Los precios mayoristas se aceleraron y la expectativa inflacionaria superó el 40%

El IPIM fue al alza por el tarifazo: 3,4% en febrero





Los números de febrero fueron muy malos para la inflación observada y para marzo no se esperan mejoras. El IPC del Indec había marcado una suba de 3,8% y ayer publicó un 3,4% para los mayoristas, lo que implicó una aceleración importante tras el 0,6% de enero. La brecha de largo plazo que hay entre los minoristas, que subieron 51,3% interanual, y los mayoristas, que subieron 64,5%, promete que los precios minoristas seguirán en intensa alza.

Hasta acá, el apretón monetario no logró domar a la dispersión de precios observada; tampoco a las expectativas a futuro. Según la UTDT, la esperada por la población ya trepó por encima del 40%. Según la encuesta que realiza todos los meses a nivel nacional, las expectativas subieron 3,9 puntos para los próximos 12 meses y así la inflación esperada en la calle ya trepó hasta el 40,8%, en una dinámica de deterioro muy similar a la que ven los economistas, que también están corrigiendo al alza sus proyecciones.

Por el lado de la dinámica de precios ya observada, tal como explicó el presidente del BCRA, Guido Sandleris, en febrero jugó "la recomposición de márgenes. Un indicio de este fenómeno es la diferencia que hubo entre la inflación mayorista (0,5%) y la inflación núcleo (3,2%) en enero". En febrero volvieron a dominar los minoristas pero en la interanual los mayoristas siguen muy por encima y las empresas buscan recomponer. A eso hay que sumarle las tandas de tarifazos que faltan. Y lo que ocurra con el dólar.


Guido Sandleris remarcó que las subas mayoristas generan aumentos minoristas a futuro

El director de Ecolatina, Lorenzo Sigaut Gravina, ya adelantó algunos números de marzo: "Los mayoristas fueron impulsados por el alza de la energía eléctrica, que trepó 20%, y los productos agropecuarios 7%. Esto le pone presión a la inflación de marzo que arrancó con el pie izquierdo: el IPC GBA Ecolatina trepó 3,8% en la primera quincena".

Así, también hay efecto en las expectativas. La cuestión es clave. Como afirma el autor alemán Jens Beckert, en lo económico en particular, y en lo social en general, lo que reina es la incertidumbre. Nadie puede afirmar a ciencia cierta qué es lo que va a ocurrir hacia adelante. En ese contexto, la búsqueda de los distintos actores es influir en las expectativas de los demás.

La dinámica alcista esperada por los economistas y por la población en general muestra las dificultades del Gobierno para dominar en ese campo. El programa monetario comenzó a mostrar una desaceleración importante de la emisión ya hacia julio y en octubre se intensificó. En ocho y seis meses, en cambio, tanto los IPC como las encuestas muestran aceleración por el lado de los precios.

Los economistas también están desempolvando sus proyecciones más pesimistas. Arrancaron por debajo de 30% pero tras el alza del dólar y los flojos números de febrero, comenzaron a corregir.

En ese sentido, la directora de CERX, Victoria Giarrizo, ya le ve piso de 40%; para el economista Mariano Kestelboim estará más cerca de 40% que de 35%; la consultora LCG pasó de esperar 31,9% a 35,4% y ACM una de 36,9%; otros como el consultor Hernán Hirsch y PxQ continúan con escenarios base de 35% pero explicitan sus proyecciones de 40% como piso en caso de que el dólar sufra otro evento disruptivo.

La reunión Trump-Bolsonaro resalta las similitudes y sinergiza las coincidencias


Jair Bolsonaro y Donald Trump.

 Cuando el presidente estadounidense, Donald Trump, recibió a su par brasileño, Jair Bolsonaro, en la Casa Blanca este martes, fue como verse en el espejo, como le gusta a Trump.

Bolsonaro, al igual que otros líderes de derecha a los que Trump ha acogido desde su llegada al poder, tiene similitudes con el mandatario estadounidense: un nacionalista sin filtro cuyo atractivo populista surge en parte por su uso de Twitter y su historial de hacer comentarios impulsivos sobre las mujeres, la comunidad LGBT y grupos indígenas.


"Dicen que es el Donald Trump de Sudamérica", dijo Trump, maravillado, durante un discurso en enero. "¿Lo pueden creer? Y él está contento con eso. De otro modo no me gustaría tanto su país. Pero él me cae bien".

El martes 19 de marzo, en comentarios breves antes de la reunión bilateral en el Despacho Oval, Trump se dijo honrado de que su campaña y la de Bolsonaro han sido destacadas como similares por analistas. Comentó que Estados Unidos y Brasil "nunca han sido tan cercanos".

"El comercio con Brasil va a dispararse", dijo Trump, "y eso es algo que Brasil quiere que suceda".

Los funcionarios estadounidenses indicaron antes de la reunión que al presidente estadounidense le agradó que Bolsonaro comentara durante su campaña que quería tener una relación cercana con Washington y que eso atrajo la atención de Trump.

En parte por las semejanzas en estilo de los dos líderes los oficiales de la Casa Blanca se dijeron optimistas de que Brasil y Estados Unidos, dos de las economías más grandes del hemisferio, trabajen en conjunto y refuercen sus vínculos comerciales y regionales.

La calidez mostrada durante el encuentro de los dos mandatarios también subraya cómo Trump ha modificado ciertas tradiciones de política exterior establecidas desde hace décadas por sus antecesores.

Desde que llegó al poder, Trump ha retado y se ha confrontado con los aliados  más tradicionalmente cercanos a Washington, como Canadá, Alemania o Francia, y ha hablado con admiración sobre otrora adversarios estadounidenses.
Donald Trump y Jair Bolsonaro antes de ingresar a la Casa Blanca (Reuters)


Capitán retirado del ejército brasileño que pasó décadas como diputado, Bolsonaro saltó al plano internacional el año pasado con su triunfo en las elecciones presidenciales. Su primera aparición mundial ya como presidente fue en enero durante el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza.


En una entrevista el 18 de enero con el canal Fox News, Bolsonaro espetó contra los medios —como lo ha hecho Trump frecuentemente— por lo que dijo eran representaciones equivocadas de sus declaraciones pasadas sobre mujeres, afrobrasileños y dichos que fueron tildados de homófobos.

"Si fuera todo eso, no me hubieran elegido presidente", dijo Bolsonaro a Shannon Bream, de Fox News. "Entonces claro que hay muchas noticias falsas por doquier; la población brasileña ya aprendió a usar redes sociales y no confía o cree en los medios masivos de Brasil, que son dominados por la izquierda".

Bolsonaro insistió: "No tengo nada contra los homosexuales o las mujeres, no soy xenófobo". Aunque añadió que: "Quiero tener mi casa en orden. La definición de la familia, a mi parecer, es solo una. Como lo define la Biblia si entablas, dígase, una relación con alguien del mismo sexo, pues adelante, pero no podemos permitir al gobierno llevar esas intenciones a un aula de clases y enseñarles sobre eso a niños estudiantes que tienen 5 años".

Uno de los temas a discusión en la reunión de Trump y Bolsonaro fue el futuro de Venezuela. "Discutimos muchas de las prioridades mutuas, incluyendo Venezuela. Brasil ha sido un líder extraordinario al apoyar los esfuerzos del pueblo venezolano de reclamar su democracia", dijo Trump. El presidente estadounidense agradeció al gobierno brasileño por proveer ayuda humanitaria a la oposición de Venezuela y por dar su respaldo, al igual que Estados Unidos, a Juan Guaidó, quien se juramentó presidente encargado en enero.

La lenta comercialización de la soja hace que su valor se encamine a los 200 dólares


El productor hizo caja con el trigo y el maíz




Efecto puerta 12, eso es lo que pasará cuando los productores empiecen a vender su soja más cerca de mayo que de abril, como suele pasar. Esto ya es visible dado que apenas se comercializó un 4,6% de una cosecha estimada en 54 millones de toneladas. La demora impulsa el precio del commoditie en torno de los u$s200 la tonelada.

La buena cosecha que se vio en el trigo hizo que a la fecha exportadores y molineros se hayan hecho de 12 millones de toneladas; si a esto se le suma el maíz que también tuvo una buena producción que se estima por arriba de los 45 millones de toneladas, de las cuales ya se negociaron 22 millones de toneladas, se puede decir que el productor hizo caja con estos cultivos.

En este contexto la soja brilla por su ausencia. El productor no tiene apuro por entregarla y los datos de Agroindustria lo demuestran. Hoy sólo se comercializó 2,55 millones de toneladas, que es un 4,6% de los 54 que llegaran en breve.

"Yo veo una soja mas cerca de los u$s200", dijo a BAE Negocios, el presidente de la Confederación de Asociaciones Rurales de la Tercera Zona (Cartez), Gabriel De Raedemaeker, quien argumentó: "la falta de soluciones en la guerra comercial entre China y EE.UU. y la fuerte venta que habrá en el mercado local, hace que todo vaya para abajo".

Desde la corredora Futuros y Opciones (FyO), el analista de mercado Dante Romano señaló que "con una exportación que ofrece u$s220 y un valor en Chicago que sigue cayendo, los u$s200 no está tan lejos".

Sucede que hoy no hay fundamentos para que la oleaginosa suba. Los único que puede hacer mejorar el precio, es que finalice la guerra China-EE.UU. rápidamente o que llueva en suelo norteamericano de lo contrario la exportación aprovechará para comprar barato.

"En el escenario electoral el productor le tiene miedo al dólar con lo cual sabe que se sienta arriba de sus granos y está sentado arriba de dólares", dijo Luciano Pinelli, director de la corredora Pinelli Asociados.

La suba del dólar hace que el productor pueda tener una mejor perspectivas en pesos, lo cual lo motiva a esperar.

