El proceso creativo y la "Bisociación" de Koestler


La teoría de Arthur Koestler "Bisociación"


El escritor húngaro Arthur Koestler en su libro “El acto de la creación” dice que hay dos formas de escapar a nuestras rutinas de pensamiento y conducta. La primera es caer en el sueño donde el pensamiento racional queda suspendidos. Y la otra manera es la caracterizada por el momento espontáneo de la intuición que conlleva la creatividad.
La teoría de Koestler dice que “la resolución de un problema requiere combinar pensamientos; dar solución original, creativa, supone añadir combinaciones nuevas”
Koestler propuso el término “bisociación” para aludir al proceso por el cual las ideas antes no relacionadas son puestas en contacto y combinadas. Koestler establece además, una contraposición entre la “asociación”, y la “bisociación”, pues la “asociación” alude a contextos previamente establecidos entre las ideas, mientras que la “bisociación” consiste en establecer conexiones donde antes no las había.
Esta bisociación o conjunción de dos planos de pensamiento incompatibles, opuestos, no es nada nuevo; ocurre constantemente durante el sueño, en donde no existe la lógica, su forma de razonar está ligada a la emoción y al simbolismo.

Principios generales básicos para la creación de ideas:
La idea no es más ni menos que una nueva combinación de elementos viejos.
La capacidad de lograr nuevas combinaciones depende del talento para encontrar relaciones.




Propone la bisociación: proceso por el que ideas antes no relacionadas se ponen en contacto y se combinan, establece una conexión donde antes no había ninguna.
Lo opuesto: la asociación: relaciones cercanas, previamente establecidas.


La bisociacion se desarrolla en tres fases:


Abandonar el campo de lo real
Ir en busca de un estímulo
Regresar, es decir, enlazar este estímulo con lo real. Establecer el contacto, la combinación.



La creatividad es, sin duda, una de las conductas más complejas que puede tener el ser humano y, por tanto, estamos aún lejos de entender sus bases neurobiológicas. Pero todos estaríamos de acuerdo al afirmar que si pudiésemos encontrar no sólo esas bases orgánicas, sino también el modo de desarrollarlas habríamos recorrido un camino extraordinario en la mejora del rendimiento de nuestra especie.

En condiciones normales, las personas no son creativas, lo que implica que el acto de creación es algo insólito y poco frecuente. Solemos entonces hablar de inspiración cuando una nueva idea o concepto aparece de repente ante nosotros y nos conduce a cualquier tipo de creación.

El escritor húngaro Arthur Koestler en su libro “El acto de la creación” dice que hay dos formas de escapar a nuestras rutinas de pensamiento y conducta. La primera es zambullirse en el ensueño o estados similares, donde los códigos del pensamiento racional quedan suspendidos. Y la otra manera de escapar es en dirección opuesta, es la caracterizada por el momento espontáneo de la intuición que conlleva la creatividad.

La primera vía de escape significaría una regresión a niveles más antiguos, más primitivos de ideación, mientras que la segunda, que es la que aquí hoy nos interesa, es un ascenso a un nivel nuevo, más complejo de la evolución mental.

En la obra citada de Koestler, el acto creativo del humorista, por ejemplo, se caracteriza porque crea una momentánea fusión de dos matrices, dos niveles de pensamiento que habitualmente son incompatibles. De forma similar, podría describirse también el descubrimiento científico o la creación artística.

Uno de los ejemplos que Koestler utiliza para confirmar sus aseveraciones es, en el terreno humorístico, la siguiente anécdota atribuida al académico francés del siglo XVIII Chamfort:
Un marqués de la corte de Luis XIV, al entrar en el boudoir de su esposa, la encuentra en brazos de un obispo y sin decir palabra se dirige a uno de los ventanales del palacio, lo abre y comienza a impartir bendiciones al pueblo en la calle.
La angustiada esposa le grita: Pero, ¿qué estás haciendo?
A lo que el marqués tranquilamente responde: “Monseñor está usurpando mis funciones, así que yo realizo las suyas”.

La historia se mueve en dos planos, o matrices, de pensamiento: la una es una historia de adulterio que es, de pronto, sustituida por una reacción totalmente inesperada del marqués, lo que hace que la tensión se relaje y surja la risa. Es lo que Koestler llama “bisociación”. Dos historias, antes incompatibles, aparecen juntas creando hilaridad.

Esta bisociación o conjunción de dos planos de pensamiento incompatibles, opuestos, no es nada nuevo; ocurre constantemente durante el ensueño, en donde no reina la lógica ni el pensamiento dualista característicos del estado de vigilia consciente. La yuxtaposición de términos antitéticos, la falta de consciencia de que existe un conflicto o una incongruencia, son características del ensueño. La lógica del ensueño no es la lógica aristotélica, es indiferente a las leyes de la identidad y de la contradicción, su forma de razonar está ligada a la emoción y su simbolismo es pre-verbal y arcaico.

Como he expresado en otro lugar, a este tipo de pensamiento onírico Freud le llamó proceso primario para distinguirlo del proceso secundario, que es el pensamiento lógico-analítico que usamos durante la vigilia consciente.

El pensamiento en el proceso primario significa una superación del dualismo que nos recuerda otra experiencia humana parecida, al menos, en esta característica. Me refiero a la experiencia mística o espiritual, en la que la persona se une con la divinidad, con la naturaleza o con los animales, se identifica con ellos, perdiendo la consciencia del yo como algo separado del mundo.

Así, pues, llegamos a considerar que la persona creadora supera también las contradicciones, por lo que se asemeja tanto al místico como a la persona en estado onírico. Ahora bien, que sepamos, ni el místico se ha caracterizado por ser una persona creadora, ni la inmensa mayoría de los ensueños conduce a una intuición creadora. He dicho la inmensa mayoría, porque hay ejemplos, como el del químico alemán August Kekulé von Stradonitz, que soñó con uno de lo que Carl Gustav Jung llamaba arquetipos, a saber, con el uroboro, la serpiente que se muerde la cola, descubriendo así la estructura del anillo de benceno.

Uno de los autores que más han estudiado la creatividad desde el punto de vista psicológico ha sido el psiquiatra norteamericano Albert Rothenberg que fue profesor en Harvard. Este autor considera que el proceso creativo es la imagen especular del ensueño, imagen que tiene que ser similar al objeto que refleja, pero que tanto biológica, como psicológica y socialmente es el reverso del ensueño.

¿Por qué dice esto Rothenberg? Pues porque la persona creativa utiliza conscientemente los mecanismos y procesos característicos del pensamiento onírico para abstraer, conceptuar y concretar, pero así también para revertir los efectos de la censura consciente.

El sujeto creador emplea la lógica característica de la vigilia consciente, los procesos de su pensamiento son similares a lo que Freud llamó proceso secundario, pero prestando también atención a los factores que son importantes en el pensamiento inconsciente, alterando las secuencias temporales, desplazando y comprimiendo. El sujeto creador utiliza, pues dos procesos específicos de pensamiento que son similares, pero inversos, de manera simultánea.

Si el pensamiento onírico produce imágenes y secuencias confusas, caóticas e ilógicas, el proceso creativo produce orden e imágenes y metáforas significativas, así como conceptos claros.

Una característica del proceso creativo es revertir los efectos de la censura inconsciente, de manera que, por ejemplo, en la creación artística, encontramos mucho material inconsciente y que contribuye a su valor intrínseco.

Pero la contribución que, a mi entender, es más significativa del análisis que Rothenberg hace del proceso creativo es haber formulado que la persona creadora se guía por un tipo de pensamiento que él llama “jánico”, término basado en las cualidades del dios romano Jano, dios cuyas muchas caras miraban en varias direcciones al mismo tiempo y que, por ello, da el nombre al mes de Enero, January en inglés, por mirar hacia el pasado y el futuro simultáneamente.

Según Rothenberg, el pensamiento jánico se caracteriza por concebir activamente dos o más ideas, imágenes o conceptos opuestos simultáneamente. Los conceptos opuestos o antitéticos se conciben como existentes uno junto al otro, o igualmente operativos y verdaderos. Es un pensamiento complejo, diferente del pensamiento dialéctico, de la ambivalencia y de los pensamientos de niños o esquizofrénicos.

Para poner un ejemplo, me voy a referir a un trabajo que Rothenberg publicó en 1971 en donde acuñó por vez primera el término “jánico” para el pensamiento creativo de Albert Einstein. En este trabajo, Rothenberg cita un ensayo de Einstein publicado en 1919 con el título: “La idea fundamental de la relatividad general en su forma original”. Este ensayo fue descubierto por Gerald Norton en los papeles de Einstein, que fueron luego coleccionados para una publicación posterior por la Princeton University Press. Y, refiriéndose a las teorías contradictorias de Faraday y Maxwell-Lorentz, escribía:
“En el desarrollo de la relatividad especial, un pensamiento – no mencionado previamente – relativo a la obra de Faraday sobre inducción electromagnética jugó para mí un papel decisivo.
Según Faraday si un magneto está en movimiento relativo respecto a un circuito conductor, se induce una corriente eléctrica en este último…
Todo es lo mismo, se mueva el magneto o el conductor; sólo el movimiento relativo cuenta, según la teoría de Maxwell-Lorentz. Sin embargo, la interpretación teórica del fenómeno en estos dos casos es muy diferente:
Si es el magneto el que se mueve, en el espacio existe un campo magnético que cambia con el tiempo y que, según Maxwell, genera líneas cerradas de fuerza eléctrica – es decir, un campo eléctrico físicamente real; este campo eléctrico pone en movimiento masas eléctricas movibles (es decir, electrones) en el conductor.
Sin embargo, si el magneto está en reposo y se mueve el circuito conductor, no se genera campo eléctrico; la corriente se genera en el conductor porque los cuerpos eléctricos que se transportan en el conductor experimentan una fuerza electromotriz, como estableció hipotéticamente Lorentz, a causa de su movimiento relativo respecto al campo magnético.
El pensamiento de que estemos tratando aquí con dos casos fundamentalmente diferentes fue para mí insoportable. La diferencia entre estos dos casos no podía ser una diferencia real, sino más bien, en mi convicción, sólo podía ser una diferencia en la elección del punto de referencia”.
Así nació la teoría general de la relatividad.

Einstein se refiere, pues, a dos pensamientos contradictorios que él supera aceptando ambos, o, con otras palabras, dando un salto no-dualista en su pensamiento.

