Los cálculos del sciolismo para crecer en octubre y evitar el ballotage

Quieren quedarse con la mitad de los votos de De la Sota, que Macri no retenga los de Sanz y subir en tierra bonaerense con los que no fueron a votar por las lluvias. Los números del búnker naranja.



Por Gabriela Pepe y Nicolás Fiorentino

En el comando de campaña sciolista sacaron la calculadora y el resultado obtenido trajo algo de tranquilidad. Según los números que barajan en el entorno del candidato a presidente del Frente para la Victoria (FPV), Daniel Scioli, las chances de esquivar el ballotage con Mauricio Macri son más sólidas y viables que las del jefe de Gobierno porteño de meterse en un mano a mano por la sucesión de la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner.

Este escenario hipotético se sustenta en un par de ejes. El primero es la captación del voto sin dueño que dejó el derrotado en la interna presidencial de UNA, José Manuel de la Sota. Y esta es una idea que trasciende al sciolismo y cruza al kirchnerismo. En Olivos también esperan que una porción importante del voto de raigambre peronista que apostó por el gobernador de Córdoba se incline hacia la fórmula que integran Scioli y Carlos Zannini, dos hombres de fluido diálogo con el Gallego. Las cabezas de la ola naranja le pusieron a esa esperanza una cifra: 700 mil votos, la mitad de los que sacó el cordobés en las PASO.

Lo que sí tienen claro es que ya no hay margen para arrastrar votos mediante un acuerdo político a gran escala. “Los que votaron a De la Sota no van a votar ahora a Scioli porque el Gallego juegue a menos con (Sergio) Massa, ni van a votar a Macri porque corra su discurso a la derecha. Ya no hay margen para un voto negociado. Y su voto, es un voto peronista”, analizó un dirigente de llegada directa a la mesa chica del kirchnerismo.

Proyectan que Macri tendrá serias dificultades para capitalizar la totalidad de los 756.777 votos que consiguió quien fuera el precandidato a presidente de la UCR en la primaria de Cambiemos, Ernesto Sanz. Según un analista político oficialista que supo tener despacho en Casa Rosada, hay un voto militante, que denomina el “voto Franja Morada”, que no se alineará detrás de Macri el 25 de octubre. No esperan que ese electorado ponga en el sobre la boleta del FPV, está claro. Pero sí confían en que su rebeldía al acuerdo sellado por los cabecillas del radicalismo con PRO servirá para que el candidato de Cambiemos no achique la brecha con Scioli.

Si este diagnóstico se cumple, para que Macri llegue al ballotage necesitaría, además de una porción de los votos de Sanz –al menos el 30%- y la totalidad de los votos de Elisa Carrió –sus socios en Cambiemos-, captar uno de cada tres votos de los 1.403.908 con los que se alzó De la Sota y casi la totalidad de los votos que las PASO filtró. Es decir: los 355.290 que Jorge Altamira dejó en la interna del FIT y los casi 110.000 de Víctor De Gennaro (Frente Popular), los 103.000 de Manuela Castañeira (MAS) y los 96.000 de Alejandro Bodart (MST-Nueva Izquierda), que no alcanzaron el piso en las primarias. Todo un universo de votos que ven en la oferta política amarilla su némesis.

Hay otro importante paquete de votos que no se está contemplando. Por las fuertes lluvias que golpearon gran parte del conurbano el nivel de participación bajó mucho con respecto a las últimas presidenciales. En las PASO de 2011, para comparar dos escenarios políticos similares, participaron el 81,4% de los bonaerenses. En las de este años, el 76,7%. Entre esos cuatro años, además, el padrón provincial sumó un millón de votos. Y los que no pudieron ir a votar por la lluvia, analizan, son en general sectores populares.

Por otro lado, en el FPV confían que en las estructuras políticas del massismo, a nivel municipal, haya un viraje del voto hacia Scioli. No se animan a arriesgar cuánto, pero creen que al ex intendente de Tigre le costará mantener los que sacó en territorio bonaerense. Más aún, desde que dio luz verde a sus candidatos a intendente para repartir boletas ya recortadas entre los vecinos, temerosos muchos de ellos de quedar atados al destino de Massa y perder sus distritos.

“La mayoría de los punteros del Frente Renovador, los que reparten boletas y organizan micros, los que hacen el trabajo de campo, hace años que trabajan para el peronismo. Ellos no necesitan ir a Casa Rosada a firmar el pase, como hicieron (el intendente de San Martín, Gabriel) Katopodis o (el de Olavarría, José) Eseverri. Lo que necesitan es subsistir más allá de diciembre. Hacen un acuerdo local, empiezan a repartir la boleta de Scioli y listo”, explicó un armador con más de dos décadas de experiencia en elecciones de la provincia de Buenos Aires.

NÚMEROS. Por cada punto extra para las generales de octubre se necesitan cerca de 220 mil votos. Macri sacó 24 puntos en las PASO y le faltarían más de 1,7 millones de votos nuevos para alcanzar el 32%, casi 2 millones para arrimar al 33% y rozar los 2,2 millones para trepar a 34%. En esos márgenes debería acomodarse para soñar con el ballotage.

Según el punteo matemático con el que se entretienen en el sciolismo, elaborado por analistas políticos que prestan servicios a distintos contrincantes, el gobernador bonaerense necesita 340 mil votos para cumplir la primera exigencia para evitar la segunda vuelta, alcanzar los 40 puntos. Y 1.450.000 para llegar al 45% que lo sentaría sin escalas en el sillón de Rivadavia. En la puja por el voto volátil, Macri debería conseguir un millón de votos más de lo que pesque Scioli para asegurarse la segunda vuelta.

El sciolismo espera que la mitad de los votos que sacó De la Sota, 700 mil, se cuenten en el próximo escrutinio a favor de Scioli. Y que el 50% restante se reparta 30% para Macri y sólo el 20% para Massa, más allá del renovado pacto de unidad que los candidatos de UNA firmaron en Córdoba este martes.

Según un trabajo de una importante consultora, de los 630 mil sufragios que obtuvo el gobernador de Córdoba en su provincia, 120 mil irían a Scioli, 120 mil a Massa y 160 mil a Macri, mientras que un tercio aún no decidió por quién apostará. Pero, a su vez, De la Sota sacó otros 800 mil votos en el resto del país. En estos últimos, los indecisos y el votante del cordobés en el interior del país, es donde el sciolismo confía en hacerse fuerte.