemChina del grupo suizo de agroquímicos Syngenta en US$43.000 millones —la mayor compra realizada en el exterior por la República Popular en toda su historia— ha sido designado titular de un nuevo fondo de inversiones con sede en Beijing, destinado a canalizar el ahorro de las compañías estatales y a convertirlo en inversiones directas en el sistema mundial (IED).
El nuevo fondo —China Reform Holdings— dispone de recursos iniciales por US$30.000 millones, pero si se le agregan los ahorros de las firmas estatales, incluyendo los 4 grandes bancos del Estado, y los aportes del Fondo Soberano de la República Popular (US$857.000 millones), no tiene tope para el monto de capitales que puede colocar en el exterior en los próximos años.
Lo que ya se sabe es que el presidente Xi Jinping ha señalado que China prevé duplicar su PBI en 10 años, y que importaría bienes y servicios por US$16 billones en 2025.
También se conoce que la República Popular aspira a recibir más de US$1 billón en IED hasta entonces, y que se dispone a colocar en el exterior inversiones por más de US$1,5 billones.
Robert Lu, el nuevo titular de China Reform Holdings, en su condición de vicepresidente de ChemChina, ha sido responsable por inversiones en el exterior de más de US$55.000 millones, incluyendo la compra de Pirelli en Italia y de la principal compañía de agroquímicos de Israel, Adama.
La creación de China Reform Holdings es estratégica: surge de la decisión de quitarles a las empresas estatales el control de sus ahorros domésticos —estimados en US$1,5 billones— con el objetivo de obligarlas a financiarse en el sistema financiero internacional, ante todo en Hong Kong, Shanghái y Shenzen, a cambio de ejecutar un proceso de ineludible reestructuración que aumente significativamente su tasa de retorno sobre el capital invertido.
Al mismo tiempo, se otorga el resorte final de las decisiones en materia de financiamiento e inversiones de cada una de ellas a los comités del Partido Comunista, despojando de estas atribuciones a las autoridades corporativas.
Un rasgo estructural de las empresas estatales chinas es que hay una diferencia de 3/6 puntos en el nivel de productividad/competitividad con el que tienen las empresas privadas, en especial las surgidas en los últimos 6 años que integran la economía digital (que ya es 30% del PBI y sería 55% en 2021).
Las reglas que se aplican a las inversiones chinas en el exterior son las mismas que se imponen a las empresas estatales, porque todas ellas tienen el mandato del Partido y el Estado de convertirse en globales, o en caso contrario fusionarse con otras (desaparecer).
Usualmente, en los últimos 6 años, las inversiones chinas en el exterior se realizan en compañías de alta tecnología que toman como parámetro de comparación a las más avanzadas del mundo, y que están destinadas a incrementar el nivel de productividad/competitividad de las empresas afectadas.
Se trata de un experimento de innovación estructural de alcance global, y para eso China dispone de la mayor fuente de capitales del mundo de hoy, por encima de EE.UU. y Europa.
Esencialmente, es una política anticorporativa, que rechaza la prioridad otorgada hasta ahora a la autonomía de las juntas directivas internas, la alta burocracia de las empresas estatales.
En adelante, la legitimidad de la función de estos ejecutivos (management) depende exclusivamente de su capacidad para aumentar la productividad y la innovación, medidas por la magnitud de la tasa de retorno sobre el capital.
No es un criterio funcionalista (hacer que el statu quo funcione mejor), sino transformador (crear nuevas estructuras de inversión y productividad cada vez más avanzadas y competitivas). Después de todo, el Partido Comunista es una fuerza revolucionaria fundada en 1921.
El nuevo Fondo va a transferir su sede de Beijing a Shenzen (al lado de Hong Kong) en los próximos 3 meses. Shenzen es la punta de lanza y la región más avanzada en innovación y productividad de la República Popular. Allí lanzó Deng Xiaoping en 1992 (“Viaje al Sur”) su llamado a una revolución dentro de la revolución, lo que significaba volcar definitiva e irreversiblemente a China al capitalismo más avanzado.
Ahora China se ha convertido en el eje del capitalismo en el siglo XXI, y esto se revela en el hecho de que está transformando su ahorro domestico (US$6,3 billones) en ahorro global, lo que se traduce en que las inversiones chinas en el exterior, que hoy ascienden a 5% del PBI mundial (US$2,5 billones), serían 30% de ese total en 2025 (US$22 billones).
