Trump y la clase obrera blanca


La grieta política y social en EE.UU., puede forjar el carácter del resto del siglo

[Lo que sigue es un avance de la próxima revista Catalyst: a Journal of Theory and Strategy, editada por Robert Brenner y Vivek Chibber, que saldrá publicada esta primavera por Jacobin. Este ensayo aparecerá en su primer número]

La Historia ha sido hackeada. Las “imposibles” victorias de Trump en junio y noviembre, junto con el asombroso desafío de la campaña de primarias de Sanders, han demolido gran parte del sentido común de las élites políticas y han destruido las dos dinastías, los Clinton y los Bushes, que han dominado la política nacional durante treinta años. Desde el Watergate no ha habido otro momento de incertidumbre y desorden potencial infectando cada institución, red o relación política, incluyendo el entorno del propio Trump.
Lo que era inimaginable unos pocos meses antes, ahora ha llegado a pasar: la extrema derecha tiene un pie dentro de la Casa Blanca, un odiado maníaco aconseja sobre seguridad nacional, un racista blanco controla la maquinaria del Departamento de Justicia, la industria del carbón gobierna el Departamento de Comercio, y un ricachón pro educación-en-casa está a cargo de la política nacional en educación. Oscuros billionarios como DeVoses y Mercers que han pasado años transformando Michigan y Texas en laboratorios de las políticas de derechas ahora cobran su apoyo por el presidente electo en el tipo de influencia nacional que una vez disfrutaron los Rockerfellers y los Harrimans. El carbono ha ganado la batalla del Antropoceno y el caso Roe contra Wade se ha puesto en la tabla del carnicero. Lejos de unas elecciones en las que se suponía se iba a registrar la creciente influencia de mujeres, millenials, activistas en contra del cambio climático y gente de color, una extrema derecha geriátrica ha arrebatado el poder político en una escala aterradora.
La victoria de Trump, por supuesto, puede resultar ser la danza fantasma de una cultura blanca agonizante, rápidamente seguida por un retorno a la normalidad globalista y obamiana o, por el contrario, nos estaríamos adentrando en la zona crepuscular de un fascismo de cosecha propia. Los parámetros de los próximos cuatro años son enormemente desconocidos. Mucho depende de si los Republicanos tienen éxito incorporando a los viejos estados industriales del Medio Oeste superior en su imperio de los estados planos y meridionales ya sólidamente rojos. En ese caso, sus ventajas electorales estructurales, como subrayó recientemente el National Review, superarían el voto popular por una década más.
Pero cualquiera que sea el escenario, el problema de máxima importancia inmediata para la izquerda es si la coalición de Sanders, incluyendo los sindicatos progresistas que le respaldaron, pueden permanecer viva como un movimiento independiente superando las divisiones culturales y raciales entre la gente trabajadora americana. Una extraordinaria reestructuración del campo político, los cuadros y el patronazgo están teniendo lugar en una atmósfera de caos e incertidumbre, pero necesitamos entender más claramente si 2016 refleja, o anticipa necesariamente, un realineamiento fundamental de las fuerzas sociales.

Breaking Bad

Estas no van a ser unas elecciones sobre la amabilidad
- Donald Trump

El relato mainstream, aceptado por gran parte de la derecha y la izquierda, es que Trump cabalgó una ola de resentimiento de clase trabajadora blanca, movilizando a los abstencionistas tradicionales así como a los trabajadores de cuello azul alienados (Republicanos y Demócratas), algunos de los cuales fueron también seducidos por Sanders. Los analistas políticos, así como Trump mismo, enfatizaron las afinidades de la campaña con los movimientos nacionalistas de derechas en Europa que de igual forma dicen combatir la globalización en nombre de los trabajadores olvidados y los pequeños comerciantes.
Interminablemente citadas han sido las encuestas exitosas que demuestran la extraordinaria popularidad de Trump entre los hombres blancos sin titulación universitaria, aunque las mismas encuestas indican que Trump obtiene sus mayores rendimientos entre los votantes republicanos de clase media (es más, si creemos las encuestas en Winsconsin y algún sitio más, un quinto de los votantes de Trump tenían una opinión desvaforable de su candidato y votaron tapándose la nariz). En cualquier resultado él volteó un tercio de los condados que habían votado por Obama dos veces seguidas. Sin embargo hasta que la Bureau of the Census’s Current Population Survey estadounidense publica sus análisis demográficos de votantes, los politólogos solo pueden especular sobre si los cambios de alianzas o los cambios en la participación fueron los principales responsables de los resultados.
Lo que sigue es un escéptico interrogatorio de este relato, empleando los datos de voto a nivel de condado para comparar la campaña presidencial de 2016 con la campaña de 2012 en las viejas regiones industriales del Medio Oeste y los Apalaches. Una serie de patrones de voto específicos emergen, sólo uno de los cuales confirma el estereotipo de los “Demócratas de Trump”. El fenómeno es real pero enormemente limitado a uno o más de los condados del Rust Belt desde Iowa a Nueva York donde una nueva ola de cierres y deslocalizaciones ha coincidido con crecimientos de población migrante o refugiada. Los expertos analistas de elecciones han confundido consistentemente los votos de cuello azul cazados de lejos por los candidatos presidenciales republicanos con la deserción localizada de demócratas de clase trabajadora hacia Trump. Varios cientos de miles de votantes de Obama, blancos y de cuello azul, a lo sumo votaron por la visión de Trump del comercio justo y la reindustrialización, pero no los millones que usualmente se invocan. No estoy insinuando con esto que estas importantes cabezas de puente no se expandan en el futuro por las continuas interpelaciones a la identidad blanca y el nacionalismo económico, sino simplemente que han sido sobreinterpretadas como claves de la victoria de Trump.
El “milagro” de la campaña del magnate, aparte de su astuto éxito en manipular a su favor la cobertura negativa de los medios, fue capturar la totalidad del voto de Romney, sin ninguna de las mayores deserciones (mujeres republicanas con titulación universitaria, latinos conservadores, católicos) que las encuestas habían predicho y con los que Clinton contaba. Como en un misterio de Agatha Christie, Trump eliminó a sus aturdidos oponentes en las primarias uno detrás de otro con insinuaciones asesinas mientras machacaba con sus temas estrella sobre corrupción de las élites, acuerdos comerciales traicioneros (“el mayor robo de trabajo en la historia del mundo”), inmigrantes terroristas y el declive de las oportunidades económicas para los blancos. Con el apoyo de Breitbart y la extrema derecha, básicamente corrió con los viejos zapatos de Patrick Buchanan.
Pero si el nacionalismo visceral y el odio blanco le dieron el nombramiento, ello no fue suficiente para asegurar que los grandes batallones del Grand Old Party, especialmente los evangelistas que habían apoyado a Ted Cruz, harían campaña activamente por él. El golpe de ingenio de Trump fue dejar a la derecha religiosa, incluyendo a los antiguos voceros de Crus David Barton y Tony Perkins, redactar el borrador del programa republicano y entonces, como garante, seleccionar uno de sus héroes como su compañero de carrera.
Al mismo tiempo, Rebekah Mercer, cuyo súper PAC (Political Action Comitee) ha sido el principal patrocinador de Cruz, secundó a Trump con su equipo político: la encuestadora Kellyanne Conway, la cabeza del Citizens United David Bossie, y la silla del Breitbart Stephen Bannon (“sería difícil exagerar la influencia de Rebekah en el mundo de Trump ahora mismo”, contó un insider al Politico después de las elecciones). Esta fusión de dos Republicanos insurgentes anti-establishment fue el suceso crucial que muchos analistas electorales pasaron por alto.
Los analistas exageraron el factor “populista” de los trabajadores de cuello azul en la victoria de Trump mientras subestimaban el capital acumulado por el movimiento por el derecho a la vida y otras causas sociales conservadoras. Con la Corte Suprema en juego y Pence sonriendo desde el estrado, era más fácil para la congregación perdonar al pecador que encabezaba la papeleta. Trump, como resultado de ello, recibió un mayor porcentaje del voto evangelista que Romney, McCain, o Bush, mientras Clinton se desempeñó peor que Obama entre los católicos, especialmente los latinos (una bajada de 8 puntos). Contra toda expectativa, Trump también mejoró los resultados de Romney en los suburbios.
Sin embargo – y esto es una importantísima restricción – él no incrementó el voto total de Romney ni en el Sur ni en el Medio Oeste; de hecho cayó ligeramente en ambas regiones. Clinton, no obstante, recibió casi un millón de votos menos que Obama en el Sur y casi tres millones menos que el presidente en el Medio Oeste (véanse tablas 1 y 2). Abdicando de cualquier esfuerzo serio en las pequeñas ciudades industriales, Clinton se centró casi enteramente en los mayores condados metropolitanos y los mercados mediáticos.

Más aún, al contrario que Obama, Clinton no tuvo una estrategia comprometida con los evangelistas y su posición sobre el aborto tardío, incluso siendo malinterpretada, le hizo perder un incontable número de católicos pro-obama. Igualmente Clinton ignoró los ruegos del Secretario de Agricultura Tom Vilsack para invertir recursos de campaña en áreas rurales. Mientras Trump laboraba en el interior, el itinerario de Clinton se saltó todo el estado de Winsconsin así como centros muy disputados como Dayton. El entorno de Clinton obviamente creyó que la agresiva campaña de las últimas semanas por parte de Obama y Sanders, reforzada por celebridades como Springsteen y Beyoncé, le asegurarían una fuerte participación de afroamericanos y millenials en los núcleos urbanos mientras ella cosechaba votos de iracundas mujeres republicanas en los suburbios.
Inexplicablemente ignoró las señales de peligro que venían del Rust Belt, permaneciendo “totalmente callada sobre la economía y cualquier plan de futuro que fuese útil para la gente”. Su increíble desatención a la agitación de votantes en los condados no metropolitanos ampliamente demócratas demostró ser su ruina en los colegios electorales, a pesar de las grandes mayorías populares en la Costa Oeste (igualó o superó la proporción del voto de Obama en 2012 sólo en Massachusetts, Georgia, Texas, Arizona y California – las últimas tres, por supuesto, muestran una movilización tremenda de voto latino).

