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La centralidad de la visión de la #MarcaPolítica en el #VotoJoven

Por Rubén Weinsteiner


La visión que una marca política le propone a los sujetos de elección jóvenes en el proceso de negociación y construcción de lealtades, debe agrupar expectativas en torno significantes agregadores comunes de heterogeneidades intensas.

Reagan le planteó a los libertarios, a la derecha religiosa y a los que querían realnzar una política exterior más activa y de intervención en torno al significante libertad. Ese significante funcionó como visión de marca política.

Evo Morales le propuso una visión agregadora a dos grupos antagónicos hasta ahí: los indígenas que rechazan la propiedad colectiva y la socialización y los sindicatos bolivianos marxistas.

Aznar le presentó la visión de una alianza para el progreso a: los liberales en lo económico, los democristianos y los conservadores.

El significante alianza adquirió la submodalidad de libre mercado con los liberales, la de ética y moral con los democristianos y el republicanismo con los conservadores.

El diseño de visión y promesa de marca política se articula en una construcción de sentido para la marca política.
La promesa de la marca política, es lo que ésta "dice" sin decir, que hará por sus votantes y lo que sus votantes perciben que pueden esperar de ella.

Lo único que no podemos decir en comunicación política es aquello que queremos decir.

Macri en campaña decía que iba a generar 2 millones de puestos de trabajo, un millón de viviendas, sacar el impuesto a las ganancias, que no iba a devaluar, que nunca iría al FMI, que no iba a sacar el fútbol para todos, que no iba a ajustar. Nadie lo votó por eso. Lo votaron y lo votan por la visión y promesa de marca política: El kirchnerismo no sigue.

Esa promesa agrupaba a heterogeneidades intensas. Gente que lo único que tenía en común era su rechazo al kirchnerismo.

La visión prometida debe ser relevante para los votantes, y diferente a las de los competidores. Esa diferencia, debe ser visible y perceptible para los diferentes segmentos interpelados por la marca política, y debe marcar un límite entre dos estadíos.

El votante adulto va al mercado de las marcas políticas, a resolver problemas y a satisfacer deseos más que necesidades, y lo hace en un marco de clivajes y creencias muy instalados, que funcionan emocionalmente en piloto automático. Convicciones, amores, odios, tradiciones y prejuicios, articulados en historias personales, familiares, relatos culturales muchas veces ocultos, e internalizados en anclajes emotivos, que no son cuestionados a la hora de recrear el sistema de preferencias, salvo acciones específicas direccionadas en ese sentido, el de poner en crisis los relatos ocultos ordenadores.
El votante joven también busca resolver problemas y satisfacer deseos, pero en lugar de recrear valoraciones y etiquetas instaladas, el voto joven busca adoptar marcas políticas para cumplir sueños, desafiar poderes inmensos, en luchas con final abierto, y sobre todo interrogar a la marca acerca de quién es, en que cree y cuan autentica es.

El voto joven puede ser llevado a cuestionar, contestar y mutar, a través de una visión eficaz. Una visión que logre interpelarlo, no desde la demanda de un espacio o cargo, sino alrededor de “quiero hacer esto para mi ciudad, provincia, país”. No como un proyecto individual, sino como una propuesta colectiva inclusiva. El voto joven otorga el poder político como una herramienta de cambio de su mundo, y de él, como integrante de ese colectivo. Primer empleo, primera vivienda, propuestas enfocadas en su segmento del cual se siente parte.
El votante joven asigna valor de preferencia a la marca política que darle sentido a la vida del colectivo, no a su propia vida (la del candidato).






El voto joven asume la disruptividad en la visión, como un factor atractivo y potente. Mitterrand percibió y utilizó con resultados exitosos, el planteo de una visión disruptiva ante un problema concreto. Francia atravesaba una crisis, con centros urbanos dominados por la inseguridad, con un achicamiento del espacio público para los jóvenes, -segmento movedizo que utiliza el espacio público más que los adultos, y que además circula por las calles en sus salidas de noche-, que habían convertido a la ciudad en una amenaza más que en una oportunidad. Ante esa crisis que generaba en el segmento joven una demanda específica, Mitterrand propuso en un discurso público, una suba drástica del presupuesto de educación, como respuesta frente al pedido de mano dura. Fue heterodoxo y disruptivo, sonó a descolocado en los mayores, pero recibió gran aceptación en los segmentos jóvenes, y un fuerte apoyo de ese segmento en las elecciones.

El voto joven desea ver y conocer la visión del candidato, para decidir si le cree o no le cree, si este es “gato” o autentico, si efectiviza o no un contrato de adhesión y autorización para la representación política, y luego verificar si ese contrato es socialmente aceptado por la tribu. Es raro que un joven, a diferencia de lo que ocurre con el voto adulto, vote sin blanquear a un candidato rechazado por su entorno de pares.

La formulación de la visión, la enunciación y modulación de lo que se quiere y promete hacer, como se comunica esa visión, como se construye sentido alrededor de esa perspectiva planteada, como se ancla el mito necesario como herramienta simbólica y de contexto, y como se plantean los problemas para avanzar en la propuesta de soluciones, constituyen los fundamentals del desarrollo operativo de la propuesta de visión de la marca política


En el voto joven, como dijimos, el planteo y enrolamiento en una visión disruptiva es excluyente, como esencial el lenguaje llano, concreto, sin eufemismos, ambigüedades ni sofisticaciones innecesarias. Renovar el lenguaje es renovar la concepción, la visión del mundo según Ionesco. Un lenguaje que debe hacerse cargo de la trasngresión demandada por los jóvenes, construyendo significantes que reflejen la transposición de límites.


La negociación de lealtades sobre la plataforma de la visión debe reagrupar a esas heterogeneidades, estableciendo la centralidad del significante de la visión.

Esa visión, constituida en promesa de marca política es lo que agrupará y sostendrá dentro del mismo campamento a personas que jamás se hubieran sentado en la misma mesa, personas muy diferentes entre sí pero que se sienten interpeladas por la visión propuesta.


El fracaso narrativo de las políticas de bienestar

Rubén Weinsteiner

¿Por qué los sistemas políticos democráticos no tuvieron una respuesta adecuada ante la desigualdad , la pérdida del poder adquisitivo de los sectores medios y la brecha creciente entre ricos y el resto de la sociedad?

Porqué la centro izquierda no tuvo respuesta ante el surgimiento de movimientos políticos de extrema derecha que sí se hicieron cargo de las demandas sociales insatisfechas.


En principio, una mayor desigualdad produce una demanda de una mayor redistribución. La politica debería responder imponiendo impuestos más altos a los ricos y gastando lo recaudado en los menos favorecidos. Esta intuición se formaliza en un paper bien conocido en economía política, escrito por Allan Meltzer y Scott Richard: cuanto más amplia sea la brecha de ingresos, mayores deberían serán los impuestos y mayor la redistribución.

Sin embargo, en la práctica, las democracias se han desplazado en la dirección opuesta. La progresividad de los impuestos a la renta ha disminuido, los impuestos al consumo, regresivos ha aumentado, y la imposición de impuestos al capital ha seguido a una carrera global hacia la baja. En lugar de impulsar la inversión en infraestructura, los gobiernos han aplicado políticas de austeridad que son particularmente dañinas para los trabajadores poco calificados. Se rescató a grandes bancos y corporaciones, pero no se rescató a los hogares. En Estados Unidos, el salario mínimo no se ha ajustado lo suficiente, lo que determina su erosión en términos reales.

Parte de la razón para esto, al menos en Estados Unidos, es que la adhesión del Partido Demócrata a la política de la identidad (destacando la inclusión a lo largo de líneas de género, raza y orientación sexual) y a otras causas socialmente liberales se produjo a expensas de asuntos básicos relativos a ingresos y empleos. Como Robert Kuttner escribe en un libro de reciente publicación, lo único que faltó en la plataforma de Hillary durante las elecciones presidenciales del año 2016 fue el concepto de clase social.

Una explicación es que los demócratas (y los partidos de centro izquierda en Europa occidental) congeniaron demasiado con las grandes finanzas y las grandes corporaciones. Kuttner describe cómo los líderes del Partido Demócrata tomaron una decisión explícita de llegar al sector financiero después de las victorias electorales del presidente Ronald Reagan en la década del año 1980. Los grandes bancos se tornaron en instituciones particularmente influyentes, no sólo a través de su influencia financiera, sino también a través de su control de puestos clave en el ámbito de formulación de políticas durante los gobiernos demócratas. Las políticas económicas de la década de 1990 podrían haber tomado un curso distinto, si Bill Clinton hubiera escuchado más a su Secretario de Trabajo, Robert Reich, académico y defensor de las políticas progresistas, y menos a su Secretario del Tesoro, Robert Rubin, un ex ejecutivo de Goldman Sachs.

Sin embargo, los intereses y poderes del establishment sólo sirven para explicar parte del fracaso de la izquierda. Las ideas han desempeñado por lo menos un papel importante. Después de que los shocks de la oferta de los años 70 disolvieran el consenso keynesiano de la era de la posguerra, y los impuestos progresivos y el Estado de bienestar europeo pasaran de moda, el vacío fue llenado por el fundamentalismo de mercado (también llamado neoliberalismo) del tipo defendido por Reagan y Margaret Thatcher. Aparentemente, parecía que la nueva ola había capturado la imaginación del electorado.


En lugar de desarrollar una alternativa creíble, los políticos del centro izquierda se dejaron absorber dentro de la nueva forma de hacer las cosas. Los Nuevos Demócratas de Clinton y los Nuevos Laboristas de Tony Blair alentaron la globalización. Los socialistas franceses se convirtieron inexplicablemente en defensores de la liberación de los controles sobre los movimientos internacionales de capital. Su única diferencia con respecto a la derecha fueron los edulcorantes que prometieron en la forma de más gasto en programas sociales y educación – mismos que rara vez se hicieron realidad.

