Las cosa será muchísimo más difícil que repetir slogans

Francisco Olivera - LA NACION


El equipo económico de Mauricio Macri acaba de revisar algunas suposiciones que traía desde la campaña. La más importante es que el enfriamiento económico tan temido no se podrá evitar. Estimaciones propias, que venían proyectando para este año un rango de entre crecimiento cero y una caída de 0,5% en el producto se retocaron para peor: la previsión está ahora entre -1,5 y -2%.


Una mala noticia para un gobierno que se entusiasmaba con una reactivación en el segundo semestre. El Presidente acaba de admitirlo en público: su ansiedad lo lleva a veces erróneamente a pensar que podría ir más rápido. Terminó de entenderlo este mes, cuando advirtió una imprevista tercera ola de aumentos de precios que lo llevó a impartir entre sus colaboradores una orden cuyos efectos, tal vez, acorten la paciencia con que las cámaras empresariales lo vienen acompañando: la prioridad será este año frenar la inflación a cualquier costo, independientemente de que esto pueda afectar el nivel de actividad.


Fue un recálculo significativo porque implica, entre otras recomendaciones, desoír algún párrafo del manual de Durán Barba. Por ejemplo, el que aconsejaba no hablar directamente del combate contra la inflación, sino sólo de su objetivo final: "Pobreza cero". El argumento del ecuatoriano había sido siempre que cualquier referencia a contener la escalada de precios remite a "ajuste" o a "enfriamiento". Pero el propio Macri usa ya abiertamente la palabra prohibida, sobre la que ahora anticipa que bajará "drásticamente" en el segundo semestre.


Es probable entonces que los tiempos se alarguen. Que la primera etapa de su plan de gobierno, la que había supuesto sólo para poner en orden extravagancias heredadas y así volver a crecer, se extienda por lo menos hasta fines de año. No todo es tan sencillo en el Estado argentino, donde proliferan capas geológicas con años de intereses múltiples. Y empleo público. Gustavo Lopetegui, uno de los hombres más importantes del gabinete económico, viene instruyendo a todas las áreas a bajar los presupuestos que pidieron, lo que equivale a un ajuste de alrededor de 20% en los respectivos gastos. Pero algunos funcionarios ya han transmitido internamente que es difícil.


El ejemplo más cabal es el de Isela Costantini, presidenta de Aerolíneas Argentinas, que discutió estas cuestiones con Lopetegui a principios de este mes. La ex General Motors espera ahora que le aprueben un plan de negocios más gradual, acordado con los gremios y atenuado con generación de negocios propios dentro de la compañía, como trabajos para terceras empresas en los hangares. Acaba de anunciar, por ejemplo, un acuerdo para repararle ruedas a LAN.


Pero en la Casa Rosada dicen que no alcanza. Es cierto que, aunque pueda resultar doloroso a la pasión estatista local, Aerolíneas Argentinas no es todavía una compañía viable: tiene casi el doble de empleados que las líneas aéreas de su porte y deja casi el 70% de sus pérdidas en destinos internacionales. Sus ganancias vienen más bien de rutas regionales o de cabotaje, principalmente de aquellas en las que vuela sola. Es decir: cuando compite, pierde.


Costantini lo habló también con el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich. ¿Cómo dejar caer rutas internacionales, como le piden, y enfrentarse con los sindicatos? Para no herir susceptibilidades con su pasado reciente en la chilena LAN, ante las primeras diferencias, Lopetegui decidió dejar la conversación en manos de Mario Quintana, el otro coordinador económico. Costantini volvió a reunirse con los dirigentes gremiales, acordó con ellos reducciones de frecuencias a Río Gallegos y a Brasilia y le presentó a Macri un plan alternativo, para el que aguarda ahora una respuesta.


Que los primeros pasos de Cambiemos en el poder, los que pretendían desandar el kirchnerismo, sean más largos equivaldrá también a extender el plazo para los costos políticos. Por ahora, dicen encuestas propias, el 70% de la sociedad acompaña. El índice de confianza del consumidor que elabora la Universidad Di Tella, por lo general coincidente con los resultados de cada elección, sorprendió esta semana con quienes adhieren: el mayor repunte de marzo fue entre los pobres y en el conurbano bonaerense; el menor, entre los de altos recursos y en la Capital Federal.


Hay algunos sectores en los que Macri va, de todos modos, prácticamente a la velocidad que se proponía. En el área energética, por ejemplo, se cumplió con el cronograma y eso tuvo el consecuente impacto en las encuestas: en el Gobierno dicen que, aunque la reducción de subsidios en electricidad avanzó sólo en parte, ya afectó en febrero la imagen tanto de la gestión en general como la del ejecutor de la medida, el ministro Juan José Aranguren, a quien los especialistas en marketing macrista acusan de no haber sabido "comunicar".


Ingeniero más bien abocado a las cosas que a los conceptos, Aranguren tiene un estilo bien divergente del de sus compañeros desvelados por los sondeos. Acaba de pedirle a Macri, por ejemplo, un directorio más "profesional" para YPF, donde ve proliferar a ex funcionarios y técnicos con buena reputación, pero a quienes considera nostálgicos de la vieja petrolera estatal. Su visión al respecto siempre ha sido otra: ve en YPF a un jugador más del sector y, por lo tanto, a una compañía que debe manejarse con criterios de eficiencia privada.


Su última conversación cara a cara con el Presidente, en la que había un tercero, tuvo ya un resultado concreto: el alejamiento de Miguel Galuccio de la conducción de la empresa. El ministro le venía cuestionando al entrerriano aspectos como el nivel de endeudamiento, la perforación vertical y la preferencia por mejorar la producción de combustibles líquidos antes que la de gas, y esas diferencias pesaron más en los últimos días, cuando Aranguren oyó a Galuccio decir públicamente que estaba a favor de mostrar el contrato con Chevron, algo que él cree absurdo desde su paso por Shell, cuando era competidor. La objeción a ese pedido de la Justicia llegó a ser una de las pocas coincidencias que ambos tuvieron durante el kirchnerismo.


"Si estamos empatados, decide el ministro", planteó entonces Macri en la siguiente reunión de Gabinete, con las opiniones en favor y en contra de Galuccio en 3 a 3. Luego de esa bolilla negra, Aranguren le busca ahora a la petrolera un CEO que, pidió, deberá abocarse sólo a la operación de la empresa, lejos del rol institucional de quien será el presidente, Miguel Gutiérrez.


Son decisiones que deberán convivir con un contexto internacional muy adverso y que tampoco auguran horizontes promisorios. Desde esa óptica, y pese a las críticas de sus pares, el ministro de Energía es casi un adelantado de la evangelización Pro: con todo por perder y habiendo digerido el primer tarifazo, entró por la fuerza en la etapa de las soluciones.

Tiempos de distensión entre EE.UU. y Cuba





En paralelo a la emblemática normalización de relaciones con Estados Unidos, Cuba también está discutiendo acuerdos de cooperación con la Unión Europea. Más allá de los diferentes ritmos y condiciones de cada proceso, lo que prima en la isla es el interés por obtener inversiones extranjeras, y en las contrapartes, el deseo de hacer buenos negocios.

anto Estados Unidos como Europa han modificado la estrategia en sus relaciones con Cuba. Alejándose de la política de aislamiento y de sanciones para recurrir al poder blando y a un acercamiento, reaccionan así frente a un cambio que ya se inició hace tiempo en la isla. A través de los lineamientos para una nueva política económica y social, el gobierno de Raúl Castro implementa desde 2006 un proceso integral de reformas. La introducción restringida de elementos del mercado pretende dar viabilidad al socialismo tropical e impulsar un nuevo sector privado con la fuerza de trabajo liberada a partir de los masivos despidos sufridos en las maltrechas empresas estatales. Sin embargo, hasta ahora, esta “actualización de la Revolución” no se refleja demasiado en mejoras concretas de la realidad cubana.

El acercamiento a Estados Unidos y Europa abriga especialmente la esperanza de obtener inversiones extranjeras directas, que se requieren con urgencia y podrían estimular el crecimiento económico (que en 2014, con alrededor de 1,2%, se situó muy por debajo del promedio regional). Como contrapartida de las privatizaciones y las medidas adoptadas para aumentar la productividad, ya se observan nuevas desigualdades sociales.
La modificación en esas relaciones repercutirá en el proceso de reformas y en el tejido social del país. En el marco de sendas negociaciones, uno de los puntos más sensibles sigue siendo la protección de los derechos humanos, un tema en el que hasta ahora solo hay coincidencia precisamente sobre la falta de coincidencias básicas. Más allá de esto, los procesos paralelos de negociación muestran diferencias en cuanto a las condiciones, la constelación de actores, los intereses en juego, los objetivos y el ritmo.

El fin de las hostilidades

El acercamiento a Estados Unidos se pone en escena con una gran simbología, marcada no sólo por la acción del 17 de diciembre de 2014 concertada entre Barack Obama y Raúl Castro, sino también por el intercambio de prisioneros políticos. Se trata, ni más ni menos, del fin de una relación de hostilidad y de la eliminación de una de las últimas reliquias de la Guerra Fría, veinticinco años después de la caída del Muro de Berlín.

Por encima de todas las emociones prevalecen, en ambas partes, claros intereses políticos y económicos: Estados Unidos exige un resarcimiento por las empresas estadounidenses expropiadas por la Revolución; el gobierno cubano hace sus propios cálculos y estima en miles de millones las pérdidas sufridas durante años por su economía como consecuencia del bloqueo. La administración de la isla reclama compensaciones, el fin de la política del embargo y la devolución de la zona de Guantánamo, en la que se encuentra la base militar.

En última instancia, la decisión sobre la supresión de las sanciones depende del Congreso estadounidense de mayoría republicana, que no ofrece ningún tipo de respaldo a la incursión política solitaria de la Casa Blanca. De todos modos, en Estados Unidos e incluso entre los exiliados cubanos, cada vez adquieren mayor fuerza las voces que abogan por un levantamiento del bloqueo debido a los cambios en la isla. Mientras el gobierno cubano anuncia al mundo una nueva ley para inversiones extranjeras, las empresas estadounidenses temen volver a quedarse afuera en el reparto de la torta. Hasta las propias compañías del sector agrícola, caracterizado por una posición conservadora, ahora hacen lobby para normalizar las relaciones comerciales y lograr así el acceso a un mercado con once millones de potenciales consumidores.

Para Estados Unidos, el acercamiento a Cuba también tiene que ver con cuestiones políticas globales y con la propia reintegración a la región. Desde hace tiempo la isla ha dejado de estar perdida como tras la caída de la Unión Soviética, a comienzos de la década de 1990. A partir de entonces, el gobierno cubano ha diversificado activamente sus relaciones internacionales, que van mucho más allá de la unión con Venezuela y los países tradicionalmente aliados del ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América). No obstante, una reconstrucción de las relaciones con Rusia resultaría poco oportuna para Estados Unidos.

