Estados Unidos y China acuerdan una tregua en la guerra comercial en la cita de Donald Trump y Xi Jinping

El estadounidense accedió a postergar por 90 días la suba de aranceles a productos chinos prevista el 1 de enero. Xi se comprometió a comprar más bienes de EE.UU. para reducir el déficit comercial.
Trump y Xi Jinping.

El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y el de China, Xi Jinping, acordaron este sábado en Buenos Aires una tregua a una guerra comercial de impacto global, en una cena entre solomillo y vino Malbec que duró casi dos horas y media y que fue "muy exitosa".

La cena, que comenzó al fin de la tarde en el Palacio Duhau, duró una hora más de lo previsto y algunos de los testigos afirmaron que se escucharon aplausos una vez que finalizó y que ambas delegaciones parecían satisfechas, según reportó el South China Morning Post.

En un comunicado difundido horas después, cuando Trump ya estaba en vuelo de regreso a Washington, la Casa Blanca informó que el encuentro, que fue el que más expectativas había creado en el marco del G20, había sido "muy exitoso".

Según informó Estados Unidos, el presidente Trump accedió a que el 1 de enero va a dejar las tarifas de productos por 200.000 millones de dólares con un arancel del 10% en lugar de elevarlos al 25%, como había prometido. A cambio, China acordó comprar un monto aún no acordado, pero que fue calificado como "muy sustancial" de productos de agricultura, energía e industriales desde Estados Unidos para reducir el desbalance comercial que tanto preocupa a Trump.

El estadounidense y el chino acordaron comenzar negociaciones inmediatamente para hacer cambios "estructurales" respecto a las transferencias tecnológicas y protección de propiedad intelectual, otra de las exigencias de EE.UU. Esto se solucionaría en el lapso de 90 días. Si esto no se soluciona, Washington subirá las tarifas al 25%.

"Fue un un encuentro increíble y productivo con posibilidades ilimitadas para Estados Unidos y China", dijo Trump.

Además, Xi acordó designar al fentanilo --una droga que está causando estragos en Estados Unidos-- como una sustancia controlada, para que los que vendan ese producto a los Estados Unidos sean pasibles de ser penados por la pena máxima en China.

La reunión ya había comenzado en un clima optimista. En un breve diálogo con los periodistas luego de saludar a Xi y minutos antes de la reunión, Trump había sido optimista al decir que “vamos a discutir sobre comercio y creo que en algún punto vamos a terminar haciendo algo que será grande para China y para los Estados Unidos”. Trump dijo también que había establecido “una maravillosa relación” con Xi y dijo que “eso será una razón muy importante por la que probablemente terminemos consiguiendo algo bueno para China y para Estados Unidos”.
A su turno, Xi habló brevemente con la prensa y dijo que era “un gran placer” tener la posibilidad de reunirse con el estadounidense y resaltó la “amistad personal” con Trump. “Ha pasado cierto tiempo desde nuestro encuentro anterior…muchas cosas han pasado en el mundo”, dijo el mandatario chino. “Solo con cooperación entre nosotros vamos a servir a los intereses de paz y prosperidad”, dijo. “China y Estados Unidos, dos países importantes con una gran influencia en el mundo, mostraron las responsabilidades importantes para la paz y la prosperidad internacional”.

Trump y Xi Jinping intentan resolver la guerra comercial que mantuvieron a lo largo de todo este año, y que está provocando serios “daños colaterales” en la economía global. Por eso, gobiernos, mercados y empresas estaban pendientes de los resultados de ese encuentro.

Trump se sentó a la mesa con sus más estrechos colaboradores a su lado: el secretario de Estado Mike Pompeo; el del Tesoro, Steven Mnuchin; el jefe de Gabinete, John Kelly; el negociador clave Robert Lighthizer; el asesor de Seguridad Nacional, John Bolton; el asesor económico Larry Kudlow; el duro asesor proteccionista, Peter Navarro; y Jared Kushner, yerno y consejero del presidente.

Estadounidenses y chinos se sentaron frente a frente en una mesa con flores y candelabros. Las conversaciones transcurrieron con un menú de solomillo con cebollas moradas y ricota de cabra y panqueques de dulce de leche y crema. El vino fue mendocino: un Malbec cosecha 2014 y un Chardonnay 2009, que seguramente Trump no probó porque jamás toma alcohol.



Gesto adusto del presidente de Estados Unidos Donald Trump durante la cena con su par chino Xi Jinping.

Desde la campaña electoral que lo llevo a la presidencia, Trump ha desechado el tradicional apego al libre comercio que ha caracterizado históricamente al país, con la promesa de proteger a los olvidados trabajadores industriales del interior y colocar a “America First”, o los “Estados Unidos Primero”, una política proteccionista que focalizó fundamentalmente contra China. A pesar de ser el líder de una potencia comunista, Xi, en cambio, se presenta como el defensor de un capitalismo global, una transformación impensada para el líder cuyo ingreso en la Organización Mundial del Comercio (OMC), hace dos años, desató polémica y aún es resistido por Washington.

El chino había impuesto ciertas líneas este sábado, más temprano, en su intervención ante sus socios del G20 al decir que las grandes economías “deberían defender el libre comercio y un sistema comercial multilateral basado en reglas”. Sin embargo, ofreció un guiño a Trump al prometer hacer más para abrir la economía de China. “Continuaremos profundizando las reformas de mercado, protegiendo los derechos de propiedad y de propiedad intelectual, alentando la competición justa y haciendo más para expandir las importaciones”, agregó.



Xi Jinping en la cena con Trump.

Trump acusa a China de robar tecnología estadounidense y le exige abrir más su mercado a los productos de los Estados Unidos y poner fin a su exigencia de que las compañías extranjeras se asocien con compañías chinas para operar. El presidente republicano, ya desde su campaña electoral, ha criticado con contundencia el enorme déficit comercial de su país con China, que el año pasado llegó a los 372.000 millones de dólares, y reclama que Beijing deje flotar su moneda para permitir una esperable apreciación del yuan.

China se ha negado porque con un yuan artificialmente devaluado obtiene grandes ventajas competitivas respecto a EE.UU. Entonces Trump le impuso aranceles, acusando a Beijing de robo de propiedad intelectual en violación de las normas de la OMC. Los aranceles aplicados por Trump subirán al 25% el 1 de enero, y Xi quiere que esto se aplace mientras se sigue negociando un acuerdo más amplio. China, por su parte, respondió a la ofensiva de Trump con tarifas a importaciones de productos estadounidenses por 110.000 millones de dólares que incluyen productos agrícolas como la soja.



John Bolton, consejero de seguridad nacional de Trump en la cena con Xi Jinping

Si bien en un comienzo la aplicación de tarifas a los productos chinos fue festejada entre los sectores “trumpistas” de Estados Unidos, porque en principio estimula la producción nacional, puede acarrear consecuencias negativas para el futuro, según advierten los expertos. Uno de los sectores más afectados sería el agrícola porque ahora tendrían que vender sus productos a China con aranceles más altos. Y, si bien los impuestos al acero y al aluminio reactivarán esas industrias locales, es probable que aumente el precio de insumos básicos para el estadounidense común como, por ejemplo, las latas de bebidas.

Temer atacó el proteccionismo, en una crítica al acercamiento de Bolsonaro a Trump

El presidente saliente ratificó su estrategia de cooperación con China y Rusia y reforzó el apoyo al libre comercio y la OMC.


A un mes de dejar su puesto en el Planalto, el presidente de Brasil, Michael Temer viajó a Buenos Aires a la Cumbre de Líderes del G20 y ratificó el compromiso de su país de apertura al comercio internacional y de cooperación con Rusia y China.

Es una agenda que se opone a los lineamientos de su sucesor, Jair Bolsonaro, que persigue un acercamiento con Donald Trump y su discurso nacionalista.

Toda la región se enfrenta a la disyuntiva de profundizar el histórico alineamiento geopolítico con Estados Unidos o avanzar en las relaciones bilaterales con China, que impulsa una estrategia geoeconómica de vinculación con financiamiento e inversiones en infraestructura, el talón de Aquiles del desarrollo regional de América Latina.

En el caso de Brasil el acercamiento con China se refuerza por la presión de Rusia dentro del grupo de los BRICs (Brasil, Rusia, India y China, los cuatro países en vías de desarrollo de mayor tamaño), con el cual mantiene relaciones preferenciales de cooperación. Puntualmente, este viernes se reunieron representantes de estos cuatro países y al término del encuentro difundieron un documento de 16 puntos de consenso, de los cuales cuatro fueron de apoyo a la Organización Mundial de Comercio (OMC) en los términos que China y Rusia impulsan, un contrapunto fuerte con las iniciativas de Donald Trump.

Los demás puntos del documento también contrastan con la postura de Estados Unidos. En particular en materia de combate contra el cambio climático, los BRICs convinieron impulsar el compromiso del Acuerdo de París, al cual Trump ya adelantó que no financiará como había prometido la administración de Barack Obama.

Macron usó a Bolsonaro para volver a postergar la firma del acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur

Tanto la cuestión del comercio abierto y multilateral como la de la lucha contra el cambio climático se dan de bruces con los escasos lineamientos de la política exterior que Bolsonaro ha enunciado. Hace tan solo dos días, Bolsonaro recibió al asesor de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, John Bolton, con quien compartió su repudio al Acuerdo de París por los condicionamientos que le impone a Brasil sobre la protección de la selva amazónica como pulmón verde del planeta.

