Sergio
Massa se posiciona ante la sociedad como sinónimo de lo nuevo, sin
embargo en su espacio hay cada vez más dirigentes con larga trayectoria
y, en algunos casos, con archivo complejo. Maniobras para sumar a todos y
las difíciles relaciones seccionales
Sergio
Massa usa palabras seductoras para la clase media, y asegura que lo
suyo es distinto de todo lo pasado. Se muestra como el refresh de la
política, y hasta bautizó “Renovador” a su espacio. Pero el massismo no
escapa a las generales de la ley, y en su interior hay muchos dirigentes
con vasta trayectoria e intendentes perennes, algunos con escasa imagen
pública.
En tren de ser justos, sucede en todos los armados políticos, pero en el
massismo se hace evidente el contraste, sobre todo por el mensaje, y
porque hacia el interior ya se escuchan crujidos entre los que bregan
por sumar sin importar a quién y aquellos pretenciosos de mostrar más
caras nuevas.
Es obvio que casi todos tienen pasado, pero hay archivos y archivos. Es
una discusión interna que obligó al propio conductor a consultar a
intendentes y legisladores sobre la incorporación de Raúl Othacehé. En
la reunión hubo voces de apoyo y de rechazo, pero la votación la ganó el
“sí”. De todos modos, el ingreso del histórico y polémico alcalde de
Merlo generó algunos enojos, por ahora callados pero que saldrán a la
luz ni bien aparezca alguna complicación.
Con Othacehé llegaron discípulos, y el arribo del diputado Alfredo
Antonuccio despertó los celos del ex ARI Adrián Pérez. Es que el
legislador provincial y el nacional tienen la misma misión: reclutar
desde los espacios progresistas.
Massa niega a Luis Barrionuevo, pero el controvertido sindicalista está
más cerca de su sector que de cualquier otro, y su esposa, Graciela
Camaño, es una espada del Frente Renovador en el Congreso. Ahora el
tigrense también tiene diálogo fluido con Omar Plaini y Facundo Moyano,
dos soldados de Hugo Moyano, quien también se acerca al espacio. El
principal aporte que puede realizar el camionero es la logística, aunque
su imagen pública en el espectro al cual apunta Massa no es la mejor.
Las relaciones del tigrense con el sector empresarial son fluidas, y hay
buena llegada a muchos de los hombres más importantes de negocios. Es
por ello que, incluso internamente, algunos preferirían que el ex
titular de la Unión Industrial Argentina, José Ignacio de Mendiguren,
permanezca en un segundo o tercer plano. El industrial es defensor de la
devaluación, y eso no es compartido por todo el equipo económico
encabezado por Ricardo Delgado. En el grupo de economistas también
aparece Miguel Peirano, otro reperesentante del empresariado que tendría
mejor llegada a muchos de sus colegas que De Mendiguren.
¿Renovación o lifting?, vale preguntarse cuando del massismo se trata. Y
quizá la mejor muestra esté puertas adentro de la propia casa del
conductor. La influencia de la familia Galmarini suele mellar relaciones
internas, y desde esa misma familia se grafica esta idea de mezclar
ciertas reminiscencias menemistas con lo posmoderno. El senador
Sebastián Galmarini, hijo de Fernando, bien puede encarnar la
renovación, y sus relaciones con otros sectores del massismo lejos están
de ser las ideales.
Asesores como Juan José Alvarez o el propio José Luis Manzano (quien, en
sociedad con Daniel Vila, otorga a Massa la pantalla abierta del canal
América) también son observados desde adentro y desde afuera.
“Sergio está al frente de un amplio abanico de sectores que tendrá que
saber conducir. Hasta ahora le ha ido muy bien. La renovación no tiene
que ver con lo generacional, no es un problema de edades, es cómo hacés
política de acá para adelante”, se defienden en el proyecto.
Secciones
El armado del Frente Renovador hace hincapié en la provincia de Buenos
Aires, y por ahora le cuesta trascender los límites bonaerenses. De
todos modos, una veintena de intendentes, dos bloques importantes de
senadores y diputados en La Plata y una bancada en el Congreso nacional,
donde hay preminencia de legisladores provinciales, dan fuerza al
armado. También comienzan a generarse chispazos en las diferentes
regiones.