En los tres estados clave – Florida, Wisconsin, y Michigan – un factor adicional en su derrota fue una participación menor y menos animada del voto afroamericano que en 2012. La reforma del bienestar y la super-encarcelación, como el NAFTA, habían vuelto para perseguirla. Es más, en Wisconsin y Michigan no consiguió recabar el apoyo joven por Sanders y en ambos estados el voto por Jill Stein terminó siendo mayor que el margen de derrota de Clinton.
Pero deberíamos ser cautelosos a la hora de verter todas las culpas sobre Clinton y su polémico círculo de confianza. Si ella hubiera sido el principal problema, entonces los Demócratas locales deberían haberla superado consistentemente. De hecho, eso raramente ocurrió y en diferentes estados su voto fue significativamente mayor que el de los Demócratas locales. El malestar de los Demócratas, debería quedar claro, permea cada nivel del partido, incluyendo el irremediablemente inepto Democratic Congressional Campaign Committee. En el Medio Oeste, en particular, los Demócratas han venido funcionando en gran medida con parches, designando veteranos fracasados como el antiguo alcalde de Mikwaukee Tom Barret (quien perdió frente a Scott Walker en 2012) y el antiguo gobernador de Ohio Ted Strickland (masacrado por Rob Portman en la carrera al Senado).
Mientras tanto, para el inteligente equipo en torno a Obama, mantener a la Casa Blanca, y no fortalecer a los partidos estatales, ha sido la incansable prioridad, y a veces la única. Al este de las Montañas Rocosas, como resultado, los Republicanos han sobrepasado su marca de 1920 en escaños al legislativo. Veintiséis estados son ahora triplemente republicanos (control de ambas cámaras y del gobernador) frente a simplemente seis para los Demócratas. Las iniciativas progresistas de ciudades demócratas como Minneapolis (vacaciones pagadas) y Austin (santuario) enfrentan el veto de legislaturas reaccionarias.
Además, como los investigadores de Brookings han mostrado recientemente, desde el 2000 una paradójica dinámica centro-periferia ha emergido dentro del sistema político. Los Republicanos han incrementado su golpe electoral a nivel nacional a pesar de que han perdido fuerza constantemente en los condados metropolitanos que son centro neurálgico de la economía. Los menos-de-500 condados que Hillary Clinton se llevó a nivel nacional abarcaban un masivo 64% de la actividad económica norteamericana sobre la medición del total de 2015. Por contraste, los más-de-2600 condados que Donald Trump ganó generaban sólo un 36% del resultado del país – poco más de un tercio de la actividad económica de la nación”.
Los votantes de Trump, el campo contra las ciudades, se han convertido en algo así como una versión americana de los Jemeres Rojos. Algunas partes de esta “otra América”, ciertamente, han sido siempre territorio republicano desde la Edad de Piedra, dominados por grandes terratenientes, Elmer Gantries, pequeños industriales y banqueros, y los descendientes del KKK. Pero el abandono no tan benigno de lo que una vez fueron ciudades industriales y el país montañoso del carbón firmemente demócratas es un reflejo de la marginalización de los antiguos sindicatos CIO dentro del partido y – aquí el estereotipo sí es preciso – las prioridades siempre prevalecientes de Hollywood, Silicon Valley y Wall Street. La América digital es azul, y la América analógica, a pesar de ser pobre, es roja.
Finalmente, necesitamos tomar consciencia del bizarro marco de la contienda. En análisis electorales comparativos la estructura del sistema se suele concebir como incambiable entre ciclos. Esto se ha mostrado rotundamente falso en 2016. Gracias a la decisión de la Corte Suprema de 2010 Citizens United, esta fue la segunda elección presidencial con las esclusas del dinero negro ampliamente abiertas y, a diferencia de 2012, los aparatos de los partidos nacionales perdieron el control de las primarias ante los partidos de sombras de Trump y Cruz y, en el caso de los Demócratas, ante la cruzada de Sanders financiada por las bases y sin precedente alguno.
Fue también la primera elección llevada a cabo después de destripar las partes clave de la Ley de Derechos Electorales (Voting Rights Act) y la extendida adopción de estrategias de anular votantes seguidas por legislaturas estatales republicanas. Como resultado de todo ello, “14 estados han tenido nuevas restricciones de voto en vigor en 2016, incluyendo estrictas leyes de identificación de votantes, menor número de oportunidades para el voto joven y reducciones de los lugares de votación”. Los cierres de urnas fueron exageradamente extensos en Arizona, Texas, Lousiana y Alabama.
Y como un horrorizado David Brooks enfatizó, estas fueron las primeras elecciones de la “post-verdad”, surrealistamente inundadas en las mentiras de Trump, noticias falsas manufacturadas en Macedonia, invasión de chateos-robot, “dark posts” en facebook, mensajes cifrados para públicos target (dog whistles), teorías de la conspiración y un mortal goteo de revelaciones de correos hackeados. De todas las presiones e influencias, sin embargo, incluyendo las intervenciones de Comey y Putin, la más desastrosa para la exsecretaria de Estado fue la decisión de los principales medios de comunicación de "equilibrar" el reportaje dando igual cobertura a sus correos electrónicos que a los abusos sexuales en serie de Trump. “Durante la campaña de 2016, los tres principales noticiarios dedicaron un total de 35 minutos a una combinación de temas políticos – de todo tipo. Mientras tanto, dedicaron 125 minutos a los emails de la señora Clinton”.
El Mítico Muro Azul
Mirando de frente las elecciones presidenciales, la estrategia de Trump apunta a un muro rojo que podría ser mayor y más bonito que el muro azul de los Demócratas.
El cortafuegos azul de Clinton se rompió en Minnesota; fue estrechamente traspasado en Wisconsin, Michigan y Pensilvania; y colapsó totalmente en Ohio (e Iowa, si lo considerásemos un estado demócrata). La completa franja de condados que en 2012 estaban con Obama en el noroeste de Illinois, el este de Iowa, el oeste de Wisconsin y Minnesota, y el norte de Ohio y Nueva York fueron ganados por Trump.
El “margen desplazado” – ganando o perdiendo porcentajes Clinton en 2016 respecto a Obama en 2012 – estaba sobre los 15 puntos en Virginia Occidental, Iowa, y Dakota del norte; de 9 a 14 puntos en Maine, Rhode Island, Dakota del Sur, Hawái, Misuri, Michigan y Vermont. En el antiguo cinturón automovilístico del sur de Wisconsin (condados de Kenosha y Rock), donde Obama había aplastado a Romney por enormes márgenes en 2012, el voto demócrata cayó un 20% y el antiguo bastión de UAW de Kenosha fue para Trump.
Incluso en Nueva York Clinton acabó 7 puntos por detrás que Obama, gracias al masivo voto republicano en el este de Long Island (condado Suffolk) y al pobre apoyo de los demócratas de cuello azul en los viejos distritos industriales en el norte del estado. De acuerdo a los sondeos a pie de urna, Clinton ganó el 51% de las centrales sindicales, un espectáculo muy pobre en comparación con el 60% de Obama en 2008 y 2012. Trump superó el voto sindical de los tres candidatos republicanos previos y en Ohio ganó una mayoría rotunda.
Este patrón es particularmente irónico en la medida en que los Demócratas en muchas de esas áreas habían arrojado enormes cantidades de voto por Clinton durante las primarias de 2008. De hecho se había asumido que este era el estado de Clinton. “¡Cómo podrían perder Michigan por 10,000 votos!” se quejó el veterano analista Stanley Greenberg, un arquitecto clave de la victoria de 1992 de Bill Clinton, cuando vio los resultados finales.
Pero un hecho predominante determinó el resultado: los Republicanos habían tenido una estrategia agresiva para ganar control en el Rust Belt, apoyada por una espectacular infraestructura de think thanks a nivel estatal, donantes billionarios regionales, y magos del pucherazo provenientes del Republican State Leadership Comittee. Por el contrario, los Demócratas, especialmente aquellos en los condados industriales pero no metropolitanos tan comunes en la zona norte del Medio Oeste, habían sido abandonados a oscilar con el viento por un partido nacional que (dejando aparte los rescates a General Motors y Chrysler) no ofrece remedios para el deterioro mayor y la pauperización comunal.
As readers of David Daley’s bestselling Ratf**ked know, Rove and his conservative quants responded to the meltdown of Republican power in 2008 with an audacious scheme for retaking power in Washington through control of decennial redistricting. The Midwest was the bullseye. “There are 18 state legislatures,” Rove wrote in the Wall Street Journal, that have four or fewer seats separating the two parties that are important for redistricting. Seven of these are controlled by Republicans and the other 11 are controlled by Democrats, including the lower houses in Ohio, Wisconsin, Indiana and Pennsylvania. Republican strategists are focused on 107 seats in 16 states. Winning these seats would give them control of drawing district lines for nearly 190 congressional seats.
Como sabe cualquier lector del bestseller Ratf**ked, Rove y sus cuantos conservadores respondieron a la desintegración del poder republicano en 2008 con un audaz esquema para retomar el poder en Washington a través del control de la redistribución decenal de distritos. El Medio Oeste era la diana. “Hay 18 asambleas legislativas estatales”, escribió Rove en el Wall Street Journal,
“que tienen cuatro o menos escaños que separan a los dos partidos que son importantes para la redistribución de distritos. Siete de ellas están controladas por los Republicanos y las otras once por los Demócratas, incluyendo las cámaras bajas en Ohio, Wisconsin, Indiana y Pensilvania. Los estrategas republicanos están centrados en 107 escaños en 16 estados. Ganar esos escaños les daría el control de dibujar las líneas entre distritos de en torno a 190 escaños del congreso”.
En el evento, como muestra Daley, el asqueroso cambio (cerca de 30 millones de dólares) gastado en contiendas dirigidas a lo estatal 2010 produjo una revolución en el poder del partido con los Republicanos ganando cerca de setecientos escaños y el control de las asambleas claves en Wisconsin, Ohio, y Michigan, así como Florida y Carolina del Norte. La redistribución de distritos generada por ordenador produjo puntualmente un mapa de ensueño que hacía prácticamente invulnerable el control de la Cámara por parte de los Republicanos hasta el censo de 2020, a pesar de las fuerzas demográficas favoreciendo a los Demócratas.
La piece d’resistance era el pucherazo de Ohio supervisado por John Boehner. “El Partido Republicano controlaba el rediseño de 132 asambleas estatales y 16 distritos del Congreso. La redistribución de distritos republicana resultó en una ganancia neta para el caucus de la cámara estatal del Partido Republicano en 2012 y permitió que una mayoría republicana de 12-4 regresara a la Cámara de Representantes estadounidense – a pesar de que los votantes dieran su voto sólo a un 52% de los Republicanos al Congreso” (Hay casos peores: en Carolina del Norte en 2012 los Demócratas ganaron una mayoría del voto al congreso a nivel estatal, pero obtuvieron sólo cuatro de los 13 escaños de la cámara).

En el Medio Oeste las victorias del Tea Party de 2010 trajeron una nueva generación de salvajes Republicanos al poder, muchos de ellos formados por think thanks de extrema derecha como el Indiana’s Policy Review Foundation (dirigido una vez por Mike Pence), Michigan’s Mackinac Center, Wisconsin’s MacIver Institute, and Minnesota’s Center of the American Experiment, todos ellos arruinándose por una pelea a muerte con los sindicatos del sector público de la región y los gobiernos progresistas de las grandes ciudades. Coordinándose a través de la State Policy Network (65 think thanks conservadores) y el American Legislative Exchange Council, lanzaron campañas para destrozar los derechos de negociación colectiva del sector público, destruir a los sindicatos a través de leyes de “derecho al trabajo”, y privatizar la educación pública mediante cupones.
En otras palabras, se centraron en incrementar sus ventajas legales y estructurales en formas que los Demócratas encontrarían difícil, e incluso imposible, revertir. Sindicatos y estudiantes, por supuesto, lideraron una épica resistencia en Wisconsin pero fueron incapaces de echar a Scott Walker, en gran parte a causa del deslucido carácter del candidato demócrata. En Ohio los sindicatos tuvieron más éxito y repelieron el “derecho al trabajo” por referéndum, pero en Indiana, Michigan y Virginia Occidental, las mayorías republicanas se impusieron a través del “derecho al trabajo” y en Michigan un sistema de administración para las escuelas de Detroit inspiradas en el Mackinac Center.
La papeleta republican en 2016, desde los cargos al Senado hasta los representantes estatales y los jueces, se beneficiaron irónicamente del escaso apoyo a Trump por parte de los Kochs y otros mega-donantes conservadores que cambiaron su financiación a la carrera presidencial para preservar el control del Congreso. Por primera vez los super-PACs gastaron más en las carreras al Senado que en la campaña presidencial. Trump, a quien el New York Times estimaba haber recibido dos billones de publicidad libre gracias a la atención mediática, se vio escasamente afectado, pero la enorme inyección de dinero negro en las competiciones estatales fue revolucionaria.
Más de tres cuartos de los fondos de campaña al Senado en 2016 vinieron de fuentes no pertenecientes a ese estado y “en sólo tres grupos, One Nation [Adelson], la red de Koch Americans For Prosperity, y la Cámara de Comercio estadounidense, estaba representado el 67% del gasto en dinero negro”. El resultado, de acuerdo a algunos politólogos, ha sido la “nacionalización” de la política estatal. “Como resultado de la creciente conexión entre las elecciones estatales y presidenciales la división alguna vez clara entre la política estatal y la política nacional ha desaparecido enormemente en la mayor parte del país”. Por lo tanto por primera vez en la historia, “no había voto dividido en 2016 entre candidatos al Senado y candidatos presidenciales; los 34 estados con Senado votaron todos por el mismo partido para ambos cargos”.
No es un secreto que el aliado inadvertido de los Republicanos en el Rust Belt ha sido Obama mismo, cuya idealista concepción de la presidencia no incluía ser líder del partido, al menos no a la vieja usanza, fuera de las campañas electorales al estilo de un Lindon B. Johnson o incluso Clinton. En 2010, 2012 y de nuevo en 2014, los candidatos Demócratas se quejaban amargamente de la falta de apoyo por parte de la Casa Blanca, especialmente en la zona norte del sur, Luisiana y Texas.
Obama terminó su presidencia con los Demócratas habiendo perdido cerca de un millar de escaños en asambleas legislativas a lo largo del país. Las asambleas republicanas están ahora apuntando a Misuri y Kentucky – posiblemente Ohio de nuevo, así como Pensilvania y New Hampshire – como los siguientes estados para derechizar. (En Misuri y New Hampshire las enmiendas por el “derecho al trabajo” han superado recientemente las legislativas pero fueron vetadas por los gobernadores demócratas. Ambos estados tienen ahora gobernadores Republicanos). Podrías llamarlo la meridionalización o Dixiefication del Medio Oeste.
Las cunas del CIO
En 1934, un konor predijo no sólo la llegada de un barco de vapor de cuatro chimeneas con Mansren a bordo, sino también un evento que se convertirá en un elemento muy importante para los movimientos de la ideología cargo en el norte de la Nueva Guinea Neerlandesa: la milagrosa llegada de una fábrica.
Los aspectos milenarios de la campaña de Trump – la magia del nativismo y la promesa de un mundo restaurado – han recibido sorprendemente muy pocos comentarios aunque junto con sus erráticos desvaríos fueron quizás sus efectos más impresionantes. La promesa de Clinton de gestionar competentemente el legado de Obama pareció completamente inmadura al lado de la garantía de Trump, más milienarista que demagógico, cuando afirmaba que “los trabajos volverán, las rentas crecerán, y nuevas fábricas volverán a prisa y corriendo a nuestras costas”
Entre los “Demócratas pro-Trump” especialmente, aquellos votantes de Obama blancos y de clase obrera que dieron la vuelta a las elecciones en Ohio y Pennsylvania, el abrazo que realizó Trump tomó los desesperados matices del culto cargo de Papúa, con sus miembros rezando por la vuelta de las fábricas, descrito en el clásico de Peter Worsley The trumpet Shall Sound.
Si Trump es mitad P.T. Barnum mitad Mussolini, también habría que añadirle una parte de John Frum: el “pequeño hombre misterioso (¿un marinero americano?) con pelo blanqueado, de voz aguda y vestido con un abrigo de botones brillantes” a quien algunos melanesios adoran porque supuestamente trajo mercancías del cielo para llevarlas a la isla de Tanna durante la segunda guerra mundial. Al final del día ¿es el territorio de los sueños de Trump – la deportación de los mexicanos, la rendición de China, y la vuelta de los trabajos fabriles a los EEUU- tan diferente de una pista de aterrizaje que se abre camino a machetazos hacia fuera de la jungla?
Pero, percibir una condescendencia antropológica es precisamente lo que lleva a la gente en Dubuque, Anderson y Massena a levantar sus horcas tanto contra los “élites liberales” como contra los “conservadores del establishment”. “Deplorables”, de hecho. Los condados que aparecen en la Tabla 4 se caracterizan por llevar en su ADN el sindicalismo industrial; ellos fueron las cunas del CIO en las grandes guerras laborales del New Deal. Con muy pocas excepciones (1972 y 1984) permanecieron lealmente en el bando demócrata bajo lluvia, granizo y nieve; votando masivamente por Obama en 2008. Entonces por qué, a pesar de los indicadores económicos positivos y con la tasa más baja de desempleo de toda la década, estos viejos condados industriales de repente abandonaron a los Demócratas para abrazar el culto cargo de la reindustrialización de Trump?
Revolviendo torpemente las extrañas piezas del puzzle de Trump, The Economist decidió que “el tono de ansiedad económica que motiva a los defensores de Trump ha sido exagerado”. Pero cuando el análisis baja a lo micro una cantidad abundante de razones para dicha ansiedad emergen. La tabla 5 detalla los cierres de plantas que ocurrieron durante la temporada de campaña – una evidencia llamativa de una nueva ola de trabajos esfumándose y desindustrialización. En casi todos estos condados que cambiaron su tradicional voto, un cierre de planta de calado o un movimiento inminente en esa dirección habían estado en las portadas de los periódicos locales: amargos recordatorios de que el “boom de Obama” los estaba pasando por alto.
Algunos ejemplos sobre Ohio: justo antes de Navidad, la compañía West Rock Paper, la principal empresa empleadora en el condado de Coshocton, cerró sus puertas. En mayo, la vieja planta de locomotoras de GE en Eric anunció que estaba transfiriendo cientos de trabajos a su nueva instalaciones en Fort Worth. El día después de que la Convención Republicana terminase, en Cleveland la FirstEnergy Solutions anunció el cierre de su gigantesca central generadora en las afueras de Toledo, “van 238 plantas de este tipo que cerraba en los Estados Unidos desde 2010”.
Al mismo tiempo en Lorain, Republic Steel formalmente renegó de la promesa de abrir y modernizar la enorme planta de tres millas de largo de US Steel que otrora fuera la principal empleadora de la región. Mientras tanto, en agosto GE alertó del cierre de sus plantas de bombillas en Canton y East Cleveland. Y simultáneamente, las cartas de despido les eran entregadas a los trabajadores en la gran planta de estampado de la Commercial Vehicle Group en Martin´s Ferry en el rio Ohio (condado de Belmont)