El pensamiento jánico tiene lugar en plena consciencia, con plena racionalidad y facultades lógicas plenamente operativas, por tanto, es un tipo especial de operación de proceso secundario. Pero que hace uso de mecanismos del pensamiento onírico, aprovechándose del material inconsciente.

Los griegos algo de esto ya sabían cuando crearon el mito de Tiresias. Según este mito, Tiresias era un sacerdote de Zeus y, siendo aún un hombre joven, se encontró a dos serpientes copulando; golpeó a la hembra en la cabeza con su bastón y al punto se convirtió él mismo en mujer. Transformado en mujer, se hizo sacerdotisa de Hera, se casó y tuvo varios hijos, entre ellos su hija Manto, que en griego antiguo significa vidente, profeta. Tras siete años de ser mujer, Tiresias se encontró de nuevo a dos serpientes copulando y esta vez golpeó con su bastón la cabeza del macho, convirtiéndose de inmediato de nuevo en hombre. Como resultado de sus experiencias en ambos sexos, Zeus y Hera le plantearon la pregunta de quién de los dos sentía más placer en el acto sexual, si el hombre o la mujer. Zeus era de la opinión que era la mujer y Hera sostenía que era el hombre. Tiresias se colocó del lado de Zeus diciendo que en una escala del uno al diez la mujer gozaba seis veces frente a sólo una el hombre. Irritada por la respuesta, Hera lo dejó ciego. Como Zeus no quiso deshacer lo que la diosa había hecho, le concedió el don de la profecía.

De nuevo, aquí se intuye que la conjunción de dos contrarios, en este caso el hombre y la mujer, lo masculino y lo femenino, son capaces, cuando se poseen ambos, de adquirir facultades extraordinarias como son la videncia y la profecía.

Otra característica del proceso creativo es lo que se ha llamado pensamiento homoespacial, que consiste en concebir activamente dos o más entidades discretas ocupando el mismo espacio, una concepción que lleva a la articulación de nuevas identidades. Dependiendo de dónde se manifiesta este proceso creativo, se trataría de la superposición de sensaciones discretas, patrones de sonidos, palabras escritas, imágenes visuales, etc. Se suele dar este fenómeno mucho más corrientemente en las artes.

Algo parecido a lo referido sobre Einstein ocurrió con Charles Darwin. Veamos aquí su propia descripción de las circunstancias en las que tuvo lugar este salto de pensamiento, el salto teórico creativo. Tras un largo tiempo de búsqueda de la formulación apropiada (unos cuatro años según su propia biografía), constató lo siguiente:
“Tuve la ocasión de leer por pura diversión a Malthus, su libro sobre Poblaciones”, y, tras algunas frases dice Darwin: “y de pronto se me ocurrió…”

El hecho de que Darwin estuviese leyendo a Malthus cuando descubre su idea de la selección natural se ha interpretado siempre como algo extraño y paradójico, dado que el elemento principal de la tesis de Malthus era que el crecimiento sin trabas de la población humana en un entorno fijo llevaría a la exterminación de la especie por la lucha por la existencia. Sin embargo, vemos a Darwin postular lo contrario, es decir, que esa lucha por la existencia resulta en el aumento y la perfección de las especies respecto al entorno. Probablemente Darwin aceptó y entendió la idea de Malthus de que la lucha por la existencia podría llevar a la destrucción de la especie, pero pensó también en lo contrario, que podría conducir a la selección adaptativa. De acuerdo con Rothenberg, estaríamos de nuevo ante una manifestación del pensamiento jánico.

En otro orden de cosas, siempre se ha postulado que, como algunas personas creativas han estado gravemente enfermas con enfermedades psíquicas, el genio y la locura deberían ser estrechos aliados. Sin embargo, recientemente Eduardo Monteverde, médico patólogo, novelista y periodista científico, en su libro “Los fantasmas de la mente” rompe ese mito de que hay que ser enfermo mental para poder crear. Y plantea que las personas creativas poseen los siguientes seis rasgos:
1. Son gente fuera de lo convencional, lo que significa que no se conforman con los estándares de la sociedad; nadan contra corriente y tienen ideas originales que colocan el mundo al revés.
2. Son personas individualistas, que suelen estar “fuera de época”, por lo que la mayoría de sus trabajos son reconocidos una vez muertos.
3. Son personas altamente inteligentes que suelen tener dificultades interpersonales.
4. Son personas proactivas que no pueden estar sin hacer nada, que sienten un fuego en su interior que les lleva a crear belleza o mejorar el mundo.
5. Son personas visionarias, con una visión que guía su conducta y que les hace incluso a veces entregar sus vidas por ella.
6. Son personas intuitivas, que están mucho más en relación con sus sensaciones internas que el resto de las personas.

En cualquier caso, no pensemos que la persona creativa es alguien que no necesita preocuparse del tema en cuestión para recibir esa chispa de inspiración que le lleve a la creación de algo nuevo. Thomas Edison decía que la invención era en un 99 por ciento perspiración y en un uno por ciento inspiración.

Hace ya unos años, en este mismo lugar, me referí a los mitos de la creación, planteando que el origen del pensamiento dualista estaba bien expuesto en ellos, ya que de un dios andrógino, a veces con la creación de dioses gemelos con características antitéticas, nacían los demás dioses. Los dioses creadores, pues, en las mitologías de las más diversas culturas, representan la unidad de los contrarios, contrarios que luego se manifiestan posteriormente en el marco de la propia creación. Por tanto, también aquí parece que el pensamiento que Rothenberg ha llamado “jánico” sea el pensamiento que ha llevado a los diferentes pueblos de la tierra a colocarlo como fuente de la creación de sus mitos.

Suzuki, un maestro del budismo Zen lo explica de la forma siguiente; “En tanto que este mundo, concebido por la mente humana, es el reino de los opuestos, no existe una vía de escape de él, pero los budistas pretenden entrar en un mundo del vacío, donde todos los opuestos se supone que se funden”.

Vivimos, pues, en el pensamiento del proceso secundario de Freud, en el pensamiento lógico-analítico, dualista, secuencial y temporal, que caracteriza las funciones del hemisferio izquierdo del cerebro. Con este pensamiento hemos alcanzado grandes conquistas. El poeta William Blake en su obra con un título opuesto y yuxtapuesto titulado “Bodas del Cielo y del Infierno” afirma inequívocamente: “Sin contrarios no hay progresión”. Es muy posible que el pensamiento dualista sea necesario para analizar el mundo que nos rodea; en mi opinión corresponde a una categoría de la mente que se le escapó a Kant y que es innata. Lo que el psiquiatra norteamericano Eugene D’Aquili llamaba el “operador binario”. Toda la historia de la filosofía está impregnada de dualismo. Pero ya Heráclito, que subrayaba la unidad de los opuestos o su constante igualdad frente al conflicto, utilizó el término “enantiodromia”, es decir, que los opuestos fluían el uno en el otro, para describir un principio o ley general.

Hemos visto que el proceso creativo necesita precisamente la superación de esa forma de pensamiento, la superación del dualismo, el pensamiento “jánico” que nos permite pensar dos ideas o conceptos contrapuestos de forma simultánea.

Finalmente quisiera exponerles algunas de las teorías recientes sobre la creatividad. La teoría de Kris propone que las personas creativas son mejores en alternar entre el proceso primario y el proceso secundario de pensamiento. Recordemos: el proceso primario es el que rige en la ensoñación mientras que el proceso secundario es el pensamiento abstracto, lógico-analítico. Mendelsohn propuso que las diferencias individuales en el foco de atención eran la causa de las diferencias de creatividad. Si alguien puede atender sólo a dos cosas al mismo tiempo podrá descubrir una analogía, si puede atender a cuatro cosas al mismo tiempo podrá descubrir seis analogías, etc. Mednick propuso que las personas creativas poseían jerarquías asociativas que les permitían realizar más asociaciones a un estímulo. En realidad, las tres teorías son más o menos idénticas, pero expresadas de manera diferente.

Se ha planteado que el hemisferio derecho del cerebro opera con procesos primarios de pensamiento, mientras que el izquierdo lo hace con procesos secundarios. Por eso, algunos autores han planteado que el equilibrio interhemisférico es crucial para la creatividad. En estado de reposo, el hemisferio izquierdo suele estar más activo que el derecho. Por tanto, tareas que activen el hemisferio derecho pueden producir ese equilibrio entre los dos hemisferios.

No obstante, el hecho de que la percepción y la producción musicales estén mejor localizadas en el hemisferio derecho, así como que este hemisferio esté más implicado en la producción de imágenes mentales, hace sospechar que es este hemisferio derecho el que mejor está conectado con la creatividad.

Un fenómeno ya mencionado entre las características de las personas creativas es lo que se ha llamado desinhibición cognitiva. Sabido es que la inhibición cognitiva es una de las funciones del lóbulo frontal, más correctamente de la corteza prefrontal. Y efectivamente se han registrado ondas lentas, tipo theta, sobre el lóbulo frontal en personas creativas.

Podemos decir que hoy por hoy la inspiración creativa es un estado mental donde la atención está desfocalizada, el pensamiento es de proceso primario y secundario, jánico, asociativo y que es capaz de activar un gran número de representaciones mentales simultáneamente. Este estado puede presentarse de tres maneras: por bajos niveles de actividad cortical, por mayor activación del hemisferio derecho comparativamente con el izquierdo y por bajos niveles de activación de la corteza prefrontal.

 

El kirchnerismo con Di Nápoli le arrebató Santa Rosa a la UCR

El candidato camporista que encabezó las listas del peronismo local superó al actual intendente Leandro Altolaguirre. Se trata de una importante victoria para el PJ frente a Cambiemos y una nueva caída del radicalismo en una capital luego de la sufrida en Córdoba.
Luciano Di Nápoli se quedó con la intendencia de la capital pampeana.

El candidato por el Frente Justicialista Pampeano Luciano Di Nápoli se encamina este domingo a un claro triunfo en las elecciones a la intendencia de la ciudad de Santa Rosa que le permitirían al peronismo reconquistar un territorio perdido a manos de la UCR en 2015. Los primeros datos le otorgan una victoria con el 50,23% sobre el actual intendente, Leandro Altolaguirre, que obtiene cerca del 26,67%.

Di Nápoli, abogado, dirigente de La Cámpora y postulante de Unidad Ciudadana, llegó a las primarias encabezando al oficialismo luego de ganar las internas del 17 de febrero al superar a Jorge Lezcano, candidato del gobernador saliente Carlos Verna. En los comicios, con el 51,35% de las mesas escrutadas logra una victoria resonante contra Cambiemos.