Esta tendencia de fondo se sustenta en una anterior: el PBI chino era 2,8% del PBI global en 1980 (cuando comenzó el proceso de reformas y vuelco al capitalismo impulsado por Deng Xiaoping), y alcanzó a 17,8% en 2016, y se apresta a trepar a 30% en 2025.
La creación de China Reform Holdings es una decisión de Xi Jinping que revela su visión del mundo en 2017, y que por su ambición sería del agrado de Mao Tse Tung y de su sucesor, Den.
Trump apuesta a atraer empresas de Japón, Europa y China para que generen "trabajo americano"
El recorte de impuestos resuelto por el Congreso de EE.UU. (reduce en 14 puntos la tasa de ganancias corporativas que pasa de 35% a 21%), y convertido en ley por el presidente Donald Trump en la última semana de diciembre, implica un beneficio empresarial (ganancia neta) de US$200.000 millones en 2018, que proyectado a 10 años llega a US$2,4 billones. Más de un tercio de este beneficio corresponde a las compañías transnacionales radicadas en los Estados Unidos que cotizan en Wall Street, donde disponen de 35% de los activos accionarios del mayor mercado bursátil del mundo.
Esto significa para las firmas extranjeras un alza en sus ganancias netas de US$70.000 millones a percibir en los próximos 12 meses, con una mejora de más de 30% en la tasa de retorno de sus inversiones.
Lo que verdaderamente importa para las compañías transnacionales que operan en EE.UU. no es la menor la tasa corporativa nominal, sino el aumento excepcional que perciben en la tasa de retorno efectiva de sus inversiones. En el universo empresario norteamericano, el sector extranjero es el beneficiario privilegiado del recorte de impuestos.
En estas condiciones, lo previsible es que se produzca en EE.UU. un boom de inversiones de alcance global en los próximos 2 años, con capitales provenientes de todo el sistema mundial, en primer lugar de Europa y Japón, capaz de provocar un aumento del PBI de 3% a 5% en una década, con un alza subsidiaria del ingreso per cápita de US$4.500/ US$7.000 por año.
Es distinto el efecto del recorte de impuestos en las empresas norteamericanas y en las transnacionales radicadas en EE.UU. La diferencia es que las primeras disponen del mayor nivel de recursos (ganancias netas) de la historia, como consecuencia del cambio tecnológico y el aumento de la productividad de los últimos 15 años, especialmente forzado a partir de la crisis financiera internacional 2008/2009 (Lehman Brothers). Para las empresas estadounidenses, el aumento en la tasa de retorno sobre sus inversiones es secundario.
Las 20 mayores firmas de alta tecnología que integran el Nasdaq (que en conjunto tuvieron un incremento de más US$900.000 millones en sus cotizaciones de Wall Street durante 2017), la hiperliquidez es excepcional, al punto que las 5 primeras —Apple, Google, Microsoft, Amazon y Facebook— dispusieron de más de US$90.000 millones cada una por encima del nivel que obtuvieron un año atrás.
Todo esto sin contar los capitales que las compañías high tech tienen en el exterior, y que superan US$1,5 billones. Las empresas norteamericanas en su conjunto (S&P500 + Nasdaq) tienen afuera de EE.UU. entre US$3 billones y US$5 billones. Por eso es diferente en ellas el impacto inversor del capital que reciben libremente (windfall cash), como los US$200.000 millones que obtienen vía recorte de impuestos.
Históricamente, las compañías norteamericanas pagan dividendos por 22% de sus ingresos netos provenientes de la tasa de retorno, lo que excluye a las nuevas ganancias como las originadas por el recorte de impuestos.
De ahí que lo previsible sea que el windfall cash se destine a nuevas inversiones, sobre todo a la compra de startups de alta tecnología que ofrezcan innovaciones prometedoras, cargadas de futuro en términos de productividad, y que muestren una especial aptitud para la “destrucción creadora”.
