En comunicación política, todo lo que no es diferente es invisible






Rubén Weinsteiner

Usted puede actuar bien o mal; lo importante es que actúe de verdad.

Konstantín Stanislavski




Sin diferencial no hay marca política exitosa, todo lo que no es diferente es invisible. Nada es más importante en comunicación política que tener un diferencial poderoso. Un significado, una idea, un concepto que pueda decodificarse en imágenes, palabras, sentimientos, que sea llamativo, recordado, para que esa diferencia, rápidamente pueda construir percepciones para colonizar subjetividades y sujetar a los sujetos de elección.

El verdadero campo de batalla en el que se juegan las elecciones es la cabeza de la gente.

El posicionamiento, el lugar en lugar en la cabeza de los sujetos de elección, es esa diferencia generando percepciones, emociones, y traducida en competencia política en el sistema de preferencias de las personas.



Esa diferencia debe poner a la marca política en una categoría diferente a todas las demás ofertas. Ese concepto que diferencia, que separa, que hace especial debe estar preparado para ser plataforma de instalación de diferentes mensajes, para los diferentes segmentos que se quiera abordar.


Ese diferencial debe tener:


1)Ubicuidad: ser visible y comunicado allí donde los diferentes públicos se encuentren


2)Consonancia: debe tener que ver con lo que los deseos, temores, anhelos, angustias, demandas de los diferentes segmentos


3)Repetición: debe insistirse con la visibilización y comunicación de ese diferencial para instalarlo.


Frente a “todos son iguales”, el que establece una diferencia, construye una ventaja.

El diferencial en el voto joven es tributario de la demanda de autenticidad frente a la impostura. El diferencial no sólo debe ser poderoso, sino real, verdadero, disruptivo y recordable. En el voto joven el diferencial, debe como decía Stanislavsky, ser verdad, actuar de verdad


Gimmick es un anglicismo que hace referencia a un truco, y a todo elemento añadido a una pieza creativa con el fin de hacer que sobresalga por encima del resto, y que de forma aislada no tiene valor. Es un adorno, algo que no establece una diferencia real, verdadera.


Gimmick es un truco publicitario es una característica única o peculiar que le atribuyen a los productos para hacerlos resaltar, sin embargo esta característica no necesariamente es relevante, muchas veces ni siquiera es verdadera, o muchas veces ni si quiera trae beneficios, es sólo para llamar la atención.



Por ejemplo acaba de salir una compañía que anuncia una cerveza que está dirigida especialmente para jugar beer pong (el beer pong es un juego popular entre jóvenes, que se juega con vasos llenos de cerveza en una tabla de ping pong).



Y muchos se preguntarán ¿Cuál es la diferencia entre esta cerveza y todas las demás? En realidad ninguna, el truco está en que es una caja con 30 cervezas que incluye los vasos y las pelotas para armar tu juego de beer pong.



Los trucos publicitarios atraerán atención, pero de manera muy efímera, luego se generará una sensación de defraudación difícil de dar vuelta. En conclusión los gimmicks generan ruido y cierta atención a tu marca pero no acumulan.

Sirven para decirle a las personas “ey mírame” pero si cuando te miran no decís algo que conmueva, no acumulará.


Diferencia y verdad

Las marcas políticas y corporativas se vuelven mucho más eficaces a la hora de ocupar el imaginario de los microsegmentos jóvenes, colonizar subjetividades, y sujetar a los sujetos de elección, si exhiben su versión unplugged. En los diferentes públicos jóvenes, las marcas políticas, que “hacen playback”, que solo mueven los labios, suenan cada vez lejanas, artificiales, “caretas”.



Por eso es importante que el diferencial comunique autenticidad, transparencia y verdad.



La identificación, en los públicos jóvenes está apoyada en el clivaje autenticidad-impostura. Lo autentico y lo artificial. La otredad es la impostura, los que dicen una cosa pero son otra. Contra eso, se plantea un modelo normativo de autenticidad, sencillez y transparencia. No ser “careta”, no ser “gato”, no ser “trucho”, ser o en realidad parecer verdadero y transparente.

Y como vimos, ser es ser diferente.



Es difícil identificarse con algo “perfecto, las imperfecciones, lo real, la emergencia de las imperfecciones, limitaciones y zonas oscuras, acercan al votante joven a la marca política y facilitan su identificación.





Esta artificialidad e impostura, establece una barrera entre las marcas políticas y los votantes que impide la construcción de un vínculo emocional eficaz, de una positiva empatía e identificación y de establecer compromisos emocionales y de acción.



El camino crítico debe arrancar por pensar, diseñar, construir e incorporar el diferencial.

Hablar con los jóvenes es fácil, que te escuchen no tanto. La comunicación entre una marca política y los sujetos de elección jóvenes, en medio de la disputa de sentidos, emociones y ofertas simbólicas, requiere por parte del receptor joven de una validación, donde el emisor, en este caso la marca política debe primero ser diferente de verdad y debe convocarlo a “ser parte” de esa diferencia. Para lograr la atención de los jóvenes, el discurso debe dejar establecida esa diferencia, lo que le va a permitir al joven validar tribalmente el pertenecer, el ser parte, y poder vivenciar algo con la tribu que los diferencie, de cara a la promesa de la marca política, para atravesar una instancia colectiva, donde se comprometa lo reptiliano-emocional.

Para una marca política ser, es ser diferente y que esa diferencia sea visible, perceptible y vivenciable. El diferencial es la plataforma para el salto cualitativo del mensaje, para que el discurso de poder ancle, para que la empatía levante la barrera de la sobrecomunicación, para que el discurso pase de “ruido” a “valor”, algo esencial para toda construcción discursiva política significativa.

Todo lo que no es diferente es invisible, y en especial para los jóvenes ser es diferenciarse. La diferencia construye el lugar que queremos ocupar en la cabeza de los sujetos de elección. Estar o no estar en su cabeza y en su corazón es la diferencia entre que nos voten a nosotros y que voten a otros.


Rubén Weinsteiner

México:“O nos morimos del coronavirus o nos morimos de hambre, habrá que elegir una”

30 millones de personas en México viven al día con lo que ganan en la informalidad, por cuenta propia, a través de negocios de comida, venta ambulante o prestando servicios

Una mujer atiende un puesto de comida callejera en Ciudad de México.

La fonda El país de los sabores cerca de la Calzada de Los Milagros, al norte de Ciudad de México, tiene hoy en su menú pollo con mole, chicharrón en salsa ranchera, tortitas de res con morita, tacos dorados y croquetas de jamón. La comida corrida de tres tiempos cuesta 65 pesos (menos de 3 dólares) y su dueña Ángeles Rodríguez, responsable del sazón de esta república culinaria está preocupada. Dice que nunca ha tenido quejas de su comida y sin embargo, desde la semana pasada, ha visto cómo sus clientes dejaron de hacer fila en la puerta del restaurante. En la fonda de Ángeles suenan las noticias de fondo: “El Gobierno [de Ciudad de México] busca frenar los contagios por covid-19 con la campaña ‘Quédate en casa’”. Ángeles es una de las muchas personas que depende de lo que cada día le deja su negocio para mantener a la familia. Forma parte de los 30 millones de personas que se dedican al comercio informal en México, el 56% de la economía del país, según del Instituto Nacional de Estadística (INEGI)

En México trabajar sin estar registrado en la Seguridad Social y no pagar impuestos por ello no es ilegal por lo que muchas personas desempeñan su actividad económica de manera informal. Trabajando por cuenta propia, a través de negocios de comida, venta ambulante o prestando servicios, la mayoría de estas personas viven al día con lo que ganan y no tienen acceso al sistema de salud pública. Su actividad genera el 22% del PIB del país, de acuerdo a cifras oficiales de 2018. “Uno de los grandes problemas de la informalidad es la fiscalidad. Hay una parte de la sociedad que paga impuestos y otra que no”, explica la economista Valeria Moy, directora de México cómo vamos, quien señala que México tiene la tasa más baja de recaudación de la OCDE, solo el 17% del PIB. Esta forma de incentivar la informalidad, provoca que la economía no crezca y sin embargo podría ser la tabla de salvación frente a una crisis como la que viene.

Un hombre observa un cartel con medidas de prevención sobre el Covid-19 en Ciudad de México. Almudena Barragán

“La economía mexicana ha enfrentado tantas crisis que es muy resiliente”, agrega Moy. Con el precio del petróleo por los suelos y el freno en la manufactura, uno de los amortiguadores que le quedan a México para que se note menos el impacto de la crisis es la propia economía informal en un círculo raro que le permita seguir generando riqueza aunque sea de manera sumergida. “Pese a frenar el crecimiento, la informalidad ha sido una especie de colchón que sujeta a la economía mexicana en momentos complicados”, explica la especialista.

“¿Qué podemos hacer?, si me dieran una ayuda pararía, pero entre el virus y la economía está canijo [complicado]”, dice Ángeles Rodríguez angustiada. ¿El miedo a la enfermedad es peor que la propia enfermedad? “Sí”, responde Rodríguez. “Nosotros tenemos cubrebocas y gel antibacterial para el que quiera”, señala. El día después de esta entrevista, México activó la fase 2 de la pandemia y el presidente López Obrador anunció que se otorgarán un millón de microcréditos para pequeños negocios, como el de de Ángeles, para pasar la crisis. Actualmente el país tiene 585 contagiados y ocho muertos. En entrevista con EL PAÍS, el subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, recalcaba que el objetivo de México es cuidar la salud sin perjudicar a las economías más debilitadas del país.
30 años vendiendo fruta

Estela Silva frente a su puesto de fruta. Almudena Barragán

Juan Pluma vende fruta en un tianguis (mercadillo) de la colonia del Valle, al sur de la capital mexicana. Su madre, doña Estela Silva, de 68 años, está sentada sobre una pila de huacales mientras su hijo despacha. “¿Qué más le doy güera? ¿Quiere llevar mamey? Se lo dejo barato”, dice el joven de 35 años a las clientas mientras les extiende un pedazo para que lo prueben. Entre venta y venta, Juan saca su celular del delantal y echa un ojo a varios mensajes de Whatsapp, entre ellos una cadena de esas que se comparten muchas veces. “Dice que no se puede cerrar la frontera de México porque hay una crisis económica y Andrés Manuel llega al Gobierno con las manos vacías. No tiene nada recaudado”, explica el comerciante.

La familia Pluma lleva 30 años vendiendo fruta que compra en la Central de Abastos: “300 kilos a la semana”, dice doña Estela, sin embargo, la mujer reconoce que en los últimos diez días las ventas de su negocio han caído un 40%.“No vendemos ni la mitad de lo que vendíamos”, replica la matriarca.