“Creo que perder 172 trabajos en la comunidad, incluso en el condado, en una región como la nuestra, es devastador” afirmaba el supervisor escolar local. “Este es otra patada en el estómago para el valle, con las minas de carbón cerrando, la planta de energía y ahora esto. Es una mala noticia después de otra”
Pero, ¿qué ocurre con la raza? Trump, desde luego, ganó en el voto blanco a escala nacional por una diferencia de 21 puntos (un punto por encima de Rommey), y su campaña fueron un Woodstock para fanáticos. Además, tal y como han enfatizado los comentaristas tanto de la derecha como de la izquierda, en estos condados que viraron su voto, con una única excepción, habían votado mayoritariamente a Obama al menos en una ocasión. (A escala nacional el 10% de los votantes de Obama votaron a Trump). Sin embargo, es necesario hacer una distinción entre los verdaderos Sturmtrumpen que abarrotaron los mítines y los votantes de Obama que se sumaron al culto cargo como forma de protesta. Como señaló un periodista británico – contradiciendo la caracterización que su propio periódico hacía de la clase obrera blanca como el “motor” de la insurgencia – “en más de una docena de mítines de Trump, y casi en el mismo número de Estados en el pasado año, nuestro corresponsal se ha encontrado con abogados, agentes inmobiliarios y una horda de pensionistas de clase media, y relativamente pocos trabajadores de cuello azul”

Por otra parte, hay una evidencia de un contragolpe generado a escala regional, promovido por el Tea Party, contra los inmigrantes y los refugiados. En parte esto puede ser resultado de políticas federales que tienden a asignar a los refugiados en zonas donde el coste de vida y la vivienda son bajos y esto hace que frecuentemente sean percibidos como competidores para permanecer como trabajadores del sector servicios mientras que continúan siendo beneficiarios de ayudas que el Estado niega a los ciudadanos. Erie, en donde los refugiados constituyen una décima parte de la población y un ejército laboral de reserva para la cercana industria de los casinos, es un ejemplo bien conocido.
En otras zonas de la Rust Belt, como Reading, Pennsylvania, las comunidades mexicanas que han crecido rápidamente, han sido el objetivo de sostenidos ataques por parte de los nativos, jaleados por el Tea Party y otros personajes de la extrema derecha. En un reciente estudio de políticas y programas del estado, Ohio obtuvo la peor posición en el ranking sobre el tratamiento hacía los inmigrantes indocumentados; una calificación que fue confirmada cuando los Republicanos de la asamblea legislativa esbozaron un mensaje de felicitación (HCR11) al sheriff de Arizona Joe Arpaio.
Una nota sobre una tierra olvidada
“¡Vamos a poner las minas de nuevo en funcionamiento!” declaró Trump a los pocos minutos en su discurso. La multitud rugió, Trump sonrió y varios mineros frenéticamente alzaron pancartas en las que se podía leer “Trump cava carbón”.
Newfoundland, Ordinary, Sideway y Spanglin son pueblos del condado de Elliot, el típico condado apalache en el este de Kentucky. Sus habitantes antaño cultivaban maíz y tabaco y ahora muchos de ellos - afortunados según los estándares locales- trabajan en la prisión estatal de Little Sandy. Su mayor distinción, sin embargo, tiene que ver con un record de voto: es el último condado blanco en el sur que vota demócrata.
De hecho, ha sido demócrata en cada elección presidencial desde que el condado se formó en 1869. George MgGovern, Walter Mondale y Michael Dukakis ganaron aquí y en el 2008 Obama enterró a McCain por un margen de dos a uno. En 2012, pese haber respaldado los derechos de los homosexuales, le dio una sacudida a Romney. El pasado año, sin embargo, el condado de Elliot le cortó la luz a los Demócratas, votando el 70% a Trump y la antigua religión de la plataforma republicana.
En todas las historias políticas después de la guerra civil americana, los Apalaches (zona definida por su comisión regional como 428 condados y tierras altas desde Alabama hasta Nueva York) ha tenido sólo una única estación al sol. Gracias al neoyorkino escritor de bestsellers Michael Harrington (autor de The Other America) y al abogado disidente de Kentucky Harry Caudill (Nights Comes to the Cumberlands) la región por poco tiempo se convirtió en uno de los principales focos de la guerra contra la pobreza, pero entonces fue apartada a un lado tras la llegada de Nixon.
La mayor concentración de pobreza blanca en Norte América, las montañas del norte han sido huérfanas no solamente en Washington sino también en Frankfort, Nasville, Charlestown y Raleigh donde los lobbies del carbón y las grandes compañías han dictado siempre sus prioridades legislativas. Tradicionalmente sus seguidores fueron máquinas condales de producir mayorías demócratas y el azul se fue destiñendo de la Appalachia al principio sólo a regañadientes. Carter ganó con el 68% de los votos en la región y Clinton con el 47% en 1996.
Aunque los Demócratas a escala nacional se fueron identificando progresivamente con la “guerra contra el carbón”, el aborto, y el matrimonio homosexual, los Blue Dogs fueron sacrificados por el voto popular. La United Mine Workers y la Steelworkers, bajo el mejor liderazgo en décadas, lucharon desesperadamente en los 1990 y los 2000 por una gran iniciativa política para defender los trabajos de la industria y las minas en la región, pero fueron dejados de lado por el Democratic Leadership Council y sus análogos líderes en los congresos de Nueva York y California.
Irónicamente, Clinton esta vez sí que tenía un plan para los condados del carbón, aunque estaba enterrado en la letra pequeña de su página web y pobremente publicitado. Ella abogaba por importantes salvaguardas para beneficios en la salud de los trabajadores ligado a las compañías del carbón en quiebra y proponía una ayuda federal para compensar la crisis fiscal de las escuelas de la región. De otra manera, su programa era convencionalmente repetitivo: créditos fiscales para nuevas inversiones, programas de moda para alentar el emprendimiento local, y subsidios para la limpieza y conversión de las tierras mineras en lugares de negocios (se hizo mención a centros de datos de Google – hablando del culto cargo). Pero ahí no había ningún gran programa de creación de trabajos, ni ninguna iniciativa de salud pública para tratar con la pandemia opiácea que estaba devastando la región.
Era una imagen frente al espejo, en otras palabras, de sus exiguas ofertas a los sectores más pobres de las zonas urbanas. Al final el plan no consiguió hacer diferencia alguna, pues la única promesa de Clinton que todo el mundo recuerda fue: “Vamos a poner un montón de minas y de compañías del carbón fuera del negocio”. Sus únicas victorias en los Apalaches fueron un puñado de condados de población universitaria. Mientras tanto Trump se embarcó en un viaje con Jesús y reenganchó el voto de Romney.
La excepción fue Virginia Occidental en donde la masacre a los Demócratas fue tan grande que probablemente termine en el Libro Guiness de los Records. Solo Wyoming dio a Trump un resultado mejor en el voto presidencial. Pero todavía más llamativo es que los 42 puntos de margen de victoria fuera el hecho de que Clinton recibió 54.000 votos menos que los que fueron repartidos previamente en las primarias demócratas. Unas primarias en las que Sanders (125.000 en total) ganó en cada uno de los condados.
El fracaso de convertir a los votantes de las primarias en votantes del partido fue un imponente indicador de su impopularidad. Mientras que el Mountain Party, los afiliados sui generis de Virginia Occidental afiliados de los verdes, se concentraron en la candidatura del gobernador (ganada por el billonario Demócrata y auto-proclamado populista pro-carbón, Jim Justice) y recogió 42.000 votos, un resultado alentador. De otra manera los Republicanos se habrían hecho con el control del legislativo y de la delegación del congreso del que fuera una vez el famoso estado demócrata, por primera vez desde que los dinosaurios deambulaban por la tierra.
Que las políticas no lineales de Virginia Occidental tengan sentido no siempre es fácil, especialmente desde que el Partido Demócrata se ha convertido mayormente en una máquina de elección personal y de un culto de la superviviencia de Joe Manchin (ex-gobernador y ahora senador) y su secuaz Jim Justice. Pero una lección ha quedado clara y probablemente sea extensible a toda la región Apalache: una gran minoría de gente trabajadora, custodios de una heroica historia laboral, están preparados para apoyar alternativas radicales pero solo si estas simultáneamente se hacen cargo de la las crisis económicas y culturales de la región.
Las luchas para mantenerlas redes de parentesco tradicional y el tejido social comunitario en la zona Apalache o, por la misma razón, en los asediados condados de mayoría negra del sur algodonero, deberían de ser tan importantes para los socialistas como defender los derechos individuales para la elección reproductiva y de género. Pero generalmente no lo son.
Lo que traman las brujas
Cualquier futuro demagogo que intente esculpir un camino hacía el poder en los Estados Unidos -por ejemplo a través de la siguiente depresión, si llegara el momento- es casi seguro que seguirá los pasos de Huey.
“Huey Long, si hubiera vivido” escribió John Gunther en Inside U.S.A en 1947, “podría perfectamente haber traído el fascismo a América”. ¿Está Trump dando una segunda oportunidad al fascismo ole’boy? Como el Long de Gunthers, él es también “un monstruo cautivador” y un “demagogo mentiroso , un egoísta prodigioso, vulgar y flojo... un maestro del abuso político” . Igualmente “ha hecho cada promesa a los desposeídos apareciéndose como un salvador, como un mesías desinteresado.”
Pero el gran Pez Rey terminó por dar en el clavo dando respuestas a la mayoría de las promesas al pueblo llano de Louisiana. Les llevó el cargo en forma de servicios públicos y derechos. Edificó hospitales y vivienda pública, abolió el impuesto al sufragio e hizo que los libros de texto fueran gratuitos. Por su parte, Trump y su gabinete de millonarios se muestran más favorables a reducir el acceso a la sanidad, restringir el acceso al voto y privatizar la educación pública. “Fascismo” si ese es nuestro destino para el futuro, no vendrá “disfrazado de socialismo” como predijo Gunthers (y Sinclair Lewis antes que él), sino como una orgia neo-romana de codicia.
Este análisis sólo se ha enfocado en una sola parte del puzzle del corazón del asunto: los viejos condados industriales y del carbón, ahora en declive desde hace dos generaciones. Difícilmente puede ser un informe completo. El retrato regional, por ejemplo puede ser visto considerablemente diferente si tomamos la perspectiva de los sectores públicos más grandes y de la fuerza de trabajo del sector sanitario. Además la historia del Rust Belt es en muchos sentidos una vieja noticia política; la mayor novedad de las pasadas elecciones fue la politización de la movilidad descendente de los jóvenes con estudios universitarios, especialmente aquellos provenientes de la clase trabajadora y de familias inmigrantes. El Trumpismo, sea cual sea su éxito temprano, no puede unificar el sufrimiento económico de los Millenials con el de los trabajadores blancos más mayores porque se interpone el privilegio geriátrico blanco como piedra de toque para todas sus políticas
El movimiento de Sanders, por el contrario, ha hecho ver que el núcleo del descontento puede ser llevado bajo el paraguas de un “socialismo democrático” que haga prender de nuevo las esperanzas del New Deal por derechos económicos fundamentales y los objetivos de igualdad y justicia social del Movimiento por los Derechos Civiles. La oportunidad de un cambio político transformador (“realineamiento crítico” dicho en un vocabulario ahora arcaico) pertenece a los Sanderistas pero solo en la medida en que permanezcan rebeldes contra el establishment demócrata neoliberal y apoyen la resistencia en las calles.
La elección de Trump ha desatado una crisis de legitimación de primer orden y la mayor parte de los americanos que se opusieron a él tienen solo dos puntos de congregación: el movimiento de Sanders o el ex-presidente y su camarilla. Mientras nuestras esperanzas y energías deben invertirse en el primero, sería de necios subestimar al segundo.
Con el descenso a los infiernos de Hillary, no hay sucesor para Obama. La única figura política de primera categoría de la izquierda en la escena americana, se hará todavía más formidable fuera de su cargo, particularmente a medida que su presidencia se bruña fuertemente de nostalgia (La mayor parte olvidaran que la debacle actual empezó con la retirada de los democrátas en 2010, que lleva la firma de un presidente que perdonó a Wall Street mientras deportaba a 2.5 millones de inmigrantes).
Chicago tiene muchas posibilidades de convertirse en la capital de un gobierno en el exilio con los Obama realizando esfuerzos directos para revigorizar el Partido Demócrata y políticas centristas sin ceder poder a la izquierda (Si este escenario de poder dual suena ridículo, uno debería acordarse del precedente de Teddy Roosvelt en el Sagamore Hill durante los años de Taft). Aquellos que creen que el Caucus Progresista mantiene ahora el equilibrio de poder en el Partido Demócrata puede que se sientan bruscamente desencantados cuando Obama vuelva a romper una lanza en representación de las elites del partido.
Mientras tanto Trump, augur del fascismo o quizás no, parece destinado a ser el Macbeth americano, exhibiendo un caos brutal a través de las oscuras tierras altas del Potomac. La guerra política y social, ahora inevitable en los Estados Unidos, puede forjar el carácter del resto del siglo, especialmente desde que se ha sincronizado con similares erupciones por toda la Unión Europea y el colapso de los populismos de izquierda en América Latina.
Tal y como se regodeaba recientemente Pat Buchanan, el padre espiritual de Trump: “Las fuerzas del nacionalismo y populismo se han desatado por todo el Oeste y por todo el mundo. No hay vuelta atrás”. Imaginar escenarios espeluznantes es algo demasiado fácil. Uno puede concebir, por ejemplo, un régimen rabioso y fracasado que reprima las protestas e incite revueltas semejantes a las de los años 60 en las ciudades de EEUU, mientras fútilmente trata de reconciliar sus contradictorias políticas económicas con sus promesas electorales. La consiguiente confusión geo-económica puede promover que los europeos inviten a China a asumir un liderazgo monetario y financiero dentro del bloque de la OCDE.
2016, en este escenario, puede señalar el final del “siglo Americano”. Alternativamente, Beijing podría no estar dispuesta o no ser capaz de parar una recesión mundial o de prevenir un desmembramiento parcial de las cadenas de producción transnacionales. Esto podría girar desde el pacifico hacia Eurasia. En ese caso, 2016 será recordado como el nacimiento de la des-globalización y de un mundo más reconocible en los años treinta que en los 2000.


