ENTREVISTAAyaan Hirsi Ali "Fomentar el islam es independizar a Cataluña de Occidente

CAYETANA ÁLVAREZ DE TOLEDO




"La palabra islamofobia silencia a los occidentales acomplejados"

"¿Cómo es posible que la izquierda haga causa común con los peores reaccionarios?"

No pudimos conversar en persona. La intelectual más crítica con el islam acaba de tener un bebé. Oculta. Blindada. Vive así desde que rompió con su religión. Nacida en Somalia, sufrió el fanatismo en carne propia. Literalmente. Su padre le impuso una boda y ella se fugó. Acabó de diputada en Holanda.

Su socio fue asesinado y ella, amenazada de muerte. Pero no se arredró. Ahora vive en EEUU, donde en nombre de los valores de la Ilustración defiende una reforma del islam. Y de Occidente.

La reacción política y mediática al atentado de Barcelona fue: "No criminalicemos al islam. El islam es una religión de paz". ¿Lo es?Cada vez que contesto esta pregunta pienso: "Uf, estoy perdiendo el tiempo".

Casi nadie está dispuesto a escuchar. ¡Pero insistiré!Le agradezco.La clave es distinguir entre los musulmanes y el islam. Entre personas e ideas. Hay 1.500 millones de musulmanes.

Por supuesto, no todos son fanáticos ni misóginos ni violentos. Los musulmanes son tan diversos entre sí como cualquier otro presunto colectivo: cristianos, judíos, mujeres, gays, hombres heterosexuales blancos... Y la inmensa mayoría son pacíficos y tolerantes. Otra cosa es el islam. El atentado de Barcelona es la expresión del islam político.

Sus autores fueron fieles al Corán. Siguieron exactamente las consignas de la segunda etapa de la vida de Mahoma.

La que transcurrió en Medina.Eso es._La vida de Mahoma tiene dos fases. Primero vive en La Meca. Funda una religión como la entendemos ahora en Occidente. Predica la paz, la piedad y la caridad. Es un guía moral.

Pero luego se traslada a Medina, donde elabora un modelo político. Fija la imagen de una sociedad ideal. Dicta cuál debe ser la relación entre dios y el individuo. Entre el marido y la mujer. Entre el creyente y el no creyente. Y dice algo crucial: el califa tiene la obligación de convertir al no creyente, aunque sea mediante el uso de la violencia.

Por tanto, el imam que radicalizó a los jóvenes de Barcelona era un fiel seguidor de Mahoma y de los textos sagrados del islam. Los terroristas que cometieron el atentado, también. El uso de la violencia no les convierte en heterodoxos ni locos ni descarriados. El culto de la violencia y su justificación están teológicamente sancionados. El islam, a partir de Medina, ya no es una religión de paz

¿Y en qué se distingue el islam del cristianismo?

La analogía es utilísima. Primero: imagínese que la vida de Jesús hubiera tenido dos etapas: la pacífica y la militarista. Los cristianos tendrían que rechazar explícitamente la segunda fase o repudiar el referente entero. Segundo: el cristianismo tuvo sus cruzadas, su Inquisición y su confusión entre política y religión. Pero los cristianos han aceptado que su religión es sólo una de tantas.

Han separado la política de la fe. Y son pacíficos. Este viaje es fruto del pensamiento crítico: un resultado liberador de la Ilustración. Primero en Europa y luego en Estados Unidos, todo el cristianismo fue sometido a escrutinio: la Biblia, el Viejo Testamento, el Nuevo, la figura de Moisés, la de Jesús... Se analizó qué parte era religión y qué parte, política.

Y se las separó. Nada de esto ha sucedido con el islam. A lo largo de los siglos, han surgido reformistas. Pero han sido silenciados. Incluso asesinados. Este rechazo radical a una crítica honesta y constructiva del islam continúa. A los reformistas nos llaman herejes y nos persiguen.

Desde un punto de vista puramente intelectual, el problema no es difícil. Lo que lo complica es la actitud de la izquierda occidental: los progresistas están encantados de hacer la disección y crítica del cristianismo y otras religiones, pero con el islam no se atreven.

Callan. Y silencian. Cataluña es la región de España con más musulmanes. Los gobiernos nacionalistas han promovido su inmigración por motivos políticos. Y, como en muchas partes de Europa, bendicen la creación de mezquitas y centros islámicos.Eso es una locura.
Si los nacionalistas catalanes siguen favoreciendo la inmigración musulmana y la creación de infraestructuras islámicas acabarán teniendo una Cataluña independiente no ya de España sino de Occidente. De la modernidad, la paz, la tolerancia y las libertades civiles. En EEUU sufrimos la misma fiebre de las políticas identitarias.

Es suicida. Estamos no ya permitiendo sino directamente financiando el dawa.¿Dawa?Dawa es el proceso que desemboca en la yihad. Si te identificas con el Mahoma político debes seguir sus pasos: viajar de La Meca a Medina. Emigrar para colonizar otra comunidad. Una vez allí, debes establecer una vanguardia. Eso hizo Mahoma. Predicó e invitó a la gente a sumarse al islam. Eso es, literalmente, dawa: la llamada al islam. Esta llamada tiene un límite temporal: llamas y llamas y llamas. Si el no creyente atiende tu llamada, bien.

Pero si no la atiende, debes recurrir a la acción militar. A la violencia. Así es como el dawa da paso a la yihad.Los terroristas de Barcelona eran prácticamente adolescentes. Fueron radicalizados en muy poco tiempo y en el marco de su propia comunidad.Es habitual. Los musulmanes Medina, los que siguen al Mahoma político, penetran en las comunidades con facilidad. Son hábiles.

Captan primero a las familias. Muchos padres temen que sus hijos adolescentes puedan meterse en líos -drogas, alcohol, la influencia negativa del grupo- y ven con alivio y gratitud que los imanes se ocupen de ellos y los saquen de las calles. En 1985, cuando yo vivía en Kenia, aparecieron los Hermanos Musulmanes.

Mi madre estaba encantada de que hubieran captado a mi hermano, que había abandonado el colegio y tenía malas amistades. Le tranquilizaba que fuera a un centro islámico y a la mezquita. No era consciente de que su hijo podía acabar en la yihad.¿Y el adoctrinamiento cómo se produce?La fuerza de la doctrina se infravalora. Esto es delicado: ser musulmán significa aceptar que Mahoma es un guía moral perfecto. En los centros te dicen: «Mahoma dijo, Mahoma dijo...

Tú debes hacer como él...». Y pocos jóvenes tienen la madurez, los conocimiento o la fortaleza para contestar: «Lo dijo en el siglo VII; sus lecciones ya no son válidas». A una baja capacidad de argumentación se suma una elevada exigencia de obediencia. En las escuelas islámicas no se permite cuestionar nada. Es la anti-educación; el dogma. Y funciona.
Y no sólo con varones jóvenes. También con las mujeres, a las que se les incita a renunciar a sus derechos. Y muchas lo aceptan voluntariamente. No hay nada más importante que el pensamiento crítico. La libertad intelectual. El temperamento o el aprendizaje de la duda. Eso fue lo que me salvó a mí.

El terrorismo islámico es nuestra principal amenaza. Pero ni siquiera nos ponemos de acuerdo en cómo nombrar a su principal agente. ¿Estado Islámico? ¿DAESH?El término DAESH pretende separar la violencia del islam. Nos lo ha impuesto Arabia Saudí, nuestro presunto mejor amigo y el gran promotor del dawa. El que financia sus infraestructuras. El que entrena a los imanes en la vía Medina.

Y el que difunde su ideología. Es como si la Unión Soviética hubiese adiestrado a los americanos sobre cómo luchar contra el comunismo. Estados Unidos acepta las lecciones de Arabia Saudí por consideraciones políticas. Es decir, por su dependencia del petróleo.Esa es la parte cínica de Occidente. Pero también está el apaciguamiento. Dos detalles sobre el atentado de Barcelona. El Rey de España puso un tuit que decía: «Son unos asesinos, simplemente unos criminales.» Luego hubo una gran manifestación.

El texto final lo leyeron una actriz y una musulmana con velo. La única referencia al islam fue la siguiente: «Sabemos que el amor acabará triunfando sobre el odio. Ni la islamofobia, ni el antisemitismo, ni ninguna expresión de racismo ni de xenofobia tienen cabida en nuestra sociedad».

Se protege al islam de toda crítica y se ataca una islamofobia testimonial o incluso inventada... Es un fenómeno habitual en Estados Unidos, Canadá y muchos sitios de Europa. Y el resultado es un divorcio entre la élite y la gente corriente. Porque la gente corriente aplica el sentido común.

Ven que los terroristas invocan explícitamente el islam como motivación para sus asesinatos. Ven que invocan el nombre y el ejemplo de Mahoma. Que gritan abiertamente: ¡Allahu Akbar! Que imprimen banderas con el lema del ISIS, que por cierto es el mismo de Arabia Saudí: «Confieso que no hay otro dios más que Allah». En cambio, las élites -los políticos, los medios de comunicación, las grandes corporaciones, ¡hasta los reyes y reinas!- coinciden en la impostura. Intentan ocultar la realidad porque la consideran políticamente incorrecta.


No querer que se les acuse de atacar al islam. No quieren reconocen que buena parte de los inmigrantes son musulmanes. No admiten que han permitido -y siguen permitiendo- la creación de infraestructuras de radicalización en sus propios territorios. No quieren ni siquiera debatir sobre la vertiente política y violenta del islam. Viven en un gran teatro: «El terrorismo no tiene nada que ver con islam; islam es paz...» Viven en la mentira. Y la difunden. A veces a un coste electoral.

El crecimiento de la ultraderechista AfD en Alemania es una advertencia clara. También la fuerza de Wilders en Holanda. O episodios dramáticos como el ocurrido en Inglaterra, donde un individuo cogió una furgoneta y la empotró en una mezquita. Los poderosos deben quitarse la mordaza de la corrección política. Si siguen como hasta ahora, habrá más radicalización y más violencia.

Hay que encarar la batalla ideológica sobre el islam. Para Europa el asunto clave es la inmigración. Yo no soy contraria a la inmigración. Pero me parece una irresponsabilidad histórica que se permita a personas instalarse en un país sin pedirles que a cambio asimilen los valores propios de la Unión Europea: la libertad individual, el pluralismo, la tolerancia.

Las élites europeas creen que el simple contacto con Occidente acabará convirtiendo a los inmigrantes musulmanes en hijos de la Ilustración y ciudadanos modelo. No es verdad. Los datos revelan que los musulmanes se radicalizan más dentro de la propia Europa que fuera.En su último libro, Heretic, hace un llamamiento enfático a los progresistas occidentales.Yo apelo al egoísmo altruista de los progresistas.

Les advierto: «Si me quitan a mí el derecho a hablar libremente estarán poniendo en riesgo su propio derecho a hablar libremente». Pero también denuncio su hipocresía. Les digo: «Ustedes, que disfrutan de la libertad, que dicen defender los derechos humanos y a las minorías, que se proclaman paladines de la igualdad de la mujer... ¿cómo es posible que hagan causa común con los peores reaccionarios, con gente ultraconservadora, machista y homófoba? Ayúdennos a nosotros para que también podamos disfrutar de la libertad.» Pero la hipocresía de la izquierda en torno al islam está prácticamente blindada.En España, hay un partido, Podemos, cuyos dirigentes compatibilizan las lecciones de feminismo con el patrocinio de IránLa izquierda exhibe una sórdida tolerancia ante la intolerancia. Es el resultado de una combinación de factores. Tendencia natural al apaciguamiento. Defensa del colectivismo.