Su hijo comenta que hacen caso de las medidas de prevención del Gobierno: “Tenemos gel antibacterial, tratamos de lavarnos cada vez que cobramos o comemos y no estamos muy cerca de la gente”. La madre zanja la conversación: “No queremos pensarlo mucho. No podemos estar en cuarentena, si no podemos trabajar de esto tendríamos que buscarle por otro lado, ¿quiere ciruelas? Están muy dulces. Lleve uvas, a 80 el kilo”.
La risa como terapia

El payaso 'Frijolín' después de su actuación en la Alameda Central de Ciudad de México. Almudena Barragán

El virus está en boca de todos en la calle. También en los chistes de los artistas callejeros que entretienen la Alameda Central. Todos saben que una amenaza invisible se cierne sobre México igual que ha pasado en otros países pero hay que seguir trabajando y hay que seguir riendo. En torno al payaso Frijolín se concentran unas cien personas. En corro aplauden y ríen varios chistes fáciles bajo la vigilancia de la policía que también disfruta del espectáculo, no se guarda la distancia de seguridad. El Gobierno prohibió los eventos masivos y cerró museos, cines y teatros a partir del 23 de marzo, Frijolín todavía cuenta con un público fiel que se sienta en las bancas de piedra del parque e improvisa un anfiteatro para su actuación de cada día a un costado del Palacio de Bellas Artes. “Pese a la inclemencia de los tiempos que vivimos, agradezco a los que apoyan el arte”, comienza a decir el payaso. “¿Quién me regala un billete? Voy a pedir una cooperación, si no traes dinero, vete a guardar la cuarentena”, dice burlón.

“Los payasos somos informadores de noticias por medio de la risa”, detrás del maquillaje se esconde Julio César, así sin apellidos. Un mexicano convencido de que el humor también es necesario en estos tiempos oscuros y un padre de familia que está preocupado por los pocos ahorros que le quedan. Hoy ha sido un día flojo. “Tenemos que apoyar a los que menos tienen, aunque sea con la risa”, dice el payaso. “La gente está más espantada por qué le van a llevar de comer a sus hijos”, dice Julio César.
"O nos morimos del coronavirus o nos morimos de hambre"

Guillermo Montes en su puesto de dulces y lotería en el Centro de Ciudad de México. Almudena Barragán

Guillermo Montes tiene un pequeño puesto de dulces, cigarros y lotería en el cruce de las calles 5 de Mayo y La Palma. Lo heredó de su padre, así que su familia lleva 50 años trabajando en esta esquina. Ahora también vende mascarillas y regala gel antibacterial a cambio de una cooperación para poder comprar el siguiente bote. Dice que solía vender mil pesos todos los días pero que ahora a penas llega a 300.

Tapado con un cubrebocas azul dice que hasta la venta de los boletos para el sorteo del avión presidencial ha caído. “Cada día vendía 20 boletos, hoy solo 3”. El puesto de Guillermo es como un termómetro de la pandemia. Primero dice que dejó de ver a los turistas, a excepción de algún despistado que sigue recorriendo el Centro Histórico en chanclas; después dejaron de aparecer los oficinistas del Monte de Piedad que le compraban cigarrillos. La calle está un poco más vacía que de costumbre. ¿Le da miedo el virus? “Sí tengo miedo pero el coronavirus lo podré resistir con medicina, el hambre no. O nos morimos del coronavirus o nos morimos de hambre, habrá que elegir una”, dice Montes masticando las palabras detrás de su mascarilla. “En el trabajo informal tenemos que buscar todos los días el sueldo, pero es importante que nos cuidemos como comunidad, sabemos que la situación se complicó mucho en Europa”, agrega Montes.

Brasil lanza una campaña contra cuarentena: "Brasil no puede parar"

 
"Brasil no puede parar", dice el slogan

"Brasil no puede parar" es el slogan de una campaña publicitaria elaborada por el gobierno de Brasil en contra de la cuarentena por el coronavirus, que hasta el momento costó la vida de 78 personas.
"Por los casi 40 millones de autónomos Brasil no puede parar, por los ambulantes, ingenieros, profesores Brasil no puede puede parar, por las empleadas domésticas Brasil no puede parar", repite un locutor en la pieza publicitaria.
"Para que las empresas no tengan que despedir empleados (..) para que todos vivan con calidad de vida, Brasil definitivamente no puede parar", sigue la propaganda.
La pieza es "contraria a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud", reportó este viernes el diario O Globo.
En Brasil fallecieron 78 personas por el coronavirus, con un aumento de más del 30 por ciento entre miércoles y jueves, mientras el número de infectados llega a 2915.
Mientras tanto el presidente Jair Bolsonaro posteó en su Twitter el video de una marcha en la ciudad de Camboriú en contra de la cuarentena.
La posición del gobierno no es compartida por la mayoría de los gobernadores y el titular de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia.
Si el público no hace cuarentena Brasil va a sufrir una "tormenta perfecta" con un crecimiento alto de los pacientes y colapso del sistema de salud, declaró Maia.

Una historia de hambre detrás del coronavirus: perdieron sus trabajos por la pandemia y piden alimentos en las redes sociales

Por  Fernando Soriano


Susana, Ezequiel y Fabiana: el coronavirus los dejó sin trabajo y sin dinero


¿Quiénes eran esos dos hombres que tres gendarmes obligaron a caminar en cuclillas y correr por violar el decreto de cuarentena total en una calle del Bajo Flores? ¿Qué hacían ahí? ¿Qué cosas no supieron o no quisieron creer los tres agentes de Gendarmería Nacional -finalmente echados de sus funciones por este caso- que reprimieron a estas personas? ¿Se habrán imaginado los uniformados que detrás de la interpretación abusiva que hicieron de su deber de hacer cumplir la ley había una familia que esperaba un plato de comida?


Ezequiel Vázquez y Fabiana Caliva son víctimas del coronavirus. No porque el virus haya copado sus organismos sino como daño colateral. Por el aislamiento obligatorio perdieron sus trabajos y se quedaron sin dinero para comprar comida.


Él hacía delivery una pizzería de Colegiales arriba de una bici prestada, de viernes a domingo. Ella vendía artesanías y ropa usada en la feria de Parque Avellaneda. Hasta la llegada del Covid-19 al territorio argentino, vivían de lo que juntaban los fines de semana. Susana, la mamá de Fabiana, cocinaba en empanadas tucumanas que vendía en el barrio. Nunca tuvo un empleo formal. Ahora menos. Los tres viven en un pequeño departamento frente al cementerio del barrio porteño de Flores y al lado del hospital Piñero.


Emiliano y Sebastián vieron cada uno por separado la misma historia de Instagram. La subió Ezequiel a principios de esta semana. Una súplica: “Si alguien puede ayudar con comida se lo agradecemos ya que me quedé sin trabajo por culpa del coronavirus”.

Ezequiel y Fabiana, este viernes, con alimentos que les donaron algunos amigos


En la mañana del 24 de marzo estos dos jóvenes de 20 y 27 años se mandaron mensajes y acordaron ir juntos a llevarle comida a su amigo. Juntos porque era un barrio peligroso. Sebastián es más amigo de Ezequiel. Pero Emiliano sabe boxear. Además, sabían que violaban la cuarentena. Y que si los paraban los podían detener pero también confiaban que podrían explicar que se trataba de una cuestión esencial: darle comida a su amigo.


“Ese día salimos a las 12, pasamos por el supermercado y compramos los víveres para que mi amigo pudiera comer, luego fuimos a pie hasta el lugar, ya que otra opción para transportarnos hasta allá no teníamos”, cuenta a Infobae Emiliano, cuyo apellido se omite para proteger su identidad. Eso mismo le dijeron a los tres gendarmes. No los quisieron escuchar.


“Fuimos aprehendidos por la Gendarmería, que tras un reproche e insulto no se dispuso a dar explicaciones. Le comentamos la situación, le dije que tenía mensajes, fotos y videos para comprobar que realmente íbamos a asistir a una persona con una necesidad extremadamente grave, posterior a eso nos prohibieron nuevamente el ingreso al asentamiento, pese a que íbamos por una situación realmente de vida o muerte”, describe Emiliano, que vive con sus padres en un barrio cercano.


Cuenta Ezequiel: “Para comer publiqué en las redes la realidad. Les pedí a mis amigos para ver si nos pueden ayudar. Pasé el número de la cuenta de mi novia, que se la habían abierto para cobrar el subsidio habitacional. Cobramos una vez y no pudimos cobrar más. Estuvimos en situación de calle y gracias a Dios la mamá de ella nos dejó quedarnos acá para que no nos expongamos en la calle con el coronavirus dando vueltas”.
Ezequiel Vázquez tiene 27 años y está desempleado


Este joven de 27 años tuvo que dejar el año pasado la casa que compartía con su mamá y sus tres hermanos en Boedo. “Mi hermano mayor tuvo mellizos y ya no entrábamos así que mamá decidió que yo me fuera”, relató.


Cuenta que su vida siempre fue difícil. Trabaja desde los 12 años. “Laburé de millones de cosas, desde chico no tuve una familia que tenga una casa o una comodidad. Fui peón de mudanza desde los 12 hasta los 19, cocinero, ayudante de cocina, mozo, albañil, repartidor de comida, de helado, asistente de mostrador en Griddo, bachero en bares y restaurantes. Tengo amplia trayectoria”, remarca.


En la pizzería juntaba 3.000 pesos por semana. Eso más lo que vendía Fabiana y las empanadas que despachaba Susana les alcanzaba para tener la heladera con alimentos.


Ezequiel le agradece a Susana, porque su suegra les abrió las puertas cuando comenzó a circular el peligro del coronavirus. “Después no pudimos pagar otro mes, nos echaron, no pudimos llevar los recibos porque no los teníamos y no pudimos cobrar más el habitacional y no nos quedó otra que venir a la casa de mi suegra”, enumera. Entre un techo y el otro, una noche durmieron en la calle. “Es muy indigno, peligroso, muy duro, no se puede dormir en la calle”, comenta.


“Mis amigos sabían que me faltaba para comer. A Seba lo conozco desde muy chico. Emiliano es sobrino de otro amigo que labura de delivery. A ellos les mandé por whatsapp el pedido de ayuda y mi novia publicó en un grupo de feministas y ellas nos ayudaron y nos trajeron comida. Nos venimos salvando comiendo fideos y gracias. Los perros también comen fideos o arroz”, agrega Ezequiel.