Para el futuro presidente de Brasil, esto es violatorio de la soberanía de Brasil para decidir sobre el uso de su territorio. Además, Bolsonaro ya se ha manifestado en repetidas ocasiones contra el libre comercio y, en este sentido, ha replicado en discurso proteccionista y arancelario de Donald Trump, exactamente lo contrario a lo que Temer se comprometió con el grupo de los BRICs del cual Brasil pasará a ostentar la presidencia en 2019.

Las palabras de Temer en su conferencia de prensa fueron radicalmente opuestas a los lineamientos de Bolsonaro y no incluyeron ninguna de las sordinas que Macri busca imprimirle al documento final de la Cumbre para no irritar a Trump. Muy por el contrario, Temer aseguró su "inequívoco apoyo al sistema multilateral de comercio y a su mecanismo de solución de controversias", es decir la ONU.

A la vez reiteró su "firme compromiso con la apertura y la primacía del derecho en el plano internacional" y se refirió con todas las letras al "riesgo de una espiral proteccionista en la que algunos hasta pueden ganar en un primer momento, pero en la que salimos todos perdiendo al final". "Más comercio y comercio con reglas claras", insistió antes de enumerar los avances que se lograron en el Mercosur y en los acuerdos con México, Colombia, Australia, Canadá, Singapur, Corea del Sur y la Unión Europea.

"El discurso de Bolsonaro imita al de Trump porque es sencillo de entender y es efectivo entre los que están frustrados por su situación económica porque la idea de que `El dinero y los puestos de trabajo se queden en el país y no vayan para otros´ es atractiva y prende entre los que no están conformes con su situación, pero no detiene la labor diplomática de los demás países. Tanto para Rusia como para China o India es relevante contar con el compromiso de Brasil, porque es el país el que queda comprometido, no el presidente", explicó Cindy Ou, investigadora especializada en los BRICs el Grupo de Estudios del G20 con base en Toronto Canadá.

"Para la diplomacia conseguir estos compromisos es muy importante, porque para el nuevo presidente es más complicado dar marcha atrás y perder las ventajas de lo que ya se acordó. No solo porque deshacer un acuerdo puede implicar generar enojo a otras potencias que pueden exigirte el cumplimiento de los compromisos, sino porque implica romper un piso de consenso respecto de la cooperación multilateral en el que vienen trabajando el G7 y también las economías en desarrollo como los BRICs y todo el G20", agregó la especialista.

En este sentido no asombra que China haya publicado ayer en el diario Folha de Sao Paulo un recordatorio de las ventajas para Brasil de continuar con el acuerdo cooperativo de "ganar-ganar" propone Xi Jinping y no la dinámica de "suma cero" (donde uno gana lo que el otro pierde) del discurso de Trump.

G20: Trump defendió el "desarrollo nacional" y se negó a condenar el cambio climático

La declaración final del G20 tuvo que incluir un punto con el rechazo explícito de Trump al Acuerdo de Paris contra el cambio climático.


El documento final de la cumbre del G20 no logró atenuar el rechazo de Trump a dos puntos críticos del mundo actual: las medidas para atenuar los efectos nocivos del cambio climático y los riesgos de una nueva era de guerras comerciales.

En el punto 21 de la declaración final de Buenos Aires, los líderes tuvieron que incluir un rechazo expreso de Estados Unidos al Acuerdo de Paris contra el cambio climático y su voluntad de apelar a "todas" las fuentes energéticas para sostener su crecimiento, esto es, incluso las que más polución generan, como los hidrocarburos y el carbon.

La segunda concesión a Trump fue incorporar de alguna manera sus críticas al sistema global de libre comercio, incluyendo la necesidad de reformar la OMC. Este tema central se incorporó en el punto 27 de la declaración final, donde se afirma que el comercio internacional es una importante fuente de crecimiento y creación de empleo y los líderes reconocen "la contribución del sistema de comercio multilateral a esos fines". Esta última frase es la que impulsaban europeos, China y algunos países de Latinoamérica, como explícitamente propuso este viernes el chileno Sebastián Piñera.

Trump pretendía incluir "desarrollo nacional" como uno de los objetivos a incluir en una futura reforma del sistema global de comercio de la OMC, pero no logró que sus pares aceptaran incluirlo en el texto final.

La palabra "multilateral" es la que más rechazo generó en Trump, que objeta el orden actual del mundo sustentado en los organismos multilaterales de posguerra y quiere volver al viejo sistema de negociaciones bilaterales, con Estados Unidos como potencia hegemónica. Los negociadores de Trump incluso querían incluir el concepto "desarrollo nacional" entre los objetivos de una modernización de la OMC, pero fue rechazado.

Por eso, enseguida la declaración agregó: "El actual sistema se está quedado corto en alcanzar esos objetivos y hay espacio para mejorarlo". Para proponer enseguida una reforma de la OMC, otro de los objetivos del estadounidense que no quiere seguir atado a las normas de comercio de ese organismo. Los líderes se comprometieron en seguir trabajando este punto -una señal clara de la falta de acuerdo- en su próxima reunión.

La reforma de la OMC tenía dos principales iniciativas: una promovida por Europa que consistía en la actualización de la organización ampliando las normas al comercio electrónico y a los flujos comerciales de nuevos bienes intangibles (como membresías, Netflix, Spotify) y servicios basados en el conocimiento; y l mencionada con la impronta de Trump, que buscaba más holgura para los países para poner aranceles y promover "el desarrollo nacional".

Ninguna de las dos se impuso. Sin embargo, el punto 9 del documento destaca que "apoyamos el libre flujo de información, ideas y conocimiento, dentro de los marcos legales aplicable y trabajando para construir confianza del consumidor, privacidad, protección de datos y del derecho de la propiedad intelectual" y agrega que promueven "la adopción de modelos innovativos de negocios de la economía digital". Es decir que aunque Europa no logró incluirlo entre los puntos de reforma de la OMC, sí pudo incluirlo en el documento final.

Por su parte, Estados Unidos logró un reconocimiento de que el crecimiento mundial no ha sido "sincronizado entre los países" en el punto 4, pero sin ninguna mención a injusticias e inequidades como pretendía Trump

Que la palabra "comercio" aparezca solo tres veces a lo largo de los 31 puntos del documento expone el bajo grado de consenso entre las principales potencias sobre ese crucial aspecto.

AMLO: “No tengo derecho a fallar al pueblo de México”

El presidente de México dibuja su sexenio con una agenda anticorrupción que rechaza juzgar los delitos del Gobierno de Peña Nieto

López Obrador saluda al pleno de la Cámara de Diputados tras su investidura.


La autodenominada Cuarta Transformación ha puesto en marcha su reloj en México. Andrés Manuel López Obrador se ha convertido oficialmente en presidente este sábado a las 11:20 de la mañana. La ceremonia de traspaso de poderes culminó un largo camino que el político de izquierdas comenzó en julio de 2005 y que incluyó dos fallidos intentos de hacerse con el poder. Más de 13 años después, y al fin con la banda tricolor sobre el pecho, el líder del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) dibujó en su primer discurso un proyecto que pretende enterrar décadas de neoliberalismo. “La crisis de México se originó no solo por el fracaso del modelo neoliberal aplicado en 36 años sino también por el predominio de la más inmunda corrupción pública y privada… Lo digo con realismo y sin prejuicios, la política económica ha sido un desastre, una calamidad para la vida pública del país”.

El primer mensaje del político, desde la tribuna de la Cámara de Diputados de San Lázaro, en el centro de la capital mexicana, fijó su hoja de ruta para un gobierno de seis años. Fue un largo discurso que abarcó desde su programa social hasta la promesa de poner fin al fracking y a los transgénicos. No obstante, el centro del mensaje está en la promesa de poner fin a la corrupción y dar un cambio ejemplar en el reflejo que el poder da a la ciudadanía en un país acostumbrado a ver a sus políticos rodeados de opulencia y riqueza. “Nada ha dañado más a México que la deshonestidad de los gobernantes y la minoría que ha lucrado con el influyentismo”, afirmó el mandatario. Minutos después agregó: “¡No tengo derecho a fallarle al pueblo de México! Nada material me interesa y no me atrae la parafernalia del poder. Estoy consciente de la gran expectativa que tienen los mexicanos”.

“No inicia un cambio de Gobierno, es un cambio de régimen político. Una transformación política y ordenada, pero al mismo tiempo pacífica y radical”, siguió. A pocos minutos de iniciar su gestión, López Obrador se autoproclamó protagonista de un momento estelar de la historia de México. Este momento seguiría, según el ganador de los comicios de julio con 30 millones de votos, a la Independencia de México (1810-1821) “que luchó por abolir la esclavitud y alcanzar la soberanía”; la Reforma (1858-1866) “en la que predominó el poder civil y restauró la república” y la Revolución (1910-1921) “donde se luchó por la justicia y la democracia”. López Obrador prometió convertir la honestidad y fraternidad en forma de vida y Gobierno.

López Obrador arrancó su discurso con un breve agradecimiento a Enrique Peña Nieto por no haber intervenido “como hicieron otros presidentes” en las elecciones. “Hemos padecido ese atropello antidemocrático”, afirmó el político originario del sureste de México, quien fue candidato de la izquierda en los comicios de 2006 y 2012.

"México no es un país de una sola voz"


Antes de que López Obrador se convirtiera en presidente de México, los partidos políticos fijaron su postura ante el nuevo Gobierno. Poco se oyó de oposición a un partido, Morena, que domina con holgura ambas cámaras con la ayuda de sus aliados (tiene 314 diputados de 500 en Diputados y 70 de 128 senadores). Movimiento Ciudadano fue el primero en criticar lo que considera preocupantes decisiones: "consultas a modo, régimen centralista de concentración del poder y el riesgo de que México se convierta en el país de un solo hombre". "México no es un país de una sola voz", advirtió el senador Clemente Castañeda.