Di Nápoli junto al gobernador saliente Carlos Verna.

La victoria del dirigente kirchnerista representa un medido espaldarazo a la exmandataria y precandidata a vicepresidenta Cristina de Kirchner, a quien Di Nápoli le había adjudicado el ajustado triunfo de febrero. “Es total y absolutamente de ella”, había dicho por entonces.

Fue la primera victoria de un candidato K en una elección general, en el marco de un calendario desdoblado que ventila otras postulaciones de dirigentes de La Cámpora, como la de Anabel Fernández Sagasti en las primarias a gobernador del 9 de junio en Mendoza, y la de Walter Vuoto por la reelección en Ushuaia el 16 de ese mes.


Luciano Di Nápoli y Cristina de Kirchner.

Por otro lado, la derrota del actual mandatario de Santa Rosa refleja una tendencia iniciada en 2003 y que volvió a repetirse este domingo por la cual ningún intendente logró alcanzar la reelección. Asimismo, se trata de una nueva caída del radicalismo en territorio propio luego de la sufrida a manos de Martín Llaryora en Córdoba Capital.

Altolaguirre reconoció la derrota previo a la difusión de los primeros datos y de acuerdo a los boca de urna que comenzaron a recibir en el bunker radical. “Ya habrá tiempo para analizar el resultado, pero las urnas son las que hablan y no hay que echarle la culpa a nadie. Hicimos todo lo posible desde la gestión, pero encontramos una ciudad fundida y destruida”, dijo.

La Pampa: arrasó Ziliotto (noveno revés para Macri)

La victoria fue reconocida por el actual mandatario local, Carlos Verna, y por el presidente del PJ nacional, José Luis Gioja.




Por Florencia Arbeleche

Casi sin pensarlo, la elección de ayer en La Pampa se convirtió en la primera en refrendar, de uno u otro modo, el mensaje de unidad que brotó el fin de semana a partir del anuncio de la dupla presidencial Alberto Fernández-Cristina de Kirchner como fórmula para asegurar el triunfo del peronismo.

Los pampeanos ratificaron la continuidad del gobierno justicialista al ungir en las urnas como nuevo mandatario al diputado nacional Sergio Ziliotto, que se impuso por una diferencia de casi 20 puntos sobre el candidato de Cambia La Pampa, el diputado radical Daniel Kroneberger.

El oficialista Frente Justicialista Pampeano, en tanto, también anotó una importante victoria en General Pico, y en la capital pampeana, Santa Rosa, de la mano del camporista Luciano Di Nápoli que truncó la pretensión reeleccionista del radical de Cambiemos, Leandro Altolaguirre.

El arrollador triunfo de Ziliotto ratifica el invicto que desde hace 36 años mantiene el peronismo en ese distrito patagónico, referenciado fundamentalmente en figuras como el exgobernador y titular del PJ, Rubén Marín, y el exsenador y actual gobernador, Carlos Verna. Y confirma, una vez más, la tendencia del electorado de volcar su voto a favor de los oficialismos provinciales, al margen de las batallas de cartel nacional. Al menos eso es lo que demostraron las elecciones a gobernador realizadas hasta ahora en Neuquén, Río Negro y el domingo pasado en Córdoba.

Aunque pocos imaginaban posible un batacazo del candidato de Cambiemos frente al poderoso aparato del peronismo pampeano, será difícil despegar la deslucida performance de Kroneberger de la ristra de nueve derrotas al hilo que, hasta acá, anota la Casa Rosada.

Desde el búnker peronista montado en el hotel Unit de la capital provincial, Verna felicitó a Ziliotto y ratificó el mensaje que horas antes había publicado en su cuenta de Twitter: “El camino de la unidad ha sido un norte para todo el país y nos permitió recuperar la ciudad de Santa Rosa”. “Me regalaron lo que les pedí”, subrayó.



Sobre la fórmula presidencial de Unidad Ciudadana dijo, fiel a su histórica incomodidad con la exPresidenta -que data incluso desde cuando ambos compartían la cámara alta nacional- que “Alberto Fernández es mucho más propenso al diálogo que Cristina”.

La contienda pampeana tuvo su anticipo en febrero con una PASO particular que solo sirvió para darle visibilidad a las desaveniencias internas entre la UCR y el PRO, que derivaron en una primaria feroz que consagró a Kroneberger candidato sobre el exsecretario de Deportes, el macrista Carlos “Colo” Mac Allister.

En la vereda de enfrente, el Frejupa esquivó el duelo de las PASO con el objeto de no reeditar el escenario de fragmentación de las legislativas 2017, que amenazó con poner al peronismo al borde una derrota histórica.

Así, a diferencia de Córdoba y otros distritos, el peronismo pampeano logró aglutinar a todos los sectores del PJ incluyendo a La Cámpora, y a Nuevo Encuentro, Frente Renovador, Patria Grande, el Partido Humanista y el Partido Comunista, en un mismo frente y con un único candidato.

En el cierre de la campaña, Ziliotto planteó la continuidad del modelo provincial implementado por Verna y además expuso la postura del peronismo pampeano a nivel nacional con el acercamiento al Instituto Patria que lidera la exPresidenta al señalar que “Cristina (Kirchner) mide 50 puntos en La Pampa y eso es gracias a (Mauricio) Macri”.

Verna -quien se autoexcluyó de volver a competir por la Gobernación debido a su enfermedad- tuvo siempre una mala relación con el kirchnerismo, pero fue mejorando desde la asunción de Mauricio Macri a la Presidencia, ya que la confrontación entre La Nación y La Pampa aumentó cuando se negó a sumarse al pacto fiscal que impulsaba el Gobierno.

En ese sentido, el mandatario pampeano también se mantuvo al margen del armado de Alternativa Federal que tiene como uno de sus principales referentes al flamante reelecto gobernador cordobés Juan Schiaretti y a precandidatos como Sergio Massa y Juan Manuel Urtubey.

La elección del quinto gobernador de La Pampa desde la recuperación de la democracia fue la novena del calendario electoral en todo el país, entre primarias y generales.

Cynthia Nixon de "Sex and the City" lanzó su candidatura a gobernadora de Nueva York



Protagonista de "Sex and the City", candidata a gobernadora de Nueva York


Cynthia Nixon, una de las emblemáticas protagonistas de la serie "Sex and the City", lanzó su candidatura a gobernadora de Nueva York. La actriz que personificó a Miranda Hobbes debe enfrentar las primarias con Andrew Cuomo en el mes de septiembre.

La actriz y activista anunció en Twitter su postulación con un video. "Amo Nueva York pero algo tiene que cambiar", escribió la intérprete.

En discursos recientes, Nixon pidió a los demócratas a nivel nacional que forjen una fuerte identidad liberal en lugar de ser simplemente el "partido anti-Trump".

La madre de tres hijos de Manhattan, de 51 años, es aliada del alcalde demócrata de la ciudad de Nueva York, Bill de Blasio, quien frecuentemente choca con Andrew Cuomo en varios asuntos.

En tanto, la artista expresó en su cuenta de Instagram: "Crecí en un quinto piso de un dormitorio, sólo nosotros y mi mamá. He pasado toda mi vida en Nueva York, aquí es donde conocí a mi esposa, donde crío a mis hijos, donde luché durante 17 años por mejores escuelas, mejor atención médica y la igualdad LGBTQ". Y finalizó: "Amo a los neoyorquinos, y creo en nosotros. Podemos mejorar este estado para todos nuestros hijos".

The Myth of “Populism”

BY ANTON JÄGER

It's the transatlantic commentariat’s favorite political put-down. It’s also historically illiterate.


1896 Judge cartoon shows William Jennings Bryan/Populism as a snake swallowing up the mule representing the Democratic Party. Judge / Wikimedia


What is the greatest threat to Western civilization today?

In 2010, a journalist put that question to a leading European official, Herman van Rompuy. It was a crisis moment for Europe: just weeks earlier, anti-austerity insurrections had broken out in Greece and Spain, while in Italy an elected government had been replaced by a set of cardboard technocrats dispatched by Brussels.

In his conversation with the German daily Die Frankfurter Allgemeine, van Rompuy, the former president of the European Council, offered a succinct answer. Not neoliberalism, not plutocracy: “the greatest danger to the contemporary West” he told his German colleagues, “is populism.”

Curiously, however, “populism” was publicly embraced a few years later by none other than the undisputed leader of the West: Barack Obama. Speaking to journalists in 2016, Obama addressed the advent of Donald Trump, a figure regularly portrayed in the press as an avatar of “populist” politics. But Obama had a different view: “I’m not prepared to say that some of the rhetoric that’s been popping up is populist,” Obama said.


You know, the reason I ran in 2008, and the reason I ran again, and the reason even after I leave this office I will continue to work in some capacity in public office is because I care about people and want to make sure every kid in America has the same opportunities I had.…

Now I suppose that makes me a “populist.” Now, somebody else, who has never shown any regard for workers, has never fought on behalf of social justice issues, who has, in fact, worked against economic opportunity for workers, for ordinary people — they don’t suddenly become “populist” because they say something controversial in order to win votes. That’s not the measure of populism. That’s nativism, or xenophobia — or worse, it’s just cynicism.…

I would advise everybody to be careful about suddenly attributing to whoever pops up at a time of economic anxiety the label that they’re “populist.”

The two examples illustrate a longstanding existential difference between European and American definitions of populism. Europeans tend to associate the term with everything politically odious. When asked to conjure an image of populism, contemporary continentals see youngsters brandishing red-brown flags, equipped with glistening jackboots and a thirst for totalitarian terror. In the run-up to the recent German election, for example, the p-word was deployed against both the far-left party Die Linke and the far-right formation Alternative for Germany (AfD), while the winning candidate, Chancellor Angela Merkel, styled herself the “anti-populist” candidate.

Meanwhile, the many-headed hydra of so-called populism has lately appeared in countries across the continent, including Austria, Hungary, Italy, Poland, and Spain. As John Judis has put it, Europe seems to be in the middle of a “populist explosion.”

Liberal commentators have been strident in their descriptions of the trend. To Princeton political scientist Jan-Werner Müller, the rise of populism is not just a danger or a threat; to his mind, it represents a “degraded form of democracy” that Western societies need to rid themselves of as swiftly as possible. Former Belgian prime minister Guy Verhofstadt, a leading figure in EU politics, is less oblique. In his view, populism heralds nothing less than the start of “a new world war.” It’s a long away from Obama’s lament.