Los vecinos latinoamericanos, sobre todo, han cerrado filas en la última década detrás del país caribeño para exigir con vehemencia la readmisión de Cuba en la OEA y el fin del bloqueo. A comienzos de 2014 fueron en definitiva Estados Unidos y Canadá los que quedaron excluidos del “encuentro familiar” regional de jefes de Estado, celebrado en La Habana en el marco de la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).

“Todos somos americanos”, la frase pronunciada en español por Obama el 17 de diciembre, fue un mensaje dirigido a toda la región y significó el preludio de un reordenamiento de las relaciones en el continente americano. Por cierto, poco después, con su posicionamiento respecto a Venezuela, la administración estadounidense dejó en claro dónde estaba el límite del cambio en su política. Lo que en América Latina se tomó como una agresión, Obama quiere que sea entendido como la muestra de haber asumido una nueva responsabilidad en la región.

Su segundo mandato representa una oportunidad histórica para la política de distensión entre Estados Unidos y Cuba. En buena medida, el acercamiento ha tenido un ritmo intenso porque ambas partes saben que el giro político de la Casa Blanca no cuenta con el apoyo de amplias mayorías y que las relaciones podrían ser muy distintas tras las próximas elecciones presidenciales [en noviembre de 2016]. En el discurso pronunciado en la Cumbre de Panamá en abril de 2015, Obama dio en el clavo cuando dijo: “No estamos atrapados por la ideología”, para luego completar la frase señalando: “Al menos yo no lo estoy”.

El fracaso de la “Posición común”

A diferencia de esta gran pirotecnia de orden mundial, la política de distensión entre Cuba y la Unión Europea (UE) muestra un tono más calmo. Por un momento, el acercamiento con Europa incluso pareció quedar atascado. A comienzos de 2015, argumentando una pérdida de confianza, el gobierno cubano había suspendido las negociaciones con Bruselas por tiempo indeterminado. Mientras las delegaciones estadounidenses se reúnen abiertamente en La Habana con representantes de la disidencia, la parte negociadora cubana reacciona con una sensibilidad muy distinta frente a acciones similares adoptadas por la UE.

La Unión Europea negocia desde comienzos de 2014 un acuerdo de cooperación, dirigido a poner fin a la denominada “Posición común”. Este instrumento, que establece como objetivos para un diálogo con Cuba la democratización y la mejora en la situación de derechos humanos, pero también la apertura económica del país, ha sido rechazado por el gobierno en La Habana, que lo considera un planteo orientado al cambio de sistema. Ese contexto impidió durante las últimas dos décadas una colaboración constructiva en la UE. Por ejemplo, Cuba es el único país de América Latina y el Caribe con el cual la UE no ha firmado un acuerdo bilateral. La “Posición común” demostró de todos modos ser ineficaz, en gran medida porque cada vez fueron más los Estados miembros de la UE que la eludieron mediante la celebración de acuerdos bilaterales.

Entretanto, ya predominan las sinergias entre los procesos paralelos de negociación, y el deshielo de las relaciones con Washington también impulsa el acercamiento a Europa. Federica Mogherini viajó a La Habana como máxima representante diplomática de la UE para reafirmar los intereses continentales en la celebración de un acuerdo de cooperación. A su vez, más de cuarenta empresarios acompañaron al secretario de Comercio español para poder asegurarse una participación en el mercado cubano antes del levantamiento del bloqueo. El 11 de mayo de 2015, con la llegada de François Hollande, se concretó asimismo la primera visita a Cuba de un jefe de Estado de Francia. El objetivo era lograr un acuerdo antes de fin de año, aunque el jefe negociador de la UE, Christian Leffler, destaca una y otra vez que ambas partes prefieren alcanzar un buen acuerdo a uno rápido. A diferencia de Estados Unidos, Europa nunca cortó por completo las relaciones con La Habana, ni siquiera en los momentos más gélidos, y tanto la UE como sus países miembros siempre mantuvieron embajadas en la isla.

Mientras el acercamiento a Estados Unidos busca poner fin a una confrontación de décadas y establecer instrumentos fundamentales para la resolución de conflictos entre ambos países, la UE y Cuba ya negocian una futura cooperación. Europa es, después de Venezuela, el principal socio comercial de Cuba. Gran parte de las inversiones extranjeras en la isla proceden actualmente de Estados miembros de la UE, y alrededor de un tercio de los turistas son europeos. En el marco de estas relaciones ya establecidas, la UE puede ofrecer un apoyo constructivo al proceso de reformas en Cuba.

De manera similar a lo que ocurre con los enfoques políticos progresistas provenientes de países latinoamericanos vecinos, también podrían ser de gran utilidad los modelos sociales europeos y algunas enseñanzas obtenidas a partir de las propias experiencias de transformación en Europa Oriental. 

Cultura del Telegrama de Despido

Por Horacio González *


¿En qué difiere un Ministerio de Modernización de un Ministerio de Propaganda o un Ministerio de Automatismo de las Conciencias? ¿Quiénes lo componen? ¿Dónde se reúnen? ¿Cómo hablan? ¿Qué horarios frecuentan? Algo, muy poco, sabemos de ellos. Porque en verdad, ofrecen un espectáculo nuevo. Despiden científicamente a empleados públicos, con un procedimiento que tiene varios pasos, que cumplen con rigor profesional y con la fatídica fe racional de los Cruzados. Primero generan un pánico indefinible, disgregan a la comunidad laboral con acusaciones groseras, en cuyo centro colocan injurias como las que pocas veces recibieron los trabajadores en este país. Luego, en medio de la tensión insoportablemente creada, mandan los telegramas, las sentencias y epigramas del Moloch ministerial, con su cabeza de ternero y sus fauces abiertas esperando devorar carne de empleado público. Acaba de ocurrir en la Biblioteca Nacional, a pesar de los recientes, numerosos y valiosos testimonios públicos sobre la tarea innovadora allí desarrollada en los últimos años. Tareas de creación de lectores, investigaciones internas y externas, digitalización y actualización del patrimonio, indagaciones precisas sobre la lengua nacional, presencia activa en el interior del país, exposiciones originales, edición de libros, reposición de la memoria publicística argentina, recopilación de archivos, creación de escuelas internas y talleres para el público general, convenios multiplicados con toda clase de instituciones y bibliotecas internacionales. ¿Quiénes son los dirigentes que tomaron decisiones que afectan a tantos trabajadores a los que primero insultaron para después sacrificar? Se dicen técnicos, pero es el nombre que prefieren como módicos sacerdotes depuradores, educados en cultos correccionales de refinada crueldad. Ahora entran a los establecimientos públicos con guardaespaldas. Estos también son técnicos.

Los despidos masivos crean parias sociales, destruyen instituciones, corroen el espíritu público, generan odio y confieren oscuros poderes a quienes luego se ofrecen para “negociar reincorporaciones”. Y todo ello contribuye, y ya lo han logrado, a vaciar la Biblioteca Nacional, a despellejarla viva, a convertirla en un shopping de la globalización y a vanagloriarse de reeducarnos sobre la lectura de Borges, repuesta por la anterior administración que representábamos, desde las formas más originales de las que dispone la crítica argentina. Creíamos que venía un comprensible relevo, en una institución que iba a ser respetada y dirigida por un escritor que ha elaborado una obra bien considerada en los ambientes intelectuales de otros países. Pero no sabemos de qué central sigilosa de fallos y dictámenes sobre la vida de los otros, salieron los telegramas. Si fueron de la misma máquina de escribir con la que Alberto Manguel escribe sus delicadas investigaciones, es grave, no deja indemne su figura. Que esté a 15.000 kilómetros de distancia empeora el hecho, pues el estilo de los distraídos que llegan después de la tempestad, está bien analizado y repudiado en la literatura universal que sin duda él conoce. Si salió de alguna autoridad transitoria local, en cambio, es igualmente innoble, pero afecta al gremio de Bibliotecarios del país y a la Universidad, dos instituciones de las que esa supuesta autoridad vicaria forma parte. Porque una medida así no tiene solo como responsable a la Razón Modernizadora Abstracta. Hay firmas, decretos, resoluciones, acuerdos explícitos o implícitos, y sigilosas reuniones. Una obtusa inteligencia decidió que había sobras, sebo, chicharrón o lubricantes excesivos en el Estado.

Ante ello el Ministerio de Cultura tomó una medida bien cultural, la única que hasta ahora se le conoce: creó la Cultura del Telegrama de Despido. Los envía con la firma de la “Biblioteca Nacional”. Podemos afirmar que este Ente, en toda su historia, que es conocida, compleja y necesaria bajo la forma activa que ahora había adquirido, fruto del esfuerzo de muchísimas personas –trabajadores, lectores, espectadores, investigadores–, no envía telegramas desde la sequedad de sus gruesas paredes de cemento. No cuenta con ese Protocolo en tanto Edificio. Esos telegramas están sostenidos en rostros agrios, necias convicciones y funcionarios desmañados que creen estar autorizados para convivir con su propia conciencia fallida. O no leen a Borges o no saben leerlo. Borges educa sobre una conciencia irónica, paradojal y complementaria de su propia revocación. Con ávidos cálculos, estadísticas groseras y excusas insensibles, los panfleteadores de Telegramas coronan así la paralización del Estado y el desconocimiento de los derechos laborales. Lo que es más difícil decir es cómo podrán subsistir sus pobres certezas ante el examen al que tarde o temprano los someterá la conciencia democrática del país. Han despedido personas, han despedido a la Biblioteca misma en su dignidad laboral y de su lugar en la historia cultural argentina.

* Sociólogo y escritor, ex director de la Biblioteca Nacional.

Murió "Mary" Sánchez, la fundadora de Suteba y una de las impulsoras de la "carpa blanca" docente

La sindicalista llegó a comandar la Central de Trabajadores de la Educación Argentina y fue diputada nacional. Tenía 72 años.





La comunidad gremial educativa expresó su dolor hoy ante la muerte de la docente, sindicalista y exdiputada nacional María Vicenta "Mary" Sánchez García, quien falleció a los 72 años.

La Junta Ejecutiva de CTERA (la Central de Trabajadores de la Educación Argentina que llegó a presidir), expresó su dolor por el deceso y la recordó como "defensora de los Derechos de los Trabajadores de la Educación y una Escuela Pública Popular y Democrática". Sus restos eran velados en la sala de la cochería Morelli, de calle Tomas Espora 460, en la localidad bonaerense de Ramos Mejía, tras lo cual serán inhumados en el cementerio de San Justo, dijeron allegados a la dirigente.

De militancia peronista y ardua labor docente en la localidad bonaerense de La Matanza, llegó a comandar la Ctera, desde donde montó la histórica "carpa blanca" frente al Congreso Nacional para oponerse a las políticas del menemismo que ponían en peligro a la educación pública. Sánchez fundó el Sindicato Unificado de los Trabajadores de la Educación de la Provincia de Buenos Aires (Suteba) y se convirtió en la primera mujer que integró la mesa de conducción de la Confederación General del Trabajo (CGT).