"Lo se está viendo mucho es la dolarización de la mercadería", dijo Pinelli. Esto quiere decir que el productor se planta en un valor en dólares y lo cobra más adelante, lo cual puede ser bueno si el tipo de cambio sube y negativo si cae.

De Raedemaeker anticipó que "se harán algunas ventas de soja en las próximas semanas para cancelar algunos descubiertos o pagos de servicios, pero el grueso no llegará hasta fines de abril de cara a los será el pago de tarjetas de crédito. Con lo cual vamos a salir a vender todos juntos".

La incertidumbre por saber quién llegará en octubre y si continuaran o no las retenciones, es un gran atenuante para retener los granos.

Condenan a Bayer por el Roundup y sus acciones caen más de 10%

La compañía que niega las acusaciones de que el glifosato o el Roundup causa cáncer, dijo estar decepcionada por la decisión inicial del jurado que lo condenó en un tribunal federal de Estados Unidos. Bayer adquirió Monsanto, el exfabricante del Roundup, por u$s 63.000 millones en 2018.




Las acciones de Bayer caían más de 12% el miércoles después de que un segundo jurado de Estados Unidos dictaminó que su herbicida Roundup provocó cáncer.

La decisión unánime del jurado anunciada el martes en un tribunal federal de San Francisco no se centró en la responsabilidad de Bayer por el cáncer que padece el demandante Edwin Hardeman. La responsabilidad y los daños serán decididos por el mismo jurado en una segunda fase del juicio que comenzará el miércoles.

Bayer, que niega las acusaciones de que el glifosato o el Roundup causa cáncer, dijo estar decepcionado por la decisión inicial del jurado. Bayer adquirió Monsanto, el exfabricante del Roundup, por u$s 63.000 millones el año pasado.

Las acciones de Bayer bajaban un 12,3% a 1146 GMT, en la mayor pérdida intradiaria en 16 años, eliminando unos 8.000 millones de euros (u$s 9.100 millones) de su valor de mercado.

El glifosato es el herbicida más utilizado en el mundo. El Roundup fue el primer herbicida en base a glifosato, pero ya no está protegido por patente y muchas otras versiones se encuentran disponibles. Bayer no proporciona cifras de ventas del producto.

"Confiamos en que la evidencia en la fase dos demostrará que la conducta de Monsanto ha sido apropiada y que la compañía no debería ser responsable del cáncer del señor Hardeman", dijo Bayer.

El caso fue solo el segundo de unas 11.200 demandas en contra del Roundup en Estados Unidos. Otro hombre de California fue indemnizado con u$s 289 millones en agosto luego de que un jurado de un tribunal estatal determinó que el Roundup causó su cáncer.

Cambiemos resiste la regulación de la publicidad electoral en Facebook y Google

El Gobierno no quiere incorporar un artículo en la ley de financiamiento para destinar publicidad a medios argentinos.
Federico Pinedo y Humberto Schiavoni

La ley de financiamiento político, que se debatirá este miércoles en el Senado, expuso la resistencia de Cambiemos a aceptar un artículo que establece que un porcentaje de la publicidad digital durante las campañas electorales deberá destinarse a medios argentinos.

La resistencia de la Casa Rosada tiene que ver con la apuesta casi exclusiva de Marcos Peña de concentrar la publicidad oficial en las plataformas Facebook y Google, que durante la gestión de Cambiemos han crecido exponencialmente como destinatarios de las partidas publicitarias del gobierno.

Al comienzo del debate por la ley de financiamiento político, Adepa y la Asociación de Periodismo Digital (APD) presentaron a los senadores un proyecto para incorporar un artículo en la norma que favorezca a los medios digitales argentinos. Esta propuesta fue bien recogida por los legisladores del peronismo, del radicalismo y por Dalmacio Mera, el presidente de la comisión de Asuntos Constitucionales que lidera la discusión.

La propuesta de las entidades periodísticas establece que "del total de la inversión en publicidad en plataformas digitales y redes sociales, al menos un 50 por ciento deberá destinarse a sitios periodísticos digitales de producción nacional". Esto es, medios de alcance nacional, provincial y local. La lógica propuesta replica en algún sentido la experiencia de la "cuota de pantalla" que en su momento se legisló para favorecer a las productoras de contenido audiovisual argentina y de hecho logró potenciar una industria cultural vibrante que ya produce contenidos de nivel global.

Se trata de una propuesta que está en línea con la tendencia de buena parte de los países más importantes del mundo, donde los gobiernos apuestan a proteger a los medios locales ante el avance desmedido de las plataformas globales, que no producen contenido local y además son herramientas indispensables para la diseminación de información y noticias falsas con fines electorales.

Dalmacio Mera

Particularmente, en el mundo se empieza a prestar atención a la protección de los medios locales (sobre todo de ciudades más pequeñas), que son las mayores víctimas del fenómeno y que deriva en ciudades que no cuentan con medios de información propios, creando el lamentable resultado de regiones que son "desiertos mediáticos". Ante esto, el peronismo pidió incorporar a la propuesta que un porcentaje de la publicidad vaya a medios del interior, pero el bloque de Cambiemos resiste la propuesta como reveló Infobae.

En el caso argentino, Facebook y Google han ganado fuerte presencia en la publicidad oficial de la mano de Cambiemos, a pesar de que no pagan impuestos, casi no tienen empleados y sus ganancias se van rápidamente.

En el plano electoral, en la última elección nacional, en 2017, el 30% de la publicidad fue a redes sociales (en 2011 fue 4%) mientras los medios periodísticos vieron caer su participación. Facebook, Twitter y Google fueron los principales destinatarios.

El fenómeno se repite en el reparto total de la publicidad oficial y explica la negativa de Cambiemos de regular lo que va a Facebook y Google. Lo que llama la atención de la actual resistencia a incorporar este artículo es que muchos senadores radicales estan a favor de la iniciativa.

AMLO renunció a supuesta reelección: "nunca intentaría perpetuarme en el cargo"

El actual, y con solo 100 días en el cargo, presidente de México viene haciendo cambios notables desde su elección que contó con una gran aprobación a nivel nacional por sus ideas renovadoras. Sin embargo su partido político ha impulsado iniciativas que para la oposición parecen querer perpetuar a AMLO en el poder sin restricciones. Tras las críticas, Andrés Manuel López Obrador, ha firmado un juramento declinando una posible futura reelección de antemano. "Ya cumplí", firmó contundente.


"Reafirmo que no estoy de acuerdo con la reelección y que nunca, bajo ninguna circunstancia, intentaría perpetuarme en el cargo", firmó el flamante presidente de México Andrés Manuel López Obrador, quien asumió a fines del 2018.

La decisión de firmar este juramento la tomó al recibir criticas de la oposición que aseguraban que su partido político Movimiento Regeneración Nacional "Morena" (partido de izquierda impulsado por AMLO antes de su coalición con Partido del Trabajo y Encuentro Social "Juntos Haremos Historia") buscaría una reelección a través de una ley de revocación de mandato para aplicar en 2021 sobre la continuidad del Poder Ejecutivo.

El opositor Marko Cortés, líder del Partido Acción Nacional "PAN" (conservador) apuntó en un video contra este partido: "Morena ya ha dado varios pasos para repetir la experiencia de Venezuela, Bolivia o Nicaragua", tras encontrar en esta ley de iniciativa lanzada por el partido de AMLO aprobada por la Cámara Baja.

La iniciativa de ley abre la posibilidad de llevar a las urnas la continuidad del actual presidente y reduce los requisitos para celebrar consultas populares. En México los presidentes duran 6 años en su cargo y no tienen posibilidad de reelección, al igual que se hacía en Argentina antes de los cambios efectuados en la Constitución Nacional en 1994 con Carlos Menem.

El texto propone que la consulta revocatoria se realice el 6 de junio de 2021, el mismo día en que se renovará la Cámara de Diputados, hoy en manos de la mayoría de Morena. Los opositores acusan una "jugada tramposa" para que López Obrador reaparezca en las papeletas en una elección en la que serán votados 500 legisladores. La acusación es que se quiere sacar provecho de la popularidad del presidente e inclinar la balanza para que la coalición de Gobierno mantenga la mayoría.

Según cuenta El País "La revocación de mandato es la antesala para la intromisión del presidente en el proceso electoral de 2021", dijo el líder del PAN en el Senado, Juan Carlos Romero Hicks. "El siguiente paso es la reelección", aseguró María Alemán, diputada del Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Por su parte, el Gobierno de AMLO (que cuenta con un 70% de aprobación nacional) afirma que lo que buscan con la iniciativa es todo lo contrario. Hacer más consultas populares para que la gente pueda dar un voto de confianza o no a sus gobernantes lo que puede ser peligroso porque al no conseguir mayoría deberá renunciar a su cargo.

“El pueblo tiene en todo momento el derecho de cambiar la forma de su gobierno, es decir, el pueblo pone y el pueblo quita (…) así, a mediados de mi mandato, en 2021, se deberá llevar a cabo una consulta para preguntar a los ciudadanos si quieren que continúe gobernando o que renuncie”, expresó AMLO en su habitual conferencia de prensa matutina.

La ley mexicana establece que “en ningún caso y por ningún motivo” un presidente de la república podrá volver a desempeñar ese puesto, un principio que el político de 65 años de edad siempre ha defendido como una de sus principales convicciones. El país de México tiene terror a las reelecciones por una dictadura de 30 años que sufrió con Porfirio Díaz provocando una de las revoluciones más sangrientas del país que duró diez años (1910-1921). Por último López Obrador expresó que le basta con estos seis años de presidencia para desterrar la corrupción e impunidad, y que en el 2024 dejará su cargo como es debido habiendo transformado la vida pública del país.

