Bolsonaro, acusó a Haddad, de alentar una puja entre católicos y evangélicos

Religión no escapa al duelo por la presidencia Bolsonaro-Haddad

El Cristo Redentor, emblema de Río y partidarios de Lula

El candidato presidencial favorito, Jair Bolsonaro, acusó a su adversario, Fernando Haddad, de alentar una puja entre católicos y evangélicos, y éste replicó convocando a pastores "disidentes" y asistiendo a una misa católica, oficiada por un sacerdote progresista.
Un día después de iniciada la campaña hacia el balotaje el clima de guerra política se traslada al campo confesional, mientras el Papa envía un saludo por el día de la Patrona Nacional. El católico de derecha Bolsonaro pasó a llamarse Jair Messias Bolsonaro en 2016 cuando fue bautizado por un pastor evangélico durante una visita a Israel.
Si bien no abandonó su credo original, el catolicismo, el candidato del Partido Social Liberal fue enfático en agradecer a los electores "evangélicos" su primer lugar en la votación del domingo pasado cuando obtuvo el 46% de los votos contra el 29% de Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT), y por sólo cuatro puntos no fue elegido presidente, pero se perfila como franco favorito hacia el balotaje del 28 de octubre.
La propaganda hacia el segundo turno comenzó ayer con fuertes cruces de denuncias entre Bolsonaro, del Partido Social Liberal (PSL) y Haddad, que se repitieron este sábado.
"Como si no fuera suficiente con la división de Brasil dejada por el Partido de los Trabajadores (PT), ahora también está predicando la división entre católicos y evangélicos", afirmó hoy Bolsonaro.
"El señor Haddad ha perdido la compostura, nosotros tenemos que unir a Brasil", subrayó el candidato del PSL, casado en terceras nupcias con una mujer mucho más joven que él, ella evangélica, con quien tuvo una niña de 7 años.
Hace poco menos de un mes Bolsonaro recibió el apoyo oficial del poderoso obispo Edir Macedo, titular de la cadena de medios Record y máxima autoridad de la Iglesia Universal del Reino de Dios.
Bolsonaro tiene el 62% de intenciones de voto de los evangélicos contra el 25% de Haddad, según una encuesta de Datafolha sobre el segundo turno que se realizará a fin de mes.
Ayer, en el día de la Patrona Nacional, el papa Francisco envió un mensaje de corte religioso al pedir a los fieles que "busquen a Nuestras Señora de Aparecida en sus corazones".
En la Basílica Nacional, en el interior de San Pablo, hubo políticos de varias extracciones políticas y homilías pidiendo la "unión" y recomendando apaciguar el clima de "polarización".

Mientras tanto, en la ciudad de San Pablo, el candidato petista Haddad, cargó contra el líder evangélico Edir Macedo tildándolo de "charlatán" y de incitar a una "guerra".
Los dichos de Haddad fueron rebatidos por la Iglesia Universal para la cual el candidato del PT utilizó un discurso "delictivo", propio de quien representa a un partido que amenaza a los "valores cristianos como la familia, la honra y la decencia".
Haddad participó en una misa católica en San Pablo, celebrada por un sacerdote considerado "progresista" poco después de reunirse con la cúpula de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil.

El diario Folha de San Pablo informó hoy que Haddad inició contactos con pastores evangélicos "disidentes" de Edir Macedo y los líderes de las sectas neopentecostales, que en su mayoría respaldan a Bolsonaro.
Uno de esos referentes del evangelismo disidente, que rechaza votar a Bolsonaro, es el pastor Ariovaldo Ramos, de la iglesia Comunidad Cristiana Renovada.
Según el diario Folha, los publicistas del PT comenzaron a grabar un spot con testimonios de pastores que se oponen a Bolsonaro, que puede salir al aire en los próximos días en la publicidad transmitida en cadena nacional, en el horario obligatorio fijado por ley.

Dueño de Cencosud:“Es un dolor, ver a Argentina en estas condiciones”

Horts Paulmann: opina sobre la gestión de Macri, los empresarios y la "debacle" nacional. Concedió una entrevista al diario chileno El Mercurio, tras cinco años de silencio.

Para Paulmann en Argentina los empresarios no quieren competencia

Con 83 años y cuatro hijos, Horst Paulmann sigue activo liderando los cambios de Cencosud, compañía que creó en 1963 y opera en cinco países: Chile, Argentina, Brasil y Colombia. Vivió 21 años en el país hasta el 2002. En 1982 abrió su primer Jumbo en Buenos Aires, en 1988 inauguró Unicenter Shopping, en 1993 creó Easy, en 2006 compró Disco. También sumó Vea y Blaistein. Tras cinco años sin conceder reportajes, el diario chileno El Mercurio logró entrevistarlo y Paulmann, un gran conocedor de este país, analizó en profundidad cómo ve a la Argentina.

Como simple ejemplo de la vitalidad del dueño de Cencosud y a propósito de su reciente paternidad, fue consultado sobre cuántos hijos más piensa tener. Fue claro: "El Mercurio publicó una nota que decía que la humanidad hoy vive hasta los 122 años. Me quedan 39 años por delante, así es que tengo mucho tiempo para tener muchos hijos más. Sólo depende de las circunstancias. Si Chile hace lo mismo que Argentina, tendré que cuidarme un poquito”.