El legislador dijo que el poder Legislativo no es solamente una ventanilla de trámites donde se resuelven los designios del presidente. Algo similar afirmó minutos después Mauricio Kuri, del PAN, quien presumió que su partido gobierna 12 de los 32 Estados de México y controla cerca de 500 municipios en el país (de más de 2.000). "La omnipresencia del Estado no es la solución, es el problema", afirmó.

Sin embargo, no fue ese el mayor gesto que el nuevo mandatario tuvo con su antecesor. Peña Nieto, quien deja la presidencia con una aprobación de 20%, escuchó a un metro de distancia a López Obrador prometer inmunidad a su gestión, marcada por los escándalos de corrupción en su gabinete y en algunos exgobernadores de su partido, el Partido Revolucionario Institucional (PRI). “Esta nueva etapa la vamos a iniciar sin perseguir a nadie porque no apostamos al circo ni a la simulación. Si abrimos expedientes nos dedicaríamos a buscar chivos expiatorios: tendríamos que empezar por los de mero arriba en el sector público y privado. No habría juzgados ni cárceles suficientes. Meteríamos al país en una dinámica de fractura”, dijo López Obrador, quien pidió a la ciudadanía poner punto final y comenzar una nueva historia.

Esto provocó reacciones de la oposición. En un acto sorprendente, la bancada de derechas del Partido Acción Nacional (PAN) comenzó a hacer un conteo del 1 al 43 en memoria de los estudiantes normalistas desaparecidos en Ayotzinapa en septiembre de 2014. El gesto ha sido utilizado en diversas manifestaciones —nunca convocadas por el PAN— que piden no olvidar uno de los delitos más atroces del Gobierno que llegó a su fin. Legisladores de otros partidos mostraron mensajes que pedían enjuiciar a Enrique Peña Nieto. “Ni perdón ni olvido”, decían otros textos en manos de senadores de la oposición.

La nueva narrativa incluye la eliminación de la inmunidad para el presidente, una reforma que está atascada en el Congreso y que será supuestamente aprobada en febrero próximo. López Obrador aseguró que podrá ser juzgado por el delito que sea aún estando en funciones.
Defensa del Ejército

Tras una larguísima transición de cinco meses en la que no se ocultó un solo día, el primer discurso como presidente de López Obrador quedó un poco deslucido tras el desgaste del día a día. El presidente hizo referencia en la Cámara de Diputados a su polémica propuesta de la Guardia Nacional, un cuerpo de nueva creación con entrenamiento y elementos militares que ayudarán a pacificar México justo en el año más violento de su historia reciente. Y lo justificó con ocho preocupantes palabras: “ No tenemos policías para cuidar a los ciudadanos”.

López Obrador aceptó en septiembre no estar completamente convencido con la creación de este cuerpo. “Es un tema polémico, pero tengo el derecho de expresar mi punto de vista”, dijo este sábado ya como comandante en jefe de las fuerzas armadas. A estas palabras siguió una férrea defensa del Ejército, que junto con la Armada, han sido los encargados de encabezar la guerra contra el narcotráfico y la delincuencia organizada.

“El Ejército nunca ha dado un golpe de Estado a una autoridad civil. Se ha nutrido del pueblo raso, es pueblo uniformado…En México no se sabe de militares que formen parte de la oligarquía y tiene el respaldo de la opinión pública”, afirmó López Obrador, quien sazonó su discurso con algunos datos históricos, como que la última rebelión al interior de la milicia se vivió en 1938.

La protesta de los ‘chalecos amarillos’ siembra el caos en París

Las fuerzas de seguridad detienen a más de 250 personas y dispersan a centenares de manifestantes en los Campos Elíseos

Protesta de los 'chalecos amarillos', este sábado en París. En vídeo, incidentes violentos en París en las protestas contra la subida de la nafta.


Coches incendidados, un monumento nacional asaltado, enfrentamientos en varios puntos neurálgicos de la capital francesa. Los chalecos amarillos desafiaron de nuevo este sábado al Gobierno francés con una manifestación que terminó con graves desórdenes públicos.

Por tercer fin de semana consecutivo, el movimiento que nació para reclamar la bajada del precio del carburante se manifestó en París y otras ciudades de Francia. La concentración en el Arco del Triunfo, al norte de la avenida de los Campos Elíseos de la capital francesa, pronto degeneró en enfrentamientos violentos con la policía. Un edificio en esa zona fue incendiado. La policía ha informado de que más de 270 personas han sido detenidas. Hay más de un centenar de heridos, 17 de ellos agentes del orden.



El presidente, Emmanuel Macron, que se encontraba en Argentina participando en el G20, sigue sin encontrar la fórmula para desactivar una revuelta con un grito común: “Macron, dimisión”. El mandatario ha afirmado en una serie de tuits que lo ocurrido "nada tiene que ver con una expresión pacífica de un enfado legítimo". "Ninguna causa justifica", ha agregado. Los responsables "quieren el caos. Traicionan la causa a la que dicen servir. Serán identificados y responderán a sus actos ante la justicia".

En París las escenas de tensión ya marcaron la protesta del 24 de noviembre. Esta vez fue a más.

La diferencia era que las fuerzas del orden controlaban todos los accesos a los Campos Elíseos. Los comercios, excepto los restaurantes de comida rápida, tapiaron los escaparates para protegerlos de la destrucción.

Muchos chalecos amarillos —la emblemática prenda fluorescente que deben tener todos los automovilistas en sus vehículos— prefirieron no entrar en la avenida, que hace una semana acabó convertida en un campo de barricadas y llamas. Apenas había unos centenares.

Toda la tensión se trasladó al Arco del Triunfo, el monumento en el extremo norte de los Campos Elíseos donde arde la llama al soldado desconocido. Por la mañana grupos de manifestantes lanzaron objetos a la policía, que respondió con gases lacrimógenos. Hubo pintadas en el monumento. Los manifestantes —casi todos con chaleco amarillo— se dispersaron por las avenidas y calles aledañas.

Columnas de humo en las avenidas que conducen al Arco del Triunfo. Kamil Zihnioglu AP


Otros se dirigieron por calles paralelas hacia el barrio de la Ópera y la calle Rivoli, en el otro extremo de los Campos Elíseos, junto a las Tullerías, los jardines del palacio real del Louvre. Allí se reprodujeron los choques. Al mismo tiempo, se celebraba una manifestación sindical en la plaza de la República, a cinco kilómetros de la convocatoria amarilla.

A media jornada, el ministro del Interior, Christophe Castaner, contabilizó 36.500 manifestantes en toda Francia, incluyendo 5.500 en París. Si se confirmase, sería una cifra muy modesta, inferior a la de sábado anterior.

Al atardecer centenares de chalecos amarillos volvieron a congregarse junto al Arco del Triunfo. En las pintadas se leía: "Macron, dimisón" o "Por menos que esto hemos cortado cabezas". La taquilla del monumento estaba vandalizada. La tumba del soldado desconocido fue la única parte protegida.


Lo que inquieta al Gobierno francés no es tanto la dimensión de la protesta —desde que empezaron hace dos semanas en ningún momento han sido masivas y su seguimiento ha menguado— como su popularidad entre el resto de la población. En torno al 75% de franceses simpatizan con los chalecos amarillos.

El mensaje de Macron, hasta ahora, ha sido doble. Por un lado, dice comprender el malestar de los chalecos amarillos por la erosión del poder adquisitivo y las desigualdades sociales y territoriales. Del otro, se reafirma en sus reformas y se niega a ceder, tanto en la reclamación original del movimiento —la supresión el aumento de la fiscalidad sobre el diésel en enero de 2019— como en el abanico de reivindicaciones variopintas y en gran parte irrealistas, que van desde la bajada de todas las tasas hasta la dimisión del presidente.
Un manifestante intenta apagar un fuego en una calle de París. ALAIN JOCARD AFP


El Gobierno cruza los dedos para que el movimiento se agote o los elementos violentos acaben desacreditándolo. Los grafitis ofensivos contra Macron en el mismo Arco del Triunfo, y el caos alrededor de este templo republicano, pueden dañar la imagen del movimiento.

"La voluntad declarada y asumida de atacar a nuestras fuerzas del orden, a los símbolos de nuestros países, son un insulto a la República", dijo Castaner.

Algunos chalecos amarillos y políticos que simpatizan con ellos denuncian a los violentos como grupos externos y culpan al Gobierno de poner el foco en ellos para demonizarlos a todos. Al ser un movimiento tan heterogéneo y sin la organización de un sindicato o un partido —para ser chaleco amarillo solo hace falta ponerse uno—, cualquier grupo violento puede reclamarse de él.

Políticos de todo color —excepto del partido de Macron— han intentado acercarse a los chalecos amarillos. Destacan Marine Le Pen, presidenta del Reagrupamiento Nacional (partido heredero de la extrema derecha de Frente Nacional) y Jean-Luc Mélenchon, líder de la Francia Insumisa, el partido de la izquierda populista. Pero también el antecesor de Macron en la presidencia, el socialista François Hollande, ha conversado con los activistas y ha expresado su simpatía.

Al Gobierno francés también le gustaría hablar con ellos, pero le está resultando difícil. El viernes, el primer ministro, Édouard Philippe invitó a una delegación al palacio de Matignon, sede gubernamental. Solo acudieron dos representantes. Y uno de ellos se marchó antes de la reunión, porque reclamaba que se transmitiese en directo por las redes sociales. Philippe se negó.

La Cumbre del G20 logra un documento que reconoce "problemas" en el comercio mundial y plantea reformar la OMC



La Cumbre del G20 de Buenos Aires logró hoy acordar un documento tras arduas y tensas deliberaciones de los equipos técnico, sobretodo en cuestiones ligadas al comercio y al clima, que muestran duras posiciones de Estados Unidos.