Evangelical approval of Trump remains high, but other religious groups are less supportive

More than two years into Donald Trump’s presidency, white evangelical Protestants in the United States continue to overwhelmingly support him, according to a new analysis of Pew Research Center survey data. Other religious groups, however, are more divided in their views of the president.

Roughly seven-in-ten white evangelical Protestants (69%) say they approve of the way Trump is handling his job as president, according to the Center’s latest polling in January 2019. This is somewhat lower than Trump’s approval rating in the earliest days of his tenure – when about eight-in-ten white evangelicals (78%) approved of his job performance – but is in line with most polls conducted by the Center since the inauguration.

White evangelicals’ support for the president has been consistently high, and many prominent evangelical leaders, such as Jerry Falwell Jr. – the president of Liberty University – have steadfastly stood with the president.

White mainline Protestants and white Catholics are less approving of Trump’s performance than are white evangelicals, but more approving than religiously unaffiliated Americans – that is, those who identify as atheist, agnostic or nothing in particular.

In most of the 11 surveys conducted by the Center since Trump’s inauguration, between 46% and 55% of white mainline Protestants have approved of the president, including 48% in the January 2019 survey. Around half of white Catholics have approved of Trump in these surveys, including 44% in January.

Religiously unaffiliated Americans consistently express among the lowest levels of approval of Trump’s performance, ranging from 17% to 27% across the polls the Center has conducted since the president assumed office. Most black protestants and nonwhite Catholics also have disapproved of the way the president handles his job.

While white evangelical Protestants generally give Trump high approval ratings, that does not mean they have no reservations about him. An August 2018 survey found that roughly half of white evangelicals do not think that Trump has set a high moral standard for the presidency since taking office. Some prominent evangelical leaders, such as Rick Warren, pastor of Saddleback Church, have expressed ambivalence about Trump and concern about some of his policies. Others, such as Beth Moore, founder of Living Proof Ministries, openly oppose the president.

Still, white evangelicals make up a staunchly and increasingly Republican group that generally backs Trump and his policies. In the January 2019 survey, for instance, nearly three-quarters of white evangelicals expressed support for substantially expanding the wall along the U.S. border with Mexico.

White evangelical Protestants who regularly attend church (that is, once a week or more) approve of Trump at rates matching or exceeding those of white evangelicals who attend church less often. Indeed, in the first few months of Trump’s presidency, white evangelicals who attended church at least weekly were significantly more likely than less-frequent churchgoers to approve of Trump’s performance (79% vs. 71%). In the most recent period analyzed – from July 2018 to January 2019 – 70% of white evangelicals who attend church at least once a week approve of Trump, as do 65% of those who attend religious services less often.

Among white Catholics, there have also been differences in presidential approval between those who attend Mass weekly and those who do not. In the early months of Trump’s presidency, weekly Mass-attending Catholics were 12 points more likely than less-regular attendees to approve of Trump’s performance. There was an 11-point gap between these groups in the first half of 2018. In the most recent period analyzed, 52% of white Catholics who attend Mass weekly approve of Trump, as do 45% of those who attend services less often.

Among white mainline Protestants, approval of the president is not meaningfully different between weekly attenders and those who attend less often.

Smaller religious groups such as Mormons and Muslims cannot be reliably analyzed from a single poll because of the limitations of sample size. But the views of members of smaller religious groups can be assessed by combining results from all 11 Pew Research Center polls conducted between February 2017 and January 2019. Looking at the period of Trump’s presidency overall, about half of Mormons (52%) approve of his job performance, while smaller shares of Jews (24%) and Muslims (18%) say the same.

Cómo interpretar el giro expansivo de la Fed

El presidente de la Fed, Jerome Powell


 
 NOURIEL ROUBINI


NUEVA YORK – Hace poco la Reserva Federal de los Estados Unidos sorprendió a los mercados con un importante e inesperado cambio de política. En su reunión de diciembre de 2018, el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) había subido la tasa de referencia de la Fed a 2,25-2,5% y enviado señales de que la subiría otras tres veces, hasta 3%-3,25%, antes de detenerse. También transmitió el mensaje de que seguiría desarmando su balance de bonos del Tesoro y títulos con respaldo hipotecario en forma indefinida, por montos de hasta 50 000 millones de dólares al mes.




Pero sólo seis semanas después, en la reunión del FOMC de fines de enero, la Fed indicó que pondría en pausa las subas de tasas por tiempo indefinido, y que suspendería el desarme del balance en algún momento del año.

Este giro de la Fed obedece a varios factores. El primero y principal es que las autoridades se asustaron por el brusco endurecimiento de las condiciones financieras tras la reunión de diciembre del FOMC, que aceleró el desplome de las bolsas mundiales iniciado en octubre de 2018. Y estos temores se agravaron por la apreciación del dólar y la posibilidad de un cierre efectivo de ciertos mercados crediticios, en particular los de préstamos apalancados y de alto rendimiento.

En segundo lugar, en la segunda mitad de 2018, la inflación núcleo en Estados Unidos dejó inesperadamente de subir hacia la meta del 2% de la Fed, e incluso empezó a caer hacia 1,8%. El debilitamiento de las expectativas de inflación obligó a la Fed a reconsiderar su plan de suba de tasas, que se basaba en la idea de que un desempleo estructuralmente bajo empujaría la inflación por encima del 2%.

En tercer lugar, las guerras comerciales del presidente estadounidense Donald Trump y la desaceleración del crecimiento en Europa, China, Japón y los mercados emergentes han generado inquietud por las perspectivas de crecimiento en Estados Unidos, sobre todo después del prolongado cierre de la administración federal con que este país recibió Año Nuevo.

En cuarto lugar, la Fed había tenido que demostrar su independencia ante las presiones políticas. En diciembre, cuando envió señales de futuras subas de la tasa, Trump venía pidiendo una suspensión del plan. Pero después de eso, la preocupación de la Fed fue que le echaran la culpa de una eventual desaceleración económica.


En quinto lugar, en septiembre de 2018 asumió como vicepresidente de la Fed Richard Clarida, un prestigioso economista y experto en mercados, lo que inclinó el equilibrio dentro del FOMC en dirección a una política más expansiva. Hasta entonces, esa misma tendencia por parte del presidente de la Fed, Jerome Powell, se compensaba con la postura ligeramente menos expansiva del resto del personal y del tercer miembro de la troika directiva de la Fed, el presidente de la Reserva Federal de Nueva York John Williams, que creía que la inflación aumentaría gradualmente por encima de la meta conforme se ajustara el mercado laboral.

La incorporación de Clarida en un contexto de estancamiento de la inflación y endurecimiento de las condiciones financieras fue sin duda determinante de la decisión de la Fed de apretar el botón de pausa. Pero parece que Clarida también empujó a la Fed hacia una renovada política expansiva en formas más sutiles. Para empezar, su presencia fortalece la opinión de Powell de que el aplanamiento de la curva de Phillips (que postula una relación inversa entre la inflación y el desempleo) puede ser más estructural que transitorio. Algunos investigadores de la Fed no están de acuerdo, y publicaron un artículo en el que sostienen que la incertidumbre en relación con la curva de Phillips no debe impedir a la Fed normalizar la política monetaria de Estados Unidos. Pero con Clarida, la Fed estará más inclinada a centrarse en las tendencias de la inflación real, antes que en la tasa oficial de desempleo y sus derivaciones según los modelos tradicionales.

Además, aunque dentro de la Fed se tiende a creer que la tasa de crecimiento potencial de la economía estadounidense es muy baja (alrededor del 1,75 a 2%), Clarida, como Powell, parece abierto a la idea de que las rebajas impositivas y políticas desregulatorias de Trump, combinadas con la próxima oleada de innovación tecnológica, permitirán un crecimiento no inflacionario un poco más firme.

Finalmente, Clarida ha iniciado un proceso de revisión interna de la estrategia de la Fed, para determinar si corresponde adoptar una política de compensar períodos de inflación inferior a la meta durante las recesiones y recuperaciones lentas permitiendo que supere la meta durante las expansiones. Y aunque el proceso apenas comienza, parece que la Fed ya aceptó la idea de permitir que la inflación supere el 2% sin iniciar inmediatamente un endurecimiento de la política monetaria.

Sumados, estos factores hacen pensar que es posible que la Fed prolongue la suspensión de las subas por el resto de 2019. Al fin y al cabo, incluso una ligera aceleración del crecimiento salarial no parece haber provocado un aumento de inflación, lo que implica que tal vez la curva de Phillips se mantenga aplanada por más tiempo. Y con la nueva política de facto de la Fed de apuntar al promedio de inflación a lo largo del ciclo económico, un aumento ligero y temporal de la inflación núcleo por encima de 2% no activaría necesariamente una respuesta de política monetaria.

Pero aunque lo más probable es que la Fed mantenga esta modalidad por la mayor parte de lo que queda de 2019, no se puede descartar otra suba de tasas hacia fin de año o en 2020. La desaceleración del crecimiento de China parece estar tocando fondo, y es posible que en los próximos meses se afiance en ese país una recuperación económica, sobre todo si las actuales negociaciones sinoestadounidenses llevan a un alivio de las tensiones comerciales. Asimismo, todavía puede lograrse un acuerdo que evite un “Brexit duro” económicamente desastroso, y es posible que la desaceleración de la eurozona (especialmente en el caso de Alemania) resulte transitoria.

Además, la renovada política expansiva de la Fed y de otros bancos centrales está provocando una mejora de las condiciones financieras globales, y esto puede trasladarse a un crecimiento más firme de la economía estadounidense. Mucho dependerá de que Trump se abstenga de iniciar una guerra comercial aparte contra la industria automotriz europea, algo que asustaría otra vez a las bolsas. Pero de no mediar más disputas por el presupuesto federal y el límite al endeudamiento en los Estados Unidos (o un proceso de juicio político contra Trump) es posible que Estados Unidos se libre de grandes perturbaciones políticas y macroeconómicas internas en los meses venideros.

