“América Latina se ha equivocado al renunciar a la política industrial”

LOURDES CASANOVA | DIRECTORA DEL INSTITUTO DE MERCADOS EMERGENTES


La profesora de la universidad de Cornell (EE UU) llama al regreso de los bancos de desarrollo: "Hace falta algo más que solo mercado y la región no puede ir en dirección contraria"


Lourdes Casanova, durante el Foro EE UU, América Latina y España

La receta de crecimiento de las últimas décadas ha dado un giro drástico: de la idea de que la mejor política industrial es la no política industrial, que tantos adeptos sumó en las últimas décadas, se ha pasado, en unos pocos años, a la revalorización de la figura del Estado como timón que fije el rumbo a largo plazo. "Hemos entrado en otra fase", confirma Lourdes Casanova (Fraga, 1958) directora del Instituto de Mercados Emergentes y profesora de la Escuela de Administración Samuel Curtis Johnson, ambos adscritos a la Universidad de Cornell. Y América Latina —una de las regiones que más de cerca sigue desde la academia— no puede ser ajena a esta nueva realidad: “Ha de tenerla en cuenta. Hay una vuelta a los bancos de desarrollo en todo el mundo, muchos países de la región se han dado cuenta de que hace falta algo más que solo mercado y la región no puede ir en dirección contraria. En Estados Unidos, por ejemplo, han crecido las voces que piden al Estado tener un papel importante en la puesta en marcha de la red 5G, algo que habría sido impensable hace unos años”, apunta en conversación con EL PAÍS en un céntrico hotel neoyorquino, a un paso de Central Park.

La revalorización de la función rectora del Estado ha exhibido la realidad contraria, sobre todo en América Latina: "Que igual se ha ido demasiado lejos en la desindustrialización de sus economías a la busca de beneficios a corto plazo. Claramente, se han equivocado en renunciar a una política industrial". En un mundo cambiante, subraya Casanova, la necesidad de planes a largo plazo es más importante que nunca. "Y eso es, lamentablemente, todo lo contrario a lo que vemos en muchos países latinoamericanos, donde los bandazos y cambios de dirección son demasiado frecuentes, y apenas se piensa en medio y largo plazo. El consenso en torno a políticas de futuro es lo que da fuerza a una nación: la mayoría de países exitosos son los que han conseguido alcanzarlo".


La necesidad de las luces largas en la región

La sempiterna ausencia de valor añadido sobre las exportaciones latinoamericanas es, apunta, un buen ejemplo de a qué se refiere cuando habla de ausencia de planificación con luces largas. “Pensemos en la soja: Argentina y Brasil se han convertido en dos de los mayores productores mundiales de soja, en buena medida para abastecer el mercado chino. Pero hasta ahora no han sido capaces de darle un valor añadido al producto”. ¿Se puede hablar de maldición de las materias primas? "Ni mucho menos; solo hay que ver los casos de Canadá, EE UU, Australia o Nueva Zelanda. Son una bendición, pero solo si eres capaz de agregarles valor. No tiene sentido, por ejemplo, que una de las mayores partidas de importaciones de México sea la gasolina: no es normal exportar petróleo e importar carburante".

La otra gran lección del discurrir de la economía global en los últimos años es que la lucha por ver quien produce más barato "se ha terminado". Es una batalla, afirma la profesora de Cornell, que ha ganado Asia: primero China —"que ahora ya ha pasado a otra fase, de inversión, a la que hay que prestar mucha atención, porque participa cada vez en más compras de empresas en el extranjero"— y, más recientemente, Vietnam y Camboya. "Es algo que tiene que aprender América Latina y, muy especialmente, México, un país que hoy por hoy tiene un coste laboral incluso más bajo que China cuando, a la larga, lo que sirve es la escala, la cadena de valor y el tamaño del mercado interno".
La integración comercial, clave para el crecimiento

En su abanico de recomendaciones, Casanova, hoy referente en una universidad que compite en las grandes ligas de las universidades estadounidenses tras años de docencia en la prestigiosa escuela francesa de negocios Insead, no se limita a los Gobiernos y llama también a la reflexión a los grandes capitales latinoamericanos. "Tener una de las sociedades más desiguales del mundo lastra mucho el crecimiento: tienen que recuperar el espíritu de sus antecesores, que era contribuir al desarrollo de sus países". También ser conscientes, añade, de que "para que sus empresas prosperen es necesario que aumente el consumo. Y de que la pobreza y la desigualdad no son solo problemas éticos gravísimos, sino una rémora para el crecimiento económico".

¿Vamos hacia una mayor integración comercial en América Latina? Cada año, según un reciente informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la región afronta una factura superior a los 11.000 millones de dólares por, en vez de tener un único acuerdo comercial, contar con dos grandes bloques (la Alianza del Pacífico y Mercosur) y una treintena larga de acuerdos bilaterales. No será fácil, pero el camino a seguir es, "inevitablemente", integrarse más para poder competir como bloque. "Ojalá llegue pronto. Pero, mientras tanto, hay que acabar con la fragmentación en la medida de lo posible: impide coordinar los esfuerzos de desarrollo de tecnología y de innovación, que deberían ser regionales. Cada país, simplemente, no puede hacer la guerra por su cuenta".

Prepagas impagables: en los últimos cuatro años las cuotas aumentaron un 330%

Sin techo



El costo representa el 72,1% de una jubilación media y el 30,4% de un salario medio.


El Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV) dio a conocer que la cuota de la medicina prepaga aumentó un 330% en promedio, en los últimos cuatro años. De este modo, representa el 72,1% de una jubilación media y el 30,4% de un salario medio.

El peso de la prepaga sobre los ingresos subió 16,4 puntos en las jubilaciones medias y 8,9 puntos sobre el salario medio, entre 2015 y 2019. A su vez, desde el año 2016, el costo de la medicina privada creció un 13,3% por encima del nivel de la inflación general de precios.

En base a datos del INDEC, “las cuotas medias para la medicina prepaga acumularán un aumento del 330%, cuando la inflación rondará el 317%, es decir, 13 puntos porcentuales por encima del IPC”

En ese marco, en los últimos 34 meses, los costos de la salud a consumidor final aumentaron un 181% promedio. “El poder de compra en relación al costo de la medicina prepaga cayó en un 23,9% en el caso de la jubilación mínima; 27,1% en el de los salarios medios; y 29,8% para el caso del SMVyM”, expuso el informe.

En menos de tres años, el costo de la medicina prepaga creció 11 puntos porcentuales sobre el nivel de los salarios, y ya promedia un 30%. “El peso de la cuota media de medicina prepaga pasó de representar el 19% del salario promedio al 30,1% en noviembre del 2019, y podría llegar al 33% en diciembre cuando se efectivice el último aumento del año del 12%”, concluyó.

El monotributo aumentará un 51% y la categoría más baja pasará a pagar $1.955




La suba surge tras la aplicación de la ley 27.346 y por ese motivo la escala sufrirá modificaciones.

En medio de las discusiones sobre una reforma impositiva, trascendió que a partir de enero de 2020 el monotributo y el aporte en cada una de las categorías tendrán un incremento de 51,1%. La actualización surge al aplicar la ley 27.346, que establece que las variables de este esquema se actualizan una vez por año.

Para quienes realizan una actividad de prestación de servicios, el ingreso máximo anual para ingresar y permanecer en el régimen impositivo simplificado será de aproximadamente $1.739.261, un promedio de $144.938 mensuales. En la actualidad, ese tope es de $1.151.000 pero con la inflación es cada vez más complicado mantenerse en este régimen. En tanto, en el sector del comercio la facturación anual admitida será de hasta $2.608.892 y un promedio de 217.408 mensuales.

Por la actualización que se aplicará, la categoría "A" admitirá el año próximo a quienes facturen no más de $208.711 en doce meses, mientras que para las categorías "B" y "C" las cifras serán de $313.067 y de $417.423, respectivamente.

La nueva escala quedará de esta manera: en la categoría "A", la más baja, el aporte mensual total, subirá a $1.955,4, en la "B" de $2186,5; en la "C" el importe del componente impositivo comienzan a diferenciarse según se trate de actividad comercial o de servicios, y en el primer caso el total a pagar cada mes de 2020 será de casi $2.500, y en el segundo, de $2.457.

Asimismo, el pago con destino a la prestación de salud será en todos los casos de $1.041,1 por persona beneficiaria, mientras que el aporte jubilatorio se paga en función del nivel de facturación. También se modificará el valor de los alquileres devengados en un año para desarrollar la actividad económica y el tope vigente para las categorías más altas, será de $313.067.