Desprecio por la libertad individual. Miedo a que les llamen racistas. Miedo -incluso físico- a la confrontación. Es decir, un falso pacifismo. Y sobre todo una hostilidad profunda hacia Occidente y sus valores. Se ve en las universidades americanas. La mezcla de postcolonialismo, postmodernismo, multiculturalismo y relativismo ha provocado un socavón intelectual y moral. En_Estados Unidos y en Europa, las minorías se han convertido en tiranías a costa de la primera minoría, el individuo.Y los islamistas lo saben.Por supuesto.

Le doy un ejemplo: el presidente de Turquía, el señor Erdogán. Su objetivo es islamizar Occidente. Conoce nuestra debilidades intelectuales y culturales. Nuestra obsesión con las identidades. Nuestra white guilt, culpa de hombre blanco. Y las explota sin pudor. ¿Cómo? Promoviendo por el mundo el concepto de islamofobia. La palabra islamofobia sirve para callar la boca de los occidentales acomplejados.¿Y qué consecuencias tiene todo esto para la seguridad? La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, causó indignación al afirmar que las medidas de protección sugeridas por las agencias de Seguridad -los bolardos¬- «coartaban la libertad». Las consideraba represivas y una señal de intolerancia.

El desprecio a la seguridad es una actitud narcisista y suele acabar en lágrimas, porque opera sobre una presunción de invulnerabilidad que choca con la realidad. Y la factura de la realidad la pagan los ciudadanos. Con sus vidas. Con la primera libertad. En la derecha se está produciendo una reacción identitaria al identitarismo de la izquierda: el Frente Nacional. Brexit. El propio Trump. ¿Qué opina de él?Bajo Obama, el relativismo, el posmodernismo y las políticas identitarias crecieron exponencialmente. La victoria de Trump es una reacción contra todo aquello. Un voto de protesta. Nadie ve a Trump como un salvador. Lo han votado como una forma de advertencia al establishment. Y es fundamental que el establishment reaccione. Hay que bajar a la tierra. Hablar con la verdad. En lo que se refiere al Islam, lo que la gente pide es una discusión sincera. Sobre su faceta política e ideológica. Sobre su íntima vinculación con la violencia. Sobre la utilización de la inmigración para exportar un proyecto totalitario. No es una demanda difícil de atender. Difícil es crear cientos de miles de empleos. Difícil es levantar un muro en la frontera con México.

Pero abrir una conversación cultural sobre el islam político es fácil. Y urgente.Esa conversación no asoma por ningún lado. Al contrario. Cada vez se habla más de la identidad. La última polémica: unos reivindican la Confederación, racismo incluido. Otros derriban estatuas y reescriben la historia.Esa es la penúltima polémica. Cualquiera que siga las noticias ahora en Estados Unidos creerá que un tercio de los americanos son transgénero. Es un debate artificial, hinchado. Las políticas identitarias lo han copado todo. Lo han politizado todo. Y especialmente la universidad.También está el ejemplo de James Damore, despedido de Google por redactar una nota interna sobre la política de la empresa de discriminación a favor de las mujeres.Otro disparate. Pero Google es una empresa privada. Puede contratar o despedir a quien quiera. La universidad es otra cosa. En la universidad hay que aprender a debatir, confrontar puntos de vistas, respetar y ejercer la libertad intelectual. Pero ahora impera la censura. Los alumnos se gradúan con ideas fijas y dogmáticas. Salen al mundo laboral, incluso se incorporan a la administración, creyendo que las personas que tienen opiniones distintas de las suyas son inmorales y deben ser silenciadas o erradicadas. Esto socava la calidad del debate público y político. Y fomenta la polarización.

Es una espiral destructiva para la democracia.¿Y qué se está haciendo para frenarla?Empieza a haber una reacción. Una organización de alumnos ha generado un debate sobre la financiación de aquellas universidades que fomentan la intolerancia. Ya hay un primer caso: la Universidad de Evergreen, en el estado de Washington. Echaron a un profesor -de izquierdas, por cierto- porque se negó a secundar la idea de sus alumnos de fijar un «Día sin hombres blancos». El profesor advirtió, con razón, que eso era racismo y lo echaron. El escándalo saltó a los periódicos nacionales y ahora las matriculaciones han caído en picado.¡Día sin hombres blancos! Extraordinario.Necesitamos asignaturas sobre el individuo y la ciudadanía. Sobre la Constitución americana. Sobre la civilización occidental. Otra paradoja: hay un movimiento fuerte contra la Confederación y cualquier asomo de segregación racial. Pero a la vez todo el debate público -incluido el movimiento anti-Confederación- contribuye a la segregación. La gente es identificada y por tanto segregada según su aspecto, género, religión. Míreme a mí. Bajo un enfoque identitario yo soy un compendio de minorías: mujer, negra, musulmana, apóstata... Pero no. Yo soy mucho más que todo eso. Soy un individuo. Una ciudadana. Y sobre todo no soy una víctima. Tengo libertad y responsabilidad.Una liberal clásica.Sí, liberal en el sentido europeo. El emocionante acierto del liberalismo clásico es que se fija en el individuo. No se detiene en el sexo, la raza, la ideología o la religión de una persona. Lo único que le importa es la condición humana. Y la capacidad de las personas para comprender y compartir ideas y experiencias con otras.

Y lo primero que compartimos es el deseo de libertad. Y la primera libertad que anhelamos y debemos defender es la libertad frente a cualquier intento de coerción. Esto es una verdad y un valor universal, en Namibia o en Minnesota.La ley natural: nuestro anhelo de libertad.De ahí la fuerza del liberalismo clásico. Su relevancia y atractivo frente a cualquier ideología religiosa o secular. Los liberales clásicos debemos combatir todos los colectivismos. Señalar la radical debilidad de sus postulados. Y lograr que cada vez más personas los rechacen. En lo que afecta al islam, esa es nuestra misión: hacer un dawa de la libertad antes de que nos sometan al dawa de la sharia.Usted fue sometida a una ablación de niña y lleva años denunciando esta práctica. ¿Con qué resultado?Mi experiencia contra la ablación es que es más fácil obtener el apoyo de la cadena Fox que del New York Times. La condescendencia de muchas mujeres de izquierdas con la mutilación genital es insólita. Recuerdo una conversación con una periodista de gran prestigio del Times. No había manera de que llamara mutilación a la mutilación. Buscaba eufemismos. Y justificaciones. Lo consideraba la expresión de «una cultura». Esta actitud esconde un fondo de racismo: ninguna mujer blanca occidental sometería a sus hijas a una mutilación genital.Dice que el Islam necesita una Ilustración. Pero la Ilustración tuvo lugar hace tres siglos. Y el islam no se ha dado por enterado.

Y los occidentales se han olvidado... Los herederos de la Ilustración han dejado de promover sus ideas y valores. Se han vuelto relativistas. Y tienen pánico a ofender a los que no los comparten. No se dan cuenta de que esos valores no son mejores porque sean suyos, sino porque son los que hacen posible la libertad, la felicidad y el bienestar de todos los seres humanos. Dicen: no tenemos derecho a imponer los valores de la Ilustración. Es exactamente al revés: a lo que no tenemos derecho es a considerar que la libertad, el pluralismo y la tolerancia son patrimonio exclusivo de Occidente. Insisto. Usted compara los musulmanes reformistas con los disidentes del comunismo: Sájarov, Havel, Solzhenitsyn. Pero ellos no pretendían reformar el comunismo sino acabar con él. ¿No será que el problema es la religión en sí?La religión es un problema, sí.¿Cuál es ahora su relación personal con la religión? ¿Es creyente?No. Presido una organización que lleva mi nombre con la que intento que musulmanes escépticos se unan y trabajen juntos por la reforma del islam. Ya no soy hostil al islam, como en los años 2008 a 2010. Entonces creía que la reforma era inviable, que no había nada que hacer.

Pero he matizado mi visión de las cosas. Ahora creo que la reforma sí es posible. Si distinguimos entre las personas y las ideas veremos que cada vez son más los musulmanes que rechazan la sharia, la yihad, la cultura de la muerte y la obediencia acrítica a Mahoma. Con el tiempo, la reforma se hará: o separamos la religión de la política, Meca de Medina, o al final todos los musulmanes se volverán agnósticos, incluso ateos, o migrarán a otra religión. Salvo el de Salman Rushdie o el suyo, los nombres de los reformistas apenas se conocen. Hay muchos y valientes. El problema es que la mayoría escriben en lenguas minoritarias, como el holandés o el danés.

Los gobiernos occidentales debería promover la traducción de sus obras.Volvemos al principio: los gobiernos no quieren hacer nada que pueda ser considerado un ataque a una religión que profesan 1.500 millones de personas.Por eso hay que insistir en la distinción: no es un ataque a los musulmanes sino a una idea. Una idea que incluye la misoginia, la dominación y la intolerancia. Eso es lo que debemos explicar.

Para que el Rey de España, por ejemplo, estuviera cómodo al decir después de una matanza terrorista: «Esto es lo que yo condeno. Esta idea. Esta idea reaccionaria, misógina e intolerante». Podemos repetir mil veces: «Islam es paz, islam es paz, islam es paz...». Pero es como decir: «Abracadabra». Pensamiento mágico. No hace que el islam se convierta. El apaciguamiento refuerza a los violentos y abandona a los pacíficos, a los que sólo les queda cruzar los dedos. ¡Rezar!Quizá no literalmente.

Spotify compra una startup de música en línea


Soundtrap es usada para almacenar canciones

La empresa tecnológica Spotify adquirió un pequeño fabricante de herramientas de colaboración de música en línea, como parte de un esfuerzo más amplio del servicio de transmisión de música más grande del mundo para aumentar su atractivo para los artistas.

Spotify señaló que la startup, Soundtrap, es utilizada por músicos, estudiantes y consumidores en general para crear, almacenar, colaborar y compartir archivos para producir música y podcasts. Spotify no reveló cuánto pagó por Soundtrap, que continuará operando como un servicio independiente, informó el sitio de noticias Bloomberg. Las dos compañías tienen su sede en la ciudad sueca de Estocolmo.

Soundtrap, fundada en 2012, tiene características similares a GarageBand de Apple, un paquete de software popular entre los músicos aficionados para la grabación de canciones, pero está más orientado hacia internet con sus herramientas para compartir creaciones. SoundCloud el servicio de música con sede en Berlín que Spotify había estado negociando anteriormente para adquirir, también ha estado reorientando su negocio para ayudar a los artistas a crear y compartir música en línea.

Diversificación
Spotify, con más de 140 millones de usuarios mensuales activos, ha estado agregando servicios que atraen a los artistas, incluida la venta de mercadería y entradas para conciertos.

Los músicos, entre ellos Taylor Swift, han criticado a Spotify por no pagar tasas de regalías lo suficientemente altas como para ofrecer su música, algo que según Spotify está determinado por sus acuerdos con las discográficas.

Turquía prohíbe festivales y eventos gay




Prohiben festivales y eventos gay en AnkaraLas autoridades turcas prohibieron todos los eventos culturales en la región de la capital Ankara, como los festivales vinculados y organizados por los homosexuales.
El anuncio fue hecho por la oficina del gobernador con el objetivo de "proteger el órden público y la sensibilidad de la gente frente a la actividad de este género", informó la cadena BBC en su portal de Internet.