El nuevo recorte de impuestos resuelto por Donald Trump permitirá a las empresas norteamericanas deducir 100% del costo de sus inversiones de capital el mismo año en que las realicen. Para las pequeñas y medianas compañías (índice Russell 2000) este es un incentivo para la inversión fija de similar importancia que el recorte impositivo.
Se estima que habrá una repatriación de capitales del exterior, tras el pago de una tasa de 14,5% una sola vez, que permitirá el retorno a EE.UU. de US$3 billones, quizás US$4 billones, en los próximos 2 años.
En términos macroeconómicos, el recorte de impuestos sancionado en la última semana de diciembre disminuye el costo del capital e incrementa la tasa de retorno de las inversiones, y esto favorece especialmente a las compañías extranjeras. Todo esto permite prever un aumento de la tasa de inversión de dimensiones históricas, quizás 2 o 3 puntos del producto en los próximos 2 años.
El objetivo del gobierno de Trump es nítido: convertir a EE.UU. en el centro de la inversión mundial, otorgando a la economía norteamericana un carácter dominante en el eje de la acumulación capitalista del siglo XXI. La inversión en EE.UU. es el puente estratégicamente decisivo que existe entre al ahorro global y la reproducción ampliada, que en este momento histórico adquiere la forma de nueva revolución industrial.
Para Trump lo decisivo es atraer inversiones a EE.UU., no multiplicar las ventas externas. Por eso la prioridad para el impulsor de “EE.UU. primero” no es el comercio internacional, sino el recorte de impuestos. La estrategia es un esfuerzo sistemático de simplificación.
Las razones por las que China importa cada vez más soja
En la tendencia influye la migración masiva del campo a las ciudades y el mayor consumo de carne, que incrementa la demanda de granos forrajeros.
Se estima que en 2025, los chinos van a importar el doble de soja; es decir unas 200 millones de toneladas.
El consumo de soja de China aumentó 160% entre 2000 y 2011 cuando fueron removidas las barreras a las importaciones al incorporarse a la Organización Mundial de Comercio (OMC) en 2001.
Al mismo tiempo, el área sembrada de soja se redujo más de 20% en ese periodo; y esto sucedió por dos razones fundamentales: en primer lugar, la soja importada ofreció un menor precio, con una diferencia de entre 45 y 90 dólares por tonelada; y luego, el hecho de que las empresas productoras de aceite y harina de soja reclamaron porotos de mayor calidad, y esos son los importados, no los surgidos de la producción doméstica.
Las importaciones de soja en China se han acelerado en los últimos cinco años, y en el periodo fiscal 2016/2017 alcanzaron a 86 millones de toneladas. Mientras tanto, en la etapa 2015/2016 las compras en el exterior llegaron a 82,5 millones de toneladas.
El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) estima que China importará 122 millones de toneladas de soja en 2021/2022 con una tendencia que se intensifica a partir de entonces y alcanzaría a 200 millones de toneladas en 2025.
Esta tendencia ascendente coincide con la de signo contrario de reducción del área sembrada de soja, que disminuiría más de 40% en los próximos 10 años.
El primer y decisivo dato sobre la producción agroalimentaria de la República Popular al concluir la segunda década del siglo es que casi 300 millones de campesinos pasarían del campo a las ciudades en 2030; y el segundo, estructuralmente todavía más importante, es que más de 40% de la producción agroalimentaria ya es realizada por las grandes corporaciones agroalimentarias en este momento, cuya actividad se orienta exclusivamente hacia los sectores más redituables, como la carne de cerdo, los lácteos, y crecientemente la producción de carne vacuna.
Estas grandes corporaciones se constituyen a través de la compra en gran escala de los derechos de uso sobre la tierra de los campesinos, cuya vigencia es de más de 30 años, y que se han monetizado completamente, lo que implica recursos adicionales para los productores que pasan del campo a las ciudades.
El objetivo del gobierno es movilizar la riqueza agraria de la República Popular, cuyo valor se estima en 20,6 billones de dólares –el doble del PBI-, y que hoy está virtualmente paralizada.
Lo que sucede en China en materia agroalimentaria es que se está unificando el mercado de tierras rural y urbano, otorgando similares derechos e iguales sistemas de precios tanto a los pobladores urbanos como a los rurales; y esto ocurre cuando la población campesina se reduce en casi 300 millones de personas en los próximos 12 años.