"Los argentinos no quieren competir. Quieren hacer sus televisores en la Patagonia y lo venden más caro"


Hace pocas horas asumió la gerencia general corporativa de Cencosud, Andreas Gebhardt Strobel, en reemplazo de Jaime Soler. Su objetivo “es llevar adelante la anunciada IPO o salida a la Bolsa, en torno del 25% del negocio inmobiliario del grupo; bajar los niveles de endeudamiento —llega a US$ 5.137 millones, según datos de Bloomberg—; lograr abrir la torre Costanera Center —que tras años de tratativas aún no cuenta con las autorizaciones legales para poder hacerlo— y sortear las dificultades en dos mercados relevantes donde opera Cencosud —Brasil y Argentina—, están dentro de esta combinación de desafíos. Y todo en medio de resultados que no han sido del todo halagüeños para el conglomerado, con una caída de 39% de sus utilidades al primer semestre, y la vorágine de cambios que llegó para quedarse en el retail , con el comercio online”, señala El Mercurio.


Sobre Argentina disparó: “Llevo 40 años en Argentina y es un dolor para mí y para los argentinos ver a su país en estas condiciones”. Agrega: “Cuando íbamos a hacer la apertura en bolsa vino la debacle en Argentina. Hoy ese país tiene una devaluación de 120% y es imposible incluirlo en esta oferta (...). Estamos saliendo con un IPO que incluye los países del Pacífico y no los del Altiplano”.

Su participación en el mercado argentino en los ingresos totales de la compañía representa el 24,7%. Además de sus marcas de supermercados y retail, es el principal operador de shopping centers, con el 40% de participación, 17 centros comerciales y una superficie de 200.000 metros cuadrados arrendables, explica el diario chileno.


—¿Qué salida tiene Argentina?
—Todo el mundo pensaba que iba a llegar Macri y el mundo entero lo iba a ayudar. Los argentinos tienen que entender que Argentina es mucho más pobre hoy. Si hace cuatro meses una persona ganaba mil dólares, hoy gana 500, porque el dólar ha subido al doble. En Brasil si usted quiere pagar en dólares, no se los aceptan porque a ellos les preocupa su moneda. Pero a los argentinos no les preocupa y quieren dólares. Si alguien les paga en pesos argentinos, van inmediatamente al banco y los cambian por dólares. Porque los han engañado durante mucho tiempo. Hace 75 años Argentina estaba entre los ocho países más ricos del mundo. No hay ningún país en el mundo desarrollado que no tenga una economía abierta, aquí (Argentina) y en Brasil son cerrados. En Argentina los empresarios no quieren competencia.

—¿Cómo evalúa la conducción del Gobierno de Macri?
—Seguimos apoyando a Macri, para que puedan llegar a una economía abierta de mercado. Chile tiene 40 años de ventaja. Los argentinos para llegar a esto necesitan voluntad, pero no quieren hacerlo porque no quieren competir. Quieren hacer sus televisores en la Patagonia: importan la cáscara, le ponen cuatro perillas, lo meten al cajón y lo ponen en el mercado y,como no pueden importar, lo venden más caro.

—¿Ha pensado salir de Argentina?
—En Chile somos 18 millones de habitantes y ellos son 40. Cencosud es retail y tenemos que estar presentes. Todos le tienen miedo a Argentina, pero no podemos tener miedo. Hay
cualquier cantidad de ejecutivos en Cencosud que son argentinos. Los profesionales de ese país se fueron todos a Estados Unidos a trabajar en la banca. Es para llorar.

—¿Cómo están las cosas en Brasil?
—Brasil es un país muy complicado porque nadie sabe qué va a pasar. Tuvieron una época fabulosa con Lula, porque la gente tenía televisor, auto, bicicletas, motos. Trabajan el papá, la mamá, la hija, el hijo. Pero con un tremendo costo, porque a la gente le daban préstamos al 7%. Lula llegaba y regalaba, pero la cuenta hay que pagarla hoy. Están como los argentinos, se la farrearon.

—¿Ha pensado reducir la operación de Cencosud en Brasil?
—No. En Argentina tuvimos una situación peor que esto, una hiperinflación del 5.000%. Brasil tiene 200 millones de habitantes. Si vamos a Francia o a España quedamos dando bote, allá son mucho más inteligentes que nosotros. ¿Vamos a ir a Estados Unidos? Nos vamos a ir a hacer pedazos allá. Nosotros somos de esta parte del mundo y no vamos a entregar Brasil así no más".

—¿Le gustaría estar en otro país?
—No. Con cinco ya tenemos suficiente. Ha sido muy complicado. Colombia va a estrenar nuevo gobierno y realmente hay muchas esperanzas en que esto cambie. Los empresarios ven mucho entusiasmo en Colombia. En Brasil tenemos que ver qué pasa hoy en las elecciones presidenciales. Para nosotros, Brasil no ha sido malo, sino pésimo. Argentina ni hablar lo que pasó, fue un golpe tremendo.