Sebastián Piñera: Por supuesto que voy a llegar al fin de mi gobierno



El estallido social que se desató en Chile contra los aumentos y en reclamo de una nueva Constitución no cesa. La escalada de violencia hizo que el presidente Sebastián Piñera declarara el estado de emergencia y algunos ponen en duda su continuación en el cargo y hasta le reclaman que dé un paso al costado, aunque él se muestra seguro de finalizar su mandato.

El mandatario chileno concedió la primera entrevista desde el inicio de la crisis al medio británico BBC. En la nota con las enviadas especiales Katy Watson y Fernanda Pau descartó que deje la presidencia antes de lo previsto: “Por supuesto que voy a llegar al fin de mi gobierno. Fui elegido democráticamente por una enorme mayoría de chilenos y tengo un deber y compromiso con esos que me eligieron y con todos los demás”, consideró Piñera.

En ese sentido, sostuvo que quien quiera puede llevar a cabo una acusación constitucional en su contra, pero se mostró seguro de que “ ninguna de ese tipo de acusaciones va a prosperar”.

Al ser consultado por qué autocrítica realiza su gestión, el jefe de Estado manifestó: “Muchas. Por de pronto, nadie predijo o tuvo la sensibilidad para darse cuenta de esto. No escuchamos con suficiente atención, no entendimos con suficiente claridad el mensaje. Y esta no es una crítica solamente al gobierno, esto se viene acumulando hace décadas”.

El mandatario chileno justificó su decisión de llevar a los militares a las calles: “Esa violencia no puede ser admitida, no está dentro de la ley. Tuvimos que usar herramientas democráticas y constitucionales, como el decretar el estado de emergencia, para restituir el orden público y proteger a nuestros ciudadanos. Una historia muy diferente son las manifestaciones legítimas y las protestas de los ciudadanos chilenos. Por supuesto que las personas tienen derecho a protestar. Y reconocemos eso y protegemos ese derecho porque es parte de nuestra democracia”.

Con respecto a ello, Piñera aseveró que se tomaron todas las precauciones necesarias al llamar al estado de emergencia como convocar al instituto nacional de derechos humanos, se establecieron las reglas de uso de la fuerza y se contactaron con la fiscalía para ordenar que investiguen cada cada presunto delito o uso excesivo de la fuerza.


"Por supuesto, hay quejas sobre el uso excesivo de la fuerza y los derechos humanos. Si eso sucedió, puedo garantizar que será investigado y procesado por nuestro sistema tradicional. No habrá impunidad. Ni con las personas que prendieron fuego a los supermercados y a la mayoría de nuestras estaciones de metro, ni con aquellas que eventualmente cometieron un exceso de uso de la fuerza o el crimen. Así es como lo haremos en una sociedad democrática como la nuestra", consignó el presidente chileno.

No obstante, Piñera dijo que a raíz de las decisiones que tomó, como declarar el estado de emergencia, una agenda social y cambios en su gabinete, el ambiente en el país es "más pacífico, con más control sobre el orden público y más seguridad ciudadana".

El mandatario expresó que se necesitan "unidad, acuerdos, grandeza, responsabilidad" dado que su fuerza tiene minoría y necesita el apoyo de la oposición para impulsar los proyectos. En esa línea, afirmó que tras restaurar el orden público "estamos dispuestos a conversarlo todo, incluyendo una reforma a la constitución".

La doctrina Estrada,entre la ideología y la realpolitik



La neutralidad mexicana que lleva el nombre de un célebre secretario de Relaciones Exteriores (Genaro Estrada) es irrenunciable, y responde a la posición geopolítica de México como integrante de norteamérica (Estados Unidos y Canadá), pese a su íntima relación con Centroamérica y América del Sur.


La Doctrina Estrada (nombrada por su autor como Doctrina mexicana) es el nombre del ideal central de la Política Exterior de México desde 1930. Su nombre se deriva de Genaro Estrada, Secretario de Relaciones Exteriores durante la Presidencia de Pascual Ortiz Rubio, que la redactó y publicó mediante un comunicado de dicha secretaría el 27 de septiembre de 1930. Esta doctrina se manifiesta en contra de que los países decidan si un gobierno extranjero es legítimo o ilegítimo, especialmente si este proviene de movimientos revolucionarios. La doctrina Estrada contradecía la costumbre de su época, que cada país debía reconocer al gobierno de otro país para que este fuera considerado válido o legítimo.​ Igualmente se mostraba en contra de la doctrina Tobar y del intervencionismo.

Aunque nació en la década de los 30, tuvo su esplendor durante la Guerra Fría, cuando Estados Unidos impuso un bloqueo económico a Cuba y otros países socialistas exigiendo que sus aliados se manifestaran en los mismos términos. México no lo hizo y en cambio insistió en ofrecer ayuda humanitaria a quienes lo solicitaran. Una postura similar tomó cuando brotaban las dictaduras en Sudamérica.

Esta doctrina trata únicamente sobre el reconocimiento de un gobierno hacia los gobiernos extranjeros, pero no es aplicable al reconocimiento de un gobierno hacia una nación extranjera, es decir, no declara que un país no deba manifestarse a favor o en contra de la creación de una nueva nación.


La doctrina Estrada se fundamenta en aspectos de la política internacional, especialmente el principio de no intervención y derecho de autodeterminación de los pueblos. La Doctrina Estrada favorece una visión cerrada de soberanía nacional. Afirma que gobiernos extranjeros no deberían juzgar (para bien o para mal), gobiernos o cambios en gobiernos de otras naciones ya que implicaría una violación a su soberanía.9

En su propuesta formal, la doctrina Estrada indicaba lo siguiente:

El gobierno de México no otorga reconocimiento porque considera que esta práctica es denigrante, ya que a más de herir la soberanía de las otras naciones, coloca a éstas en el caso de que sus asuntos interiores pueden ser calificados en cualquier sentido por otros gobiernos, quienes, de hecho, asumen una actitud de crítica al decidir favorable o desfavorablemente sobre la capacidad legal de regímenes extranjeros. El gobierno mexicano sólo se limita a mantener o retirar, cuando lo crea procedente, a sus agentes diplomáticos, sin calificar precipitadamente, ni a posteriori, el derecho de las naciones para aceptar, mantener o sustituir a sus gobiernos o autoridades. Ley Estrada. 27 de septiembre de 1930


Posicionarse o liderar un bloque hoy contradeciría tal doctrina, una renuncia que el propio AMLO reprochó a su antecesor cuando Enrique Peña Nieto invitó al entonces candidato Donald Trump a Los Pinos y, más tarde, México se unió al Grupo de Lima para firmar una condena internacional contra el régimen chavista de Venezuela.

"El Grupo de Puebla yo mismo lo impulsé mucho antes de mi candidatura presidencial, junto con Ominami desde Chile. Nosotros vemos con mucha atención lo que pasa en el continente, pero los vínculos internacionales no pueden estar gobernados por la ideología, porque cada pueblo determina sus gobiernos", señaló Alberto, en una impactante marcha a atrás después de meses de instalar la idea de un incipiente bloque regional.



Fernández aseguró, en cambio, que AMLO le había ofrecido toda su ayuda para que Argentina supere la crisis económica. Reconoció incluso que el mexicano está "al día" sobre lo que ocurre en las entrañas de su país. Una afirmación interesante, que aún no fue confirmada públicamente por López Obrador. La prensa mexicana consultó entonces cómo podría colaborar con la difícil negociación que deberá enfrentar con el FMI.

"México tiene representación en el directorio del Fondo. La opinión de México es muy importante. El apoyo que puedan darnos es mucho", fue la escueta respuesta del argentino, quien más adelante insistió en que los inversionistas mexicanos en Argentina entienden la importancia de tal ofrecimiento de ayuda.

Finalmente, Fernández contó que había preguntado a López Obrador por su programa "Jóvenes Construyendo Futuro", un plan de capacitación para los menores de 30 años, que no estudian ni trabajan. "Queremos estudiar si podemos llevarlo a Argentina", admitió. Una beca que ofrecería al mercado laboral una generación que de otro modo difícilmente accedería a un trabajo remunerado.


Primer estudio nacional sobre los colegios dependientes de universidades:escuelas preuniversitarias: casi el 70 por ciento de los aspirantes no logra entrar


El sistema universitario cuenta con 51 escuelas secundarias, con una matrícula cercana a los 36 mil alumnos. El 67,18 por ciento de los aspirantes no supera los distintos sistemas de ingreso. Los datos surgen de un estudio encargado por el CIN y publicado por la Unicen.