Recently, this transatlantic discursive rift seems to have narrowed somewhat, as some Americans have drawn closer to the European view. “Populism is a toxic brew,” notes Harvard historian Niall Ferguson in a recent essay, “as well as an intoxicating one. Populists nearly always make life miserable for whichever minorities they chose to scapegoat, but they seldom make life much better for the people whose ire they whip up.”

American and European elites are now converging on an intrinsically pejorative understanding of the term, with think pieces and op-eds on the dangers of the p-word now forming an obligatory portion of every news cycle.

Still, this negative consensus seems rather less absolute on the American side. American leftists seem to have few qualms about labeling Bernie Sanders “a progressive populist.” On the other hand, Jeet Heer, a writer for the New Republic, calls that ascription a “fundamental lapse of judgment.” In a 2016 election debate, Cornel West deemed it a fatal mistake to label someone like Trump a “populist.” Unlike their European counterparts, the American commentariat remains hesitant to attach an exclusively pejorative conception of the term. If Barack Obama — a stern opponent of Brexit and supporter of the stillborn transatlantic free-trade treaty — feels that Europeans have a misplaced definition of populism, something must be amiss.

The fact is, historians and journalists have been quibbling over the exact meaning of the term populism — and who should and shouldn’t qualify as one — for at least sixty years. A lack of historical analysis has allowed the term populism to retain a plasticity rivaled by few other concepts. According to recent reports, the word was used no less than a million times in journalistic publications in the years 2014–16. Essayists declare that we’re living a “populist nightmare,” while academic journals compete in what can only be called a mini-industry.

Meanwhile, what’s actually meant by the word populist remains anyone’s guess.
The First Populists

One antecedent seems inevitable: the original, late nineteenth-century Populist movement that swept the Southern and Western states in the 1880s and 1890s.

What — and, most importantly, who — did this original Populist movement stand for? Its progenitors, including agrarian cooperatives, trade unions, and Granger clubs, can be traced back to at least 1877. Drawing on the Greenback and Jeffersonian strands in American political thought, they revolted against low grain prices and currency scarcity, while also defending the cause of industrial workers. The movement rapidly gained traction in the last twenty years of the century. In the 1880s, American farmers developed a vast and intricate social movement organized around the Farmers’ Alliances, and in the early 1890s these Alliances crystallized into the newly formed People’s Party. Its 1892 Omaha Platform called for the nationalization of the American railroad system, the centralization of federal monetary policy, and the burial of post-bellum rivalries. It also advocated the “democratization” of the federal government, in which the state apparatus would be handed back to who Populists considered to be its legitimate owner — the people.

The Populists united farmers, laborers, and intellectuals under the motto “the democracy of producers.” As the Omaha platform declared:


We meet in the midst of a nation brought to the verge of moral, political, and material ruin. Corruption dominates the ballot-box, the Legislatures, the Congress, and touches even the ermine of the bench.… The fruits of the toil of millions are boldly stolen to build up colossal fortunes for a few, unprecedented in the history of mankind; and the possessors of those, in turn, despise the republic and endanger liberty. From the same prolific womb of governmental injustice we breed the two great classes — tramps and millionaires.

For a while in the early 1890s, American history seemed to be moving in the Populists’ direction. Their presidential candidate James B. Weaver achieved a respectable 14 percent in the 1892 presidential election; in 1894, they captured a sizable number of legislative seats in Western and Southern states. The Eastern bourgeoisie was terrified by this agrarian jacquerie. In his private diaries, Theodore Roosevelt wrote that the Populists “should be put up against the wall and shot,” since their campaign was nothing less “than an appeal to the torch.”

It was in the Southern states that the Populists faced their mightiest and most ruthless opposition. Their efforts to unite black and white tenant farmers against local landlords and merchants were met with violent resistance on behalf the landed elite, which had a stranglehold over Southern commodity markets. Anti-Populist tactics were not particularly sophisticated, in any region. In the 1896 election, for example, Eastern banks sent representatives into Midwestern towns, warning farmers that their homes would be foreclosed on if they dared elect Populist lawmakers. In the South, even more primitive instruments were used: Southern Democrats fought off the Populist threat with physical intimidation, alcoholic bribes, and stuffed ballot boxes.

In desperation, Populists started looking for help within the established parties themselves. In 1896, the Democratic Party co-opted the Populist platform by nominating William Jennings Bryan, a proponent of “free silver” (a relatively moderate inflationary policy) for president. After bitter debate, the Populists decided to put Bryan’s name on their own ticket rather than run a candidate against him. After Bryan’s loss to the Republican William McKinley, the party disintegrated. Most of its cadre would go on to join other political formations, such as Eugene V. Debs’s American Socialist Party. Some, however, chose more politically divergent routes.

It’s here that the origin of our transatlantic story comes to the fore. The producerist coalition of the 1890s had always been a rather broad church, attracting political cranks of all stripes, such as the Minnesota writer Ignatius Donnelly, who claimed that the unacknowledged author of Shakespeare’s plays was, in fact, Francis Bacon and who firmly believed in the existence of a land named Atlantis. But Populist eccentricity could also assume more sinister forms. The most explicit case was that of the Georgia Populist Thomas E. Watson.

Watson’s biography reads like a quintessential Southern epic. The son of a Southern slave-owner, the young Watson had spent his youthful years in dire poverty due to the devastation wrought by the Civil War. His father lost his plantation and spent the rest of his days mired in depression and paralysis. Predictably, Watson’s youth was suffused with talk of the Lost Cause and haunted by the memory of great Southern statesmen: John Calhoun, Robert E. Lee, Thomas Jefferson.

But Watson was no ordinary apologist for the plantocracy. Like his hero Thomas Jefferson, Watson was fascinated by the French Revolution and saw himself as a defender of the commonweal against aristocratic prerogative. Although a proud Southern secessionist, he later abandoned the Democratic Party because of its collusion with the “moneyed interests” and joined the third-party crusade in the late 1880s.

As a Populist organizer, Watson helped broaden the Populist appeal across race and gender lines. In the 1890s, he came out as an opponent of lynch laws, championed black voting rights, and lauded the influx of women in the movement. This more inclusive side of Populism was not viewed kindly in a South riven by racial animosity.

The year 1892 witnessed some of the most vicious campaigns of racist violence in Southern history, many of them directed at Populist organizers. In May 1892, for example, Watson had to rally his supporters to ride to the protection of the black Populist preacher H. S. Doyle, who had received threats from Democratic opponents in the run-up to the presidential election. His call was swiftly heeded. Over two thousand agrarian followers congregated at Watson’s Georgia mansion, staying the night to fend off possible Democratic attacks.

The Democratic press was apoplectic. Southern newspapers exclaimed that the South was “threatened with anarchy and communism,” because of “the direful teachings of Thomas E. Watson.” The incident was recounted by the great Southern historian C. Vann Woodward, who wrote laconically that “the spectacle of white farmers riding all night to save a Negro from lynchers was rather rare in Georgia.”

But Watson’s racial liberalism was not to last. A fervent supporter of black voting rights and progressive political causes in the 1890s, Watson morphed into a race-baiting fanatic after Populism’s defeat in 1896. In the 1910s, he fulminated against “Jewish billionaires” in his magazine The Jeffersonian and staunchly advocated the disfranchisement of blacks in Southern states. As such, he helped to codify the new Jim Crow.

As the twentieth century entered its second decade, Watson’s political temperament turned progressively sourer. In the notorious Leo Frank case of 1913, he played an instrumental role in summoning Southern mobs to lynch the Georgia businessman, who had been unjustly accused of murdering one of his underage hirelings, the thirteen-year-old factory girl Mary Phagan. Watson’s anticapitalism now assumed an overtly reactionary form. While he himself had pleaded for several Jewish clients in the early 1900s — even claiming, as a public defender, that “no Jew can do murder” — he now came to identify the “Hebrew menace” as a threat to his republican vision. It was a startling turnaround.

Yet even in the darkest days of his political career Watson showed flashes of his earlier radicalism. In the wake of Woodrow Wilson’s anti-communist witch hunt, Watson called Eugene V. Debs “one of the greatest, truest, purest Americans now alive.” He even voiced support for the Bolshevik government. To Watson, Wilson’s US war plans were a conspiracy “to prevent Russia from showing the world how a democracy may be established — thus setting a bad example that may ‘infect’ other submerged masses.” In a further twist, Watson defended Rosa Luxemburgand her comrades in the German Revolution, and opposed a bid by Henry Ford for the US Senate on the grounds of Ford’s antisemitism.

A similar story played out in in the Scopes “Monkey Trial” of 1925, in which former Populists played the starring roles for both the defense and the prosecution: William Jennings Bryan of Nebraska, who defended Tennessee’s ban on teaching evolution, and Clarence Darrow of Illinois, who opposed it. Again, former allies now found themselves on the opposite side of the political spectrum.

It would seem, then, that widely divergent avenues were open to ex-Populists. One could become a socialist agitator who made key overtures to Southern blacks. One could also become a nativist patriarch who at times exhibited clear Hitlerite tendencies. An exclusionary and an inclusionary populism could easily exist side by side.
The Paranoid Style

Historians have repeatedly found themselves perplexed by the Jekyll-and-Hyde-like paradoxes of Populist thought. How could a man committed to biracial organizing in the 1890s turn into a whitecapping state boss in the 1910s?

European interpreters have tended to focus exclusively on populism’s darker side. In his latest book, Jan-Werner Müller relies on Watson to construct a story of “exclusionary” populist logics. “Populism,” Müller notes, “is always and everywhere antipluralist” and “always ends in exclusion.” In short: never Debs, always Watson.

Where does this pejorative vision originate, and why does it seem to carry less weight in America? Although several hypotheses have been put forward, by far the most plausible traces this negativity to the rather partial readings of the original Populist movement offered by American historians of the 1950s — and one major historian in particular: Richard Hofstadter.

These Cold War-era accounts painted a picture of Populism as inherently conspiratorial and proto-totalitarian. As Hofstadter saw it, populists exemplified the “paranoid style in American politics,” with mad ravings against the “money power” and a proclivity for racial phobias. Together with Cold War intellectuals like Daniel Bell and Seymour Martin Lipset, Hofstadter drew a straight line from big-P Populism to American McCarthyism, arguing that both traditions share the same a pedigree.

Hofstadter’s vision is best understood in the context of his time. For a long time, American historians had looked fondly on the Populist episode. In the 1920s, Progressive historians like John Hicks and Vernon Parrington cast the populists as the last representatives of the great Jeffersonian tradition. In these accounts, the Populists were the last bulwark against corporate capitalism, maintaining the settler spirit and fighting the United States’ drift from republic to empire.