Mike Davis
profesor del Departamento de Pensamiento Creativo en la Universidad de California, Riverside, es miembro del Consejo Editorial de Sin Permiso. Traducidos recientemente al castellano: su libro sobre la amenaza de la gripe aviar (El monstruo llama a nuestra puerta, trad. María Julia Bertomeu, Ediciones El Viejo Topo, Barcelona, 2006), su libro sobre las Ciudades muertas (trad. Dina Khorasane, Marta Malo de Molina, Tatiana de la O y Mónica Cifuentes Zaro, Editorial Traficantes de sueños, Madrid, 2007) y su libro Los holocaustos de la era victoriana tardía (trad. Aitana Guia i Conca e Ivano Stocco, Ed. Universitat de València, Valencia, 2007). Sus libros más recientes son: In Praise of Barbarians: Essays against Empire (Haymarket Books, 2008) y Buda's Wagon: A Brief History of the Car Bomb (Verso, 2007; traducción castellana de Jordi Mundó en la editorial El Viejo Topo, Barcelona, 2009). Fuente:
https://www.jacobinmag.com/2017/02/the-great-god-trump-and-the-white-working-class/
Traducción:












Enrique Maestu Fonseca 
Julio Martínez-Cava

El creador del agua mineral Benedictino de Chile, Marcelo Guital, y sus particulares técnicas de marketing


Renunció Díaz Gilligan


Dejó el cargo y anticipó que demostrará su inocencia.


El subsecretario general de la Presidencia, Valentín Díaz Gilligan, presentó su renuncia ante el presidente Mauricio Macri y de esa forma dejará su cargo en medio de la polémica por figurar como propietario de una empresa radicada en el Reino Unido que manejó al menos 1,2 millones de dólares a través de un banco de Andorra.


En un gesto inusual para la política, justo cuando otros funcionarios de mayor rango como los ministros Luis Etchevehere, Jorge Triaca y Luis Caputo siguen en sus cargos pese a la comprobación de las fuertes denuncias en su contra, Gilligan presentó por sí mismo la renuncia, pese a que había sido respaldado por parte del gabinete.

La salida de Díaz Gilligan fue confirmada por altas fuentes de la Casa Rosada.

"A pesar del respaldo incondicional que sentí por parte de todos los miembros de nuestro gobierno, no creo necesario continuar aferrado al cargo en medio de un debate mediático sobre mis acciones en los que estuve en la actividad privada", aseguró Díaz Gilligan en la carta dirigida a quien fuera su jefe, Fernando de Andreis.



"Continuaré contribuyendo con las exigentes metas de transparencia que nos propusimos demostrando mi inocencia en todos los ámbitos en que se me reclame. Como manifesté públicamente las acusaciones que se hicieron en mi contra son falsas y así quedará debidamente comprobado", agregó el funcionario saliente.

Aportes de empresas para campañas electorales: el caso de Brasil

por @elloropolitico


1. Brasil, decime qué se siente

El gobierno nacional presentó un proyecto para modificar el actual marco normativo de financiamiento de los partidos políticos y de las campañas electorales. Una de las propuestas consiste en permitir los aportes de empresas (personas jurídicas) en tiempos de campaña (en la actualidad, solo se admiten para actividades ordinarias). En otra nota ya se ha hecho referencia a algunos de los problemas que entrañaría este cambio y se indicó, además, que su concreción significaría ir a contramano de las reformas producidas en los últimos años en otros países: Brasil, Chile, Uruguay, España, entre otros.

Aquí se analizará más en detalle el caso de Brasil, en donde el Superior Tribunal Federal emitió en 2015 un fallo calificado de histórico, declarando inconstitucionales los aportes empresariales para las campañas electorales.

2. Contexto y proceso
En Brasil, las contribuciones de empresas con fines proselitistas se legalizaron en 1995, a partir del escándalo de corrupción que derivó en la renuncia de Collor de Mello. En aquel momento, la Comisión Parlamentaria Mixta de Investigación, encargada de analizar las denuncias contra el ex Presidente, impulsó la decisión utilizando un argumento muy similar al que ensaya en la actualidad Cambiemos: como la prohibición de los aportes empresariales que regía hasta entonces era incumplida por la mayoría de los partidos y candidatos, era preferible su legalización y de esa manera transparentar el proceso.
Años más tarde, en septiembre de 2011, el Superior Tribunal Federal, corte de revisión constitucional, recibió una Acción Directa de Inconstitucionalidad (ADI) por parte de la Orden de Abogados de Brasil, en la que se ponía en cuestión las donaciones de empresas para la competencia electoral.
En septiembre de 2015, en pleno escándalo del Lava Jato, el Supremo Tribunal Federal dio visto bueno a la ADI, emitiendo un fallo en el que declaró inconstitucionales los aportes de empresas, con ocho votos a favor y tres en contra.
En el mismo año 2015, una serie de Diputados, entre ellos Eduardo Cunha, impulsó una nueva ley de financiamiento que buscaba legalizar los aportes de empresas. Rápidamente, la Presidenta de ese momento, Dilma Roussef vetó varios artículos de la nueva ley, siguiendo los lineamientos del Supremo Tribunal Federal. Hasta la actualidad, en síntesis, los aportes de empresas para campañas electorales están prohibidos.

3. El esquema de financiamiento hasta 2015, o sea, hasta antes del fallo (Speck, 2016)
Concentración de empresas. Las estadísticas oficiales indican que existió una fuerte concentración en la relación empresas-donantes. Del total de 5 millones de las empresas en Brasil, sólo 20 mil hicieron donaciones en las campañas. En 2014, por ejemplo, de los 20 mil donantes, los 100 primeros concentraron el 57% de los recursos donados por todas las empresas.
Concentración de candidatos. Otra característica es la alta concentración de recursos en un número reducido de candidatos. Aunado al punto anterior, el esquema de financiamiento hasta 2015 mostraba entonces una excesiva dependencia de unos pocos candidatos en su vínculo con unos pocos y grandes donantes.
El dinero hace a la felicidad. Se percibe en el período analizado una estrecha y directa relación entre las donaciones empresariales y el desempeño electoral. Sin poder determinar con exactitud el sentido de la causalidad, se registra una correlación positiva entre aportes recibidos y performance electoral.
Predominio de aportes empresariales. Aunque la legislación también permitía las contribuciones de personas físicas (ciudadanos), los ingresos de los partidos y candidatos se nutrieron mayoritariamente de recursos provenientes de empresas. Al respecto, en las elecciones presidenciales de 2014, más del 80% de las donaciones a los principales candidatos brasileños tuvieron como origen a empresas privadas.
Odebrecht, omnipresente. Según un registro del Tribunal Supremo Electoral, el grupo Odebrecht aportó en forma directa 80 millones de dólares para 1.087 políticos brasileños entre 2002 y 2016.

4. El fallo: sus lineamientos principales

El fallo del Tribunal tiene más de 300 páginas y en ellas, cada uno de los jueces da sus propias razones para votar a favor o en contra de declarar la inconstitucionalidad de los aportes empresariales. Han recurrido en sus exposiciones a argumentos jurídicos, técnicos, históricos, filosóficos y políticos. Para una lectura más ligera, a continuación, se esbozan algunos puntos salientes de quienes se inclinaron por la inconstitucionalidad, sin identificar en cada caso al Juez que lo expone.

4.1. Visión normativa: sobre las personas jurídicas
El ejercicio de derechos políticos es incompatible con la esencia de las personas jurídicas. Como sostiene el filósofo Ronald Dworkin: “Las empresas son ficciones legales. No tienen opiniones propias para contribuir y derechos para participar con la misma voz y voto en la política”. Autorizar a que las empresas participen de la política sería contrario a la esencia de la vida democrática. Es que el ejercicio de ciudadanía, en su sentido más estricto, presupone tres modalidades de actuación cívica: ius suffragi (derecho de votar); ius honorum (derecho a ser votado) y derecho a influir en la formación de la voluntad política a través de instrumentos de democracia directa, como el plebiscito, referéndum, iniciativa popular. Por sus propias características, tales modalidades son inherentes a personas físicas, siendo un disparate extenderlas a personas jurídicas.
Se podría argumentar que la participación de empresas como donantes mejoraría la calidad democrática, al permitir la circulación de más propuestas y ampliar las discusiones en torno de temas públicos. Pero en verdad, ocurre justamente lo opuesto: la participación de donantes empresarios solo encarece el proceso electoral, sin ofrecer, como contrapartida, mejoras y un perfeccionamiento del debate. De hecho, del vertiginoso aumento de costos de campaña no se sigue una modernización y democratización del proceso político. En rigor, esos elevados costos tienen una justificación pragmática: los candidatos que gastan mayores recursos, poseen mayores chances electorales. Este escenario se agrava cuando se advierte que las personas jurídicas son las grandes protagonistas en las donaciones proselitistas.

4.2. Sobre la libertad de expresión
¿Hay algún principio constitucional contrapuesto que autorice las donaciones empresariales? ¿El de la libertad de expresión? No. Aunque no se niegue su carácter sustantivo, el principio de la libertad de expresión, en el aspecto político, asume una dimensión instrumental y accesoria. Su propósito es estimular la ampliación del debate público, de manera que los individuos tomen contacto con diferentes plataformas y proyectos políticos.
Las donaciones de empresas, antes de reflejar preferencias políticas, denotan un acto estratégico de los grandes donantes, en la búsqueda de estrechar sus relaciones con el poder político, en pactos muchas veces desprovistos de espíritu republicano.
En un escenario ideal, se podría pensar que las empresas se inclinan por respaldar financieramente a los candidatos más alineados con sus preferencias políticas. Ocurre, sin embargo, que una excesiva penetración del poder económico en los procesos políticos compromete ese estado ideal de cosas, en la medida en que el financiamiento empresarial tiende a privilegiar a algunos pocos candidatos en detrimento de los demás. Así, queda dañada la relativa igualdad que debe imperar entre los contendientes.
Al examinar la información sobre las campañas electorales en Brasil, queda en evidencia la ausencia del perfil ideológico de las donaciones empresariales. De la lista con las diez empresas que más contribuyeron a las elecciones generales en 2010, la mitad (cinco) realizó donaciones para los dos principales candidatos a la Presidencia. La apuesta por distintos partidos o candidatos, antes que reflejar preferencias políticas, denota un accionar estratégico de los grandes donantes, que buscan estrechar sus relaciones con el poder político. Ese pragmatismo empresarial busca evitar eventuales represalias políticas, como la pérdida de concesiones o beneficios brindados por el Estado.
Tampoco el paradigma Citizens United v. Federal Election Comision proferido por la Corte Suprema de Estados Unidos ampara la tesis de que la donación por personas jurídicas constituye un ejercicio de libertad de expresión. Es que el máximo tribunal estadounidense no se ocupó específicamente de los aportes realizados directamente por personas jurídicas. La cuestión de fondo versaba sobre la posibilidad de autorizar los denominados gastos independientes, realizados por empresas, es decir, gastos en favor de un candidato sin su previa consulta.
La distinción entre donaciones y gastos independientes fue hecha por la Corte Suprema en 1976, en el célebre caso Buckley v. Valeo. Allí se cuestionó la validez de numerosas disposiciones de la Federal Election Campaign Act – FECA, editado en 1971. Al decidir la controversia, la Corte Suprema aseveró que las restricciones a los gastos independientes violaban la libertad de expresión, señalando como constitucionales, por otro lado, los límites impuestos por la legislación a las donaciones directas establecidas en el FECA. Por lo tanto, incluso en los Estados Unidos, país cuya tradición de respeto y la valorización a la libertad de expresión es ampliamente reconocida, no hay un pronunciamiento de la Corte Suprema a favor de las donaciones por personas jurídicas hechas directamente a las campañas electorales. En definitiva, lo que se desprende de Buckley v. Valeo es que la Corte no consideró que las donaciones realizadas por empresas privadas se conecten directamente con la libertad de expresión, tal como sí lo asentó en el caso de los gastos independientes.

4.3. Argumentos técnicos: controles y límites
Como fuera dicho anteriormente, los defensores de permitir los aportes empresariales suelen fundamentar su posición por razones prácticas: es muy difícil, sostienen, hacer efectiva las prohibiciones en esta materia, con lo cual, la solución consiste en su legalización y de esa manera contribuir a transparentar el modo en que se financian los partidos y candidatos. Al mismo tiempo, suelen propiciar límites y topes máximos en los montos que cada empresa o persona puede aportar, conscientes de que la desigualdad constituye un grave peligro para la democracia.
Estos argumentos, que fueron replicados por Cambiemos para defender su proyecto de reforma, encuentran respuesta en el fallo del Tribunal. En primer lugar, se sostiene que los límites previstos por la legislación para la donación de personas jurídicas para campañas electorales resultan insuficientes para cohibir o al menos aminorar la captura de la política por parte del poder económico, creando una indeseada plutocracia del proceso político.
Por otra parte, se sostiene en el fallo que el argumento de que las empresas continuarían invirtiendo elevadas cantidades en las campañas electorales, no contabilizadas -la llamada “Caja 2”- por infringir la ley, no impide que se constate la disfuncionalidad del actual modelo. En realidad, se afirma, tanto la prohibición de donaciones por empresas privadas como el perfeccionamiento de las herramientas de control pueden caminar juntas. Y, a este respecto, proscribir la donación por personas jurídicas puede, incluso, facilitar la tarea de los órganos de control, una vez que se vuelven autoevidentes las campañas más costosas.
Finalmente, sobre este punto, en el fallo se advierte que no basta con prohibir la financiación de empresas: “Es necesario también abaratar el costo de las elecciones, porque si no se va a cerrar un grifo, el del financiamiento empresarial, pero se va a fomentar la corrupción. Es casi intuitivo que así sucederá, pero eso no modifica nuestro papel de decir: lo que es incorrecto es incorrecto. Existe una norma en el Código Penal que criminaliza el homicidio y a pesar de esa norma, ocurren muchos asesinatos diariamente en el país. Pero no por eso nadie piensa sacar la norma del Código Penal” (Traducción propia).