Si el crecimiento de la economía estadounidense se mantiene a lo largo de este año, podría producirse a continuación cierta aceleración del crecimiento salarial y de la inflación de precios, e incluso puede que la inflación núcleo supere la meta en la segunda mitad de este año o en 2020. Y aunque la Fed parece dispuesta a tolerar un período transitorio de inflación superior a la meta, no puede permitir que eso se convierta en el nuevo statu quo. Si se instalara ese escenario en los próximos meses o el año entrante, la Fed tal vez suba su tasa de referencia otros 25 puntos básicos antes de llamarse a una pausa prolongada. En cualquiera de los casos, la nueva normalidad será una tasa de referencia en Estados Unidos cercana o apenas inferior a 3%.

Geopolítica y tecnología en la era del populismo

Europa será clave entre el nacionalismo económico de Trump y el acoso de China y Rusia


Alexandre Muns

La geopolítica y el avance de la tecnología generan tensión internacional y la cohesión económica y social de las principales democracias. El triunfo de la economía de mercado sobre el comunismo fue debido en parte a la superioridad tecnológica occidental sobre la URSS. Internet tiene su origen en la red informática desarrollada para mantener la comunicación entre las bases militares en EEUU y que el ingeniero británico Tim Berners-Lee convirtió en la World Wide Web en 1989. Este año celebramos el cuadragésimo aniversario de la histórica llegada a la Luna de la misión Apolo 11.

Países cuyos dirigentes deben desplegar recursos militares considerables para perpetuarse en el poder siempre han sido derrotados por democracias avanzadas que pueden canalizar su potencial financiero y científico hacia la consecución de hitos tecnológicos que sus sociedades comparten. Karl Popper ya advirtió que ante un mundo complejo algunos ciudadanos se refugian en su tribu para desentenderse de su responsabilidad personal. Ante fenómenos como el avance de la automatización, el cambio climático, la creciente desigualdad, el terrorismo y la inmigración, los políticos populistas ofrecen fórmulas de aparente seguridad a corto plazo.

El triunfo del capitalismo y la democracia liberal sobre las dictaduras comunistas no supuso el final de la historia que pronosticó el politólogo Francis Fukuyama. El auge de las potencias emergentes y la globalización han facilitado que la China de Xi Jinping y la Rusia de Vladimir Putin desafíen a Occidente. Que las democracias europeas y asiáticas discrepen abiertamente de las políticas adoptadas por EEUU no es una novedad. Pero dicha sana relación entre Washington y sus aliados genera resentimientos comprensibles. Las 416.000 víctimas militares mortales de EEUU en la Segunda Guerra Mundial la situaron solamente por detrás de la URSS entre las potencias aliadas. También se infravalora el volumen de asistencia material proporcionada por EEUU a Europa después de 1945. A los 200.000 millones de dólares en ayuda concedidos por EEUU entre 1945 y 1948 se añadieron otros 200.000 millones de dólares de ayuda financiera y técnica otorgados por el plan Marshall a diecisiete democracias europeas entre 1948 y 1952. La asistencia estadounidense a las democracias europeas, asiáticas y países de América Latina se mantuvo en niveles altos durante los años sesenta.

Durante la misma década, la URSS intentó estacionar misiles nucleares en Cuba y empezó a financiar guerrillas y gobiernos comunistas en Asia, África y América Latina. Ahora Putin utiliza las bases de Maduro y se lleva el oro de un país cuyo PIB se ha contraído un 44% desde 2013. EEUU incrementó nuevamente su inversión militar para desbordar con el despliegue de los euromisiles en los años ochenta a la URSS, que con sus SS-20 intentó romper el equilibrio nuclear estratégico.
El repliegue militar y proteccionismo comercial practicado por Trump es la expresión del malestar de la clase media y baja con unas organizaciones y tratados comerciales y militares impulsados por EEUU. Trump copió el manual del Brexit al recurrir al inmigrante como chivo expiatorio de un periodo de crecimiento económico que en julio se convertirá en el más largo de la historia de EEUU, pero que se sustenta con altos niveles de endeudamiento familiar. Durante los mandatos de George Bush y Bill Clinton, EEUU apostó por más tratados de comercio regionales e internacionales con la conclusión de la ronda de Uruguay del GATT y la creación de la OMC y NAFTA.

Desde 2001, el déficit comercial de EEUU se ha duplicado, alcanzando los 800.000 millones de dólares. El superávit comercial de México con EEUU se multiplicó por cinco entre 1994 y 2017. A pesar de la imposición de aranceles sobre 250.000 millones de dólares de exportaciones de China, su superávit comercial con EEUU aumentó un 17% en 2018. Más allá de las tácticas cuestionables de Trump, el empresariado de EEUU se opone a los 300.000 millones de dólares en subvenciones que desde 2015 Pekín otorga a empresas chinas en diez sectores de tecnología avanzada.
Ante el crecimiento del PIB más bajo desde 1990, el Partido Comunista chino sabe que no podrá frenar el descontento interno si no puede competir con EEUU y Europa en la producción y exportación de bienes y servicios en telecomunicaciones, TI, robótica, aeronáutica y tecnologías ecológicas. Un crecimiento del 3% en 2018 y la tasa de paro más reducida en medio siglo (4%) han convertido a EEUU en la locomotora de una economía internacional cuyo ciclo de crecimiento sincronizado se acaba.

Las clases medias en EEUU trabajan más y tienen más hijos que una Europa que envejece y cuyos sistemas políticos son incapaces de generar gobiernos que aumenten la productividad con reformas estructurales y hagan frente al populismo económico. Los ejecutivos del sector tecnológico planifican y venden el sueño de hogares y vehículos inteligentes con una red 5G que prometen permitirá que se tripliquen los 26.000 millones de aparatos conectados al internet de las cosas en 2025. Los incrementos de venta anuales de robots industriales son del 15%. Las tasas de robots por 10.000 trabajadores rozan el 10% en Corea del Sur y el 5% en Alemania y Japón. McKinsey prevé que en el horizonte de 2030 la automatización afectará al 20% de la fuerza laboral mundial y al 33% de la de EEUU. Las casas y electrodomésticos inteligentes estarán al alcance únicamente de las clases altas de los países desarrollados.

Las medias y bajas también aspiran al nivel de consumo de los famosos, pero un 60% de los estadounidenses no tiene más de 1000 dólares en ahorros. EEUU avanza hacia la independencia energética y puede permitirse un endeudamiento público alto porque emite la primera moneda mundial. Parte de los 8,6 millones de robots industriales y en servicios a nivel mundial irán eliminando a los trabajadores con menor cualificación, destruyendo la base de clientes de las FAANG.

Putin anuncia que Rusia podrá desconectarse de internet y que cuenta con un mísil nuclear hipersónico. La rivalidad geoeconómica entre EEUU y China persistirá más allá de acuerdos comerciales puntuales porque Beijing se alía con Moscú en el apoyo a Venezuela, Irán, Corea del Norte y no respeta las aguas territoriales de sus vecinos. Al igual que en el pasado, los ciudadanos y gobiernos europeos serán decisivos en la pugna entre el nacionalismo económico abanderado por Donald Trump y el acoso geoestratégico de China y Rusia.

Alexandre Muns es Profesor de OBS Business School

Massa propuso compartir boletas en la provincia con Cristina y lo cruzaron del PJ

Gray lo trató de "oscilante" al ingresar a una reunión del PJ bonaerense en La Plata.


Sergio Massa se animó hoy a tirar sobre la mesa una opción para potenciar un candidato por el peronismo que haga frente a María Eugenia Vidal. Dijo -palabras más o menos- que una idea que ronda en el peronismo bonaerense es llevar un único candidato a gobernador pegado a dos candidatos presidenciales, uno por el kirchenrismo duro y otro por Alternativa Federal.

Para graficar, el líder del Frente Renovador recordó en una entrevista con 'Radio con Vos' el caso de Jujuy en 2015 cuando Gerardo Morales se impuso sobre Fellner con listas que llevaban como candidatos de presidentes a Mauricio Macri, Sergio Massa, Margarita Stolbizer y Adolfo Rodríguez Saa.

Pero la propuesta de Massa no tuvo eco en la reunión del PJ que algunas horas más tarde se realizó en La Plata. Por el contrario, apenas Fernando Gray puso un pie en la sede oficial del partido -ubicada a metros de la Gobernación- se lanzó contra el líder de Tigre.

"Acá hay dos sectores: uno que esta con el gobierno, y nosotros que somos la oposición. Y en el medio existen otras expresiones que respetamos, pero que están ahí, en el medio. No son ni una cosa ni la otra. Oscilan y van de un lado para el otro", dijo al responder una pregunta sobre la posibilidad de un acuerdo electoral con Alternativa Federal.

Las palabras de Gray llegan apenas dos semanas después de que el kirchenrismo duro invitara a Massa y a los gobernadores a una primaria. Fue Eduardo ‘Wado' De Pedro quien abrió camino para cursar la invitación contando -claro- con el aval de Cristina Kirchner.

Claro que Massa salió de inmediato a tomar distancia de un posible acuerdo con la ex presidenta. Ella "no es opción", dijo y recalcó que "la alternativa no está en el pasado". Ahí parece estar el malestar de Gray con el líder del Frente Renovador.

Pero además asoma otro dato. En los encuentros del PJ cada vez participan más figuras del Frente Renovador a quienes la frase de Gray los deja en un lugar incómodo. Fue el intendente de Tigre, Julio Zamora, uno de los primeros en ser parte de las tertulias. Ahora se sumó el diputado provincial Pablo Garate, quien suele marcar diferencias con el propio Massa.