Tras dos días de deliberación, los líderes del G20 reunidos en la Cumbre que se llevó a cabo por primera vez en la Argentina reconocieron que el comercio internacional atraviesa “problemas”, aunque no condenaron el proteccionismo, pero plantearon la necesidad de reformar la Organización Mundial del Comercio (OMC).

“El comercio internacional y la inversión son importantes motores de crecimiento, productividad, innovación, creación de empleo y de desarrollo. Reconocemos la contribución que ha tenido el sistema multilateral de comercio a ese fin”, indica el comunicado. Y agrega: “Actualmente, el sistema no cumple con sus objetivos y hay espacio para mejorar. Por lo tanto, apoyamos la reforma necesaria de la OMC para mejorar su funcionamiento”. El progreso de ese diálogo, aseguran los países, se revisará en la próxima cumbre que se llevará a cabo en Japón el año que viene.

El documento no hace mención, y mucho menos condena, el proteccionismo comercial que se incrementó en el mundo desde la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. Mientras tanto, se espera la reunión que el mandatario de la potencia del norte mantendrá esta noche con su par de China, Xi Jinping, en busca de un acuerdo para dejar atrás la guerra comercial.

El documento, que lleva el título "Construyendo consenso para un desarrollo justo y sostenible", dice que recibe “con satisfacción el fuerte crecimiento económico mundial” pero reconoce que se ha disminuido “la sincronización entre países”, por lo que “algunos de los riesgos clave, incluidas las vulnerabilidades financieras y preocupaciones geopolíticas, se han materializado parcialmente”.

“Reafirmamos nuestro compromiso a utilizar todas las herramientas políticas para lograr un crecimiento sólido, sostenible, equilibrado e inclusivo, y salvaguardar contra los riesgos a las clases bajas, intensificando nuestro diálogo y acciones para mejorar la confianza”, sostuvieron los líderes.
Los líderes reunidos en Buenos Aires firmaron un documento de 31 puntos. Admitieron la necesidad de reformar los mecanismos comerciales entre países, pero no condenaron el proteccionismo.


Pero el G20 sigue dividido en relación con el cambio climático: en la declaración final se lee que los países signatarios del acuerdo de París, excepto Estados Unidos, confirman que el tratado es "irreversible" y que los compromisos previstos deben "cumplirse plenamente" respetando las diferencias existentes.
En el siguiente párrafo se enfatiza que Estados Unidos reitera su decisión de retirarse del acuerdo.
En el el comunicado final además no hay referencia a la lucha contra el proteccionismo, en lo que parece ser una clara victoria para Donald Trump
Los líderes solo se refieren a la existencia de "problemas en el frente del comercio" y subrayan la necesidad de reformar la Organización Mundial de Comercio".
"Hay espacio para mejorar" este organismo, señaló.


Y añade: “La política fiscal debe reconstruir las regulaciones donde sean necesarios y ser utilizada de manera flexible y favorable al crecimiento al tiempo que garantice que la deuda pública se encuentre en un camino sostenible”. “La implementación continua de las reformas estructurales aumentarán nuestro potencial de crecimiento. Reafirmamos los compromisos de tipo de cambio hechos por los ministros de finanzas y los gobernadores de los bancos centrales en marzo pasado. Avalamos el Plan de Acción de Buenos Aires”, dice el documento final.

“Renovamos nuestro compromiso de trabajar juntos para mejorar un orden internacional basado en normas que es capaz de responder eficazmente a un mundo que cambia rápidamente”, agrega el texto.

El documento final consta de 31 puntos, en el que 19 de los países del foro apoyan el Acuerdo de París sobre cambio climático, pero que Estados Unidos no lo respalda. Además, los líderes del G20 reconocieron el drástico aumento de los flujos migratorios internacionales y destacaron la necesidad de esfuerzos compartidos para ayudar a los refugiados y resolver los problemas que los obligan a dejar sus países.

En otro tramo, el documento agrega: "Reconocemos la importancia de las estrategias integrales de adaptación, incluida la inversión en infraestructura resistente a los fenómenos meteorológicos extremos y desastres".

El acuerdo también hace mención a la cuestión migratoria: "Los grandes movimientos de refugiados son una preocupación mundial con consecuencias humanitarias, políticas, sociales y económicas: subrayamos la importancia de las acciones compartidas para abordar las causas fundamentales del desplazamiento y responder a las crecientes necesidades humanitarias". Trump, más temprano, había destacado "éxitos" en la Cumbre.

"Tenía muchas ganas de tener una conferencia de prensa justo antes de salir de Argentina porque hemos tenido un gran éxito en nuestro trato con varios países y sus líderes en el G20", indicó. Sin embargo, "por respeto a la familia Bush y al ex presidente George H.W. Bush, esperaremos hasta después del funeral para tener una conferencia de prensa", añadió.
El Acuerdo de París sigue siendo "la estrella polar" para el cambio climático, afirmó, afirmó a su vez, el premier italiano, Giuseppe Conte, al intervenir en las sesiones de trabajo de hoy en el G20.
Conte recordó que en respeto del acuerdo, en Italia desde 2025 no será más posible producir energías utilizando carbón, "partiendo del presupuesto que privilegiar la economía circular es una directiva fundante del ejecutivo italiano, como está previsto en el contrato de gobierno".

Un reino de este mundo, con ustedes...el excepcionalismo chino

La historia ayuda a comprender la enorme mutación de China y hacia donde se dirige Xi Jinping que ha reafirmado un poder con pocos precedentes.



La historia ayuda a comprender la enorme mutación de China y hacia donde se dirige Xi Jinping que ha reafirmado un poder con pocos precedentes.

En 1793 un veterano y muy señorial diplomático y administrador colonial británico, George Macartney, llegó a China a la corte del emperador Qianlong. La intención del enviado de Londres era abrir una embajada en el poderoso Imperio del Centro. Macartney exhibió gestos de aprecio hacia el monarca, descubrió regalos y, con ellos, muestras de la producción de la por entonces flamante potencia industrial que ya era la mayor estructura comercial del globo. Pero Qianlong lo rechazó con desdén haciéndole notar al visitante que China no necesitaba de esas manufacturas inglesas, ni del genio de la Revolución Industrial que había irrumpido tres décadas antes, y tampoco del vínculo diplomático.

Quizá no fue una muy buena idea, la globalización no es solo de estos días, pero en aquellos años el imperio que conducía el monarca de la dinastía Qing reunía un tercio del producto bruto mundial de la época. Era decididamente el otro polo de la economía planetaria. La historia murmura que el atildado Macartney regresó con las manos vacías sin inaugurar su embajada, porque se negó a inclinarse ante un emperador que lo miraba desde esas alturas. Sin embargo, la sospecha más firme sobre ese resultado frustrante apunta a las visiones disidentes que esos imperios construían sobre la realidad de sus tiempos. Como sucede hoy.





Cuando hace años la revista The Economist, no el único medio pero si el más agudo en el repaso de esos capítulos de la historia, recordó aquel episodio, lo hizo vistiendo en su tapa con las ropas de Qianlong al actual líder Xi Jinping que acababa de alcanzar por primera vez en 2013 el poder total. China, sin embargo, no se divirtió con el humor cáustico de la revista londinense que además había titulado sobre la imagen entorchada del novísimo líder “Vamos de fiesta como en 1793” y ordenó censurar y borrar de las redes bajo su mando cualquier vestigio de la publicación.

La anécdota es interesante también por lo que sugiere. El reinado de Qianlong, que concluyó unos años después de su encuentro con el enviado británico, fue el segundo más largo de la historia de China, solo superado por el de su abuelo Kangxi. El esplendor junto con la perpetuación, un destino que también parece seducir a Xi Jinping quien acaba de asumir el segundo quinquenio en el poder de un imperio que, como aquel, se constituye en la economía de mayor crecimiento del presente. Con el agregado de que, al revés de lo que ha venido sucediendo con los anteriores líderes desde el final del maoismo, no sería este el último periodo de Xi, asumiéndose él también como un emperador de su imperio sin fecha de cancelación.



Richard Nixon en la pluma del dibujante norteamericano. David Levine

La historia del antepasado tiene una trampa que quizá fue lo que realmente molestó a la nomenclatura comunista. La Qing fue la última de las dinastías imperiales chinas. Después vino la decadencia. Algunos académicos occidentales remachan, precisamente, que para preservar su suceso, el actual Imperio del Centro debería modificar sus arquitecturas económicas y políticas. Pero en Beijing gobierna la noción de un excepcionalismo chino diferente al que se atribuye EE.UU. El discurso de literal coronación de Xi esta semana en el 19 Congreso del PC, incluyó dos miradas que parecerían contradictorias pero distan de serlo. La primera refiere a la ratificación de la apertura de la economía, la defensa del libre comercio y el repudio al proteccionismo que señorea en Occidente. La segunda, el énfasis en aclarar que China no girará a un liberalismo duro ni atenuará el poder dirigente del Estado. El mensaje sintetiza el legado de “una nación dos sistemas” del cual este presidente es custodio. Su padre fue el ejecutor de la primera probeta capitalista en el coloso comunista y la mano derecha de Deng Xiao Ping, el rival de Mao y el timonel que transformó al país.