4.4. La patrimonialización, en perspectiva histórica
La formación del Estado moderno está permeada por un proceso de ruptura progresiva con la patrimonialización del poder, pues el poder económico no debe condicionar el ejercicio del poder político. Un principio básico, en la configuración estatal actual, es que el cargo público no es propiedad de quien lo ejerce (impersonalidad).
Sin embargo, la evolución histórica del Estado brasileño muestra que estos principios republicanos se han visto repetidamente obstruidos. En efecto, la apropiación privada de la cosa pública y las prácticas oligárquicas marcaron a tal punto la cultura política brasileña que sus efectos en la vida política persisten en la actualidad.
Es justamente para combatir estas prácticas oligárquicas que la constitución de 1988 estableció el deber del Estado de proteger la normalidad y legitimidad de las elecciones contra la influencia del poder económico.
El permiso concedido a las empresas de contribuir al financiamiento de las campañas electorales y de los partidos es manifiestamente inconstitucional por ejercer una influencia nefasta y perniciosa en el resultado de los comicios, y compromete la normalidad y la legitimidad del proceso electoral, así como compromete seriamente la independencia de los representantes.
Con la decadencia del coronelismo y la pérdida de eficacia de las formas tradicionales de dependencia del electorado (personalistas y oligárquicas), se fueron imponiendo otras formas de sujeción, más acordes con la evolución asumida por el capitalismo emergente. Sin el voto censitario, sin el voto de cabestro, les quedó a las fuerzas económicas del país actuar a través del financiamiento de las campañas. Antes, las elites agrarias (los productores de caña de azúcar y de café), hoy las elites empresariales (las instituciones financieras, las contratistas y las grandes industrias). En este contexto, la financiación electoral por parte de personas jurídicas no es más que una reminiscencia de esas prácticas oligárquicas y de la participación hipertrofiada del poder privado en la realidad electoral, en violación directa de las cláusulas de la Constitución de 1988.

4.5. La visión política: el modelo de democracia
¿Quién financia la democracia: el pueblo/la ciudadanía o los grupos económicos? Eso es lo que está en juego. Y para el ejercicio de la soberanía popular, es el ciudadano (la persona física) el único constitucionalmente legitimado para ejercitarla. La hora del voto es uno de esos raros momentos -si no el único- en que se produce una perfecta consumación del principio de igualdad, en la que todos los ciudadanos -ricos, pobres, de cualquier raza, opción sexual, credo – son formal y materialmente iguales entre sí. Son formalmente iguales porque la Constitución Federal da el derecho de voto a todos los mayores de 16 años, incluso a los analfabetos. Y son materialmente iguales entre sí porque el voto de cada cual tiene el mismo el mismo valor. Se observa, así, a toda evidencia, que el párrafo único del art. 1 y el capítulo del artículo 14 de la Constitución Federal no se destinan a la persona jurídica: ésta no puede votar, no puede ser votada y, si pudiera votar, el voto no tendría el mismo valor, formal y material, para todas.

No hay, por lo tanto, principio constitucional que justifique la participación de las personas jurídicas en el proceso electoral brasileño, en cualquier fase o forma, ya que no pueden ejercer la soberanía por el voto directo y secreto. En efecto, la financiación electoral debe tener relación con los actores sociales que participan en los comicios: los electores, los partidos políticos y los candidatos. Es innegable que las personas jurídicas desempeñan un papel en la sociedad, pero no son -y no pueden ser – actores del proceso electoral. Si las personas jurídicas no participan en el proceso democrático, porque no gozan de ciudadanía, admitir que puedan financiar el proceso electoral es violar uno de los fundamentos del Estado democrático de Derecho, es decir, el de la soberanía popular.
Las personas jurídicas no tienen ideología política. Ellas buscan, en verdad, atender intereses eminentemente económicos. La razón de la existencia de empresas privadas es la obtención del lucro. “Todos los actos de una sociedad empresarial deben ser afectados por la actividad empresarial prevista en su objeto social. (…). La única manera, a la luz del derecho societario, de justificar tales donaciones, sin que se superen los límites impuestos por el objeto social (que está restringido al ejercicio de la empresa económica), sería demostrar que la elección de un candidato proporciona beneficios económicos a la sociedad empresarial en cuestión y, en particular, que promovería un aumento de los beneficios distribuibles y del valor de las participaciones societarias”.

Can Social Media Be Saved?

Kevin Roose



Credit Glenn Harvey

I don’t need to tell you that something is wrong with social media.

You’ve probably experienced it yourself. Maybe it’s the way you feel while scrolling through your Twitter feed — anxious, twitchy, a little world weary — or your unease when you see a child watching YouTube videos, knowing she’s just a few algorithmic nudges away from a rabbit hole filled with lunatic conspiracies and gore. Or maybe it was this month’s Facebook privacy scandal, which reminded you that you’ve entrusted the most intimate parts of your digital life to a profit-maximizing surveillance machine.

Our growing discomfort with our largest social platforms is reflected in polls. One recently conducted by Axios and SurveyMonkey found that all three of the major social media companies — Facebook, Twitter and Google, which shares a parent company with YouTube — are significantly less popular with Americans than they were five months ago. (And Americans might be the lucky ones. Outside the United States, social media is fueling real-world violence and empowering autocrats, often with much less oversight.)

But it would be a mistake to throw up our hands and assume that it has to be this way. The original dream of social media — producing healthy discussions, unlocking new forms of creativity, connecting people to others with similar interests — shouldn’t be discarded because of the failures of the current market leaders. And lots of important things still happen on even the most flawed networks. The West Virginia teachers’ strike and last weekend’s March for Our Lives, for example, were largely organized on Facebook and Twitter.

The primary problem with today’s social networks is that they’re already too big, and are trapped inside a market-based system that forces them to keep growing. Facebook can’t stop monetizing our personal data for the same reason that Starbucks can’t stop selling coffee — it’s the heart of the enterprise.

Many of the fixes being proposed involve regulation. The Honest Ads Act, a bill in the Senate, would require greater transparency for online political ads. The European Union’s General Data Protection Regulation, which goes into effect in May, aims to give users greater control of their digital information trails. Continue reading the main story



“Social media” resurrects the village of Antiquity, especially its crude, lascivious underside, unsubstantiated stories that echo social...
Young March 30, 2018

In the course of my travels, I sometimes wonder why other governments promote the extensive usage of Facebook, to them a foreign for-profit...

Facebook is just the messenger. Any solution has to include the opportunity to delete all personal data at Data Aggregators: Acxiom, Epsilon...
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But these efforts don’t touch the underlying problems, and in fact could make it harder for start-ups to compete with the giants.

If we’re really serious about changing how social networks operate, far more radical interventions are required. Here are three possible ways to rescue social media from the market-based pressures that got us here.
Give Power to the People

In their book “New Power,” which comes out next week, Jeremy Heimans and Henry Timms write about the struggle between centralized, top-down institutions, which represent “old power,” and decentralized, bottom-up movements, which represent “new power.”

Facebook, they write, is an example of a new power institution that serves old power interests. It harvests the creative output of billions of people and turns it into a giant, centralized enterprise, with most users sharing none of the economic value they create and getting no say in the platform’s governance.

Instead, the authors ask, what if a social network was truly run by its users?

“If you’re contributing economic value to something of this much social consequence, you should share in the value you’re creating,” Mr. Heimans told me.

Nathan Schneider, a professor of media studies at the University of Colorado, had a similar idea in 2016, when he proposed that Twitter users band together to buy the platform from its shareholders and convert it into a user-run collective, similar to the way a local credit union is run. People who made valuable contributions to the network, such as employees and power users, would receive bigger stakes and more voting power. And users would have a seat at the table for major decisions about the platform’s operations.

It’s exceedingly unlikely that Mark Zuckerberg, who has fought hard to keep control of Facebook, will ever convert the company into a user-owned and run collective. But Mr. Schneider believes that giving more control to responsible users could help restore trust in the network, and signal the kind of values Mr. Zuckerberg says he wants Facebook to represent.


“He could show that he takes democracy seriously enough to start with his own baby,” Mr. Schneider said.

Create a Social Federation

Another radical approach would be to make social networks work more like email — so that independent apps could seamlessly work together with one another, across a common protocol.

Instead of one big Facebook, a federated social network would look like clusters of independent nodes — Mombook and Athletebook and Gamerbook — all of which could be plugged into the umbrella network when it made sense. Rather than requiring a one-size-fits-all set of policies that apply to billions of users, these nodes could be designed to reflect users’ priorities. (A network for privacy hawks and one for open-sharing maximalists could have different data-retention rules, and a network for L.G.B.T. users and one for evangelical pastors could have different hate speech rules.) If a node became too toxic, it could be removed without shutting down the entire network.

“Email is the most resilient social network on the internet,” Mr. Schneider said, “and the thing that allows it to adapt is that it’s an open protocol, and people build apps on top of it, and we evolve how we use it.”

Versions of this kind of network already exist. Mastodon, a decentralized Twitter-like social network, has gotten more than a million registered users since its debut in 2016. And various social networks based on the blockchain — the ledger system that underlies virtual currencies like Bitcoin — have sprung up in recent months.

To be sure, decentralized networks have their own problems. They’re messy to administer, and they can still be gamed by bad actors. They can also fall prey to the same kind of privacy issues that Facebook is being criticized for. (In fact, part of the reason users are angry at Facebook right now is that the company’s data infrastructure was too open, and made it overly simple for third-party app developers to take user information outside Facebook.)

None of this is a panacea. But experimenting with more decentralized models could give social media users a sense that platforms represented their interests, rather than those of a faceless corporation.
Put Expiration Dates on Social Graphs

A single friend of mine once remarked that the major difference among dating apps like OKCupid, Tinder and Bumble wasn’t the way they were designed or the companies behind them — it was how long they had existed.

New apps, she said, were more likely to attract interesting and smart people who were actually looking for dates. Older apps, by contrast, were eventually overrun with creeps and predators, no matter how well built they were.

A similar theory might apply to social networks. Facebook, Twitter, YouTube, Instagram and Snapchat all had plenty of issues in their early years, but they were by and large cleaner, with fewer types of exploitation and malicious behavior. Today, the enormous size and influence of these platforms have made them irresistible honey pots for bad actors, and many of our “social graphs” — Facebook’s term for the webs of digital connections we create — are clogged with years’ worth of clutter.

In a blog post last year, the venture capitalist Hunter Walk proposed an interesting idea: a legally mandated “start over” button that, when pressed, would allow users of social networks to delete all their data, clear out their feeds and friend lists, and begin with a fresh account.

I’d go even further, and suggest that social networks give their users an automatic “self-cleaning” option, which would regularly clear their profiles of apps they no longer used, friendships and followers they no longer interacted with, and data they no longer needed to store. If these tools were enabled, users would need to take affirmative action if they didn’t want their information to disappear after a certain number of months or years.

Making social graphs temporary, rather than preserving them forever by default, would undoubtedly be bad for most social networks’ business models. But it could create new and healthy norms around privacy and data hygiene, and it would keep problems from piling up as networks get older and more crowded. It might even recapture some of the magic of the original social networks, when things were fresh and fascinating, and not quite so scary.

Trump con un twit, castiga duro a Turquía y sacude a los emergentes



Trump castiga a Turquía con impuestos al aluminio y al acero en pleno desplome de la lira

El presidente anuncia que le doblarán esas tarifas al país dirigido por Erdogan, con el que atraviesa una crisis diplomática


El presidente de EE UU, Donald Trump, este jueves en la ciudad de Bedminster (EE UU). AP


La pelea entre Trump y Erdogan sube de voltaje. En pleno deterioro de las relaciones entre dos viejos aliados, el presidente de EE UU ha anunciado este viernes en Twitter que ha dado la orden de castigar a Turquía con una severa subida de aranceles. Su mensaje ha llegado menos de una hora después de que el presidente turco Erdogan llamase en su país en un acto público a luchar contra la guerra económica de Washington y cambiar dólares y oro por la moneda de su nación para relanzar su valor.



"No teníamos problemas económicos reales, pero fuimos blanco de ondas financieras inestables artificiales", ha asegurado el mandatario turco durante un discurso público en la provincia de Bayburt, en el este de Anatolia. "No perderemos esta guerra económica. El dólar no puede cortarnos el camino. Responderemos con nuestra moneda nacional. Debemos cambiar por liras los dólares y el oro que tengamos bajo el colchón", ha agregado.

Erdogan ha repetido así una sugerencia realizada por primera vez en diciembre de 2016 para controlar la pérdida de valor de la moneda turca, y que desde otoño pasado viene repitiendo con frecuencia, sin surtir efecto. Durante la hora que duró su discurso, la lira se volvió a depreciar de forma aguda, pasando de 5,92 a 6,24 unidades por dólar. "Esto es una lucha nacional. Podemos tener dificultades durante un par de días, pero las superaremos", ha prometido el presidente, reelegido a finales de junio.



Trump ha reaccionado una hora después de que finalizara el discurso de Erdogan. "Acabo de autorizar que se le doblen las tarifas al acero y al aluminio a Turquía", ha escrito el republicano, que hizo ver que la medida busca apretarle las tuercas al Gobierno de Recep Tayyip Erdogan en un momento en que la lira turca, en palabras del mandatario de EE UU, "¡se desliza hacia abajo rápidamente frente a nuestro fortísimo dólar! El aluminio y el acero turcos tendrán ahora unas tasas impositivas para su importación a EE UU del 20% y el 50% respectivamente. Después de los comentarios del líder estadounidense la lira turca ha registrado una caída dramática del 20% frente al dólar, que posteriormente se ha estabilizado en un desplome del 14%, una de las mayores caídas en un solo día que ha registrado nunca una moneda sujeta a un tipo de cambio flotante.