El economista francés Thomas Piketty ha documentado recientemente una transformación interesante en la base social de los partidos de izquierda. Hasta finales de la década de 1960, los pobres generalmente votaban por los partidos de la izquierda, mientras que los ricos votaban por la derecha. Desde aquel entonces, los partidos de izquierda se han visto cada vez más capturados por la élite bien educada, a quien Piketty llama la “izquierda brahmánica”, para distinguirlos de la clase “Mercante” cuyos miembros aún votan por los partidos de derecha. Piketty argumenta que esta bifurcación de la élite ha aislado al sistema político de las demandas redistributivas. La izquierda brahmánica no es amigable con la redistribución, porque cree en la meritocracia – es decir, cree en un mundo en el que esfuerzo es recompensado, y cree que es más probable que los bajos ingresos sean el resultado de un esfuerzo insuficiente que de la mala suerte.

Las ideas sobre cómo funciona el mundo también han jugado un papel entre los que no pertenecen a la élite, al amortiguar la demanda de redistribución. Contrariamente a las implicaciones del marco de Meltzer-Richard, los votantes estadounidenses comunes no parecen estar muy interesados en aumentar las tasas impositivas marginales superiores o en mayores transferencias sociales. Esto parece ser cierto incluso cuando están conscientes – y preocupados por – el fuerte aumento de la desigualdad.

Lo que explica esta aparente paradoja son los muy bajos niveles de confianza que tienen estos votantes en la capacidad del gobierno para enfrentar la desigualdad. Un equipo de economistas halló que los encuestados “preparados de antemano” por referencias a grupos de lobby o el rescate financiero de Wall Street muestran niveles significativamente más bajos de apoyo a las políticas contra la pobreza.

La confianza en el gobierno generalmente ha estado disminuyendo en Estados Unidos desde la década de 1960, con algunos altibajos. También existen tendencias similares en muchos países europeos, especialmente en el sur de Europa. Esto sugiere que los políticos progresistas que prevén un papel activo del gobierno en la reestructuración de las oportunidades económicas se enfrentan a una batalla cuesta arriba para ganar al electorado. El miedo a perder esa batalla puede explicar la timidez de la respuesta de la izquierda.

No obstante, la lección que los estudios recientes nos enseña es que las creencias sobre lo que el gobierno puede y debe hacer no son inmutables. Son susceptibles a la persuasión, la experiencia y las circunstancias cambiantes. Esto es tan cierto para las elites, como lo es para las no élites. Sin embargo, una izquierda progresista que sea capaz de enfrentar el consenso subjetivo construido por los medios del establishment tendrá que ofrecer una buena narrativa, además de buenas políticas.



Rubén Weinsteiner

Marcas políticas y votantes-marcas jóvenes

Rubén Weinsteiner

Una de las particularidades de la generación Google, en su la relación con las marcas políticas tiene que ver con que ellos mismos se piensan y construyen como marcas.

Uno de los bienes más valorados por los sub 25, son los celulares. Por un lado la conectividad full time, que hace que miren promedio 500 veces por día el celular, que estén pendientes de cada like, retweet, trending topics, actualización de stories, whats apps, actualizaciones de canales de you tube, y por el otro, el celular es lo que le permite hacer construir y gestionar su marca personal, con fotos, posteando, virtualizando realidades, construyendo percepciones, interactuando etc.

Las marcas comerciales, corporativas y políticas en los jóvenes, sostienen las condiciones de funcionalidad, emocionalidad-aspiracionalidad y expresividad. Las marcas que consumen sirven para solucionar problemas, para aspirar a ser lo que no son y para que esas marcas hablen de ellos.

El celular te permite hablar, mensajear, interactuar en las redes, ver videos, escuchar música por un lado, por el otro te permite ser el que no sos, y sentirte “on the go” con el último iphone. También te permite que los demás digan o piensen que sos interesante/importante porque tenés el último iphone.

Cuantos menos recursos mejores zapatillas, mejor celular, quizás, mas vistoso, mas marquero. Porqué?

Porque la marca le permite al que no es, escaparse y ser. Que digan que es lo no es. El que es no necesita escaparse ni que digan tanto que es.

Por lo tanto tenemos tres niveles de marcas: los jóvenes como marcas, las marcas comerciales y corporativas que los jóvenes consumen o no, pero que en todo caso los interpelan. Y las marcas políticas

Los jóvenes hoy, son marcas. Los hay potentes y con posicionamientos fuertes y hasta masivos, que los convierten en macro o micro influencers.

En la Web social el poder de fuego de un joven-marca puede ir desde una mínima expresión, hasta un macro influencer con millones de followers en twitter, instagram o canales de you tube. Facebook quedo muy viejo.

Al constituirse en marcas, estos jóvenes, se relacionan con las marcas políticas, de marca a marca. Lo que les impone una mirada distinta, una mirada más crítica, más observadora, más dura, menos contemplativa.

Las marcas políticas también le permiten al joven escapar y ser lo que no es a través de la condición aspiracional-expresiva de la marca política.

Ya sea ser/parecer/aparecer como solidario, libertario, conservador, revolucionario, duro etc, linkeando con los atributos de posicionamiento y discurso, o ser/parecer/aparecer como sencillo, sofisticado, formado, popular, divertido, rico, ingenioso, etc, linkeando con los atributos de identidad y personalidad de la marca política.

El votante joven, demanda de la marca política, soluciones funcionales, soluciones emocionales-aspiracionales y soluciones expresivas.

El voto joven es esencialmente tribal, porque el joven se mueve en tribus. Hay que explicarle a los integrantes de la tribu porque uno apoya o piensa votar a determinado candidato. Hay que explicar y sostenerlo. Si la tribu censura, quizás sea difícil sostenerlo, con lo cual o se cambia o se abandona la tribu.

A su vez las tribus conviven con otras tribus en ecosistemas diversos y entre cruzados y definidos por variables blandas, que también tienen miradas, juicios y expresiones.

Si un joven se mueve en un ámbito religioso católico, probablemente la tribu vea bien que apoye a un político anti aborto. Si un joven se mueve en una tribu sin influencia religiosa, vinculada a una banda de música cuyo referente se plantea como “progresista” y definido como pro despenalización del aborto, probablemente la tribu no tolere una posición anti aborto.

El joven demanda soluciones a problemas concretos, avances, mejoras etc. Demanda de la marca la construcción de percepciones en línea con la aspiracionalidad y demanda de la marca que la gente diga o piense que uno es de una manera determinada y no de otra porque apoya o vota a X.

Tanto las soluciones funcionales a problemas concretos, la aspiracionalidad y la expresividad están atravesadas por la tribalidad.

Las marcas políticas deben plantear un discurso de poder en esos tres niveles, para llegar a los jóvenes. Plantear soluciones a demandas, constituirse en un dispositivo aspiracional fuerte, y obtener la legitimidad de las diferentes tribus del ecosistema joven.

Rubén Weinsteiner

Microsegmentación por estilos de vida en el #votojoven

 

Rubén Weinsteiner

Hasta hace algunos años, la segmentación se pensaba estrictamente definida por variables duras, como; edad, genero, generación, ingresos, diferenciación social, lugar de residencia, años de estudio cursados, etc. En definitiva “lo que la gente es”.


El escenario actual de atomización y microsegmentación de los diferentes colectivos sociales, muy especialmente en los segmentos jóvenes que constituyen el #votojoven, nos impone un análisis, que no debe descartar las variables más duras, pero que debe enfocarse fundamentalmente en las variables blandas; “lo que la gente hace” “lo que a los jóvenes les interesa” ‘lo que a los jóvenes es gusta”, más que “lo que la gente es”.


¿Cuantos años tenés?


La primera clasificación que hacemos al estudiar, el voto joven, es a través de la más dura de las variables; la edad. Hablamos de 16-34, un 38% del electorado, y de 16-40, un 50% de los sujetos de elección.


La edad , variable dura de la categoría tributaria del cuerpo, no alcanza para definir el concepto de juventud y menos aun para predecir comportamientos e intervenir en su sistema de preferencias.


En cualquier caso, hay distintas y variadas maneras de ser joven, y esa complejidad debe analizarse a la luz de las variables más blandas que organizan esa complejidad y heterogeneidad de comportamientos, valores, microculturas grupales, pertenencias tribales, inserción en familias, instituciones, estamentos, lenguajes, referencias, agendas, y proyectos de manera eficaz.



En el voto joven las conexiones entre personas jóvenes , ya sea de forma más o horizontal y simétrica, o más vertical y asimétrica, se dan no tanto, por los vínculos definidos por su calidad y especificidad , sino por las ideas y emociones.

Nos conectamos por las cosas que nos preocupan, que nos impactan, que nos duelen, que nos emocionan, que nos apasionan.



Los segmentos constituidos por variables blandas se ordenan como el resultado de una articulación de demandas. Las personas demandan cosas y los que demandan las mismas cosas se agrupan funcionalmente en microsegmentos aunque sean muy diferentes entre sí, determinando cruces a veces disruptivos, que plantean escenarios novedosos y lleno de oportunidades.


Los sistemas relacionales entre los jóvenes se articulan por variables blandas. La organicidad de esas conexiones- comunicaciones, se da más por lo que sienten los sujetos jóvenes, lo que piensan, que creencias y valores tienen, que por quienes son, donde están, qué edad tienen y como viven y cuantos años estudiaron.

La necesidad de poder construir microsegmentos a los efectos de poder agrupar a los jóvenes dependiendo de su estilo de vida, actitudes, deseos y preferencias, es fundamental para poder perfeccionar y cruzar las investigaciones cualitativas-conductuales en los segmentos jóvenes.



El concepto estilo de vida fue un término usado por primera vez en Austria por el psicólogo Alfred Adler en 1929. En 1961 se amplió para analizar actitudes, intereses, valores y sentimientos de las personas y la afinidad que generan con otras personas, para formar grupos con formas de vida similares, generando patrones de comportamiento, identificando aspiraciones del ciudadano y factores de decisión. Estos patrones incluyen factores como las creencias, los valores e intereses característicos de los modos de vida de las personas. Los patrones reflejan factores demográficos, sociológicos, pero sobre todo pictográficos, entre los que destacan las actitudes.