La historia de aquel imperio de Qianlong recuerda, pero por la inversa, otra anécdota que ilustra sobre el caudal de los cambios que se han montado en China y en el mundo, y de su ritmo. Es febrero de 1972 y hace frío en París. En un restaurante del centro de la ciudad cenan André Malraux y el senador Edward Kennedy. El tema de la larga sobremesa será el viaje inminente que el presidente Richard Nixon hará al gigante amarillo, la primera vez que un mandatario norteamericano llega a Beijing. El ex ministro de Cultura de De Gaulle, amigo de Mao según confiesa, y autor de ensayos sobre el experimento comunista chino, le dice en tono íntimo a un ansioso Kennedy: “Mao mirará a Nixon y hará la primera pregunta ¿está preparada la nación más rica del mundo a ayudar a una de las más pobres llamada China?” La anécdota, relatada por amigos del intelectual francés, gana aun más atractivo al notarse que sucedió un año antes de la rehabilitación de Deng; a cuatro de la muerte de Mao y a cinco de las célebres “cuatro modificaciones” (agrícola, industrial, científica y defensa) que convirtieron a China de mendigo a millonario.

El excepcionalismo chino tiene rasgos significativos además de su impronta de absolutismo imperial. Nunca antes una economía exhibió ritmos de crecimiento tan altos, hoy en 6,8%, sin confrontar alguna enorme crisis que es lo que no está sucediendo, afirma el analista del Financial Times John Authers. Sostiene que eso es así porque las cosas funcionan diferente en un país donde el mercado y la economía están bajo control del Estado .



Den Xiao Ping (der) con Pol Pot, el cruel lider del Khmer Rouge camboyano, en 1977. AP

Durante su primer quinquenio Xi uso ese poder para profundizar el giro hacia una economía de servicios y consumo incrementando su clase media. Hace dos años el gobierno despegó, también, el yuan del dólar para cotizarlo respecto a una canasta de monedas que incluye al yen japonés, el dólar australiano, la libra británica, el franco suizo y el euro. De tal modo que hoy circula 6% por encima del billete norteamericano. Fue el paso previo para su internacionalización. El FMI, a su vez, en 2015 elevó el yuan como moneda de reserva junto al dólar y la libra, pero aun resta un tramo del camino. El Estado mantiene una tutela significativa sobre la paridad de la moneda demorando una maduración que se dará solo cuando la suelte totalmente.

Entre tanto, la dinámica de libre comercio y los méritos de la globalización que el régimen eleva como valores intocables, se acelerarán con la Nueva Ruta de la Seda. Esa espectacular inversión estatal en 66 países para agilizar el comercio del gigante, recibió, por cierto, un inesperado apoyo de EE.UU. Cuando Donald Trump llegó al poder desactivó el acuerdo de libre comercio transpacífico que había creado Barack Obama para proyectar la presencia de Occidente en el Asia Pacífico. China no estaba incluida en esa iniciativa de modo que Beijing fundó su propio pacto de apertura comercial. Hoy es el único que existe en el área por lo que ha venido afiliando a las mayores potencias de Occidente excepto EE.UU. De paso, el régimen creó una versión a su gusto de Banco Mundial para fondear esos proyectos al cual sumó, entre otros, a Gran Bretaña y Alemania.

Hay sombras y no son pocas. El crecimiento chino se cimenta en un océano de créditos de futuro incierto. Pero el citado analista del Financial aclara que va disipándose el temor de que esa bomba de tiempo acabe en un estallido al es tilo del crack de Lehman Brothers en 2008 precisamente por la expansión de la economía. Lo cierto es que la deuda corporativa china equivale al 234% de su PBI. El desafío para Xi es continuar, como ha anunciado, sosteniendo con la banca pública a empresas que en muchos casos son improductivas o a países que flotan por debajo del riesgo de inversión. Y al mismo tiempo reduciendo el nivel de riesgo en el sector financiero pero sin abandonar la clave central del crecimiento.The Economist acaba de colocar otra vez a Xi Jinping en su tapa y allí lo definió como el hombre más poderoso del mundo. Esta vez sin el chiste del antepasado y quizá con la sospecha de que las cosas, aún difíciles, pueden llegar a ser como se propone este Imperio que regresa.

 
En 1793 un veterano y muy señorial diplomático y administrador colonial británico, George Macartney, llegó a China a la corte del emperador Qianlong. La intención del enviado de Londres era abrir una embajada en el poderoso Imperio del Centro. Macartney exhibió gestos de aprecio hacia el monarca, descubrió regalos y, con ellos, muestras de la producción de la por entonces flamante potencia industrial que ya era la mayor estructura comercial del globo. Pero Qianlong lo rechazó con desdén haciéndole notar al visitante que China no necesitaba de esas manufacturas inglesas, ni del genio de la Revolución Industrial que había irrumpido tres décadas antes, y tampoco del vínculo diplomático.

Quizá no fue una muy buena idea, la globalización no es solo de estos días, pero en aquellos años el imperio que conducía el monarca de la dinastía Qing reunía un tercio del producto bruto mundial de la época. Era decididamente el otro polo de la economía planetaria. La historia murmura que el atildado Macartney regresó con las manos vacías sin inaugurar su embajada, porque se negó a inclinarse ante un emperador que lo miraba desde esas alturas. Sin embargo, la sospecha más firme sobre ese resultado frustrante apunta a las visiones disidentes que esos imperios construían sobre la realidad de sus tiempos. Como sucede hoy.



Cuando hace años la revista The Economist, no el único medio pero si el más agudo en el repaso de esos capítulos de la historia, recordó aquel episodio, lo hizo vistiendo en su tapa con las ropas de Qianlong al actual líder Xi Jinping que acababa de alcanzar por primera vez en 2013 el poder total. China, sin embargo, no se divirtió con el humor cáustico de la revista londinense que además había titulado sobre la imagen entorchada del novísimo líder “Vamos de fiesta como en 1793” y ordenó censurar y borrar de las redes bajo su mando cualquier vestigio de la publicación.

La anécdota es interesante también por lo que sugiere. El reinado de Qianlong, que concluyó unos años después de su encuentro con el enviado británico, fue el segundo más largo de la historia de China, solo superado por el de su abuelo Kangxi. El esplendor junto con la perpetuación, un destino que también parece seducir a Xi Jinping quien acaba de asumir el segundo quinquenio en el poder de un imperio que, como aquel, se constituye en la economía de mayor crecimiento del presente. Con el agregado de que, al revés de lo que ha venido sucediendo con los anteriores líderes desde el final del maoismo, no sería este el último periodo de Xi, asumiéndose él también como un emperador de su imperio sin fecha de cancelación.



Richard Nixon en la pluma del dibujante norteamericano. david levine-

La historia del antepasado tiene una trampa que quizá fue lo que realmente molestó a la nomenclatura comunista. La Qing fue la última de las dinastías imperiales chinas. Después vino la decadencia. Algunos académicos occidentales remachan, precisamente, que para preservar su suceso, el actual Imperio del Centro debería modificar sus arquitecturas económicas y políticas. Pero en Beijing gobierna la noción de un excepcionalismo chino diferente al que se atribuye EE.UU. El discurso de literal coronación de Xi esta semana en el 19 Congreso del PC, incluyó dos miradas que parecerían contradictorias pero distan de serlo. La primera refiere a la ratificación de la apertura de la economía, la defensa del libre comercio y el repudio al proteccionismo que señorea en Occidente. La segunda, el énfasis en aclarar que China no girará a un liberalismo duro ni atenuará el poder dirigente del Estado. El mensaje sintetiza el legado de “una nación dos sistemas” del cual este presidente es custodio. Su padre fue el ejecutor de la primera probeta capitalista en el coloso comunista y la mano derecha de Deng Xiao Ping, el rival de Mao y el timonel que transformó al país.

La historia de aquel imperio de Qianlong recuerda, pero por la inversa, otra anécdota que ilustra sobre el caudal de los cambios que se han montado en China y en el mundo, y de su ritmo. Es febrero de 1972 y hace frío en París. En un restaurante del centro de la ciudad cenan André Malraux y el senador Edward Kennedy. El tema de la larga sobremesa será el viaje inminente que el presidente Richard Nixon hará al gigante amarillo, la primera vez que un mandatario norteamericano llega a Beijing. El ex ministro de Cultura de De Gaulle, amigo de Mao según confiesa, y autor de ensayos sobre el experimento comunista chino, le dice en tono íntimo a un ansioso Kennedy: “Mao mirará a Nixon y hará la primera pregunta ¿está preparada la nación más rica del mundo a ayudar a una de las más pobres llamada China?” La anécdota, relatada por amigos del intelectual francés, gana aun más atractivo al notarse que sucedió un año antes de la rehabilitación de Deng; a cuatro de la muerte de Mao y a cinco de las célebres “cuatro modificaciones” (agrícola, industrial, científica y defensa) que convirtieron a China de mendigo a millonario.

El excepcionalismo chino tiene rasgos significativos además de su impronta de absolutismo imperial. Nunca antes una economía exhibió ritmos de crecimiento tan altos, hoy en 6,8%, sin confrontar alguna enorme crisis que es lo que no está sucediendo, afirma el analista del Financial Times John Authers. Sostiene que eso es así porque las cosas funcionan diferente en un país donde el mercado y la economía están bajo control del Estado .



Den Xiao Ping (der) con Pol Pot, el cruel lider del Khmer Rouge camboyano, en 1977
Durante su primer quinquenio Xi uso ese poder para profundizar el giro hacia una economía de servicios y consumo incrementando su clase media. Hace dos años el gobierno despegó, también, el yuan del dólar para cotizarlo respecto a una canasta de monedas que incluye al yen japonés, el dólar australiano, la libra británica, el franco suizo y el euro. De tal modo que hoy circula 6% por encima del billete norteamericano. Fue el paso previo para su internacionalización. El FMI, a su vez, en 2015 elevó el yuan como moneda de reserva junto al dólar y la libra, pero aun resta un tramo del camino. El Estado mantiene una tutela significativa sobre la paridad de la moneda demorando una maduración que se dará solo cuando la suelte totalmente.