La homosexualidad no es un delito en Turquía, pero para los activistas la homofobia está aumentando en el país.
Solo la pasada semana en Ankara fue prohibido un festival de filme homosexual en lengua alemana, que además de películas preveía debates, muestras y eventos sobre los temas Lesbianas, Gay, Bisexuales y Transexuales (LGBT), oficialmente por miedo a que instigue al odio y estuviese en riesgo de ataques terroristas.

Al anunciar la prohibición del festival de cine gay, la oficina del gobernador de Ankara, Mehmet KÕlÕclar, había declarado que había tomado una decisión de ese tipo sobre el temor de que el evento pudiera "provocar ira y hostilidad en una parte de la sociedad". Las medidas prohibitivas de los eventos culturales homosexuales aumenta la preocupación entre los activistas que temen una enésima vorágine por parte de las autoridades.
En Turquía los homosexuales denunciaron episodios de discriminación, molestias, abusos y violencia hasta la violación.

En los últimos tres años las autoridades de Estambul prohibieron por problemas de seguridad que se desarrolle el Gay Pride. La manifestación fue autorizada en 2003 por primera vez en un país musulmán.

LA NUEVA ERA DEL SOCIALISMO CHINO

Santiago Bustelo
 Desde Shanghái


Ya sea por la opacidad de su proceso decisorio o por las aparentes tendencias contradictorias en su evolución reciente, China suele generar confusiones en Occidente. Si bien la prensa internacional cubre de forma relativamente extensa los principales sucesos políticos y económicos, como por ejemplo el reciente cónclave del Partido Comunista Chino (PCC), las características fundamentales de su sistema de liderazgo escapan al análisis convencional.

La visión predominante en Occidente tiende a caracterizar al sistema político Chino como un autoritarismo estático y resiliente. Un partido monolítico que supo adoptar la bandera del capitalismo en la esfera económica al tiempo que suprime con mano de hierro las demandas por apertura democrática. Se presenta como un hecho relativamente evidente que el proceso de desarrollo mas exitoso de la historia contemporánea consistió en una progresiva liberalización económica y la adopción de mecanismos de mercado combinados a un poderoso aparato represivo estatal.

Mas curioso aún es que la visión de China post-1978 como una simple vía de transición capitalista es una narrativa que también tiene fuerte arraigo entre la izquierda académica occidental. Todavía nostálgico del fracaso soviético, el marxismo académico se niega a pensar la experiencia China definiéndola bajo el simple mote de “capitalista”. En cierto sentido, la incomprensión del modelo económico-político chino desde el punto de vista del marxismo occidental ya encontraba paralelo en la década de 1930 y el pensamiento de Mao sobre las particularidades de la vía china hacia el socialismo.




Al tiempo en que la opinión pública en general acepta subrepticiamente y de forma bastante consensuada la tesis del ascenso chino (incluso no pocas veces a partir de afirmaciones sensacionalistas del tipo “China va a dominar el mundo”), la misma se niega a indagar demasiado en que consiste realmente el modelo político-económico que esta trastocando el funcionamiento del capitalismo a nivel global.



El modelo chino

Si el PCC sobrevivió en el poder las últimas tres agitadas décadas de la política internacional al tiempo en que posicionó a China como una potencia global ineludible es porque de forma continua introdujo nuevos mecanismos, innovaciones institucionales, normas y regulaciones para resolver sus posibles deficiencias y problemas inherentes. Le guste o no al liberalismo bien pensante, algunos de estos mecanismos son de hecho mucho mas “democráticos” de lo que el mundo occidental suele reconocer.

Desde 1993 el partido ya concretó tres transiciones de poder pacíficas de un líder vivo a otro a través de procedimientos internos democráticos, al menos en sentido intra-partidario, que enfatizan el liderazgo colectivo y la competición entre las distintas facciones, así como la aceptación de formas comunes de representación. En las últimas décadas China atravesó una profunda transformación en su estructura institucional que trastocó un modelo de gobierno basado en la autoridad de un líder todo poderoso a un sistema de liderazgo colectivo. Este liderazgo se refleja desde el funcionamiento de lo que podemos llamar el centro neurálgico de la dirección política china, el Comité Permanente del Politburó, hasta los 80 millones de miembros y las mas de 4 millones de organizaciones territoriales del partido político mas grande del mundo.


"La visión predominante en Occidente tiende a caracterizar al sistema político Chino como un autoritarismo estático y resiliente"

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El reciente ascenso de Xi Jinping no constituye mas que un movimiento pendular de la política china que tiende a oscilar entre centralismo y liderazgo colectivo. Si bien es innegable que Xi Jinping en los últimos años acumuló poder como pocos políticos en la historia reciente, tampoco es cierto que sea capaz de renegar de las normas y regulaciones del liderazgo colectivo. Xi está muy lejos de ser un dictador que gobierna por edicto personal: ha trabajado dentro de las instituciones e intentado fortalecer el sistema del partido en lugar de derribarlo.

El hecho de que China no haya adoptado las instituciones democráticas occidentales no significa que el PCC sea una institución políticamente estancada y completamente resistente al cambio institucional, ni que no haya representación en el sistema político.

Desde el año de 2007 el informe anual del Pew Research Center sobre actitudes y tendencias globales demuestra que mas del 80% de los ciudadanos chinos encuestados afirman estar “satisfechos” con las condiciones generales nacionales y el estado de la economía, superando con creces a la gran mayoría de las democracias liberales de Occidente.



Se podría argumentar que en verdad la gente en China desearía protestar mucho mas y reclamar por instituciones democráticas, pero que el sistema autoritario chino oprime todas las manifestaciones contrarias al régimen. Ciertamente el PCC posee un aparato de seguridad interno de magnitudes considerables que vigila las posibles fuentes de disturbio social. Pero esta respuesta es de por sí incompleta. Ningún régimen político se sostiene apenas a través de la represión sin lidiar con las causas subyacentes de los problemas sociales. El histórico de éxitos económicos, la estabilidad política conseguida desde 1989 y las amplias actitudes positivas develadas en las encuestas rebaten la visión simplista de una población subyugada y oprimida a través del miedo.

Esta visión equivocada conlleva a un segundo error de análisis, la convicción de que el Partido Comunista Chino mantiene un régimen ilegítimo. Este supuesto de ilegitimidad conduce a una cierta presunción de fragilidad. Se suele sostener que debido a que los líderes de China no tienen un mandato electoral deben mantener el crecimiento económico a una tasa arbitrariamente alta (8%? 7%? 6%?) para evitar el colapso del régimen. Se afirma que si no se adopta, tarde o temprano, el estado de derecho al estilo occidental, se generará un descontento social que provocará, nuevamente, el soñado colapso del régimen. Ningún problema en China puede ser simplemente un problema, debe ser una crisis existencial.


"Desde 1993 el partido ya concretó tres transiciones de poder pacíficas de un líder vivo a otro a través de procedimientos internos democráticos, al menos en sentido intra-partidario"

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Aquí esta la verdad: el Estado chino no es frágil. El régimen es fuerte y cada vez más seguro de sí mismo. Su gestión económica es competente y pragmática. Su receptividad a las presiones sociales sobre cuestiones como el medio ambiente y la desigualdad es imperfecta, pero está bien informada por investigaciones y sobre todo por el amplio enraizamiento social del partido. Deriva legitimidad real de su constante habilidad demostrada para elevar la calidad de vida de la población, proporcionar un rango creciente de bienes públicos y mantener un alto nivel de orden mientras se deja a la gente hacer lo que quiera en sus vidas diarias. A pesar de los diversos problemas que aquejan a un país en vías de desarrollo del tamaño de China, el consentimiento de los gobernados sigue siendo alto.



Una China Post-reformas

En términos económicos, si hay algo no caracteriza a las políticas implementadas desde Deng Xiaoping bajo el conocido eslogan de reforma y apertura (gaige kaifang) es la simple liberalización de mercado. El Estado y el partido comunista fueron y continúan siendo los pilares fundamentales de un modelo económico que a través del uso extensivo de planes quinquenales, empresas y bancos públicos, políticas industriales, restricciones financieras, proteccionismo, ensayos y errores, constituyó un sistema mixto que combina incentivos de mercado con un significativo control estatal de los activos clave.

Todo esto resulta particularmente importante hoy, ya que el reciente Congreso del PCC proporcionó evidencia suficiente como para concluir que Xi Jinping y el núcleo político del partido consideran que este proceso de reformas ya ha sido concluido y que China ha llegado al tipo de economía política que creen es la que debe ser. Una economía en donde la mayoría de los bienes y servicios se comercializan a precios de mercado, pero el Estado conserva una considerable discreción para intervenir y corregir los “precios erróneos”, ya sea en el mercado de viviendas, de valores, de divisas o cualquier otro mercado. A las empresas privadas se les permite un amplio alcance, pero en la mayoría de los sectores el Estado todavía es propietario de las compañías más importantes. En las áreas en donde las mayores empresas son privadas, como por ejemplo servicios de internet y bienes raíces, el Estado deja en claro que su supervivencia continua depende de la voluntad de cumplir con los objetivos de desarrollo económico de la nación.[1] El leninismo del siglo XXI.

A partir de ahora, los gestores chinos deberán preocuparse menos por reformar la estructura económica y más por brindar una tasa de crecimiento alta y sustentable, manteniendo el control estatal de los activos clave de la economía y mejorando las capacidades tecnológicas de la nación.

La proyección internacional del país será cada vez mayor. Durante décadas China mantuvo una política externa deliberadamente restringida, guiada por el cauteloso principio introducido por Deng Xiaoping a inicios de lo ´90s: mantener el perfil bajo y esperar el momento (taoguang yanghui). Desde la llegada de Xi Jinping al poder la política externa china ha dado un giro mas activista que progresivamente llevará al país a ocupar un espacio primordial en los asuntos regionales y globales. Talvez la faceta mas notable de este proceso sea la ya bien conocida “One Belt, One Road”, una diplomacia de la infraestructura destinada a reformular la geopolítica asiática y consolidar la influencia de China a nivel global.


"El leninismo del siglo XXI"

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El “efecto China” ya no puede entenderse como la mera aparición de un nuevo competidor dentro del capitalismo globalizado del siglo XXI. El ascenso de China implica un cambio significativo en la lógica globalizadora y la aparición de nuevas “tendencias pesadas” dentro del sistema internacional. La comprensión de este fenómeno en la opinión pública suele basarse en modelos analíticos anticuados e ideológicamente sobrecargados. Nuestra teoría política y económica parece no brindar las herramientas necesarias para comprender el enigma.

O quizás se trate de un poder anormal, ininteligible, sobre el cual no se pueda aclarar nada, sino apenas aclararse uno mismo a partir de él.

Más que lo que uno pueda decir sobre China, ¿que dice China sobre nosotros?

[1] Kroeber, A. A Post-Reform China. Gavekal Dragonomics, The Daily, October 2017.

Chile: Piñera gana por mucho menos de lo esperado de Chile, pero igual habrá balotaje

Con 53% escrutado



Sebastián Piñera es el gran candidato a ganar la presidencia chilena.



El exmandatario Sebastián Piñera se imponía en las elecciones generales de Chile pero sin la mayoría necesaria para consagrarse en primera vuelta, según un avanzado escrutinio oficial con más del 50 por ciento de los votos contados.

Piñera, que gobernó entre el 2010 y el 2014 y es el favorito para volver al Palacio de La Moneda en marzo de 2018, obtenía 36,66% de los votos cuando se había completado 53,05% del escrutinio, según datos oficiales.