El sistema VALS, (Values and Lifestyles), valores y estilo de vida, creado por el Stanford Research Institute, surge por la necesidad de explicar los cambios que sufrió la sociedad de los Estados Unidos, en los estilos de vida de los años 60.

La innovación que presentó el sistema VALS, en términos de la microsegmentación por variables blandas, fue plantear el concepto de “estilos de vida” y en el, al entorno, las vivencias particulares, el clima de época entre otros como condicionantes de actitudes, conductas y miedos, frustraciones, aspiraciones, deseos y necesidades psicológicas.

Estos condicionantes y sus progresiones determinan el comportamiento de los individuos frente a diversos escenarios, en especial aquel relacionado con el voto, el consumo cultural-mediático, los valores, utilización del tiempo, las preferencias y las compras.


Desde #marcapolítica y en términos del Sistema VALS de microsegmentación por variables blandas de estilo de vida en los segmentos jóvenes, establecemos algunas clasificaciones de microsegmentación para el análisis:

Micro-Segmentación por estilo de vida, en el #votojoven, algunos ejemplos

Estos segmentos deberán cruzarse entre dos o más segmentos para lograr mayor precisión en el análisis y en el diseño estratégico.

“Cumbia”: valores, estética, estilo de vida

“Profundos” sencillos, lectores, valores, cultura, aspiración al conocimiento.


Espirituales; valores, ética, tendencias, espíritu,

“Tecnológicos” , Celular, apps, conectividad, Smart tv


“Hedonistas” Zapatillas, ropa, gimnasio, celulares, vacaciones, viajes al exterior, compras por intenrnet, autos, cerveza/whisky, “findes”, sexo. Dentro de este segmentos establecemos altos medios y bajos, de acuerdo al nivel de gasto cruzado por el nivel aspiracional


“Status” quieren mostrar, ser es parecerse, aspiracionales desde lo aparente


“Cómodos” viven con los padres, algunos no trabajan, y si trabajan lo hacen para obtener para los gastos, tienen su cuarto, se sienten cómodos con los padres



Ideologizados: más o menos, responden, se ven interpelados por ofertas políticas, voto blando, militantes, organizaciones políticas, sindicales.


Futboleros: varones y mujeres, domingo cancha, viajan a ver al equipo, pendientes, equipo=religión


“Insatisfechos” Falta dinero, falta trabajo, falta amor, falta sexo falta seguridad, faltan cosas. Me quiero ir del del país, de la ciudad, de la provincia, esta todo mal, no hay futuro



“Aspiracionales” Quiero tener un auto, quiero cambiar el auto, quiero mudarme, quiero… ser como


“Tradicionalistas”: Valores tradicionales, religión, familia, trabajo, colegio, estudio, deporte, amigos.



ONGistas: comprometidos, pero más desideologizados, multiculturalismo, “liberales”.



Antipolíticos: la culpa la tienen los políticos, el peronismo es el problema, los “negros” son vagos y no quieren trabajar, hace falta sentido común, que las cosas funcionen, gente de la actividad privada no contaminada con la política



“Jóvenes viejos”: repiten formatos, slogans y frases de los padres, no quieren disruptividad, consideran que los jóvenes están mal, que hay que buscarse un trabajo, casarse joven, tener hijos joven, viven cerca o con los padres.



“Materialistas netos”: negocio-empleo-carrera full life, para ganar dinero, acumulación, inversiones, medidos, ahorran, invierten.



“Tribus Urbanas”: pertenencia, lealtad a la tribu, intereses, disrutividad



“Atléticos”: se entrenan, cuidan el cuerpo, alimentación, running, ropa especial vida sana



“Pesca”: van de pesca con los amigos, grupos de pertenencia importantes, desenchufe, viajes, solos, amigos o pareja



“Rock”: Cultura, valores, recitales, bandas, viajes, comunidades



“Folklore”: cultura, eventos, apego a lo autóctono, más o menos renovado



“Cultura cannabica”: cultura, cultivos, innovaci´øn, lucha social y política, disruptividad.



Los segmentos grandes demandan cosas de una marca política determinada, y esa marca política no puede absorber todas las demandas de los segmentos grandes, y los segmentos grandes requieren que se satisfagan todas sus demandas, por lo tanto esas marca políticas no puede constituirse en una contrapartida coherente de esos macrosegmentos. La demanda requiere la totalización y como no la encuentra en una sola marca se parte en microsegmentos , pidiéndole las mismas cosas a diferentes oferentes.



Los microsegmentos constituidos por variables blandas se ordenan como el resultado de una articulación de demandas específicas y no tradicionales. Las personas demandan cosas y los que demandan las mismas cosas se agrupan en un determinado segmento, pero se sienten parte, de diferentes grupos, con diferentes demandas, por eso el abordaje microsegmentado es tan poderoso, porque nos permite interpelar personas a las cuales no llegaríamos con un abordaje tradicional. Por ejemplo si una persona de ninguna manera votaría al candidato F, y esta persona tiene un hermano esperando un transplante, y el candidato F propone un plan de transplantes que le plantea una luz de esperanza, quizás F puede llegar de otra manera a esa persona. Ahí queda expuesta la multidimensionalidad del sujeto político que se siente parte, por demandas específicas, de diferentes microsegmentos.



Rubén Weinsteiner

El #DiscursoDePoder de la #MarcaPolítca en tiempos de crisis

Rubén Weinsteiner
 Rubén Weinsteiner


Discurso de poder

El discurso político debe organizar las percepciones que queremos construir en la cabeza de la gente. Esas percepciones tienen que ver con la valoración y ponderación de la realidad y con el posicionamiento de nuestra marca política.

El Poder es la potencialidad de acción. Es una construcción que consiste en una percepción que determine que A puede hacer x.

El discurso político tiene tres tipos de destinatarios básicos:

a) El co destinatario: el militante, el convencido
b) El para destinatario: el sujeto sobre el cual pretendemos colonizar subjetividades.
c) El contra destinatario: el adversario político-ideológico, el competidor electoral.

Los tres grupos deben ser micro segmentados para poder intervenir de manera precisa y quirúrgica.

El discurso de poder, es decir la construcción de la percepción de un determinado problem y la construcción de la percepción de que podemos hacer algo determinado para resolverlo tiene características específicas para cada uno de estos tres grupos.
Mientras para el primero, el militante la percepción debe tener más mística, religiosidad y compromiso, con para el destinatario se impone una intervención que lea la cancha del otro, sus percepciones y pueda intervenir desde sus presupuestos y paradigmas emocionales. En el caso del tercer grupo, el antagonista es usado basicamente para afirmar lo que uno no es, por lo tanto es distinto a. La visibilidad comienza en la diferencia y la identidad se consolida a partir de ella.

Reset

Cuando tiene lugar una crisis profunda, económica, social o política, o las tres juntas, se produce un reseteo en términos de los sistemas de preferencias.

El 2001 fue un reset profundo. Votantes que jamás hubieran votado por el peronismo, se hicieron kirchneristas, y hoy no imaginan votar a alguien no peronista. Progres que veían a Macri como un límite, se hicieron macristas, el espacio público se volvió a poblar de actores, los jóvenes volvieron a la política.

Estos contextos constituyen un escenario ideal para marcas políticas innovadoras.

Las demandas se renuevan y resignifican, por eso hace falta segmentar por variables blandas, por pertinencia y pertenencia, no tanto por lo que la gente es, sino por lo que hace, lo que le interesa, lo que la motiva, lo que desea.

Esta segmentación etnográfica 4.0 se ve potenciada por la big data, y nos permite intervenir como nunca con un discurso de poder potente.

Responder a las demandas es construir el discurso.

Desarrollar un imput de lectura de esas nuevas demandas de los segmentos determinados por la estrategia y desplegar un discurso de promesa de output que se constituye en el reason why de nuestra marca política.

Ese discurso debe organizar las percepciones de la realidad, para poder plantear la problematización de la misma.

Las realidades en si mismas no constituyen “el problema”, hasta que no se las organiza.

Que haya una caída fuerte del salario, crezca el desempleo, cierren pymes, la inflación de devore el poder adquisitivo del salario o un la recesión destruye la actividad, no hace que la gente salga a la calle o vote contra alguien per se.

Quizás un gobierno logre que la población culpe a la pesada herencia, o a la corrupción o que pasaron cosas, o a la mala suerte por estos hechos.

La atribución del significado reptiliano-emocional a hechos objetivos no es unívoca. Y esa interpretación es el campo de batalla por la subjetividad.

Esa subjetividad consiste en lograr el insight del sujeto de elección sobre los mecanismos de causa-efecto de políticas y problemáticas, aún las no tipificadas.

El proceso de construcción del reason why del problema es:

a) Diagnóstico del problema y nominación.

b) Corporización de los actores e intervención de los mismos en el proceso problematizador en términos de causa y efecto

c) Acción, expectativa, solución


El Naming del problema

Hay cosas que existieron siempre: el bullyng, el grooming, las start ups, etc. Pero recién cuando las denominamos, podemos darle entidad y operar sobre ellas en el plano de la realidad. El naming del problema debe constituirse en significante y conectar heterogeneidades diversas para poder ser horizontal, en lugar de "divide y vencerás", decimos, "agrupa y vencerás" el problema debe aglutinar, juntar, hacer confluir


El problema debe tener un nombre, y los actores también.

Instalado el problema en el imaginario y en la agenda, resulta ineludible para todos los sectores de la vida política y social, y los nombres, tanto del problema como de los actores, pasan a ser asumidos por todos los jugadores. De eso se trata la hegemonía cultural.

Esto se da cuando un diario de derecha liberal habla de "capitalismo salvaje" o cuando le preguntaban a Margaret Tatcher, sobre cuál había sido el mayor logro de su gobierno y respondió: Tony Blair (teniendo en cuenta que Blair representaba a la izquierda laborista, pero compartía los presupuestos del liberalismo económico).