Entre tanto, la dinámica de libre comercio y los méritos de la globalización que el régimen eleva como valores intocables, se acelerarán con la Nueva Ruta de la Seda. Esa espectacular inversión estatal en 66 países para agilizar el comercio del gigante, recibió, por cierto, un inesperado apoyo de EE.UU. Cuando Donald Trump llegó al poder desactivó el acuerdo de libre comercio transpacífico que había creado Barack Obama para proyectar la presencia de Occidente en el Asia Pacífico. China no estaba incluida en esa iniciativa de modo que Beijing fundó su propio pacto de apertura comercial. Hoy es el único que existe en el área por lo que ha venido afiliando a las mayores potencias de Occidente excepto EE.UU. De paso, el régimen creó una versión a su gusto de Banco Mundial para fondear esos proyectos al cual sumó, entre otros, a Gran Bretaña y Alemania.

Hay sombras y no son pocas. El crecimiento chino se cimenta en un océano de créditos de futuro incierto. Pero el citado analista del Financial aclara que va disipándose el temor de que esa bomba de tiempo acabe en un estallido al es tilo del crack de Lehman Brothers en 2008 precisamente por la expansión de la economía. Lo cierto es que la deuda corporativa china equivale al 234% de su PBI. El desafío para Xi es continuar, como ha anunciado, sosteniendo con la banca pública a empresas que en muchos casos son improductivas o a países que flotan por debajo del riesgo de inversión. Y al mismo tiempo reduciendo el nivel de riesgo en el sector financiero pero sin abandonar la clave central del crecimiento.The Economist acaba de colocar otra vez a Xi Jinping en su tapa y allí lo definió como el hombre más poderoso del mundo. Esta vez sin el chiste del antepasado y quizá con la sospecha de que las cosas, aún difíciles, pueden llegar a ser como se propone este Imperio que regresa.

Del G20 a una cena para dos, con un complicado plato principal

Este sábado las dos superpotencias deciden el destino de su guerra comercial. Es el capítulo principal de esta cita en Buenos Aires. Las señales anticipan una tregua, aunque no el final del conflicto. Lo suficiente para que comience una distensión.


Uno y otros, Los protagonistas de la cita mayor de la Cumbre del G20. Una cena que definirá el mundo. 


El nuevo acuerdo de libre comercio entre EE.UU., Canadá y México, una creación de Donald Trump que releva al Nafta de Bill Clinton y George Bush, incluye una cláusula original: en la sección 32,10 del documento firmado este viernes durante la cumbre del G20 en Buenos Aires, se prohíbe a sus miembros negociar con economías “que no sean de mercado”. Un firulete dialéctico que alude sin nombrarla a China. Del otro lado, el líder del Imperio del Centro Xi Jinping tiene previsto partir de la capital argentina hacia Panamá en un gesto celebratorio de la ofensiva diplomática que arrebató a ese país de la influencia de Taiwan y lo puso bajo la de Beijing. Un pase que Washington se esmeró en detener, incluso presionando en masa a sus embajadores en Centroamérica y que China exhibe como ejemplo de su influencia creciente.

Este cruce de “importancias” de una y otra vereda ayuda a visualizar la profundidad del desencuentro político que experimentan las dos mayores economías del globo. Hasta hace poco la relación de EE.UU. con la otra superpotencia había sido de interacción o de una cuidadosa convergencia de mutua utilidad. Una postura asentada en el mayor poderío norteamericano y su altura económica lo que impedía confusiones. Pero así como EE.UU. reivindicaba su excepcionalismo, en China se hizo común plantear esas mismas excepcionalidades en proporción directa al aumento de su influencia y el desarrollo económico que es la usina del poder político.




La convergencia finalizó cuando la Casa Blanca de Donald Trump concluyó que había que poner un freno al tren que venía con semejante velocidad desde Asia. Después de que el Imperio del Centro ingresó a la Organización Mundial de Comercio en 2001, su ritmo de desarrollo se multiplicó y dejó, de paso, planteado un enigma: cómo se valora el éxito de un sistema no democrático. A Trump, resolver esa pregunta le ha importado menos que la contradicción que da impulso a su estrategia sobre China a la que caracteriza como una economía cerrada, estatizada y lejana del libre comercio que propala. Una opinión que comparten, aunque con menos énfasis, sus socios europeos y algunos asiáticos aunque se reconozca que el comportamiento chino no difiere del que han exhibido otros imperios en el momento de su consolidación.

Este sábado, la cena en Buenos Aires de los líderes de las dos superpotencias, será un dato de realismo en esta disputa. Es el hecho más importante por fuera de esta cumbre sin precedentes en la historia del anfitrión argentino. La ofensiva norteamericana ha consistido hasta este momento en archivar la convergencia que se basaba en el aprovechamiento inteligente de las cualidades del gigante asiático, su enorme masa de trabajadores, sus salarios mínimos y las garantías estatales que daban una previsibilidad blindada en un país que se maneja con formas de monarquía. El siguiente paso fue la formulación de acuerdos de comercio que excluyeran a Beijing, como el pacto transpacífico que forjó Barack Obama y Trump desechó en cuanto llegó a la Casa Blanca. El último escalón ha sido la decisión de EE.UU. de lanzarse al cuello de China con penalidades arancelarias crecientes para reducir su capacidad de desarrollo con el pretexto del abismal déficit comercial binacional.

¿Ha dado resultado esta estrategia? Trump tiene motivos para reivindicarla. Según pudo reconstruir esta columna con diversas fuentes, el acercamiento de las potencias este sábado se zanjaría con la promesa de China de una mayor apertura de su economía, y el compromiso de la protección de las patentes, dos demandas centrales de Washington. Asimismo, y en un gesto mucho más amplio, Beijing ha atenuado hasta casi esfumarla la controvertida Agenda 2025 que es la que resume el avance tecnológico de la potencia y que, según voceros occidentales, marca un inminente liderazgo chino en Inteligencia Artificial y robótica desplazando del podio a EE.UU. Son gestos fuertes, pero es el trasfondo lo que se debería mirar en especial si enfrente se tiene a un coloso de 5 mil años.



Los ex presidnete. Hu Jintao (izq) habla con Jiang Zemin AFP

El Imperio del Centro está dispuesto a reaccionar de esta manera porque se reconoce profundamente preocupado por la dinámica que impone Trump a la relación bilateral. Es un obstáculo en su derrotero histórico y opera para intentar neutralizarlo. Pero, al mismo tiempo, por encima de las reyertas, hay coincidencias sobre los modos de desarrollo y la necesidad de la apertura. Xi Jinping profundizó, desde su llegada al poder, un giro al consumo y los servicios que había iniciado su antecesor Hu Jintao. Hay un programa poco recordado estos días por los analistas, el China 2030 Report, un documento elaborado en 2013 por el primer ministro Li Kequiang con el Banco Mundial que establecía una liberalización y privatización de las mayores corporaciones estatales, del sistema bancario y financiero. La iniciativa no solo apuntaba a debilitar el puño del Estado en las empresas sino que derivaba al mercado poderes impensados en China apenas unos años atrás, entre ellas fijar las tasas de interés.




 

En el vértice del poder del gigante asiático hay acuerdo respecto a la apertura. Pero esa coincidencia no ha impedido fricciones sobre la profundidad del cambio. Esas disputas se reflejan en la implacable purga puesta en marcha por Xi Jinping desde su asunción en 2013. Hace tres años esa política fulminó a dos figuras centrales, Zou Benshum, jefe del partido en la provincia de Hebei y Guo Boxiong, un general retirado y dirigente con fuertes vínculos con el ex presidente Jiang Zemin, uno de los arquitectos de la apertura, y con el propio Hu Jintao. Un mes antes de esos dos casos, el arresto de Zhou Yongkang, ex secretario general nacional del partido, censuró a la personalidad de mayor importancia de la estructura comunista desde los tiempos de los choques tras la muerte de Mao Tse Tung en 1976. Este programa ha tenido avances y retrocesos, los últimos por la crisis global que redujo el ritmo de crecimiento del país y del mundo. Pero la iniciativa forma parte de la agenda central de la República Popular que ya cuenta con la más extendida clase media del globo y un crecimiento del PBI per cápita que va dejando atrás a la legendaria China barata.




Los choques con EE.UU. complican la recuperación del gigante asiático de aquella crisis y pueden corporizar un espectro de conflictos sociales. Ese estigma también alerta a los mercados y a los propios funcionarios económicos de Washington que advierten sobre los costos imprevisibles y autoinfligidos de esta guerra. Fuentes diplomáticas que han seguido por años el comportamiento del régimen, comentaron a este cronista que, para aliviar la confrontación, Beijing intenta aplicar una estrategia similar a la que medió en el conflicto nuclear y misilístico con Corea del Norte.





En ese caso, dejó crecer el liderazgo de EE.UU. propiciando un involucramiento directo del propio Trump pero cuidando que no se modificara el orden de los factores. En esa evolución, el presidente norteamericano mantuvo un encuentro sin precedentes con el dictador norcoreano Kim Jong-un y reivindica hasta hoy haber logrado detener la amenaza de una guerra en el área y serenado a Pyongyang. Entre tanto, desde la trastienda, Beijing consiguió que se cancelaran los ejercicios militares occidentales frente a la península y se encaminara a las dos Coreas a un relacionamiento que debería licuar en el futuro la presencia militar norteamericana en Seúl.

Trump marcha a la cumbre de este sábado mostrando dureza hacia China y con su vocera calificando a Beijing de “país depredador”. Gestos que quizá significan menos de lo que parece y reanimen otra etapa de convergencia y necesidades mutuas, en momentos en que la palabra recesión ha regresado al horizonte, para todos.