Pero claro, después de la dura frase de Gray, el massismo salió al cruce en las redes sociales. "Gray debería resolver primero las contradicciónes internas de su espacio que son mas que oscilantes", lanzó el senador provincial José Luis Pallares.

Su compañero de banca, Fernando Carballo, fue en la misma línea. "Gray debería revisar sus declaraciones y fijarse si es momento de pelearse entre la oposición o de pensar en cómo formar una Alternativa que devuelva la esperanza", escribió.

Trump y Bolsonaro exhiben su alianza y azuzan el miedo al socialismo

Los presidentes de EE UU y Brasil cierran acuerdos en materia de defensa y aparcan sus diferencias sobre una posible intervención militar en Venezuela

Donald Trump y Jair Bolsonaro abrieron este martes en Washington una nueva etapa en las relaciones entre Estados Unidos y Brasil, y exhibieron su alianza populista ante lo que han acordado identificar como un riesgo inminente al hilo de la crisis venezolana: el socialismo. El presidente norteamericano recibió en la Casa Blanca a quien desde que ganó las elecciones se le bautizó como “el Trump del Trópico”, por su discurso crispado y de corte nacionalista con el que llegó al poder. Trump mostró su apoyo en la entrada del país en la OCDE, el club de las economías más fuertes del mundo, e incluso en un posible ingreso en la OTAN. Pero más que de resultados concretos, la cita supuso para Brasilia un baño de ideología en el país más poderoso del planeta.

Bolsonaro y Trump estrechan sus manos este martes en la Casa Blanca. En vídeo, declaraciones de Trump.

Nada más verse en el Despacho Oval, los líderes de los dos países más poblados de América echaron mano de esa socorrida y popular diplomacia que es el fútbol. Bolsonaro regaló a Trump una camiseta de la selección brasileña con el número del héroe nacional Pelé y el estadounidense hizo entregando a su homónimo una de Estados Unidos. Ambos juegan en el mismo equipo en más de un sentido —el discurso de corte nacionalista y populista o su uso incendiario de las redes sociales—, aunque gobiernen situaciones políticas y económicas muy dispares. Para Bolsonaro, Trump es mucho más que el líder de la primera potencia del mundo, es el modelo en el que se inspiró para ganar contra pronóstico y en el que se inspira a diario con un discurso constante de ellos contra nosotros a costa de ahondar en la polarización. “Respetamos a la familia tradicional, somos temerosos de Dios, en contra de la ideología de género, de lo políticamente correcto y de las fake news” dijo el brasileño en la rueda de prensa posterior a la cita, en los jardines de la Casa Blanca.

Brasilia buscaba el apoyo de Washington para entrar en la OCDE, acuerdos en defensa que permitirían a las empresas brasileñas participar en licitaciones del Pentágono —lo que sería agua de mayo para la aeronaútica Embraer— y comprar material estadounidense a mejores precios. Washington por su parte buscaba que sus empresas puedan utilizar la base espacial militar de Alcántara, en el Estado de Maranhão (noreste), para lanzar satélites comerciales. Hubo consenso en esos aspectos y, en un momento de la rueda de prensa, Trump se sintió tan entusiasmado incluso se comprometió, de forma algo ligera, a espaldar un hipotético ingreso de Brasil en la Alianza Atlántica, algo que para lo que, admitió, habría que “hablar con mucha gente”.

Ambos evitaron abordar los aspectos que les separan en la crisis de Venezuela, uno de los asuntos clave en la relación de estos países. Los dos rechazan a Nicolás Maduro, reconocen a Juan Guaidó como presidente interino del país sudamericano y reclaman la celebración de elecciones. Pero la Casa Blanca insiste hasta la saciedad que la opción de una intervención militar esta sobre la mesa y Brasil no quiere participar en ello. Preguntados por esta posibilidad, Trump recalcó que Washington todavía no ha empezado a aplicar “las sanciones más duras” contra el régimen chavista, dando a entender que todavía queda recorrido hasta hacer uso de la fuerza. Y su homólogo brasileño evitó pronunciarse sobre si permitiría la presencia de tropas estadounidenses en su territorio en ese caso.

Sin embargo, Venezuela sí les sirve a ambos presidentes para azuzar en clave doméstica el miedo al socialismo. “Creo que Trump va a ser reelegido en 2020, creo que la gente repetirá su voto. Es lo mismo que me pasó a mí: ven lo que es el socialismo y ese es el sentimiento”. Trump, por su parte, tuvo dos guiños clave con su invitado. Alabó el “fantástico trabajo de su hijo” Eduardo Bolsonaro, a quien hizo levantarse en la rueda de prensa para recibir un aplauso. El también diputado es la persona que ha acompañado al presidente brasileño en el Despacho Oval en vez de su ministro de Exteriores. Ese también es otro aspecto que une a ambos mandatarios: Trump también recurre a la familia, y ha dado a su yerno, Jared Kushner, un papel preferente en las relaciones con países como Israel o México.

Más allá de los resultados tangibles, sentarse en la Casa Blanca es una bendición para el entorno más antiglobalista y la base más ultraconservadora del Trump del Trópico. “Tenemos una gran alianza con Brasil, mejor que nunca”, concedió el magnate neoyorquino. El viaje oficial selló el inicio de una nueva era en las relaciones entre ambos países tras años de enfriamiento, agudizado a raíz de que, en 2013, tras las filtraciones de Edward Snowden, se conociera que la CIA había estado grabando conversaciones con la entonces presidenta Dilma Rousseff. Pocos ejemplos tan claros de este cambio de tercio como que Bolsonaro visitase el cuartel general de la agencia de inteligencia en Langley (Virginia) y su hijo Eduardo, el diputado, la alabase en su cuenta de Twitter.

"Por primera vez en mucho tiempo, un presidente brasileño que no es antiamericano llega a Washington. Es el comienzo de una alianza por la libertad y la prosperidad", afirmó Bolsonaro el domingo, nada más aterrizar en Washington. Lo que Bolsonaro retrata como el antiamericanismo de Luiz Inácio Lula da Silva y de Dilma Rousseff es la suma de la tradición diplomática de Brasil de no injerencia, que ha mantenido al gigante sudamericano ensimismado, y las alianzas forjadas por el antiguo sindicalista con sus vecinos izquierdistas, que no le impidieron mantener buenas relaciones personales tanto con George Bush hijo como con Bill Clinton.

Si algo demostró el breve romance que el presidente de EE UU mantuvo con su homólogo francés, Emmanuel Macron, de visita oficial en Washington el año pasado, es que la química personal que el inquilino de la Casa Blanca muestre hacia un líder no tiene por qué traducirse en pactos concretos. En aquella ocasión, ambos dirigentes se encontraban en las antípodas ideológicas sobre globalización, cooperación internacional o medioambiente. En este caso, Trump y Bolsonaro sí coinciden en fondo y en formas en muchos terrenos, pero los acuerdos no son fáciles.

Google lanza Stadia para convertirse en el Netflix de los videojuegos


Presenta su plataforma de juegos en 'streaming' que aprovecha su potencia en la nube, se integra con Youtube y funciona con móviles, ordenadores y televisores


Google desembarca en el mercado de los videojuegos, un negocio que mueve en todo el mundo 136.000 millones de dólares al año y que se ha propuesto revolucionar. El gigante de internet ha presentado esta tarde en la Game Developers Conference, en San Francisco, su plataforma de videojuegos en streaming, al que ha bautizado con el nombre de Stadia, que podría representar, según Bloomberg, el cambio más grande en esta industria desde que Super Mario saltó de las salas de juego a la sala de estar.

El servicio, anunciado por el CEO de la compañía Sundar Pichai, ofrece juegos bajo demanda y permitirá disfrutar de manera inmediata de títulos como Assassins' Creed Odyssey sin esperas, sin descargas, sin parches ni actualizaciones. Solo hay que clicar y jugar, según explicaron los directivos de Google. Para disfrutar de la plataforma tampoco hace falta contar con una consola como la PlayStation o la Xbox, pues funciona sobre cualquier dispositivo: teléfonos móviles, tabletas, ordenadores portátiles y de sobremesa y televisores. El usuario podrá alternar entre un dispositivo y otro sin esperas. Reanudando la partida en el momento en el que se quedó.

La plataforma, una especie de Netflix para videojuegos, está en la nube y aprovecha la fuerte red de centros de datos de la compañía. Los juegos se ejecutan en los servidores que están en estas instalaciones y se transmiten por internet. Pichai señala que el objetivo es tener una plataforma de videojuegos para todos y ha recordado que en el mundo hay más de 2.000 millones de personas aficionadas a los videojuegos.

La compañía, que también ha presentado un mando para jugar, ha explicado que su objetivo es hacer que los juegos estén disponibles en resoluciones de hasta 4K y 60 cuadros por segundo con HDR y sonido envolvente. Stadia funcionará con más de 7.500 nodos de datos que son los que harán posible dicha calidad de imagen, que esperan que llegue a los 8K en el futuro. Aunque no ha dado fecha exacta de lanzamiento, Google, que llevaba unos seis meses probando el servicio en privado bajo el nombre de Project Stream, sí ha avanzado que lo estrenará a lo largo de este año en países seleccionados, entre ellos EE UU, Canadá, Reino Unido y gran parte de Europa.



“Estamos cambiando la forma en la que accedes y disfrutas de los videojuegos”, ha asegurado la multinacional, que explica que lo que distingue al sistema es cómo funciona con otros servicios de Google. “En un mundo donde hay más de 200 millones de personas que miran contenido relacionado con juegos diariamente en Youtube, nuestro servicio hace que muchos de esos juegos se puedan jugar con solo presionar un botón de nuestro controlador. Así, si ves a uno de tus jugadores favoritos jugando a Assassin’s Creed Odyssey, por ejemplo, solo tienes que hacer clic en el botón de jugar ahora y segundos después correrás por la antigua Grecia en tu propio juego, en tu propia aventura. Y todo sin descargas, sin actualizaciones, sin parches y sin instalaciones”, continúan los responsables del gigante tecnológico, que ven en esta opción una "forma para que los usuarios descubran nuevos juegos".