Por Constanza Bonsignore


Las 51 escuelas secundarias dependientes de las universidades nacionales tienen alrededor de 36 mil alumnos, pero tendrían una población superior a los 105 mil si todos los aspirantes a ingresar pudieran hacerlo. Es decir, casi el 70 por ciento de los estudiantes no pasa los distintos sistemas de ingreso. Los datos surgen de un exhaustivo informe elaborado por Tomás Landivar, especialista en ciencias de la educación y director de la Escuela Nacional Ernesto Sabato de la Unicen, quien realizó el primer estudio sistemático sobre los colegios preuniversitarios nacionales.


"Es un estudio exploratorio y de interpelación, de análisis y debate para repensar las escuelas que tenemos", señaló Landivar en diálogo con PáginaI12. El trabajo fue encargado en 2014 por el Consejo Interuniversitario Nacional, ante la falta de información sobre estas instituciones. Ahora, el resultado de la investigación acaba de plasmarse en el libro Las escuelas secundarias de universidades nacionales argentinas, publicado por la editorial de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires.

Originalmente, el estudio tuvo como primer objetivo responder dos preguntas centrales, de las cuales no había datos concretos. ¿Cuántas son las escuelas de nivel secundario que poseen las universidades nacionales? ¿Cuáles son las características generales de esas escuelas?


El informe se basa en una recopilación de datos de 51 escuelas dependientes de universidades nacionales. Destaca que estas escuelas "atienden a nivel nacional una significativa matrícula estimada en 35.869 alumnos, la cual se encuentra en ascenso, ya que varias escuelas aún no completaron los 6 años de escolaridad, dada su reciente creación". Además de constatar la cantidad de estudiantes, señala que el 67,18 por ciento de los que aspiran a ingresar no lo logran, en general por los exámenes o cursos de ingreso. Los aspirantes rechazados son unos 14 mil cada año.

En ese sentido, el autor se pregunta por qué se excluye a tantos alumnos. "¿No será esta exclusión la razón fundamental que subyace en la idea de que las escuelas son instituciones de calidad?", plantea.

Landivar indaga y aborda los diferentes tipos de ingreso y los propósitos perseguidos por los mismos. "En poco más de la mitad de las escuelas, los alumnos ingresan por examen de ingreso en sus diferentes formas o por los promedios obtenidos en el nivel anterior. Estas son en general las escuelas más antiguas. Contrariamente, las más nuevas optan por un ingreso por sorteo", señala el investigador, quien considera que "los tipos de ingreso dan cuenta de modelos educativos diferentes, con finalidades distintas en el proceso formativo".


Por otro lado, el trabajo destaca que las actividades de extensión y de investigación tampoco caracterizan a las escuelas preuniversitarias, pese a que se trata de tareas centrales para la universidad pública, junto con la enseñanza. El 88,23 por ciento de las escuelas no realizan actividades de extensión acreditadas y el 92,16 por ciento no realiza actividades de investigación acreditadas. La lógica imperante parece ser distinta a la de las universidades.

El estudio presenta también gran cantidad de información acerca del acceso a los cargos directivos en las escuelas; distribución de las cargas horarias; existencia y tipo de evaluación del desempeño docente, de evaluación institucional; promoción y repitencia; capacitación docente; sistema informático de gestión y comunicación institucional; ciudadanía universitaria; entre otros.


Según Landivar, este trabajo "abre una gran puerta para iniciar procesos reflexivos y debates de fondo que den respuestas a las tantas preguntas que emergen de los datos comparados". "Además, muestra que existe una amplia diversidad y heterogeneidad entre las escuelas secundarias. Hay modelos antagónicos, escuelas progresistas que se ajustan a las necesidades de la época y otras escuelas que mantiene estructuras clásicas", señala. En esa línea, considera que "la diversidad de datos disparan reflexiones y nuevas preguntas que aventuran hipótesis de trabajos futuros".

Un Congreso convulsionado, Cambiemos sin jefe y el "feo día" de los radicales

Escenario Político


 
por Noelia Barral Grigera



La desconfianza domina la relación entre Cornejo y Macri

"Si hubieran estado hoy los gobernadores radicales, hubiéramos estado en la misma sintonía. El mal tiempo no les permitió llegar". Mauricio Macri deja el Gobierno como lo arrancó: culpando a las inclemencias climáticas por ausencias notorias en situaciones clave. Primero fue la ausencia de la ciudadanía en su primer discurso inaugural de las sesiones legislativas ante el Congreso. Y ahora, su última reunión de gabinete ampliado antes de dejar la Casa Rosada. Pero así como en 2016 no tuvo que ver el feo día, tampoco ayer pesó la lluvia. La primera plana del radicalismo decidió faltar a la cita con el Presidente porque, después de la derrota, ya no lo reconoce como jefe.

Alfredo Cornejo, gobernador de Mendoza, era el único que tenía una excusa creíble: está en China. Aunque a la vez, es el que menos necesitaba excusarse: mantiene desde hace años una relación tirantísima con Macri, a quien ha cuestionado públicamente más de una vez. Hace horas, por caso, avisó que ya no habrá liderazgos únicos en Cambiemos. Lo mismo hizo el jefe del interbloque en la Cámara de Diputados, Mario Negri, quien subrayó: "Los tres partidos que integramos Cambiemos estamos ahora en igualdad de condiciones". Coincidencia llamativa la de Cornejo y Negri, que mantienen por estas horas una disputa descarnada para quedarse con la conducción del bloque radical desde diciembre. Pero lo que no une el amor lo une el espanto. Y ninguno quiere ser ya mandado por Macri. Negri también tuvo una excusa para el faltazo de ayer a la reunión de despedida del gabinete ampliado: tenía turno para un chequeo médico. Queda la duda de si podría haber modificado esa cita.

El malestar con el ahora ex jefe de la coalición Cambiemos viene desde hace tiempo, aunque en las últimas horas se profundizó. A los radicales y también a la Coalición Cívica de Elisa Carrió no les cayó bien que Macri salga a proclamarse jefe de la oposición sin más. Y peor les cayó enterarse por los medios de que Cristian Ritondo podría ser el nuevo jefe del interbloque, si se dan algunos números que todavía dependen de tironeos al interior del todavía oficialismo.

Si Emilio Monzó mantiene a sus diputados adentro del bloque PRO, es probable que esa bancada sea la más numerosa adentro de Cambiemos y sólo con ese dato, el presidente del bloque PRO podría convertirse en presidente del interbloque Cambiemos. Si, en cambio, se lleva bajo otra denominación a su decena de legisladores, entonces sería la UCR el actor dominante y el habilitado a poner al jefe del interbloque. Pero también los radicales pueden tener fugas, porque en la pelea entre Negri y Cornejo, este último -en sociedad con Enrique "Coti" Nosiglia- amenaza con llevarse a sus cuatro diputados si el cordobés no le cede la conducción de la bancada.

Como si fuera poco, en un escenario de paridad entre ambos grupos, PRO y UCR, los votos que podrían terminar definiendo la presidencia del interbloque son los de la anticipadamente renunciada Elisa Carrió, que ya le avisó a Macri en la reunión que tuvieron a solas que no los quiere ni a Ritondo ni a Cornejo, porque tienen perfiles acuerdistas. La respuesta del Presidente fue elocuente. Un día después de esa reunión, el macrismo instaló a Ritondo como jefe de la bancada. Hay relaciones que ya no están para sutilezas.

El malestar por Ritondo, sin embargo, no lo sienten sólo los radicales y Carrió. También hubo revuelo en el PRO. El actual presidente de la bancada, Álvaro González -que reemplazó a Nicolás Massot cuando éste se fue a estudiar a Estados Unidos-, tiene intenciones de continuar en su puesto. Así se lo hizo saber frente a frente al Presidente la semana pasada. Se llevó una respuesta afirmativa que, a la luz de lo que pasó después, se evaporó en el viento. González tiene algunas características a su favor en la puja frente a Ritondo. La más fuerte: es un hombre de Horacio Rodríguez Larreta, el único PRO que quedó en pie. Pero Ritondo lo aventaja en picardía. El todavía ministro de Seguridad bonaerense logró que en la tensa reunión que compartieron a solas, María Eugenia Vidal le pida a Macri por su futuro. Y ayer mismo dijo públicamente, al salir del gabinete ampliado, que "seguramente" le tocará conducir el bloque del PRO. Y no se privó de anticipar los tiempos dialoguistas que espera comandar: "Seremos una oposición constructiva que no ponga palos en la rueda", dijo. En Cambiemos hay quienes todavía dudan: "Ojo que el que entra Papa, sale cardenal", avisan.