El actual secretario general de Suteba, Roberto Baradel, la recordó en su cuenta de Twitter como "una dirigente fundamental de la historia de lucha del movimiento obrero y en particular del sindicalismo docente". Además, expresó "el profundo dolor" que genera su muerte para "miles de compañeros de Suteba, Ctera y CTA".

En 1995, asumió como diputada nacional por el Frente Pais Solidario (FREPASO) que lideraba el dirigente Carlos "Chacho" Alvarez. Desde esa banca protagonizó un insólito y polémico incidente cuando le pegó una cachetada al por entonces al jefe del bloque de diputados justicialistas, Jorge Matzkin, a fines de abril de 1997 durante un debate por la privatización del Banco Hipotecario.

Los cien días que impulsaron el 24




Quizás la más numerosa de una larga serie de marchas masivas, la concentración que el jueves dejó chica la Plaza de Mayo resaltó la íntima relación entre la memoria de las violaciones a los derechos humanos en la dictadura con la defensa de los derechos conquistados en los últimos años. Los despidos y la caída del poder adquisitivo como símbolo de un posible nuevo ciclo de exclusión se reflejó en el lugar que ocuparon los gremios y sus dirigentes. El papel de los medios dominantes y las consecuencias políticas de los actos de masas.

 Por Mario Wainfeld

Cada 24 de marzo se reinventa una tradición, se reitera, se renueva. Cada vez es única y una más... son las primeras líneas de su mensaje. Las siguientes se inscriben en la coyuntura: emiten señales sobre los tiempos que corren, vuelan, alegran o lastiman. El jueves, muchedumbres se volcaron a las calles y los espacios públicos de toda la Argentina cuyo centro fue la Plaza de Mayo a la que acudieron dos movilizaciones. La central que es aquella que encabeza hoy y siempre “la columna de las Madres y las Abuelas” bajo la interminable bandera con imágenes de compañeras y compañeros detenidos-desaparecidos. “Las viejas” porfían en moverse, en estar al frente.

Los manifestantes de las dos CGT y la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) fueron la nota del día, participaron justo detrás de la imbatible columna-madre. “Los organismos” bregaron para que se plasmara tanta visibilidad que es protagonismo, nada convencional.

Los ataques del gobierno de Mauricio Macri a trabajadores, los despidos realizados sin cumplir recaudos legales, con el condimento del desprecio y el mal trato, van en pos de perforar un umbral irrenunciable. La representación gremial coloca en el escenario a “los derechos humanos de hoy”, los que “todos” definen como esenciales.

El mensaje se suma a los de otras tardes: cuando se comenzó a definir a la dictadura como “cívico-militar”, un avance conceptual en su elaboración. O cuando se identificaron con nombres y apellidos de empresarios o patronales a los instigadores del golpe de Estado, cómplices o partícipes necesarios de sus acciones criminales.

La asistencia congrega cuatro generaciones, que van nutriéndose según corren los años. Imposible hacer la estadística cabal pero se puede apostar que una primera minoría de la multitud podía encasillarse en los sub 30.

El subte va abigarrado, a primera hora de la tarde. Hay silencio en el vagón y en los aledaños. Tanta gente, a esa hora, en el feriado largo... La calma no engaña, van a la Plaza. Una muestra de la “gente suelta”, la que se arrima por la libre, con sus afectos o dispuesta a encontrarse con ellos en un ratito.

El cronista fantasea con lanzar una consigna clásica, como “Madres de la Plaza...” o una nueva “Vamos a volver...” para desatar el fenómeno que narrará en la crónica. Está de moda el género del documentalista participativo, que azuza el eje de la narración. Pero uno no curte ese formato, no es un Michael Moore del Sur.

La presunción es certera, magro mérito: era sencillo. Nadie baja en las paradas intermedias, todos derivan en la estación Catedral, en las puertas mismas de la Plaza. El silencio o los susurros derivan en pasos veloces. Hay que estar.

Clase media, “gente suelta” es la muestra del vagón. Su total se cuenta por millares, se disemina en las calles adyacentes o se suma a las columnas.

Agrupaciones políticas, sociales, colmadas o pequeñas son el flanco organizado del conjunto. Las veredas aplauden a la calle. Es un rito clásico.

“¿Somos más que el año pasado?” se autoindaga o se afirma. El detalle queda para quien haya tenido visión panorámica.

Estela de Carlotto está bella y luminosa, a su edad. Cuida la pilcha y el maquillaje sin resignar la bravura. Todo en su trayectoria honró la vida. Es, opina uno, la más alta autoridad moral de este país: hay unas cuantas, tampoco taaantas. La labor de las Abuelas continúa, se adecua, apela a la creatividad, cada espacio ganado es preludio de una nueva movida.

Volvamos al subte. En las columnas de los pasamanos penden pequeños carteles, confeccionados a mano, bien hechitos. En letras rojas y azules consta: “Vos podés ser uno de los nietos que estamos buscando. Si naciste entre 1975 y 1980 y tenés dudas sobre tu origen consultá en Abuelas”. Una silueta recortada en el papel llama a mirar y a asociar.

Ciento diecinueve nietos recuperados es un logro social asombroso e incompleto. Cada recuperación de identidad refuerza un camino de conquistas.

En la etapa kirchnerista se dinamizó el milagro de la voluntad, en parte por la evolución de la sociedad, en parte por aportes mediáticos como el teleteatro Montecristo y en buena dosis por apoyos estatales variados.

El argumento macrista “es un tema de la Justicia” subestima la ramificación de la búsqueda de verdad y justicia. El Ejecutivo le hurta el cuerpo a un activismo fundamental. El compromiso se mide en organismos, en personal público que trabaja en temáticas anexas, en dotación de recursos económicos. ¿Cuánto vale en la balanza del ministro Alfonso Prat-Gay una identidad recuperada? ¿Cómo se sopesa en su concepción del “gasto social”? Para sostener políticas públicas se marcha también, cómo que no.

Pluri generacional y poli clasista la asistencia. Pluralista políticamente: “la izquierda” se movilizó un rato más tarde junto a la Central de Trabajadores Autónoma.

Una pancarta identifica al Frente de Estudiantes del Conurbano. Algo menos que cien, si se cuentan un par que se sienta en la vereda a descansar o bardear o van a un quiosco por vituallas o bebidas. Un piberío frondoso. Morochitos y morochitas, sonrisas que surcan rostros felices. “La consigna es la unidad” corean y bailan.

Columnas de La Cámpora, de agrupaciones sociales kirchneristas, de algunos de los partidos de izquierda también expresan al sector más humilde de la clase trabajadora.

Para este diario jamás fue serio el eje argumental: “Van por el chori, los cargan en los bondis”. Ni sus sofisticaciones del siglo XXI: “Les garpan con la Blackberry”. Las reseñas de años previos refutaron esa falacia desdeñosa que define mejor a quien la vierte que al descripto.

El pueblo, en cualquiera de sus vertientes, no es manada que sube al transporte contra su voluntad o sin ella.

La euforia no se imposta. Imposible que haya decenas de miles de actrices o actores tan amateurs como creíbles representando alegría, fervor, ganas de darle a los parches y redoblantes, iluminar las caras con la incomparable alegría de congregarse por una causa.

La Vulgata arrogante se derrumba cuando el kirchnerismo fue desplazado al llano, voto popular mediante. Cuadras y cuadras de cuerpos apretados, jóvenes en proporción abrumadora.

La Cámpora embandera las más masivas, cuadras y cuadras. Haga la cuenta, 100 metros cada cuadra de las avenidas, 800 metros cuadrados o 1000, multiplique por la densidad que elija. ¿Veinte mil, treinta mil? Al fin de cuentas da lo mismo, el apoyo se sostiene y expresa. La consigna acuñada en los años más propicios “te juro que en los malos momentos/los pibes vamos a estar” se corrobora sobre el pavimento. ¿Lo habrán sospechado, intuido? En cualquier caso, la promesa se está honrando.

Se (re)clama en la calle y en el palco por la libertad de Milagro Sala, presa política sin proceso ni condena. La demanda es situada, presente rabioso.

El presente bulle, se renuevan denuncias de violencias institucionales que inculpan a gobiernos anteriores. Sus nombres e imágenes suman a la nómina de los reclamos por justicia.

El gatillo fácil se ensaña con jóvenes de los conurbanos como los secundarios que marchan, como aquellos que estudian en universidades que empiezan a ser jaqueadas por el discurso oficial. La asfixia presupuestaria es una espada de Damocles en manos de egresados de universidades pagas que corporizan un clase social, que es la que gobierna hoy como bien describe el ensayista y académico Ernesto Semán.

Radios comunitarias propagaron los sucesos en toda la geografía nacional. El arrasamiento de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual va por ellas. Son voces alternativas, que se debió tutelar mejor en el ciclo kirchnerista y que ahora, llanamente se quieren acallar. Las leyes del mercado confrontan con el derecho a la comunicación. Ese es el cuchillo bajo el poncho del ministro Oscar Aguad, doctorado en convergencia, cuya ignorancia no lo hace menos peligroso porque los que escriben su libreto saben lo que hacen

En una notable columna publicada en el portal de este diario el viernes la periodista Ana Cacopardo habló del nexo irrompible entre presente y pasado. “Si la memoria de las atrocidades de la dictadura pierde su lazo con el presente, no seremos capaces de comprender que el horror del terrorismo de estado, no fue un cataclismo. No fue un rayo inesperado que cayó sobre un inmaculado cielo azul. Fue un camino que la sociedad argentina recorrió de a poco.” Quedarse puede equivaler a ceder, a dar pasos atrás.

Es erróneo exorbitar las comparaciones con la dictadura, un argumento simplista, que aplana diferencias sensibles, que tal vez no convenza a muchas personas del común. Para evitar las acechanzas lo mejor es enfrentar a diario las medidas que ponen en jaque derechos recuperados o en construcción.

Al principio las Madres y Abuelas hacían la ronda. Las marchas comenzaron en democracia y su genealogía es una historia en sí misma. La concurrencia se potenció en el vigésimo aniversario del golpe, en 1996. La de 2001 estuvo enmarcada por el rechazo colectivo al ministro de Economía Domingo Cavallo que la multitud asoció con una debacle para la sociedad, intuición que se corroboraría en pocos meses.

Hay ejemplos fuera de programa, impuestos por las circunstancias. Lo fue la convocatoria contra los indultos del ex presidente Carlos Menem en diciembre de 1990, bajo un sol africano en la que cundía la desazón de suponer que una etapa se habría cerrado, por voluntad de gobiernos populares. No fue así: sobrevinieron los juicios por la Verdad, los fundados en delitos que seguían penalizados como el robo de bebés. La peregrinación de las víctimas a otros países, avivaría el seso y el compromiso de jueces de otras comarcas, con Baltasar Garzón como emblema.