En segundo lugar se ubicaba el candidato oficialista, el senador Alejandro Guillier, con 22,63%, y detrás de él estaba la postulante del Frente Amplio centroizquierdista, la periodista Beatriz Sánchez, con 20,43%.

Si ningún candidato obtiene la mitad más uno de los votos, deberá celebrarse una segunda vuelta el 17 de diciembre próximo entre los dos más votados.

Camaño adelantó que el FR no va a acompañar las reformas previsional y laboral


Graciela Camaño



La jefa del bloque del Frente Renovador, Graciela Camaño, adelantó que el massismo no acompañará en el Congreso los proyectos de reforma laboral y previsional que el Gobierno impulsa, dado que a su entender representan un "ajuste brutal".

"Vamos a defender los intereses de los jubilados y los trabajadores", dijo la diputada, que adjudicó esas reformas a presuntas imposiciones al Gobierno por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI).

"Las reformas previsional, laboral e impositiva figuran en el paper del FMI", consideró en declaraciones a radio El Mundo.

Sobre el impacto de que podrían tener estas medidas, opinó que "esto es un ajuste y no virtuoso sino brutal".

Acerca de la reforma laboral, condenó el plan de blanqueo previsto para el empleo no registrado y destacó que la iniciativa es para "resolverle el problema a los empresarios que evaden".

Al referirse puntualmente a la reforma previsional, que implica un cambio en la fórmula de movilidad jubilatoria que moderaría las actualizaciones de los haberes, advirtió que "el ahorro" que esto representaría para el Estado "lo van a pagar los jubilados".

Bruselas declara la guerra a las 'fake news'




Facebook, en el punto de mira de la UE por difundir noticias falsas 

La UE sopesa imponer nuevas obligaciones legales a las plataformas de internet y los medios. 13 noviembre, 2017 14:59



La difusión a través de las redes sociales de noticias falsas que intencionadamente inducen a error a los lectores se ha convertido en un problema cada vez mayor para las democracias europeas, según el alarmante diagnóstico que hace la Comisión Europea. Las fake news ya jugaron un papel destacado en el referéndum del brexit o en las elecciones presidenciales francesas y han vuelto a cobrar protagonismo en la crisis catalana. Bruselas ha decidido declarar la guerra contra la desinformación en internet y sopesa imponer nuevas obligaciones legales a las plataformas digitales como Facebook o Twitter y a los medios en toda la UE.

El primer paso ha sido el lanzamiento este lunes de una consulta pública dirigida a ciudadanos, medios de comunicación y expertos. Su objetivo es recabar opiniones sobre las medidas que podría adoptar la UE para frenar la propagación de las fake news. El plazo para recibir propuestas concluye el 23 de febrero de 2018. En paralelo, Bruselas pondrá en marcha un grupo de expertos de alto nivel encargado de asesorarle sobre el tema de las noticias falsas.

"Vivimos en una época en la que el flujo de información y de desinformación ha adquirido una dimensión casi abrumadora", resalta el vicepresidente primero de la Comisión, Frans Timmermans. "Por esta razón, debemos proporcionar a nuestros ciudadanos los instrumentos necesarios para detectar las noticias falsas, poder tener mayor confianza en los medios en internet y gestionar la información recibida", alega para justificar esta iniciativa.
Más financiación para los medios fiables

Entre las medidas que sopesa Bruselas para las redes sociales se encuentran obligarles a contratar a editores humanos que comprueben la veracidad de las informaciones, o a invertir en soluciones tecnológicas como la inteligencia artificial que ayuden a detectar fake news. Las plataformas como Facebook deberían clasificar las informaciones según su fiabilidad y difundir por sus canales de noticias sólo las más veraces.


Otras actuaciones posibles pasan por forzar a las plataformas digitales a invertir más en la formación de sus usuarios, a dar más remuneración a los medios que producen contenidos fiables en internet o a financiar la actividad de las ONG contra las fake news. Bruselas también plantea que se corte la financiación publicitaria a los websites que difunden noticias falsas.

En cuanto a las iniciativas dirigidas a los medios de comunicación, la Comisión plantea como soluciones invertir más en nuevas formas de relato, como el periodismo de datos; aumentar la colaboración entre medios; o colaborar en la formación de los lectores para ayudarles a distinguir entre información fiable y fake news.

Esta consulta solo se refiere a las noticias falsas y la desinformación en internet cuando su contenido no es de por sí ilegal y, en consecuencia, no son aplicables las medidas legislativas y de autorregulación ya existentes, tanto nacionales como de la UE. Una vez examinadas todas las respuestas a la consulta, el Ejecutivo comunitario presentará una estrategia de la UE contra las fake news en primavera de 2018.

Entrevista a Carmen Lira, directora del diario mexicano La Jornada :“Las redes no tienen ninguna credibilidad”

La periodista, que acaba de ser distinguida con el Premio Democracia a la personalidad latinoamericana, analiza el rol de los medios en general y su diario en particular en la era digital. “No se puede ser descuidados con la información, con el análisis”, dice.




“Si está bien hecho, el periodismo es literatura bajo presión”, dice Carmen Lira, directora de La Jornada, de México, que dirige desde 1996. Lira recibió el Premio Democracia 2017, destinado a una destacada personalidad latinoamericana, otorgado por el Centro Cultural Caras y Caretas de la Fundación Octubre, porque “reúne en sí misma las diversas dimensiones que hacen el maravilloso oficio de comunicar: asume riesgos, se aventura a lo nuevo, innova con audacia, se apasiona con la verdad y, sobre todo, se compromete con la realidad de su geografía y de su tiempo”. La periodista mexicana “construye el camino del periodismo ético y nada ni nadie ha podido silenciarla en su lucha cotidiana por la verdad”. Lira, que obtuvo el Premio Nacional de Periodismo en México por su entrevista a Fidel Castro en 2010, plantea que “tiene que haber una alianza entre medios similares” en la entrevista con PáginaI12.

–¿Qué análisis puede hacer sobre el tránsito entre los medios impresos a los digitales?

–El papel tiene una larga vida todavía. Toda la parte digital no ha resuelto muchas cosas como la publicidad, el sostenimiento y financiamiento. El periódico impreso tiene un peso que no tiene la edición digital y te da la seguridad de la publicidad. Si no es una larga vida la del papel, tiene una vida saludable por un tiempo.

–¿Pero qué tipo de vida será la que tendrá el diario de papel?

–Es la que tiene: lo impreso sigue teniendo más fuerza que lo digital. Hay gente que quiere leer noticias, pero otros queremos leer periódicos, que es diferente.

–¿Cuál sería la diferencia?

–Un periódico requiere toda una factura distinta. No es lo mismo que tú estés lanzando tus notas, por más que armes una presentación, a que armes el rompecabezas que significa. Es hasta una cuestión de arte en el diseño. ¿Por qué destacas una nota a ocho columnas? ¿Por qué a tres columnas o a dos columnas? Le das diferente valor. Eso no quiere decir que no se lo des en el digital, pero es diferente. Lo digital es la rapidez con que entregas la información. Abres Twitter a la mañana y te enteras de una serie de cosas; pero leer un periódico es otra cosa, como leer libros es otra cosa.

–Las redes logran que las noticias circulen casi en simultáneo a los hechos. ¿Los periódicos tendrán que ser más analíticos o cualitativos porque la carrera por la información la pierden con las redes sociales?

–Puede ser... de todas maneras los reporteros son fundamentales en un periódico. Luego puede venir todo el análisis que quieras, pero el que trae la liebre es el reportero y ese es el trabajo base. Lo digital es más rápido, como antes lo eran las agencias. Ahora abres a la mañana tu teléfono y tienes todas esas notas. ¿De qué te sirve? Nada más para enterarte, pero la gente no lee nada más para enterarse. Quiere saber qué son las cosas, quiere los antecedentes y lo que hay alrededor de ese hecho. Si está bien hecho, el periodismo es literatura bajo presión. También en lo digital tienes que tener una edición, porque no es posible que se alienten las cosas mal escritas, como en la mayor parte de lo digital. La rapidez no necesariamente da calidad; es muy difícil conseguir que todo sea perfecto y rápido. Yo sé que tenemos que tener lo digital porque eso lo piden los tiempos y el público. En nuestro caso tenemos un público muy grande y una buena parte de ese público es del periódico impreso.

–Y es un público que sigue relacionándose de manera fuerte con el periodismo en papel.

–A mí no me dan la misma confianza ni Facebook ni Twitter. El problema con las redes es que no tienen ninguna credibilidad. El hecho de que tuitees lo que se antoje no te hace reportero: requiere de más rigor y de más trabajo del que uno imagina. Dicen que si ya tuitearon tal cosa la noticia está regada. No sé... ahí se cuelan interpretaciones que confunden mucho a la gente, con notas sesgadas. No hay rigor. Es un poco el desorden. En las redes no hay el rigor que exige el medio impreso. No quiere decir que en los impresos no se cometan errores, claro que sí. Una cosa que queda escrita, cuidado, porque no solo te pueden desmentir si no que te pueden llevar a juicio.

–¿Por qué las redes generan la ilusión de que pueden parecer periodistas?

–¿Tú te dejas abrir el estómago por alguien que no tiene el título de médico? La verdad es que no. Cómo es posible que seamos tan descuidados con la información, con el análisis; es como la educación: lo que bien se aprende jamás se olvida. No aprendas mal porque lo repites toda tu vida. Es un problema porque eso se queda. Yo he visto campañas verdaderamente horripilantes en redes sociales, campañas políticas de mi país muy distorsionadas. En el caso concreto de América Latina, he visto campañas terribles contra el gobierno de Venezuela y contra los gobiernos de (Luiz Inácio) Lula (da Silva) y de Dilma (Rousseff), y ha sido muy difícil para ellos contrarrestar todo eso porque todo el mundo dice lo que se le antoja. Lo terrible de las redes sociales es que no hay rigor.

–Las redes sociales parecen ser el territorio de una palabra de moda: la posverdad, porque no importan tanto los hechos como los sentimientos y las emociones. ¿El ejercicio periodístico está jaqueado por la posverdad?

–Es probable. El problema es que no es importante la verdad, sino lo que tú sientes. Esto se presta mucho a la manipulación. Los buenos reporteros son historiadores; es muy importante que las historias estén bien contadas, donde lo cuentes. La posverdad es peligrosa para el periodismo. Nosotros tenemos que contar los hechos; en el momento en que deformamos los hechos, somos malos periodistas. Aunque los demás periódicos tengan más público, lo que tenemos en La Jornada es que somos número uno en credibilidad y en contenido. Yo no permito jamás que un reportero del periódico o un escritor le conteste autoritariamente a un lector que manda una queja o un comentario, porque el señor viene a hacer uso de su derecho a replicar. Eso hay que respetarlo mucho. Esto tiene que ver con ética del medio.

–Uno de los grandes problemas del presente es el financiamiento de los medios de comunicación. ¿Cómo se sostiene un diario como La Jornada? ¿Cómo hace un periódico para sobrevivir?

–Tenemos que pensar en cómo sustentar nuestros periódicos, sobre todo los medios impresos, pero también en lo digital. Se han intentado muchas cosas; en el informe MacBride se habla de que el Estado tiene que intervenir, por eso se votan anualmente convenios de publicidad, porque el Estado tiene presupuestos para medios. Eso no quiere decir que te van a comprar, quiere decir que te dan o no la publicidad. Por ejemplo, a La Jornada nos dan cierta publicidad, pero no nos dan la publicidad que le dan a Televisa o a otros periódicos. Es mucho más baja porque es un medio impreso; la televisión se lleva más. Esa publicidad no me da vergüenza pedirla y no me ata a nada porque los estados tienen un presupuesto para esto. Si el Estado se anuncia en tu periódico, tiene que pagar.