—¿Cuál de todos los mercados es el que más problemas le ha dado?
—Brasil es el país que más problemas nos ha dado y fue por culpa nuestra. Un amigo que murió me dijo cuando compré los supermercados en Argentina: 'tienes que dedicarle el 80% de tu tiempo, si no nunca va a ser tuya'. Nosotros compramos en Brasil y lo dejamos ahí. Nos pasó la cuenta. Usted no puede tener un hijo y olvidarse de él.

Is the economy trying to tell you something ?

Bill Bernbach

Bolsonaro, fake news, validación y guerras asimétricas

Según el antropólogo Piero Leirner, profesor de la Universidad Federal de San Carlos que estudia instituciones militares hace casi 30 años, la comunicación de Bolsonaro se ha valido de métodos y procedimientos bastante avanzados de estrategias militares, manejados de manera "muy inteligente, pensada ".
"No se trata exactamente de una campaña de propaganda; es mucho más una estrategia de criptografía y control, a través de un conjunto de informaciones disonantes", explica Leirner.

"Es parte de lo que se ha llamado" guerra híbrida ": Un conjunto de ataques informativos que utiliza instrumentos no convencionales, como las redes sociales, para fabricar operaciones psicológicas con gran poder ofensivo, capaces de doblar a partir de abajo la asimetría existente en relación con el poder constituido.
En este nuevo paradigma político descrito por Leirner, gestado en guerras "asimétricas" como la de Vietnam (donde los poderes y tácticas militares son muy discrepantes entre los adversarios) y puesto en práctica en las "primaveras" de Oriente Medio, las redes sociales tienen papel central, pues "descentralizan y multiplican las bombas semioticas".

Hay varios recursos de "guerra híbrida" identificables en la campaña bolsonarista con la participación de sus electores: la diseminación de "fake news" es una de ellas, pero la mas curiosa es la información contradictoria que surge de los mismos bolsonaristas.
Bolsonaro ha discrepado públicamente con su vice sobre el aguinaldo y con su mas probable ministro de Economía Paulo Guedes sobre los impuestos.

Son maniobras que al final generan dividendos políticos para Bolsonaro. "Estos movimientos crean un ambiente de disonancia cognitiva: las personas, las instituciones y la prensa quedan completamente desconcertadas. Pero, al fin de cuentas, Bolsonaro reaparece como elemento de restauración del orden, con discurso que apela a valores universales y etéreos: fuerza, religión, familia, jerarquía ", analiza Leirner.
Si alguno ve el rol de Carrio en Cambiemos en esta táctica es un problema de el.
En este ambiente de disonancia, el intercambio de informaciones pasa a ser filtrada por el criterio de la confianza. La gente confía en aquellos que conocen.
En ese universo, entonces, las personas funcionan como "estaciones de repetición": hacen circular las informaciones en diversas redes de personas conocidas, liberando así al propio Bolsonaro de producir contenido. "Él aparece sólo en el momento siguiente, llevando su idea directamente a las personas que realizaron el trabajo de repetición. La gente se queda con una sensación de empoderamiento, se rompe la jerarquía. El resultado es la construcción de la idea de un candidato humilde, que enfrenta a los poderosos, que es "antisistema", dice el antropólogo.
Esos poderosos contra los que se vuelven Bolsonaro y sus seguidores son justamente los agentes que tradicionalmente transmiten las informaciones de manera vertical, como políticos, prensa, instituciones, que son lanzados al descrédito.
Concurrentes como el tucán Geraldo Alckmin y el petista Fernando Haddad, entonces, sufren para alcanzar al electorado con herramientas clásicas de propaganda.
Es difícil establecer un lazo con los votantes, especialmente con aquellos que ya participan en la red bolsonarista y están "blindados".
Si está claro que esas "fake news" generan desinformación y desorientación, el antropólogo cree que aún no se sabe exactamente lo que se puede hacer para combatirlas.
En estas elecciones, el Tribunal Superior Electoral ha sido presionado para tomar alguna medida en relación a ellas, pero ha tenido dificultades para proporcionar respuestas.
"Si una fake news es castigada, otras se generan y las nuevas estaciones entran en la artillería. ¿Al final que es lo que se va a hacer? ¿Sancionar todas las redes? ¿Arrestar a miles de personas? Lo que vamos a ver es si las instituciones van a seguir viendo su propia implosión."
Para Leirner, por fin, la proliferación de noticias falsas colabora para el desplazamiento de poder dentro de instituciones centrales a la democracia, como la Justicia y las Fuerzas Armadas. "Hoy vemos sectores del Estado, especialmente del judicial, entrando en modo invasivo, cada uno se autorizando a intentar establecer una especie de hegemonía propia", dice.

Vote for Putin or you will be forced to have gay sex|||Russian election propaganda


El FMI le puso un freno al sueño mundialista de Argentina 2030

Se necesita una inversión imposible en el marco del acuerdo con el organismo de crédito


Los futboleros tendrán que apelar a la emoción del recuerdo


El sueño de volver a tener una Copa del Mundo en Argentina está "desactivado" a pedido del Fondo Monetario Internacional (FMI). Si bien no hay información oficial y desde la Asociación del Fútbol Argentino se dice que la candidatura está firme, no se presentó hasta ahora la partida presupuestaria para llevar adelante el evento y los análisis técnicos ya adelantaron que se necesita una inversión imposible en el marco de las exigencias del FMI.