Las mareas de la historia corroboran que cualquier estadio es de tránsito y que la réplica se va conformando en los trances propicios y en los adversos.

Las ausencias y los silencios son tan estridentes como los gritos o las presencias. Los medios dominantes ningunearon la jornada, dedicándole apenas más centimetraje que al atuendo de las primeras damas argentina o gringa.

La Unión de Personal Civil de la Nación (UPCN) brilla por ausencia y tienta pedir un habeas corpus por su secretario general, Andrés Rodríguez.

Entre la gente de a pie que colmó las Plazas no hubo defecciones, cambios de bando, intercambio de camisetas como en el Congreso.

Cuando los escépticos rentados o voluntarios quieren desmerecer actos de masas, comparan su número con el de quienes quedaron en sus casas o disfrutaron vacacionando en el feriado largo. Es una impostura vetusta.

La conjunción de los cuerpos es fuerza que gravita en la esfera política. No para variar velozmente las correlaciones de fuerzas en otros terrenos pero sí para demostrar presencia, organización, una sensibilidad colectiva que trasciende a los que pusieron el cuerpo. Re-unirse, re-organizarse no es poco si se asume que hay que elaborar la derrota y aprender en consecuencia. Nada se repite como calco en la historia.

Los ajenos tampoco captan que una conmemoración trágica constituye una comunión laica que entremezcla alegría y celebración. La acción colectiva siempre cataliza pasiones y repone esperanzas. Hace seis meses, por ahí, se sobrevaloraba la aprobación del gobierno y se subestimaba la virtualidad electoral de la oposición. Un resultado adverso, de consecuencias institucionales severas y prolongadas, trastrueca estados de ánimo y ennegrece el horizonte conceptual. Tal vez el optimismo exagerado recae en un pesimismo extremo. No bajar los brazos nunca, la eterna enseñanza de Madres y Abuelas es un mandato.

Centenares de miles de argentinos renovaron lazos y fuerzas y siguen marchando a construir una nueva historia, con cimientos firmes.

Las denuncias jamás alcanzan por sí solas. La multitud movilizada no traslada su imperio a las urnas, como se pudo chequear contados meses atrás. El gesto interesante de las Centrales obreras caminando juntas dista de ser el comienzo de una unidad dificultosa o de un contingente plan de lucha. Pero algo vibró en el aire el jueves, lo supieron los asistentes que volvieron fortalecidos... sería necio dejar de valorarlo y de trasladarlo a la acción cotidiana.

Correa:"Ya no se necesitan dictaduras militares, se necesitan jueces sumisos y prensa corrupta"




El mandatario de Ecuador se refirió a todo lo que sucede en la región latinoamericana como un nuevo plan estadounidense. Justicia cómplice y golpes blandos y mediáticos tiñen la zona y ya se comienzan a ver sus frutos.




El mandatario ecuatoriano consideró como hechos no casuales lo sucedido en Brasil, Argentina y Venezuela. "Ya no se necesitan dictaduras militares, se necesitan jueces sumisos", sostuvo.


El presidente de Ecuador, Rafael Correa, alertó sobre un nuevo “Plan Cóndor” que intenta desestabilizar a los gobiernos progresistas de la región latinoamericana e hizo una alusión específica a los hechos que se han registrado en los últimos días en Brasil. "¿Usted cree que eso es casualidad? Es el nuevo plan Cóndor contra los gobiernos progresistas (…) Ya no se necesitan dictaduras militares, se necesitan jueces sumisos, se necesita una prensa corrupta que incluso se atreva a publicar conversaciones privadas, lo cual es absolutamente ilegal", declaró para teleSUR.

"Lo mismo le han hecho a la expresidenta argentina Cristina Fernández de Kircher, a los actuales mandatarios de Bolivia, Evo Morales, de Venezuela, Nicolás Maduro, y que incluso él mismo ha sido víctima de esta campaña de desprestigio y ataque”, agregó.

El “Plan A” abre una nueva brecha


Fuente: Clarín


Daniel F. Canedo


El presidente Mauricio Macri insistió ayer en un reportaje con Marcelo Longobardi que no tiene plan B, o mejor dicho, que sólo tiene “Plan A”.

En trazos gruesos, y si bien aún no fue explícitamente definido, dicho plan arrancó con la devaluación del peso para superar el atraso cambiario que ahogó a las exportaciones argentinas.

Siguió con el inicio del camino para sincerar las tarifas de luz, gas y transportes que estaban claramente retrasadas a partir de un congelamiento, en algún caso, de más de diez años, y como trasfondo de todo estuvo la negociación con los fondos buitre para que el país logre dejar atrás la cesación de pagos con una parte de los acreedores que tenían bonos argentinos.

Un hilo conductor del mencionado “Plan A” buscaría que en el mediano plazo los dólares que puedan ingresar una vez superado el default de la deuda se transformen en inversiones que compensen el golpe al consumo que implicó una devaluación del peso del orden del 60%.

Dólar más caro implica alimentos más caros en el mismo momento en el que empiezan a subir las tarifas de los servicios públicos y la de los privados que, en muchos casos, superan en 30% a las de un año atrás.

El golpe al bolsillo que implicaron el salto de los alimentos y de las tarifas de luz en Capital y el GBA llegó cuando el poder de compra de los salarios ya había absorbido buena parte de los aumentos salariales que se comenzaron a cobrar en septiembre y octubre del año pasado.

El “Plan A” abrió una nueva grieta entre la presente caída del consumo y la expectativa positiva de las inversiones que vendrán.

Las inversiones necesitan tiempo de maduración y su “derrame” en términos de actividad raramente es inmediato.

Como en muchas otras ocasiones de la historia económica argentina, el tema es “el mientras tanto”. Lo que para la política es el camino.

Pero ese “mientras tanto” aparece con un camino escalado en materia inflacionaria. Después de cuatro meses en los que la inflación se ubicó en torno de 4%, algunos estudios privados comienzan a ver con preocupación el índice de marzo que podría coronar un número cercano al 5%.

El Banco Central ya definió que, ante un déficit fiscal enorme, será la contracción de la emisión y la cantidad de dinero el camino para combatir la suba de los precios.

En ese sendero la vigencia de tasas de interés altas son la consecuencia directa y con impacto en la actividad económica.

El “Plan A” del gobierno está en vigencia y tiene como costo sensible más inflación, un tema definitorio en el corto plazo.

Argentina paga, Estados Unidos cobra, y el resto es Twitter.


Martiniano Molina confundió el campo de concentración Pozo de Quilmes con baches vehiculares


El intendente desconoció la existencia de lo que fue el mayor centro clandestino de detención de Quilmes y ante la pregunta de si pensaban conformar allí un museo respondió que “cada una de las problemáticas que tengan que ver con los servicios, como el bacheo o la luminaria” las van a ir resolviendo de a poco".






No es necesario tener un recorrido militante en los Derechos Humanos para conocer o haber escuchado hablar del “Pozo de Quilmes”, uno de los principales centros clandestinos de detención que operaron durante la última dictadura militar en la provincia de Buenos Aires.

Ahora bien, el lugar donde secuestraron a más de 251 personas, y donde además funcionó una maternidad clandestina, representa nada más y nada menos que un bache para el actual intendente de Quilmes, Martiniano Molina.

Durante una conferencia de prensa que brindó a 40 años del golpe de estado, el referente de Cambiemos mostró desconocer la historia y existencia de dicho predio, donde actualmente funciona Brigada de Investigaciones de la Policía de la Provincia de Buenos Aires.

Ante la pregunta realizada por un periodista local respecto a si avanzarían a en la construcción de un museo de la memoria en el “Pozo de Quilmes”, Martiniano pidió precisiones del planteó y terminó respondiendo: “Estamos trabajando para solucionar todos los problemas de Quilmes. Nos encontramos con un municipio complejo y que las personas que eran de carrera fueron dejada de lado. Cada una de las problemáticas ya sea las cuestiones que tengan que ver con los servicios, como el bacheo o la luminaria, las obras publicas, las escuelas o todos los inmuebles de los municipios. Vamos de a poco no queremos hacer cosas alocadas. El gobierno provincial nos está acompañando, las obras se va a hacer. Hoy nosotros detectamos más de 2000 casos de violencia de género en Quilmes”.

Cabe mencionar que la conferencia de prensa tenía como temática exclusiva el repudió a la última dictadura militar, por lo que el jefe comunal había comenzado solidarizándose con las víctimas de la represión de estado al sostener que “a todos nos toca” y que “el sufrimiento ajeno nos tiene que atravesar a todos”, por lo que “es importante que estas fechas nos sirva para unirnos”.

Ilusiones progresistas devoradas por la crisis

Leemos en la Agencia Paco Urondo


El economista Jorge Beinstein reflexiona sobre el actual escenario de América del Sur. "Ahora las derechas latinoamericanas van ocupando las posiciones perdidas y consolidan las preservadas", reflexionó.



Por Jorge Beinstein

La coyuntura global está marcada por una crisis deflacionaria motorizada por las grandes potencias. La caída de los precios de las commodities, cuyo aspecto más llamativo fue desde mediados del 2014 la de las cotizaciones del petróleo, descubre el desinfle de la demanda internacional mientras tanto se estanca la ola financiera, muleta estratégica del sistema durante las últimas cuatro décadas. La crisis de la financierización de la economía mundial va ingresando de manera zigzageante en un zona de depresión, las principales economías capitalistas tradicionales crecen poco o nada[1] y China se desacelera rápidamente. Frente a ello Occidente despliega su último recurso: el aparato de intervención militar integrando componentes armadas profesionales y mercenarias, mediáticas y mafiosas articuladas como “Guerra de Cuarta Generación” destinada a destruir sociedades periféricas para convertirlas en zonas de saqueos. Es la radicalización de un fenómeno de larga duración de decadencia sistémica donde el parasitismo financiero y militar se fue convirtiendo en el centro hegemónico de Occidente.

No presenciamos la “recomposición” política-económica-militar del sistema como lo fue la reconversión keynesiana (militarizada) de los años 1940 y 1950 sino su degradación general. La mutación parasitaria del capitalismo lo convierte en un sistema de destrucción de fuerzas productivas, del medio ambiente, y de estructuras institucionales donde las viejas burguesías se van transformando en círculos de bandidos, novedoso encumbramiento planetario de lumpenburguesías centrales y periféricas.

La declinación del progresismo

Inmersa en este mundo se despliega la coyuntura latinoamericana donde convergen dos hechos notables: la declinación de las experiencias progresistas y la prolongada degradación del neoliberalismo que las precedió y las acompaño desde países que no entraron en esa corriente de la que ahora ese neoliberalismo degradado aparece como el sucesor.