La tendencia demográfica central de la República Popular es la siguiente: la población urbana es 56% del total, y sería 60% en 2020, 65% en 2025 y 72% en 2030.
China tiene hoy 102 ciudades de más de 1 millón de habitantes, y otras 63 urbes con 5 millones de habitantes o más; y este universo urbano aumentaría más de 40% en 2030, ante todo en las provincias del interior, sobre todo las situadas en el centro y el oeste.
Se estima que en 2025, los chinos van a importar el doble de soja; es decir unas 200 millones de toneladas.
El consumo de soja de China aumentó 160% entre 2000 y 2011 cuando fueron removidas las barreras a las importaciones al incorporarse a la Organización Mundial de Comercio (OMC) en 2001.
Al mismo tiempo, el área sembrada de soja se redujo más de 20% en ese periodo; y esto sucedió por dos razones fundamentales: en primer lugar, la soja importada ofreció un menor precio, con una diferencia de entre 45 y 90 dólares por tonelada; y luego, el hecho de que las empresas productoras de aceite y harina de soja reclamaron porotos de mayor calidad, y esos son los importados, no los surgidos de la producción doméstica.
Las importaciones de soja en China se han acelerado en los últimos cinco años, y en el periodo fiscal 2016/2017 alcanzaron a 86 millones de toneladas. Mientras tanto, en la etapa 2015/2016 las compras en el exterior llegaron a 82,5 millones de toneladas.
El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) estima que China importará 122 millones de toneladas de soja en 2021/2022 con una tendencia que se intensifica a partir de entonces y alcanzaría a 200 millones de toneladas en 2025.
Esta tendencia ascendente coincide con la de signo contrario de reducción del área sembrada de soja, que disminuiría más de 40% en los próximos 10 años.
El primer y decisivo dato sobre la producción agroalimentaria de la República Popular al concluir la segunda década del siglo es que casi 300 millones de campesinos pasarían del campo a las ciudades en 2030; y el segundo, estructuralmente todavía más importante, es que más de 40% de la producción agroalimentaria ya es realizada por las grandes corporaciones agroalimentarias en este momento, cuya actividad se orienta exclusivamente hacia los sectores más redituables, como la carne de cerdo, los lácteos, y crecientemente la producción de carne vacuna.
Estas grandes corporaciones se constituyen a través de la compra en gran escala de los derechos de uso sobre la tierra de los campesinos, cuya vigencia es de más de 30 años, y que se han monetizado completamente, lo que implica recursos adicionales para los productores que pasan del campo a las ciudades.
El objetivo del gobierno es movilizar la riqueza agraria de la República Popular, cuyo valor se estima en 20,6 billones de dólares –el doble del PBI-, y que hoy está virtualmente paralizada.
Lo que sucede en China en materia agroalimentaria es que se está unificando el mercado de tierras rural y urbano, otorgando similares derechos e iguales sistemas de precios tanto a los pobladores urbanos como a los rurales; y esto ocurre cuando la población campesina se reduce en casi 300 millones de personas en los próximos 12 años.
La tendencia demográfica central de la República Popular es la siguiente: la población urbana es 56% del total, y sería 60% en 2020, 65% en 2025 y 72% en 2030.
China tiene hoy 102 ciudades de más de 1 millón de habitantes, y otras 63 urbes con 5 millones de habitantes o más; y este universo urbano aumentaría más de 40% en 2030, ante todo en las provincias del interior, sobre todo las situadas en el centro y el oeste.
La reforma fiscal de Trump hace subir los ingresos de los asalariados estadounidenses
Empresas de varios rubros anunciaron aumentos de salario y bonus
La primera gran victoria legislativa de Trump deriva en beneficios para los empleados de EE.UU.
La reforma fiscal impulsada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y convertida en ley el 22 de diciembre último, ya está impactando positivamente en los bolsillos de los trabajadores estadounidenses, contrariando la idea general de que sólo beneficiará a los ricos y a las empresas.
Esto debido a que una larga lista de compañías anunciaron pagos extraordinarios y aumentos de sueldo a buena parte de sus empleados, como por ejemplo Boeing, Wells Fargo, AT&T o Fifth Third Bancorp, a las que ayer se sumaron American Airlines y Southwest Airlines, que anunciaron la entrega de un bonus de 1.000 dólares a sus empleados para celebrar la implantación del nuevo código tributario que entra en vigor este año.