Hay un problema, no es producto de los desastres naturales o que pasaron cosas, o culpa de otro, hay causas y responsables, hay soluciones.

Un ejemplo claro lo constituye "La Guerra del gas" en Bolivia. Durante muchos años Bolivia tuvo una grieta de 3 sectores: los europeos, los indigenas, la izquierda mestiza. Ninguno confiaba en el otro, los europeos de Santa Cruz veían a los otros 2 grupos como atrasados, los indigenas se sentían discriminados e invadidos por los europeos y rechazaban el socialismo del MAS, porque entre los aymarás y los quechuas la propiedad privada era un pilar fundamental. Los socialistas rechazaban a los europeos por racistas y a los indigenas por no aceptar el socialismo.


En 2002 Evo Morales hizo el primer intento de juntar por primera vez a los indigenas y a la izquerda y obtuvo el 20% de los votos. Pero el salto lo dio en 2003 con la llamada "Guerra del gas", ahi encontró el significante aglutinador y lo dotó de significados, para juntar a todos los opositores con "El gas no se vende". De un lado quedaron los que querían privatizar el gas y del otro lado los que querían nacionalizarlo. Tres años más tarde Evo llegaría al poder con otro significante aglutinador "Viva la Coca". Un significante que planteaba lo autóctono contra las imposiciones de EE.UU. con la guerra contra los cultivos de Coca. A partir de allí la lucha por la construcción del problema, y la construcción del significante aglutinador la dieron los europeos, que plantearon la lucha contra "la dictadura" "el centralismo" "el atraso", planteando el autonomismo como solución al problema y promesa de marca política.

La respuesta de Evo fue construir "el pueblo indigena contra la derecha transnacional y traidora" y sancionar después de un referéndum una nueva constitución con tres pilares:

1) Estado plurinacional (integración, legitimación y reivindicación de los indigenas)

2) Estado soberano (lucha contra las multinacionales)

3) Estado autonómico ( con esto les robó uno de los reason whys a los europeos)

Con el último punto golpeó fuerte a la oposición.

 Hoja de ruta
1) Construcción de "el problema"
2) Agrupación de realidades heterogéneas en torno al significante
3) Naming
4) Actores
5)Solución

La construcción del "problema" es el paso más estratégico en la construcción del discurso.
El imput en el discurso y la construcción del output transformado en "reason why" es la diferencia entre comunicar y construir una marca política, es decir, es la diferencia entre que vos quieras lo que yo tengo y que yo tenga lo que vos querés.

El discurso de poder es organizar las percepciones en función de que la gente sienta, crea, esté convencida que A puede hacer x.





Rubén Weinsteiner

El #CatchUp de la promesa de la #MarcaPolítica ante las nuevas demandas en el #VotoJoven

Rubén Weinsteiner


Los segmentos constituidos por variables blandas se ordenan como el resultado de la articulación de nuevas demandas. Las personas demandan nuevas cosas y los que demandan las mismas nuevas cosas se agrupan funcionalmente en nuevos microsegmentos aunque esas personas sean muy diferentes entre sí, desde las variables más duras, determinando cruces, que plantean escenarios novedosos y lleno de oportunidades.

Frente a las nuevas demandas se impone, primero la escucha activa, la lectura interpretativa y la producción de nuevas subjetividades en términos de los nuevos problemas y las nuevas soluciones con las consiguientes promesas.


Intervención

El proceso de intervención consiste en: 1) lectura e interpretación de las demandas 2) caracterización y problematización discursiva 3) descripción de personajes y responsabilidades 4) planteo de promesa-solución.

La problematización de las situaciones e identificación de los personajes resulta esencial porque muchas personas pueden atribuir fenómenos a causas diversas o justificar el status quo problemático.

Responder a las nuevas demandas es construir el discurso, desarrollando un imput de lectura de esas nuevas demandas de los nuevos microsegmentos, para desplegar un output que se constituye en la promesa de nuestra marca política.

Ese discurso debe organizar las percepciones de la realidad, para poder plantear la problematización de la misma.


El Problema


Las realidades en si mismas no constituyen “el problema”, hasta que no se las organiza.

Las demandas no se constituyen en un proceso automático y natural, sino que se definen por la subjetividad enmarcada en los mecanismos primarios de referencia, que nos permiten construirnos una idea clara e inmediata de cómo leer la realidad a través de nuestro encuadre cognitivo (cognitive framing).
No hay un marco, hay una acción de encuadrar, de enmarcar la realidad.


Para intervenir sobre la subjetividad de los sujetos de elección hace falta conectar con su estructura de marcos cognitivos. Si nuestro discurso no esta alineado con los marcos de nuestro público, este lo rechazará o directamente no lo comprenderá, no lo sentirá, no le hará consonancia.

Es por eso que la lectura de las nuevas demandas y la construcción de la narrativa de la marca política adaptada a esas demandas puede y debe intervenir sobre ese encuadre cognitivo.

Esto es; alguien puede pensar que viajar mal en el transporte público es normal, que “es así”. Que los subtes son incómodos. La mirada crítica permitiría pensar que quizás los subtes son incómodos, porque no vienen con la frecuencia que deberían, y no vienen con la frecuencia que deberían porque no hay suficientes vagones, y que no hay suficientes vagones porque no se producen en el país y no hay recursos para importarlos, porque los recursos se gastan en otras cosas, y que si se gastaran en mejorar el transporte público todos podríamos viajar “como seres humanos” en el subte.

Que en un contexto de desempleo altísimo, un despedido puede pensar que el no estuvo a la altura, en un escenario de alta inflación que no se esfuerza para ganar lo suficiente o en una recesión profunda que no tiene habilidades para llevar adelante su pyme.
Alguien podría pensar que es normal que si uno tiene ganas de orinar, estando afuera, es normal tener que aguantarse porque es así, o hay que entrar a un bar, pedir un café e ir al baño. El pensamiento crítico podría llevarlos a pensar que todas las personas tienen la necesidad de orinar y que debería haber baños accesibles y próximos para que la gente orine.

Lo mismo con el acceso a los alimentos a precios posibles (comer hay que comer), a la salud, a la indumentaria, con las condiciones laborales, etc.

Por otra parte, una cosa es necesitar algo y otra es ser consciente de esa necesidad. O desear algo y no ponerlo en el nivel de emergencia, es decir obturar el deseo detrás de justificaciones o narrativas limitantes. Ya sea propias-históricas de falta de merecimiento o aptitud, o externas de la cultura dominante o el clima de época.



Para esto resulta esencial la construcción de nuevos significantes. Hay que ponerle nombre a los problemas y nombre a las soluciones.

El lenguaje es una construcción humana que a la vez construye al ser humano y es el órgano constitutivo del pensamiento de subjetivación, percepción y apropiación de la realidad.



Proceso de problematización


a) Diagnóstico del problema y nominación.

b) Corporización de los actores e intervención de los mismos en el proceso problematizador en términos de causa y efecto

c) Acción, expectativa, solución


El Naming del problema

Hay cosas que existieron siempre: el bullyng, el grooming, las start ups, etc. Pero recién cuando las denominamos, podemos darle entidad y operar sobre ellas en el plano de la realidad. El naming del problema debe constituirse en significante y conectar heterogeneidades diversas para poder ser horizontal, en lugar de "divide y vencerás", decimos, "agrupa y vencerás" el problema debe aglutinar, juntar, hacer confluir


El problema debe tener un nombre, y los actores también.

Instalado el problema en el imaginario y en la agenda, resulta ineludible para todos los sectores de la vida política y social, y los nombres, tanto del problema como de los actores, pasan a ser asumidos por todos los jugadores. De eso se trata la construcción de la hegemonía cultural.



Una vez que las nuevas demandas se problematizaron, hace falta construir la promesa de la marca política, el output.



La construcción de la promesa de marca en función del problema requiere de


1) Innovación

2) Diferenciación

3) Segmentación





Innovación para plantear soluciones disruptivas, novedosas y que no hayan sido implementadas hasta ahora.


Diferenciarse, porque todo lo que no es diferente es invisible. Sino es diferente no hay impacto, no hay mucho lugar para la emoción que impone la novedad, lo desconocido, lo nuevo. No se trata de convencer con viejos argumentos, se trata de vencer emocionalmente con nuevas subjetividades.


Segmentar para hablarle a cada uno y llegarle a cada uno con esas nuevas demandas que definen esos nuevos segmentos.





Rubén Weinsteiner

#VotoJoven: Discurso de poder y disenso formal activo



Por Rubén Weinsteiner



Cuando hablamos de voto joven, y de “los jóvenes” como colectivo ordenador para el análisis, dada la intensa heterogeneidad hacia adentro de esta macro categoría, debemos en todos los casos abordar el estudio de los diferentes microsegmentos jóvenes.



¿Cuantos años tenés?

La primera clasificación que hacemos al estudiar, el voto joven, es a través de la más dura de las variables; la edad. Hablamos de 16-34, un 38% del electorado, y de 16-40, un 50% de los sujetos de elección.

La edad , variable dura de la categoría tributaria del cuerpo, no alcanza para definir el concepto de juventud y menos aun para predecir comportamientos e intervenir en su sistema de preferencias.

En cualquier caso, hay distintas y variadas maneras de ser joven, y esa complejidad debe analizarse a la luz de las variables más blandas que organizan esa complejidad y heterogeneidad de comportamientos, valores, microculturas grupales, pertenencias tribales, inserción en familias, niveles socio económicos, instituciones, estamentos, lenguajes, referencias, agendas, y proyectos de manera eficaz.

¿Que es ser joven?


Desde los funcional, pensamos la juventud como la define Roberto Brito Lemus, que plantea que la juventud, comienza cuando se desarrolla la capacidad de reproducir la especie humana, y termina cuando se desarrolla la capacidad de reproducir el orden social.