Los progresismos latinoamericanos se instalaron sobre la base de los desgastes y en ciertos casos de las crisis de los regímenes neoliberales y cuando llegaron al gobierno los buenos precios internacionales de las materias primas sumados a políticas de expansión de los mercado internos les permitieron recomponer la gobernabilidad.

El ascenso progresista se apoyó en dos impotencias; la de la derechas que no podían asegurar la gobernabilidad, colapsadas en algunos casos (Bolivia en 2005, Argentina en 2001-2002, Ecuador en 2006, Venezuela en 1998) o sumamente deterioradas en otros (Brasil, Uruguay, Paraguay) y la impotencia de las bases populares que derrocaron gobiernos, desgastaron regímenes pero que incluso en los procesos más radicalizados no pudieron imponer revoluciones, transformaciones que fueran más allá de la reproducción de las estructuras de dominación existentes.

En los casos de Bolivia y Venezuela los discursos revolucionarios acompañaron prácticas reformistas plagadas de contradicciones, se anunciaban grandes transformaciones pero las iniciativas se embrollaban en infinitas idas y venidas, amagos, desaceleraciones “realistas” y otras astucias que expresaban el temor profundo a saltar las vallas del capitalismo. Ello no solo posibilitó la recomposición de las derechas sino también la proliferación a nivel estatal de podredumbres de todo tipo, grandes corrupciones y pequeñas corruptelas.

Venezuela aparece como el caso más evidente de mezcla de discursos revolucionarios, desorden operativo, transformaciones a medio camino y autobloqueos ideológicos conservadores. No se consiguió encaminar la transición revolucionaria proclamada (más bien todo lo contrario) aunque si se logró caotizar el funcionamiento de un capitalismo estigmatizado pero de pié, obviamente los Estados Unidos promueven y aprovechan esa situación para avanzar en su estrategia de reconquista del país. El resultado es una recesión cada vez más grave, una inflación descontrolada, importaciones fraudulentas masivas que agravan la escasez de productos y la evasión de divisas que marcan a una economía en crisis aguda[2].

En Brasil el zigzagueo entre un neolioberalismo “social” y un keynesianismo light casi irreconocible fue reduciendo el espacio de poder de un progresismo que desbordaba fanfarronería “realista” (incluida su astuta aceptación de la hegemonía de los grupos económicos dominantes). La dependencia de las exportaciones de commodities y el sometimiento a un sistema financiero local transnacionalizado terminaron por bloquear la expansión económica, finalmente la combinación de la caída de los precios internacionales de las materias primas y la exacerbación del pillaje financiero precipitaron una recesión que fue generando una crisis política sobre la que empezaron a cabalgar los promotores de un “golpe blando” ejecutado por la derecha local y monitoreado por los Estados Unidos.

En Argentina el “golpe blando” se produjo protegido por una máscara electoral forjada por una manipulación mediática desmesurada, el progresismo kirchnerista en su última etapa había conseguido evitar la recesión aunque con un crecimiento económico anémico sostenido por un fomento del mercado interno respetuoso del poder económico. También fue respetada la mafia judicial que junto a la mafia mediática lo acosaron hasta desplazarlo políticamente en medio de una ola de histeria reaccionaria de las clases altas y del grueso de las clases medias.

En Bolivia Evo Morales sufrió su primera derrota política significativa en el referendum sobre reelección presidencial, su llegada al gobierno marcó el ascenso de las bases sociales sumergidas por el viejo sistema racista colonial. Pero la mezcla híbrida de proclamas antiimperialistas, postcapitalistas e indigenistas con la persistencia del modelo minero-extractivista de deterioro ambiental y de comunidades rurales y del burocratismo estatal generador de corrupción y autoritarismo terminaron por diluir el discurso del “socialismo comunitario”. Quedó así abierto el espacio para la recomposición de las elites económicas y la movilización revanchista de las clases altas y su séquito de clases medias penetrando en un vasto abanico social desconcertado.

Ahora las derechas latinoamericanas van ocupando las posiciones perdidas y consolidan las preservadas, pero ya no son aquellas viejas camarillas neoliberales optimistas de los años 1990, han ido mutando a través de un complejo proceso económico, social y cultural que las ha convertido en componentes de lumpenburguesías nihilistas embarcadas en la ola global del capitalismo parasitario.

Grupos industriales o de agrobusiness fueron combinando sus inversiones tradicionales con otras más rentables pero también más volátiles: aventuras especulativas, negocios ilegales de todo tipo (desde el narco hasta operaciones inmobiliarias opacas pasando por fraudes comerciales y fiscales y otros emprendimientos turbios) convergiendo con “inversiones” saqueadoras provenientes del exterior como la megaminería o las rapiñas financieras.

Dicha mutación tiene lejanos antecedentes locales y globales, variantes nacionales y dinámicas específicas, pero todas tienden hacia una configuración basada en el predominio de elites económicas sesgadas por la “cultura financiera-depredadora” (cortoplacismo, desarraigo territorial, eliminación de fronteras entre legalidad e ilegalidad, manipulación de redes de negocios con una visión más próxima al videojuego que a la gestión productiva y otras características propias del globalismo mafioso) que disponen del control mediático como instrumento esencial de dominación rodeándose de satélites políticos, judiciales, síndicales, policiales-militares, etc.

¿Restauraciones conservadoras o instauraciones de neofascismos coloniales?

Por lo general el progresismo califica a sus derrotas o amenazas de derrotas como victorias o peligros de regreso del pasado neoliberal, también suele utilizarse el término “restauración conservadora”, pero ocurre que esos fenómenos son sumamente innovadores, tienen muy poco de “conservadores”. Cuando evaluamos a personajes como Aecio Neves, Maurico Macri o Henrique Capriles no encontramos a jefes autoritarios de elites oligárquicas estables sino a personajes completamente inescrupulosos, sumamente ignorantes de las tradiciones burguesas de sus países (incluso en ciertos casos con miradas despreciativas hacia las mismas), aparecen como una suerte de mafiosos entre primitivos y posmodernos encabezando políticamente a grupos de negocios cuya norma principal es la de no respetar ninguna norma (en la medida de lo posible).

Otro aspecto importante de la coyuntura es el de la irrupción de movilizaciones ultra-reaccionarias de gran dimensión donde las clases medias ocupan un lugar central. Los gobiernos progresistas suponían que la bonanza económica facilitaría la captura política de esos sectores sociales pero ocurrió lo contrario: las capas medias se derechizaban mientras ascendían económicamente, miraban con desprecio a los de abajo y asumían como propios los delirios neofascistas de los de arriba. El fenómeno sincroniza con tendencias neofascistas ascendentes en Occidente, desde Ucrania hasta los Estados Unidos pasando por Alemania, Francia, Hungría, etc., expresión cultural del neoliberalismo decadente, pesimista, de un capitalismo nihilista ingresando en su etapa de reproducción ampliada negativa donde el apartheid aparece como la tabla de salvación.

Pero este neofascismo latinoamericano incluye también la reaparición de viejas raíces racistas y segregacionistas que habían quedado tapadas por las crisis de gobernabilidad de los gobiernos neoliberales, la irrupción de protestas populares y las primaveras progresistas. Sobrevivieron a la tempestad y en varios casos resurgieron incluso antes del comienzo de la declinación del progresismo como en Argentina el egoísmo social de la época de Menem o el gorilismo racista anterior, en Bolivia el desprecio al indio y en casi todos los casos recuperando restos del anticomunismo de la época de la Guerra Fría. Supervivencias del pasado, latencias siniestras ahora mezcladas con las nuevas modas.

Una observación importante es que el fenómeno asume características de tipo “contrarrevolucionario”, apuntando hacia una política de tierra arrasada, de extirpación del enemigo progresista, es lo que se ve actualmente en Argentina o lo que promete la derecha en Venezuela o Brasil, la blandura del contrincante, sus miedos y vacilaciones excitan la ferocidad reaccionaria. Refiriéndose a la victoria del fascismo en Italia Ignazio Silone la definía como una contrarrevolución que había operado de manera preventiva contra una amenaza revolucionaria inexistente[3]. Esa no existencia real de amenaza o de proceso revolucionario en marcha, de avalancha popular contra estructuras decisivas del sistema desmoronándose o quebradas, envalentona (otorga sensación de impunidad) a las elites y su base social.

La marea contrarrevolucionaria es uno de los resultados posibles de la descomposición del sistema imponiendo de manera exitosa en algunos casos del pasado proyectos de recomposición elitista, en el caso latinoamericano expresa descomposición capitalista sin recomposición a la vista.

Si el progresismo fue la superación fracasada del fracaso neoliberal, este neofascismo subdesarrollado exacerba ambos fracasos inaugurando una era de duración incierta de contracción económica y desintegración social. Basta ver lo ocurrido en Argentina con la llegada de Macri a la presidencia: en unas pocas semanas el país pasó de un crecimiento débil a una recesión que se va agravando rápidamente producto de un gigantesco pillaje, no es difícil imaginar lo que puede ocurrir en Brasil o en Venezuela que ya están en recesión si la derecha conquista el poder político.

La caída de los precios de las commodities y su creciente volatilidad, que la prolongación de la crisis global seguramente agravará, han sido causas importantes del fracaso progresista y aparecen como bloqueos irreversibles de los proyectos de reconversión elitista-exportadora medianamente estables. Las victorias derechistas tienden a instaurar economías funcionando a baja intensidad, con mercados internos contraídos e inestables, eso significa que la supervivencia de esos sistemas de poder dependerá de factores que las mafias gobernantes pretenderán controlar. En primer término el descontento de la mayor parte de la población aplicando dosis variables de represión, legal e ilegal, embrutecimiento mediático, corrupción de dirigentes y degradación moral de las clases bajas. Se trata de instrumentos que la propia crisis y la combatividad popular pueden inutilizar, en ese caso el fantasma de la revuelta social puede convertirse en amenaza real.

La estrategia imperial

Los Estados Unidos desarrollan una estrategia de reconquista de América Latina aplicándola de manera sistemática y flexible. El golpe blando en Honduras fue el puntapié inicial al que le siguió el golpe en Paraguay y un conjunto de acciones desestabilizadoras, algunas muy agresivas, de variado éxito que fueron avanzando al ritmo de las urgencias imperiales y del desgaste de los gobiernos progresistas. En varios casos las agresiones más o menos abiertas o intensas se combinaron con buenos modales que intentaban vencer sin violencias militar o económica o sumando dosis menores de las mismas con operaciones domesticadoras. Donde no funcionaba eficazmente la agresión empezó a ser practicado el ablande moral, se implementaron paquetes persuasivos de configuración variable combinando penetración, cooptación, presión, premios y otras formas retorcidas de ataque psicológico-político.