Por eso Emiliano y Sebastián arriesgaron su propia libertad.
Uno de los mensajes que posteó Ezequiel en Facebook


“Agarramos Salvigny, fuimos al chino de Salvigny y Camilo Torres, después subimos hasta Zañartu, seguimos hasta Castañares, donde vimos algunos policías rondando por ahí y decidimos evitarlos entrando por Bonorino, por los edificios en dirección a calle Sol. Eso es adentro de la 1 11 14 ya. Eso es adentro de la 1 11 14. Ahí llegando a calle Sol es que nos paro la Gendarmería de forma muy violenta. Prácticamente a los gritos. Nuestro plan era atravesar la villa salir por Varela y subir dos cuadras hasta el cementerio de flores”, relata


Los agentes, según cuenta Ezequiel, les pidieron parar, pero ellos creyeron que se referían a otras personas que estaban allí y siguieron. Los gendarmes se acercaron y los dijeron que pusieran sus manos contra la pared. “Lo cual fue muy antihigiénico por cierto”, aclara el joven.


Los gendarmes les preguntaron qué hacían ahí. “Después de eso nos insultaron, nos reprocharon diciéndonos que éramos unos inconscientes que no debíamos estar ahí. Nos trataron básicamente como delincuentes”, dice Emiliano.


Luego los obligaron a ponerse en cuclillas y pasó lo que se observa en el video. “Hasta el día de hoy me duelen las piernas, no puedo ni bajar las escaleras de mi casa”, comenta el joven y aclara: “Esto último es muy serio por que ante la situación que estamos yo no sé si puedo tener un síntoma de dolor muscular o si es propio del exceso físico de la tortura a la que nos dispusieron”.


Sebastián obedeció con la bolsa llena de alimentos y sostenida por su mandíbula. En un momento del video se observa el movimiento pendular de ésta, al colgar de la boca del joven.Sebastián (de azul) y Emiliano (de verde), víctimas del abuso de los gendarmes en la villa 1-11-14


Según relata, mientras caminaban en cuclillas “nos verdugueaban, diciendo que lo hagamos más agachado y más rápido”. Una gendarme, en una escena que ya no se ve en el video, les pidió que frenaran. “Si intentás algo te cago a palos. Y si corrés te disparo”, cuenta Emiliano que le dijo la mujer.


Luego sí, les ordenaron que empiecen a correr. “Acatamos, pero yo tenía miedo porque justamente la gendarme me dijo que si corría me disparaba. Posterior a eso fue que el efectivo de la Federal asignado a la zona nos vio”, agrega.


Un agente de la Policía Federal, de acuerdo al relato de Emiliano, los vio y sacó su arma reglamentaria. “Traté de parar a comentarle lo que pasó pero sacó su reglamentaria. Yo y mi amigo nos asustamos y seguimos corriendo. En Bonorino doblamos y había otro gendarme. Después cruzando Bonorino tratando de escapar de ahí prácticamente asustados nos frena un auto donde habían otros cuatro gendarmes. Que también intentaron pararnos y encima nos amenazaron con llevarnos presos”.


Emiliano y Sebastián siguieron camino y unos metros después decidieron que no podían correr más riesgos y volvieron a sus casas, asustados. Los padres de Emiliano le pidieron que no lo vuelva a intentar. Le mandaron los alimentos por una aplicación y pagaron 500 pesos el envío.
Ezequiel Vázquez


Ezequiel lamenta que los amigos no le hayan avisado que iban. “Quizá así podíamos encontrarnos en un punto intermedio”, comenta. “Pero la verdad que la Policía está jodida. No se puede salir. Es abusiva del poder. Y también hay muchos pelotudos que salen sin necesidad. Pero agarrar a alguien que tiene una bolsa con comida y se la lleva a alguien y menos descansarlos, no hay necesidad”, dice.


Ezequiel, Fabiana y Susana se enteraron por Infobae que el Gobierno pasó a disponibilidad a los tres agentes que los obligaron a sus amigos a caminar en cuclillas.


“La verdad que me genera felicidad saber que los echaron, es abuso de poder, todos tiene que cumplir con su deber pero nadie puede abusar. Que hagan su trabajo pero que entiendan. Si estaban yendo a comprar drogas llevalos presos pero estaban trayendo comida”, comenta.


Ahora el que sale es Ezequiel. El se arriesga, pero no quiere que sus amigos vuelvan a pasar por eso. Teme contagiarse el coronavirus porque es asmático. Pero además le preocupa el dengue. “Acá frente al cementerio hay una laguna enorme llena de mosquitos y nadie hace nada. Por ahí nos morimos de dengue”, dice con sarcasmo.


Este viernes, un amigo les dio pan y un par de facturas. Otro les donó fideos, arroz y azúcar. Emiliano y Sebastián finalmente quedaron en encontrarse. Le van a llevar galletitas, mermelada y barbijos. Lo de Ezequiel, Fabiana y Susana es día por día. Una supervivencia cotidiana: “Estamos comiendo arroz y fideos todos los días. Mis amigos van juntando lo que pueden y me las pasan, por suerte, pero estamos al horno. Y tampoco nos van a dar todos los días. No sabemos realmente qué hacer”.

Trump busca redefinir su marca política como la de “un presidente en tiempo de guerra”

La crisis del coronavirus eleva la aprobación del republicano al máximo de su mandato. Tras minimizar la pandemia, el neoyorquino se presenta como un líder épico en torno al que hay que cerrar filas

Donald Trump en la rueda de prensa del pasado 25 de marzo en la Casa Blanca.

Las recesiones económicas suelen cobrarse las cabezas de los presidentes; las guerras, en cambio, tienen la capacidad de trazar en ellos una efigie de cabeza de familia al que agarrarse fuerte cuando la nación tirita. La debacle mundial generada por la pandemia del coronavirus tiene algo de ambas cosas y Donald Trump intenta colocarse en el lado correcto de la narratva. Después de mes y medio minimizando el peligro del brote, bromeando incluso, el mandatario estadounidense se ha puesto a la cabeza del grupo de crisis con un mensaje directo y sencillo, marca de la casa: “Soy un presidente en tiempo de guerra”, “esto es una guerra, con un enemigo invisible”.

El actual presidente republicano, uno de los más polémicos que ha tenido Estados Unidos en su historia moderna, estaba orientando su estrategia de reelección en noviembre hacia la bonanza económica —pleno empleo, récord de Bolsa, rebajas de impuestos— y la demonización de la oposición demócrata como nuevo agente de un socialismo totalitario. Pero un enemigo “invisible”, como dice Trump, o más bien microscópico, ha hecho saltar por los aires la realidad americana. Ya no hay prosperidad, sino miedo, ya no hay ataque al intervencionismo del Gobierno, sino el rescate público a empresas y ciudadanos de dos billones de dólares el más voluminoso de la historia.

EE UU ya es el primer país con más contagiados por la Covid-19 en el mundo, según el centro de datos de la Universidad Johns Hopkins, y los fallecidos superan el millar. La cifra de trabajadores que se apuntaron a las listas de desempleo alcanzó el récord de 3,3 millones la semana pasada y Trump ha decidido redefinir su papel a través de la plataforma que mejor domina.

El presidente lidera todas y cada una de las ruedas de prensa diarias del grupo de crisis formado para afrontar el coronavirus, unas sesiones televisivas de más de una hora dignas de estudio. Siempre evita dar cifras de fallecidos o nuevos contagios, entra en sus habituales rifirrafes con periodistas y cae en el sarcasmo, como cuando la semana pasada le comunicaron que el senador republicano Mitt Romney, uno de sus archienemigos, se encontraba aislado por riesgo de contagio y se le escapó un socarrón: “Huy, qué pena”. Sigue fiel al espíritu de telerrealidad de su presidencia, en resumen, pero también aprovecha para echar mano del discurso épico. “Cada generación ha sido llamada a hacer sacrificios compartidos por el bien de la nación”, dijo el pasado 18 de marzo, “ahora es nuestro momento”, añadió recordando a los héroes de la Segunda Guerra Mundial. “Debemos sacrificarnos juntos porque estamos juntos en esto”.

La ratio de aprobación ha alcanzado el nivel más alto de su presidencia, el 49%, según publicó Gallup el miércoles, la misma cima que entre finales de enero y principios de febrero, cuando su absolución en el juicio político del Senado, el impeachment por el escándalo de Ucrania, era inminente. La mejora de la popularidad, de cinco puntos entre el 16 y el 22 de marzo, viene ni más ni menos que de los estadounidenses que se declaran demócratas (6 puntos) e independientes (8 puntos). Y el 60% de los encuestados aprueba la gestión que está haciendo de la crisis. La tendencia coincide con otro sondeo publicado el viernes por ABC News/Ipsos poll, que reflejaba un 55% de apoyo a su gestión de la epidemia, cuando la semana anterior solo le respaldaba un 43%.

Históricamente, América ha cerrado filas en torno a sus presidentes cuando se ha sentido ante el vértigo de un ataque, de una amenaza, de Roosevelt a Bush hijo; de Madison a Lincoln, que dio su segundo discurso inaugural en los últios compases de la Guerra Civil. El índice de aprobación de George W. Bush se disparó en 35 puntos tras el 11-S y salió reelegido poco después de la invasión de Irak. El de Roosevelt subió 12 tras Pearl Harbour.

Si hay que escoger un punto de inflexión en la gestión de esta crisis por parte de Trump, este es el 11 de marzo, cuando se dirigió a la nación desde el Despacho Oval y anunció una batería de medidas, entre ellas la suspensión de viajes desde Europa. Dos días después, declaró la emergencia nacional. A primeros de mes ya había bloqueado las entradas desde China e Irán y levantado las primeras restricciones sobre Corea del Sur y las zonas afectadas de Italia. Es también a partir de entonces cuando apea de la primera línea de fuego en el grupo de crisis al vicepresidente, Mike Pence, que era quien lideraba las ruedas de prensas hasta entonces, y se pone él.

Mientras, la presencia de sus rivales demócratas en los medios se ha diluido. Las restricciones de movimientos y de actos públicos impuestos para frenar los contagios ha dejado la campaña demócrata suspendida de facto. El exvicepresidente Joe Biden —claro favorito a la nominación, aunque el senador Bernie Sanders sigue en la carrera— trata de hacerse un hueco en el debate público desde un estudio de televisión instalado en su casa de Wilmington (Delaware). Si Trump afirma que deben levantarse las limitaciones cuanto antes, porque la crisis económica puede acabar provocando más muertes del coronavirus, tanto Sanders como Biden le dan la réplica, pero la pérdida de protagonismo resulta evidente.