In the 1940s, this vision still reigned supreme. Marxist historians like Anne Rochester and Chester McArthur Destler, for example, found a distinct brand of American radicalism in populism: it was the socialist movement the United States never had.

Hofstadter and his colleagues disagreed. To them, the Populists were not benevolent reformists or the last small-r republicans. Rather, they were the forebears of figures like Joseph McCarthy and a host of other far-right cranks who populated the postwar political landscape. As Hofstadter’s associate Daniel Bell put it, “the radical right of the early 1960s is in no way different from the Populists of the 1890s, who for years traded successfully on such simple formulas as ‘Wall Street,’ ‘International bankers,’ and ‘the Trusts.’”

When writing these words in 1956, Bell could pride himself on newly acquired evidence. In 1955, Hofstadter published The Age of Reform, in which he painted a schizophrenic portrait of the turn-of-the-century Populist farmer.

According to Hofstadter, commercially ambitious yet culturally nostalgic farmers wanted the new economy’s benefits but could not live with its consequences. He contrasted the populist agrarian myth with the commercial realities of the late nineteenth century, castigating farmers for engaging in pastoral posturing while also seeking the benefits of market society. Their difficulty squaring the capitalist circle produced a kind of political nostalgia. “The utopia of the Populists,” Hofstadter said:


was in the past, not the future.… The Populists looked backward with longing to the lost agrarian Eden, to the republican America of the early years of the nineteenth century in which there were few millionaires and, as they saw it, no beggars, when the laborer had excellent prospects and the farmer had abundance, when statesmen still responded to the mood of the people and there was no such thing as the money power.

This nostalgia could also take less innocent forms. Hofstadter claimed the Populists were essentially antisemitic and had activated much of the anti-Jewish sentiment in the Gilded Age. In their ravings against the “money power,” they often slid into racial stereotyping, blaming the United States’ financial ills on the “evil Rothschilds.” The fact that Tom Watson himself became the main instigator in the Leo Frank case only further proved his point.

Hofstadter’s thesis immediately faced objections. The debate, often referred to as “one of the bloodiest episodes in American historiography,” lasted over twenty years, eventually involving historians such as Walter Nugent, John Hicks, and Comer Vann Woodward, all of whom wrote passionate defenses of the Populist movement.

This quickly led to some embarrassing conclusions. Many of Hofstadter’s claims — that the Populists were antisemitic; that they provided the social basis for McCarthyism — turned out to be empirically unjustifiable. Nor could Hofstadter explain the career of many later Populists, who joined European Jews in the American Socialist Party and became fierce critics of Henry Ford’s bigotry.

The claim that most former Populist states had become seedbeds of McCarthyism — one of Hofstadter’s key arguments — also turned out to be false. Hofstadter and his colleagues saw that most ex-Populist states strongly supported the Wisconsin Senator. Yet, as political scientist Michael Paul Rogin pointed out in 1967, partisan Republicans were most likely to support McCarthy while working-class voters could be classed as lukewarm anti-communists at best.

By the end of the 1960s, Hofstadter’s thesis was in tatters. Empirically dubious and politically elitist, few academics still believed in his argument. Even Eric Foner, one of his doctoral students, has declared that his supervisor was wrong from beginning to end.
Hofstadter in Europe

But academe is not the assembly. As Jeet Heer pointed out in a recent piece, Hofstadter has had a curious legacy. On the one hand, American historians attribute little importance to the actual content of his work on Populism. In academic circles, the idea that the Populists were the McCarthyites’ forebears “languishes in ruin,” as the historian of Populism Lawrence Goodwyn once put it.

In public consciousness, however — and certainly in European debates — the Hofstadter thesis is alive and well. It’s hard to find a contemporary pundit who doesn’t see populism and proto-fascism as implicit synonyms and who doesn’t cast the late-nineteenth-century Populists as first-class bigots.

And despite the discrediting of his thesis, Hofstadter’s influence may well account for this legacy. Political science, for example, never had its own Hofstadter debate, though the field was heavily influenced by it. In the 1960s, modernization theorists like Seymour Martin Lipset, Daniel Bell, and Edward Shils (often colleagues of Hofstadter) integrated the term into their own models of a new social science. There, the word populism, used as a synonym for “illiberal democracy,” fared rather well. Political scientists globalized the concept to fit patterns of modernization in regions such as Latin America, East Asia, and Africa. In these instances, they described democratic movements as populist if they didn’t conform to the rules of the liberal game — populism as “democracy without the rule of law.”

Thanks to modernization theory’s influence in the 1960s and 1970s, this vision also had a strong effect on European debates. By the end of the 1960s, populism was on every political scientist’s lips.

Its heritage, however, remained problematic — as became even clearer in 1968. Around that time, two English historians decided to organize a conference at the London School of Economics. A variety of researchers attended: Isaiah Berlin, Ernest Gellner, Ghita Ionescu, and — most interestingly — Hofstadter himself.

At the end of the conference, Hofstadter joined the conversation. He started his speech by admitting that he was slightly dazzled by the wide range of movements classified as “populism”; he had expected nothing but a discussion of Russian and American variants. He also conceded defeat in the revisionist controversy — the “genetic affiliation” between McCarthyism and “earlier agrarian movements” was “doubtless miscarried,” he said. Even if the John Birchers and other “paranoid-style” politicos did “twang some populist strings,” they no longer qualified as “substantial” populists.

This confession, however, did not stem the concept’s rise in European academia. While Hofstadter admitted his mistakes, European political scientists became even more enthusiastic about his version of small-p populism. In the 1980s, Hofstadter’s thesis gained further traction in European political science departments, most interestingly in France.

In 1984, in a text called “La rhétorique du national-populisme,” the French political scientist Pierre-André Tagueiff introduced the term “national-populism” to describe the far-right National Front (FN). Taguieff relied on Daniel Bell and Richard Hofstadter for his new definition, which, in his opinion, better described the party. In this influential yet little-known text, Taguieff referred to the “new style” of the FN, which had experienced a rejuvenation after the failures of the Mitterrand administration. The FN itself — still composed, at the time, of Vichy nostalgics, ultranationalists, and Algerian war vets — initially rejected the term.

Swiftly, however, Taguieff’s neologism established itself in media circles. Over the course of the 1980s, a number of French political scientists began using populism both as a normative epithet — describing the phenomenon “dangerous” and “deplorable” — and a neutral description. In effect, they transformed the FN from a fascist party to populist one.

Journalists embraced the innovation enthusiastically. Not only did Taguieff’s invention offer them a new discursive plaything, but it also lent their analyses a fake neutrality, different from the semantic overkill associated with terms like fascism or the extreme right.

In the long haul, Jean-Marie Le Pen became the main beneficiary of Taguieff’s description. Finding himself labeled a populist in the early 1990s, the FN’s founder decided to go on the offensive. “What is populism,” he asked rhetorically in a 1991 interview with a journalist, and then proposed the following definition: “a populist is someone who listens to the voice of the people.” “If that’s your definition,” Le Pen replied, “then indeed, I’m definitely populist.”

Throughout the late 1980s and the early 1990s, the FN’s professional cadres eagerly adopted the new designation. In 1987, Jean-Pierre Stirbois, a party veteran, admitted that he could “completely recognize himself” in the phrase national-populism. “I retake it with pride,” Stirbois declared:


In “national populism,” there are two words — “people” and “nation” — which, in my opinion, are indissolubly linked, and to which I am profoundly, viscerally attached.… National-populism carries its name with pride. It is a profoundly, authentically popular phenomenon.

Taguieff’s opponents noticed an emerging paradox. A term originally coined to discredit a neofascist party had become one of its most effective weapons. In the eyes of some, Taguieff had done the FN a costly favor, helping them in their transformation from Vichy fan club to socially acceptable opposition party — one that would eventually capture a considerable part of the French electorate.
Populism Today

Despite its ambiguous connotations, the word populism has always been more acceptable than labels like racist or extreme right — terms still met with considerable opprobrium in the early 1990s. In that decade, journalists applied the word populism to almost every political movement and leader under the sun: the National Front, the Flemish Vlaams Blok, French multimillionaire Bernard Tapie, the Austrian Jörg Haider, the American Newt Gingrich — a virtually endless list.

Accordingly, the original Populists were quickly buried under three decades of ideology. Americans now find it difficult to convince Europeans that it once signified something other than pure demagoguery and proto-fascism.

One need only look to the most recent literature on populism to confirm this trend. Jan-Werner Müller’s aptly titled What is Populism? boldly declares it a political philosophy that’s not only anti-elitist, but also anti-democratic, anti-pluralist, and moralistic, all in extremely dangerous ways. As he writes:


The core claim of populism is thus a moralized form of antipluralism. . . . Populism requires a pars pro toto argument and a claim to exclusive representation, with both understood in a moral, as opposed to empirical, sense. There can be no populism, in other words, without someone speaking in the name of the people as a whole.

Perhaps the most interesting features of Müller’s book come to the fore when comparing it to the work of his pluralist predecessors. Here is Hofstadter’s colleague Edward Shils in 1956:


Populism proclaims that the will of the people as such is supreme over every other standard, over the standards of traditional institutions, over the autonomy of institutions and over the will of other strata. Populism identifies the will of the people with justice and morality.

It seems that, even after many a summer, the Hofstadterian swan will not die. The ahistorical state of contemporary populism studies mirrors the treatment the term is given in European political commentary. Jean-Claude Juncker and European President Donald Tusk, for example, can now proclaim their commitment to a united Europe under the banner of an ecumenical anti-populism.

We need not claim that Hofstadter is wholly responsible for this negative perception of populism. Such a contention could, in a more sinister vein, lead to the argument that an evil “cultural Marxist” besmirched America’s radical heritage, leading to a “personalization of historical developments,” as Moishe Postone has put it.

Rather, we should ask a different question: why has so little changed in populism studies? Why does a concept that was declared bankrupt by its very inventor still have such a stellar career?

When writers such as Cas Mudde, Jan-Werner Müller, and Pippa Norris continue to describe populism in ways eerily similar to Hofstadter’s definition, we should wonder why this particular vision of the movement has proven so successful. To some, it simply demonstrates the power of ideas in historical processes. To others, it should stand as a call for self-examination.

Patricia Bullrich "Anticipar los comicios sería mostrar debilidad"











La ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, descartó que el Gobierno analice adelantar las elecciones al considerar que sería una "debilidad", y opinó que los que buscan eso son los "de una Argentina populista que quiere volver para atrás".