Ni la Federación Uruguaya de Fútbol ni la Asociación Paraguaya se refirieron oficialmente a la nueva circunstancia que rodea su candidatura, aunque el director nacional de Deportes de Uruguay, Fernando Cáceres reconoció que “la situación regional ha cambiado”.



El funcionario uruguayo fue el único que habló oficialmente, lo hizo en La oral deportiva, un famoso programa de radio del vecino país, donde explicó que “fue designada la Ministra de Deportes paraguaya hace pocos días. En Argentina sale (Carlos) McAllister de la gestión de deporte en diciembre y se designará a otra persona. En Uruguay sabemos cómo está la cosa. Hay dificultades en la región".

La noticia fue dada a conocer por el portal de deportes Doble Amarilla, que cita fuentes oficiales: “Se va a dejar morir y ya se definió no avanzar en una serie de eventos que se habían planificado”. Y cita un dato clave cuando revela que había un encuentro agendado para el 16 de agosto en Paraguay, un día después de la asunción de Mario Abdo Benítez a la presidencia de la nación, pero fue cancelado. Esa fue la primera señal de enfriamiento, destaca.

Los autores de la investigación estiman que la propia Secretaría de Deportes podría enviar una comunicación oficial negando la información pero las fuentes confirman que Argentina se va a bajar definitivamente.

Las chances, más allá de la experiencia de organizar eventos similares aunque de mucha menor envergadura, como los Juegos Olímpicos de la Juventud, no parecen muchas con las candidaturas de Inglaterra, Gales y Escocia; a las que hace unos días se sumó la de España, Portugal y Marruecos. Trascendió, además, un interés de China.

La candidatura de Uruguay, Argentina y Paraguay, gestada por el primero y festejada por el segundo, que sumó sin previo aviso al tercero —lo que generó cierta tensión—, contaría con el apoyo de algunas federaciones de África y de la Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de Fútbol; por un intercambio de favores, pero tiene el problema de que en 2026 el mundial se hace en EE.UU., México y Canadá.

Más allá de lo que puedan decir las investigaciones y lo que oficialmente salgan a decir las asociaciones de cada país, mucho antes de conseguir las adhesiones, los tres países ya deberían haber formalizado un compromiso oficial a través de sus cancillerías, algo que todavía no ocurrió. Y después de eso, formalizar la candidatura ante la FIFA, lo que debería ocurrir el año que viene.

La razón principal para bajar la candidatura es la inversión que habría que hacer para la organización del evento. Si bien no es público el contenido del acuerdo con el FMI para acceder a u$s57.100 millones, trascendió que el organismo de crédito recomendó olvidarse de cualquier gasto tendiente a organizar megaeventos por los próximos cinco años.

El backstage del portazo de Luis “Toto” Caputo



El despido por dentro: su pelea con el FMI y los whatsapp con Lagarde. Desgaste familiar, escraches y el sueldo gastado en abogados.

Por Alejandro Rebossio | Rodis Recalt


Mauricio Macri le ofreció a Luis Caputo quedarse como su asesor. Ocurrió tres semanas antes de que el ahora ex presidente del Banco Central comunicara su renuncia este 25 de septiembre. Fue cuando acordó su salida con el Presidente ante el confesado desgaste de su relación con el Fondo Monetario Internacional (FMI). “Toto”, el broker exitoso que en diciembre de 2015 incursionó en la función pública, rechazó la propuesta. Optó por ahora por descansar en su casa y dedicarse un tiempo a la familia, que lo vio menos que nunca en los últimos tres años. No lo motiva volver al trading, pero tampoco sabe qué hará.


Caputo, sobre quien pesan 14 causas penales, incluida aquella por la presunta sociedad oculta en Estados Unidos, comentaba que dedicaba todo su sueldo como funcionario a pagar los honorarios a su abogado Matías Cúneo Libarona. Muchas noches, después de trabajar, se juntaba con él para preparar su defensa. También estaba cansado de la exposición pública que le supuso su paso por el Estado, incluido el escrache que le propinó un empresario pyme agobiado por la crisis a fines de agosto en la Trattoria Olivetti. Se quejaba de que uno de los pocos fines de semana largos que se tomó en casi tres años, en agosto pasado, terminó fotografiado panza arriba en Río de Janeiro.


El día en que presentó su renuncia recibió un Whatsapp de Christine Lagarde con un agradecimiento por el trabajo conjunto de los últimos meses: “Sólo tuvimos diferencias en la intervención cambiaria”. Los empleados de la mesa de operaciones del Banco Central lo despidieron con un aplauso. “Sabía más del mercado que (Martín) Redrado”, concluyó uno.