Google resalta que al utilizar su red de centros de datos, que está conectada globalmente, “liberamos a los gamers de las limitaciones de las consolas y los PC tradicionales”. La compañía defiende que los aficionados a los videojuegos, más de 2.000 millones de personas en el mundo, tendrán una plataforma “de última generación” para alimentar sus juegos en todo momento, y los desarrolladores “acceso a recursos casi ilimitados para crear los títulos con los que siempre han soñado”. "Con nuestra plataforma hablamos de crear, escalar y conectar", dijeron.

Según Google, ponen al alcance de los creadores de juegos un “poderoso” hardware que combina GPUs de alto rendimiento, CPU, memoria y almacenamiento. “Con el poder de la infraestructura de los centros de datos de Google, nuestra plataforma puede evolucionar tan rápido como la imaginación de los creadores de juegos”, asegura la empresa, que deberá contar con contenido exclusivo y de calidad si quiere ser un jugador relevante en este mercado. La compañía ha asegurado que su plataforma, construida sobre Linux, será compatible con Unity, Unreal, Havok o Vulkan, algunos de los principales motores para crear juegos.

Sobre alianzas con desarrolladores de juegos, Google cuenta que está trabajando ya de cerca con muchas grandes empresas de videojuegos y también con pequeños estudios para asegurarse tener un amplio ecosistema de contenido en el momento del lanzamiento. La multinacional también ha anunciado Stadia Games and Entertainment, el estudio que se encargará de desarrollar juegos exclusivos de Google. Habrá que ver la acogida que la plataforma tiene finalmente entre los principales productores de videojuego, que pueden temer ver reducidos sus márgenes de ganancias como le ocurrió a los estudios de cine con Netflix y otras plataformas de vídeo.

La compañía ha apuntado que su nueva plataforma tendrá un coste para el usuario, pero no ha precisado cómo será el modelo de pago.

El movimiento de Google supone un claro desafío a empresas como Nintendo, PlayStation y Microsoft, que se han estado repartiendo el mercado durante las tres últimas generaciones de hardware. La empresa de Mountain View anunció la semana pasada que había fichado a Jade Raymond, productora de las primeras entregas de Assassin’s Creed, como vicepresidenta de su proyecto de videojuegos, dando muestras de que su apuesta por este negocio es seria.

El mando de Google (el Stadio Controller) se conectará directamente por wifi al juego. El dispositivo incluye un botón para hacer una captura instantánea, guardar y compartir el juego. También viene equipado con un botón con el asistente de voz la compañía (Google Assistant) y un micrófono. La plataforma, no obstante, funcionará con mandos de otras marcas, “aunque recomendamos el nuestro para una mejor experiencia”, dicen.

Los analistas creen que Google no tendrá fácil ganar esta batalla del juego en streaming, un terreno donde hay otras iniciativas (Onlive, Gaikai, Geforce Now o la propia PlayStation Now), pero admiten que su poder en la computación en la nube le da un posicionamiento interesante. Tampoco parece que el gigante de internet vaya a estar solo en esta lucha, pues se espera que otros pesos pesados entren en escena como Amazon, que ya es dueña de Twitch y ha contratado a veteranos de este sector como el responsable de la franquicia Command & Conquer, Apple o algunos operadores de telecomunicaciones.

“Los juegos en la nube crean este momento en la industria donde empresas multimillonarios como Google y Amazon tienen la oportunidad de comprar su entrada, de la misma forma que lo han hecho con el vídeo y la música”, asegura a Bloomberg Joost van Dreunen, director gerente de la firma de investigación de mercado Nielsen.

Tampoco hay que olvidar que los grandes jugadores actuales de este sector, como Sony, Microsoft o Electronic Arts, están viendo cómo fortalecer sus posiciones ante el empuje del streaming. La primera tiene su servicio PlayStation Now, la segunda está construyendo su plataforma Project Atlas tras adquirir una empresa de streaming el año pasado, y el gigante del software está trabajando en una iniciativa, llamada Project xCloud, que permitirá a los jugadores participar en juegos de vanguardia como Forza Horizon 4 desde cualquier dispositivo con una pantalla y una conexión a internet.

Gobernar con el WhatsApp

Por Antoni Gutiérrez-Rubí

Se acortan los tiempos entre pensar, decir y hacer. La relación causal se desvanece frente a las relaciones simplemente concurrentes.

Maryanne Wolf es una neurocientífica de la Universidad de Los Angeles. En su último libro, Reader, Come Home: The Reading Brain in a Digital World (Lector, vuelve a casa: El cerebro lector en el mundo digital), explora y analiza cómo los seres humanos estamos perdiendo, a causa de la aceleración de la cultura digital, la «paciencia cognitiva», un concepto que la autora define como la capacidad que antes nos permitía leer textos largos (por ejemplo, novelas más extensas y complejas) «y comprender a niveles más profundos».

Para sustentar su tesis, Wolf destaca que recibir mensajes, leer trozos de noticias y ojear las redes sociales está favoreciendo el rápido procesamiento de la información, la cual es una competencia útil en la era digital. El bien abundante es la información y los datos; el bien escaso es el tiempo. Esta tensión, y la exigencia social y relacional por la inmediatez, está devorando los procesos lentos, macerados, decantados y deductivos sin los cuales no podemos tomar decisiones sensatas y ponderadas.

Las constantes interrupciones provocadas por las notificaciones de los móviles, así como la agitación de la conectividad permanente están diezmando nuestra capacidad de concentración, por lo que cada vez dedicamos menos tiempo a la lectura reposada que supone un mayor reto intelectual. La lectura del canguro, en diagonal y con hipervínculos, rompe la cadena secuencial y ordenada con la que, hasta ahora, habíamos articulado nuestros procesos de conocimiento.

Esta combinación de fragmentación + aceleración + dispersión nos aleja del análisis de lo complejo (como es la realidad social o económica) y provoca la toma de decisiones por impulsos y estímulos, en lugar de análisis y evaluaciones. Esta peligrosa combinación, que favorece y nos atrapa en la inmediatez, ha llegado también al ámbito de la gobernabilidad y la política. Nuestros políticos están sustituyendo las reuniones por chats; los textos, por mensajes cortos o de voz; los gráficos, por stickers; los debates y análisis, por las funciones como reenviar, responder o copiar. Estar en el chat adecuado —siempre discrecional, siempre personal— se ha convertido en sinónimo de poder, más que pertenecer a una ejecutiva electa, por ejemplo.

Cuando Nicholas Carr escribió su relevante ensayo, Superficiales, ¿Qué está haciendo el internet con nuestras mentes? (2010), las pantallas táctiles todavía no colonizaban la conversación digital. En ese trabajo ya nos advertía del deterioro de la concentración deductiva. Hoy deberíamos preguntarnos: ¿Qué está haciendo WhatsApp con nuestros gobernantes?. La pregunta es pertinente, creo.

El caso reciente del WhatsApp sobre el Poder Judicial, que ponía en la cuerda floja al portavoz del Partido Popular en el Senado, Ignacio Cosidó, y que ha abierto otra crisis a Pablo Casado, refleja muy bien lo que nos sucede: se reduce la valoración política a la consigna, se copia y pega acríticamente, construyendo autoridad artificial, se redistribuye sin conciencia de la responsabilidad, se comparte inconscientemente lo que puede ser falso o desinformación y, finalmente, se ordena cerrar un chat de partido. Y todo ello, con la consecuencia de la renuncia del juez Manuel Marchena a presidir el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y de la ruptura del acuerdo político entre PSOE y PP para su renovación.

En las últimas elecciones, en particular en las de Brasil, ya hemos visto el papel central de WhatsApp en las campañas electorales y su (d)efecto en la construcción de la opinión y agenda pública. Hace tres años, cuando publiqué mi libro La política en tiempos de WhatsApp, no alcanzaba a ver el enorme impacto que tendría, también, en la gobernabilidad y la gestión pública de nuestros representantes. Algunos han entrado en bucle y responden compulsivamente a todos los interlocutores que chatean con ellos. La burbuja digital que les envuelve es ilusoriamente transparente. Encerrados y prisioneros en ella, esclavizados por la tiranía del doble check, y atrapados por una realidad cacofónica y reverberante propia del eco autorreferencial, han sucumbido a la democracia instantánea: tan efímera como superficial.

Se acortan los tiempos entre pensar, decir y hacer. La relación causal se desvanece frente a las relaciones simplemente concurrentes. La confusión nos está obcecando. Paradójicamente, en tiempos de abundancia (de información), la escasez (de reflexión) aumenta. Todo sucede en tiempo real. Cinco segundos es nuestro límite de paciencia cognitiva. La vida (y la política) en cinco segundos. Sin paciencia no habrá consciencia, ni conciencia.

En febrero, los precios mayoristas aumentaron 3,4% y el costo de la construcción, 1,4%



Los precios mayoristas aumentaron un 3,4% en febrero, mientras que el costo de la construcción se incrementó un 1,4% durante ese mes, informó el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC)

Con estos incrementos, los precios mayoristas acumularon durante el primer bimestre del año 4% y el de la Construcción 2,5%, agregó el organismo.

En los últimos doce meses, la inflación de los precios mayoristas ascendió a 64,5% mientras que el valor de la Construcción sumó 43,9%.

La suba del 3,4% en los precios mayoristas durante febrero mostró un alza del 5,3% en los Productos Primarios, del 2,4% en Manufacturados, del 2,7% en Importados, y del 20% en Energía Eléctrica.