Para Trump, la cuestión es cuánto pesarán las semanas en las que infravaloró esta crisis y no preparó al país con el equipamiento necesario. Como cuando el 22 de enero dijo “lo tenemos todo bajo control, vamos a estar bien”; cuando el 27 de febrero aseguró: “Esto es el nuevo bulo” de la prensa, “están en modo histeria”. Mijail Gorbachov escribió en 2006 que el desastre atómico de Chernóbil de 1986 fue, quizá, más definitivo que su Perestroika en la caída del régimen soviético. Trump está intentando que esta crisis sea su Pearl Harbour, no su Chernóbil.

Thomas Friedman advierte que cerrar la economía por completo podría provocar más muertes que el COVID-19 en un futuro no tan lejano



Una persona sin hogar empuja sus pertenencias a través de un Times Square desierto después del brote de la enfermedad por coronavirus (COVID-19). La economía norteamericana está virtualmente detenida y las alarmas sobre las consecuencias comienzan a sonar (Reuters)

Thomas L. Friedman, una de las voces más lúcidas de los Estados Unidos y tres veces Premio Pullitzer, alertó sobre las consecuencias que sobrevendrían de continuar con la economía cerrada por absoluto por la pandemia del coronavirus

Estos son días que ponen a prueba a todo tipo de líderes: locales, estatales o nacionales. Se le pide a cada uno que tome grandes decisiones de vida o muerte, mientras conducen a través de la niebla, con información imperfecta y mientras todos en el asiento trasero les gritan. Mi corazón está con todos ellos. Sé que tienen buenas intenciones. Pero a medida que muchos de nuestros negocios cierran y millones de personas comienzan a ser despedidas, algunos expertos comienzan a preguntar: “¡Esperen un minuto! ¿Qué demonios nos estamos haciendo, a nuestra economía, a nuestra próxima generación? ¿Es esta cura, por más un corto que sea su tiempo de duración, peor que la enfermedad?".


Comparto estas preguntas. Nuestros líderes no vuelan completamente ciegos: están trabajando por consejo de epidemiólogos serios y expertos en salud pública. Sin embargo, aún debemos tener cuidado con el “pensamiento grupal”, que es una reacción natural pero peligrosa al responder a una crisis nacional y mundial. Estamos tomando decisiones que afectan a todo el país y a toda nuestra economía, por lo tanto, pequeños errores en la navegación podrían tener enormes consecuencias.


Por supuesto, debido a que este virus está afectando potencialmente a tantos estadounidenses a la vez, necesitamos proporcionar más camas de hospital, equipo de tratamiento para aquellos que lo necesiten y equipo de protección como máscaras para los médicos y enfermeras que atienden a pacientes infectados con virus. ¡Eso es urgente! Y tenemos que rectificar de inmediato la falla colosal para suministrar pruebas rápidas y generalizadas. ¡Eso es urgente!


Pero también debemos preguntarnos, con la misma urgencia, si podemos minimizar quirúrgicamente la amenaza de este virus para las personas más vulnerables mientras maximizamos las posibilidades de que la mayor cantidad de estadounidenses posible vuelvan a trabajar de manera segura lo antes posible. Un experto con el que hablo a continuación cree que eso podría suceder en unas pocas semanas, si nos detenemos un momento y pensamos de nuevo sobre el desafío del coronavirus.


De hecho, si mi bandeja de entrada puede ser considerada como un indicio, se está gestando una reacción reflexiva a la estrategia en la que se ha tropezado el país. Y tropezar es lo que sucede inevitablemente cuando tienes un presidente que pasa de tratar el coronavirus como un engaño a una guerra en el espacio de dos días. Muchos expertos en salud quieren encontrar un mejor equilibrio entre los problemas médicos, económicos y morales que ahora nos tiran a la vez.


“Si esa es la tasa real”, escribió Ioannidis, “cerrar el mundo con consecuencias sociales y financieras potencialmente tremendas puede ser totalmente irracional. Es como un elefante atacado por un gato doméstico. Frustrado y tratando de evitar al gato, el elefante salta accidentalmente de un acantilado y muere".


El Dr. Steven Woolf, director emérito del Centro de Sociedad y Salud de la Virginia Commonwealth University, compartió conmigo algunos pensamientos que estaba elaborando en un ensayo: “La respuesta de la sociedad a Covid-19, como cerrar negocios y cerrar comunidades, puede ser necesario para frenar la propagación de la comunidad, pero podría dañar la salud de otras maneras, costando vidas. Imagine a un paciente con dolor en el pecho o un derrame cerebral en desarrollo, donde la velocidad es esencial para salvar vidas, dudando en llamar al 911 por miedo a contraer el coronavirus. O un paciente con cáncer que tiene que retrasar la quimioterapia porque el centro está cerrado. O un paciente con enfisema avanzado que muere por falta de una instalación con un ventilador”.


E imagine el estrés y la enfermedad mental que vendrá -que ya ha llegado- del cierre de nuestra economía, provocando despidos masivos.


“El ingreso es uno de los predictores más fuertes de los resultados de salud y de cuánto tiempo vivimos”, dijo Woolf. “Los salarios perdidos y los despidos laborales están dejando a muchos trabajadores sin seguro médico y obligando a muchas familias a renunciar a la atención médica y los medicamentos para pagar los alimentos, la vivienda y otras necesidades básicas. Las personas de color y los pobres, que han sufrido durante generaciones con tasas de mortalidad más altas, serán las más afectadas y probablemente las menos ayudadas. Son las amas de casa en los hoteles cerrados y las familias sin opciones cuando se cierra el transporte público. Los trabajadores de bajos ingresos que logran ahorrar el dinero para comprar comestibles y llegar a la tienda pueden encontrar estantes vacíos, dejados por los compradores de pánico con los recursos para el acaparamiento".


Una de las mejores ideas que he encontrado fue la ofrecida por el Dr. David L. Katz, el director fundador del Centro de Investigación de Prevención Yale-Griffin financiado por la Universidad de Yale y un experto en salud pública y medicina preventiva.


Katz escribió un artículo de opinión en The Times el viernes que me llamó la atención. Argumentó que tenemos tres objetivos en este momento: salvar tantas vidas como podamos, asegurarnos de que nuestro sistema médico no se vea abrumado, pero también asegurarse de que en el proceso de lograr los dos primeros objetivos no destruyamos nuestra economía y como resultado de eso, incluso más vidas.


Argumentó que, por todas estas razones, debemos pasar de la estrategia de “interdicción horizontal” que estamos desplegando ahora, restringir el movimiento y el comercio de toda la población, sin tener en cuenta los riesgos variables de infección grave, a una intervención más “quirúrgica”. estrategia de “interdicción vertical”.


Un enfoque quirúrgico vertical se centraría en proteger y focalizarnos en aquellos de nosotros que tienen más probabilidades de morir o sufrir daños a largo plazo por la exposición a la infección por coronavirus, es decir, los ancianos, las personas con enfermedades crónicas y los inmunológicamente comprometidos, mientras que básicamente se trata resto de la sociedad de la forma en que siempre nos hemos enfrentado a amenazas familiares como la gripe. Eso significa que les diríamos que sean respetuosos con los demás al toser o estornudar, que se laven las manos regularmente y si se sienten enfermos para quedarse en casa y superarlo, o que busquen atención médica si no se están recuperando como se esperaba.


Porque, al igual que con la gripe, la gran mayoría lo superará en días, un pequeño número requerirá hospitalización y un porcentaje muy pequeño de los más vulnerables morirá, trágicamente. (Dicho esto, el coronavirus es más peligroso que la gripe típica con la que estamos familiarizados). Como argumentó Katz, los gobernadores y alcaldes, al elegir el enfoque horizontal de enviar básicamente a todos a casa por un período no especificado, podrían haber aumentado los peligros de infección para los más vulnerables.


“Mientras despedimos a los trabajadores, y las universidades cierran sus dormitorios y envían a todos sus estudiantes a casa”, señaló Katz, “los jóvenes de estado infeccioso indeterminado están siendo enviados a sus hogares para reunirse con sus familias en todo el país. Y debido a que carecemos de pruebas generalizadas, pueden estar portando el virus y transmitiéndolo a sus padres de 50 y algo, y abuelos de 70 u 80 y tantos".


“Está bien”, dije, en comunicación telefónica con Katz en su casa en Connecticut después de leer su artículo, “pero estamos donde estamos ahora. La mayoría de los estados y ciudades se han comprometido básicamente a algún período de distanciamiento social horizontal y refugio en el lugar. Entonces, ¿podemos hacer limonada con este limón y no destruir nuestra economía?”.


No veo por qué no, respondió. “Ahora que hemos cerrado casi todo, todavía tenemos la opción de pasar a un enfoque más específico. Incluso podríamos aprovechar el esfuerzo actual en la interdicción horizontal, a nivel de toda la población para nuestra ventaja a medida que pasamos a la interdicción vertical basada en el riesgo".


¿Cómo? “Use una estrategia de aislamiento de dos semanas”, respondió Katz. Dígales a todos que básicamente se queden en casa por dos semanas, en lugar de indefinidamente. (Esto incluye a todos los estudiantes universitarios imprudentes que empacan las playas de Florida). Si está infectado con el coronavirus, generalmente se presentará dentro de un período de incubación de dos semanas.


“Aquellos que tienen infección sintomática deben aislarse a sí mismos, con o sin pruebas, que es exactamente lo que hacemos con la gripe”, dijo Katz. “A aquellos que no lo hacen, si están en la población de bajo riesgo, se les debe permitir regresar al trabajo o la escuela, después del final de las dos semanas”.


Efectivamente, “reiniciaríamos” nuestra sociedad en dos o quizás más semanas a partir de ahora. “El efecto rejuvenecedor sobre los espíritus, y la economía, de saber dónde hay luz al final de este túnel sería difícil de exagerar. El riesgo no será cero, pero el riesgo de algún mal resultado para cualquiera de nosotros en un día determinado nunca es cero”.


Mientras tanto, debemos hacer todo lo posible para secuestrar cualquier contacto con posibles portadores de ancianos, personas con enfermedades crónicas y personas inmunológicamente comprometidas para quienes el coronavirus es más peligroso. Y “potencialmente podríamos establecer subgrupos de profesionales de la salud, que resulten negativos para el coronavirus, para atender preferentemente a aquellos con mayor riesgo”, agregó Katz.


De esta manera, dijo Katz, “los más vulnerables están cuidadosamente protegidos hasta que la infección ha seguido su curso por el resto de nosotros, y la pequeña fracción de aquellos de bajo riesgo que desarrollamos una infección grave, sin embargo, reciben atención médica experta de un sistema no abrumado. No contamos con un diferencial cero después de las dos semanas; no podemos lograr un diferencial cero bajo ningún escenario. Contamos con la minimización de los casos graves al proteger a los más vulnerables de la propagación, ya sea por aquellos con síntomas o sin ellos”.