El resultado de ese despliegue complejo es una situación paradojal: mientras los Estados Unidos retroceden a nivel global en términos económicos y geopolíticos, van reconquistando paso a paso su patio trasero latinoamericano. La caída de Argentina ha sido para el Imperio una victoria de gran importancia trabajada durante mucho tiempo a lo que es necesario agregar tres maniobras decisivas de su juego regional: el sometimiento de Brasil, el fin del gobierno chavista en Venezuela y la rendición negociada de la insurgencia colombiana. Cada uno de estos objetivos tiene un significado especial:

La victoria imperialista en Brasil cambiaría dramáticamente el escenario regional y produciría un impacto negativo de gran envergadura al bloque BRICS afectando a sus dos enemigos estratégicos globales: China y Rusia. La victoria en Venezuela no solo le otorgaría el control del 20 % de las reservas petrolíferas del planeta (la mayor reserva mundial) sino que tendría un efecto dominó sobre otros gobiernos de la región como los de Bolivia, Ecuador y Nicaragua y perjudicaría a Cuba sobre la que los Estados Unidos están desplegando una suerte de abrazo de oso.

Finalmente la extinción de la insurgencia colombiana además de despejar el principal obstáculo al saqueo de ese país le dejaría las manos libres a sus fuerzas armadas para eventuales intervenciones en Venezuela. Desde el punto de vista estratégico regional el fin de la guerrilla colombiana sacaría del escenario a una poderosa fuerza combatiente que podría llegar a operar como un mega-multiplicador de insurgencias en una región en crisis donde la generalización de gobiernos mafioso-derechistas agravará la descomposición de sus sociedades. Se trata tal vez de la mayor amenaza estratégica a la dominación imperial, de un enorme peligro revolucionario continental, es precisamente esa dimensión latinoamericana del tema lo que ocultan los medios de comunicación dominantes.

Decadencia sistémica y perspectivas populares

Más allá de la curiosa paradoja de un imperio decadente reconquistando su retaguardia territorial, desde el punto de vista de la coyuntura global, de la decadencia sistémica del capitalismo, la generalización de gobiernos pro-norteamericanos en América Latina puede ser interpretada superficialmente como una gran victoria geopolitica de los Estados Unidos aunque si profundizamos el análisis e introducimos por ejemplo el tema del agravamiento de la crisis impulsada por esos gobiernos tenderíamos a interpretar al fenómeno como expresión específica regional de la decadencia del sistema global.

El alejamiento del estorbo progresista puede llegar a generar problemas mayores a la dominación imperial, si bien las inclusiones sociales y los cambios económicos realizados por el progresismo fueron insuficientes, embrollados, estuvieron impregnados de limitaciones burguesas y si su autonomía en materia de política internacional tuvo una audacia restringida; lo cierto es que su recorrido ha dejado huellas, experiencias sociales , dignificaciones (suprimidas por la derecha) que serán muy difícil extirpar y que en consecuencia pueden llegar a convertirse en aportes significativos a futuros (y no tan lejanos) desbordes populares radicalizados.

La ilusión progresista de humanización del sistema, de realización de reformas “sensatas” dentro de los marcos institucionales existentes, puede pasar de la decepción inicial a una reflexión social profunda, crítica de la institucionalidad mafiosa, de la opresión mediática y de los grupos de negocios parasitarios. Ello incluye a la farsa democrática que los legitima. En ese caso la molestia progresista podría convertirse tarde o temprano en huracán revolucionario no porque el progresismo como tal evolucione hacia la radicalidad anti-sistema sino porque emergería una cultura popular superadora, desarrollada en la pelea contra regímenes condenados a degradarse cada vez más.

En ese sentido podríamos entender uno de los significados de la revolución cubana, que luego se extendió como ola anticapitalista en América Latina, como superación crítica de los reformismos nacionalistas democratizantes fracasados (como el varguismo en Brasil, el nacionalismo revolucionario en Bolivia, el primer peronismo en Argentina o el gobierno de Jacobo Arbenz en Guatemala). La memoria popular no puede ser extirpada, puede llegar a hundirse en una suerte de clandestinidad cultural, en una latencia subterránea digerida misteriosamente, pensada por los de abajo, subestimada por los de arriba, para reaparecer como presente, cuando las circunstancias lo requieran, renovada, implacable.

[1] Si consideramos el último lustro (2010-2014) el crecimiento promedio real de la economía de Japón ha sido del orden del 1,5 %, la de Estados Unidos 2,2 % y la de Alemania 2 % (Fuente: Banco Mundial).

[2] Un buen ejemplo es el de la “importación” de fármacos donde empresas multinacionales como Pfizer, Merck y P&G hacen fabulosos negocios ilegales ante un gobierno “socialista” que les suministra dólares a precios preferenciales. Con un juego de sobrefacturaciones, sobreprecios e importaciones inexistentes las empresas farmaceuticas habían importado en 2003 unas 222 mil toneladas de productos por los que pagaron 434 millones de dólares (unos 2 mil dólares por tonelada), en 2010 las importaciones bajaron a 56 mil toneladas y se pagaron 3410 millones de dólares (60 mil dólares la tonelada) y en 2014 las importaciones descendieron aún más a 28 mil toneladas y se pagaron 2400 millones de dólares (un poco menos de 87 mil dólares la tonelada). Como bien lo señala Manuel Sutherland de cuyo estudio extraigo esa información: “lejos de plantearse la creación de una gran empresa estatal de producción de fármacos, el gobierno prefiere darles divisas preferenciales a importadores fraudulentos, o confiar en burócratas que realizan importaciones bajo la mayor opacidad”. Manuel Sutherland, “2016: La peor de las crisis económicas, causas, medidas y crónica de una ruina anunciada”, CIFO, Caracas 2016.

[3] Ignazio Silone, “L'École des dictateurs”, Collection Du monde entier, Gallimard, París 1964.
América Latina
Mauricio Macri
Jorge Beinstein










"Los empresarios nos decían que los militares habían salvado a la Argentina"





El periodista estadounidense Jack Markowitz reconstruye su visita al país en diciembre de 1976. Los diálogos con Videla, Díaz Bessone y Martínez de Hoz sobre la lucha "contra el comunismo". Argumentos para una tibia autocrítica.



Por Gerardo Aranguren y Javier Borelli




En diciembre de 1976, el dictador Jorge Rafael Videla se sentó frente a un grupo de periodistas estadounidenses y les aseguró con énfasis que en Argentina no se torturaba. Y que, además, había instruido con esa orden a todas las fuerzas militares y de seguridad. "Es una prédica diaria, actualizada y reafirmada todos los días. Es una cuestión de filosofía personal profunda", les juró.




Más de 37 años después, el encuentro fue reconstruido por Jack Markowitz, un periodista estadounidense que viajó al país en plena dictadura junto a otros siete colegas, todos patrocinados por la empresa publicitaria Burson Marsteller (BM) como parte de un elaborado plan de comunicaciones que buscaba limpiar la imagen de la dictadura argentina en el exterior. El testimonio de Markowitz confirma el plan comunicacional diseñado por Burson Marsteller.












Markowitz era entonces editor de Economía del Pittsburgh Post-Gazette. Hoy, a sus 82 años, ya retirado, parafrasea de memoria las palabras de Videla y las confirma con las anotaciones que realizó ese día y que luego fueron volcadas en los siete artículos que escribió sobre la Argentina. "Ahora los leo y creo que fueron objetivos, aunque también fueron demasiado blandos y no lo suficientemente críticos (con la dictadura)", se lamenta al otro lado del teléfono, en diálogo con Tiempo.




Los periodistas estadounidenses llegaron el 4 de diciembre de 1976 a Buenos Aires para conocer "el país, sus gobernantes, su economía y su gente", y así "ayudar a poner en foco y entender" la situación del país durante la dictadura militar. Ese era el objetivo de las varias visitas de reporteros y editores de todo el mundo que planificó Burson Marsteller para combatir "la campaña internacional anti-gobierno financiada por la subversión", según quedó expuesto en el documento hallado por la Comisión de Relevamiento de la Memoria Histórica de la Cancillería y publicado por primera vez el pasado 23 de marzo en este diario.




El viaje, así como la integración de la comitiva, fue anunciado a la embajada estadounidense en Buenos Aires por el Departamento de Estado de EE UU. El cable diplomático, filtrado por Wikileaks, detalla que "un grupo de periodistas estadounidenses visitará Argentina auspiciado por Burson Marsteller desde el 4 hasta el 11 de diciembre", y da un listado de nombres donde figura el de Jack Markowitz.



El periodista no recuerda quién o cómo lo invitaron a viajar a la Argentina en lo que sería su primera y única vez en el país. "Había olvidado que Burson Marsteller estuvo involucrado. Igualmente, desde mi punto de vista, no había nada malo en esa invitación. No era raro en aquellos días y puede que no lo sea tampoco hoy que una agencia de relaciones públicas, contratada por un gobierno, una corporación o fundación, invite periodistas a escuchar su historia. Lo que descubres ahí es tuyo para escribir como mejor te parezca", señala. Sin embargo, admite que el caso ingresa dentro de los grises de la ética profesional: "La objeción ética se produce cuando pagan la cuenta para que escribas y, por supuesto, la cuenta de nuestro viaje a Argentina fue recogida, supongo, por el gobierno a través de Burson Marsteller".




Al ser consultado por su estadía en el país, el octogenario periodista asegura que no fue un viaje lujoso. "No fuimos al hotel más elegante, ni nos invitaron un fin de semana a Mar del Plata o a esquiar a Los Andes", señala. Y agrega que el grueso de la visita transcurrió con "entrevistas a funcionarios del gobierno, incluidos civiles que trabajaban para el gobierno militar".




En ese marco, Markowitz recuerda su encuentro con Videla; con Ramón Genaro Díaz Bessone, entonces ministro de Planeamiento; y con el jefe de Economía, José Alfredo Martínez de Hoz. La visita incluyó también reuniones con periodistas argentinos, "hombres de negocios" y el infaltable asado en un campo cercano.




"Tuvimos una entrevista con Videla. Mi recuerdo es que era un hombre caballeroso y agradable que respondió a nuestras preguntas. Habló en español, la mayoría de nosotros no lo hacía por lo que teníamos un intérprete. Recuerdo que le pregunté muy directa y enfáticamente, presionando mis dedos sobre la mesa: ‘General, ¿nos puede asegurar que no hay tortura de presos políticos?’. Él aseguró que había instruido a las fuerzas en contra del uso de la tortura como ‘cuestión de predicación diaria, actualizada y reafirmada todos los días. Es una cuestión de filosofía personal profunda’. Él podría haber estado mintiendo, pero eso es lo que dijo", detalla el entonces editor, mientras refresca la memoria con sus antiguas notas de trabajo.




Markowitz se describe a sí mismo como anticomunista y rememora que le pareció un "muy buen argumento" que la Junta Militar haya derrocado al gobierno peronista "para evitar que el comunismo se haga cargo del país".




Recuerda también haberse entrevistado con Díaz Bessone, "un hombre más duro y que sonaba más agresivo", y con Martínez de Hoz, quien les explicó cómo iba a desarrollar su política económica. "Era caballeresco y seguro que era un hombre rico: el tipo de persona al que uno tiende a dar credibilidad", describe al titular del Palacio de Hacienda.