En el Conurbano norte, centro neurálgico del massismo, la incorporación
de Othacehé se suma a la permanencia de Luis Acuña como los intendentes
legendarios del espacio. También está Jesús Cariglino, aunque en este
caso, enojado, podría dar un salto hacia el macrismo (su hermano Roque,
histórico senador, permanece en la bancada del FR en la cámara alta). La
contracara son los alcaldes Gabriel Katopodis y Joaquín de la Torre,
entre otros.
En la Tercera sección (Conurbano sur), la figura de Darío Giustozzi se
erige como una de las principales espadas del massismo, pero son varios
los históricos con influencia en esa zona, como el senador Baldomero
Alvarez, el ex diputado Osvaldo Mércuri y su esposa, la legisladora
provincial María Elena Torresi. La figura de Sergio Villordo (diputado)
es para algunos una piedra en el zapato. Su paso por la intendencia de
Quilmes no dejó los mejores recuerdos. Es la sección donde más difícil
resulta hacer pie y mostrar “renovación”, aunque aparecen dirigentes
como el senador José Luis Pallares en Lanús, o los hermanos Giacobbe en
Berazategui, con trayectoria política pero sin haber sido intendentes; y
por ese objetivo irán ahora.
En la Segunda sección crecen las expectativas por sumar al jefe comunal
de San Nicolás (todavía enrolado en el FpV), Ismael Passaglia. La
búsqueda de un acuerdo con él no convence al diputado Lisandro Bonelli,
ex aliado de Passaglia pero con reporte directo a Ginés González García.
La pata radical en el massismo de la sección también es importante,
pero también con dirigentes de larga trayectoria.
En la Cuarta, donde revista uno de los primeros massistas, Gilberto
Alegre (histórico intendente de Villegas y ahora diputado nacional), hay
resquemores internos entre el sector que impulsa figuras nuevas; los
espacios que representan Ricardo Zamperetti y Julio Salemme, por parte
del peronismo; y el juninense Mario Meoni, por la fracción
extrapartidaria. De hecho, en Junín reportan para el massismo dos
sectores históricamente enfrentados que ahora deben convivir: uno, el
del intendente, y el otro, el dominado por la ex legisladora duhaldista
Mirta Cure.
La Quinta sección tiene en Patricio Hogan y en su papá, Tomás, a las dos
caras del proyecto. Otro ejemplo de la renovación mezclada con el
lifting. De todos modos, algunos dirigentes massistas se muestran en la
vereda de enfrente de los Hogan. Son varios los armadores seccionales,
entre ellos el marplatense Juan Garivoto. No cayó bien en algunos
renovadores de la región la influencia que tuvo el platense Raúl Pérez
en el armado seccional antes de las elecciones. A él le atribuyen que
quedara afuera de la nómina de legisladores Osvaldo Goicoechea (otro
histórico al que trata de volver al redil “Cacho” Alvarez).
Dámaso Larraburu, eterno influyente del peronismo de la Sexta, se coló
en el FR cuando ya había en él sectores que nunca adhirieron al
larraburismo. Esa convivencia es difícil, y siempre está a punto de
estallar. Pero la influencia de Bahía Blanca puede más, y mientras
Larraburu tenga poder allí y en sus aledaños, se lo contendrá en el
espacio.
José Eseverri, un no peronista con aspiraciones al menos a la
vicegobernación, domina en la Séptima. Le piden reclutamiento, pero está
acotado por lo chico de la sección y porque será difícil cerrar con
algunos peronistas con los cuales mantiene diferencias, sean históricos o
no.
En La Plata ya hubo una agitada interna entre el massismo que se dice
“renovador” y el sector histórico del PJ, encarnado por Juan Amondarain y
Raúl Pérez, que pone como figura más visible a Jorge Sarghini, más
inmaculado en la esfera política, pero también con una trayectoria
extensa. El inventario es contundente. El nombre es renovación, pero hay
mucho de lifting.