–¿Qué pasa cuando el Estado no paga o discrimina a algunos medios, como sucede con Página/12?

–Yo creo que tiene que haber una alianza entre medios similares. Tenemos que buscar una forma de financiamiento colectivo para los medios que integren esta alianza, a partir no de la publicidad sino de la venta de tus servicios. Me parece que no queda más remedio que hacer una alianza y comercializar nuestros productos. Todavía no sé qué forma le podríamos dar. Tenemos que luchar en alianza con los similares, no sólo de América Latina, sino también de España. Y me doy cuenta de que eso lo pensamos varios.

–¿Quiénes son esos similares?

–La Jornada, Página/12, el Público, de España, que hasta ahora es sólo digital pero saldrá impreso, con una edición en Colombia, y un periódico boliviano. Tenemos que hacer una gran campaña de publicidad y vender nuestros servicios como las agencias de noticias. Pensar en asociarnos.

–¿Cómo define la mirada de La Jornada?

–Somos un periódico catalogado de izquierda, que centramos el interés en el desarrollo de nuestras naciones. No puede haber la desigualdad que tenemos en este momento en muchos países de América Latina. Algo está mal; lo tienes que señalar. Nuestra forma de mirar es crítica, muy compasiva con algunos sectores, como los más desfavorecidos. No estamos de acuerdo con muchas cosas del gobierno de (Enrique) Peña Nieto y lo decimos. No somos golpeadores ni estamos en ese plano: somos críticos muy responsables.

El 'rey de Instagram' que se presenta como amante de las armas y superhéroe huyó filmando el atentado en Las Vegas

El famoso bloguero y jugador de póker Dan Bilzerian grabó el momento exacto del tiroteo más mortífero en la historia moderna de EE.UU.


Póker, armas de fuego y mujeres hicieron de Dan Bilzerian lo que es en la actualidad: el famoso 'rey de Instagram', con casi 23 millones de seguidores y un estilo de vida para muchos envidiable. Sin embargo, este domingo por la noche la estrella de las redes se vio atrapada en el peor tiroteo masivo de la historia moderna de EE.UU., que podría poner en duda la imagen de "macho" que intenta crear Bilzerian, informa 'The Washington Post'.

El multimillonario publicó en 'stories' de Instagram y Snapchat un video del tiroteo producido  en Las Vegas durante el festival de música country Route 91. Bilzerian se grabó mientras huía sin aliento desde el lugar de la matanza. El hombre comentó que una chica acababa de recibir un disparo en la cabeza y afirmó que planeaba volver al lugar armado.

"Trataré de agarrar un arma", dice Bilzerian en el clip. "Regresaré. (...) Vi a una chica que le dispararon en la cara justo a mi lado, sus sesos estaban colgando".

Pero en el siguiente clip, que apareció brevemente en la cuenta de Instagram de Bilzerian, se encuentra frente a las luces de la Policía y parece ligeramente aturdido. "Hum, tienen a uno de los chicos", afirma sin arma a la vista, y toda la furia desapareció de su voz. "Me vuelvo. No creo que pueda hacer mucho".
El hombre se fue a casa, dejando a sus seguidores preguntándose si una de las estrellas de Instagram era algo diferente en la vida real.


Sin embargo, más tarde Bilzerian afirmó haber ayudado a la mujer herida aquella noche de terror que se cobró la vida de 59 personas y dejó 527 heridos. Algunos de sus admiradores incluso vieron algo de heroico en su retorno al lugar de los hechos. "Dan Bilzerian agarró un arma y volvió a ayudar, qué tipo", escribió en Twitter, por ejemplo, @LampRefugee. Pero para otros, su huida del peligro solo demostró lo que siempre sospecharon.

"Por eso los niños no deben clasificar a los héroes por sus seguidores o sus fotos", escribió Dakota Meyer, una veterana de la Marina que recibió la Medalla de Honor. "Una mujer acaba de recibir un disparo en la cabeza y [Bilzerian] se ha escapado filmándola. Por favor, deja de tratar de ser alguien que no eres", sentenció la exmilitar.

¿Por qué Batman no mata al Guasón?

 
 Leemos en Anfibia

Por Valentín Muro
y Giancarlo M. Sandoval


¿Por qué Batman no mata a su enemigo por excelencia, el Guasón? Desde distintas posiciones filosóficas, Valentín Muro y Giancarlo Sandoval analizan las decisiones del murciélago, un “hombre bueno” aristotélico. Adelanto de "Filosofia y cultura popular: literatura, series, cine y música desde una mirada académica”, publicado por la Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.


A pesar de la multiplicidad de formas en que se representó a Batman en los últimos setenta y cinco años -tanto en los cómics como en televisión o cine- algunas características se mantienen esenciales. Bruce Wayne, joven estadounidense heredero de una fortuna a raíz del asesinato de sus padres cuando era un niño, realiza durante el día actos de filantropía y dirige su compañía. Por las noches, lucha incansablemente contra el crimen en su ciudad en venganza por la muerte de sus padres y las víctimas de la delincuencia, arriesgando su vida para proteger a su ciudad. Su entrenamiento es incesante y ha perfeccionado su mente y cuerpo hasta prácticamente alcanzar el límite de lo que es humanamente posible. Se priva de todo lujo a excepción de su mayordomo, Alfred Pennyworth, quien lo ha cuidado desde el asesinato de sus padres y procura mantenerlo cuerdo y saludable.



¿Qué lleva a que Batman llegue hasta tales extremos? ¿Es lo que hace bueno, o justo, o virtuoso? ¿Por qué Batman no mata, a pesar de que ese asesinato pudiera salvar más vidas en el futuro? ¿Por qué Batman no mata a su enemigo por excelencia, Joker?



El presente capítulo tratará de abordar a Batman, tanto en su versión fílmica como la versión presente en los comics. Al hacerlo, analizará las distintas posiciones filosóficas bajo las que el murciélago puede ser categorizado. Mediante un diálogo con el vasto material que conforma la imagen de Batman, llegamos a la conclusión de que Batman puede ser categorizado como un “hombre bueno” aristotélico, portador de una ética emancipatoria.



Cuando se trata de representaciones cinematográficas, es la trilogía de Christopher Nolan la que nos provee de los ejemplos más marcados en los que Batman, o Bruce Wayne, tiene que enfrentarse a dilemas éticos que ponen a prueba su código moral y lo fortalecen.



Nolan en su trilogía se esfuerza por romper con ciertas convenciones acostumbradas en las películas de superhéroes. En Batman Begins (Nolan, 2005), vemos a Bruce Wayne transitar desde su infancia hasta el momento donde viste el traje de hombre murciélago y se convierte en Batman. El tono de la película es oscuro, ligeramente más alineado con el de el Batman de las novelas gráficas de los 80 como The Killing Joke o The Dark Knight Returns. Intentando seguir a las novelas, estas procuran hacer preguntas incómodas.



Batman, tanto en cómics como en series televisivas — con la notable excepción de la serie de los años 60 con Adam West y la reciente serie animada Batman: The Brave and the Bold — , tiende a ser un héroe torturado. En sus caracterizaciones más icónicas se refleja un conflicto personal interno que lo diferencia de superhéroes con similares dilemas de responsabilidad, como es el caso de Spiderman. Batman solo actúa. Se ciñe a un estricto código moral y siempre tiene un plan (con sus respectivos planes b, c y d de respaldo) y un objetivo. No deja nada librado al azar. Es a partir de este meticuloso cuidado detrás de sus acciones que se encuentra el conflicto.



Hemos de tener en cuenta que en su núcleo se encuentran características que atraviesa todas sus representaciones. Es un núcleo increíblemente conflicto y humano. Demasiado humano.



Por ejemplo, en Batman Begins Ras Al Ghul quiere que Bruce Wayne asesine a alguien como castigo por sus crímenes. Pero Bruce se rehúsa: esto lo pondría al mismo nivel que ellos. Optar por una opción que agrava el crimen con otro crimen sería inaceptable. ¿Quién tiene, después de todo, potestad de tomar el lugar de juez, jurado y ejecutor?

Este estricto código moral al que adhiere Batman le impide quitar la vida a otra persona. A excepción de sus primerísimas apariciones, Batman aborrece las armas de fuego y se rehusa a utilizarlas. Tal es la carga simbólica que tienen — después de todo con una asesinaron a sus padres — que la representación del retiro obligado de nuestro héroe en Batman Beyond, serie animada que transcurre en el futuro, muestra a un envejecido Batman atinando a sostener una pistola como último recurso para defenderse. Paso seguido, jura nunca más volver a hacerlo y cuelga su traje.

Batman considera que matar lo pondría al mismo nivel que los criminales a quienes ha jurado combatir. Sin embargo, contemplando el bien mayor, Batman debe equilibrar su código moral personal con el número de vidas que podría salvar de tan solo matar a algunos villanos.



En Batman Begins, Nolan introduce un primer giro en la perspectiva moral de Batman al mostrar a un resentido joven Bruce planeando asesinar a la persona que mató a sus padres para luego verse repugnado por sus propias intenciones. Giros como este cimientan el conflicto interno del joven Bruce. En esta primera situación es ubicado frente a la figura del mal, el mafioso que mandó a matar a sus padres, en lo que Nietzsche llama una posición moral reactiva (Nietzsche, 1989).



Las posiciones morales de Nietzsche, en específico, se oponen a dos posturas: la de John Stuart Mill, padre del utilitarismo, y las de G.W.F. Hegel. Siguiendo la lectura de Gilles Deleuze, que opone a Nietzsche y Hegel, podemos afirmar que, mientras Hegel esboza una posición de “tesis, antítesis y síntesis”, característico de su sistemática, la posición de Nietzsche dibuja una figura de maestro-esclavo en un marco moral que halla una isomorfía en las relaciones entre lo activo y lo reactivo.



Una posición moral activa es la que hace; una posición moral reactiva es la queno. La posición del maestro es la que afirma y crea, la posición del esclavo es la que niega y destruye. Estas posiciones son problematizadas por Deleuze enNietzsche y la filosofía (1986) donde caracteriza al mundo como algo empujado por fuerzas que llevan a la creación de valores (Deleuze, 2000).

Bruce, en un inicio, pasa de estar en una posición notablemente reactiva — como aquel al que le han hecho algo, como el afectado por fuerzas más allá de él — a verse a sí mismo como una fuerza activa. Este tipo de pujas hacen a Batman un héroe notoriamente humano, que constantemente está en conflicto entre fuerzas, entre distintas (dis)posiciones.



El plan del joven Bruce es matar a Carmine Falcone, lider mafioso, pero no llega a hacerlo. Bruce queda impotente frente a la figura activa del criminal que controla a la ciudad desde sus márgenes. Portador de una posición reactiva, Bruce se ve incapaz. Esta es la posición del esclavo. La posición reactiva genera una conciencia contestataria que actúa en función de una fuerza mayor. Si la fuerza activa hace algo, la fuerza reactiva funciona en relación a esta y no bajo su propia voluntad. La reactividad nunca crea, destruye. La posición del mafioso es una posición que se enmarca dentro de la creación, la dominación y el control. Gotham es un significante que apoya esta hipótesis, en tanto constituye la razón por la que Bruce vuelve. La ciudad ha sido dominada, subyugada por una fuerza de creación y organización criminal; una que no ve oposición ni siquiera en los principales aparatos legales del lugar.