En la misma línea, analizó que las "complicaciones tienen que ver con que estamos cambiando una trama de poder mafioso y sabemos que hay una Argentina populista que intenta volver para atrás".

"Adelantar las elecciones sería una manera de plantear una debilidad y yo estaría bastante en contra", continuó la funcionaria. Asimismo, indicó que la gestión oficial ha "logrado que se mantengan buenos resultados en la seguridad de la gente, a pesar del crecimiento de la pobreza".

Y opinó que en materia electoral "la gente va a decidir si quiere seguir viviendo en un país que cada vez estará peor, o si quiere pasar este Rubicón, este mal momento, para poder lograr algo distinto para siempre".

Por otro lado, negó que le hayan ofrecido integrar una fórmula presidencial con vistas a octubre. " Cambiemos va a necesitar de todos nosotros en el lugar donde más sirvamos. Uno tiene que trabajar para lo mejor del proyecto, pero no puedo hablar mucho más de algo que nunca me ofrecieron y que institucionalmente nadie me dijo", puntualizó.

Bullrich analizó "que el año pasado nos agarró una tormenta perfecta entre la sequía y la crisis internacional del movimiento de las monedas, la Argentina estaba frágil, pero fundamentalmente acá hay una lucha contra una Argentina populista, autoritaria y mafiosa que se resiste a morir, y por ahora no se ha logrado poder vencer a eso".

"La batalla es por la subsistencia de un sistema abierto, republicano, de libertad, de producción, de trabajo, de un país que viva lógicamente", finalizó la ministra.

The Art of Revising Your Inner Storytelling

by Maria Popova


“Our stories give shape to our inchoate, disparate, fleeting impressions of everyday life.” “I pray to Jesus to preserve my sanity,” Jack Kerouac professed in discussing his writing routine. But those of us who fall on the more secular end of the spectrum might need a slightly more potent sanity-preservation tool than prayer. That’s precisely what writer and psychotherapist Philippa Perry offers in How To Stay Sane (public library; UK), part of The School of Life’s wonderful series reclaiming the traditional self-help genre as intelligent, non-self-helpy, yet immensely helpful guides to modern living.
At the heart of Perry’s argument — in line with neurologist Oliver Sacks’s recent meditation on memory and how “narrative truth,” rather than “historical truth,” shapes our impression of the world — is the recognition that stories make us human and learning to reframe our interpretations of reality is key to our experience of life:

Our stories give shape to our inchoate, disparate, fleeting impressions of everyday life. They bring together the past and the future into the present to provide us with structures for working towards our goals. They give us a sense of identity and, most importantly, serve to integrate the feelings of our right brain with the language of our left.
[…]
We are primed to use stories. Part of our survival as a species depended upon listening to the stories of our tribal elders as they shared parables and passed down their experience and the wisdom of those who went before. As we get older it is our short-term memory that fades rather than our long-term memory. Perhaps we have evolved like this so that we are able to tell the younger generation about the stories and experiences that have formed us which may be important to subsequent generations if they are to thrive.
I worry, though, about what might happen to our minds if most of the stories we hear are about greed, war and atrocity. Perry goes on to cite research indicating that people who watch television for more than four hours a day see themselves as far more likely to fall victim in a violent incident in the forthcoming week than their peers who watch less than two hours a day. Just like E. B. White advocated for the responsibility of the writer to “to lift people up, not lower them down,” so too is our responsibility as the writers of our own life-stories to avoid the well-documented negativity bias of modern media — because, as artist Austin Kleon wisely put it, “you are a mashup of what you let into your life.” Perry writes:

Be careful which stories you expose yourself to.
[…]
The meanings you find, and the stories you hear, will have an impact on how optimistic you are: it’s how we evolved. … If you do not know how to draw positive meaning from what happens in life, the neural pathways you need to appreciate good news will never fire up.
[…]
The trouble is, if we do not have a mind that is used to hearing good news, we do not have the neural pathways to process such news. Yet despite the adaptive optimism bias of the human brain, Perry argues a positive outlook is a practice — and one that requires mastering the art of vulnerability and increasing our essential tolerance for uncertainty:

You may find that you have been telling yourself that practicing optimism is a risk, as though, somehow, a positive attitude will invite disaster and so if you practice optimism it may increase your feelings of vulnerability. The trick is to increase your tolerance for vulnerable feelings, rather than avoid them altogether.
[…]
Optimism does not mean continual happiness, glazed eyes and a fixed grin. When I talk about the desirability of optimism I do not mean that we should delude ourselves about reality. But practicing optimism does mean focusing more on the positive fall-out of an event than on the negative. … I am not advocating the kind of optimism that means you blow all your savings on a horse running at a hundred to one; I am talking about being optimistic enough to sow some seeds in the hope that some of them will germinate and grow into flowers. Another key obstruction to our sanity is our chronic aversion to being wrong, entwined with our damaging fear of the unfamiliar. Perry cautions:

We all like to think we keep an open mind and can change our opinions in the light of new evidence, but most of us seem to be geared to making up our minds very quickly. Then we process further evidence not with an open mind but with a filter, only acknowledging the evidence that backs up our original impression. It is too easy for us to fall into the rap of believing that being right is more important than being open to what might be.
If we practice detachment from our thoughts we learn to observe them as though we are taking a bird’s eye view of our own thinking. When we do this, we might find that our thinking belongs to an older, and different, story to the one we are now living. Perry concludes:

We need to look at the repetitions in the stories we tell ourselves [and] at the process of the stories rather than merely their surface content. Then we can begin to experiment with changing the filter through which we look at the world, start to edit the story and thus regain flexibility where we have been getting stuck.

Lavagna reitera que no va a primarias y desafía a Schiaretti

Rechazó así la invitación a la reunión del peronismo federal. Los tropezones del cordobés.



Roberto Lavagna volvió a rechazar las primarias que le piden en el peronismo federal y puso en crisis el liderazgo del gobernador de Córdoba y líder natural del espacio, Juan Schiaretti.


En una entrevista con el diario La Capital de Rosario, el ex ministro de Economía rechazó las primarias con el peronismo y aseguró que el anuncio de la fórmula de Alberto Fernández-Cristina Kirchner "ratifica la necesidad de un centro progresista".

"Los consensos requieren otro tipo de metodología que la interna de uno solo de los partidos que forma parte del espacio", aseguró Lavagna.

Schiaretti lo había convocado para el miércoles a una reunión de Alternativa Federal sólo si aceptaba ir a primarias. La respuesta fue contundente.


El éxito de Schiaretti en las urnas, que ese domingo lo posicionó como presidenciable, se desvaneció en apenas una semana por su propia falta de muñeca.

En primer lugar, no dejó que fuera nadie del peronismo federal al búnker de la victoria y provincializó su propio hito. En el escenario del domingo pasado no anunció nada concreto respecto del espacio nacional.

Dos días después, después de una prolongada ausencia en los medios, habló finalmente para decir que no era el "macho alfa" del peronismo federal, poniéndose a sí mismo un techo.

Y por último se tomó una semana para organizar una reunión de Alternativa Federal y no pudo cerrar las presencias de Lavanga ni de Miguel Lifschitz. Sin Lavagna, ese encuentro, programado para el miércoles que viene en Buenos Aires y del que participarían Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey y Miguel Pichetto, ya parece superfluo.

Más aún después de la bomba que tiró Cristina, que demostró otra vez una agilidad superior al resto del peronismo. En cuestión de días, mientras Schiaretti dormía la siesta, se apersonó en el PJ y anunció que no será candidata a presidenta.

Perotti , Verna y Uñac piden un acuerdo de todo el peronismo tras la decisión de Cristina

El santafesino, cercano a Schiaretti, dijo que el anuncio fue "positivo" y pidió una gran primaria. El sanjuanino felicitó a Alberto Fernández y Cristina.



El santafesino Omar Perotti celebró la fórmula anunciada por Cristina Kirchner y pidió un acuerdo de todo el peronismo para derrotar a Mauricio Macri. En un tono similar se expresó el gobernador de San Juan, Sergio Uñac.


Perotti ganó las Paso del peronismo en Santa Fe y tiene chances de ser el segundo gobernador más importante del peronismo si le gana al socialista Antonio Bonfatti en las elecciones del 16 de junio.

El rafaelino juzgó como "positivo" el anunció que hizo ayer Cristina de ir a las primarias de agosto acompañando en la fórmula a Alberto Fernández. En ese sentido, Perotti dijo que se deben extremar todos los esfuerzos para que en las Paso se pueden contener a todos los sectores y puso como ejemplo lo que hizo el peronismo en Santa Fe, donde confluyeron en un mismo frente espacios políticos diversos que encontraron en la interna un camino de unidad.

"Hasta el último minuto del 22 de junio (día del cierre de lista para las Paso nacional) se deben hacer todos los esfuerzos para ir todos a una misma interna y que sea la gente la que defina quienes van a ser los candidatos, como hicimos nosotros acá en Santa Fe", enfatizó Perotti, según publicó el diario La Capital.

El santafesino volvió a equiparar la decisión que tomó Cristina a lo realizado por el PJ provincial. "Creemos que la experiencia de Santa Fe fue exitosa y es importante que se impulse a nivel nacional", subrayó el mandatario.

Gobernadores apoyaron la candidatura de Alberto y crece la posibilidad de un acuerdo

Las declaraciones de Perotti son elocuentes por su pertenencia al sector de Juan Schiaretti y al peronismo de Alternativa Federal, que encabeza el cordobés y nuclea a los gobernadores peronistas. En la Rosada justamente temen que Alternativa Federal acepte competir en unas primarias con la fórmula de Cristina porque creen que eso liquidará las chances de Macri.

Uñac había esbozado un mensaje de apoyo menos elocuente, pero no deja de ser un gesto importante al kirchnerismo habida cuenta de que el sanjuanino siempre se mostró lejano a la ex presidenta.

"Desde SJ alentamos a todos los compañeros que asumen los desafíos a los que nos enfrenta la realidad del país. Felicito a Alberto Fernandez y Cristina Fernández por la actitud de ponerse a consideración de los argentinos. El diálogo con los distintos sectores deberá ser el camino", tuiteó Uñac.

El de Uñac no fue el único apoyo de la liga de gobernadores peronistas a la fórmula anunciada este sábado: también lo hicieron el chaqueño Domingo Peppo, la fueguina Rosana Bertone, el entrerriano Gustavo Bordet y el tucumano Juan Manzur.