Entre los productos Primarios se destacó la suba del 7,1% de los Agropecuarios, 3,9% en petroleo Crudo y Gas, y 3,2% en Minerales no metálicos.

En el caso de la Construcción, la suba del 1,4% en febrero estuvo impulsada por un incremento del 1,7% en los Materiales, del 4,2% en los Gastos Generales, vinculados a los servicios que se prestan en el sector, y 0,6% en Mano de Obra.

En el medio, el mensaje: entrevista a Martín Becerra


Gilda Izurieta



La crisis en la producción de información llegó de la mano de las nuevas tecnologías. La influencia de los contenidos que una persona consume desde su infancia supera hoy la que cualquier entorno íntimo pueda inculcar. En esta auto y multiinfluencia, las noticias falsas, los robots que se hacen pasar por personas y las campañas de mentiras son un problema que parece ir más rápido que lo que nuestro ojo puede detectar. Es menester prestar atención a la circulación de todo aquello que desconocemos y nos pasa por delante: la evolución tecnológica va más rápido que nosotros.

En su libro “El medio es el masaje”, publicado en 1966, Marshall McLuhan describió la manera en la que nos comportamos a la hora de incorporar un nuevo medio: “Cuando tenemos que hacer frente a una situación completamente nueva, siempre tendemos a encariñarnos con los objetos, con el sabor del pasado más reciente. Miramos el presente en un espejo retrovisor. Avanzamos hacia el futuro yendo hacia atrás. (…) Imponemos las formas de lo viejo al contenido de lo nuevo”. Ese parece ser el problema. Nos abruman las posibilidades e intentamos adaptar lo conocido a las plataformas que cuentan con la popularidad que necesita el periodismo: personas que consuman información. La manera de comunicar está cambiando y los intereses, creadores de posverdad, se chocan, se mezclan, se confunden y finalmente se difunden.

Con respecto a este tema, Martín Becerra, doctor en Ciencias de la Información de la Universidad Autónoma de Barcelona, investigador principal del Conicet y profesor de las universidades de Buenos Aires y Quilmes, convive con la realidad de ser analista y parte de los medios que avanzan y mutan una y otra vez. El especialista, en diálogo con Revista Roer, expresó su perspectiva no sólo del funcionamiento de la cadena de producción comunicativa, sino también de la misma al servicio de la política.

Lejos de rendirse ante la perplejidad del presente, propone, en principio, regulaciones estatales que tengan una postura cuidadosa en pos de preservar la libertad de expresión pero que atiendan la posibilidad de que los mensajes enviados estén siendo deformados por algún interés en particular: “En relación a las fake news yo sería muy cuidadoso a la hora de pensar en una traducción legal. Me parece que es algo sobre lo que conviene hablar porque es útil socialmente advertir que efectivamente hay mucha circulación de propaganda basada en falsedades y que el entorno de tecnologías que utilizamos ahora facilita la viralización de esas falsedades. Pero creo que podría ser peligroso, sobre todo para aquellas personas y grupos sociales más débiles, con menor capacidad de incidencia”

Con respecto a este peligro, Becerra le pone especial atención al problema de que no haya un consenso sobre qué significa “noticia falsa” y “desinformación”. Ante esta incertidumbre, la incidencia de las personas en ese circuito es algo elemental. Sin embargo, las posibilidades penales para quienes difundan información falsa no termina siendo, en su opinión, una buena idea. “Las reponsabilidades penales en materia de información y opinión, en general se aplican contra los más débiles. O sea, más allá de la coyuntura en la que sean sancionadas, finalmente, son los pibes de La Garganta Poderosa los que van a pagar el pato. Entonces, estoy en contra por principio pero también estoy en contra porque en muchos países son utilizadas las leyes penales como lo fueron en la historia argentina hace muchos años, diría que en perjuicio de los sectores más vulnerables”

“Yo estoy muy de acuerdo con los principios del Sistema Interamericano de Derechos Humanos. Estos principios plantean que las responsabilidades de los periodistas son ulteriores, no son previas. Distinta es la responsabilidad que les cabe a las redes sociales de uso masivo que le dan visibilidad a campañas de desinformación manifiesta. Creo que ahí sí cabe hacer cosas. Estamos en una etapa muy inicial del debate como para saber qué se puede hacer. Yo tengo intuiciones pero no son convicciones. Por ejemplo: un farmacéutico no te vende una droga oncológica sin receta, ese intermediario asume funciones que el estado le está delegando. Hay un protocolo, no hay un funcionario del estado nacional en cada farmacia: es el privado el que aplica. Ese ejemplo debería servirnos para pensar. Ese tipo de delegación en privados, que el estado realiza en muchos órdenes, habría que pensarlos para las plataformas”

Con el interés puesto en la defensa del derecho a la información de los ciudadanos, Becerra se muestra crítico de la desatención del gobierno actual en la legislación sobre comunicación. Aún mencionando errores importantes del gobierno anterior, expresa que no es lo mismo enunciar los derechos e incumplirlos o cumplirlos a medias que “hacer tierra arrasada con los derechos”. De cualquier manera, advierte sobre un fuerte déficit en esa materia.

Cambiemos supo utilizar la tecnología para llevar a cabo las campañas que ganó. La estrategia comunicativa del partido, asesorada por Durán Barba, da la sensación de ser infalible. Según la interpretación del especialista, mucho de esto tiene que ver con la coincidencia temporal entre una nueva (aunque usada) manera de gobernar y la innovación de las redes sociales. El sector opositor se enfrenta al aparato gubernamental altamente entrenado en el movimiento en los nuevos medios. Por su parte, el kirchnerismo por ejemplo, tiene experiencia en canalizar sus candidaturas a través de los medios tradicionales. Un desafío que deberán sortear quienes aspiren a ocupar cargos ejecutivos: no imponer las formas de lo viejo al contenido de lo nuevo.

Aún sin evidencia fehaciente sobre la existencia de trolls al servicio del gobierno nacional, la oposición al gobierno de Mauricio Macri como así también algunos periodistas, afirman que hay un ejército de cuentas en redes sociales que atacan con mucha violencia a quienes emitan una opinión contraria al relato oficial.

A propósito de esto comenta: “hay sospechas sobre quiénes manejan estos supuestos centros de trolls. Por ejemplo la diputada Camaño del Massismo difundió un informe público en donde afirma que hay y que trabajan para el gobierno. Yo que he estudiado el tema para Amnistía Internacional Argentina, no puedo decir que a mí me conste esto, no tengo ninguna evidencia. Lo que sí sé y puedo afirmar es que, cuando hay críticas al gobierno, suelen haber campañas que en algunos casos son organizadas: se tuitea con cuentas artificiales (los bots), con el mismo contenido en poco tiempo. Hay autoridades, en algunos casos diputados o funcionarios del gobierno, que promueven y exponen a gente a las que después les saltan las termitas a comerles el hígado”

Por todas las nuevas maneras de ejercer la falsedad a través de internet, Martín Becerra pone especial énfasis en preparar a las nuevas generaciones para que no sean presa fácil de un sistema de medios que, en la transición, parece no encontrar la manera de primar la verdad. “Yo creo que es fundamental que toda persona que nace y crece en este ecosistema tenga herramientas básicas para distinguir estas cosas, que se le muestren ejemplos didácticamente, campañas de desinformación o de fake news. También cómo cuidar tus datos y hay toda una serie de temas complementarios a estos que para mí también son importantes. Es importante que se empiece a trabajar en el sistema educativo. Por ejemplo en las campañas de escrache. Al movimiento feminista lo interpela mucho esto: cuándo, cómo corresponde denunciar algo públicamente y poner el nombre de una persona, qué pasa con eso, son todas cosas que son relativamente nuevas, que no hay un manual para eso, que como sociedad estamos aprendiendo y que es bueno que no quede librado a la subjetividad de alguien que a las 11 de la noche está solo y toma una decisión que después puede ser equivocada para él, que puede dañar a terceros”

En el medio, el mensaje. La televisión, la prensa gráfica, la radio e internet configuran la retroalimentación de noticias. Como usuarios, nuestra participación en esta cadena no es pasiva. Por lo tanto, superar el vértigo de la velocidad de cambio es el primer paso para no ser la masa receptora del bombardeo informativo. Como dice Mc Luhan: “No existe la inevitabilidad mientras haya disposición para contemplar lo que está sucediendo”

Congresista de EEUU demandó una cuenta de Twitter y le hizo sumar 70 mil seguidores



El congresista republicano Devin Nunes presentó una demanda judicial en busca de una indemnización de US$250 millones por daños y perjuicios contra Twitter Inc. y usuarios detrás de cuentas anónimas por, presuntamente, difamar su nombre. La medida tuvo un efecto inmediato: una de las cuentas sumó más de 60.000 seguidores.

El denunciante manifiesta que una estratega política republicana llamada Liz Mair impulsó una campaña dirigida a Nunes, junto a dos cuentas anónimas, @DevinNunesMom ("La madre de Devin Nunes"), que ahora ha sido suspendida, y @DevinCow ("La vaca de Devin").

Nunes también alega que Twitter lo "censuró en la sombra" en 2018 "con el fin de restringir su libertad de expresión". Las personas que afirman haber sido censuradas en la sombra dicen que pueden ver sus propios tuits pero que estos no son visibles para sus seguidores. Twitter ha negado el uso de este tipo de censura, y dijo que no participa de manera parcial ni formula normas sobre ideologías políticas.


Antes de que se presentara la demanda, la cuenta @DevinCow tenía un poco más de 1.000 seguidores. A partir del martes por la mañana, ya registró más de 70.000.