Focus group entre votantes de Trump




Vice News realizó un programa especial intentando responder una pregunta: ¿por qué la base de votantes de Donald Trump sigue tan fuerte?

Según encuestas nacionales, el 82% de los votantes de Trump lo volvería a votar. Vice News llamó al consultor republicano, Frank Luntz, para que dirija un focus group en Pennsylvania, un distrito tradicionalmente demócrata en el que sin embargo ganó Trump en 2016. Fue el lugar en donde ganó por la menor diferencia de todos los estados, es decir que intuitivamente podrían haberse encontrado allí más cantidad de “arrepentidos”.

Súper Lunes de marchas en Chile

Reclaman que el Congreso no convalide las medidas de Piñera

Las organizaciones sociales y sindicales se movilizaron al Congreso para impedir que se aprueben las propuestas "que profundizan el modelo neoliberal". Más denuncias de violaciones a los derechos humanos y reclamo por una Asamblea Constituyente.


Súper Lunes de marchas en Chile.


Una multitud perteneciente a organizaciones sociales y sindicales dio este lunes dos vueltas alrededor del antiguo Congreso Nacional para exigirles a los legisladores que pongan un freno a la agenda social de Sebastián Piñera. Se trata del puñado de medidas propuestas por el mandatario en medio de la crisis social y que, según el pueblo movilizado, profundizan el modelo neoliberal.

Plagada de banderas y carteles, la ruidosa marcha apuntó a plantear a la salud pública, la vivienda, la educación y las pensiones como derechos que debe promover el Estado. Este fue el primer capítulo del “Súper Lunes”, movilización masiva convocada por la mesa de Unidad Social, un conglomerado de 70 organizaciones. Terminó en las puertas del Tribunal de Justicia.

Delante de los Carabineros que custodiaban el edificio, los trabajadores del Sindicato de Walmart colocaron una ancha bandera con la leyenda “No más abusos” y dirigentes de diversos espacios dieron sus discursos. Pidieron huelga legislativa, convocaron de manera encendida a movilización permanente --a “no bajar los brazos”-- y a continuar la lucha en Plaza Italia, foco de la protesta desde las 17.
Un momento histórico

“Estamos viviendo un momento histórico, frente a un Gobierno que no gobierna, instituciones del Estado que se están descomponiendo de manera escandalosa. Mientras los chilenos están en las calles exigiendo, un puñado de congresistas pretende validar la política legislativa de un gobierno que se cae a pedazos. Tenemos que echar a toda esta gente corrupta”, expresó Luis Mesina, de No+AFP. Bárbara Figueroa, presidenta de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), condenó las violaciones a los derechos humanos y reivindicó la asamblea constituyente y la idea de una nueva constitución.



Una de las consignas que más se cantaba era por viviendas dignas. Lidia Venegas, del Comité de Allegados Los Sin Tierra, que agrupa a 3500 familias, cuestionó la ley de integración aprobada en agosto, que “ha regalado terrenos a las inmobiliarias”, mientras los chilenos “mueren” esperando respuestas a la problemática. Venegas contó a este medio que su agrupación había sido recibida en La Moneda más temprano por funcionarios de segunda línea. Al parecer, no hubo contactos significativos entre los manifestantes y los parlamentarios, que discutían en comisiones algunas medidas de la agenda social. Del otro lado de las rejas, se les gritaba “les pasaremos la cuenta”.

Los estudiantes universitarios de Chile, representados por Emilia Schneider, determinaron una paralización indefinida hasta la conquista de una nueva Constitución. Ella es una de las víctimas del seguimiento policial a dirigentes que se conoció en los últimos días por una filtración de documentos. “Todavía no sabemos qué ha pasado con nuestros familiares; es por eso que no podemos dejar de estar presentes en todas las marchas”, remarcó Mónica Araya, de Familiares de Detenidos y Desaparecidos.



“No nos vamos ni cagando”, “El pueblo está en la calle pidiendo dignidad”, gritaban los chilenos bordeando el Congreso, con cacerolas y redoblantes, silbatos y cornetas. Los referentes se iban trasladando con megáfonos y parlantes dando erizados discursos. Los taxis protestaron en caravana a La Moneda pidiendo la renuncia de la ministra de transporte, Gloria Hutt. Si bien los uniformados rodeaban la zona y había hidrantes, la manifestación se desarrolló de forma pacífica. En simultáneo, en Plaza Italia, los guanacos lanzaban sus primeros chorros sobre los pocos manifestantes allí reunidos. En Chile se le llama “Súper Lunes” al día de marzo en que todo el mundo regresa de las vacaciones. Este viene siendo uno bien distinto.

Los paros del súper lunes

La Confederación Nacional de la Salud Municipalizada mantuvo el paro nacional indefinido que comenzó el 22 de octubre. La atención primaria de Chile, que atiende al 80 por ciento de la población, brindó turnos éticos. Una de las medidas de la agenda social --que está cerca de ser ley-- es la del Seguro Catastrófico de Salud, que implica “transferir recursos públicos (235 mil millones de pesos) a servicios privados”, explicó a Página/12 el dirigente Esteban Maturana. “Cuando una persona tenga una enfermedad catastrófica y cuente con un piso de un millón de pesos, el Estado lo subsidiaría a través de un seguro del sector privado”, detalló Maturana en torno a una de las cuestiones por las que este proyecto preocupa.

“Una de las críticas a la agenda social es que no da importancia a la educación”, indicó el presidente del Colegio de Profesores, Mario Aguilar, que representa a docentes de todos los niveles. Pese a que no convocaron a paro, “hay muchos colegios en los que no viene habiendo clases y la asistencia es baja por los problemas para desplazarse. “El principal cambio que necesitamos es el real fortalecimiento de la educación pública”, remarcó.

Por su parte, la Agrupación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF), el equivalente a lo que en Argentina es ATE, también mantuvo un paro nacional (mañana evaluará su continuidad, de acuerdo “a las acciones que tome el Gobierno”). Carlos Aguilar, referente de la Agrupación, criticó la reforma tributaria y un proyecto de educación inicial que integra la agenda de Piñera porque “la mercantiliza”. “El Gobierno ha cambiado de tono, pero no ha cambiado en un milímetro su agenda”, analizó Aguilar.

Hillary contra Facebook: "Mark Zuckerberg tiene que pagar por lo que hizo"

La excandidata presidencial condenó las acciones de Facebook en las elecciones de 2016. Los demócratas intentan detener la influencia de Trump en redes.



La exsecretaria de estado y excandidata presidencial demócrata Hillary Clinton abordó el tema de la influencia de Facebook en los procesos electorales mundiales. Durante el estreno del documental The Great Hack, que narra el caso de la firma Cambridge Analytica, Clinton dijo que Mark Zuckerberg, fundador y CEO de Facebook, "debería pagar" por el daño que ha infligido a la democracia, según reportó el diario británico The Guardian.


Las declaraciones llegan en un momento de alta actividad para la excandidata, quien en las ultimas semanas ha aparecidos en numerosas entrevistas por la presentación de su más reciente libro, The Book of Gutsy Women (El libro de las mujeres con agallas), que coescribió junto con su hija Chelsea.

Su regreso a los reflectores, justo en el medio de la interna del Partido Demócrata, alimentó las especulaciones de que Clinton podría relanzar su campaña por la presidencia, sobre todo por el bajo crecimiento que ha tenido el puntero centrista Joe Biden ante las campañas de los progresistas Sanders y Warren.

Beto O'Rourke abandona la carrera por la nominación presidencial

El pasado 8 de octubre Trump lanzó un tuit en el que le sugería a la exsecretaria que volviera a la carrera por la presidencia. "No me tientes. Cumple con tu trabajo", respondió Clinton.


La semana pasada el multimillonario tecnológico testificó ante la Asamblea de Representantes, donde declaró que su plataforma no iba a censurar la publicidad política, aún si se tratara de anuncios que contuvieran mentiras.

"La propaganda funciona", dijo Clinton, y explicó que la información falsa que firmas como Cambridge propagan tendría un impacto inevitable en las elecciones. La exsecretaria recordó que, durante la elección de 2016, se propagó en Facebook la noticia de que el papa Francisco había respaldado la candidatura de Donald Trump, y eso "tuvo un impacto". Clinton advirtió que la situación sólo iba a empeorar ya que estas estrategias ya fueron probadas, "saben cómo ser exitosos".