Pero la salida de Caputo, lejos de festejarse, puso en evidencia la crisis de mando de Macri, su incapacidad para controlar el equipo. Él y su gobierno nunca olvidarán aquel fin de semana de caos del 1º y 2 de septiembre. El ingeniero con experiencia en gerenciar empresas, Boca Juniors y la ciudad de Buenos Aires con un modelo de tablero de control dejó trascender ingresos en su equipo de funcionarios que finalmente no se concretaron: Carlos Melconian, Alfonso Prat-Gay, Martín Lousteau y Ernesto Sanz. En el medio de versiones de renuncia del ministro de Hacienda, este disentía sin perder la cordialidad con Caputo, que no acataba el acuerdo de junio pasado por el que el FMI establecía que el Banco Central debía limitar la venta de reservas para controlar el dólar.


“Había que renegociar con el Fondo porque los acreedores desconfiaban de que se pudiera pagar la deuda y la estrategia fue que mientras se negociaba, ‘Toto’ interviniera para que el dólar no se disparara”, argumentan cerca de Caputo. En cambio, uno de sus amigos admite: “Tenía dificultades con Dujovne, que quizás interpretó mejor la situación y se posicionó como amigo del FMI cuando Macri vio que Lagarde era su única salvación”.


Aquel domingo 2 se anunció que “Toto” -o “el Messi de las finanzas”, como lo definió el inamovible jefe de Gabinete, Marcos Peña- iba a viajar con Dujovne al día siguiente a negociar con el FMI. Pero al día siguiente Caputo se quedó en Buenos Aires con el argumento de que debía estar aquí para controlar la evolución del mercado cambiario, aquel donde el dólar subió de 28 a 38 pesos en sus tres meses de gestión. “Christine, me voy a quedar para monitorear desde aquí el mercado de cambios”, le whatsappeó Caputo a Lagarde. Pero fuentes cercanas al ahora ex presidente del Banco Central cuentan que fue Dujovne quien convenció a Peña de que era preferible que volara sin “Toto”.







El ministro de Hacienda, que fue ganando poder poco a poco desde que asumió el cargo en enero de 2017, viajó con su entonces número dos y actual jefe de la autoridad monetaria, Guido Sandleris, y con el vicepresidente primero del Central, Gustavo Cañonero, un amigo de Caputo de sus tiempos del Deutsche Bank que permanecerá en su puesto. Cañonero le aportará su expertise a Sandleris, con más experiencia académica que en la función pública.
Dujovne reprochaba además que Caputo hubiese aconsejado a Macri el anuncio de un adelanto de fondos del FMI, el 29 de agosto, que aún debía negociarse. También peleaban los egos: a Dujovne le molestaba que lo dieran por echado mientras al ex jefe del Central lo elogiaban pese a las pérdidas de reservas y de valor del peso.


Dujovne se encontró el 5 de septiembre con Lagarde. Ella le comentó lo que una semana después le diría a Financial Times: que la política monetaria de la Argentina debía tener “claridad, transparencia, información adecuada y debida para los operadores del mercado y una mejor comunicación”. También le recriminó el comportamiento de Caputo y en la práctica pidió su cabeza, no por una cuestión personal, sino porque seguía vendiendo reservas, según fuentes allegadas al ex trader que fue secretario de Finanzas en el primer año de Macri -cuando negoció con los fondos buitres y el resto de los holdouts- y después ministro del área hasta junio pasado. Otros informantes oficiales y conocedores de las finanzas internacionales descreen que el FMI haya reclamado su alejamiento, pero admiten que la crítica se centró en su rebeldía a la hora de aplicar el pacto que el FMI había sellado con su antecesor, Federico Sturzenegger, un economista con más logros académicos que en la administración pública.


Dujovne le comunicó a Macri y Peña los reproches de Lagarde a Caputo y desde entonces su suerte quedó echada. Es decir, 20 días antes de que el funcionario ejecutor del fuerte endeudamiento de la era Cambiemos anunciara su dimisión. Fue una renuncia sorpresiva para el mercado, pero no para el Presidente.


Los Estados Unidos de Donald Trump querían apoyar a Macri para evitar el regreso de la Argentina a lo que ellos laman eje bolivariano-chino, pero el staff del FMI tampoco podía aceptar un nuevo acuerdo por 7.100 millones de dólares más que el fracasado tres meses antes por 50.000 millones sin ajustar las tuercas. “Pese al FMI, ‘Toto’ se puso a usar las reservas para que el dólar no pasara de 40 pesos y eso a Lagarde le cayó para el orto”, cuentan cerca del ex presidente del Central. “No se alineó, lo putearon, pero él pensaba que si el dólar se escapaba, todo el Gobierno se tenía que ir”, apunta otro de sus amigos.


De CEO a FMI. Y así es que el llamado gobierno de los CEOs ahora se parecerá más al gobierno del Fondo. Caputo era de la clase de ejecutivos exitosos del sector privado que Macri quería para tornar más eficiente la administración pública. Su salida y su reemplazo por un economista más afín a los tecnócratas de los organismos internacionales grafica el final de una experiencia que acabó en crisis. Ocurrió tres semanas después de la partida de Mario Quintana, ex dueño de Farmacity, de la vicejefatura de Gabinete y tres meses más tarde del despido de Juan José Aranguren, ex presidente de Shell Argentina -la empresa que más plata ganó en el país en 2016 y 2017, según la revista Mercado-, del Ministerio de Energía.