El gobernador pampeano Carlos Verna también celebró el anuncio y dijo que demuestra "amplitud" y que busca "cerrar la grieta". "Evidentemente Alberto Fernández es mucho más propenso al diálogo que la propia Cristina".

Verna, que este domingo se podrá anotar otro triunfo de la mano de su candidato Sergio Ziliotto, también pidió un acuerdo del peronismo. "Trataremos de que se replique a nivel nacional lo que fue La Pampa, que se arme un frente que agrupe a todos los que no están de acuerdo con el modelo neoconservador del Gobierno nacional y en ese frente deberían estar todos los peronistas",

Ziliotto, el favorito de La Pampa, celebró la fórmula Fernández-Fernández

Con la división oficialista y la unidad opositora, los pampeanos asisten a las urnas este domingo 19 de mayo, en donde se espera otra derrota de la Casa Rosada. La fórmula Fernández-CFK 2019 ya suma un poroto.


Sergio Ziliotto.


Una nueva derrota para Cambiemos se asoma en La Pampa. El candidato a suceder a Carlos Verna, Sergio Ziliotto, es el favorito según las encuestas y tanto los K como el PJ esperan un gran festejo tras las 18 cuando cierren los comicios.


De esta manera, la Casa Rosada anotaría su 9na. derrota desde que arrancó el calendario electoral, mientras intenta no nacionalizar la tendencia. Imposible.

Tal vez, La Pampa no sea representativa como lo fue Córdoba, ya que sólo significa el 0,8% del padrón nacional, pero sí lo es en términos de triunfos localistas. Hasta el momento, todos los candidatos (incluídos los oficialistas) optaron por enfrentar a Mauricio Macri. Esto hace que el presidente aún no haya podido festejar más que la derrota K.

Ziliotto se mostró confiado que la alianza que logró reunir a todos los sectores del PJ, incluido el Frente Renovador de Massa, más los partidos aliados identificados con el kirchnerismo, como Nuevo Encuentro, el Partido Comunista y el Frente Patria Grande, y bancó la fórmula Fernández-Fernández: “Se ha dado un gran paso en la unidad del peronismo”.

Resaltó que el peronismo nacional debe tomar “el ejemplo” del PJ pampeano, que hizo un frente con diferentes partidos. “Humildemente dijimos que queríamos ser un norte. La idea es que estén todos. El único límite debe ser (Mauricio) Macri, nunca un compañero”, manifestó. “Hacen falta gestos de grandeza y olvidarse los enconos personal y esperamos que se sumen más compañeros”, sostuvo.

En tanto, Daniel Kroneberger, candidato a gobernador por Cambiemos, se mostró sin chances: “Hicimos en esta campaña todo lo que pudimos, con las herramientas que teníamos”.

In year of record midterm turnout, women continued to vote at higher rates than men


Voters in Henderson, Nevada, on Election Day 2018. More than half of women who were eligible to vote cast ballots in the midterms. (Ethan Miller/Getty Images)

Both men and women turned out at record rates in the 2018 midterm election – mirroring historic turnout increases among other segments of the eligible voting population. Compared with 2014, voter turnout increased by double digits among both men (11 percentage points) and women (12 points).

As has been the case in the last five midterm elections dating back to 1998, women turned out to vote at slightly higher rates than men. Over half of women (55%) who were eligible to vote cast ballots in the 2018 midterms in November, as did 51.8% of men, according to a Pew Research Center analysis of newly released data from the U.S. Census Bureau.

The 3.2 percentage point gender gap in turnout is similar to the gap in the 2014 (2.2 points), and slightly bigger than the gap in 2010 (less than 1 point).

In 2018, women made up about the same share of the electorate as they did in the previous five midterms; 53% of voters were women and 47% were men.



Voter turnout was higher among adults of all ages in 2018 relative to 2014 – but increased the most among younger voters. Between 2014 and 2018, turnout among adults under 25 nearly doubled – from 17.1% to 32.4%. Turnout among adults ages 25 to 34 rose by more than 14 percentage points (27.6% to 42.1%) and more than 13 points among those 35 to 44 (37.8% to 51%).

The increases in turnout among older adults were more modest. About two-thirds (66.1%) of eligible adults 65 and older cast a ballot in the 2018 midterm – up from 59.4% in the 2014 midterm election. Those ages 55 to 64 increased their turnout rate by 7.8 percentage points. Older age groups continued to be much more likely than younger groups to vote in the midterms.

Challenges in estimating voter turnout rates with the Current Population Survey

The electorate was younger in 2018 than in 2014 as a result of relatively high turnout among young adults. In 2014, 16% of the electorate was under 35. In 2018, these voters made up 21% of the electorate.

Though turnout among women was about 3 percentage points higher than men overall, the difference in turnout by gender varied significantly by age. Among younger voters (18 to 44), the gender gap was wider than the gap for older voters (45 and older).

The gender gap in turnout among the youngest group of voters was also larger than it was in 2014. Five years ago, slightly more women ages 18 to 24 turned out in the midterm election than men (18.2% and 16%, respectively). The 2.2 percentage point gap in 2014 was similar to that of 2010 and 2006. But last year, the gender gap in turnout was significantly larger; 35.3% of women 18 to 24 turned out, compared with 29.5% of men.

As in 2014, the only age group where turnout was higher for men than women was among adults ages 65 and older (67.9% vs. 64.7%).

Correction: In a previous version of this post, Aram Hur’s name was misspelled in the section “Challenges in estimating voter turnout rates with the Current Population Survey.”

Ya cuentan a Massa dentro del espacio y lo ven como candidato en la Provincia


“Espero que no me defraude”, dice Alberto Fernández. Habla de Sergio Massa, con quien está negociando su pase a las filas de Unidad Ciudadana. “Trae las alternativas que te dejen cómodo y tranquilo para sumarte”, le dijo el ahora candidato presidencial en una de las primeras conversaciones que mantuvieron. Las charlas continuaron, tanto que Fernández asegura que el tigrense ya es parte del espacio. En estos diálogos, nunca le advirtió que él sería quien encabece la fórmula y no Cristina Kirchner. Por ello, al hacerse pública la estrategia kirchnerista, se intercambiaron mensajes y quedaron en volver a juntarse en las próximas horas.

Antes de que Massa le dé las opciones, el flamante candidato presidencial del kirchnerismo le confesó que a él le gustaría verlo como postulante a gobernador de la provincia de Buenos Aires. Pero Massa se resistía. Hasta el viernes a la noche creía que Cristina podía no competir, por lo que se entusiasmaba con ser candidato presidencial del amplio frente electoral al que convocó la ex mandataria.

“Avanzabamos dos pasos y retrocedíamos uno”, cuentan cerca de Fernández sobre las negociaciones. Pero días atrás, Massa se terminó de comprometer con su ex jefe de campaña de que se jugaría su futuro electoral dentro de la alianza K.

Escenarios. “Voy de presidente”, respondió ayer Massa a los más de cien contactos que le preguntaron sobre qué hará ahora. Pero no respondió por qué espacio. “No me va a defraudar”, vuelve a repetir Fernández que insiste con que, si decide ser candidato presidencial, será en una interna contra él y no en Alternativa Federal.

Los dirigentes que Massa aún conserva en la provincia de Buenos Aires lo presionan no solo para competir con un peronismo unido, sino también para que lo anuncie en los próximos días. Incluso le recomendaron hacerlo el 25 de mayo.

El tigrense cree que si finalmente anuncia su giro, lo hará cerca del cierre de listas (22 de junio) ya que usará estas semanas para sumar la mayor cantidad de adeptos posibles con distintas recorridas. “Y si hay foto, será con Cristina”, respondía Massa. Algunos intendentes peronistas querían tenerlo el 25 de mayo en Merlo. Inaugurarán el “Parque Nacional Néstor Kirchner” y está invitado, pero esquivará la visita. Ahora que la expresidenta será la postulante a vicepresidenta, una foto con Alberto Fernández es más sencilla de explicar.

Antecedentes. Fernández y Massa se conocieron cuando éste último asumió como director de la Anses, en 2002. Cuando Alberto Fernández dejó la jefatura de Gabinete, lo reemplazó Massa. Se reencontraron en 2013, cuando Alberto se sumó sobre el final a la campaña para las elecciones legislativas en las que le terminaron ganando al Frente para la Victoria.

Alberto también fue el responsable de la campaña de 2015 en la que el tigrense compitió como candidato presidencial. Después de los comicios que ganó Mauricio Macri, Fernández no compartió el viaje a Davos que hizo Massa junto al Presidente y la aprobación de varias leyes que necesitaba Cambiemos. Terminó alejándose del espacio, pero nunca dejaron de hablar. “Massa no tiene que jugar contra él, tiene que jugar con él”, dice ahora un dirigente que los conoce a ambos que descarta que compita en una interna y cree que terminará como postulante a la gobernación.

Las consecuencias inesperadas del modelo

¿Hacia dónde emerge el emergente mercado argentino?

Por Sebastian Soler

Como cualquier programa económico, el que lleva adelante el gobierno de Mauricio Macri con el auspicio del Fondo Monetario Internacional genera ganadores y perdedores. En número y variedad, los segundos son muchos más que los primeros. Una lista larga y previsible que comprende, a mero título ilustrativo, operarios industriales y docentes universitarios, fabricantes textiles y choferes de taxi, agentes inmobiliarios y vendedores de electrodomésticos, empresarios teatrales y editores de libros, millones de jubilados que cobran la (cada vez más) mínima y cientos de miles de trabajadores que perdieron su empleo en blanco.

Pero la enumeración de los perdedores del modelo también incluye algunas víctimas inesperadas, como los especuladores incautos que hace un año compraron acciones de empresas argentinas que cotizan en Wall Street, convencidos de que el ascenso de nuestro mercado de capitales a la categoría “emergente” dispuesto por la calificadora MSCI les garantizaba una ganancia fácil y rápida. Quizás sería más preciso decir que son los “suicidas” del modelo, porque reúnen la doble condición de víctima y victimario.