Clinton sentenció: "Cuando Facebook es principal fuente de noticias para más de la mitad del pueblo estadounidense, y la única fuente de noticias a la que la mayoría de ellos prestan atención, y si anuncian que no se van a responsabilizar por difundir comerciales falsos, ¿cómo se supone que obtengas información correcta sobre cualquier cosa, ya no digamos sobre candidatos que están compitiendo por el cargo?".

Mark Zuckerberg durante su testimonio ante miembros de la Asamblea de Representantes

La excandidata dijo que no sabía si la reunión a puerta cerrada entre Trump y Zuckerberg había tenido algo que ver con el cambio en la política respecto a contenido político falso, pero agregó que "si yo fuera de mente conspirativa, sugeriría que parece haber una conexión obvia".

Se trata de un debate encarnizado. La semana pasada el CEO de Twitter Jack Dorsey, anunció que su red social prohibiría todo tipo de publicidad política, argumentando que la viralidad de un mensaje político debía de ganarse, no de comprarse. De inmediato Brad Parscale, actual jefe de campaña de Trump y director digital de la campaña de 2016, acusó a Dorsey de pretender censurar el mensaje republicano.

Tras su escandaloso intercambio con la legisladora Alexandria Ocasio-Cortez, y después de que saliera a la luz una carta donde más de 250 empleados de Facebook piden cambios a dicha política, Zuckerberg silenciosamente removió algunos videos con información falsa. El argumento de Zuckerberg ante los cuestionamientos de AOC fue que Facebook quería que los usuarios vieran por sí mismos la información que las campañas difundían, y decidieran con libertad.

Durante el evento organizado por Netflix, Clinton dijo también que ocurría una "guerra contra la verdad" en la que un grupo de poderosos usaba la manipulación de la información para hacer lo que querían. Abordó el tema del Brexit, otra votación en la que Cambridge Analytica estuvo involucrada. "No sabía, en ese momento, la conexión directa. No sabia sobre el involucramiento de los que interfirieron en el Brexit, los mismos que interfirieron en nuestra elección", dijo.

Alberto Fernández acordó con AMLO reforzar las relaciones bilaterales y señaló:"La ideología no puede gobernar la diplomacia"

El Presidente electo busca impulsar nuevos acuerdos en la industria automotriz y de la carne. "Vamos a mejorar nuestras relaciones económicas y comerciales", prometió AMLO


El presidente mexicano aseguró que está predispuesto a ayudar a que la Argentina supere la crisis.



El presidente electo, Alberto Fernández, fue recibido hoy por el jefe de Estado mexicano, Andrés Manuel López Obrador, acordaron trabajar juntos para reforzar los vínculos bilaterales, y se explayaron sobre la situación de la Argentina ante el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Fernández reveló en conferencia de prensa que habló de "mucho de lo que le pasa a la Argentina y de la necesidad de comprensión que tenemos de que el mundo entienda en el punto que hemos quedado".



La reunión se inició a las 14:50 en el despacho del presidente mexicano en el Palacio Nacional, en la Ciudad de México, y el principal foco de conversación fue la necesidad de relanzar las relaciones comerciales, para dar un salto cuantitativo.

Concretamente, desde el lado argentino se esbozó la necesidad de mejorar los términos de intercambio con el país azteca, ya que en la actualidad arroja un saldo negativo de 900 millones de dólares.

Para revertir ese balance, la idea es abrir mercados en México potenciando especialmente la exportación de carne argentina y también de piezas automotrices.

De esos temas estuvieron conversando desde muy temprano los economistas que acompañan a Fernández en la comitiva, Matías Kulfas y Cecilia Todesca, con autoridades del Gobierno de México, en el marco de reuniones donde también estuvo activo Felipe Solá, quien ya comienza a moverse como canciller de Fernández, pese a la negativa del futuro presidente de confirmarlo en el cargo.

Otro tema que se habría colado en la agenda de la cumbre sería un pedido de Fernández para que México tome partido por Argentina en lo que será la dura renegociación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional.

Antes del encuentro, el presidente mexicano declaró que está predispuesto a ayudar a que la Argentina supere la crisis.

"Vamos a mejorar nuestras relaciones económicas y comerciales. Hay muchas cosas que podemos hacer, y que nos ayudemos mutuamente", dijo López Obrador durante una conferencia de prensa.

La decisión de Fernández de elegir a México como primer destino internacional luego de su victoria en las urnas se explica en parte por la apuesta de consolidar acuerdos con una economía fuerte que a nivel gubernamental se encuentra parada en el eje de los países de orientación progresista.

La tensa relación de Fernández con Jair Bolsonaro, el presidente del histórico principal socio económico del país, obliga a Fernández a buscar aliados de peso en otras latitudes.

Justamente en México se conformó el llamado "Grupo de Puebla", que agrupa a líderes progresistas de Latinoamérica, en una suerte de contrapeso del "Grupo de Lima", donde se reúnen los presidentes de los países de orientación "neoliberal".

Millions of Americans changed their racial or ethnic identity from one census to the next



Millions of Americans counted in the 2000 census changed their race or Hispanic-origin categories when they filled out their 2010 census forms, according to new research presented at the annual Population Association of America meeting last week. Hispanics, Americans of mixed race, American Indians and Pacific Islanders were among those most likely to check different boxes from one census to the next.

The researchers, who included university and government population scientists, analyzed census forms for 168 million Americans, and found that more than 10 million of them checked different race or Hispanic-origin boxes in the 2010 census than they had in the 2000 count. Smaller-scale studies have shown that people sometimes change the way they describe their race or Hispanic identity, but the new research is the first to use data from the census of all Americans to look at how these selections may vary on a wide scale.

“Do Americans change their race? Yes, millions do,” said study co-author Carolyn A. Liebler, a University of Minnesota sociologist who worked with Census Bureau researchers. “And this varies by group.”

Why? There are many possibilities, although the researchers did not present any hard conclusions. By some measures, the data provide more evidence of Americans’ puzzlement about how the census asks separately about race and ethnicity. (The Census Bureau is considering revising its race and ethnicity questions for the next census, in 2020, in hopes of matching better how Americans think about this topic.) But there could be other reasons, too, such as evolving self-identity or benefits associated with being identified with some groups.

The Census Bureau granted the researchers restricted access to confidential data in return for a legally binding promise that they would not reveal details of any individual responses, and they produced their estimates by matching 2000 and 2010 census forms for the same people. Though they were able to analyze data for more than half the U.S population (and most of the 281 million counted in 2000), the amount of category-changing might be even higher in the total population, they said.

People of every race or ethnicity group altered their categories on the census form, but some groups had more turnover than others. Relatively few people who called themselves non-Hispanic white, black or Asian in 2000 changed their category in 2010, Liebler said. Responses by Hispanics dominated the total change, she said, but there was major turnover within some smaller race groups as well.

The largest number of those who changed their race/ethnicity category were 2.5 million Americans who said they were Hispanic and “some other race” in 2000, but a decade later, told the census they were Hispanic and white, preliminary data showed. Another 1.3 million people made the switch in the other direction. Other large groups of category-changers were more than a million Americans who switched from non-Hispanic white to Hispanic white, or the other way around.

Hispanics account for most of the growing number and share of Americans who check “some other race” on the census form. Many do not identify with a specific racial group or think of Hispanic as a race, even though it is an ethnicity in the federal statistical system. Census officials added new instructions on the 2010 census form stating that Hispanic ethnicity is not a race in an attempt to persuade people to choose a specific group. (That change, as well as other wording edits in the instructions to respondents between 2000 and 2010 may be one reason some people switched. The order of the questions and the offered categories did not change.) The Census Bureau is also testing a new race and Hispanic question that combines all the options in one place, rather than asking separately about race and Hispanic origin.

More than 775,000 switched in one direction or the other between white and American Indian or only white, according to preliminary data. A separate paper presented at the conference reported “remarkable turnover” from 2000 to 2010 among those describing themselves as American Indian. Ever since 1960, the number of American Indians has risen more rapidly than could be accounted for by births or immigration.

There also was considerable change within a decade’s time among some smaller race groups. For example, only one-third of Americans who checked more than one race in 2000 kept the same categories in 2010, according to preliminary data. Only two-thirds of non-Hispanic single-race Native Hawaiians and other Pacific Islanders kept the same categories.