“Nunca antes se había usado como criterio de reclutamiento en todos los ministerios de un gobierno la experiencia como directivos y gerentes de empresas privadas, con la idea de que iban a generar la eficiencia que el Estado no tiene”, recordó este 27 de septiembre la socióloga Ana Castellani, investigadora del Conicet y la Universidad de San Martín, en una mesa redonda sobre “Poder político y poder empresarial. La influencia privada en el sector público”. “Macri reprodujo en el Gobierno el modelo de gerencia general de las grandes empresas con dos subgerentes -uno era Quintana y el otro, Gustavo Lopetegui, ex CEO de LAN rebajado a asesor presidencial- que cumplían un proceso de supervisión sobre los 22 ministros, pero cuando se baja eso a la política pública se encuentra con la conflictividad de este país y con problemas de coordinación, implementación y egos”, expuso Castellani, que además advirtió sobre tres peligros: los conflictos de interés sobre los sectores de donde provenían los ex ejecutivos, la “gran permeabilidad al lobby por su línea más directa a él” y la “captura cultural de la regulación pública”. Este esquema permanece, pero ahora ha quedado supeditado al programa con el FMI, según ha quedado sentenciado a partir del reemplazo de Caputo por Sandleris.


Novedad. El nuevo presidente del Central transcurrió casi toda su vida en la academia, fue profesor de la Universidad Di Tella, como Sturzenegger y su número dos en el Central, Lucas Llach, y sólo fue asesor en el gobierno de Fernando de la Rúa, subsecretario en el de María Eugenia Vidal y jefe de asesores y secretario de Política Económica con Dujovne. Pero antes de que le pidieran a Sandleris que asumiera al frente de la autoridad monetaria, Macri mandó a sondear otros nombres de mayor renombre. No se los contactó en forma directa, sino a través de conocidos en común. Otra vez sonaron Melconian, Prat-Gay y otro ex presidente del Banco Central, Mario Blejer, pero por lo menos a este último ni le llegaron noticias. Los tentados preguntaban: quién sería el ministro de Economía y qué margen de maniobra tendrían en el mercado cambiario. Les respondían: “Dujovne” y “poco margen”. Nadie aceptó más que Sandleris.


La nominación del nuevo presidente del banco se definió pocos días antes de la renuncia de Caputo. Sandleris, a su vez, convocó como vicepresidenta segunda a otra académica con la que fue compañero en la Universidad de Buenos Aires y en el gobierno de De la Rúa, Verónica Rappoport. Es doctora en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), como Sturzenegger, y llevaba siete años trabajando en la prestigiosa London School of Economics. Atrás quedaron sus años de secundaria en el Colegio Nacional Buenos Aires, cuando militaba en la agrupación Eva Perón y noviaba con el camporista Mariano Recalde.


Lo que Macri y Caputo discutieron fue cuándo anunciar la salida. El ex broker lo convenció de que era mejor anunciarla un día antes del acuerdo con el FMI. Así la mala noticia para el mercado iba a quedar superada por otra buena, a diferencia de lo que ocurrió con Sturzenegger, despedido una semana después del convenio de junio. De hecho, el riesgo país, que refleja la demanda de títulos públicos argentinos, pasó de subir con la retirada de Caputo a volver a bajar a 590 puntos. En cambio, el dólar escaló y escaló hasta 40,53 pesos al confirmarse la receta del Fondo, y no la de Caputo, para el mercado cambiario. El jefe de Estado quedó contento con el timing de la partida: “Otra vez, ‘Toto’ tenía razón”.


Huida. Caputo quería irse desde hace tiempo, según reconocen sus amigos. Cuando recrudeció el escándalo de los Paradise Papers sobre su sociedad, en febrero pasado, comenzó a sufrir por su exposición pública, sobre todo su familia. Incluso su esposa, Ximena Ruiz Hanglin, estaba imputada por compras de dólar futuro, aunque después fue sobreseída. Ahora diputados K piden a la Justicia que le prohíban salir al exterior. Pero Macri lo respaldaba porque era el hombre que conocía los entresijos de los mercados internacionales y le conseguía el endeudamiento. Además, es el primo de su hermano del alma y consejero, Nicolás Caputo. Nunca quedó claro si además “Toto” administraba fondos de la familia Macri antes de llegar a funcionario. Pero tanto sus amigos como el ala política del PRO niegan que el Presidente fuera íntimo del saliente presidente del Central sino que estrecharon relación en el gobierno nacional. “’Toto’ llegó al Gobierno porque lo trajo Alfonso (Prat-Gay), pero después se pelearon porque Alfonso quería que se fuese con él (en diciembre de 2016). ‘Toto’ no estaba atado a la silla, no tenía ambición de poder, pero se quedó para ayudar a seguir desactivando bombas”, comentan en su entorno. No comparten lo mismo los economistas críticos de la política de endeudamiento.