En los pocos días que permanecieron en la Argentina también tuvieron contacto con periodistas locales y con empresarios. Markowitz reconstruye que, en ese momento, los "hombres de negocios" le trasmitieron que "los militares habían salvado al país y a la sociedad". "Nos decían que antes la vida había sido caótica, que necesitaban guardaespaldas y que el final del gobierno de Perón había sido como vivir bajo la mafia. Esa era la visión general que nos daban, pero sólo hablamos con ese sector, no hablé con un dirigente sindical y me arrepiento, pero no era parte de nuestro viaje", agrega.




En el marco de su visita también los llevaron a compartir un asado a una estancia ubicada a unos 50 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires. "Fuimos invitados por la gente que la dirigía, el dueño era muy amable. Nos contó que había enviado a su hijo a estudiar a los Estados Unidos, pero que no podía volver porque era peronista", destaca.




A más de 37 años de haber visitado la Argentina, Markowitz recuerda con melancolía aquel viaje al país. A la distancia, histórica y geográfica, el periodista se lamenta por no haber "hecho más". "Mi trabajo era ir a Argentina y ver de qué se trataba. Debería haber conseguido más información ‘del otro lado’ y lamento no haberlo hecho. Pero también el gobierno militar no parecía, desde nuestro punto de vista, tan opresivo como lo resultó después. En el tiempo que estuvimos allí, no parecía ser muy abusivo. La fase en la que la gente fue desaparecida todavía no era conocida. Nosotros nos preguntamos sobre la tortura y los interrogatorios excesivos, pero no sobre la gente desaparecida", concluye.




La experiencia personal del periodista en el país permite conocer de qué forma se aplicó el acuerdo comercial entre Burson Marsteller y la dictadura argentina para lavar su imagen ante la comunidad internacional. Ese acuerdo tomó más fuerza aún con la llegada del Mundial de Fútbol de 1978, momento en que se multiplicaron las campañas desde las embajadas para intentar frenar las denuncias que hacían en el exterior familiares y víctimas de violaciones a los derechos humanos. También continuaron las visitas de periodistas, como el paso, en abril de 1978, del inglés Michael Frenchman, corresponsal de The Times, para cuya visita los militares desalojaron momentáneamente el centro clandestino de detención que funcionó en la ESMA y montaron una temeraria puesta en escena.



Historia de un espía




Uno de los periodistas invitados por Burson Marsteller a la Argentina para participar del plan de lavado de imagen de la Junta Militar fue denunciado en 1977 por su participación como informante de la Central de Inteligencia Americana (CIA) para la invasión de tropas estadounidenses en la Playa Girón de Cuba, en 1961. William Giandoni, editor de América Latina para la agencia Copley News Service, habría sido uno de los 23 agentes de la CIA infiltrados en las corresponsalías latinoamericanas de la agencia estadounidense, según señalaron los periodistas Joe Trento y Dave Roman en la revista Penthouse de julio de 1977.

Según la pesquisa, cofinanciada por la revista y el Fondo para la Investigación Periodística, el vínculo de Copley News Service con la CIA se habría iniciado en 1953 durante el mandato del presidente Dwight Eisenhouer. James S. Copley, fundador de la agencia, le habría ofrecido ser "los ojos y oídos contra el comunismo en América Central y Latina". A tal punto llegó el vínculo entre las partes que el general de la Marina estadounidense Víctor Krulak, tras pelear en Vietnam, asumió como presidente de Copley News Service, hasta 1977.

Giandoni, según afirman Trento y Roman, reconoció haberse postulado para ingresar a la CIA cuando vivía en México. Pero lo rechazaron diciendo que "no había puesto para él disponible".




La respuesta de Burson


Tiempo Argentino pidió a la agencia Burson Marsteller un comentario sobre los vínculos establecidos con la dictadura militar. Catherine Sullivan, directora de Comunicaciones Globales de la compañía, respondió citando el artículo mencionado por este diario el 23 de marzo pasado en el que el fundador de la firma, Harold Burson, reconocía que había sido un error, aunque se defendía señalando que su trabajo era avalado por el Departamento de Estado de EE UU porque "ayudaba a construir una democracia". Además, agregaba, "tenía fines económicos, no políticos y consistía en ayudarlos a pagar sus deudas".

El marketing político de la dictadura








En el período 1976-1983, la dictadura militar montó un vasto aparato publicitario para no sólo adoctrinar a los ciudadanos y legitimar su accionar, sino también para acallar y desmentir a los organismos de derechos humanos, y denuncias desde el extranjero, catalogados por los militares como la "campaña antiargentina".



En las décadas de 1970 y 1980, Burson-Marsteller organizó la campaña de la dictadura militar argentina (1976-1983) destinada a impedir las denuncias internacionales por violaciones a los derechos humanos, siendo la autora del conocido slógan «los argentinos somos derechos y humanos».




En el libro The Shock Doctrine, Naomi Klein dice que:


Victor Emmanuel, el ejecutivo de Burson-Marsteller que estaba a cargo de vender al mundo el nuevo régimen favorable a las empresas de la junta de Argentina, le contó a un investigador que la violencia era necesaria para abrir la economía "proteccionista, estatista" de Argentina. "Nadie, pero nadie, invierte en un país envuelto en una guerra civil", dijo, admitiendo también que no fueron solo guerrilleros quienes murieron. "Mucha personas inocentes probablemente fueron asesinados," le contó a la autora Marguerite Feitlowitz, pero, "dada la situación, se requería una inmensa fuerza".





Por el servicio y las gestiones cobrarían alrededor de medio millón de dólares. Y trabajarían en coordinación con el organismo estatal creado para la organización del evento, el Ente Autárquico Mundial 78 (EAM 78), a cargo del capitán de navío Carlos Lacoste.





En su libro "La vergüenza de todos", el periodista Pablo Llonto explica la estrategia encarada por Burson: "La agencia había concentrado sus actividades de propaganda en dos tácticas: la utilización de los íconos argentinos que mejor impacto tenían en el extranjero y el soborno escondido de periodistas a los que se los invitaría a escribir sobre ’un país distinto’ (...) Para el segundo paso, Burson elaboró listas de periodistas americanos y europeos a los que se podía embarcar en primera clase, alojarlos en los más elegantes hoteles y rodearlos de acompañantes que los convencerían de la paz argentina."


El plan puesto en marcha incluía "utilizar" la imagen de personajes populares de la farándula, el espectáculo y el deporte nacional, como por ejemplo, el automovilista Juan Manuel Fangio, el boxeador Carlos Monzón, el tenista Guillermo Vilas, los actores Carlos Balá y Juan José Camero, o el relator de fútbol José María Muñoz, para mencionar algunos.

Fangio viajaba al exterior a hablar de la "verdadera argentina". Monzón daba exhibiciones de boxeo en los campamentos del ejército para los soldados que capturaban guerrilleros. Muñoz sería "la voz" del mundial, instando al pueblo argentino a mostrarse ordenado y prolijo en las canchas, no tirando papelitos, ya que nos estaban viendo en el exterior. Balá decía constantemente en los televisores de cada argentino: "vamos muchachos, con buena letra, y va a ser mundial".

Propaganda, publicidad y partido: herramientas para alcanzar el poder




La Propaganda es actualmente un fenómeno de gran importancia para el crecimiento de un Movimiento. Importancia que radica en que la Propaganda tendrá que laborar incesantemente en ganar adeptos para el Proyecto, mientras que la función de la Organización es captar de entre los adeptos aquellas personas que por su valía sean adecuados para ser Miembros.
Los Adeptos conocen la Idea, la apoyan, la divulgan, ganan adeptos.
Los Miembros son los que luchan por la Idea.

La Propaganda orienta la opinión pública en el sentido de una determinada Idea y la prepara para la hora del triunfo mientras que la Organización lucha por ese triunfo mediante la cohesión activa, constante y sistemática de todos aquellos correligionarios que demuestran aptitud y disposición para impulsar la lucha hasta ese final victorioso.

Pero es necesario formar Cuadros en el área de Propaganda, no sólo para extender la idea sino para formar otros Cuadros que a su vez hagan una cadena.

Es necesario tener orientaciones básicas sobre Técnicas de Propaganda para emprender un buen trabajo, para divulgar la Idea de forma positiva y ganar adeptos.


La cara de la ciudad es un centro de producción y consumo marcado por la publicidad. La concentración de muchas compañías luchando por dirigir la competencia, muchas veces ganada no por el mejor producto sino por la mejor publicidad. Afiches en las columnas, periódicos, carteleras martillean incesantemente a la “víctima”, que en este caso es el consumidor y, finalmente, este se doblega a la campaña publicitaria y compra el producto.

Esta campaña intensa apunta a obtener ganancias monetarias y apela solamente al bolsillo. Pero la más efectiva publicidad no es necesariamente para el mejor producto.

La Propaganda Política es un poco diferente. Se usan casi los mismos métodos para obtener sus metas, pero su concepción es enteramente distinta.La propaganda no es de ninguna manera publicidad pura aplicada a la política o a la arena espiritual.

Mientras la publicidad busca un efecto momentáneo la propaganda política busca como hemos dicho, la captación necesaria para ganar adeptos a una Cosmovisión.

El partido politico debe ser capaz de canalizar de forma positiva el esfuerzo de todos aquellos ciudadanos que han sido ganados para el movimiento.
La organización

Debe establecerse un aparato unificado de Propaganda (centro de propaganda) desde el las instancias de dirección del candidato a los diferentes estamentos de Propaganda en cada lugar o paraje de la demarcación del candidato. La tarea de este centro de Propaganda es estudiar métodos publicitarios y ver cual de estos puede ser adecuado para usar y desarrollar las estrategias concertadas de la mejor manera.

Con este fin cada grupo Local debe contar un Responsable de Propaganda, quien debe dirigir el esfuerzo entero Local de la propaganda y debe velar por el perfecto cumplimiento de dicha tarea. Estos Responsables son subordinados al centro de propaganda del candidato y mantienen un flujo de informacion entre la zona o paraje y el candidato.
LOS MÉTODOS DE PROPAGANDA

Para llevar propaganda efectiva a las ciudades es necesario entender el uso adecuado de los métodos de Propaganda. Por sobre todo es esencial que el Responsable de Propaganda entienda que no debe seguir los consejos que vienen de su escritorio sino que deben mantenerse en estrecho contacto con la gente. Sólo quien entiende la vida diaria, lo cotidiano, quien se familiariza con los eventos y la vida política, puede ser capaz de hablar efectivamente a la gente a quien desea persuadir. Sin este contacto la publicidad hablada es lenguaje muerto. Quien ve con los ojos de las masas, entiende a las masas –este es el completo secreto de la propaganda efectiva.

Existen cuatro (+1) clases de métodos de Propaganda:

1) La propaganda a través de la Palabra escrita.