Previous research on people’s racial self-identification has found that they may change categories for many reasons, said demographer Sharon Lee of the University of Victoria in Canada, at the population conference. The question mode—whether people are asked in person, on a paper form, on the phone or online—makes a difference. Some people may change their category after they find out they had an ancestor of a different race, she said. Or they may decide there are benefits (such as priority in college admissions) to including themselves in a certain group.

Some category-changers were children in 2000 whose race was filled in by their parents, but by 2010 were old enough to choose for themselves, which may account for some of the change. Children in some groups in 2000—for example, white and black—were especially likely to be recorded in a different category in 2010, Liebler said. (Although she did not mention President Barack Obama, he chose to check only “black” on his 2010 census form, even though his mother was white and father black.)

Lee and Liebler said researchers need to account for the amount of change in people’s racial and Hispanic self-description in their work, but Lee cautioned that they should not overreact. “There is not a trivial amount of change,” she said, “but it’s not across every group.”

The analysis was done under a Census Bureau program to allow limited access to its confidential data for specific studies of important issues by outside researchers who agree not to reveal any personally identifying information about individuals. In this case, researchers did not have access to individual names, dates of birth or other personal information, because each person’s linked 2000 and 2010 forms were identified by a numerical code called a “personal identification key.”

The researchers only included in their analysis people living in households where someone in the family filled in their race or Hispanic origin. They excluded people whose details were supplied by neighbors or imputed by the Census Bureau, and those living in group quarters, such as college dormitories or prisons. They also dropped anyone who checked “some other race” and an additional race in 2000, because that category had an unusual amount of processing error. The researchers said the people they matched were not nationally representative.

Wide Gender Gap, Growing Educational Divide in Voters’ Party Identification

College graduates increasingly align with Democratic Party

As the 2018 midterm elections approach, women and especially college graduates have moved toward the Democratic Party. By contrast, the Republican Party’s advantage in leaned party identification among white voters without a college degree has never been greater, dating back more than two decades.

While partisanship among voters usually does not change much on a yearly basis, some differences have widened over time, especially by educational attainment, gender and age. And these gaps are even larger when categories are combined, such as education, race and gender.

A new analysis of party identification, based on more than 10,000 interviews of registered voters conducted by Pew Research Center in 2017, finds that 37% of registered voters identify as independents, 33% are Democrats and 26% are Republicans.

Most independents lean toward one of the major parties; when their partisan leanings are taken into account, 50% of registered voters identify as Democrats or lean toward the Democratic Party, while 42% identify as Republicans or lean toward the GOP. While the overall balance of leaned party affiliation has not changed much in recent years, this is the first time since 2009 that as many as half of registered voters have affiliated with or leaned toward the Democratic Party.

Since 2014, the last midterm election year, there have been notable changes in party identification among several groups of voters. And as we noted in our 2016 report on party affiliation, the composition of the Republican and Democratic electorates are less alike than at any point in the past quarter-century.

Persistent gender gap. For decades, women have been more likely than men to identify as Democrats or lean Democratic. But today, a 56% majority of women identify as Democrats or lean Democratic, while 37% affiliate with or lean toward the GOP. The share of women identifying as Democrats or leaning Democratic is up 4 percentage points since 2015 and is at one of its highest points since 1992. Among men, there has been less recent change: 48% identify with the Republican Party or lean Republican, while 44% are Democrats or lean Democratic. That is comparable to the balance of leaned party identification since 2014.

Record share of college graduates align with Democrats. Voters who have completed college make up a third of all registered voters. And a majority of all voters with at least a four-year college degree (58%) now identify as Democrats or lean Democratic, the highest share dating back to 1992. Just 36% affiliate with the Republican Party or lean toward the GOP. The much larger group of voters who do not have a four-year degree is more evenly divided in partisan affiliation. And voters with no college experience have been moving toward the GOP: 47% identify with or lean toward the Republican Party, up from 42% in 2014.

Continued racial divisions in partisan identification. About half of white voters (51%) identify with the GOP or lean Republican, while 43% identify as Democrats or lean Democratic. These figures are little changed from recent years. By contrast, African American voters continue to affiliate with the Democratic Party or lean Democratic by an overwhelming margin (84% Democrat to 8% Republican). Hispanic voters align with the Democrats by greater than two-to-one (63% to 28%), while Asian American voters also largely identify as Democrats or lean Democratic (65% Democrat, 27% Republican).

Larger differences among whites by education. Most white voters with at least a four-year college degree (53%) affiliate with the Democratic Party or lean Democratic; 42% identify as Republicans or lean Republican. As recently as two years ago, leaned partisan identification among white college graduates was split (47% Democrat, 47% Republican). Majorities of white voters with some college experience but who do not have a degree (55%) and those with no college experience (58%) continue to identify as Republicans or lean Republican.

Millennials, especially Millennial women, tilt more Democratic. As noted in our recent report on generations and politics, Millennial voters are more likely than older generations to affiliate with the Democratic Party or lean Democratic. Nearly six-in-ten Millennials (59%) affiliate with the Democratic Party or lean Democratic, compared with about half of Gen Xers and Boomers (48% each) and 43% of voters in the Silent Generation. A growing majority of Millennial women (70%) affiliate with the Democratic Party or lean Democratic; four years ago, 56% of Millennial women did so. About half of Millennial men (49%) align with the Democratic Party, little changed in recent years. The gender gap in leaned party identification among Millennials is wider than among older generations.
Long-term changes in partisan composition

The nation’s changing demographics – and shifting patterns of partisan identification – have had a profound impact on the makeup of the Democratic and Republican electorates.

Across several dimensions – race and ethnicity, education and religious affiliation – the profile of Democratic and Democratic-leaning registered voters has changed a great deal over the past two decades. The composition of Republican and Republican-leaning voters has shown less change.

While a majority of voters (69%) are white non-Hispanics, nonwhite voters now make up an increasing share of all voters: 29% of registered voters are African American, Hispanic or Asian American or belong to another race, up from 16% in 1997. Nonwhites constitute nearly four-in-ten Democratic voters (39%), compared with 24% two decades ago. The GOP coalition also has become more racially and ethnically diverse, but nonwhites make up only 14% of Republican voters, up from 8% in 1997.

The educational makeup of the two parties’ electorates also has changed substantially over the past two decades. When race and education are taken into account, white voters who do to not have a college degree make up a diminished share of Democratic registered voters. White voters who do not have a four-year degree now constitute just a third of Democratic voters, down from 56% two decades ago. By contrast, non-college white voters continue to make up a majority of Republican and Republican-leaning registered voters (59% now, 66% in 1997).
Growing share of Democrats describe their views as ‘liberal’

The share of Democratic voters describing their political views as liberal has increased steadily since 2000. Republicans’ ideological views have changed little over past decade, but the share of Republicans identifying as conservatives rose between 2000 and 2008.

Currently, nearly half of Democratic and Democratic-leaning registered voters (46%) say they are liberal, while 37% identify as moderates and 15% say they are conservatives. A decade ago, more Democrats described their views as moderate (44%) than liberal (28%), while 23% said they were conservative.

Conservatives have long constituted the majority among Republican and Republican-leaning registered voters. Roughly two-thirds of Republicans (68%) characterize their views as conservative, while 27% are moderates and 4% are liberals. While there has been little change in Republicans’ self-described ideology in recent years, the share calling themselves conservatives rose from 58% in 2000 to 65% eight years later.

Trends in party affiliation among demographic groups

The balance of partisan affiliation – and the combined measure of partisan identification and leaning – has not changed substantially over the past two decades. However, Democrats hold a slightly larger edge in leaned party identification over Republicans now than in 2016 or 2015.

In Pew Research Center surveys conducted in 2017, 37% of registered voters identified as independents, 33% as Democrats and 26% as Republicans. When the partisan leanings of independents are taken into account, 50% either identify as Democrats or lean Democratic; 42% identify as Republicans or lean Republican.

The 8-percentage-point Democratic advantage in leaned partisan identification is wider than at any point since 2009, and a statistically significant shift since 2016, when Democrats had a 4-point edge (48% to 44%). The analysis in this report draws on more than 10,000 interviews with registered voters in 2017 and tens of thousands of interviews conducted in previous years (see Methodology for additional detail).

There continue to be fundamental differences in the partisan orientation of different demographic groups, and in many cases these gaps have grown wider in recent years. For instance, gender, generational, geographic and educational divides are now as wide, or wider, than in Pew Research Center surveys going back more than two decades.
Wide gender gap in partisanship

As has been the case for more than two decades of Pew Research Center surveys, women are significantly more likely than men to associate with the Democratic Party. While the gender gap has changed little in recent years, it is as wide as it has been at any point during this period: Among registered voters, 56% of women affiliate with or lean toward the Democratic Party, compared with 44% of men.