Es por eso que también deberíamos usar este período de transición de dos semanas (o más, si eso es lo que decide el C.D.C.) para establecer a través del análisis de datos los mejores criterios posibles para diferenciar a los especialmente vulnerables de los demás. Por ejemplo, algunas personas más jóvenes han sido asesinadas por el coronavirus. Necesitamos entender mejor por qué. Katz dice que hay algunas investigaciones que sugieren que muchos de ellos también tenían otras afecciones médicas primarias crónicas graves, pero esto necesita más datos y análisis. Quién está exactamente en alto riesgo debe basarse en los datos más recientes y ser actualizado de manera rutinaria por las autoridades de salud pública relevantes.


Es por eso que es tan importante presionar al gobierno federal para que amplíe las pruebas de la manera más amplia y rápida posible.


Katz ha creado una plantilla aproximada para la estrategia de más de dos semanas de secuestro de los más vulnerables y cómo pensar sobre la estratificación del riesgo de coronavirus y las diferentes respuestas en su sitio web.


El enfoque de Katz es sobrio y esperanzador. Básicamente está argumentando que en esta etapa no hay forma de evitar el hecho de que muchos, muchos estadounidenses van a contraer el coronavirus o ya lo tienen. Ese barco ha navegado.


“Perdimos la oportunidad de contener a toda la población”, dijo, “así que ahora necesitamos ser oportunistas estratégicos: dejar que aquellos que inevitablemente contraerán el virus y que tengan una alta probabilidad de recuperarse sin incidentes, lo obtengan y superarlo y volver al trabajo y la relativa normalidad. Y, mientras tanto, proteja a los más vulnerables”.


Durante este tiempo, nos gustaría establecer sistemas móviles de prueba y verificación de temperatura, como lo han hecho China y Corea, para identificar a aquellos que pueden no cumplir con este enfoque de aislamiento de 14 días, o por cualquier otro motivo, permanecer o infectarse. También queremos confirmar cuidadosamente que, una vez que se recupere de Covid-19, es inmune a contraerlo o propagarlo nuevamente por un período de tiempo. La mayoría de los expertos creen que eso es cierto, dijo Katz, pero ha habido algunos informes de reinfección, y el asunto no está resuelto.


“Confirmar que las personas están completamente recuperadas, verdaderamente inmunes y no capaces de transmitir es un elemento crucial para proteger a nuestros seres queridos más vulnerables a las infecciones graves”, dijo Katz.


Una vez que las tasas de transmisión se han reducido a casi cero, y se ha establecido la inmunidad del rebaño, concluyó Katz, podemos pensar en dar el “todo claro” a los más vulnerables. Esto podría llevar meses. Pero el plan de Katz ofrece a la mayoría de la población la posibilidad de normalidad en un número relativamente pequeño de semanas, en lugar de un número indefinido de meses.


Y todo el tiempo, por supuesto, debe haber un trabajo rápido en tratamientos efectivos y vacunas. Estos deben implementarse, globalmente, tan pronto como sea razonable.


No soy un experto medico. Solo soy un periodista, que teme por sus propios seres queridos, por sus vecinos y por las personas de todo el mundo tanto como cualquiera. Comparto estas ideas no porque sepa que son la cura mágica o porque he pensado en todas las variables (y agradezco a los lectores que expresen sus dudas en la sección de comentarios). Los comparto porque estoy seguro de que necesitamos ampliar el debate, estoy seguro de que necesitamos menos mentalidad de rebaño y más inmunidad de rebaño, a medida que aceptamos nuestra elección infernal:


O bien dejamos que muchos de nosotros recibamos el coronavirus, nos recuperemos y volvamos al trabajo, mientras hacemos todo lo posible para proteger a los más vulnerables a ser asesinados por él. O cerramos durante meses para tratar de salvar a todos en todo el mundo de este virus, sin importar su perfil de riesgo, y matar a muchas personas por otros medios, matar nuestra economía y quizás matar nuestro futuro.

Pandemias: “LA ESENCIA DE NUESTRO TRABAJO ES ENFRENTAR ESTE TIPO DE CRISIS”. UNA LECCIÓN IMPERDIBLE DEL GOBERNADOR CUOMO DE NY



EL gobernador Andrew Cuomo dio una lección de servicio público que nos sirve a todos: quien no se sienta a la altura de esta pelea contra el virus, dijo, es porque se equivocó de profesión. Si no querés pelear una guerra, no te hagas militar (ver desde el min 36: ).


No hay forma más pura de ejercer nuestro mandato, dice, que enfrentar situaciones como ésta.

Frases principales:

“This is why you’re in government, this is why you’re here, if you don’t want to be here, you shouldn’t have run for elected office”

“If you didn’t want to do a public service at a time of crisis then you should be here.”

“Do your job.”

También describe en este video como pocos, la naturaleza de la crisis por la pandemia, de qué se trata, cuál es el método y el objetivo. Se trata de lograr que la expansión del virus se demora lo suficiente como para que el sistema hospitalario no colapse por falta de recursos. Cuestiona también los cierre de escuelas. También pidió al gobierno de Trump que movilice al cuerpo de Ingenieros del Ejército de los EEUU para ampliar las facilidades para enfrentar la pelea.

Brasil, epicentro de la salida de capitales en América Latina: pierde casi 12.000 millones en dos meses

México sufre pérdidas de inversiones procedentes del extranjero por valor de 2.000 millones de dólares en el primer mes y medio desde el estallido del coronavirusDos trabajadoras desinfectan las barras de sujeción de un vagón de tren en Río de Janeiro.


En menos de tres meses Brasil ha pasado de ser el nuevo ojito derecho de los inversores en América Latina, ansiosos por que confirmase sus señales recuperación —esta vez parecía que sí, que era la buena—, a ser la zona cero de la salida de capitales de la región y uno de los epicentros del bloque emergente. En los dos primeros meses desde el estallido de la crisis del coronavirus el gigante latinoamericano ha sufrido salidas de capitales por valor de 11.730 millones de dólares (10.825 millones de euros), según la base de datos del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por sus siglas en inglés, una organización en la que está representada la plana mayor de la banca mundial), a la que ha tenido acceso EL PAÍS. El tamaño de la cifra se acerca al PIB de un país como Nicaragua.

México va a la zaga de Brasil, aunque a mucha distancia: un mes y medio después del inicio de la crisis del coronavirus (el último dato disponible en el país norteamericano) ya había sufrido la salida de 2.000 millones de dólares de su economía. Una cifra también gruesa, a pesar de no incluir aún las fugas de dinero invertido en Bolsa, pero a años luz del gigante sudamericano: en ese mismo periodo —para que ambos datos sean plenamente comparables—, Brasil ya había perdido más de 10.000 millones de dólares, en su mayoría por venta de acciones. El tercer país de la región incluido en la estadística, Colombia, apenas sufre pérdidas.

Los emergentes en su conjunto y, muy particularmente los países latinoamericanos, se llevan la peor parte cuando los inversores repliegan velas y se refugian en la liquidez en dólares. Y esta vez esa norma se está cumpliendo a rajatabla: como receptores netos tanto de inversiones en Bolsa y deuda procedentes del exterior como de inversión extranjera directa —todavía no incluida en esta estadística: habrá que esperar al cierre del primer trimestre para poder tenerlos— y, según los datos de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (Unctad, por sus siglas en inglés), esta caerá entre un 5% y un 15% entre este año y el próximo. Las monedas de la región también se han visto arrastradas y un puñado de ellas han caído hasta zona de mínimos históricos. El desplome del real brasileño ha sido especialmente abultado, en consonancia con los datos de salida de capitales disponibles hasta ahora.


¿Por qué Brasil? “Es un país muy sensible a lo que ocurre en el exterior y, por su tamaño, es una buena aproximación del riesgo de los emergentes en general. Muchos administradores de carteras y fondos de inversión tienen el mandato de vender activos del bloque y, al ser un mercado grande y líquido, las salidas son mayores”, explica por teléfono el economista jefe del IIF para América Latina, Martín Castellano. “El otro factor tiene que ver más con los fundamentos de Brasil: una economía que sale de una recesión muy prolongada y que está muy expuesto a la venta de materias primas, [cuyo consumo ha caído en picado con el coronavirus]a China, el país que sufrió primero el choque del coronavirus”. Aunque todavía habrá que esperar unos días para que los datos sean completamente homogéneos y comparables entre los tres países latinoamericanos analizados, Castellano no alberga dudas: Brasil es el epicentro de la salida de capitales de la región desde que comenzó la crisis.

Con todo, el recorte en las previsiones de crecimiento de la patronal global de la banca, es generalizada en todo el subcontinente y, más aún, en todos los emergentes. La salidas de capitales, junto con el frenazo en seco en las ventas de materias primas —con el petróleo por los suelos— y el golpe encajado por los mercados financieros de todo el mundo “han cambiado sustancialmente” el panorama económico del bloque en vías de desarrollo y, muy especialmente, el de los países latinoamericanos. “El coronavirus y el estrés en los mercados golpea al mundo emergente en un contexto de bajo crecimiento persistente e inversión débil, lo que hemos caracterizado como un estancamiento secular. Tanto Asia como Latinoamérica sufrirán por la combinación de precios bajos de los productos básicos, dislocación financiera y recesión en socios comerciales clave”, subrayan los técnicos de la organización en el último informe de perspectivas del organismo con sede en Washington.

Según las últimas proyecciones del IIF, actualizadas esta misma semana, América Latina se expone a una enorme dentellada económica por el virus: su economía retrocederá un 2,7%, frente a la expansión del 1,2% prevista cinco meses atrás. Las cinco grandes economías del área cerrarán el ejercicio en negativo: Argentina caerá un 3,1% frente al 1,6% pronosticado hasta ahora; Chile pasa de crecer un 3,2% a caer un 2,3%; Colombia va del 3,3% al -0,4%; México, del 1,2% al -2,8%; y Brasil, del 2% al -1,8%. Pese al batacazo, estas cifras son prudentes: en México, por ejemplo, las autoridades ya esperan un golpe aún mayor sobre el crecimiento que el que contempla la patronal bancaria mundial. “El choque se produce sobre una posición de partida pobre, tras años de crecimiento decepcionante. Incluso bajo el supuesto de una fuerte recuperación en 2021, el PIB seguirá ampliamente por debajo de la tendencia", apuntan sobre México. "Y Brasil está en una situación similar, con mucha capacidad ociosa en la economía”, cierran los técnicos del Instituto de Finanzas Internacionales. Sin que haya terminado aún marzo ya hay algo claro: 2020 será un año para olvidar.