En nuestro siguiente hito conflictivo de la trilogía de Nolan, el momento de decisión frente a Ras Al Ghul, la escena es diseñada explícitamente como una confrontación ética donde el joven Bruce, tras haber sido entrenado por laLeague of Shadows, liderada por Ras Al Ghul, debe dar el siguiente paso y consumarse como un miembro más. Concretamente, se espera que asesine a un delincuente. Si bien el credo a partir del cual fue entrenado tiene un fin con el que él coincide (acabar con la injusticia), son los medios a los que se opone por principio. Asimismo, dependerá de nuestras nociones de ‘bien’ o ‘justicia’ la agenda que promovamos para defenderlas. El fuego no se aniquila con fuego, así que decide optar por no matar al criminal y completar el giro, con la consecuente adopción de la posición activa, con una explosión que termina con el centro de operaciones de la League of Shadows y con Ras Al Ghul puesto en el filo entre la vida y la muerte. De algún modo, esto es destruir para crear.



Si bien habíamos precisado que la diferencia entre lo activo y lo reactivo es que uno crea y el otro destruye, es esta “corazonada ética” la que cambia la propulsión de la fuerza reactiva por una activa. Bruce Wayne pudo haber dejado morir a Ras Al Ghul en el acto, pero no lo hizo. Su código es no matar.



Pero si hay un personaje al que Batman podría haberle convenido matar hace mucho tiempo, un personaje que encarna todo lo que Batman no es, es el Joker.



El Príncipe Payaso del Crimen es un espantoso asesino sin igual que en reiteradas ocasiones atacó (e incluso asesinó) a personas cercanas a Batman, además de incontables miles de habitantes de Gotham. Por supuesto que en cada oportunidad Batman lo atrapa y lo devuelve a Arkham Asylum, donde a través de la “puerta giratoria” rápidamente vuelve a las calles a instaurar el caos. Batman sabe que el Joker va a escapar y que inevitablemente volverá a asesinar a no ser que él logre prevenirlo, algo que no siempre sucede.





Sería trivial quebrar el cuello del Joker o dejar que este muera en alguna de las múltiples situaciones fatales en las que se ha visto envuelto. Sin embargo, Batman jamás ha optado por darle un final definitivo a su peor enemigo. Es a primera vista difícil de entender por qué si contemplamos la enorme cantidad de vidas que podrían salvarse. Es en una escena de la trama de Hush que Batman está ridículamente cerca de matarlo cuando es interrumpido por el Comisionado Gordon. Batman le pregunta: “¿Cuantas más vidas vamos a dejar que arruine?” y Gordon le responde: “No me importa. No dejaré que arruine la tuya” (Batman #614, junio 2003, incluído en Hush Volume Two, 2003). Una primer reacción a la reticencia de Batman ante el asesinato podría ser que él está siendo en cierto modo egoísta, permitiendo que su ‘código moral’ entorpezca el bien mayor (evitar muertes).



El razonamiento detrás de la propuesta de asesinar al Joker por parte de Batman es bastante simple: si Batman matara al Joker evitaría todas las muertes que este último pudiera ocasionar en el futuro. Este razonamiento es típico del utilitarismo, un sistema ético consecuencialista que nos exige maximizar la felicidad total o bienestar resultante de las consecuencias de nuestros actos. Salvar muchas vidas al costo de una sola podría representar un aumento neto del bienestar o la utilidad.



Pero los superhéroes en general no son utilitaristas. A pesar de que pueden luchar por la felicidad y el bienestar, hay ciertas cosas que procurarán no hacer para obtenerlas. Tal como los policías en la vida real, los superhéroes procurarán no poner en peligro vidas inocentes para atrapar al villano, incluso cuando hacerlo podría prevenir que el villano mate más gente en el futuro. La mayoría de los superhéroes no matarán incluso cuando eso pudiera salvar otras vidas. Por supuesto que criminales como el Joker saben esto y lo aprovechan a su favor, tomando rehenes en cada oportunidad que encuentran.



El utilitarista se pregunta por qué esta resistencia a matar en tales instancias. Incluso, esta pregunta le fue formulada a Batman en muchas ocasiones, siendo quizás la más forma emotiva aquella que usó Jason Todd, el segundo Robin, fallecido en manos del Joker y luego revivido sin que Batman lo supiera como parte de la trama de Under the Hood:


Bruce, te perdono por no salvarme. Pero por qué…. ¿Por qué, por el amor de Dios, sigue vivo?… Dejando de lado lo que ha hecho. Ciega y estúpidamente, ignorando el cementerio entero que él ha llenado, los miles de personas que ha hecho sufrir… La amiga a quien ha dejado minusválida… Pensé… Pensé que matándome a mí — que yo sería la última persona a quien le dejarías lastimar.
— Batman #650 (abril de 2006)

Como dijimos más arriba, Batman suele responder que si él alguna vez mata, sería tan malo como los criminales a quienes combate, o que estaría cruzando una línea de la que no podría volver.

Hay otra postura ética que no se enfoca en las consecuencias de los actos, sino en las reglas que los gobiernan. Esta es la escuela ética deontológica, que propone vivir de acuerdo a un conjunto de reglas o actuar de acuerdo al deber sin importar las consecuencias, simplemente porque este deber es más importante. Se le llama deontológica a partir de la palabra griega deon,“deber” y su más famoso representante fue Immanuel Kant (1724–1804) que sostuvo que los deberes más importantes debían ser universales y categóricos (esto es, que no aceptan excepción).



Supongamos que Batman es capturado por el Joker y este quiere saber dónde está Robin. Batman no podría decir nada, o debería evitar la pregunta, porque no podría mentirle al Joker para engañarlo, en tanto eso violaría el deber de no decir mentiras.



Para la ética deontológica, se juzga la moralidad de un acto en base a características intrínsecas al acto mismo, dejando de lado las consecuencias que podría tener ese acto. Los fines nunca justifican los medios, sino que los medios deben ser justificables por mérito propio. Por lo tanto, el hecho de que matar podría prevenir futuras muertes es irrelevante, el único factor relevante es que matar está mal. Aunque, de todos modos, incluso para el deontologista más estricto, hay excepciones como por ejemplo matar en defensa propia.



En tanto Batman no mata al Joker de acuerdo a su máxima de no matar, su deber, ¿podemos considerarlo kantiano? De ser así, tendríamos que encontrar a su sistema ético consistente con el resto de sus acciones, aparte del hecho de rehusarse a quebrar el cuello del Joker. El mecanismo de evaluación que utiliza el sistema deontológico es el de universalizar nuestras acciones. Si nuestras reglas no se aplican a todos, de forma “universal”, entonces debemos abandonarlas. En el caso de no matar, podemos preguntarnos: ¿qué pasaría si todos siguieran esta regla? Y claramente la respuesta sería satisfactoria. El problema de ver a Batman como kantiano es que no matar no es lo único que Batman hace.



Desde la primer aparición de Robin en 1940, Batman ha contado con varios adolescentes cómplices en la lucha contra el crimen. El primero de ellos, Dick Grayson, fue rescatado de un circo luego de la trágica muerte de sus padres. El siguiente Robin, Jason Todd, fue rescatado de la calle luego de que intentara robar los neumáticos del Batimóvil. ¿Cuál es la regla que Batman está siguiendo aquí? ¿“Si ves a un huérfano robando tus llantas, deberías ponerlo en un traje rojo y azul y mandarlo a luchar con supervillanos”?



Difícilmente esta máxima sea universalizable, por lo que un deontológico lo consideraría inmoral. Aún puede salvarse el comportamiento de Batman reformulando la máxima como “haz lo que puedas para ayudar a los huérfanos”, que se acerca a la máxima kantiana de ayudar a los demás. Sin embargo, deberíamos conceder entonces que “ayudar a los huérfanos” implica vestirlos con un disfraz y mandarlos a luchar contra lunáticos. Podemos plantearla entonces como “ayudar a los huérfanos mientras evitamos que se expongan al peligro”, y en ese caso Batman estaría fallando como deontologista.



¿Puede el Batman utilitarista justificar su adopción de niños para convertirlos en luchadores contra el crimen como él? Si pensamos en las consecuencias de ese acto, Batman puede justificarse indicando que poner a Robin en peligro promueve el bien general de Gotham. Si entrenar más Robins le hace más bien a los ciudadanos que el costo que supone, entonces el Batman utilitarista lo encontraría justificado. Sin embargo, parecería ser que el sacrificio de estos adolescentes cómplices es un precio demasiado alto a pagar, incluso en aquellos casos en que significase el mayor bien para la mayoría.



Los utilitaristas son conocidos por justificar el tratamiento de las personas como medios para obtener el mayor bien para el mayor número de personas. Es por esto que podemos pensar que Batman estaría de acuerdo con que poner a sus jóvenes aprendices en peligro se justifica en virtud de las buenas consecuencias para la sociedad. Pero si sabemos que Batman no sacrificaría una vida para salvar otras (de lo contrario el Joker estaría hace mucho tiempo a dos metros bajo tierra), parecería ser que hace una excepción a esa regla con aquellos a los que entrena. ¿Quizás Batman es pluralista respecto de su sistema ético? Pero esto no hace más que complicar las cosas al obligarnos a definir el criterio a partir del cual optar por una alternativa ética antes que otra. ¿Cuando se trata de matar al Joker es deontologista pero cuando se trata de entrenar a un Robin es utilitarista?



Me convertiré en un muerciélago



Como tercer camino, aún no explorado, podemos evaluar si Batman en realidad no adhiere a cierta ética de la virtud, como la propuesta por Aristóteles (384 a. e. c. — 322 a. e. c.). La ética de la virtud enfatiza características generales de las personas, llamadas virtudes o excelencias, en vez de juzgar cómo se deberia actuar, como hacen los deontologistas, o las consecuencias de nuestros actos, como hacen los utilitaristas. La ética de la virtud también toma en cuenta las diferencias, como la diferencia de personalidad, los distintos roles que las personas cumplen y las diferencias entre las culturas en las que viven. Mientras que Batman pareciera esforzarse por hacer siempre lo que él cree correcto, también parecería entender que distintos tipos de personas requieren de distintos tipos de actos. Como dice James DiGiovanna en su análisis: ”No todos deberían ser un Batman o un Robin. No todos tienen la personalidad necesaria para ser un superhéroe, y la sociedad requiere diferentes roles para cada uno de nosotros”.



De este modo, quizás Robin tiene un papel que jugar que hace del mundo un lugar mejor, y Batman podría estar haciendo de sus Robin mejores personas al convertirlos en sus compañeros. Incluso considerando que no sea universalmente cierto que “los hombres millonarios que se visten como murciélagos debieran convertir a delincuentes menores en herramientas de la justicia” (White y Arp, 2008).



Como sostienen filósofos como Alasdair MacIntyre o Martha Nussbaum, los utilitaristas y deontologistas pueden discutir sobre los actos correctos, pero parecen ser incapaces de decir cómo es que alguien llega a tomar las decisiones correctas. Estas teorías por lo general son llamadas de los actos o las reglas, dado que lidian con actos individuales y reglas universales. Con lo que no lidian es con el entrenamiento necesario para llegar a tener la personalidad necesaria para actuar moralmente. Ambas teorías parecen implicar que simplemente con entender cómo funcionan estas teorías éticas alcanza. Pero también está claro que podemos entender que algo esté mal y hacerlo igual, por debilidad de nuestra voluntad, por ejemplo. Cuando Batman toma a Robin bajo su tutela, como dice DiGiovanna, no sólo le explica la ética del superhéroe, sino que lo entrena, enseñándole con el ejemplo y la experiencia el camino del superhéroe.