“A Caputo no le cayó bien la exposición pública”, cuentan en el ala política del partido amarillo. “Macri lo tuvo que presionar para que aceptara ser ministro de Finanzas. Caputo no tenía esa vocación, quería irse con Alfonso. Son tipos que no vienen de toda una vida política, no están acostumbrados a ser mirados desde afuera, sabiendo que necesitan ganar elecciones. Al final de cuentas, no era el mejor equipo de los últimos 50 años, ni Caputo era Messi. Pero Macri no quería largar a nadie, le dolió sacrificar a Quintana y Lopetegui, pero eran ellos o su pollo (por Peña). Hace un mes, Caputo estaba fuerte y Dujovne se iba. Ahora es al revés. A Dujovne lo abolló la denuncia de que blanqueó plata, pero le gusta más la exposición, ya estaba en televisión antes de entrar al Gobierno, ya había hecho política”, completa el análisis uno de los popes de Cambiemos. “Tiene más sed de poder”, admite un economista cercano al ministro de Hacienda.


Amigos. Uno de los amigos más estrechos de Caputo niega que la exposición pública haya determinado la salida: “A todo el mundo le jode, incluso a los políticos, pero no renunció por eso. Acá el problema fue que el perfil de economista del FMI es más parecido al tradicional como Federico (Sturzenegger) y Dujovne, y no a uno como ‘Toto’, que no tiene nada que ver con el modelo econométrico sino que toda su vida ‘tradeó’ bonos y monedas. No era lo que los tipos del FMI querían. Ellos querían que el precio del dólar fuera fijado por el mercado, pero el dólar subió de 20 a 40 en cinco meses. Caputo intervino más de lo que el FMI quería.


No lo echó el Fondo, pero el Fondo no lo quería. Caputo había sido el tipo más importante del gobierno de Macri en los primeros dos años, cuando le conseguía a tasa razonable los 40.000 millones de dólares anuales que necesitaba para cubrir el déficit fiscal, pero ahora ya no lo necesitaba más para eso porque el financiamiento depende del FMI. Sólo fue al Central porque había que cubrir el bache de Sturzenegger, pero no era lo suyo”.


Ya forman parte del pasado las amenazas de Dujovne de que renunciaría al terminar la negociación del segundo pacto con el FMI, este 27 de septiembre. Ahora él encarna el ala del oficialismo comprometida con el ajuste impuesto por el Fondo. Cuenta para ello con el respaldo de Lagarde, Macri y Peña, y ahora también con la fidelidad del nuevo presidente del Central. Ni el Gobierno ni el FMI se preocupan más por la independencia de la autoridad monetaria, que aún sigue desvelando a algunos analistas y operadores de los mercados internacionales. Esta ala recibe las advertencias de la otra preocupada por la crisis social, que se agrava sobre la base de despidos cada vez más frecuentes en empresas, el deterioro del poder de compra y la caída del consumo interno. En esta última se inscriben el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, y el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó. “Hay un gobierno partido”, reconoce uno de los protagonistas.


Por impulso de Vidal y la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, Macri y Peña participaron de una reunión a principios de septiembre con iglesias evangélicas para pedirles contención social. Un mes antes se habían enfrentado por la legalización del aborto. Lo mismo ocurre con la Iglesia.


“Hoy tenés un programa económico muy dictado por el FMI, con poca autonomía, sin política monetaria, que no deja a todos conformes en Cambiemos, pero tenés un gabinete más homogéneo, alineado con el Fondo”, analiza un economista cercano a Dujovne. “El mejor gabinete de los últimos 50 años se fue degradando”, agregan asesores de Cambiemos. “Quedan los Faurie, los Aguad, los (Jorge) Triaca. No queda recambio. ¿Quién te va a agarrar un cargo? Por eso siguen Dujovne y tantos otros. La crisis no terminó, como dijo Financial Times. Si todo sale bien, llegamos a 2019, pero sin tirar manteca al techo”, admiten en el oficialismo. Advierten que cada trimestre el FMI volverá a controlar las variables para definir si continúan los desembolsos.

El 10 de diciembre de 2015, el Gobierno se planteó restaurar el peso como moneda de ahorro y reserva de valor. Fracasó. Aspiraba a terminar el mandato en 2019 con un dígito anual de inflación. Hoy esa expectativa tiene un piso de 45% en 2018 y 25/30% en 2019. Cristina Kirchner se fue con un nivel inflacionario similar. Otra cara de ese fracaso es el constante y elevado atesoramiento minorista en dólares. Los ahorristas tienen tranquilidad con los dólares debajo del colchón o en el exterior. En 2016 se fugaron más de 12.000 millones de dólares. En 2017, 18.000 millones y en lo que va de 2018, la misma cifra. ¿Seguirá la desconfianza?


Are Facebook's news feed changes bad news for brands?

Emily Tan



Last week, Facebook announced that it would be changing its news feed algorithm to favour social engagements over brands and publishers.



According to its chief executive Mark Zuckerberg, the move is aimed at allowing users to see more content from friends and family. He conceded that this could result in people spending less time on Facebook and that "some measures of engagement will go down".

The platform claims that the content users see will be the material that "encourages meaningful interactions between people", but will result in users seeing less public content such as posts from businesses, brands and media.