From 2010 through 2015, about half of women (51%-52%) identified with or leaned toward the Democratic Party. But the share of women who identify with or lean to the Democratic Party has risen in recent years, to 54% in 2016 and 56% in 2017. The partisan breakdown of men is relatively unchanged over this period.

The Democratic gains among women have not come from increased affiliation with the party. Overall, the proportion of women voters who identify with (rather than lean toward) the Democratic Party has remained relatively constant for the past 25 years (in 1994, 37% of women said they identified with the Democratic Party, compared with 39% in 2017).
Black, Hispanic and Asian voters remain overwhelmingly Democratic

There are sizable and long-standing racial and ethnic differences in partisan affiliation, and they have shifted only modestly in recent years.

White voters continue to be somewhat more likely to affiliate with or lean toward the Republican Party than the Democratic Party (51% to 43%).

Since 2010, white voters have been more likely to align with the GOP than with the Democrats. However, the share of whites identifying as Democrats or leaning Democratic has edged upward (43% now, up from no more than 40% from 2009 to 2016). This growth is attributable to a slight increase in Democratic-leaning independents, rather than a rise in Democratic affiliation.

By contrast, African American voters remain overwhelmingly Democratic: 84% identify with or lean toward the Democratic Party. Just 8% of black voters identify in some way with the Republican Party.

While black voters remain solidly Democratic, identification with the Democratic Party has declined modestly in recent years: About two-thirds of African Americans have identified as Democrats in the last several years, down slightly from the first half of Barack Obama’s presidency, when about three-quarters affiliated with the Democratic Party.

By more than two-to-one (63% to 28%), Hispanic voters are more likely to affiliate with or lean toward the Democratic Party than the GOP. The overall balance of partisan orientation among Hispanics is little changed over the last decade.

There is a similar balance of partisanship among Asian American registered voters: 65% identify with the Democratic Party or lean Democratic, compared with 27% who identify as or lean Republican.

In 1998 (the first year for which sample sizes of Asian American voters were sufficiently large enough in Pew Research Center surveys), 53% of Asians identified with or leaned toward the Democratic Party and 33% identified with or leaned toward the Republican Party. (Note: Only English-speaking Asian American voters are included in the data).

The share of Asian American voters who identify as Republican is now only 12%. While this is little changed in the last few years, it represents the continuation of a longer trend in declining Republican affiliation among Asian voters. Among Asians, identification with the Democratic Party has remained relatively stable over this period. The share of Asian voters who say they are political independents has risen steadily since 1998, reflecting a more general trend among all voters.

A gender gap in partisan affiliation and leaning is seen across racial and ethnic groups.

For instance, there is a 9-percentage-point gender gap among white voters: While 48% of white women affiliate with or lean toward the Democratic Party, 37% of white men do so. Similarly, there is an 8-point gender gap among black voters (87% of black women vs. 79% of black men), as well as among Hispanic voters (66% of women vs. 58% of men).
Educational gap in partisan orientation continues to grow

Higher educational attainment is increasingly associated with Democratic Party affiliation and leaning. At the same time, those without college experience – once a group that tilted more Democratic than Republican – are roughly divided in their partisan orientation.

These twin shifts have resulted in the widest educational gap in partisan identification and leaning seen at any point in more than two decades of Pew Research Center surveys.

In 1994, 39% of those with a four-year college degree (no postgraduate experience) identified with or leaned toward the Democratic Party and 54% associated with the Republican Party. In 2017, those figures were exactly reversed.

Democratic gains have been even more pronounced among those who pursue postgraduate education. In 1994, those with at least some postgraduate experience were evenly split between the Democratic and Republican parties. Today, the Democratic Party enjoys a roughly two-to-one advantage in leaned partisan identification. While some of this shift took place a decade ago, postgraduate voters’ affiliation with and leaning to the Democratic Party have grown substantially just over the past few years, from 55% in 2015 to 63% in 2017.

By contrast, Republicans have been gaining ground over the past several years with those who do not have bachelor’s degrees. Among those with no more than a high school education, 47% affiliate with the GOP or lean Republican, while 45% identify as Democrats or lean Democratic. Democrats held a significant advantage among voters with a high school degree or less education for much of the late 1990s through early 2000s, and as recently as 2014 (47% Democratic, 42% Republican).

These overall patterns in education and partisanship are particularly pronounced among white voters. While the GOP has held significant advantages over the Democratic Party among white college graduates without postgraduate experience over much of the past two decades, these voters are divided in their partisanship today.

In 2017, 49% of white voters with a college degree (and no additional education) aligned with the Democratic Party, compared with 46% for the GOP. As recently as 2015, 51% of white voters with a college degree aligned with the Republican Party, compared with 43% for the Democratic Party.

And among voters with postgraduate experience, the Democratic advantage has grown. In 2017, 59% of white voters with at least some additional education beyond a four-year degree identified as Democrats or leaned Democratic, while 37% identified with or leaned toward the Republican Party; as recently as 2015 that balance was slightly narrower (52% to 41%).

By contrast, white voters with no more than a high school education have moved more to the GOP over the last 10 years, though there has been little change since 2015. As recently as 2009, these voters were divided in leaned partisanship. Since then, Republicans have held significant advantages, including a 23-percentage-point lead in 2017 (58% Republican, 35% Democratic).
A wide – and growing – generational divide in partisanship

The generational gap in partisanship is now more pronounced than in the past, and this echoes the widening generational gaps seen in many political values and preferences.

Millennial voters (born 1981 to 1996) have had a Democratic tilt since they first entered adulthood; this advantage has only grown as they have aged.

Democrats enjoy a 27-percentage-point advantage among Millennial voters (59% are Democrats or lean Democratic, 32% are Republican or lean Republican). In 2014, 53% of Millennial voters were Democrats or leaned Democratic, 37% tilted toward the GOP.

Millennials remain more likely than those in older generations to call themselves independents (44% vs. 39% of Gen Xers, 32% of Boomers and 27% of Silents); still, the roughly two-to-one Democratic advantage among Millennials is apparent both in “straight” and “leaned” partisan affiliation.

Generation X voters (born 1965 to 1980) are more divided in their partisan attachments, but also tilt toward the Democratic Party (48% identify as or lean Democratic, 43% identify as or lean Republican). The balance of leaned partisan identification among Gen X voters has been relatively consistent over the past several years. Baby Boomer voters (born 1946 to 1964) are nearly evenly divided (48% identify as or lean Democratic, 46% Republican).

The Silent Generation (born 1928 to 1945) is the only generational group that has more GOP leaners and identifying voters than Democratic-oriented voters. About half (52%) of Silent Generation voters identify with or lean toward the Republican Party, a larger share than a decade ago; 43% identify with or lean toward the Democratic Party.

While there is a gender gap in partisan affiliation within every generational cohort, it is particularly pronounced among Millennial voters. A large majority of Millennial women (70%) identify with or lean toward the Democratic Party, compared with 49% of Millennial men.

This wide gender gap among Millennial voters is largely attributable to a marked shift among Millennial women. As recently as 2014, the Democratic advantage among Millennial women was a narrower – but still substantial – 21 percentage points, compared with 47 points today. The balance of partisanship among Millennial men was similar in 2014 as it is today (50% Democratic vs. 40% Republican).

Gender gaps in other generations are more modest. For instance, 57% of Silent Generation men identify with or lean toward the GOP, compared with 48% of Silent women.

Across all generations, nonwhite voters are overwhelmingly Democratic in their leanings, while whites are more divided. Among white voters, Millennials are the only generation in which the share of Democrats and Democratic leaners (52%) is greater than the share of Republicans and Republican leaners (41%).

Among older generations of whites – but particularly among white Silents – more voters align with the GOP than the Democratic Party.

White Silent Generation voters have moved toward the GOP in recent years. Today, 59% identify with or lean to the GOP, up from 43% a decade ago.

White Gen Xer and Boomer voters have remained relatively stable in their partisan makeup in recent years. In both generations, the GOP enjoys a similar modest advantage (11 percentage points among white Gen Xers, 12 points among white Boomers); these are similar to the balances in 2014.
Religious affiliation and party identification

White evangelical Protestants remain one of the most reliably Republican groups of voters, and the GOP’s advantage among this segment of the population has continued to grow in recent years: 77% of white evangelical voters lean toward or identify with the Republican Party, while just 18% have a Democratic orientation.