Esta reforma, la mayor de las últimas 3 décadas, rebaja el impuesto de sociedades desde el 35% al 21% y fomenta la repatriación de beneficios con un gravamen que oscila entre el 15,5% y el 8 por ciento.
Hasta la fecha, los bancos, las aseguradoras y las aerolíneas han liderado la entrega de pagos extras tras la aprobación de la Ley de Recorte Impositivo y Empleo. Previamente, la rebaja del impuesto de sociedades en 14 puntos porcentuales ya tuvo reacciones inmediatas por parte de muchas compañías que aprovecharon la primera gran victoria legislativa del presidente Trump para anunciar pagos extraordinarios y subas en los salarios de sus empleados.
Así lo hicieron compañías como AT&T y Wells Fargo, empresas que, paralelamente, necesitan el beneplácito del Ejecutivo. En el caso de la telco, 200.000 empleados recibirán un bonus de 1.000 dólares mientras que la compañía espera aumentar sus inversiones en EEUU en mil millones de dólares más el próximo año. Por su parte, Wells Fargo indicó que elevará sus salarios mínimos a 15 dólares la hora, un incremento del 11%, a partir de marzo de 2018.
Otras multinacionales como Boeing anunciaron inversiones por alrededor de 300 millones de dólares, que incluyen mejoras en el entrenamiento y educación de sus trabajadores. Comcast, casa matriz de NBC y Universal, agraciará a 100.000 de sus empleados con un pago extra por valor de 1.000 dólares. El banco regional Fifth Third Bacorp también anunció subas en el salario mínimo de sus empleados a 15 dólares la hora y un bonus extraordinario de 1.000 dólares.
La primera gran victoria legislativa de Trump deriva en beneficios para los empleados de EE.UU.
La reforma fiscal impulsada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y convertida en ley el 22 de diciembre último, ya está impactando positivamente en los bolsillos de los trabajadores estadounidenses, contrariando la idea general de que sólo beneficiará a los ricos y a las empresas.
Esto debido a que una larga lista de compañías anunciaron pagos extraordinarios y aumentos de sueldo a buena parte de sus empleados, como por ejemplo Boeing, Wells Fargo, AT&T o Fifth Third Bancorp, a las que ayer se sumaron American Airlines y Southwest Airlines, que anunciaron la entrega de un bonus de 1.000 dólares a sus empleados para celebrar la implantación del nuevo código tributario que entra en vigor este año.
Esta reforma, la mayor de las últimas 3 décadas, rebaja el impuesto de sociedades desde el 35% al 21% y fomenta la repatriación de beneficios con un gravamen que oscila entre el 15,5% y el 8 por ciento.
Hasta la fecha, los bancos, las aseguradoras y las aerolíneas han liderado la entrega de pagos extras tras la aprobación de la Ley de Recorte Impositivo y Empleo. Previamente, la rebaja del impuesto de sociedades en 14 puntos porcentuales ya tuvo reacciones inmediatas por parte de muchas compañías que aprovecharon la primera gran victoria legislativa del presidente Trump para anunciar pagos extraordinarios y subas en los salarios de sus empleados.
Así lo hicieron compañías como AT&T y Wells Fargo, empresas que, paralelamente, necesitan el beneplácito del Ejecutivo. En el caso de la telco, 200.000 empleados recibirán un bonus de 1.000 dólares mientras que la compañía espera aumentar sus inversiones en EEUU en mil millones de dólares más el próximo año. Por su parte, Wells Fargo indicó que elevará sus salarios mínimos a 15 dólares la hora, un incremento del 11%, a partir de marzo de 2018.
Otras multinacionales como Boeing anunciaron inversiones por alrededor de 300 millones de dólares, que incluyen mejoras en el entrenamiento y educación de sus trabajadores. Comcast, casa matriz de NBC y Universal, agraciará a 100.000 de sus empleados con un pago extra por valor de 1.000 dólares. El banco regional Fifth Third Bacorp también anunció subas en el salario mínimo de sus empleados a 15 dólares la hora y un bonus extraordinario de 1.000 dólares.
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