"Creo que @DevinCow debería enviar a @DevinNunes una buena cesta de frutas por el aumento de la señal", una persona tuiteó en la cuenta @DevinCow. “Más de 50.000 seguidores. ¡Guau!

La difícil tarea de Robert Lighthizer, el piloto de comercio de Trump

El veterano embajador, un gran crítico de China, lidia entre la guerra económica con el régimen de Xi Jinping y el carácter de su propio jefe
Robert Lighthizer, en febrero en Washington.


Despacho Oval, 22 de febrero. Donald Trump se encuentra reunido frente a las cámaras de televisión con su máximo representante en materia de comercio, Robert Lighthizer, y con el enviado de Pekín para lidiar en las cruciales negociaciones económicas con Estados Unidos, el viceprimer ministro, Li He. “No me gustan los memorandos de entendimiento porque no significan nada. Creo que te va mejor si vas simplemente a un documento. Nunca he sido fan de los memorandos”, dispara el presidente, poniendo en cuestión la meta a la cual las dos mayores potencias están tratando de llegar. Lighthizer, con casi cuatro décadas de experiencia en la materia, matiza: “Un memorándum de entendimiento es un contrato. Es el modo en el que los acuerdos comerciales normalmente… Es un acuerdo vinculante entre dos partes, un término legal, es un contrato”. Trump, molesto, insiste: “Discrepo, creo que un memorándum no es un contrato hasta el punto que nosotros queremos. Para mí el contrato es la cosa de verdad, Bob, creo que tú piensas igual”. Y Lighthizer zanja el asunto: “De ahora en adelante no usaremos más la palabra memorándum. Tendremos el mismo documento, se llamará acuerdo de comercio y no usaremos la palabra memorándum”.

Ser el negociador jefe de la América de Trump en la guerra comercial con China significa estar preparado para situaciones como la descrita: que el presidente discuta los aspectos técnicos más obvios, en directo, frente a medios de comunicación de todo el mundo y a tus propios rivales en la disputa. Da igual que el negociador lleve desde los ochenta inmerso en este tipo de disputas, que liderase las conversaciones con Japón para la Administración de Ronald Reagan o pasara años como lobista para el sector del acero estadounidense, uno de los grandes objetos de preocupación de Trump. Tampoco importa, ideológicamente, estar alineado con el giro proteccionista del mandatario. Cualquier halcón debe hoy en día en Washington saber adaptarse a los giros de guión más heterodoxos del presidente.
 
Ese es ahora mismo el trabajo de Robert Emmet Lighthizer (Ashtabula, Ohio, 1947) , un viejo jinete de la política comercial estadounidense, crítico a ultranza del régimen chino y de la Organización Mundial del Comercio. Abogado por la Universidad de Georgetown, vivió en su propia tierra, el Medio Oeste, el declive industrial estadounidense, ese que se ha abonado el discurso antiglobalización entre los sectores más a la izquierda y la derecha del país. Cuando ganó las elecciones, Trump lo escogió como el máximo representante de EE UU en Comercio. “Va a hacer un trabajo fabuloso en ayudar a dar la vuelta a las políticas comerciales fallidas que han robado la prosperidad de tanto estadounidenses”, aseguró Trump exultante.

Junto a Lighthizer, nombró asesor en política industrial a un halcón, Peter Navarro, cuyo discurso nacionalista deja al embajador de comercio en una posición comparativamente mucho más moderada. El reparto de poder y atribuciones entre los cerebros de la trumpeconomía es complejo y volátil, pero, de forma simple, se podría decir que mientras Navarro se centró en moldear el discurso de la ofensiva comercial, el embajador se encargaría de cristalizarlo en negociaciones. Así, Lighthizer logró cerrar un acuerdo para reformar el gran tratado comercial norteamericano con México y Canadá (el antiguo Nafta, que ahora se llama USMCA), que debe ratificar el Congreso.

Ahora se encuentra ante la gran batalla del gigante asiático. Trump optó a finales de año por entregarle el mando de las negociaciones, lo que envío una señal muy clara a China, que hasta entonces había tenido como principal interlocutor a un miembro del gabinete de Trump más moderado y globalista, Steve Mnuchin, secretario del Tesoro y exbanquero de Goldman Sachs. En diciembre, Trump y Xi Jinping alcanzaron durante una cumbre del G20 en Buenos Aires una débil tregua en la guerra comercial que tenía en vilo a medio mundo.

Washington había empezado el pasado junio a aprobar aranceles a importaciones chinas por valor de 250.000 millones de dólares y Pekín, que compra mucho menos a EE UU, respondió gravando productos estadounidenses por valor de 110.000 millones. Para retirarlos, la Administración de Trump reclama a China unos cambios estructurales que reduzcan lo que consideran competencia desleal: más apertura a la inversión extranjera, el fin de las obligaciones de transferencia de tecnología a las empresas locales (que considera robo encubierto de propiedad intelectual) y una reducción de los subsidios públicos.

Donald Trump comenzó el pulso con China asegurando que “las guerras comerciales son fáciles de ganar” para el país más rico del mundo, en tanto que importaba del gigante asiático mucho más de lo que le exportaba. De ahí el abultado déficit comercial (de cerca de 700.000 millones de dólares). En diciembre, siguiendo la misma estrategia de declaraciones provocadoras, el presidente espetó en su cuenta de Twitter: “Soy un hombre de aranceles”.

La táctica negociadora de Robert Lighthizer, sin embargo, dista de la del comandante en jefe. El embajador de Trump no solo es un conocedor de la política de Washington desde la era Reagan, sino desde los años setenta, cuando comenzó a trabajar como asesor en materia económica del famoso senador republicano Bob Dole. En una entrevista de 1984 en The New York Times, Lighthizer, entonces inmerso en las conversaciones sobre el acero, decía: “Intento ser amistoso en las negociaciones”. Y añadía: “El arte de la persuasión reside en saber dónde está el punto de influencia”.

Trump está deseoso de poder anunciar un acuerdo, como el obtenido con México y Canadá, que refuerce la imagen que le gusta ofrecer de su presidencia: la de un hombre de negocios que sabe cerrar tratos ventajosos para el país. Hace unas semanas, fuentes de su Administración calculaban que a finales de marzo habría una cumbre entre ambos líderes en el que rubricarían el pacto. Robert Lighthizer matizó el entusiasmo poco después. El acuerdo —ya no habló de memorando de entendimiento— estaba difícil.

El boom de consumo en China dispara la demanda de alimentos

En la República Popular, el impulso económico expandió los estratos medios que comen más proteínas cárnicas y también lácteos. La calidad es clave.





Shenzhen es una de los cinco ciudades más pobladas del gigante asiático, con 10 millones de habitantes, y un ejemplo del desarrollo chino.


El crecimiento demográfico prácticamente se ha paralizado en China, y aumentaría sólo 0,3% por año en la próxima década. Es una cifra menor que el promedio de expansión de la población mundial en este periodo (1% anual), y es incluso inferior al nivel de alza demográfica de Estados Unidos (0,7% por año).

El resultado es que China dejaría de ser en los próximos 10 años el país más poblado del planeta, e India -donde no hay políticas para frenar el crecimiento demográfico- la superaría con una población de 1.500 millones de habitantes en 2022.

Lo notable es que el ingreso per cápita de la población china crece por encima del producto (8,1% anual / 6,9% por año). Lo que esta tendencia significa que los ingresos disponibles de la población aumentan ocho veces por encima del alza del nivel demográfico.

Por eso es que China está experimentando un boom de consumo de una magnitud superior al de los momentos de apogeo de la economía norteamericana, ya sea la década del 50, la etapa final del gobierno de Bill Clinton, o el periodo previo a la crisis financiera internacional 2008/2009.

Este extraordinario boom de consumo abarca toda China, aunque sus manifestaciones más notorias están fuera de las grandes urbes, en las ciudades del segundo y tercer gran cordón del interior del país.

El epicentro de este fenómeno excepcional en la historia del capitalismo es la nueva clase media con niveles de ingresos comparables a los de Estados Unidos (entre U$S 35.000 y U$S 45.000 anuales), constituida por unas 300 millones de personas, que serían 1.000 millones en 2030, según las proyecciones más confiables.

Este escenario, en el país más poblado del mundo, es lo que ha transformado la naturaleza de la demanda mundial de agroalimentos, cuyo eje es la República Popular.

La preocupación central de la clase media china es el consumo de proteínas cárnicas, a partir de una transición dietaria histórica (de las legumbres a las carnes), con dos agregados. En primer lugar, la plena vigencia de la Ley de Engel, que establece que a medida que los ingresos aumentan, declina la proporción del gasto en alimentos, pero que los consumidores se tornan cada vez más selectivos de lo que consumen.

Luego, se generaliza la preocupación (obsesión) por las “credenciales” de los alimentos consumidos (certificaciones de origen, procesos, y métodos de producción), por los que se ofrece un sobreprecio sin importar su magnitud.

En las “credenciales” han surgido también atributos culturales, como el bienestar de los animales, la calidad ambiental y el aporte de esos alimentos a la salud.

Estos requerimientos tienden a convertirse en estándares globales con fuerza de ley, como la HAACP, las Buenas Prácticas Agrícolas (GAP, en inglés), y la Organización de Estándares Internacionales (ISO).

En la próxima década más de 80% de la demanda global de proteínas cárnicas provendrá de Asia, primordialmente China; y el continente asiático atraerá 92% de la demanda global de carnes. Por eso, en los últimos años se produjeron inversiones millonarias para procesar carne de cerdo y lácteos para este mercado estratégico.

Esta es la tendencia de fondo en materia de agroalimentos en los próximos 10 años.

Y es un horizonte que países como Brasil y la Argentina, en donde se encuentra la principal plataforma de proteínas vegetales del mundo, deben seguir de cerca por su impacto en la dirección de los agronegocios.