Las cerealeras cruzan a los intendentes por el bloqueo de camiones: "ponen en riesgo la seguridad alimentaria"

Pidieron la intervención de los gobernadores para que garanticen la libre circulación y que adopten otras medidas para prevenir el coronavirus.

En una fuerte respuesta al bloqueo de camiones impulsado por los intendentes del interior como prevención al coronavirus, el campo pidió la intervención de los gobernadores y advirtió: "están poniendo en riesgo la seguridad alimentaria nacional".

La solicitud fue firmada por toda la cadena de comercialización de productos agropecuarios, desde bolsas de cereales y de comercio; cámaras de feedlot, de biocombustibles, arroceros, legumbres, maíz, aceiteros, exportadores cerealeros y lecheros; centros bursátiles como el Matba Rofex y entidades de relevancia tal como la Federación Agraria Argentina o la Confederación Rural Argentina, entre otras.

En la carta, dan cuenta de los inconvenientes que generan las medidas municipales. "Las prohibiciones de circulación hacen imposible cargar la mercadería generando faltantes en todos los lugares de recepción de maíz, trigo, soja, cebada, sorgo, girasol entre otros granos e insumos agropecuarios", afirman.

El conflicto surgió cuando el jefe comunal de Timbúes anunció el bloqueo de las terminales portuarias para prevenir la propagación del coronavirus. A pesar de que el propio Ministerio de Transporte salió a cuestionar esta medida y solicitó que se facilite la actividad de los transportistas, las restricciones se extendieron a toda la actividad agropecuaria en más de 70 distritos.

Es por eso que las entidades rurales ahora apelan directamente a los gobernadores, con la esperanza de un mayor control de su territorio. "Les solicitamos tengan a bien arbitrar los medios necesarios para desalentar estas medidas municipales y ordenar el flujo de alimentos imprescindibles", demandan.


"Los cierres de acceso a Municipios pueden generar en los próximos días (más aun con el inicio de la cosecha gruesa del país) una parálisis de la comercialización de insumo, granos y subproductos, para la industria nacional de consumo así como para la exportación", alertan.

Si bien sostienen que es entendible la preocupación sanitaria de los intendentes, destacan que en todas las plantas instrumentaron "protocolos preventivos sanitarios estrictos incluyendo controles de temperatura a todo el personal y prestadores de servicios".

"Proponemos buscar alternativas que permitan la circulación, por ejemplo, los corredores seguros en cada Provincia y Municipios para ordenar el tránsito de insumos y mercaderías de la cadena agroindustrial", agregan.

Trump quiere "reabrir" EU para Pascuas: "Miles mueren de gripe por año y no por eso paramos todo"

"Miles mueren de gripe todos los años y no paramos todo por eso", argumentó el presidente. EU ya es el tercer país con más contagios.


El presidente estadounidense Donald Trump volvió a desafiar las restricciones puestas en práctica por la crisis del coronavirus y afirmó que le gustaría que la economía del país estuviese en marcha para las próximas Pascuas.

"Me encantaría que estuviera abierta para la Pascua", dijo el mandatario este martes durante una entrevista con Fox News, su cadena favorita. "Me encantaría que estuviera abierta y me muero de ganas para que sea en Pascua", dijo el Presidente sobre la economía norteamericana.

Trump, quien el lunes ya había dando indicios de sus deseos al tuitear que "la cura no podía ser peor que la enfermedad" en relación a los esfuerzos para contener el Covid-19, argumentó que miles de estadounidenses morían todos los años por gripe o accidentes de auto "y no por eso paramos el país".

Trump lanzó su desafío el mismo día que la Organización Mundial de la Salud advirtió que Estados Unidos puede ser el próximo epicentro mundial de la pandemia, por el crecimiento descontrolado de casos que vive la potencia del norte.


Es curioso el timming de Trump porque justo este lunes la Organización Mundial de la Salud advirtió que Estados Unidos puede ser el próximo epicentro de la pandemia, por el crecimiento descontrolado de casos que vive la potencia del norte. En sólo días, el avance de los contagios en el país superó a España y ahora es el tercero más afectado por el coronavirus después de China (81.591) e Italia (63.927), con 49.768 casos confirmados -la mayoría concentrados en el estado de Nueva York- y 600 muertes.

Si bien Estados Unidos acaba de convertirse en el tercer país con más contagios del mundo con 35,000 casos positivos, y en contra de lo que aconsejan todos los expertos sobre la salud, quienes abogan por el aislamiento y el distanciamiento social, el mandatario republicano aseguró que cuando los 15 días de cerrazón expiren el próximo 31 de marzo, se tomará una decisión.

"En ese momento evaluaremos y le daremos más tiempo si se necesita un poco más de tiempo, pero necesitamos abrir el país", sostuvo Trump, quien admitió que debió ser convencido por sus asesores para imponer medidas drásticas que restringieran la actividad comercial y social a lo largo del país.

Y añadió: "Tenemos que regresar a trabajar, mucho antes de lo que la gente pensaba".


Al mismo tiempo que Trump hablaba en vivo por la cadena Fox, legisladores republicanos y demócratas seguían negociando por el paquete de estímulo de casi 2 billones de dólares que impulsa la Casa Blanca y ya fuese aprobado por el Senado.

Si bien el lunes parecía que el oficialismo y la oposición no llegarían a un acuerdo, especialmente por la exigencia demócrata de incluir mayores beneficios de desempleo y cobertura médica, además de exigir mayor supervisión a los préstamos para las grandes corporaciones, este jornada las posiciones comenzaron a acercarse.


Tanto el secretario del Tesoro Steve Mnuchin como el jefe de la bancada demócrata del Senado, Chuck Schumer, dijeron que estaban cerca de llegar a un acuerdo que podrían llegar a votar la noche de este mismo martes.

Las perspectivas de un multimillonario paquete aprobado por los dos partidos para contrarrestar en la economía los impactos del coronavirus fue bien recibido por los mercados, con Wall Street abriendo la jornada con ganancias de un 5%, luego de casi tres semanas de pérdidas.

Goldman Sachs estima una caída de 9 puntos del PBI de Europa por el coronavirus

El banco de inversión señala que España junto con Italia tendrá un gran aumento del déficit público, que llegaría al 10 % del Producto Bruto Interno.


El banco de inversión estadounidense Goldman Sachs pronostica que la economía española se desplomará el 9,7 % en 2020 y que el déficit público podría llegar al 10 % del PIB por la crisis de emergencia sanitaria del coronavirus.

En un informe publicado este martes, Goldman Sachs señala que España junto con Italia tendrá un gran aumento del déficit público, que llegaría al 10 % del PIB, debido a las medidas de gasto urgente que se están adoptando para frenar la emergencia sanitaria y el impacto de la crisis económica en las empresas, trabajadores y familias.


Para la Eurozona, la entidad estima una caída del PIB del 9 % y mientras la actividad italiana bajaría el 11,6 %, el mayor descenso, las economías de Alemania y Francia se desplomarían el 8,9 % y el 7,4 % y fuera de la UE, el PIB del Reino Unido caería el 7,5 %.

Sin embargo el análisis señala una recuperación importantísima para 2021, cuando el PIB español remontaría el 8,5 %, un nivel superior a la media de la zona Euro que estima en el 7,8 % de crecimiento.

Goldman Sachs también añade que la normalización de la actividad sería más rápida en Alemania y Francia que en Italia y España debido a que los primeros han anunciado un apoyo fiscal significativamente mayor para la economía, incluyendo garantías ilimitadas de préstamos.

También destaca que el sector industrial alemán tiene mayor facilidad de recuperación que el del turismo, que impacta más gravemente en España e Italia.

Trump bets that voters are as impatient as he is

The president’s political calculus on coronavirus is now clear — let others own the shutdowns.


President Donald Trump’s vow Tuesday that he would “love to have the country opened up and just raring to go by Easter,” less than three weeks from now, was the clearest signal yet of the political logic he hopes to follow in a presidential campaign shadowed by global pandemic.

He is eager to own the only good thing about a crisis that has paralyzed the country and left millions of people in housebound despair: The reality that life will at some point slowly lurch back to normal.

He is determined to make other people—specifically, governors and public health officials—own everything else, including the reality that massive shutdowns will continue long after the Christian holy day on April 12.

Trump’s Monday evening briefing at the White House and his remarks this afternoon at a “virtual townhall” hosted in the Rose Garden represented a new chapter in audacity from a president who has already authored volumes on the theme.

His pledges about a return “much sooner than expected,” as he put it Monday, to a functioning economy, in which people can return to work and schools and the familiar rituals of consumer culture, is in defiance of what health experts in his own administration say will likely be necessary to slow the spread of COVID-19 and prevent hospitals from being overrun. It is in defiance, too, of closures of schools and businesses that governors in both parties have already ordered beyond April 12.




Increasingly, though, it has become clear that the gap between Trump’s optimism and impatience and the caution and gravity of other figures in the crisis is exactly the point, in political terms.

It reflects his reading of the power dynamics of this crisis. The one thing he has complete authority over is the words that come from his own mouth. Other people, especially governors, can assume the legal authority over closures and public sacrifice that flows from them.

This appraisal reflects a narrow view of presidential power, especially from someone who is often perceived as trying to expand the prerogatives of his office. No concern about federalism likely would stop a president who wanted the responsibility from leading a consistent nationwide response in concert with state and local officials, who would be hard-pressed to stand in defiance of a national plan.

But it has become clear that when it comes to coronavirus Trump does not want this responsibility. He says governors are free to navigate the situation in their state; he’s also free to second-guess any decision they make that he doesn’t like.

In the Fox News session, for example, Trump took shots at New York Gov. Andrew Cuomo, who has pleaded with the administration for help in getting more ventilators to the state, currently the county’s epicenter of COVID-19 and nearing the limits of its capacity to help stricken patients.

He referred to unsupported allegations from former New York Lt. Gov. Betsy McCaughey that in 2015 Cuomo had turned down a chance to increase the state’s ventilator stockpile. “I’m not blaming him or anything else, but he shouldn’t be talking about us,” Trump told Fox’s Bill Hemmer. “He’s supposed to be buying his own ventilators.”


Trump: America is not 'built to be shutdown'


Later in the session, when Deborah Birx, the coordinator of the White House’s coronavirus task force said New York City’s problems are exacerbated by its density, Trump interjected, “Do you blame the governor for that?” Birx didn’t answer her boss’s question.

Cumulatively, Trump’s appearances in recent days have offered an answer on the briefly in-doubt question of whether a pandemic would force alteration of Trump’s basic rally-his-partisans, blame-his-adversaries political style. The answer: no.