White mainline Protestant voters are more divided in their political identities. As has been the case for the last several years, a narrow majority (53%) affiliates with or leans to the GOP, while 41% lean toward or identify with the Democratic Party.

Black Protestant voters remain solidly Democratic in their partisan loyalties. Almost nine-in-ten (87%) lean toward or identify with the Democratic Party.

Overall, Catholic voters are roughly evenly split between the share who identify with or lean to the Republican (46%) and Democratic (47%) parties. But white Catholics and Hispanic Catholics diverge politically.

White Catholic voters now are more Republican (54%) than Democratic (40%). While the partisan balance among white Catholic voters is little changed in recent years, this group was more evenly divided in their partisan loyalties about a decade ago.

Hispanic Catholics, who represent a growing share of the Catholic population in the U.S., are substantially more Democratic in their orientation (64% of Hispanic Catholic voters affiliate with or lean to the Democratic Party, 27% to the GOP).

While Mormon voters remain a solidly Republican group (72% overall are Republican or Republican leaning), in recent years Mormons have been less likely to identify as Republican than in the past.

Mormon voters are now about as likely to identify as independent (41%) as they are to identify as Republican (45%). For most of the past two decades, majorities of Mormons called themselves Republicans.

By about two-to-one, Jewish voters continue to identify with or lean toward Democratic Party (67% vs. 31% who identify with or lean Republican). This balance is little changed over the last decade.

The religiously unaffiliated, a growing share of the population, have shown steady movement in orientation toward the Democratic Party. In 1994, about half (52%) of religiously unaffiliated voters leaned toward or identified with the Democratic Party. Today nearly seven-in-ten (68%) do so.
Urban voters grow more Democratic, rural voters more Republican

Voters in urban counties have long aligned more with the Democratic Party than the Republican Party, and this Democratic advantage has grown over time. Today, twice as many urban voters identify as Democrats or lean Democratic (62%) as affiliate with the GOP or lean Republican.

Overall, those who live in suburban counties are about evenly divided in their partisan loyalties (47% Democratic, 45% Republican), little changed over the last two decades.

Voters in rural areas have moved in a more Republican direction over the last several years. From 1999 to 2009, rural voters were about equally divided in their partisan leanings. Today, there is a 16-percentage-point advantage for the GOP among rural voters.

While there are racial and ethnic differences in the makeup of rural, suburban and urban areas, this overall pattern of geographic divergence is also seen among whites. Among rural whites, the GOP enjoyed a roughly 10-percentage-point advantage throughout much of the 2000s; the GOP advantage among rural white voters is now 24 percentage points (58% to 34%). At the same time, while urban white voters were roughly evenly divided in their political preferences for much of the last two decades, in recent years the Democratic Party has enjoyed a double-digit partisan advantage: Today, 54% of white urban voters are Democrats or lean Democratic, while 41% identify with the GOP or lean Republican.


Changing composition of the electorate and partisan coalitions

The demographic profile of voters has changed markedly in recent years, reflecting broader changes in the nation. The electorate is more racially and ethnically diverse than in the past. Voters also are older and better educated than they were two decades ago.

Overall, while non-Hispanic whites remain the largest share of registered voters (69%), their share is down from 83% in 1997. African Americans make up 11% of voters, a share that has changed little since then.

Hispanics constitute a much larger share of registered voters today (10%) than in the late 1990s (4% in 1997), though there has been relatively little change over the past decade. Asian Americans, who made up a tiny share of voters 20 years ago, now constitute 2% of voters. And voters who describe their race as “other” also make up a larger share of the electorate than in the past (5% today).

The overall growth in the racial and ethnic diversity of voters has changed the composition of both the Republican and Democratic parties. Yet the pace of change has been more pronounced among Democrats and Democratic leaners.

White registered voters make up a declining share of the Democratic Party. In 1997, 75% of Democratic and Democratic-leaning registered voters were white; that has dropped to a smaller majority today (59%). Nonwhite voters now make up about four-in-ten Democratic voters (39%), up from 24% in 1997.

Republican and Republican-leaning voters continue to be overwhelmingly white: 83% of Republican registered voters are white non-Hispanics, compared with 92% in 1997. The share of Republicans who are nonwhite increased from 8% to 14% over this period.

The electorate continues to grow older, impacting the age composition of Democratic and Republican voters. In 1997, the median age of all registered voters was 45; today the median age has risen to 50.

Nearly six-in-ten Republican and Republican-leaning voters (57%) are ages 50 and older, compared with 42% who are under 50. Among Democratic voters, a larger share are younger than 50 (53%) than 50 and older (46%).

Twenty years ago, the age profiles of the two parties were much more similar. At that time, comparable majorities of both parties’ voters were younger than 50 (61% of Republicans, 57% of Democrats).

In 1997, the median age of Republican voters was 43, while the median age of Democratic voters was 46. Today, the median age of Republican voters has increased nine years, to age 52, while the median age of Democratic voters has edged up to 48.
Parties’ educational profiles diverge

Over the past 20 years, the American electorate has become better educated, with the share of college graduates rising. In 1997, 45% of all registered voters had no college experience; today that share has fallen to 33%.

And while those with no college experience was the largest category of voters two decades ago, today the electorate is evenly divided – a third each are college graduates, have some college experience but no degree and have no more than a high school diploma.

Despite these shifts, Republican and Republican-leaning voters are no more likely to be college graduates than was the case two decades ago. And college graduates make up a smaller share of GOP voters than they did a decade ago.

Today, 28% of Republican voters have at least a four-year college degree; 35% have some college experience but no degree; and 37% have no college experience.

The educational composition of GOP voters is similar to what it was in 1997. At that time, 28% were at least college graduates; 32% had some college experience; and 40% had no more than a high school education. And in 2007, college graduates made up a greater share of Republican voters than is currently the case (35% of all GOP voters then, 28% now).

The educational makeup of Democratic voters has changed substantially over the past 20 years. Today, about four-in-ten Democrats (39%) have at least a college degree, up from 24% in 1997. And while voters with no more than a high school education constituted the largest share of Democratic voters 20 years ago, today college graduates make up the largest share.

Whites without a college degree remain the largest share of all registered voters, but their numbers have been on the decline due to growing diversity and rising levels of education in the population. In 1997, a majority of all registered voters (61%) were whites without a college degree. Over the past 20 years, that share has fallen to 44%.

The share of whites with at least a college degree has edged up from 22% of registered voters in 1997 to 25% today. Among nonwhites, the share with a college degree or more education has more than doubled, from just 3% in 1997 to 8% in 2017. And nonwhites without a college degree make up a much larger proportion of the electorate today (21%) than 20 years ago (13%).

Combining race and education, Democratic voters are very different today than they were 20 years ago. Today, non-college whites make up a third of all Democratic voters; they constituted a majority of Democrats (56%) in 1997. Since then, the share of white Democrats with at least a four-year degree has increased from 19% to 26%, and the share of nonwhite Democratic college graduates has more than doubled (from 5% to 12%).

Whites who do not have a four-year college degree continue to make up a majority of Republican voters, though a smaller majority than 20 years ago (59% now, 66% then). Whites with at least a four-year degree constitute about a quarter of Republican voters (24%), little changed from 1997 (26%).
Religiously unaffiliated voters make up increasing share of Democrats

The nation’s religious landscape has undergone major changes in recent years, with the share of the population who identify as Christian declining as the number of adults who do not identify with a religion has grown.

Religiously unaffiliated voters, who made up just 8% of the electorate two decades ago, now constitute about a quarter (24%) of all registered voters. Over this period, there have been declines in the shares of white mainline Protestants, white evangelical Protestants and white Catholics.

Religiously unaffiliated voters now account for a third of Democratic voters, up from just 9% in 1997. In fact, they make up a larger proportion of Democrats than do white Protestants (33% vs. 18%). In 1997, 40% of Democratic voters identified as white Protestants (evangelical or mainline), while just 9% were religiously unaffiliated. And white Catholics, who made up about one-in-five Democrats then (22%), account for only 10% of Democrats now.

Republicans continue to be mostly made up of white Christians: A third of Republican voters are white evangelical Protestants, which is little changed from 1997 (34%); 17% are white mainline Protestants (28% in 1997); and 17% are white Catholics (20% then).

While religiously unaffiliated voters constitute a much smaller segment of Republican than Democratic voters, the share of Republicans who do not identify with a religious denomination has risen. Currently, 13% of Republicans do not identify with a religion, up from 5% two decades ago.