Se es joven mientras se cuestiona, contesta y demanda cambios y se evita reproducir el orden social tal cual está planteado. Cuando se evita “transar”.

La juventud es siempre nueva, su posicionamiento es dinámico, barometriza “lo que viene” y a la vez guarda como constantes paradigmas que la definen. Estos paradigmas atraviesan, géneros, etnias, capas sociales, clasificaciones culturales y generaciones.





Rebelión para sustituir



La pautas de rebelión en los jóvenes son funcionalmente constantes e históricamente cambiantes. es decir, los jóvenes buscan cambiar y sustituir” como estrategia de inserción, proyección y supervivencia, por eso la rebelión y la protesta se mantienen constantes, como la identificación con los factores mas disruptivos de la sociedad, buscando luchas contra enemigos poderosos, con final abierto.

Los sujetos de elección jóvenes son volubles, siempre esperan que algo ocurra, que algo cambie, que los represente, sentir consonancia emocional e intelectual y poder identificarse.


Esa pauta de rebelión históricamente cambiante depende que lo está instituido como conservador, preservador del orden constituido y bloqueador de cambios, sustituciones, y del ingreso de los jóvenes a instancias de potencialidad de acción.
La pauta de rebelión se constituye en función de lo que obtura el recambio, con la impronta de la nueva generación



Reason Why



La construcción de una marca política con un reason why poderoso en los segmentos jóvenes, es la diferencia entre que los demás quieran lo que vos tenés y que vos tengas lo que los demás quieren.



El discurso para la construcción de subjetividades en el voto joven debe negociar y gestionar lealtades apoyadas en la identificación y el amor. A los jóvenes no hay que convencerlos, hay que enamorarlos.



Discurso que habilite y legitime


El marco epistémico del discurso debe diseñar y habilitar espacios que traspongan los límites. El lenguaje es una construcción humana que construye al ser humano. en el caso de los jóvenes, los neologismos, los códigos y todas las innovaciones epistémicas, lo que hacen es legitimar la transgresión. Por eso el discurso debe validar esas submodalidades discursivas. No estamos hablando de usarlas, porque puede parecer artificial, pero si validarlas y legitimarlas.
Hay que ayudar a los jóvenes a nombrar las cosas con un nombre que habilite el disenso formal activo, agrupando en torno a significantes nuevos, significados heterogéneos. Para los jóvenes ser es diferenciarse, y todo lo que no es diferente es invisible.

El discurso de poder en el voto joven, debe conectar con nuevas demandas, debe buscar construir expectativas en torno a esas nuevas demandas y ordenar los segmentos a interpelar en torno a esas demandas.



Rubén Weinsteiner

#VotoJoven: idealización y blindaje de las #MarcasPolíticas como funcionalidad disruptiva

Rubén Weinsteiner



Por Rubén Weinsteiner


Los jóvenes transitan la vida, entre normas y pautas rígidas, que rodean deseos, utopías, frustraciones, prohibiciones, injusticias, etc. Normas y pautas que prohíben o determinan que las cosas sean de una determinada manera y no de otra.

Una pauta es una regularidad efectiva de la acción social, es una forma, una conducta, una manera de actuar que se da y repite en un contexto social. Una norma es una regla que establece como obligatorio hacer algo de una determinada manera. Sino lo hacés así, se te castiga.

Las normas pueden cumplirse o no, las pautas sino se cumplen dejan de ser pautas.

Es cierto que muchas pautas tienen como correlato una norma, pero hay normas que están ancladas en la tradición, en mandatos, en relatos ocultos, en tabúes y no en un marco normativo formal.



La tensión entre pautas propias y normas ajenas en los segmentos jóvenes, sobredetermina la necesidad de la mutación. El joven pone en emergencia conductas “asociales”, que violan normas, y que muchos viven y practican subterráneamente. Esa mutación genera comportamientos reactivos en los mayores cercanos y en el establishment en general. Frente a esa reacción se genera un movimiento naturalmente reactivo que blinda las referencias, para frenar cualquier cuestionamiento e intervención.



Desde los funcional, pensamos la juventud como la define Roberto Brito Lemus, que plantea que la juventud, comienza cuando se desarrolla la capacidad de reproducir la especie humana, y termina cuando se desarrolla la capacidad de reproducir el orden social. Se es joven mientras se cuestiona, contesta y demanda cambios y se evita reproducir el orden social tal cual está planteado. Cuando se evita “transar”.



Pautas de rebelión funcionalmente constantes e históricamente cambiantes


Las pautas de la rebelión entre los jóvenes son funcionalmente constantes, es decir, los jóvenes buscan cambiar y sustituir, ya que deben “matar al padre” como estrategia de inserción, proyección y supervivencia, por eso la rebelión y la protesta se mantienen constantes, como la identificación con los factores mas disruptivos de la sociedad, buscando luchas contra enemigos poderosos, con final abierto.

Esas pautas de rebelión son históricamente cambiantes, y dependen de que lo está instituido como conservador, preservador del orden constituido y bloqueador de cambios, sustituciones, y del ingreso de los jóvenes a instancias de potencialidad de acción.




La pauta de rebelión se constituye en función de lo que obtura el recambio, con la impronta de la nueva generación



Frente a lo establecido, la disruptividad requiere de nuevas referencias de las cuales guiarse y hacia las cuales establecer adhesiones consistentes y duras.



Las adhesiones blandas son difíciles de encontrar en el voto joven, y si se dan, ocurren por descarte, y revisten una gran debilidad y labilidad.



La adhesión joven es esencialmente dura por



1) La adhesión está validada por la tribu, para lo cual, cualquier cambio, debe ser asumido por mecanismo decisorio y de preferencias de la tribu, por lo tanto tiene una complejidad funcional que no tiene la volatilidad individual.

2) El joven necesita idealizar para construir un camino que los adultos “no han sabido marcarle”, una hoja de ruta diferente a la reproducción de formatos sociales que no los representan, una referencia que no encuentra en los padres, en los maestros, en el deber ser formal “(la ley”), que no los contiene ni habilita en tanto individuos, diferentes y que vienen a ocupar los lugares hoy ocupados por los “gestionadores” del deber ser.

3) Esa idealización permite la identificación y conexión con lo que los jóvenes no son, y el político tampoco, pero el joven siente la necesidad de ser, como mandato cultural tribal-etáreo.

4) La dureza es la respuesta a la negación que hacen los mayores de la disruptividad joven. Los mayores tienden a censurar en un modo defensivo el pesar, sentir y accionar de los jóvenes. “En mi época no pasaba” es un verbatim transversal a todas las generaciones, es la resistencia, la barrera ante el aluvión de lo inconmprendido.





Esa adhesión requiere de un blindaje que lo haga inmune a las balas de las críticas. Ese blindaje es emocional, por eso las críticas racionales, los datos y las chicanas, no le entran.

Las marcas políticas construyen sentimientos fuertes en los segmentos jóvenes. Esos sentimientos, no se desalojan ni modifican con slogans, declaraciones en los medios, denuncias o profecías. Una vez que el anclaje emocional generado se instala, corre por canales separados con la racionalidad.

Después de la caída de Perón, muchos jóvenes provenientes de familias antiperonistas, se hicieron peronistas, como operación reactiva a la represión, prohibición y a la cultura familiar. En ese contexto, desde el gobierno se buscóesmerilar sistemáticamente la imagen del Perón y el peronismo de las formas más variadas.

Desde la prohibición de nombrar a Perón o a Evita, exposiciones con las joyas y artículos suntuarios de la pareja, películas y programas de TV, incontables denuncias de corrupción hasta diciendo que las visitas del boxeador estadounidense Archie Moore a la Argentina, se debían a que este tenía una relación intima con Perón. La respuesta fue un grafitti en diferenetes lugares del país, presumiblemente realizado por jóvenes, que sin hacerse cargo de las afirmaciones opositoras, mostraba la futilidad de las mismas : “puto y ladrón igual queremos a Perón”.



Resulta complejo sostener la idealización por parte de las marcas políticas, porque ningún político es como lo ven o necesitan verlo. Pero sin idealización no hay adhesión dura. Es por eso que las marcas políticas deben tratar de sostener el status quo de la idealización, manteniendo la mísitica, el misterio y la distancia que por cercanía habilite la emoción y por lejanía preserve la asimetría sin establecerla de manera visible pero tácitamente sea un dato de la realidad del que no se habla.

La autoridad debe sostenerse en la solidez y seducción, bajar al llano en “operaciones furtivas” para volver a “la cima”. Debe generar confianza, exhibir fallos y errores, mostrarse “unplugged”, hacer pasar al joven “al otro lado del mostrador’ pero sólo de a ratos, y estar siempre un paso delante en la conversación Marca política-joven.



La labilidad en el voto joven representa una oportunidad para las marcas políticas y la adhesión un desafió en la sustentabilidad de dicha adhesión. Los mayores cambian poco, los jóvenes cambian y cuando lo hacen quieren adherir intensamente. La elección se define allí donde es rentable intervenir. El voto joven es ese territorio.

Rubén Weinsteiner

Discurso político, problematización y output

Rubén Weinsteiner


Cuando tiene lugar una crisis profunda, económica, social o política, o las tres juntas, se produce un reseteo en términos de los sistemas de preferencias.

El 2001 fue un reset profundo. Votantes que jamás hubieran votado por el peronismo, se hicieron kirchneristas, y hoy no imaginan votar a alguien no peronista. Progres que veían a Macri como un límite, se hicieron macristas, el espacio público se volvió a poblar de actores, los jóvenes volvieron a la política.

Estos contextos constituyen un escenario ideal para marcas políticas innovadoras.

Las demandas se renuevan y resignifican, por eso hace falta segmentar por variables blandas, no tanto por lo que la gente es, sino por lo que hace, lo que le interesa, lo que la motiva, lo que desea.

Esta segmentación etnográfica 4.0 se ve potenciada por la big data, y nos permite intervenir como nunca con un discurso de poder potente.