Para MacIntyre (y antes, para Platón), primero nos comportamos moralmente y luego aprendemos sobre la moral. “No le explicamos ética a un niño, simplemente le decimos no” (MacIntyre, 1984). Cuando la gente es más adulta e internalizó estos comportamientos es que pueden entender los motivos abstractos para comportarse moralmente. En ese punto uno puede involucrarse en el pensamiento filosófico sobre el comportamiento ético y hacer el tipo de experimentos mentales que los consecuencialistas y deontologistas ubican al centro de la ética. Esto es, deducir reglas generales y pensar efectivamente sobre las consecuencias.



A pesar de proponerse a través de un aprender haciendo, la ética de la virtud también nos exige que definamos el tipo de entrenamiento que haremos, el tipo de personalidad queremos lograr. Para esto también haremos uso de reglas generales, como los consecuencialistas o deontologistas, y nos preguntaremos por el tipo de caracter que queremos formar. Y aunque la ética de la virtud implica entrenamiento, no cualquiera puede recibir el entrenamiento para cualquier rol. Si una persona muestra una tendencia hacia cierta virtud, puede ser entrenada para perfeccionarla, pero de no ser así podría ser imposible hacerlo. Esto pone incluso mayor acento sobre el motivo por el cual Batman adopta a quienes luego serán sus Robin: ve en ellos este conjunto de virtudes que de perfeccionarse les permiten ocupar el rol de aliados en la lucha contra el crimen.



Lo que parece quedar claro respecto del sistema ético que sigue Batman, es que es un deontologista mediocre, un utilitarista bastante decente y sin duda, un adherente a cierto tipo de ética de la virtud en nombre de la justicia.



“There´s no hope in Crime Alley!”



En tanto representante de la justicia, las preocupaciones de Batman se exteriorizan en Gotham. Esta es un paralelo de los conflictos interiores del joven Wayne y una manera de enfrentarlos. El poder normativo del Estado, decaído como está en Gotham, es tanto la fuente de la desesperanza inicial de Bruce (momento del asesinato de sus padres), como la representación de lo que su código moral no es: blanco y negro.




Conviene pensar en el Estado como institución para poder delimitar la posición de Batman como sujeto emancipatorio, portador de una ética variable que se opone a la posición dicotómica a priori de los deontologistas. La posición de Batman en relación al Estado siempre ha sido una de conflicto. Nuestro hombre murciélago favorito siempre ha estado ubicado en los márgenes institucionales. Sin embargo, estas instituciones contienen fallas dentro de sus estructuras. El Estado, portador de una lógica rigurosamente normativa, suele tener una visión deontológica.

Como previamente hemos mencionado, Batman podría ser considerado un deontólogo, si no fuera por las múltiples instancias en las que se le puede considerar un utilitarista (o adherente a una ética de la virtud).



Sin embargo, hemos de cuestionar la postura kantiana respecto de las instituciones. El filósofo alemán, defensor de la Ilustración, tiene entre sus escritos el famoso “sapere aude” (ten el valor de pensar por ti mismo). Pero esta frase implícitamente nos lleva al pensar todos lo mismo -siguiendo la moral kantiana universal y a que sigamos a las instituciones y que le demos espacio a la religión.

Hemos de poner a Batman contra Kant debido a que Batman no sólo se opone en algunas instancias a la moral kantiana, sino que también se opone a su proyecto de la Ilustración. Las instituciones, en tanto ineficientes, llevan a una especie de caos formalizado que Batman no puede tolerar. De la misma manera en que el Estado le falló al no prevenir que sus padres fueran asesinados, el Estado le falla a Gotham gracias a un sistema que está enteramente oxidado. La maleabilidad moral no tiene lugar en Gotham y es precisamente lo que Batman encarna

Batman no puede adoptar una posición ética estricta debido a que esta está en completa complicidad con los derechos humanos, como remarca Alain Badiou (Badiou, 2001). Las prácticas en las que las personas se involucran, son miles y múltiples. Una ética normativa y regulatoria que, en realidad, no se transforma ha de molestar a los ciudadanos debido a que promueve una falsa Ilustración. La ética de Batman es una ética emancipatoria porque está directamente ligada al campo de batalla moral que se libra en las calles, algo que los aparatos estatales no pueden ver debido a su posición como ojos de Dios (Foucault, 2012).



Pensemos en los padres muertos de Bruce como pilares de lo bueno, de lo justo, de lo irremediablemente no adaptable. Mueren y Batman se vuelve lo no-institucional, lo humano y transformable. Fácilmente podría haber caído en el salvajismo, pero no lo hace, la complejidad de Batman radica en su adopción de paradigmas institucionales o estatales para ver más allá de estos no mediante una óptica anti-institucional, sino una para-institucional (humana) que lo hace mucho más complejo que el hombre despojado de leyes o poder estatal. Él es su propio gobierno.

Esta clase de Ilustración “Do It Yourself”, una Ilustración por mano propia, es la que nos dificulta la idea de que Batman se enmarque dentro de una posición filosófica. Batman es post-kantiano en tanto no se suscribe a una narrativa institucional. Él evalúa por su cuenta, ¿por qué no deberíamos hacerlo nosotros?



Ser Batman



¿Por qué nos gusta tanto Batman a pesar de que sus acciones como justiciero son ciertamente ilegales y en muchos casos incluso moralmente cuestionables? ¿Por qué vemos bajo una buena luz sus acciones pero nos espantamos cuando se hace “justicia por mano propia”? La mayor parte del tiempo damos por sentado que Batman actúa de acuerdo al “bien” y no toma mucho esfuerzo llegar a la ingenua conclusión de que en efecto el “bien” o lo correcto es definido por lo que él hace. Le concedemos entonces plena confianza en que sea lo que sea que resuelva, será lo justo. Llevando este razonamiento a sus últimas consecuencias, no cuesta ver a Batman como el “buen hombre” aristotélico.



De acuerdo a la ética de la virtud aristotélica, las personas son en principio virtuosas. Y una persona es virtuosa cuando tiende a hacer lo correcto, siendo un acto correcto, virtuoso, sólo si es el tipo de acto que realizaría una persona virtuosa, el buen hombre. De reconocer a Batman como “buen hombre” podemos ahorrarnos gran parte de los problemas que nos suscitaban los otros sistemas éticos, pero bien se nos podría acusar de caer en una circularidad. Al mismo tiempo, esta tendencia a actuar de forma correcta correspondiente al buen hombre podría no resultar útil cuando dos o más virtudes entran en conflicto. Por ejemplo, la compasión y la justicia podrían colisionar cuando se trata de un criminal arrepentido (y sabemos que Batman no es particularmente compasivo cuando se trata de este tipo de casos).



Volviendo al asunto de la justicia DIY, la justicia por mano propia, el motivo por el cual cae plenamente en la ilegalidad es que lo justo para cada uno bien puede ser muy diferente y necesitamos de un tercero, una “persona jurídica” como la policía, que imparta justicia a partir de valores acordados previamente. Este tercero es el Estado, o más precisamente, el órgano del Estado con el monopolio de la fuerza. Según Hobbes (2003), sin Estado habría una guerra de todos contra todos porque todos los hombres tienen derecho a todo (al no haber ley, no hay justicia ni injusticia) pero por tener derecho a todo también hay temores (como no hay leyes cualquiera puede arrebatar lo que desee, incluso la vida). La venganza entonces es aceptada porque también estoy en todo mi “derecho”. Es por esto que se necesita una figura fuerte, el Estado, que garantice la paz y que sea más temida que lo que te podría hacer el prójimo. En ausencia de un Estado eficaz, todos pretenden cumplir ese papel. Pero si todos cumplen el papel de justiciero, se necesita algo (o alguien) que diga qué es justo. Sin Estado, no hay justicia ni injusticia. Se acepta a Batman porque reencarna al Estado ineficaz. Es una figura más fuerte que cualquier ciudadano. Es el tercero que se necesita para que dirima en las disputas y que ponga la paz que no hay. La figura de Batman nos convierte en lobos domesticados.



Es por esto que en general las movilizaciones populares son reactivas y generan mayormente rechazo, porque al hacer justicia por mano propia no dan garantías de que sus acciones vayan a coincidir con lo que está bien. En dichos casos se funciona en relación a otra voluntad y no por iniciativa propia. Pensemos en por qué Batman hace lo que hace, ¿vemos sed de venganza en algún momento? A veces, tal vez, pero la vemos canalizada. La fuerza moral que lo motiva es mayormente positiva, a pesar de lo que le haya pasado.



¿Cuáles son, entonces, los supuestos que sostenemos al confiar en Batman? ¿Por qué un aristócrata multimillonario que se disfraza de murciélago para actuar como justiciero se comporta bajo una moral aceptable mientras que una turba enfurecida no?



Quizás podamos salvar una vez más a Batman como hombre bueno no a partir de su tendencia por hacer cosas buenas, sino a partir de entender a la virtud definida en términos de amar lo que es bueno y odiar lo que es malo. En el caso de Batman, el asunto es ligeramente complicado. Por ejemplo, Batman odia a los criminales y ama verlos sufrir, y esto podría sugerir que él es vicioso. ¿Pero es realmente vicioso o quizás su odio es virtuoso?



Las actitudes negativas y las emociones como el odio, el disgusto o el desprecio son maneras moralmente correctas de responder a los delitos, y por lo tanto son virtuosos. Es por esto que algunos filósofos como Stephen Kershnar argumentan que el odio de Batman hacia los criminales es la única actitud apropiada hacia tales personas y que esto lo hace virtuoso (White y Arp, 2008).

Y este odio de Batman, sigue Kershnar, hace del mundo un lugar mejor incluso cuando hacen su vida mucho peor. Su dolor y aislamiento no se comparan con las muertes y la destrucción que hubieran resultado si Batman no hubiera detenido los planes de sus enemigos. Batman no detiene al Joker en cada oportunidad, pero cuando lo hace, salva muchísimas vidas, más allá del efecto en su bienestar.



Ahora, ¿podría Batman elegir no odiar? Según Kershnar no es obvio que pudiera hacerlo y da como ejemplos la insistencia del joven Bruce porque todos los criminales fueran atrapados en las historias que le contaban antes de dormir, o incluso menciona al murciélago gigante que le inspira “ferocidad y odio” al atacarlo cuando Bruce cae en un pozo en el jardín de la mansión Wayne. Para Kershnar, Batman no controla su odio, y por eso no puede ser responsable de él. Esto nos permite hacer la distinción entre el asunto de si Batman es virtuoso y el asunto de si Batman es responsable de aquello que lo hace virtuoso, su odio del mal.



Queda aún por explorar si en el caso de Batman, y en general, una vida exitosa requiere de un balance entre este amor por lo bueno y odio de lo malo. Con su obsesivo enfoque en la lucha contra el crimen (y su estilo de vida ridículamente reclusivo), en el caso de Batman su vida puede que esté por demás limitada por la prevalencia de odio, sin mucho lugar para las cosas que nos hacen felices, como los amigos, la familia o los hobbies.