"¡Nuestras relaciones con Turquía no son buenas en estos momentos!", cerró Trump su tuit. La semana pasada Washington anunció sanciones a altos cargos del Ejecutivo de Erdogan por el caso del pastor Andrew Brunson. El ministro de Justicia, Abdulhamit Gul, y el del Interior, Suleyman Solu, fueron castigados por el Departamento del Tesoro de EE UU por orden directa de Trump. Se les congelará cualquier activo que tengan en EE UU y no podrán hacer negocios con sus ciudadanos.
Ciudadanos turcos cambian dinero en en Ankara (Turquía)


En un comunicado publicado este jueves, el Ministerio de Finanzas de Turquía expresó su confianza en que la economía del país mantendrá para 2019 un ritmo de crecimiento "de entre el 3% y el 4%", añadiendo que el déficit por cuenta corriente será inferior al 4% del PIB. En cuanto a la situación de los mercados, el Ministerio defendió que "el sistema bancario turco cuenta con una estructura de capital que le permitirá gestionar de maneta eficaz las fluctuaciones, tal como ha sucedido en otras ocasiones".

Los expertos atribuyen la depreciación de la moneda turca a la fragilidad de la economía del país euroasiático, basada sobre todo en el consumo interno, con un alto déficit comercial y necesitada de inversiones extranjeras, además de a la negativa de las autoridades turcas a aumentar los tipos de interés.

El Gobierno de Estados Unidos anunció hace una semana la imposición de sanciones económicas contra los ministros turcos de Justicia, Abdülhamit Gül, y de Interior, Suleyman Soylu, por su papel en el arresto en Turquía del pastor protestante estadounidense Andrew Brunson. La Fiscalía turca pide hasta 20 años de cárcel para el pastor estadounidense al considerar que tiene lazos con el proscrito Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), la guerrilla secesionistas kurda de Turquía, y que está vinculado también con la red del predicador islamista Fethullah Gülen, exiliado en EE UU, a quien Ankara culpa del fallido golpe de Estado de 2016 y Washington se niega a extraditar.

“Lo que les quedó es devaluar”


Tres economistas analizan el nuevo temblor y la respuesta oficial

Arnaldo Bocco, Alejandro Vanoli y Hernán Letcher evaluaron el actual escenario, el salto del dólar y la capacidad del Gobierno y la autoridad monetaria para contenerlo. Los condicionamientos del FMI y la incertidumbre política.
Por Cristian Carrillo


Condiciones de desequilibrio y escasez de herramientas para dar respuesta, el diagnóstico de los analistas. Imagen: Bernardino Avila


La paz cambiaria le duró un mes al Gobierno. Cuando el Banco Central intentó relajar sus intervenciones y la restrictiva política monetaria, la divisa retomó envión y en dos días acumuló al público un alza de 68 centavos (2,2 por ciento) hasta 28,71 pesos. Sin ingreso de dólares por la vía de las exportaciones, con la imposibilidad de tomar deuda en el mercado internacional por el aumento de las tasas de interés a nivel global y cuando las divisas del Fondo Monetario Internacional comienzan a agotarse, la demanda por el billete verde volvió a ser protagonista. La expectativa es que habrá nuevos cimbronazos con el tipo de cambio y los ahorristas se adelantan a eso. “La única herramienta que le quedó al Banco Central para afrontar la restricción externa es devaluar”, aseguró a este diario el director del Observatorio de Deuda de la UMET, Arnaldo Bocco. El Fondo Monetario condicionó al Central en su intervención en el mercado de cambios, lo que, en un escenario de escasez de dólares y aumento de la demanda como cobertura ante la incertidumbre política y económica, se traduce en devaluación.

Se asemeja a una nueva corrida, pero en lo estructural es la misma que se desató en abril y que se había tomado una pausa en julio. Los problemas internos son los mismos, a los que se suman condiciones externas que complican aún más la situación cambiaria local. Entre lo conocido, la falta de dólares y un modelo económico que genera una fuerte desconfianza para que arriben inversiones. Por el contrario, el clima económico y político, con el affaire de las fotocopias, expulsa a inversores externos y también a los locales. “Hasta el que está adentro (del país) se quiere ir”, agregó Bocco.

El ex director del BCRA resalta la trampa en la que el Gobierno quedó encerrado al subordinar su política al Fondo. “El FMI te restringe el cumplimiento de las metas fiscales y el Gobierno no recibe dólares ni por exportaciones, ni por inversiones ni por desatesoramiento de personas que crean que este es el precio al que va a quedar la divisa”, agrega. “Por otro lado, el Fondo le dice al Central que tiene que vender menos dólares en momentos en que no hay. Te están diciendo que devalúes”, explicó el directivo de la UMET.

El interrogante es qué sucederá cuando se acaben los fondos que prestó el FMI. “Más allá de que la devaluación contrae importaciones y eso reduce el déficit comercial, las exportaciones no mejoran y el peso de la deuda en dólares se agiganta. Mientras, comienza a acabarse el dinero que le dio el Fondo para intervenir en el mercado. Por eso reduce la intervención”, aseguró a PáginaI12 el ex titular del BCRA Alejandro Vanoli. En tanto, a esto se suma que el mes próximo finaliza el período de liquidación habitual de la cosecha gruesa, pese a que el esquema de ingreso de divisas está ampliamente flexibilizado. “De todos modos impacta porque, aunque no haya obligación, los exportadores que necesitan los pesos, liquidan”, agregó. El ciclo de mayor oferta de dólares del agro es entre mayo y septiembre.

Como si esto fuera poco, el mundo no colabora. El dólar se apreció contra las principales divisas del mundo, en el marco de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, que se reflejan en una guerra de proteccionismos que complica principalmente a las economías emergentes y exportadoras de commodities. En Brasil y México, la suba del dólar fue de 1,2 por ciento. En la Argentina, los problemas locales duplicaron ese margen. “Argentina devaluó más que el resto por la inconsistencia de su modelo económico y la escasez de dólares. Es por eso que cuando el Central deja de subir la tasa de interés, la demanda de dólares se dispara”, se sumó Hernán Letcher, titular del Centro de Estudios de Política Económica (CEPA). “En este escenario va a haber siempre tensiones al alza con el tipo de cambio. Cabe recordar que el Central le deben quedar entre 1000 y 2000 millones de dólares para intervenir en el mercado”, agregó el economista del CEPA. Por el lado político, las denuncias de coimas sobre la base de unos supuestos cuadernos Gloria le agregó un condimento extra a este cóctel explosivo.

Un debate donde la ausencia de Lula habla más fuerte que la chatura del resto de los candidatos


Candidatos evitan polémicas fuertes primer debate TV

 
Primer debate de cara a las elecciones en Brasil

El primer debate televisivo de los candidatos presidenciales concluyó en la madrugada de hoy, con el favorito Jair Bolsonaro prometiendo un gobierno "patriota", con escuelas dirigidas por militares y sin la presencia de Lula, preso por corrupción.
"Necesitamos un presidente que sea honesto, que tenga a Dios en el corazón y sea patriota, que sea independiente para gobernar este país", dijo hoy a cerca de la 1 hora (4 GMT) Bolsonaro, al cerrar su intervención en la TV Bandeirantes, en San Pablo.
El candidato del Partido Social Liberal (PSL), que está segundo en los sondeos, prometió crear escuelas militares "en todos los estados" y citó el ejemplo de Goias, donde los padres "están muy satisfechos" con llevar a sus hijos a colegios bajo gestión de policías.
El militar retirado está segundo en las encuestas detrás de Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores (PT), que no participó por estar en prisión con una condena por corrupción.
"Entre los mejor rankeados (en sondeos) solo hay uno que puede cambiar el este país, él se llama Jair Bolsonaro", dijo el postulante del PSL hablando en tercera persona.
La TV Bandeirantes organizó el primer debate de cara a los comicios del 7 de octubre y eventual balotaje del 28 del mismo mes.

Marina Silva, del partido Red de Sustentación, tercera en las encuestas, criticó a la política "tradicional" y a los acuerdos de cúpula con el "centrao", que es el grupo de partidos conservadores que apoyan al presidente Michel Temer, del Movimiento Democrático Brasileño (MDB).
También participaron Ciro Gomes, cuarto en las encuestas, del Partido Democrático Trabalhista (PDT), y Geraldo Alckmin, quinto, del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB).
"Bolsonaro no es atacado en el primer debate de las elecciones de 2018", fue el principal titulo de la portada electrónica de Estado de San Pablo.
"El primer debate presidencial tuvo un tono anodino y pocas confrontaciones", tituló hoy el diario Folha de San Pablo.
También estuvieron en el estudio el exministro de Hacienda, Henrique Meirelles del MDB, Guilherme Boulous del Partido Social Liberal y el Cabo Daciolo, del partido Patriotas.

Por la caída en las ventas, General Motors suspende operario

En Santa Fe, acordó con Smata reducir siete días mensuales hasta diciembre próximo

Se agrava la crisis automotriz





Para evitar despidos ante la fuerte caída del mercado interno, la automotriz estadounidense General Motors y la conducción de Smata Rosario acordaron un esquema de suspensiones en la planta de General Alvear, que afecta a 1.500 operarios.

Fuentes del gobierno de Santa Fe y del sector automotriz informaron a BAE Negocios que se acordó la suspensión de tareas durante siete días al mes, hasta diciembre próximo. Los 1.500 trabajadores directos cobrarán esos días el 80 por ciento del sueldo de bolsillo.

En tanto, en la planta de motos Guerrero, ubicada en la localidad de San Lorenzo, se redujeron las horas de trabajo, y los empleados cobrarán, por las horas no trabajadas, el 75 por ciento del monto correspondiente. "Se trabaja sobre la base de que no haya despidos de ningún modo y en lo posible, tampoco suspensiones. En este caso, fue un acuerdo privado pero la provincia los monitorea en forma permanente", señalaron desde el Ejecutivo santafesino.

En este escenario de crisis general, en la provincia de Córdoba, las terminales Renault e Iveco pusieron en marcha hace unos días cronogramas de suspensiones de trabajadores durante agosto, ante la fuerte caída de ventas de automóviles y camiones.

Conflicto en carrocerías

Por otra parte, los industriales carroceros rosarinos informaron que el lunes próximo se reunirán en Buenos Aires con autoridades del Gobierno, en un intento de obtener asistencia para enfrentar la parálisis que padecen como consecuencia de la crisis del transporte de media y larga distancia.

Hace una semana los carroceros del Gran Rosario, que conforman el principal polo de producción del país, se reunieron en la sede local de la Unión Obrera Metalúrgica ( UOM) para denunciar que trabajaban al 20 por ciento de su capacidad y que hay 3 mil puestos de trabajo, directos e indirectos, en peligro. Tras reunirse con el ministro de Trabajo provincial y con la titular de la cartera de Producción, la semana próxima llevarán su planteo a la cartera productiva nacional.

Miguel Maestu, titular de la empresa Metalsur, dijo que las carroceras locales sufren este brusco parate desde hace tres meses, durante los cuales trataron de "sostener la situación", que ahora se volvió crítica. El gobierno nacional anunció una línea de créditos para renovar la flota de transporte, pero los empresarios locales aclararon que ese programa de préstamos sólo alcanza a las empresas de transporte urbano; y las fábricas de carrocerías destinadas a ese sector están en Buenos Aires. "Ese anuncio no nos llega a nosotros", enfatizó Maestu.

Las causas de la fuerte suba del dólar






Las causas del nuevo salto del dólar:

1. En el mundo, el índice dólar se apreciaba contra las principales divisas, ya que los inversores consideran que las tensiones comerciales globales y la robusta actividad económica de Estados Unidos continuarán fortaleciendo a la moneda norteamericana.

El índice dólar, que sigue al billete verde ante una cesta de divisas rivales, subía 0,2% a 95,245 unidades.

2. Ese avance ha sido más pronunciado contra las monedas de mercados emergentes porque la escalada en la contienda arancelaria entre Estados Unidos y China afectaría más a sus economías basadas en las exportaciones.

3. El apetito por la divisa aumenta en el plaza local debido a que los inversores locales están comprando dólares por cobertura en medio del ruido político desatado por la "causa de los cuadernos" que salpica a políticos y empresarios por un supuesto esquema millonario de sobornos.

4. Sube el riesgo país en los mercados emergentes por mayores tensiones en del mundo, y ante la posibilidad de un aumento de las tasas de interés en EEUU a partir de septiembre. Pero la debilidad fiscal de Argentina y su endeudamiento, sumado al escándalo de los cuadernos, hacen que el impacto sea mayor en nuestro país.

El índice que mide el JP Morgan se dispara en lo que va del mes casi 15% hasta los 633 puntos, el mayor desde julio de 2015, lo que provoca una mayor demanda de dólares por parte de inversores que salen de sus activos en pesos para posicionarse en moneda extranjera.

5. En agosto termina la cosecha gruesa de granos y disminuyen las liquidaciones de divisas: los ingresos rondan los u$s 50 millones diarios en promedio, la mitad de lo que se venía registrando en los días previos.

6. También presiona al mercado cambiario el recorte del monto subastado a diario por el Banco Central provenientes del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). De los u$s 100 millones iniciales, el volumen a licitar bajó a u$s 75 millones de entre el miércoles y viernes pasados, hasta los actuales u$s 50 millones.

Turquía, otro eslabón de la crisis emergente: suben CDS y cae la lira



Si bien el castigo de los inversores a los mercados emergentes parece no discriminar, no hay duda que hay dos países en la mira, uno la Argentina y el otro Turquía, que tampoco gana para sustos. La semana pasada este diario hizo hincapié en el derrumbe de la lira turca, que en estas jornadas llegó a niveles mínimos históricos. A esto se sumó la fuerte suba del rendimiento de los bonos soberanos a 10 años y ahora su correlato sobre el costo de los seguros contra default (credit default swap, CDS). Así los CDS de los bonos turcos a 5 años acumulan una suba de más del 6% en la última semana y de casi el 23% en el último mes. Para tener una idea de la magnitud del encarecimiento de los CDS de Turquía vale señalar que en lo que va de 2018 han aumentado cerca del 110%. Cabe recordar que los CDS son instrumentos financieros a los que los inversores recurren para cubrir posibles pérdidas por un default de la deuda para lo cual pagan prima (como en todo seguro), de modo que suben cuando el riesgo aumenta. Al respecto tanto la Argentina como Turquía están mostrando crecientes niveles de CDS, o sea, que en el mercado aumentaron las dudas sobre la capacidad de pago de la deuda pública de ambos emergentes. Por ejemplo, en estas jornadas los CDS turcos se operaron por encima de los 370 puntos básicos, lo que implica que el costo de asegurar una posición de 10 millones de euros en bonos turcos asciende a unos 370.000 euros.