MSCI anunció su decisión de recalificar al mercado argentino el 20 de junio del año pasado, pero aclaró que la elección de las empresas cuyas acciones integrarían el nuevo Indice MSCI Argentina y la inclusión de dicho índice en el Indice MSCI Mercados Emergentes recién ocurriría en mayo de 2019. Entretanto, MSCI difundió como ejemplo una lista “simulada” de 16 compañías que podrían llegar a ser incluidas en la versión definitiva del índice. Además resaltó que el ascenso de categoría no entraría en vigor si “las autoridades argentinas adoptaban cualquier clase de restricciones de acceso al mercado, como controles de capital o cambiarios”. Es decir, MSCI le recordó a Macri que en 2009 había rebajado al mercado argentino de emergente a “fronterizo”, en respuesta a la regulación del flujo de inversiones financieras extranjeras de corto plazo adoptada por los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, y le advirtió que no debía aplicar ninguna medida que se le pareciera. Dirigida a Macri, la admonición suena redundante.

El mismo día que se conoció la novedad de MSCI, el directorio ejecutivo del FMI aprobó concederle a la Argentina el préstamo stand-by de U$D 50.000 millones solicitado por Macri. En ese momento la coincidencia fue celebrada por muchos analistas como un punto de inflexión que le permitiría al gobierno recuperar la confianza de los mercados y controlar la corrida cambiaria, que había elevado la cotización del dólar de $20 a $28 en los dos meses anteriores. También auguraban que los fondos de inversión internacionales especializados en mercados emergentes deberían aumentar su tenencia de acciones argentinas y las empresas locales podrían conseguir financiamiento más barato. ¿Hace falta agregar que ninguna de esas profecías se ha cumplido?

Un informe del banco de inversión Morgan Stanley distribuido unas pocas horas después del anuncio explicaba que, históricamente, el valor de las acciones de las empresas del país reclasificado tiende a apreciarse 40% más que el promedio de los demás mercados emergentes durante los doce meses entre el anuncio inicial y el debut del nuevo índice. En consecuencia, estimaba que el precio de las acciones favorecidas por MSCI aumentaría un 42% medido en dólares para mediados de 2019 y sugería comprar títulos de Grupo Financiero Galicia, Grupo Supervielle, Pampa Energía y Loma Negra. También calculaba que las empresas cotizantes locales recibirían un flujo neto de inversiones de U$D 3.400 millones durante el mismo período. La evaluación de los analistas de Morgan Stanley no difería materialmente de las de sus colegas de otros bancos.

Un inversor que hubiera seguido ese consejo, repartiendo su inversión por partes iguales entre los títulos American Depositary Receipts (ADRs) que representan en Wall Street las acciones de las cuatro empresas recomendadas, hoy estaría perdiendo el 40% de sus ahorros, en lugar de haber ganado el 42% pronosticado. No le habría ido mucho mejor a quien hubiese optado por la opción más pedestre de invertir sus ahorros en un fondo que replicara el índice MERVAL de la bolsa local, cuyo valor en dólares ha caído 30% desde junio.

En el comunicado de prensa difundido por MSCI el lunes pasado que ratificó el ascenso de la Argentina a mercado emergente y comunicó que el nuevo índice de ADRs locales debutará el 29 de mayo, se cuelan dos datos que evidencian el desengaño de la calificadora ante la performance decepcionante de las acciones argentinas. El Indice MSCI Argentina contendrá sólo ocho empresas de las dieciséis que habían sido incluidas en la lista preliminar porque las restantes no alcanzan la capitalización necesaria. Y el índice argentino representará apenas el 0,26% del índice general de mercados emergentes de MSCI, menos de la mitad de la ponderación que se consideraba adecuada un año atrás.

Salvini: "los extremistas están en Bruselas"

Acto de ultraderechistas en Milán de cara a comicios europeos

El vicepremier italiano Matteo Salvini, en el acto de las ultra derechas en Milán.

El vicepremier italiano, Matteo Salvini, reunió hoy en su feudo, Milán, a una docena de fuerzas políticas de la corriente ultra nacionalista europea, como las de la francesa Marine Le Pen y del holandés Gert Wilders, para lanzar un mensaje de unidad con vistas a las elecciones europeas. En la plaza de la Catedral de la ciudad italiana, en la que hubo silbidos al papa Francisco, el también líder de la fuerza política La Liga aseguró que los 11 socios de la línea crítica de Bruselas es la ultra derecha, porque los extremistas, a su juicio, son los que han gobernado a Europa durante 20 años.
"Acá no está la ultraderecha sino la política del sentido común: los extremistas son aquellos que gobernaron Europa durante veinte años", dijo Salvini en un acto que combinó cantos contra el Islam, la inmigración y los "tecnócratas de Bruselas", así como carteles de italianos que decían "Primero Italia".

"Acá no hay extremistas, racistas, fascistas. La diferencia está entre quien mira adelante, entre quien habla de futuro y de trabajo y quienes hablan del pasado porque no tienen ni idea del futuro. Nosotros estamos construyendo el futuro", aseveró el líder italiano en la plaza del Duomo de Milán, donde empezó su carrera política como concejal. "Es un momento histórico muy importante para liberar al continente de la ocupación abusiva organizada en Bruselas desde hace muchos años. Quién traicionó Europa, el sueño de los padres fundadores, de De Gaulle y De Gasperi? Los Merkel, los Macron, los Soros, los Juncker construyeron la Europa de las finanzas y de la inmigración descontrolada", declaró Salvini. Por otro lado, reivindicó la política de puertos cerrados en rechazo de la inmigración irregular. "La política de este gobierno es acabar con los muertos en el Mediterráneo con orgullo y caridad cristiana", subrayó mientras citó al papa Francisco en su defensa de "menos muertos en el Mediterráneo".
El político italiano reivindicó al papa Benedicto XVI y sus críticas a quienes "negaron las raíces judeocristianas" de Europa. "No podemos aceptar lo diferente si olvidamos quiénes somos", aseveró.

Por su parte, la dirigente francesa Marine Le Pen, en sintonía con su socio italiano, aseguró que se vive un "momento histórico". "Un momento que esperábamos desde hace tanto tiempo y que finalmente se realiza bajo el cielo de Italia. El momento en el cual le daremos a toda Europa la señal de la resistencia, de la esperanza y de la reconquista", sostuvo Le Pen, de Rassemblement National, en Milán.
"No queremos más esta oligarquía sin corazón que nos dirige.
No queremos más esta Unión Europea que hace soplar los nefastos vientos de la globalización selvática", aseveró.

En el acto también participaron el eurodiputado por Alternativa para Alemania (AfD) George Meuthen; el eslovaco Boris Kollar, líder del partido Somos Familia; Jaak Madison, vicepresidente del Partido Popular Conservador de Estonia; Veselin Mareshki, vicepresidente del Parlamento búlgaro y miembro de Volia (Poder) y el holandés Gerolf Annemans, eurodiputado y presidente de Vlaams Belang (Interés Flamenco). "Me gustaría decirle al presidente Jean Claude Juncker que debería venir aquí a Italia para aprender de Salvini cómo se defienden nuestras naciones y Europa, dijo, por su lado, Jaak Madison.
"Tenemos un futuro juntos: los Estados deben proteger a nuestros ciudadanos y no hay nadie que pueda hacerlo mejor que un gobierno como el de nuestro amigo Salvini", añadió.

Massa respaldó la decisión de Cristina: "Comprendió que la grieta lastima a la Argentina"

El líder del Frente Renovador pidió avanzar en un acuerdo amplio que derrote a Macri en las elecciones.


Sergio Massa tardó menos de un segundo en leer el nuevo escenario político que abre la decisión de Cristina Kirchner de resignar su candidatura presidencial. Un escenario que, facilita los acuerdos entre todos los sectores del peronismo.

"Me parece que hay una comprensión de que el escenario de la grieta es un escenario que lastima a la Argentina y que la Argentina debe salir de la grieta. Creo que el enorme desafío que tenemos es construir una nueva mayoría y ganarle al gobierno", afirmó a radio Mitre minutos después que la ex presidenta anunciara su decisión en un video.

La declaración de Massa también interpela a Macri, quien viene resistiendo las presiones de sus propios aliados radicales de Cambiemos, para que decline su candidatura presidencial en favor de María Eugenia Vidal. La decisión de Cristina deja a Macri ante la disyuntiva de mostrarse ante el país, menos generoso que Cristina.

En la última semana los rumores sobre la inminencia de un acuerdo entre Massa y la ex presidenta fue el tema central en la política. Para el kirchnerismo es central acordar con el líder del Frente Renovador porque es el único que retiene al menos cinco puntos que si no jugara optarían por Cristina. "Con Sergio adentro ganamos en primera vuelta", reconoció Cristina en una reunión en el Instituto Patria.

En una jugada espejo, en las charlas que tuvo en los últimos días con distintos actores del poder, Massa siempre repitió un mensaje clarísimo: "Mi objetivo es que no reelija Macri".

Ahora la decisión de Cristina abre la posibilidad de una primaria amplia o un acuerdo que puede tener infinitas variantes de aquí al cierre de las listas.

El equipo económico de Alberto Fernández

El candidato a presidente de Unidad Ciudadana le dio los nombres a El Destape



El flamante candidato a presidente Alberto Fernández dio las primeras precisiones de quiénes formarán parte de su equipo económico.

Horas después de anunciada la fórmula junto a Cristina Kirchner, el ex jefe de Gabinete le dijo a El Destape que los integrantes serán Cecilia Todesca, Matias Kulfas, Emmanuel Agis, Augusto Costa y Guillermo Nielsen.

Los nombres pueden ser tomados como un gesto en la dirección esperada por los potenciales votantes: parte del equipo de Cristina y parte de su propia cosecha. Quizá una propuesta que se repita en otras áreas. Nielsen, Todesca y Kulfas trabajaron con Alberto; Agis y Costa con Cristina.

El candidato le aseguró a este medio que Axel Kicillof es su "economista preferido" pero que el ex ministro de Economía "es el principal candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires", y destacó que mide muy bien en las encuestas para ocupar ese cargo a partir del 10 de diciembre.

El Destape consultó al candidato si Kicillof era el postulante seguro para la Provincia. Alberto contesto: “A seguro se lo llevaron preso”. Pero es sabido que le tiene mucha fe a las posibilidades del ex ministro de Cristina.

Según relató Fernández a El Destape, le pidió a Kicillof poder trabajar con Costa, que forma parte de su equipo económico y fuera secretario de Comercio entre 2013 y 2015.

Además, Fernández reveló que Cristina lo eligió "porque confía mucho en su capacidad para negociar con empresarios nacionales e internacionales".

Por último se refirió al grupo Callao, que busca la renovación como alternancia en el poder. "Es un grupo de jóvenes que pretenden una visión alternativa de Argentina. Hay que impulsar al escenario nacional gente muy valiosa con menos exposición".