Las luchas feministas latinoamericanas llegan a Berlín


Muestra artística de 50 colectivos de ocho países

Mujeres: Nosotras Luchamos, muestra de colectivos latinoamericanos en Berlín. Foto: Fisgona


"Nosotras luchamos" se inaugura hoy en Berlín, con una muestra de fotos, videos, fanzines y bordados, entre otras expresiones, de 50 colectivos artísticos de mujeres de ocho países de Latinoamérica.

La convocatoria de la productora Karne Kunst, con sedeen la capital alemana, de reflejar las luchas feministas actuales a través del arte recibió muchas y variadas propuestas provenientes de México, Puerto Rico, Colombia, Perú, Chile, Brasil, Uruguay y Argentina.
"Nosotras luchamos" visibiliza el tiempo de empoderamiento de las mujeres, de multitudinarias marchas para exigir el fin de los femicidios y la violencia en todas sus formas, la desigualdad económica y laboral, o la "marea verde" surgida este año en Argentina en favor de la legalización del aborto.

"El 12 de noviembre se cumplieron 100 años del voto femenino en Alemania y, como todos los derechos adquiridos de las mujeres, fue una lucha. Pensamos cómo honrar ese día y dijimos qué mejor que mostrar cuáles son las luchas hoy en América Latina", contó Marcela Villanueva a ANSA, por teléfono, desde Berlín.
"Estoy muy contenta de la participación de todos los colectivos artísticos; son 50, con muchos mensajes, expresiones, videos, para mostrar qué está haciéndose", agregó la fundadora de Karne Kunst.

Villanueva explicó que "en esta muestra hay un particular interés porque esta semana se conoció un informe" sobre la violencia de género en Alemania que rompió con el "mito" de que está relacionada solo "a familias extranjeras o religiosas".
La ministra de Familia, Franziska Giffey, dio datos reveladores: en 2017 hubo 147 femicidios, la mayoría cometidos por alemanes, y el 82% de los casos de violencia registrados fueron contra mujeres.
"Es algo nuevo en Alemania, el término 'sororidad' no existía y lo están instalando las chicas del Ni Una Menos Berlín. Es necesario seguir hablando" de esta problemática, añadió.

"Al recorrer la muestra hay tantos derechos que se piden, pero el factor común es el Ni Una Menos, que es básicamente pedir que no nos maten, lo mínimo. Imaginate todo lo que falta", sostuvo la gestora cultural.
Como parte del programa de actividades en torno a la muestra, mañana domingo, Día Internacional contra la Violencia de Género, marcharán junto a Ni Una Menos Berlín.
El lunes habrá una mesa de distintos colectivos para debatir cómo integrar más el rol de la mujer en las industrias culturales y el jueves 29 la palabra la tendrán los colectivos de fotografía.

Entre los 50 colectivos de fotógrafas, figuran De: Ellas.
Para: ellas y Choreadas (Colombia), MUA Mujeres Audiovisuales, Bondi, Fisgona y Fin de Un Mundo (Argentina), Las Borders (México), Mujer Dispara (Perú), Mujer Mapocho, Olla Revuelta y Las Niñas (Chile) y Nao é Nao (Brasil).
La muestra tiene lugar en Xochicuicatl Asociación de Mujeres Latinoamericanas en Berlín, donde permanecerá hasta enero.
Karne Kunst, creada en 2017, se propone fomentar el arte latinoamericano en la capital alemana y el resto del país, creando vínculos entre los artistas, coleccionistas y el público curioso al arte de estas latitudes.
Villanueva está convencida de que "si dejamos el arte en manos de los otros, de quienes no somos latinaomericanos, se crean estereotipos, nosotros tenemos que contar esa historia y mostrarla"

Cierra la cumbre del G-20, el comercio clave



G20 en Buenos Aires

Los 19 líderes reunidos en Buenos Aires cierran hoy la cumbre del G20, con un encuentro clave, negociaciones febriles y las tensiones en torno al comercio y al clima que puede impedir consensuar un documento final.

Los sherpas negociaban en las últimas horas cada palabra del posible texto final, en medio de la férrea brecha entre Estados Unidos frente a China, Canadá y la Unión Europea por el proteccionismo y el "comercio justo" versus el libre comercio y la multilateralidad.
También el cambio climático y los principios de los Acuerdos de París dividen las aguas, y ahora más, luego de la alianza de Francia "con nuestros amigos de China" -anunciada en la víspera- en torno a un tema que irrita al presidente Donald Trump.

"Parece que los sherpas de la Cumbre de Buenos Aires pasaron toda la noche negociando el comunicado, sin un final a la vista al amanecer.", escribió en Twitter el académico canadiense John Kirton, un reputado conocedor del G20 y autor de numerosas publicaciones en la materia.

A la jornada de cierre se suma la canciller alemana, Angela Merkel, impedida de llegar a Buenos Aires antes por el desperfecto aéreo que la bloqueó en su país. Merkel arribó el sábado cuando caía la tarde en esta ciudad y a tiempo para la gala y posterior cena en el Teatro Colón, donde se la vio sonriente, a lado del anfitrión, el presidente Mauricio Macri.
Un encuentro crucial, previsto al margen de la cumbre, es la reunión bilateral con cena incluida que compartirán hoy los presidentes Trump y Xi Jinping. Las relaciones están atravesadas por la guerra de los aranceles, los cruces verbales y los tonos desafiantes de los últimos meses entre ambas potencias.

Consultado por ANSA sobre lo que se puede esperar de un imprevisible mandatario norteamericano, Kirton, director y cofundador del Grupo de Investigación G20, dijo que "depende mucho de cómo actué y cómo esté con los otros líderes". El académico recordó que cuando asistió a la cumbre del G7 realizada en Taormina, sur de Italia, en 2017, "no estaba de buen humor y eso afectó el ambiente de la cumbre, y ahora está peor".
Por lo que pudo saber ANSA de una fuente cercana al summit, sobre los temas en que existe acuerdo -dentro de una agenda que buscó la conflictividad cero- están la lucha contra el tráfico de personas y la corrupción en la esfera estatal y empresarial y la transparencia en el manejo de los fondos públicos.

Tras una cumbre de Hamburgo de 2017 donde no se pudo consensuar una declaración final, lo mismo sucedió la semana pasada -por primera vez en 25 años de historia, en la Cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), está aún por verse si la cita de Buenos Aires tendrá o no su documento firmado por todos los líderes.

Francia cierra filas con China y lidera la oposición contra Trump

Los ministros de Relaciones Exteriores de ambos países firmarán un acuerdo conjunto para promover medidas concretas contra el cambio climático, en abierta confrontación con la postura de Estados Unidos.


Minutos antes del comienzo de la Cumbre de Líderes y mientras Mauricio Macri iba recibiendo uno a uno a los presidentes y primeros ministros en Costa Salguero, los ministros de Relaciones Exteriores de Francia y China dieron una conferencia de prensa conjunta en la que anunciaron la firma de un documento compartido con el consenso alcanzado entre ambos para promover medidas concretas en la lucha contra el cambio climático. El anuncio consolida la alianza Francia-China contra Estados Unidos, que está particularmente interesado en que la cuestión del cambio climático no entre en el documento oficial del G20.



Son tres las cuestiones en las que la agenda de Donald Trump difiere de la del resto de los líderes: el cambio climático, el proteccionismo y las migraciones. Y esta mañana Francia se ocupó de reforzar su oposición a Estados Unidos pese a los intentos de Argentina de apaciguar las rispideces y pulir el documento de forma tal que no lo irrite a Trump.



Como adelantó LPO, Macron tomó la delantera y convocó para primera hora de la mañana a una reunión de todos los representantes europeos -a excepción de la alemana Merkel cuyo avión se averió y no llegará al país hasta esta tarde- para unificar posiciones.



Al término de este encuentro, Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea dio una conferencia de prensa junto al polaco Donald Tusk, presidente del Concejo Europeo, en la que enfatizaron su posición contra el proteccionismo y remarcaron que "El multilateralismo fue la razón por la que se hizo en G20".



Juncker recordó en su lengua madre, el francés, que esta Cumbre mundial fue creada para coordinar medidas conjuntas entre Europa y Estados Unidos para paliar la crisis financiera y económica mundial de 2008 y que fue precisamente el multateralismo uno de los tres pilares que le permitieron a la Unión Europea superar la recesión y volver a crecer y generar empleo. No casualmente pasó al inglés para enunciar la posición de Europa contra el proteccionismo y ejemplificar que son 36 millones los puestos de trabajo que están vinculados al comercio exterior en el viejo continente.



"Y en lo que respecta al cambio climático repetimos nuevamente nuestro compromiso de apegarnos al Acuerdo al que llegamos hace años en París", enfatizó Juncker.

Dos horas después Francia y China confirmaron que habían llegado a un acuerdo para avanzar en la implementación de medidas concretas para instrumentalizar los principios acordados en el Acuerdo de París que entró en vigencia hace dos años. Los ministros Wang Yi y Jean-Yves Le Drian aseguraron que firmarían un documento conjunto con disposiciones a adoptar para el desarrollo de la estrategia de largo plazo contra la crisis climática.

"No vamos a cambiar nuestras decisiones" enfatizó Wang Yi, quien reconoció las dificultades que enfrenta la implementación de medidas contra el cambio climático y aseguró que su país va a seguir por esta línea "por generaciones y generaciones".



La principal oposición proviene de Estados Unidos. Sin ir más lejos, el 21 de noviembre pasado Trump volvió a sostener que el cambio climático y el calentamiento global no son fenómenos reales sino argumentos que usa China contra la industrialización de Estados Unidos.