2) La propaganda a través de la palabra hablada.

3) La propaganda a través del Marchas de Masas

4) La propaganda a través de Reuniones Culturales.

5) La propaganda a través de Internet.



Los bancos ganaron 7938 millones con la devaluación


  En plena crisis los bancos argentinos tuvieron  en 60 días la mayor ganancia de los últimos 20 años, gracias a la devalación.

La devaluación registrada durante el primer mes de 2016 y la recuperación de activos dolarizados redundó en una abultada ganancia para las entidades financieras. De acuerdo al informe sobre Bancos publicado ayer por el Banco Central, las utilidades acumuladas sumaron 3091 millones de pesos en enero. Los significativos resultados provenientes del rubro “diferencia de cotización” fueron, sin embargo, 36 por ciento inferiores a los registradas en diciembre del año pasado cuando tuvo lugar la primera vuelta de la megadevaluación. La rentabilidad otorgada a los bancos en los primeros 45 días del gobierno de Mauricio Macri suma 7938 millones de pesos.


Las ganancias de los bancos por el aumento del dólar en enero, del 6,4 por ciento –pasó de 13,29 a 14,14 pesos–, ofrece una evidencia de los beneficios económicos recibidos por el sector financiero. La aceleración en el ritmo de devaluación durante febrero y las primeras tres semanas de marzo permite anticipar que los ingresos contables de los bancos por sus tenencias dolarizadas se extenderán durante el primer trimestre. La magnitud de esos resultados solo es comparable con los ingresos recibidos por el sistema bancario tras el salto devaluatorio de enero de 2014.


La rentabilidad extraordinaria facilitada por la política cambiaria se complementó con una serie de medidas desregulatorias que van desde el desmantelamiento del esquema de controles del mercado cambiario hasta la liberalización en la fijación de las tasas de interés. El último paso de ese proceso tuvo lugar anteayer con la autorización del BCRA para implementar una suba del 20 por ciento en las comisiones que cobran los bancos por sus productos. Además, la entidad que conduce Federico Sturzenegger estableció que a partir de septiembre podrán fijar en forma libre esos márgenes, siempre y cuando comuniquen los aumentos a sus clientes con 60 días de anticipación y ofrezcan datos de los precios de otras entidades.


El informe sobre Bancos divulgado ayer corresponde a enero y evidencia el fuerte aumento experimentado en las tasas de interés para todas las líneas de crédito. El incremento en el costo del financiamiento explica el menor ritmo de crecimiento en los préstamos al sector privado y representa un factor relevante de la recesión inducida por la nueva orientación de la política económica.


Junto con los aumentos en las tasas se registraron una serie de medidas contrarias a la expansión del crédito productivo para las empresas. El BCRA relajó a comienzos de año los requerimientos y exigencias para los préstamos de mediano plazo que deben colocar los bancos –la llamada Línea de Créditos para la Inversión Productiva– y las autoridades de la Anses dieron señales de que las prácticas de inversión del Fondo de Garantía de Sustentabilidad relegarán los proyectos productivos y de infraestructura.

Por su parte, la Superintendencia de Seguros eliminó las exigencias del “inciso K” que obligaba a esas firmas a colocar entre el 8 y 18 por ciento de sus carteras a financiar inversiones consideradas estratégicas. Esa decisión redujo la demanda de activos emitidos por empresas de mediana envergadura y, por lo tanto, redundó en un incremento adicional en los costos de financiamiento.

Broda: "No van a llover dólares"

Entrevista de Jorge G. Herrera.- •

EL ECONOMISTA CONSIDERA INSUFICIENTE SÓLO ARREGLAR EL TEMA FONDOS BUITRE



Miguel Ángel Broda

"Hay que pasar un duro 2016, pero es la primera vez que veo una apreciable chance de salir de la decadencia. Ahora el país puede tener una oportunidad de crecer y tener un rol en la región", opinó el economista Miguel A. Broda. Respecto de Brasil, sostuvo que "está a la deriva, no esperemos nada ni en 2016 ni en 2017; este año el PBI cae como en 2015, y en 2017 puede no crecer. Obviamente si renuncia o sale Dilma, hay probabilidades de cambio, pero hay veinte candidatos a la presidencia, algunos peores que Dilma y Cristina". Broda duda que se pueda colocar toda la deuda que el Gobierno necesita para cubrir sus necesidades de financiamiento este año. A continuación, lo más relevante de la entrevista.

Periodista: ¿Su evaluación preliminar de la gestión del equipo económico?

Miguel Ángel Broda: Mi impresión es que el Presidente eligió una combinación de política monetaria restrictiva y política fiscal levemente expansiva, que no me gusta, pero es un avance; hablamos de inflación y déficit declinante. No es cierto que arreglar con los holdouts evite el ajuste fiscal porque arreglar con los buitres y no hacer el ajuste fiscal hace muy difícil una política monetaria para bajar la inflación. Entre lo que necesitamos para tener un nivel de reservas internacionales positivas, para emitir para el enorme stock de Lebac, y para cubrir el agujero fiscal es muy difícil la política monetaria que nos permita reducir la tasa de inflación. El Presidente ha sido asesorado de que esto es posible y mi impresión y la dinámica del programa monetario y fiscal que nosotros proyectamos me llevan a estar muy preocupado por el extraordinario gradualismo elegido, no porque uno no vea las restricciones políticas que la gobernabilidad impone, sino por la consistencia técnica del modelo elegido.

P.: ¿Cómo ve la gestión de la cosa pública en manos de managers?

M.Á.B.: En algunos lugares se nota una desconfianza a la burocracia, un miedo a pagar facturas por posible corrupción. En el BCRA hubo un proceso de adaptación, pero el Presidente eligió para el BCRA un economista que le decía que no era muy grande la necesidad de hacer un ajuste y que no había problema de cuenta corriente, y eligió para Hacienda un economista que no tiene la visión de la complejidad y la gravedad de la herencia. Pero la política cambiaria está intrínsecamente relacionada con la política monetaria antiinflacionaria, vino mejorando la intervención sustancialmente, si fue orden de Macri o de Prat Gay no lo sé, pero sí se mejoró notablemente y veo un aprendizaje muy útil.

P.: ¿Se apuraron a bajar las tasas de interés?

M.Á.B.: Obviamente, se apuraron también a liberar los stock de deuda con importadores y de los dividendos sin distribuir de la inversión extranjera. Cuando uno se cree que no tiene problemas de cuenta corriente y que van a llover dólares, se pueden pagar más rápidamente las importaciones que se debían, los dividendos que se debían, y bueno la verdad es que está mucho mejor, lo que no sé hasta cuándo, porque no veo un BCRA muy independiente.

P.: ¿Vamos bien?

M.Á.B.: Este es un año muy duro en el que se va a poner a prueba; tenemos que evitar una inestabilidad macroeconómica para que estas nuevas ideas de ser un país normal y copiar a los exitosos del resto del mundo den resultado. Hay proyectos, pero no van a llover dólares de corto plazo y tampoco van a llover inversiones en los próximos 6 a 8 meses. Así que la Argentina enfrenta un año muy duro en el que debería verse en el último trimestre del año un ambiente de negocios que estimule el amor al riesgo y que estimule la inversión.

P.: ¿Subestimaron la lluvia de dólares?

M.Á.B.: El BCRA sí. Probablemente no han llovido dólares de corto plazo y de portafolio por la cotización inicial del dólar. Pero reconozcamos que el BCRA a $15,8 va a salir a vender; veo un dólar móvil en la Argentina como tiene que ser en un país a la tasa de inflación que tenemos.



P.: ¿Qué estima para el PBI este año?

M.Á.B.: La economía no tuvo un buen cuarto trimestre y no tiene un buen primer trimestre este año. Con respecto al trimestre anterior, vamos a tener dos leves caídas, la Argentina, si usamos la medida de dos trimestres de caída, estaría en recesión, o sea, estamos en una estanflación, nuestro pronóstico del año, con notable incertidumbre porque tenemos que prever cómo será el programa monetario y fiscal, es que este año el PBI va a caer un 1,5% (el año pasado creció), probablemente sea más parecido a 2014 que a 2015; este año es de absoluta transición por la complejidad de la situación heredada: recomponer el tipo de cambio y las tarifas, tenemos reservas netas negativas, tiene que bajar la tasa de inflación, etc. Hay como una inconsistencia entre la gravedad de los problemas heredados y las apetencias de que algunos ministros quieren ser presidente. Creo que el ministro que arregle este desorden tiene que alquilar un departamento en Montevideo porque la herencia es muy pesada, de un país aislado del mundo, con exportaciones en caída libre; recomponer esto es una tarea muy compleja e inicialmente en el equipo económico que estaba trabajando con el Presidente había gente que creía que había que hacer más cosas de las que se están haciendo; pero el Presidente eligió y también es cierto que tiene que ganar la elección de 2017 y probablemente la de 2019. Es muy lindo ser voluntarista, pero las restricciones políticas están condicionadas a la consistencia técnica de lo elegido, y este es un modelo muy riesgoso, estrecho desfiladero que habrá que monitorear.

P.: ¿Hay tanto margen para endeudarse?

M.Á.B.: En 2015, dos tercios de las necesidades de financiamiento fueron cubiertas con el BCRA emitiendo pesos y dando reservas; este año dos tercios van a ser endeudamiento externo, una sustitución directa, porque el endeudamiento interno tiene techo. La llave del financiamiento para cubrir las necesidades del sector público y del BCRA consolidado va a depender de que coloquemos un número muy grande de deuda. Este año el agujero del déficit en pesos va a ser financiado en parte con emisión de deuda en dólares, que al revés de lo que piensan algunos colegas no va a ser comprando los dólares para cambiar a pesos, sino que van a ser comprados por el BCRA porque necesita reservas. Creo que las necesidades de financiamiento del país deberían incluir préstamos del FMI para recomponer reservas con menos condicionamientos de los préstamos contingentes. Necesitamos colocar u$s 40.000 millones, es una oferta muy grande, la mitad de todo lo colocado en el mundo emergente en 2015; esto sin duda le pone un piso alto a la tasa de interés que pagará el Gobierno, y esto es una mala noticia, porque la Argentina va a recuperarse con inversión privada no con la pública, y cuanto menos caiga el costo argentino, menos será la inversión privada. No estoy tan seguro de que podamos colocar esa cantidad y además no estoy tan seguro de que podamos hacer un programa de metas de inflación o de agregados monetarios riguroso. Con esa enorme colocación de deuda, creo que es absolutamente conveniente, útil, necesario arreglar con los holdouts y aplaudo la forma como se hizo, pero no estoy de acuerdo con el argumento de que esto sustituye el ajuste fiscal, porque pone en altísimo riesgo el programa monetario para lograr la reducción de la inflación. Espero que haya más coordinación entre Hacienda y el BCRA para bajarla.


Entrevista de Jorge G. Herrera