El caso de Turquía no escapa al menú de los desequilibrios externos. Y la creciente vulnerabilidad de su economía viene de la mano de su enorme déficit de cuenta corriente. Cualquier similitud con Argentina no es pura coincidencia. De ahí que el IIF puso a ambos países ya en semáforo rojo a comienzos de año. Pero Turquía además soporta la embestida del Gobierno de Trump con una serie de sanciones y amenazas. De esta manera la lira se destaca por ser la segunda peor moneda entre los emergentes en 2018 (perdió más del 3% a 5,4897 dólares y acumula 30% en el año), lo cual explica porque la inflación es la más alta en 15 años. La crisis se refleja también en la fuerza suba del rendimiento de los bonos turcos a 10 años, que tocó máximos del 20% cuando tres meses atrás no superaban el 14%.

Otro ingrediente, no menor, es la elevada exposición de los bancos turcos al (creciente) costo de endeudamiento, con vistas a que en un año deberán hacer frente a vencimientos de deuda por casi u$s100.000 millones. Por eso, esta semana el Banco Central de Turquía (CBRT) tuvo que aumentar la liquidez disponible para las entidades financieras en u$s2.200 millones y así y todo no ha logrado frenar el derrumbe de la lira. Algunos analistas consideran que esta movida no hace más que confirmar que el ajuste monetario necesario no se llevará a cabo, debido a la insoslayable intervención del Gobierno en el CBRT. Por ello los inversores alertan que la pérdida de independencia de la política monetaria es otro factor de riesgo. Al respecto, algo que puede sonar muy cercano al caso argentino, son las quejas del mercado en este sentido y en particular sobre el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, quién se opone a las altas tasas de interés. De esta manera el banco central se encuentra en la encrucijada de subir las tasas, si quiere defender a la lira y evitar un default, y así desafiar a Erdogan. Este callejón, casi sin salida, implica renunciar a la actual politica, algo que el presidente turco no parece estar dispuesto a aceptar, aunque ello calme a los mercados. En paralelo los mercado piden más austeridad fiscal y restringir el acceso al financiamiento externo de bancos y empresas. El único bálsamo para los inversores es que Turquía representa menos del 1% del índice MSCI Emerging Markets por lo que descuentan que haya un efecto contagio. En medio de la tensión diplomática con EE.UU., Ankara intentó reducir la presión y tranquilizar a los inversores, por lo que el ministro de Finanzas, Berat Albayrak, anunció un "nuevo modelo económico", según el Financial Times. El Ministerio de Finanzas informó que planea mantener el déficit fiscal por debajo del 2% del PBI este año, que prevé un crecimiento de entre 3% y 4% (antes el 5,5%) y un déficit de cuenta corriente inferior al 4%, con la esperanza que la inflación (hoy en torno al 15%) regrese a un solo dígito en el corto plazo.

Fin de la tregua cambiaria: el dólar se dispara 3,9% a $ 29,83




En el marco de incertidumbre por la marcha de la economía, el dólar se vuelve a disparar y se acerca a los $ 30.

Según el promedio de ámbito.com en bancos y agencias de la city porteña, la divisa alcanzó los $ 29,83, en medio de una mayor demanda para cobertura debido al contexto de incertidumbre e inestabilidad tanto externa como local. En algunas entidades se vende a más $ 30.

Con el nuevo salto de 1,12 centavos, la devaluación entre ayer y hoy es de 3,9%. En tanto que el dólar mayorista aumenta 4% a $ 29,20.

El discurso de los medios públicos

Leemos en REVISTA FIBRA

El rol de las señales estatales en las democracias contemporáneas.

Por Andrea Mallimaci (*)


En este último tiempo, diferentes hechos a nivel internacional generaron preguntas en los ámbitos académicos y periodísticos sobre el discurso de los medios públicos.




En este último tiempo, diferentes hechos a nivel internacional generaron preguntas en los ámbitos académicos y periodísticos sobre el discurso de los medios públicos.

La polémica en torno a la cobertura de los disturbios durante la votación de Catalunya por su declaración de independencia por parte de, sobre todo, la TVE, fue uno de los últimos y más resonantes escándalos en torno a la problemática. La conmoción y el debate público llegó a tal nivel que los propios periodistas de la emisora criticaron en vivo por redes sociales el recorte y la información sesgada de la emisora y, unos días después, presentaron una dura carta en la que se solicitaba garantizar la transmisión veraz, objetiva y equilibrada. En ese mismo comunicado condenan el intento de intervención sobre TV3, la emisora pública catalana que, a su vez, recibió críticas similares por el mismo hecho, pero al revés.

Dos medios públicos fueron duramente criticados por haber sentado posición, aportando información parcial, subjetiva y condicionada por afinidades políticas. Estas críticas se basan en el plus de responsabilidad que tiene, o debiera tener, un medio público en relación a la veracidad de los hechos y el pacto de honestidad con la ciudadanía. En este punto se abre una serie de interrogantes sobre la función de los medios públicos que se pueden resumir en dos grandes ejes: su vínculo con las audiencias y el aporte a una información veraz y ecuánime. Respecto a este último punto, una pregunta latente es si ese aporte se efectúa sólo al interior de la emisora o si debería contemplar el sistema de medios en su conjunto.

En cuanto a la veracidad se encuentra cierta unanimidad, todas las voces condenan, al menos en público, la difusión de una mentira o el ocultamiento de la realidad. Entra en otra discusión, incluso legal, indagar sobre la voluntad de las publicaciones, es decir, sobre si esa mentira fue difundida por error o por decisión. Efectivamente, la veracidad aparece aquí como el piso de la discusión sobre la que se asientan el resto de las que tienen por objeto indagar sobre el rol de los medios públicos en las democracias contemporáneas.

En Argentina este debate parece haber pasado de moda. Su auge fue durante el gobierno kirchnerista, especialmente durante las presidencias de Cristina Fernández de Kirchner y específicamente sobre la principal emisora audiovisual: la Televisión Pública. Este período es interesante para el análisis porque al mismo tiempo que la emisora lograba niveles de audiencias inéditos desde las privatizaciones de los canales de televisión, las críticas de sectores especializados creció a escala considerable con denuncias de falta de transparencia y ausencia de pluralidad.

Un programa partidario en horario central, 678, y la utilización de contenido relevante, sobre todo Fútbol para Todos, para propaganda oficial fueron los grandes ejes del debate público en torno a los medios públicos en Argentina hasta hace poco tiempo. Desde la asunción de las nuevas autoridades, se anunció con bombos y platillos la finalización de estos programas erigiendo las banderas de austeridad y ecuanimidad. Al mismo tiempo, los niveles de audiencia bajaron a estadíos que, en algunos casos, llegaron a 0%.

Aprovecharemos esta discusión para pensar el rol de los medios públicos, sobre todo en las democracias latinoamericanas.

¿Por qué nos importan los medios públicos? La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, a través de la Relatoría especial para la Libertad de Expresión, en su Informe anual de 2009 lo expresa de la siguiente manera:

“Los medios públicos de comunicación pueden (y deberían) desempeñar una función esencial para asegurar la pluralidad y diversidad de voces necesarias en una sociedad democrática. Su papel es fundamental a la hora de proveer contenidos no necesariamente comerciales, de alta calidad, articulados con las necesidades informativas, educativas y culturales de la población. Sin embargo, para que los medios públicos puedan realmente cumplir su función, debe tratarse de medios públicos independientes del Poder Ejecutivo; verdaderamente pluralistas; universalmente accesibles; con financiamiento adecuado al mandato previsto por la ley; y que contemplen mecanismos de rendición de cuentas y de participación de la comunidad en las distintas instancias de producción, circulación y recepción de contenidos”1.

De este texto se desprende el interés por los medios públicos a partir del poder que tiene el Estado de revertir asimetrías históricas en tanto a la emisión y circulación de mensajes y en cuanto a la redistribución igualitaria de intercambios simbólicos. En este camino, se podría poner en contexto la emisión sesgada, poco plural y netamente partidaria de algunos de los contenidos emitidos por la emisora pública argentina durante la última década y hasta 2016.

En un contexto de contenido con grandes niveles de homogeneidad en todo el sistema privado de medios audiovisuales de televisión abierta, se abre un nivel de exploración en el que podríamos pensar la función esencial para desempeñar la pluralidad. En este punto, la pregunta es cómo miramos el sistema de medios públicos o, aprovechando la jerga técnica, hasta dónde abrimos el plano en la toma que estamos haciendo. Si lo miramos solo, vamos a tener una película muy distinta a si lo observamos con el sistema de medios público y privado. Y en este punto, si tomamos como válida la premisa de cierta homogeneidad el discurso político y cultural de los medios privados; ¿no se cumplirá la premisa fundamental de los medios públicos con otra mirada, que haga una suerte de balanza en el universo de mensajes que transita por los medios de comunicación?

En países en los que hay gran concentración de mensajes en pocas manos y una homogeneización marcada de la circulación, no sólo de mensajes, sino también de texturas, de colores, de historias, de ficciones y de recetas de cocina. ¿No tendrá el Estado, a través de sus señales públicas, que cumplir con el rol social de aportar pluralidad al sistema de mensajes que circulan en una sociedad determinada? Y en este contexto, ¿no sería posible que a este Estado se le exija mayor parcialidad, más subjetividad, más sujetos develando el lugar histórico, ideológico, sesgado, desde el cual dicen y elaboran sus mensajes? Tal vez, un vínculo que se puede pensar entre las audiencias y los medios públicos sea el de honestidad, el del ejercicio ciudadano de tener el derecho de saber desde dónde se emiten los mensajes, con qué fin y a partir de qué lectura de la realidad y del sistema de medios en su conjunto.

Sin embargo, el debate parece haber finalizado. Tal vez el dato más relevante desde el cambio de gobierno y la consecuente separación de los cargos de las autoridades de la Televisión Pública sea la desaparición de esta discusión en la agenda pública. Desde hace poco menos de dos años es difícil encontrar reflexiones o expresiones sobre el rol de los medios públicos y, fundamentalmente, sobre los contenidos que ofrecen. Parece no importar mucho ya que se hace con el dinero de nuestros impuestos, qué programación se propone, qué visiones del mundo se ofrecen, qué se ilumina y se ensombrece en los relatos y cómo opera con el sistema de medios en su conjunto en el vínculo con la ciudadanía. Aunque probablemente por diversas razones y sin dudas con diferentes niveles de responsabilidad, pareciera haber un comportamiento similar en las audiencias y en los relatos de especialistas y divulgadores: la indiferencia.

En los hechos, la decisión de la nueva televisión pública fue reemplazar los programas polémicos por algunos
espacios de reflexión con celebrities y contenidos que, en principio, no puedan ser considerados parciales o subjetivos. La pantalla se colmó de debates, charlas y encuentros en tonos correctos que, en mayor o menor medida, reproducen el universo temático de la agenda de los medios privados. Programas de piso, de presupuesto reducido, con escenografías y recursos pobres o, mejor dicho “austeros”. Programas que no enojan, pero que tampoco conmueven.



Nos encontramos con la paradoja, entonces, de una emisora sumamente criticada y con respaldo de las audiencias reemplazada por una celebrada por sus horizontes de pluralidad pero sin capacidad de interpelación a audiencias ni relatos. Paradoja mayor aún cuando descubrimos que si utilizamos los argumentos por los cuales se condenaba la acción de los medios públicos de la gestión anterior, a esta gestión no le cabe la crítica. Sin embargo, es alarmante para la salud de cualquier sistema de medios públicos la estrepitosa caída de audiencia de la emisora, lo que sólo significa distancia y alejamiento de la función social frente a la ciudadanía. La eliminación del contenido relevante y la instalación de una agenda muy similar a la de los medios privados, pero con programas con menos recursos, no parece presentar una opción muy tentadora para las audiencias.

Nos encontramos, entonces, con una emisora pública que cumple con buenas prácticas y buenos modos; pero que al mismo tiempo no aporta novedad desde lo temático ni seguimiento y vínculo con las audiencias. Una emisora con la que casi nadie se indigna, pero que no ve casi nadie. Nos encontramos, en fin, con una emisora que al cumplir con todos los puntos del manual tradicional, nos obliga a repensar los manuales.

1Anual, C. I. (2009). Informe de la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión. Capítulo CAPÍTULO VI LIBERTAD DE EXPRESIÓN Y RADIODIFUSIÓN(Marco Jurídico Interamericano del Derecho a la Libertad de Expresión). OEA/Ser (Vol. 2). L


(*) Lic. en Comunicación UBA. Maestranda en Servicios de Comunicación Audiovisual, UBA. Docente en UCES, UBA y UNPAZ.

Coimas de acero y falsos arrepentidos: el país en joda que hartó a Wall Stree

Panorama semanal

por Alejandro Bercovich




El vozarrón de Hugo Chávez resonó en todo el galpón petrolero de Puerto Ordaz, donde más de 300 comensales aguardaban famélicos que terminara de conversar a solas con Néstor Kirchner para empezar a cenar. Corría febrero de 2007. Bajo el calor pegajoso de la ribera del Orinoco, por la tarde, los mandatarios habían firmado acuerdos bilaterales que abrían jugosos negocios para Techint, Pescarmona, Sancor y varias otras grandes compañías criollas. Recién a las once y pico de la noche entraron juntos al galpón. Kirchner iba atrás, sonriendo.

—¡Paolo! ¡Paolo! ¿¡Dónde está Paolo!? —quería saber Chávez.