Tanto las declaraciones de la Unión Europea a instancia de la reunión convocada por Macron, como la alianza con China consolidan a Francia al frente de las tensiones con Trump en una cumbre en la que Macri trabaja para que termine sin rupturas y sin generar un nuevo malestar con Estados Unidos.



Mientras tanto Trump no da el brazo a torcer. Esta mañana al término del encuentro bilateral en la Casa Rosada, su vocera hizo público que habían hablado con Macri del "compromiso compartido de enfrentar los desafías regionales como Venezuela y la actividad económica depredadora china" y con esto volvió a tensionar el clima en la Cumbre. Por eso, fue Jorge Faurie el que salió a poner paños fríos y decir que esos no habían sido los términos del encuentro; que, por el contrario, la reunión "extremadamente cordial".

Members of both parties find meaning in family but differ when it comes to faith



Americans across the political spectrum placed family at the top of the list of things that make life meaningful.

Democrats and Republicans are increasingly divided in their political values, but there are some things in life they generally agree on. When asked in a national survey to say what makes their lives meaningful, Americans across the political spectrum placed family at the top, and partisan differences were modest among those who mentioned family, career, money or friends.

Among nine aspects of life cited by at least 10% of respondents, the only large difference between the parties was in the importance of spirituality and faith, according to a September 2017 Pew Research Center survey of 4,867 U.S. adults that asked people to describe in their own words what keeps them going in life. Overall, 28% of Republicans mentioned the importance of spirituality and faith, compared with 13% of Democrats.

In other areas, there was little difference between the parties. Family was cited by 72% of Republicans and 67% of Democrats. Career was mentioned by 36% of Democrats and an only slightly smaller share of Republicans (32%), while Republicans were only slightly more likely than Democrats to give a response about money (25% vs. 21%). Democrats and Republicans were equally likely to mention friends (19% each) and health (16%).

The difference in how often partisans mentioned faith and spirituality becomes more pronounced when ideology is factored in. About a third (35%) of conservative Republicans mentioned spirituality’s importance to them, compared with about half as many liberal and moderate Republicans (17%) and conservative and moderate Democrats (also 17%). Only about one-in-ten liberal Democrats (9%) mentioned something about spirituality or faith in response to this open-ended question. Responses to the survey question were analyzed with a computational model that helped identify recurring keywords that appeared when people mentioned particular topics. Several validation tests were then conducted to ensure that these keywords were accurately characterizing responses.

Trump no fue al retiro y maneja la agenda del G20 a su antojo




Mientras el presidente Mauricio Macri recibía a los mandatarios extranjeros que iban llegando a media mañana a Costa Salguero para el inicio de las deliberaciones del G20, la demora de Donald Trump generó los más variados comentarios, incluso disparatados.

Lo cierto es que el líder republicano evitó participar del "retiro", la reunión a solas de los presidentes mantienen durante 90 minutos, sin siquiera asesores, momento en el que se acuerdan muchos temas importantes a escala global, y se habla con una franqueza que está lejos de los discursos públicos. Se sabe que Trump no es amigo de esas negociaciones previas, ya había hecho lo mismo en cónclaves anteriores, pero hubo otro detalle de la actividad del mandatario norteamericano en Buenos Aires que también dejó en claro que maneja la agenda en torno al G20 a su antojo: la demora con la que llegó a la cita temprana con Macri en Casa Rosada.

Esa reunión bilateral de Macri con Trump se había anunciado para las 6.55, pero la comitiva del mandatario estadounidense a la Rosada llegó a las 7.20.

En pleno viaje a la Cumbre, y por Twitter, Trump ya había anticipado que cancelaba la reunión prevista con el presidente ruso Vladimir Putin, y ahora todas las miradas globales están en la reunión de mañana con el líder chino Xi Jinping, un cónclave sobre el que el mismo Trump dijo en la Casa Blanca, antes de viajar a Buenos Aires: "tengo ganas de hacer algo con los chinos, pero no sé si voy a hacerlo". Un Trump auténtico.

Tras los cruces por China, Trump plantó a Macri en el escenario



Faurie desmintió que los presidentes hayan hablado sobre la actitud "depredadora" de Pekín, y el estadounidense le hizo un desplante.


La guerra comercial entre Estados Unidos y China se coló en la reunión entre Mauricio Macri y Donald Trump, y obligó al Gobierno argentino a negar un supuesto diálogo referido a "la actividad económica depredadora" de Beijing, que había difundido la Casa Blanca. La desmentida le valió a Macri un desplante de Trump en el escenario del G20

La calma y distensión del encuentro de esta mañana entre Macri y Trump se alteró después de finalizada la reunión privada, cuando la Secretaria de Prensa estadounidense, Sarah Sanders, difundió un comunicado en el que aseguró que los mandatarios se refirieron a la disputa comercial y deslizó que el argentino respaldó la posición norteamericana.

"Los dos líderes reiteraron su compromiso compartido de enfrentar los desafíos regionales como Venezuela y la actividad económica depredadora china", asegura la declaración difundida por Sanders, que participó de la reunión de los presidentes y sus equipos.

Poco después, el canciller Jorge Faurie y el ministro Nicolás Dujovne brindaron una conferencia de prensa en la que el jefe de la diplomacia tuvo que responder sobre los dichos de Sanders y se vio obligado a desmentir a la Casa Blanca. "No creo que se haya hablado en esos términos", respondió incómodo Faurie (que también estuvo en la reunión), acaso sabiendo que estaba yendo en contra de una nota oficial del gobierno estadounidense y no simplemente de una declaración al pasar.

La desmentida del canciller parece no haber pasado desapercibida para la Casa Blanca. Unas horas después lo sufrió Macri, cuando vio como su amigo Trump lo dejaba plantado en el escenario del G20. Lo hizo durante la foto oficial, momento en el que se lo vio algo molesto y hablándole bastante al argentino.

Luego se retiró y cuando Macri lo llamó para continuar las fotos, el estadounidense no volvió. "Donald, Donald", le gritó Macri, pero no hubo caso.

Se trata de un coletazo inesperado para Macri del tema central de la cumbre del G20: la guerra comercial de Estados Unidos y China. La reunión entre Trump y Xi Jinping del sábado por la noche es sin dudas lo más relevante del G20 ya que podría ponerle fin o profundizar la disputa que tanta incertidumbre ha causado en los mercados internacionales.


Este jueves el asesor económico de la Casa Blanca Larry Kudlow aseguró que Trump piensa "que hay una buena posibilidad de que el acuerdo sea logrado", aunque también le mostró los dientes a Pekín y amenazó con imponer nuevos aranceles por hasta 267.000 millones de dólares en caso de no solucionar los conflictos. Lo mismo hizo hoy Sanders, que agregó el condimento de incluir a un tercer estado.


El problema para Macri es que pese a su muy buena relación con Trump tiene que hacer con China, que le reporta muchas mejoras noticias que Washington en relación a las inversiones. De hecho, este domingo cuando el Presidente se reúna con Xi Jinping se anunciarán acuerdos por el swap de monedas, las centrales nucleares y las hidroeléctricas.

G20: Trump incomoda a Macri con una declaración provocadora sobre China




El paso de Donald Trump por la Casa Rosada expuso al presidente Mauricio Macri a la dificultad diplomática de ser el anfitrión de la cumbre del G-20 en medio de la guerra comercial que enfrenta a Estados Unidos y China.

La vocera de Trump, Sarah Huckabee Sanders, registró en el comunicado oficial posterior a la reunión bilateral que los dos presidentes habían expresado "su compromiso compartido de enfrentar los desafíos regionales como Venezuela y la actividad económica depredadora china".

La declaración -sobre todo la expresión "depredadora"- causó una inmediata incomodidad en el gobierno argentino, que intenta mantener un equilibrio entre las dos superpotencias comerciales del mundo. De hecho, Macri dedicará buena parte del domingo a agasajar y firmar acuerdos comerciales y de inversión con el líder chino, Xi Jinping .

La reacción oficial fue bajarle el tono a la declaración de Sanders. El canciller Jorge Faurie dijo a los periodistas a media mañana: "No creo que haya habido una referencia en esos términos", en relación a los dichos de Sanders sobre la política "depredadora" de China. El ministro insistió en calificar de "extremadamente cordial" el clima de la reunión.

Macri y Trump compartieron un desayuno de trabajo para impulsar la relación bilateral y establecer temas de agenda claves para ambos países.
Cumbre del G20: el ingreso de Trump a la Casa Rosada y los discursos de bienvenida07:45


Ambos mandatarios brindaron un discurso de apenas minutos antes de pasar a la reunión oficial. Macri reiteró su agradecimiento a la Casa Blanca por su apoyo ante el Fondo Monetario Internacional (FMI), mientras que Trump recordó el pasado en común como hombres de negocios y aseguró que la idea del encuentro es sacar beneficios para ambos países.

Tras los 45 minutos que duró la reunión, Trump abandonó la Casa Rosada sin emitir palabra. Dejó la comunicación en manos de Sanders, que insistió con "reafirmar la sólida asociación entre Estados Unidos y Argentina" e incluyó las aludidas referencias a Venezuela y China.

En medio de la guerra comercial entre EE.UU. y el gigante asiático, tras los aranceles impuestos por Trump a las importaciones de ese origen, las expresiones de la Casa Blanca complican el equilibrio que busca Macri entre el apoyo financiero estadounidense y las inversiones chinas.

El comunicado de Sanders añadió que en la charla también se discutió sobre "la intención de la Argentina de seguir adelante con la agenda económica en favor del crecimiento del presidente Macri y de expandir el comercio justo y recíproco entre los dos países".