Responder a las demandas es construir el discurso.

Desarrollar un imput de lectura de esas nuevas demandas de los segmentos determinados por la estrategia y desplegar un discurso de promesa de output que se constituye en el reason why de nuestra marca política.

Ese discurso debe organizar las percepciones de la realidad, para poder plantear la problematización de la misma.

Las realidades en si mismas no constituyen “el problema”, hasta que no se las organiza.

Que haya una caída fuerte del salario, crezca el desempleo, cierren pymes, la inflación de devore el poder adquisitivo del salario o un la recesión destruye la actividad, no hace que la gente salga a la calle o vote contra alguien per se.

Quizás un gobierno logre que la población culpe a la pesada herencia, o a la corrupción o que pasaron cosas, o a la mala suerte por estos hechos.

La atribución del significado reptiliano-emocional a hechos objetivos no es unívoca. Y esa interpretación es el campo de batalla por la subjetividad.

Esa subjetividad consiste en lograr el insight del sujeto de elección sobre los mecanismos de causa-efecto de políticas y problemáticas, aún las no tipificadas.

El proceso de construcción del reason why del problema es:

a) Diagnóstico del problema y nominación.

b) Corporización de los actores e intervención de los mismos en el proceso problematizador en términos de causa y efecto

c) Acción, expectativa, solución


El Naming del problema

Hay cosas que existieron siempre: el bullyng, el grooming, las start ups, etc. Pero recién cuando las denominamos, podemos darle entidad y operar sobre ellas en el plano de la realidad. El naming del problema debe constituirse en significante y conectar heterogeneidades diversas para poder ser horizontal, en lugar de "divide y vencerás", decimos, "agrupa y vencerás" el problema debe aglutinar, juntar, hacer confluir


El problema debe tener un nombre, y los actores también.

Instalado el problema en el imaginario y en la agenda, resulta ineludible para todos los sectores de la vida política y social, y los nombres, tanto del problema como de los actores, pasan a ser asumidos por todos los jugadores. De eso se trata la hegemonía cultural.

Esto se da cuando un diario de derecha liberal habla de "capitalismo salvaje" o cuando le preguntaban a Margaret Tatcher, sobre cuál había sido el mayor logro de su gobierno y respondió: Tony Blair (teniendo en cuenta que Blair representaba a la izquierda laborista, pero compartía los presupuestos del liberalismo económico).

Hay un problema, no es producto de los desastres naturales o que pasaron cosas, o culpa de otro, hay causas y responsables, hay soluciones.

Un ejemplo claro lo constituye "La Guerra del gas" en Bolivia. Durante muchos años Bolivia tuvo una grieta de 3 sectores: los europeos, los indigenas, la izquierda mestiza. Ninguno confiaba en el otro, los europeos de Santa Cruz veían a los otros 2 grupos como atrasados, los indigenas se sentían discriminados e invadidos por los europeos y rechazaban el socialismo del MAS, porque entre los aymarás y los quechuas la propiedad privada era un pilar fundamental. Los socialistas rechazaban a los europeos por racistas y a los indigenas por no aceptar el socialismo.


En 2002 Evo Morales hizo el primer intento de juntar por primera vez a los indigenas y a la izquerda y obtuvo el 20% de los votos. Pero el salto lo dio en 2003 con la llamada "Guerra del gas", ahi encontró el significante aglutinador y lo dotó de significados, para juntar a todos los opositores con "El gas no se vende". De un lado quedaron los que querían privatizar el gas y del otro lado los que querían nacionalizarlo. Tres años más tarde Evo llegaría al poder con otro significante aglutinador "Viva la Coca". Un significante que planteaba lo autóctono contra las imposiciones de EE.UU. con la guerra contra los cultivos de Coca. A partir de allí la lucha por la construcción del problema, y la construcción del significante aglutinador la dieron los europeos, que plantearon la lucha contra "la dictadura" "el centralismo" "el atraso", planteando el autonomismo como solución al problema y promesa de marca política.

La respuesta de Evo fue construir "el pueblo indigena contra la derecha transnacional y traidora" y sancionar después de un referéndum una nueva constitución con tres pilares:

1) Estado plurinacional (integración, legitimación y reivindicación de los indigenas)

2) Estado soberano (lucha contra las multinacionales)

3) Estado autonómico ( con esto les robó uno de los reason whys a los europeos)

Con el último punto golpeó fuerte a la oposición.

 Hoja de ruta

1) Construcción de "el problema"
2) Agrupación de realidades heterogéneas en torno al significante
3) Naming
4) Actores
5)Solución

La construcción del "problema" es el paso más estratégico en la construcción del discurso.
El imput en el discurso y la construcción del output transformado en "reason why" es la diferencia entre comunicar y construir una marca política, es decir, es la diferencia entre que vos quieras lo que yo tengo y que yo tenga lo que vos querés.


Rubén Weinsteiner

Como cazar afuera del zoológico en tiempos de grieta, entre los votantes jóvenes

Por Rubén Weinsteiner




En cada país, la percepción de los ciudadanos es que a nivel local y como fenómeno específico se produce una grieta que divide en por lo menos dos sectores enfrentados a la sociedad.

Es interesante que en cada país, sus habitantes, sus medios, la clase política y el poder intelectual, creen que sólo a ellos les pasa. O que en su país la grieta es más profunda que en otros países.

Vivimos en una era de grietas globales. Hasta 2016 fue pro Obama vs anti Obama, con el progresismo y gran parte de la “intelegentzia” de los EE.UU. a favor del primer presidente negro, y del otro lado una masa heterogénea compuesta por blancos pobres, rednecks, evangelistas, una parte de la comunidad judía (la más indentificada con Israel), la derecha política, el liberalismo económico entre otros, lo adversaba de una manera feroz.


Hoy tenemos a la misma sociedad dividida de manera irreconciliable entre los pro Trump y los anti Trump. En Europa tenemos los pro Brexit vs anti Brexit, en Rusia los pro Putin vs anti Putin, y fenómenos similares tienen lugar en Sudamérica donde los Lula, Bolsonaro, Cristina Kirchner, Macri, Evo Morales o Maduro, ponen a mucha gente de un lado o del otro.

Hay camino del medio? O hay gente en el medio sin camino?


Este fenómeno de las grietas en todos lados es un emergente natural de la web social. En Facebook por lo general tenemos amigos que piensan parecido a nosotros, que nos ponen likes y comparten nuestros posteos. Cuando alguien nos cuestiona demasiado, quizás al principio discutamos, refutemos, intentemos convencer o por lo menos plantear nuestro punto de vista. La realidad es que muchas veces esos debates escalan al nivel personal y terminamos dejando de ser “amigo” en Facebook de esa persona.

Nos llega un mensaje político a nuestro whats app, puede ser un meme, un chiste escrito, un video, un gif o simplemente una foto. A quien se lo reenvíamos? Claramente a los que piensan como nosotros.

En Twitter podemos seguir a gente que piensa diferente y hasta podemos debatir, hasta que llega un momento en el cual o dejamos de seguirlo o hasta incluso, si hubo alguna pelea desagradable lo bloqueamos o silenciamos.

Finalmente uno se va quedando con los que piensan parecido. Pasa algo y las reacciones son las de esas audiencias redundantes, que retroalimentan, legitiman y potencian lo que pensamos y sentimos.

Se van generando microclimas y sensaciones en los que piensan a y en los que piensan b del tipo “la gente dice que…” la gente esta cansada de…” “la gente quiere…”.



Esos microclimas están franqueados por un sesgo de confirmación, que es una tendencia a interpretar la información que percibimos, de tal manera que confirme nuestras creencias mas profundas. Aferrándonos a la información que la sustentan y rechazando y negando la evidencia que contradice nuestras ideas.

Mullainathan y Shleifer plantean de manera consistente, que los lectores estan interesados en escuchar noticias que se adapten a sus preferencias y que confirmen su visión de las cosas.

Es como si estuviéramos en encerrados en un cuarto 5 personas y los cinco estuviéramos convencidos de que algo va a pasar, y cada unos de nosotros reforzara con su discurso la mirada del otro. Si de repente aparece alguien de afuera con una mirada opuesta, será naturalmente resistido.



En Facebook, en Twitter, en Instagram, tenemos en nuestro timeline, gente que piensa parecido a nosotros. En Whats app, más allá de la gente con que interactuamos familiar, afectiva o laboralmente, tenemos un listado de contactos que son a los que le mandamos todos esos envíos que nos mandan y nos mueven algo.

El celular los sub 30 lo miran en promedio unas 500 veces por día, los sub 40 unas 350 y en el resto se aplana la curva pero no tanto. Para que miramos tanto el celular? Para ver si nos likearon en facebook? Si nos retwittearon o si alguien posteó algo, si alguien que nos interesa puso una story nueva en Instagram? Si alguien se conectó a Whats app y nos puso la v azul? Para ver videos? Fotos? El clima? Mails? Portales? Agenda? El Waze? Juegos? Para todo esto y más. El tema es que vemos más a nuestros amigos de redes sociales que a nuestra familia y amigos. Leemos lo que dicen, las reacciones en tiempo real, donde van, que sienten.

Nos likeamos unos a otros, nos reafirmamos, nos recomendamos series de netflix, (vemos las mismas series) y vamos solidificando la identidad tribal de un lado u otro de la grieta.

El escenario donde buscamos construir los votos, no tiene dos lados. Es cierto que en muchos países ha fracasado el intento de construir la “ancha avenida del medio”. En la mayoría de los escenarios hay dos bandos, pero hay mucha gente que aunque no hay votado por las ofertas de “avenida del medio”, tampoco se siente parte ni de a ni de b.

Ese “tercio” fluctuante es mayor que a y que b, porque suele pesar entre un 40 % y un 50% en términos de la población, y es ahí donde se consiguen los votos para definir una elección. Para a, para b, o para c.