In a televised Oval Office speech on March 11, Trump implored: “We must put politics aside, stop the partisanship, and unify together as one nation and one family.”

Now, he has signaled that the country may be in the pandemic together—“parts of our country are very lightly affected,” he said Monday—but the response will be guided by conflicting voices. He said at that briefing if it were “up to the doctors” they would say “let’s keep it shut down” across the world “for a couple years.”

Whatever the element of political calculation, the Rose Garden appearance also made clear that Trump is also genuinely frustrated by the dictates of health experts that the more extensive the shutdown the greater the effectiveness—no matter the associated human and economic cost.

“We lose much more than that to automobile accidents,” Trump said. “We don't call up the automobile companies and say stop making cars. We have to get back to work.”

COVID-19 has so far killed under 700 people in the United States, compared to just under 39,000 auto fatalities in 2019. But disease experts say if uncontained COVID-19 could kill hundreds of thousands in the United States.


While Trump’s handling of the crisis has drawn fierce criticism from many quarters—particularly his downplaying of the severity in January and February and bogus prediction that cases would soon be “down to zero”—there is evidence that general public appraisals are more generous.

The Gallup organization Tuesday released a poll showing 49 percent job approval for Trump, tied for his highest ever.

“Trump's response to the novel coronavirus pandemic may be behind his higher overall approval rating,” Gallup said, in announcing the data. “Americans give the president generally positive reviews for his handling of the situation, with 60% approving and 38% disapproving. Ninety-four percent of Republicans, 60% of independents and 27% of Democrats approve of his response.”

The polling organization also noted that presidents typically see approval ratings rise amid crisis at home or abroad, but the gains usually prove perishable.

Yuval Harari y el coronavirus: el gurú israelí alertó sobre los riesgos de un mundo que será completamente distinto después de la pandemia


Yuval Noah Harari, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalem, durante una reciente sesión del Foro Económico de Davos.


En un impactante artículo en la publicación británica The Financial Times, el historiador israelí Yuval Noah Harari reconoce que la humanidad enfrenta una crisis global de grandes dimensiones y alerta que las decisiones que se tomen moldearán nuestras vidas durante varios años y el riesgo de que la adopción de medios de vigilancia biométrica masiva trascienda la emergencia y habilite a que gobiernos y corporaciones controlen nuestras vidas. Además, critica severamente al presidente de EEUU, Donald Trump, por tomar decisiones unilaterales, lo que dificulta una acción global no sólo para combatir el virus sino también limitar el daño a la economía mundial.


“La humanidad enfrenta una crisis global. Tal vez la más grande de nuestra generación. Las decisiones que la gente y los gobiernos tomen en las próximas semanas", dice el artículo, “... no sólo formatearán nuestro sistema de salud, sino también nuestra economía, nuestra política y nuestra cultura”.


Por eso, Harari pide “tener en cuenta las consecuencias de largo plazo de nuestras acciones” y preguntarnos “no sólo como superar la amenaza inmediata, sino también en qué clase de mundo viviremos cuando pase la tormenta”, porque “viviremos en un mundo diferente”.


En situaciones de emergencia, alerta el autor de “De animales a dioses”, “Homo Deus” y “21 lecciones para el siglo 21”, decisiones que normalmente llevan años de deliberación se toman en cuestión de horas y tecnologías inmaduras e incluso peligrosas se ponen en servicio porque los riesgos de no hacerlo son aún mayores. Naciones enteras, explica, hacen experimentos de gran escala que ni escuelas o universidades aceptarían tomar en tiempos normales.


Según Harari, las dos opciones más importantes del momento son entre “vigilancia totalitaria o empoderamiento de los ciudadanos” y “aislamiento nacionalista o solidaridad global”.


En la extensa nota, el autor explica que las actuales técnicas de vigilancia permiten a los gobiernos apoyarse en sensores ubicuos y algoritmos en vez de espías humanos y que en la batalla contra el coronavirus se han desplegado nuevas herramientas.


Al respecto, da el ejemplo de China, que mediante el monitoreo de smartphones y el uso de millones de cámaras de reconocimiento facial y obligando a los chinos a chequear y reportar su temperatura corporal y condiciones médicas logró detectar no sólo a los portadores del virus sino también trazar sus movimiento e identificar a todos con quienes estuvo en contacto.


Una de las claves del análisis de Harari es que ahora gobiernos y corporaciones tienen a su disposición herramientas antes impensadas. "Si no somos cuidadosos, la epidemia puede marcar un hito en la historia de la vigilancia -advierte- no tanto porque podría normalizar el despliegue de herramientas de vigilancia masiva en países que hasta ahora las han rechazado, sino más bien porque representa una dramática transición de vigilancia ‘sobre la piel’ a vigilancia ‘bajo la piel’”.
Grupo de personas con máscaras faciales frente a un centro comercial en Pekín mientras el país es golpeado por un brote de coronavirus


Hasta ahora, explica, cuando el dedo de una persona tocaba la pantalla de un smartphone o clickeaba un link en una tablet o computadora, el gobierno podía saber qué estaba tocando. Con el coronavirus, ahora también quiere saber la temperatura del dedo y la presión sanguínea debajo de de su piel.


El uso masivo de esas técnicas permitirá en un futuro cercano que gobiernos y corporaciones sepan si una persona está enferma, antes que la propia persona, y dónde y con quiénes estuvo. En tiempos de crisis, reconoce, estas tecnologías acortan drásticamente el tiempo para detectar cadenas infecciosas e incluso cortarlas de plano. Eso es maravilloso, reconoce, pero puede legitimar un temible sistema de vigilancia en el que gobiernos y corporaciones no sólo podrán saber las preferencias políticas de un ciudadano, sino también sus reacciones emocionales al mirar, por ejemplo, un videoclip, lo que les permitirá vigilarlo y manipularlo mejor.

En una crisis como la actual, ciertas herramientas permiten acortar drásticamente la detección de cadenas infecciosas, pero también pueden legitimar que en el futuro gobiernos y corporaciones vigilen no sólo las preferencias políticas de los ciudadanos sino que también puedan conocer y manipular las reacciones emocionales de los ciudadanos


“El enojo, la alegría, el aburrimiento y el amor son fenómenos biológicos, como la fiebre y la tos. La misma tecnología que identifica un estornudo puede identificar una sonrisa. Si los gobiernos y las corporaciones empiezan a acumular nuestros datos biométricos en masa, llegarán a conocernos mejor que nosotros mismos y podrán no sólo predecir nuestros sentimientos, sino también manipularlos y venderlos, lo que quieran: sea un producto o un político”, dice un pasaje, y sitúa un imaginario 2030 en Corea del Norte, en el que el gobierno, obligando a los ciudadanos a usar pulseras biométricas las 24 horas del día, sabe al instante de la furia de alguien ante una determinada frase o gesto de “el gran líder”.

Como ejemplo de la tendencia de los gobierno a extender emergencias, Harari recuerda que su propio país, Israel, aún no abolió las leyes de emergencia de 1948, durante la guerra de Independencia. Incluso si las infecciones de coronavirus se reducen a cero” -señala- algunos gobiernos “hambrientos de datos” mantendrán la vigilancia biométrica por si surge algún nuevo virus. La batalla de la privacidad puede perderse, dice, porque cuando hay que elegir entre privacidad y salud, habitualmente se elige la salud.

Ese planteo, dice, es la raíz del problema, porque es un falso dilema. Mejor que parar el coronavirus con sistemas de vigilancia totalitarios, plantea, es hacerlo empoderando a los ciudadanos, como hicieron Corea del Sur, Taiwán y Singapur, que usaron mecanismos de trazado de ciudadanos, pero se apoyaron mucho más en el testeo masivo y el reporte voluntario de una ciudadanía bien informada y dispuesta a cooperar. Según Harari, cuando a la gente se le dicen los hechos científicos y la gente confía en las autoridades que se lo dicen, puede hacer lo correcto sin que el “Gran Hermano” la vigile. “Un pueblo motivado y bien informado es mucho más poderoso y efectivo que un pueblo vigilado e ignorante”.

Como ejemplo, cita el lavado de manos, “uno de los más grandes avances en la historia de la higiene”, que salva millones de vidas cada año, pero cuya importancia fue descubierta recién en el siglo XIX, al punto que antes ni siquiera médicos y asistentes sanitarios se lavaban las manos incluso después de una operación. Gente bien informada se lava las manos, dice, porque entiende porqué debe hacerlo.

Uno de los problemas, añade, es que para lograr esa cooperación “la gente necesita confiar en la ciencia, confiar en las autoridades públicas y confiar en los medios”. Pero, se lamenta, “políticos irresponsables han deliberadamente socavado la confianza en la ciencia, en las autoridades públicas y en los medios”. Ahora, prosigue, “esos mismos políticos irresponsables podrían estar tentados de tomar el camino del autoritarismo, argumentando que no se puede confiar en que la gente haga lo correcto”.


En cuanto a la opción entre aislamiento nacionalista y solidaridad global, Harari afirma que así como la pandemia y la crisis económica resultante son “problemas globales”, sólo pueden ser resueltos mediante la cooperación global. Para ello, sigue, es necesario compartir la información, que define como “la gran ventaja de los humanos sobre un virus”.


En ese sentido, llama a confiar más en la información que aporten los científicos y expertos en salud más que en las teorías conspirativos y políticos autoreferenciales. Como ejemplo de cooperación cita la distribución, basada en la información sobre las diferentes situaciones de los países a medida que pasan las semanas, no sólo de información, sino también de equipamiento médico e incluso de médicos, lo que requiere un acuerdo global sobre el movimiento de pasajeros, para permitir el desplazamiento de “viajeros esenciales”, mediante un sistema de monitoreo de los mismos, de modo que quienes viajen no teman compartir travesía con otros pasajeros.



En cuanto al frente económico, Harari apunta que dado el carácter global de la economía y las cadenas de aprovisionamiento, si cada gobierno actúa por las suyas ignorando a los demás, el resultado será el caos y una crisis económica más profunda. Por eso, dice, se necesita "un plan global”.


Desafortunadamente, no es lo que está sucediendo, ya que una “parálisis colectiva” se apoderó de la comunidad internacional. Ejemplo de eso es que el G7 apenas logró organizar un videoconferencia la semana pasada, de la que no surgió plan alguno.


Al respecto, Harari critica severamente al actual gobierno de EEUU. En crisis previas, recuerda, como la financiera de 2008/09 y la epidemia de Ébola de 2014, EEUU asumió ese rol, que Donald Trump abdicó, dice porque “le importa más la grandeza de América que el futuro de la humanidad”.