Cuando por fin lo encontró, lo abrazó y le susurró algo al oído. La relación fluía afectuosa, pese a que ya había pasado más de un año del primer amague del líder caribeño de renacionalizar Sidor (Siderúrgica del Orinoco), la acería que los Rocca controlaban desde la privatización de 1998. Aquella noche, Paolo se deshizo en elogios a la Venezuela bolivariana. En su mesa habló de la oportunidad que representaba el país de América con mayor cantidad de recursos naturales por habitante sin explotar. No solo quería seguir proveyendo a su petrolera estatal sino también invertir en el Amazonas venezolano para extraer diamantes, oro y coltán. Y se frotaba las manos con un proyecto faraónico: el Gasoducto del Sur, por más de 5.000 millones de dólares, que nunca se construyó.

Al año siguiente, el kirchnerista Roberto Baratta empezó a recolectar mensualmente paquetes y bolsos con dinero en el cuartel general de Techint en Catalinas Norte, según los cuadernos del chofer Oscar Centeno cuyo contenido ratificaron en tribunales el director de Administración de la firma, Héctor Zabaleta, y su lobbista en jefe, Luis Betnaza. Cansado de negociar con Rocca, que pretendía pagar el mineral de hierro a una minera estatal venezolana a la mitad de precio que el internacional pero venderle a la vez a PDVSA sus tubos sin descuento alguno, Chávez había anunciado la nacionalización de Sidor, por la que Venezuela terminó abonando poco más de 1.900 millones de dólares.

La negociación de aquella indemnización se extendió durante todo aquel 2008 y el trato de Chávez hacia Techint fue mucho más benévolo que hacia la petrolera Exxon Mobil, por ejemplo, que cobró la mitad de esa suma a cambio de las áreas petroleras que el bolivariano le exigió devolver en el Orinoco. Rocca también salió mejor parado que los españoles del Banco Santander, los franceses de la cadena de supermercados Casino y los estadounidenses de la eléctrica AES, que debieron entregar sus compañías a cambio de pagos proporcionalmente menores.

Esa exitosa negociación con Chávez es lo que torna menos verosímil la supuesta "extorsión" kirchnerista que denunció como coartada Betnaza el martes, el día de su cumpleaños, en la charla que mantuvo durante varias horas con el fiscal Carlos Stornelli. ¿No hubo beneficios a cambio? Es lo que deberá explicarle esta mañana al juez Claudio Bonadío, cuando preste declaración indagatoria como imputado. Si la nacionalización ocurrió igual ¿qué compraba Zabaleta con esos bolsos y paquetes que cambiaban de manos en Catalinas según Centeno? ¿El servicio de lobbying del Estado argentino para que la indemnización fuera mayor? Si era así ¿no se trataba de un cohecho clásico en vez de una extorsión? ¿Pudieron hacerse esos pagos sin que lo supiera Rocca?

Dobles varas

La indagatoria de Betnaza será hoy la segunda prueba de fuego para el incipiente " Lava Jato" argento. La primera, con el primo del Presidente, ya salió mal. Si el juez le cree al gerente marplatense de Techint que lo único que ocurrió fue que lo apretaron y lo deja irse a su casa, como al aterrorizado Ángelo Calcaterra y al histórico gerente de SOCMA, Javier Sánchez Caballero ¿cómo explicará que no extiende el mismo trato a los demás imputados? ¿Cómo justifica por ejemplo la prisión preventiva de Rodolfo Poblete, la mano derecha del dueño de EMEPA, Gabriel Romero, que acudió a Comodoro Py a primera hora del lunes tras haber sido citado el viernes a la noche y se negó a declarar hasta que le mostraran las pruebas en su contra?

Más allá de que las notas sobre los cuadernos en el diario La Nación, que las reveló, no incluyeran mención alguna a Zabaleta, a Betnaza ni a Techint durante los primeros cuatro días del escándalo ¿cómo explicará Betnaza que Cristina Kirchner haya definido a Techint como "un orgullo para todos los argentinos" en junio de 2008, sonriente al lado de Rocca, si en simultáneo lo extorsionaba? ¿Y que él mismo se haya reunido en secreto con ella en agosto de 2009, cuando ya había estallado la guerra de los Kirchner con Clarín, su socio inseparable en la Asociación Empresaria Argentina (AEA)? ¿Qué hacía el mismísimo Rocca en la quinta de Olivos en noviembre de 2011, con Cristina, celebrando la compra de la mayoría accionaria de Usiminas, por la que también afrontó denuncias de coimas y cobros indebidos de sus socios japoneses?

Encuadernados

Los "encuadernados", como ya llaman en el establishment a quienes inmortalizó Centeno en sus ocho volúmenes, pueden convertirse en la llave viviente para desentrañar prácticas que corroyeron durante décadas la credibilidad de la democracia argentina. Pero no lo harán voluntariamente. La investigación de Bonadío podría dar un gran paso adelante, por ejemplo, si el magistrado pide al Ejecutivo que le informe si alguno de los imputados o de los dueños de las compañías que figuran en los cuadernos participó del último blanqueo de capitales. La ley es explícita: no pueden gozar de sus beneficios quienes hayan obtenido el dinero de la comisión de crímenes.

Si bien todos los grandes empresarios del país confiesan off the record haber blanqueado al menos una parte del capital que mantenían históricamente fuera del radar de la AFIP, hay algunos nombres que llaman más la atención que otros a la luz de esta investigación. La "T" aporta unos cuantos. Según publicó Horacio Verbitsky en su portal El Cohete a la Luna, la prima hermana de Paolo, Marcela Rocca, exteriorizó 6.900 millones de pesos. Son unos 400 millones de dólares del momento del blanqueo, el doble de todo lo que estimó haber movido Centeno durante todos sus años al servicio de Baratta. El presidente de la división de aceros planos de Techint ( TerniumSiderar), Daniel Novegil, blanqueó según la misma publicación otros 557 millones de pesos.

Ser de luz

Además de la información oficial del blanqueo, dos libros pueden ayudar a Bonadío a identificar la matriz de corrupción contratista en su totalidad y a completar la ruta del dinero. Uno es el pionero "El Club K de la Obra Pública", publicado en 2007 por Pablo Abiad, un periodista retirado de Clarín, también abogado, que accedió por concurso al cargo de subgerente general de Asuntos Estratégicos y Comunicaciones del Banco Central justo antes de que echaran de allí a Federico Sturzenegger. El libro identifica a Marcelo Mindlin como el anfitrión de una reunión, a inicios de 2004, donde se habría pactado el reparto entre empresas amigas del Plan Federal de Transporte Eléctrico impulsado por Julio De Vido. El hombre de confianza del kirchnerismo allí era Gerardo Ferreyra, según el texto. El dueño de Electroingeniería, que cayó preso la semana pasada.

"De ese encuentro fundacional en lo de Mindlin participaron, además, hombres de Techint, Cartellone, Esuco, Roggio, Iecsa —de Angelo Calcaterra, primo segundo de Mauricio Macri— y la española Abengoa. Por Skanska dio el presente su gerente comercial, Javier Azcárate", abunda el libro de Abiad. Esa oficina de Mindlin era en el piso 26 de Bouchard 547. Por esa dirección también pasó Baratta, según los cuadernos de Centeno, el 14 de mayo de 2009. Pero el juez y el fiscal no citaron aún a nadie del grupo Pampa.

Con los Kirchner, Marcelo Mindlin se convirtió en un zar de la energía. Con Macri, Mindlin, también blanqueó dinero y bienes, según Verbitsky, por 770 millones de pesos, equivalentes entonces a 44 millones de dólares. Es una suma similar a la que trascendió que habría pagado junto a sus socios de Pampa por IECSA, la constructora de los Macri. El vendedor fue el primo del presidente, que zafó con la figura del imputado colaborador.

El otro libro que puede ayudar a Bonadío a atar cabos es "Restricción Eterna", de Martín Schorr, Andrés Wainer y Alejandro Gaggero. Allí se identifica a los grupos económicos que se mantuvieron en la cúpula empresarial durante el kirchnerismo, a los que se cayeron de ella y a quienes se incorporaron. Entre los que matuvieron prácticamente estable su significación en las ventas de la elite figuran Techint, Clarín y Aluar, que en 2012 explicaron en conjunto el 17% de las ventas de los grupos locales que integran la cúpula. En el caso de Techint, solo toman las empresas locales y no al total de las firmas del holding.

Los que aumentaron su ponderación dentro la cúpula a partir del 2003 son diez grupos, donde hay dos farmacéuticos (Bagó e Insud) pero donde sobresalen los vinculados a la construcción y a los servicios públicos. Los conglomerados ODS (Calcaterra), Caputo, José Cartellone e IRSA coparon el rubro de la construcción (privada y pública). Por su parte, Pampa Holding, Electroingeniería e Indalo lograron expandirse gracias a la política de "argentinización" del sector energético que propició el kirchnerismo. Los dueños de Electroingeniería y de Indalo están presos. Mindlin ni siquiera es investigado.

Hartos

Mientras un grupo de abogados de Wall Street se prepara para iniciar una demanda contra el Banco Macro por el derrumbe que sufrieron las acciones de la entidad presidida por Jorge Brito tras la aparición de su nombre en la causa Ciccone, que esta semana devolvió a la cárcel a Amado Boudou, varios bufetes neoyorquinos coquetean con la idea de hacer lo propio con Tenaris y Ternium, cuyos títulos también se desplomaron desde que aparecieron los cuadernos de Centeno.

Es lo que explica en parte la nueva estampida contra los activos argentinos que volvió a hundir los bonos de la deuda y catalizó en las últimas 48 horas otra minicorrida contra el peso. El simulacro de Lava Jato argentino puede espantar a inversores ya hartos de ver pasar la gorra a los gobiernos argentinos. Pero también puede terminar ayudando a Wall Street a alzarse con empresas argentinas a precio de ganga, como hicieron los brasileños durante la crisis de 2002.

Se acentúa la desconfianza de los inversores sobre Argentina: saltó el riesgo país


El índice que mide el JP Morgan acumula un ascenso de casi 14% en lo que va del mes. En tanto, el Merval repuntó 0,9% hasta las 26.926 unidades, tras perder un 8,7% en tres ruedas. Las subas las lideraron Banco Macro (+4,3%); Galicia (+3%); y Aluar (+2,8%).







En una rueda marcada por el mayor salto del dólar en más de un mes, el índice Merval de Bolsas y Mercados Argentinos (BYMA) ensayó este jueves un rebote técnico y avanzó un 0,9%, sin embargo los bonos en dólares no solo no lograron frenar su derrotero bajista, sino que acentuaron sus pérdidas, tal como reflejó una nueva escalada del riesgo país.

El índice que mide el JP Morgan se disparó un 3,9% hasta los 634 puntos básicos, su mayor nivel en 37 meses, lo que denota un nuevo derrumbe de confianza y la paciencia entre los inversores extranjeros ante los desequilibrios de la macro, potenciados por los ruidos políticos derivados de la "causa de los cuadernos" que desnudan la telaraña de corrupción que mezcla a exfuncionarios y empresas privadas.

Pese a ello, el panel líder - que venía de caer casi 9% en las tres jornadas previas- logró al menos un respiro este jueves y repuntó hasta las 26.906,28 unidades, de la mano de los papeles de algunos bancos y energéticas.

Así se destacaron las subas de las acciones de Banco Macro (+4,3%); Galicia (+3%); y Aluar (+2,8%), aunque bajo un volumen que sigue limitado y refleja aún operadores cautelosos (solo se operaron $ 595 millones).

Los activos del Macro fueron apuntalados por anuncio de un programa de recompra de acciones por $ 5.000 millones (para adquirir hasta el 5% de sus acciones por hasta un máximo de $ 158 por acción). "Es una clara señal de la percepción del directorio, y creemos que marca una clara zona de piso para el precio de la acción, mientras los mercados financieros locales e internacionales no vuelvan a desbarrancar", dijeron desde Delphos Investment.

Para el analista Héctor Tavares, la Bolsa venía absorbiendo anticipadamente la caída de la actividad económica del tercer trimestre, y vinculó el rebote de este jueves por buenos balances del segundo trimestre. "No estuvieron equivocados aquellos Directorios que aplicaron sus excedentes financieros a la compra de sus propias acciones", señaló.

En su opinión, y más allá de lo coyuntural, las recientes revelaciones "a la larga se favorecerá el mercado accionario, habida cuenta de que se descartará a los fundamentalistas en las elecciones de 2019".

Mientras tanto, la "causa de los cuadernos" influyó esta vez en el mercado cambiario, estimulando la demanda por la divisa y llevando el precio del dólar minorista hasta los $ 28,71, su mayor valor en más de un mes.

Las revelaciones sobre los sobornos "son un tsunami porque son un cambio cualitativo, el hecho de que haya empresarios involucrados (...) Esto es irreversible y va a marcar la política desde otro punto de vista. Creo que de cómo evolucione esto y lo que pase en la economía en los próximos meses, vamos a ir viendo cómo evoluciona este panorama", dijo Eduardo D'Alessio, titular de la consultora D'Alessio Irol.

• Bonos

En el segmento de renta fija, los principales bonos en dólares (que cotizan en pesos) cerraron con resultados mixtos, mientras que los nominados en moneda dura sufrieron castigos de hasta 3,1%, en sintonía con el salto del riesgo país. Con las bajas en los precios de este jueves, ya todo el tramo medio y largo de la curva rinde entre 9,25% y 9,75% anual.

Entre los primeros, el Bonar 2024 ascendió un 0,2%, el Bonar 2020 cerró estable, mientras que el Discount bajo ley argentina cedió un 0,4%.

Entre los segundos, el Par se hundió 3,1%; el Argentina 2027, un 2,9%; y el Discount, un 2,3%. "Los desarmes de posiciones son agresivos, y así es que los bonos enfrentan una desfavorable posición técnica, habilitando ello espacio a sobrecastigos en las valuaciones, pero aun así los flujos mandan sobre los fundamentals en estos contextos", comentó un analista.

Por el lado de pesos, se corrió la demanda de los bonos ajustables por CER y se vieron caídas de alrededor del 2 y 3%. Con respecto a las Lebac, nuevamente se volvieron a calentar las tasas al acercarse el vencimiento: agosto operó arriba del 50% anual, mientras septiembre sigue en niveles de 45%, dijeron desde el Grupo SBS.