En el voto joven ese “tercio” fluctuante es aún mayor cuantitativamente, es lábil, está despojado del factor ideológico, es funcional, es decir que busca maximizar beneficios para su vida personal o colectiva y responde a códigos de identificación identitaria tribal, de los sujetos de elección jóvenes con las ofertas de marca política de acuerdo a un clima determinado de época.



En los segmentos jóvenes, es más importante lo que dicen otros jóvenes, dentro o fuera de la tribu, por afirmación o por negación, que lo que dicen los padres, los profesores, los medios, el gobierno, la religion, la ley, etc. Si los jóvenes cumplen con lo que está bien para los padres, medios, profesores, religión o gobierno, incumplen con lo que está bien para los pares y viceversa. “No tomes, no fumes, no entables relación con gente peligrosa, estudiá mucho, no gastés en cosas superfluas, no te acuestes tarde, no tengas amigos que anden en cosas raras, buscate una pareja así y así” consejos sobre la vida sexual, las relaciones, el trabajo y finalmente la política.

De esta manera, los jóvenes, gestionan el conflicto entre lo que está bien para los padres y lo que está bien para los pares, y así, de esa manera, responder a dos expectativas diferenciadas.Este conflicto se salda a favor de la tribu, salvo que la coercitividad punitiva impida esa instancia.



Esos jóvenes que conforman esa mayoría desarticulada en términos del sistema global de preferencias electorales, son el “out of the box” o mejor dicho el “out of the zoo” más rentable para construir los votos necesarios para ganar una elección.



Resulta clave aquí la participación de los propios jóvenes. Son ellos los que primero deberán traer el imput de demandas, deseos, angustia, miedos, broncas, anhelos etc de esos votantes.

El imput es la materia prima esencial, sobre la que habrá que trabajar, para analizar, procesar, segmentar y construir el output: 1) la promesa de la marca política, 2) el discurso de poder y 3) la estrategia y la táctica para intervenir en la subjetividad de esos jóvenes.



El territorio fáctico de intervención se divide en 1) el espacio físico, 2) el ecosistema web social y 3) el universo tribal.



El discurso en el voto joven, para colonizer subjetividades y acumular, debe quebrar el punto de vista, construido por los procesos de standarización, limites y estereotipia de los mensajes de los medios, estructurados siempre con mecanismos repetitivos, que en realidad se constituyen como un control destinado a evitar la irrupción de mensajes nuevos y disruptivos.

En el voto joven, el planteo y enrolamiento en una visión disruptiva es excluyente, como esencial el lenguaje llano, concreto, sin eufemismos, ambigüedades ni sofisticaciones innecesarias.





La otredad

Con comunidades cada vez más endogámicas y cerradas, con grietas cada vez más pronunciadas, ¿como se hace para interpelar a la otredad?

Los jóvenes en particular son multidimensionales. En el caso que no sean militantes activos o pasivos de una espacio o ideología, no los define solamente un clivaje, una adhesión política, un rechazo, la pertenencia a una tribu urbana o las variables duras constitutivas de su historia. El cruce de variables blandas que determina la multidimensionalidad de la persona, complejiza el espectro de abordaje, lo enriquece y permite saltar los sesgos y hasta pre-grietas.


El abordaje frontal chochará siempre con el sesgo de confirmación. El abordaje articulado sobre el imput, empático, lateral y blando permite llegar con un mensaje reptiliano, emocional y hasta racional a personas que en un primer nivel de análisis rechazan el discurso del emisor.



Se trata de vencer emocionalmente al sujeto objetivo, con un un mensaje claro, articulado sobre frases cortas emocionales y directas, donde cada palabra debe luchar por su supervivencia, y donde la percepción del valor de verdad y potencia de emocionalidad de una oración, resultan inversamente proporcional a su extensión, con submodalidades visuales ( los sub 34 son esencialmente visuales más que auditivos y cenestésicos), y fundamentalemente generando insights. El otro tiene que hacer la cuenta y hacer el click. Nunca podemos dar el mensaje digerido y servido. En comunicación política lo único que no podés decir, es aquello que querés decir.



La intervención en la subjetividad del “otro” en los segmentos jóvenes, requiere dotar al discurso de emoción, identificación y dotación de anclajes a la marca política, para poder atribuirles a estas, voluntades, particularidades, valores, obligaciones, lealtades, promesas, diferencias y capacidades subjetivas.

Como dijimos estableciendo una promesa central de la marca política, que es factor clave a la hora de abrir las compuertas emocionales del sistema de preferencias. Ejemplo: a Macri no lo votaron por las promesas de bajar impuesto a las ganancias, 1 millón de empleos, 2 millones de viviendas 5 millones de escuelas, 20 millones de “no vamos a devaluar” “no vamos a tomar deuda” “bajar la inflación es lo más fácil” etc. Nadie lo votó por eso, sino no hubieran votado al macrismo en 2017. Lo votaron por la promesa de marca política, que nunca se dice que pero se comunica, y fue : soy la garantía que el kirchnerismo se va y no vuelve.

El camino crítico sería establecer la promesa de marca política y poder comunicarla, construir un discurso de poder, es decir organizar las percepciones del sujeto objetivo en función de comunicar una potencialidad de acción basada en la empatía y la identificación y definir estrategia y táctica en función de la intervenir exitosamente en la subjetividad a favor de la instrumentalidad del voto.

Rubén Weinsteiner

El #VotoJoven se resuelve por deseo, mas que por necesidad.






Por Rubén Weinsteiner

No hay que preguntarle a la gente lo que piensa, hay que ver que hace.

Si le preguntamos a la gente, nadie come mortadela y todos comen jamón o pastrón, sin embargo se consumen miles de toneladas de mortadela por mes en la provincia de Buenos Aires. Nadie votó a Menem, y ganó por el 52 % de los votos, y si le preguntamos a la gente donde compra los alimentos, la mayoría dirá en Carrefour, Coto o Jumbo. Si les preguntamos porqué, probablemente nos responderán que porque allí los atienden bien, el entorno es agradable, y la cadena de frío se respeta. Aunque si los seguimos probablemente nos encontremos que muchos entran al chino, donde en un lugar con poca luz, una mujer en ojotas y medias le gritará “deja bolso”. La necesidad indica quedar bien con el otro, el deseo, pagar menos.


En el recorrido entre lo que la gente dice y lo que la gente hace, se construye la brecha entre la necesidad y el deseo.



Luego de terminada la segunda guerra mundial, la empresa de energía General Electric, pensó en fabricar elementos que utilizaran electricidad para funcionar, y para ello encargó estudios de mercado donde se le preguntó a la gente: “¿Ud. usaría un cuchillo eléctrico?”


La gente respondió que no, que no lo necesitaba y que el cuchillo común era perfecto para ellos y que lo seguirían usando, sin embargo desde la General Electric habrán pensado que cortar el pollo es difícil con el cuchillo común, y que con un cuchillo eléctrico sería mucho más sencillo, por eso lo fabricaron y fue un éxito. Otra vez lo que la gente dice y lo que hace en realidad. Necesidad y deseo.



El que entendía claramente la diferencia entre necesidad y deseo era Carlos Menem. En un video que vi hace poco, estaba el entonces presidente siendo entrevistado en el programa de Susana Giménez, y las preguntas y las respuestas fueron:

SG-¿Ud. hizo el servicio militar?

CM- No, mi papá buscó a un general amigo, y le tiró … (sonrisa) unos mangos … (sonrisa) y me salvó.

SG-Dicen que Ud. Es muy mujeriego…

CM- Y io no sé, eso es lo que dicen

SG-¿Es verdad que manejó la Ferrari a 250 km por hora?

CM- y la verdad es que me gusta velocidad.





La gente desea pagar para no hacer el servicio militar, para que no le hagan una multa, y a muchos hombres les gusta o les gustaría estar con varias mujeres. También andar en una Ferrari a alta velocidad. Si le preguntamos a la gente, nadie coimeo nunca a un policía, nadie es mujeriego, nadie viola las leyes de tránsito, nadie “necesita” una Ferrari, pero muchos la desean.


La gente dice y pide lo que necesita, pero vota por lo que desea. En los jóvenes la brecha entre la necesidad y el deseo se potencia.


Los jóvenes desean y sin el “pragmatismo” de los mas viejos, sin el cinismo de aceptar lo que hay, por eso se animan a “demandar lo imposible”, y esa demanda de los “imposible”, es lo que construye el sistema de preferencias del voto joven.


El #votojoven busca a aquel que interpreta su deseo más que su necesidad.


La necesidad esta puesta, en la funcionalidad de zafar y quedar bien y no decir que se votó a Menem, decir que come mejores alimentos que mortadela, que no es mujeriego, que no coimea, que no viola las reglas de tránsito.


Hay que ir por lo que los jóvenes hacen, mirar, observar, investigar, analizar, y detectar allí los deseos, aquello que los jóvenes quieren que pase, más allá de lo digan que quieren que pase.

La necesidad en el voto joven es la frontera de la intención de voto, el deseo la profundidad.


Votar genera beneficios, ya que cubre necesidades y satisface deseos. Beneficios de funcionalidad, de expresión y de emocionalidad.


Mediante los beneficios funcionales se resuelve un problema fáctico; cumplir con el ritual de votar, tanto por la faceta legal normativa, como por el mandato de“hay que votar” “todos votan”.


Los beneficios emocionales del voto tienen que ver con la consonancia con la propia historia, que la marca política encarne valores afines, cercanos y que no contradigan las narrativas identitarias abiertas u ocultas, y fundamentalmente los deseos profundos.


Los beneficios de expresión del voto joven, se sustentan en lo que el joven quiere decir con su voto. Expresar valores e ideas no a través de uno mismo, sino con la marca política como intermediaria y legitimadora de estos valores

La beneficios de funcionalidad y expresión se constituyen a partir de la necesidad, los beneficios de la emoción se ordenan desde el deseo. El #votojoven se resuelve por deseo, mas que por necesidad.