Incluso si EEUU cambia de enfoque, dice Harari, será difícil coordinar un plan global con un líder “que nunca se hace responsable, que nunca admite errores y que usualmente se atribuye todos los méritos a sí mismo y la culpa a los demás”. Si el vacío que dejó EEUU no es llenado por otros países no sólo será más difícil parar la epidemia, sino que su legado será envenenar las relaciones internacionales por muchos años, señala.


Cada crisis es también una oportunidad y es posible que la actual epidemia ayude a la humanidad a entender el agudo peligro de la falta de unidad global, concluye Harari, quien plantea la opción entre “recorrer la ruta de la desunión o adoptar el camino de la solidaridad global; si elegimos la desunión no sólo se prolongará la crisis, sino que habrá otras peores en el futuro. Si elegimos la solidaridad, no sólo lograremos la victoria contra el coronavirus, sino contra futuras epidemias y crisis que puedan amenazar a la humanidad en el siglo XXI".

Revelan una encuesta que mostraba el apoyo de la sociedad al golpe del '76




El sondeo realizado por la consultora Aresco afirmaba que "un 86% de la población ofrecía al Proceso un campo de acción política lo suficientemente extendido como para intentar un proyecto a largo plazo".





Con el retorno de la democracia en 1983 se originó en la Argentina un intenso debate sobre los crímenes cometidos durante la última dictadura militar y la nueva etapa política que se abrió en el país.

Sin embargo, una encuesta hecha en esos años aporta una incómoda mirada: en 1983 el 86% de la sociedad reconocía distintos niveles de "alivio" al recordar el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 que dio inicio al régimen de facto.

Así se desprende de un sondeo realizado por la consultora Aresco, de Julio Aurelio, que se propuso medir las expectativas frente al gobierno militar de 1976 y que fue entregado al mismísimo Raúl Alfonsín durante su primer año de presidencia.

"La casi unánime descalificación del gobierno peronista constituye, sin duda el antecedente inmediato que explica la dosis de expectativas positivas que acompañaron la instalación de un gobierno militar, en marzo de 1976", comienza el informe.

Las cifras adjuntas en el análisis dan sustento a esta afirmación. Si bien en 1983 sólo el 14% de los consultados rechazaba la expectativa de un golpe militar, entre el 46% generaba entusiasmo y alivio, indiferencia para el 24% y desconfianza en el 16%.

"Nótese que la actitud predominante es el "alivio", esto es, una actitud pasiva que implica más que adhesión a lo que viene, un consenso tácito, permisivo", continúa el reporte y concluye: "En suma, desde la adhesión activa hasta la simple desconfianza, un 86% de la población ofrecía al Proceso un campo de acción política lo suficientemente extendido como para intentar un proyecto a largo plazo, sin oposiciones netas a la vista".

La construcción del #DiscursoDePoder de la #MarcaPolítíca




Rubén Weinsteiner





La primera condición de competitividad de una marca política, está dada por la construcción de un discurso de poder.
Un político que analiza con eficacia, que  incluso explica lo que hay que hacer, lo que no y como, puede ser percibido como un excelente analista, pero eso no lo comvierte en una marca política competitiva.

Ante quienes construir ese discurso de poder?



a) Ciudadanos (votos)

b) “La política” (checkpoint)

c) Players empresariales y corporativos (financiación y apoyo)

d) Medios (comunicación, apoyo)



Pero que es el Discurso de poder ?

El discurso político debe organizar las percepciones que queremos construir en la cabeza de la gente. Esas percepciones tienen que ver con la valoración y ponderación de la realidad y con el posicionamiento de nuestra marca política.

El Poder es la potencialidad de acción. Es una construcción que consiste en una percepción que determine que A puede hacer x.

El discurso político tiene tres tipos de destinatarios básicos:

a) El co destinatario: el militante, el convencido
b) El para destinatario: el sujeto sobre el cual pretendemos colonizar subjetividades.
c) El contra destinatario: el adversario político-ideológico, el competidor electoral.

Los tres grupos deben ser micro segmentados para poder intervenir de manera precisa y quirúrgica.

El discurso de poder, es decir la construcción de la percepción de un determinado problem y la construcción de la percepción de que podemos hacer algo determinado para resolverlo tiene características específicas para cada uno de estos tres grupos.
Mientras para el primero, el militante la percepción debe tener más mística, religiosidad y compromiso, con para el destinatario se impone una intervención que lea la cancha del otro, sus percepciones y pueda intervenir desde sus presupuestos y paradigmas emocionales. En el caso del tercer grupo, el antagonista es usado basicamente para afirmar lo que uno no es, por lo tanto es distinto a. La visibilidad comienza en la diferencia y la identidad se consolida a partir de ella.

Reset

Cuando tiene lugar una crisis profunda, económica, social o política, o las tres juntas, se produce un reseteo en términos de los sistemas de preferencias.

El 2001 fue un reset profundo. Votantes que jamás hubieran votado por el peronismo, se hicieron kirchneristas, y hoy no imaginan votar a alguien no peronista. Progres que veían a Macri como un límite, se hicieron macristas, el espacio público se volvió a poblar de actores, los jóvenes volvieron a la política.

Estos contextos constituyen un escenario ideal para marcas políticas innovadoras.

Las demandas se renuevan y resignifican, por eso hace falta segmentar por variables blandas, por pertinencia y pertenencia, no tanto por lo que la gente es, sino por lo que hace, lo que le interesa, lo que la motiva, lo que desea.

Esta segmentación etnográfica 4.0 se ve potenciada por la big data, y nos permite intervenir como nunca con un discurso de poder potente.

Responder a las demandas es construir el discurso.

Desarrollar un imput de lectura de esas nuevas demandas de los segmentos determinados por la estrategia y desplegar un discurso de promesa de output que se constituye en el reason why de nuestra marca política.

Ese discurso debe organizar las percepciones de la realidad, para poder plantear la problematización de la misma.

Las realidades en si mismas no constituyen “el problema”, hasta que no se las organiza.

Que haya una caída fuerte del salario, crezca el desempleo, cierren pymes, la inflación de devore el poder adquisitivo del salario o un la recesión destruye la actividad, no hace que la gente salga a la calle o vote contra alguien per se.

Quizás un gobierno logre que la población culpe a la pesada herencia, o a la corrupción o que pasaron cosas, o a la mala suerte por estos hechos.

La atribución del significado reptiliano-emocional a hechos objetivos no es unívoca. Y esa interpretación es el campo de batalla por la subjetividad.

Esa subjetividad consiste en lograr el insight del sujeto de elección sobre los mecanismos de causa-efecto de políticas y problemáticas, aún las no tipificadas.

El proceso de construcción del reason why del problema es:

a) Diagnóstico del problema y nominación. Narrativa de la problematización para transformar una mayoría social que sufre el problema, en una mayoría política.

b) Corporización de los actores e intervención de los mismos en el proceso problematizador en términos de causa y efecto

c) Acción, expectativa, solución que genere esperanza e ilusión. Las expectativas son las que nos permiten idealizar futuras realidades. El noviazgo es expectativa, el matrimono es la realidad.


El Naming del problema

Hay cosas que existieron siempre: el bullyng, el grooming, las start ups, etc. Pero recién cuando las denominamos, podemos darle entidad y operar sobre ellas en el plano de la realidad. El naming del problema debe constituirse en significante y conectar heterogeneidades diversas para poder ser horizontal, en lugar de "divide y vencerás", decimos, "agrupa y vencerás" el problema debe aglutinar, juntar, hacer confluir

El problema debe tener un nombre, y los actores también.

Instalado el problema en el imaginario y en la agenda, resulta ineludible para todos los sectores de la vida política y social, y los nombres, tanto del problema como de los actores, pasan a ser asumidos por todos los jugadores. De eso se trata la hegemonía cultural.

Esto se da cuando un diario de derecha liberal habla de "capitalismo salvaje" o cuando le preguntaban a Margaret Tatcher, sobre cuál había sido el mayor logro de su gobierno y respondió: Tony Blair (teniendo en cuenta que Blair representaba a la izquierda laborista, pero compartía los presupuestos del liberalismo económico).

Hay un problema, no es producto de los desastres naturales o que pasaron cosas, o culpa de otro, hay causas y responsables, hay soluciones.

Un ejemplo claro lo constituye "La Guerra del gas" en Bolivia. Durante muchos años Bolivia tuvo una grieta de 3 sectores: los europeos, los indigenas, la izquierda mestiza. Ninguno confiaba en el otro, los europeos de Santa Cruz veían a los otros 2 grupos como atrasados, los indigenas se sentían discriminados e invadidos por los europeos y rechazaban el socialismo del MAS, porque entre los aymarás y los quechuas la propiedad privada era un pilar fundamental. Los socialistas rechazaban a los europeos por racistas y a los indigenas por no aceptar el socialismo.


En 2002 Evo Morales hizo el primer intento de juntar por primera vez a los indigenas y a la izquerda y obtuvo el 20% de los votos. Pero el salto lo dio en 2003 con la llamada "Guerra del gas", ahi encontró el significante aglutinador y lo dotó de significados, para juntar a todos los opositores con "El gas no se vende". De un lado quedaron los que querían privatizar el gas y del otro lado los que querían nacionalizarlo. Tres años más tarde Evo llegaría al poder con otro significante aglutinador "Viva la Coca". Un significante que planteaba lo autóctono contra las imposiciones de EE.UU. con la guerra contra los cultivos de Coca. A partir de allí la lucha por la construcción del problema, y la construcción del significante aglutinador la dieron los europeos, que plantearon la lucha contra "la dictadura" "el centralismo" "el atraso", planteando el autonomismo como solución al problema y promesa de marca política.

La respuesta de Evo fue construir "el pueblo indigena contra la derecha transnacional y traidora" y sancionar después de un referéndum una nueva constitución con tres pilares:

1) Estado plurinacional (integración, legitimación y reivindicación de los indigenas)

2) Estado soberano (lucha contra las multinacionales)

3) Estado autonómico ( con esto les robó uno de los reason whys a los europeos)

Con el último punto golpeó fuerte a la oposición.

Hoja de ruta
1) Construcción de "el problema"
2) Agrupación de realidades heterogéneas en torno al significante
3) Naming
4) Actores
5)Solución

La construcción del "problema" es el paso más estratégico en la construcción del discurso.
El imput en el discurso y la construcción del output transformado en "reason why" es la diferencia entre comunicar y construir una marca política, es decir, es la diferencia entre que vos quieras lo que yo tengo y que yo tenga lo que vos querés.

El discurso de poder es organizar las percepciones en función de que la gente sienta, crea, esté convencida que A puede hacer x.





Rubén Weinsteiner