En la búsqueda de un balance ideal entre el bien y el mal, entre el amor y el odio, o incluso, entre la seriedad y la risa. ¿Qué es lo que sucede con la rivalidad entre Batman y Joker? Quizá la pregunta de por qué Batman no acaba con el Joker yace en algo increíblemente simple: en parte, el Joker es su contracara. Es aquello que le da sentido a su propia misión. Quizá sea este el que, finalmente, esté en función a él. No es difícil imaginarnos al propio Joker pensando acerca de los filósofos que intentan encontrarle sentido al comportamiento de Batman, repitiendo con insistencia la cuestión que quedó en el aire: ¿Por qué tan serio?

La Perestroika de Arabia Saudita

La gran transformación del país promovida por el hijo del rey entusiasma a los jóvenes, pero su ritmo suscita temores


Un grupo de saudíes habla junto a un póster del príncipe heredero Mohammed bin Salman durante el Foro MiskCiudades gestionadas por inteligencia artificial, complejos turísticos a orillas del mar Rojo y un repentino protagonismo de las mujeres que, de no poder conducir, han pasado a dirigir la Bolsa, presidir una entidad bancaria, ser rectoras de universidad o gestionar un hotel. No hay semana en que Arabia Saudí no sorprenda al mundo con un proyecto inimaginable solo unos meses atrás. El mayor exportador de petróleo del mundo está embarcado en un ambicioso plan de reformas para cuando se acabe el maná negro que lo ha alimentado durante décadas. Aún no está clara la profundidad de esta muda de piel que tiene a los saudíes entre entusiasmados y temerosos, pero sus efectos ya son visibles en la calle.


Cambio es la palabra de moda en el Reino del Desierto. “Es el único camino al futuro”, aseguraba esta semana en Riad el ministro de Comunicaciones y Tecnología de la Información, Abdullah AlSwaha. Hablaba durante un foro organizado por la Fundación Misk para abordar los retos que plantea esa transformación sin precedentes en un país gobernado por una monarquía absoluta que desde su creación en 1932 ha apostado por la estabilidad y el statu quo. Decir que está cambiando es una obviedad. Todos los países lo hacen. La diferencia es el ritmo y la dirección. “Hemos visto más cambios en los últimos 20 meses que en los últimos 20 años”, constataba Faisal J. Abbas, el director del diario Arab News

Atónitos quedaron a principios de mes con la detención de 200 personas, incluidos príncipes y ministros, acusados de malversar 86.000 millones de euros. Están recluidos en el Ritz-Carlton.

Los derechos humanos, asignatura pendiente


“La situación ha empeorado en los últimos meses”, coinciden varios activistas de derechos humanos. Las esperanzas que suscitó el apartamiento como heredero de Mohamed Bin Nayef, el terror de los activistas, desaparecieron con las detenciones de principios de otoño. “Cualquiera susceptible de hablar con libertad o está en la cárcel, o amenazado, o se ha ido fuera del país”.

La reciente campaña contra la corrupción suscita diferencias. Mientras algunas voces la apoyan (“por algún sitio había que empezar y necesitábamos un tratamiento de choque”), otras insisten en que las prominentes detenciones del Ritz-Carlton no tienen nada que ver con la lucha contra el fraude (“es pura venganza”).

Desde ambas interpretaciones, el temor es el mismo: el estado policial va a endurecerse. “Tal vez la próxima vez ni siquiera podamos hablar con usted de forma anónima, pero confiemos en que, como sucedió en Singapur, con el tiempo logremos cierta apertura”, manifiestan.

“Han desaparecido los mutawas”, me responde una amiga cuando en la noche de mi llegada a Riad le pregunto cuál es el cambio que más ha notado desde la última vez que nos vimos hace un par de años. Se refiere a los miembros de la ominosa Comisión para la Prevención del Vicio y la Promoción de la Virtud, una especie de policía religiosa que se ha dedicado a imponer sus estrechos códigos morales sobre el conjunto de la sociedad saudí.

Es difícil para un extranjero hacerse idea de lo que suponía, sobre todo para las mujeres y los jóvenes, la continua intromisión de esos zelotes en su vida diaria. Vara en mano imponían la segregación sexual de los espacios públicos, afeaban una ropa demasiado corta o ajustada en ellas, un corte de pelo demasiado moderno en ellos, que las mujeres rieran o hablaran en alto, que los chicos pasaran mensajes a las chicas.

No es que de repente los saudíes se hayan desprendido de las túnicas blancas (ellos) y los sayones negros (ellas). Pero en los centros comerciales, verdaderas plazas públicas en país donde durante casi ocho meses al año es imposible salir a la calle debido a las altas temperaturas, el ambiente se ha relajado y se ve a hombres y mujeres que conversan con tranquilidad. También en muchas oficinas se ha relajado la separación en aras al trabajo en equipo y la productividad.

Sin duda ha habido cambios económicos y legales de más calado, pero difícilmente más simbólicos. Al poner coto al poder del estamento religioso, el rey Salmán ha sacudido uno de los pilares de la monarquía absoluta saudí, la alianza que sus predecesores sellaron con los ulemas a cambio de legitimidad. Semejante atrevimiento ha sido obra de su hijo favorito y desde el pasado junio heredero, el príncipe Mohamed Bin Salmán, quien también es ministro de Defensa y preside Saudi Aramco (la petrolera nacional), la Comisión Delegada para Asuntos Económicos y la Comisión de Lucha contra la Corrupción.


El príncipe que más poder ha acumulado en la historia del reino ha llegado a las puertas del trono en un momento en que el petróleo ya no garantiza otro pilar de la monarquía, el Estado de bienestar con el que satisfacía a sus súbditos. La convicción de que los precios bajos no son coyunturales obligaba a replantearse la economía rentista, tal como ha propuesto en su Visión Saudí para 2030. Pero la versión ultraconservadora del islam que ha alentado la alianza de la monarquía con el clero (el wahabismo) bloqueaba las energías necesarias para emprender el cambio.

Ha dejado de ser útil esa cosmovisión que está detrás de la segregación de sexos, las trabas para que las mujeres conduzcan o un sistema educativo basado en la religión en vez de en la capacitación profesional. De ahí que en la misma conferencia de inversores en la que el mes pasado el heredero anunció el macro proyecto de Neom, una ciudad del futuro que requiere 500.000 millones de dólares, también defendiera el “islam moderado”.

Las autoridades “tratan de sintonizar con la gente, no al revés”, asegura una activista de los derechos humanos qué cuestiona el estereotipo del ultraconservadurismo de los saudíes. “No es cierto que todos respalden al clero wahabí”, concurre un observador extranjero. Con un 70% de la población menor de 30 años y una tasa de penetración de las redes sociales de las más altas del mundo, las diferencias con el resto del planeta empiezan a diluirse, aunque se aprecia una brecha generacional.

MBS, como se conoce al heredero y hombre fuerte del reino, tiene 32 años y ha conectado con esa primera generación de saudíes que ha crecido con Internet, videojuegos, e informándose a través de pantallas en vez de papel. Jóvenes y mujeres están entusiasmados con la transformación que propone. Raro es el entrevistado que no simpatiza con sus planes.

“Antes de [que lanzara] la Visión 2030 simplemente pensaba que era otro príncipe más, no tenía una idea especial sobre él. Le apoyo porque hace que me sienta relevante y está llevando a cabo las cosas que siempre he deseado, pero no pensaba que ocurrirían en mi país”, resume Lama AlJohar, licenciada en administración de empresas de 29 años, que trabaja para una de las agencias gubernamentales implicadas en el proyecto. “Comparábamos no con EE UU, sino con nuestros vecinos, con Dubái, y nos preguntábamos por qué no podíamos ser cómo ellos”.

AlJohar abrió los ojos cuando hace 15 años sus padres decidieron instalarse en Sharjah (junto con Dubái, parte de la federación de Emiratos Árabes Unidos) para que sus hermanas mayores pudieran estudiar una Periodismo y otra Derecho, dos carreras que entonces estaban vetadas a las mujeres en Arabia Saudí. “Hice el bachillerato allí y la experiencia me impactó”, admite. Hoy no es inusual encontrarse con reporteras saudíes en las conferencias de prensa, y la víspera de nuestra entrevista el ministro de Justicia, el jeque Walid al Samaani, anunció que su departamento va a contratar por primera vez a mujeres.

“Cada día es una oportunidad, nada es demasiado ambicioso”, señala Meshal al Harasani, un inventor de 31 años que asesora a la Universidad Rey Abdelaziz. “La Visión 2030 es sobre los jóvenes. No hay límites”, asegura con una frase que los entrevistados repiten a menudo.

“El mundo debe prepararse para la juventud saudí. No es que estemos hambrientos, es que nada puede saciar nuestro apetito”, advierte una entusiasta Rana al Deghaiter, de 27 años, responsable de operaciones en una empresa de marketing que colabora con el proyecto real.

Al Deghaiter recuerda que la evolución empezó hace más de una década cuando, bajo el reinado del fallecido Abdalá, se extendió el programa de becas para estudiar en el extranjero. Varios cientos de miles de saudíes, mujeres y hombres, se han formado fuera, principalmente en Estados Unidos, pero también en España, como Nawaf, Abdulmalik y Ahmed. Los tres tratan de encontrar trabajo no en el sector público como era lo usual hasta ahora, sino en el privado que MBS quiere convertir en la locomotora económica del reino.

“El regreso de los que estudiamos en otros países y las redes sociales han impulsado un cambio social. Queríamos una oportunidad y ha llegado con el príncipe heredero. Nos ha abierto las puertas. Ha fijado un objetivo. Ahora el camino está claro”, explica Al Deghaiter.

Algunos, sin embargo, temen las consecuencias. “Va demasiado deprisa. No me interprete mal, yo soy liberal y apoyo los cambios, pero después de décadas de tenernos en un puño, la apertura tenía que haberse hecho de forma más pausada. Nos hemos ido de un extremo a otro”, manifiesta Hisham A., un ingeniero formado en EE UU y que ahora trabaja para multinacional asiática.

Es una preocupación habitual entre quienes superan los 40 o pequeños empresarios. “¿A quién benefician todos esos macrocontratos que anuncian? A las multinacionales y al Gobierno que recibirá sus impuestos. Mientras, las pymes y la clase media nos estamos empobreciendo”, confía Y. A. que acaba de cerrar su peluquería por falta de resultados. Tampoco las capas más modestas han visto hasta ahora el beneficio; sólo el encarecimiento de la electricidad, el agua y la gasolina o el IVA que va a introducirse a partir de enero. Pero su malestar va contracorriente y en general guardan silencio.

El director regional del Banco Mundial, Nadir Mohammed, se hace eco de esas inquietudes. “Nos preocupa no el ritmo de las reformas sino el momento. Debido a los bajos precios del petróleo y a la dependencia del sector privado de los gastos públicos, se ha ralentizado la economía”, constata durante una reunión con periodistas en Riad. Mohammed, que califica el proyecto de “valiente y ambicioso”, espera que el Gobierno ponga pronto en marcha la llamada cuenta ciudadana para compensar a los más débiles por la pérdida de los subsidios.

“No me lo creo. Ya hemos estado antes ahí. También [el rey] Abdalá habló de la lucha contra la corrupción, y ahí están las cinco ciudades económicas que creó, vacías tras inversiones de cientos de millones”, declara Hasan M., un profesor universitario que pertenece a la minoría chií. “Todo es superficial”, sentencia tras recordar que tampoco las promesas de inclusión de su comunidad produjeron ningún resultado tangible.

“Por supuesto que hay escépticos, soñadores, indiferentes… las diferencias son saludables”, apunta AlJohar, la licenciada en empresariales. “Pero tener un plan es mejor que no tenerlo; incluso si sólo logramos el 50 % de lo que nos proponemos”, concluye.