Rubén Weinsteiner


Rubén Weinsteiner

#VotoJoven: complejidad, percepción y colonización de subjetividades de las #MarcasPolíticas

Rubén Weinsteiner


La comunicación política en el  #votojoven, impone asumir la disruptividad funcional de la generación Google, el salto de complejidad cognitiva, interactividad y la forma particular en la cuál interactúan las personas en el mundo 4.0.

Los segmentos-objetivo ya no reaccionan ante las estrategias que funcionaron en el formato de comunicación asimétrico. Hay demasiados emisores, demasiadas conversaciones, demasiadas propuestas y demasiados ruidos comunicacionales en el mercado.

¿Por qué se necesita un nuevo enfoque en comunicación en los microsegmentos jóvenes?


Replicar o adaptar de forma mas o menos directa, modelos de comunicación tradicionales para colonizar subjetividades hacia el interior de los diferentes microsegmentos jóvenes, suele chocar contra la pared del salto cualitativo en términos de cognitividad que dieron la generación Y (1980-1990) y la generación Google (1990 en adelante).



Traducido en el terreno: vemos como nuestros hijos aprenden, aprehenden y manejan modelos con una multiplicidad de variables, que los de la generación X, a esa edad no manejábamos.

Mientras nosotros mirábamos de chicos Astroboy o Hijitus, construcciones lineales, con un bueno y un malo, donde el bueno siempre era absolutamente bueno, y el malo siempre completamente malo, donde apenas uno veía al malo, se daba cuenta que lo era, sin margen de error, y donde finalmente el conflicto se definía con la derrota del malo, los Google, miran los padrinos mágicos, Olivia, los imaginadores o Bo en acción, donde el malo, no es absolutamente malo, sino alguien que genera un problema a partir de su propia problemática, y donde el conflicto no se resuelve por la victoria del bueno sobre el malo, sino por la modificación de las reglas con las cuáles se transan los conflictos.


Mientras los X mirábamos El Santo, Ladrón sin destino, Alf o Blanco y negro, los Google miran Lost, Game of Thrones, Lie to me o los Soprano.
En Lost, y las demás series de los 2000, para los mas grandes y hasta los mas chicos la complejidad en términos de demanda cognitiva es muchísimo mayor, los buenos ya no son siempre buenos, y los malos tienen momentos y rasgos de bondad , por lo que resulta difícil la clasificación y encasillamiento de los personajes, y donde la multidimensionalidad de las situaciones, plantea desafíos cognitivos que generan consumidores mucho mas difíciles de abordar, de convencer y de vencer emocionalmente.
Aún cuando existen buenos y malos como en Game of Thrones, los Lannister y los Stark, los malos pueden ganar, porque eso pasa en la realidad, y los buenos pierden, hasta que aparecen nuevos buenos que pueden con los malos victoriosos. Ahí esta dado el salto cualitativo de complejidad que demanda una oferta más sofisticada en términos de narrativa política

La gente en la Web no lee, escanea, va pasando desde el extremo superior izquierdo de la pantalla, describiendo una letra F, es decir, hace un barrido horizontal de izquierda a derecha, luego baja, hace más abajo otro barrido horizontal más corto y luego baja. Lo que está a la derecha no lo ve, por eso lo más importante siempre debe ir a la izquierda arriba.

Los jovenes a diferencia de lo que pasa con la gráfica física, priorizan texto por sobre fotos, y enfocan la atención hacia las dos primeras palabras del título, si esas palabras no lo atraen se va. La persona que entra a un sitio en la Web está dando crédito, si le interesa se queda 10 segundos más, si lo que vio en esos 10 segundos le interesa y mucho, otorga 20 segundos más de crédito y así sigue con refinanciaciones sucesivas, porque en realidad el se quiere ir, hay tanto para ver, que recién entró pero se quiere ir.

Para otorgar los créditos los jóvenes realizan una evaluación costo-beneficio. El costo es el tiempo que se estima que van a usar para leer la nota, y el beneficio la satisfacción que van a obtener. Esta evaluación la hacen con la información que obtienen escaneando con la vista la página. Con lo que ve tiene que decidir si se queda o se va. En realidad solo quieren saber si vale la pena cambiar tiempo por la satisfacción que le puede brindar leer una historia.


En el #VotoJoven, menos es más. La página perfecta es Google. Y que es Google? Una pantalla blanca con una cajita y el logo de Google.

Blas Pascal nos enseñó hace mucho: “ cuando tenga tiempo te voy a escribir una carta muy corta”. En términos más actuales pongámoslo así: “voy a escribir un tweet corto y retwitteable cuando tenga tiempo para pensar”.



Lograr la atención de los jóvenes es no es fácil, pero se puede hacer de varias formas. Se puede haciendo cosas muy ridículas y dudosamente graciosas como “Walter Wayar el mejor intendente”, que bailaba torpemente imitando a un stripper. Pero lo más complejo, lo importante, es que hacemos con esa atención. Logré que me mires, ahí puedo seguir con el mecanismo que logró tu atención o comunicar un mensaje poderoso, intentar instalar una percepción o una imagen.



Lograr la atención es el primer paso, la condición necesaria pero no suficiente. Una vez que logramos la atención de los jóvenes, tenemos que patear al arco de la manera más eficaz posible, desde donde estemos, con toda la presión, marca, nervios que nos impone la oportunidad. Ahí los tiempos no son los nuestros.

La naturaleza elusiva de la economía de la atención nos plantea desafíos y oportunidades, pero siempre según sus reglas.



La imprenta fue disruptiva, lo que antes podían leer decenas, ahora lo podían leer cientos de miles. La Web 4.0 potenció la distribución y la velocidad de la misma.

La información se desplaza cada vez más rápido, toda la información. La veraz, las fake news, los chimentos, rumores, cargadas. Esa velocidad crece exponencialmente a través de la expansión de redes de audiencias de audiencias. En esa dinámica, la atención es un crédito cada vez más corto.

Siempre pienso en términos de “elevator speech” (discurso de ascensor) imagínate que tenés que comunicar tu idea a alguien que viaja con vos en un ascensor hasta el piso 5. El tema es que cada vez los viajes son más cortos.


No se puede titular como en la gráfica, hay que titular muy corto, lo más importante debe estar al principio, no más de 5 palabras en el título y cada palabra debe luchar duramente por su supervivencia. Si no es estrictamente necesario que esté, se va.

Lo que sigue al título, ya sea copete o la nota, no puede repetir como en la gráfica, debe continuar y ser corto, si hay mucho para decir conviene desguazar la nota en 4 o 5 y poner esas notas como notas relacionadas.

Resulta fundamental usar palabras cortas, conocidas y precisas, hay que escribir fin en lugar de propósito, porque es más corto; trabajo en lugar de rol, porque es más conocido, y jilguero en lugar de ave, porque es más preciso.

Todas estas consideraciones técnicas imponen cambios radicales en la forma de comunicar, y es que en una sociedad sobrecomunicada, hay que sobresimplificar el mensaje.

Los jóvenes, cada día de sus vidas escuchan radio, hacen zapping entre 100 canales de TV, leen diarios, revistas, chatean, twittean, pasan por facebook, ven películas en DVD o en Blue Ray, navegan en los sitios de noticias, blogs, diarios, wikipedia, podcasts, reciben e-mails, mensajes de texto, hablan por celular, leen libros, informes en el trabajo, del administrador del consorcio, resúmenes del banco, promociones de la tarjeta, cada producto del súper tiene por lo menos una carilla de información para leer, mensajes publicitarios en el celular, en la vía pública, en el tren, en la fila de caja de la farmacia, y el volumen de la información que se les comunica aumenta constantemente y en forma geométrica si pensamos en el escenario de hace 15 años, comparado con el de ahora.

La única defensa que los jóvenes tienen en una sociedad sobrecomunicada es la sobresimplificación. El día tiene 24 horas, y solo agregándole más horas al día se podrá atiborrar a los jóvenes de mas información. Como vemos, la mente de los jóvenes está expuesta a toneladas de información. Sin embargo, seguimos enviando más información a esa esponja sobresaturada y nos decepcionamos cuando no logramos que nuestros mensajes se abran camino.

En comunicación, menos es más. Para penetrar en la mente, hay que angostar el foco del mensaje, simplificarlo...y luego simplificarlo más. El principal escollo para impactar en la mente de las personas es el volumen y la complejidad del formato del mensaje.

Para comunicar en el segmento jóven, hay que hacer ingeniería reversa, pensar al revés, hay que buscar la solución del problema no dentro del emisor, hay que buscarla dentro de la mente del receptor, del joven, ya que sólo una parte mínima del mensaje logrará abrirse camino,

Cada día, miles de mensajes compiten por lograr un lugar en la mente de los jóvenes, la mente es el campo de batalla. Hay que enfocarse y concentrarse en el extremo receptor, en la manera de percibir, internalizar y objetivar que tienen los jóvenes, con sus clivajes y esquemas de ponderación valorativos.

No hay realidades, hay percepciones y la percepción de los jóvenes siempre es real, , porque la comunicación construye la realidad al mismo tiempo que la difunde, y cuando la velocidad de construcción e instalación crece, como en la Web 4.0, no hay posibilidad de no reaccionar, porque la reacción se construye desde otro emisor.

En el #VotoJoven, donde lo que dicen de nosotros resulta más importante que lo que nosotros decimos, para gestionar la comunicación de una marca política, hace falta leer escenarios eficazmente en tiempo real y reaccionar de manera puntual, diferenciada y microsegmentada, ya que “el quienes, y él a cuantos”, alcanza mediante mecanismos virales, y de satelización, saltos de escala, que antes resultaban imposibles de alcanzar en términos de volumen, horizontalidad y verticalidad.

El objetivo es dialogar con millones, escuchando cada vez más, para poder responder cada vez mejor. Para vender zapatillas, hay que hablar más de lo que se escucha, para colonizar subjetividades, sujetar sujetos de elección, y vender sensaciones, como la credibilidad, seguridad y confianza, hay que escuchar más de lo que se habla.

Rubén Weinsteiner