Soon, brands will likely flock to find inventory with Facebook's younger, cooler sister, Instagram where organic posts already yield higher engagement rates


Pivotal Group's senior research analyst, Brian Wieser, noted that while the move would hurt brands, businesses and publishers, and maybe even Facebook's short-term growth, it's a move that will benefit the social network in the long-term.

Facebook's pursuit of user growth over the years has had a negative impact on its users, Wieser continued. "To the extent that those criticisms are valid, action is warranted," he added.

The move isn't completely altruistic on the social media giant's part. Time spent by users on the platform was already starting to decline prior to this decision and something needed to be done, Wieser noted.

Strategically, the move is also likely to improve Instagram's appeal to brands, Sara Gordon, creative and brand director for Bloom & Wild, said. She explained: "Soon, brands will likely flock to find inventory with Facebook's younger, cooler sister, Instagram where organic posts already yield higher engagement rates."

In light of these changes, brands and publishers will find that even when they put money behind Facebook sponsored posts they will no longer be getting quite as much bang for their buck. Therefore should they pull out altogether or is there a long-term gain to be had from sticking with an "improved" user-environment.




image: https://cached.offlinehbpl.hbpl.co.uk/news/OMC/richedit/sarag.jpgSara Gordon
Brand and creative director at Bloom & Wild



In the short-term, yes, and in the long-term, no. For fast-growing digital businesses that invest heavily in Facebook as an acquisition channel we'll see CPAs rise and inventory fall. Plus, we'll see less engagement from organic content created in communities we've grown over time. From a short-term acquisition perspective, it's definitely bad news. However, to keep the ecosystem one that remains a credible space for consumers, Mark's [Zuckerberg] PR stunt will win favour with the wider public as Facebook rebuilds its reputation. In the long-term we'll see brands doing the following: first being more strategic about Facebook spend and the creative outputs. With less competing brand noise, we might see CTR improve.




image: https://cached.offlinehbpl.hbpl.co.uk/news/OMC/richedit/DomDwight.jpgDom Dwight
Marketing director, Taylors of Harrogate

No. It is only bad for brands that have no business being on there in the first place. Anything that nudges the Facebook experience back toward genuine engagement is a good thing. If your brand’s relationship with its audience is strong, and your content relevant, you’ll not only survive the change but you should prosper.




image: https://cached.offlinehbpl.hbpl.co.uk/news/OMC/richedit/ed2.jpgEd Beard
Strategy partner, DigitasLBi

Yes. They’re bad for brands who have translated "social by design" into "provocative at all costs". They’re bad for brands who mix-up "engagement" for "dopamine short circuiting". They’re bad for brands who still believe there’s no such thing as bad publicity. They’re bad for brands who believe buying eyeballs is an advertising right. But I doubt they’ll be bad for brands who can simultaneously talk about reach and purpose without an uneasy tension. They won’t be bad for brands who think both they and customers can win at the same time. And above all they won’t be bad for brands who know that they only exist because people are willing to welcome them into their lives.




image: https://cached.offlinehbpl.hbpl.co.uk/news/OMC/richedit/edss.jpgNick Robinson
Chief marketing officer, Kerry Foods

Not that long after Facebook started, I was at Coca-Cola, and we had 70 million people who were engaged in the Coca-Cola brand. And with one change in the algorithm, we then had to pay to access those people. That changed overnight, and their product offering has continued to evolve since then. This time it sounds like they're trying to strike a balance between types of content, and between engagement and revenue. If it makes Facebook a more attractive platform for its users that is used more often, and more trusted, and we're able to advertise in that space, then that could potentially be a good thing for us.




image: https://cached.offlinehbpl.hbpl.co.uk/news/OMC/richedit/duf.jpgRichard Duff-Tytler
Head of social & digital content, Goodstuff Communications

Ultimately, Facebook’s update to its news feed algorithm will result in an improved experience for consumers as they look to favour "meaningful interactions" on the platform. If this means fewer low-quality, mind-numbing, "funny" videos in my newsfeed, I’m all for it. Brands have been paying to achieve meaningful reach on Facebook for a long time now, so a further hit to organic reach which rarely gets above 3% isn’t going to be a desperate shock to the system. Content-wise, brands will need to focus on better understanding what motivates people to interact with their brand in a meaningful way (think long comments and conversations, rather than a fleeting "like"), and focus on creating richer, more valuable content. If, as predicted, the time users spend on Facebook goes down as a result, ad prices may rise – brands will need to place greater value on exceptional media planning and optimisation, something we’re well positioned to provide.

La historia del origen de los seguros y su relación con las apuestas




Quería apostar que yo, Tim Harford, me voy a morir en este año... ¿puedo apostar por mi muerte?
No estoy segura, déjeme preguntar.
(Música)
Aló, ¿señor Halford? No, no aceptamos apuestas por la muerte, pues es una apuesta negativa.

Ese era yo, hace casi una década, tratando de jugar por mi vida en una de las principales casas de apuestas británicas, William Hill.

Debían haber aceptado; al fin y al cabo, todavía estoy vivo.

Pero ellos no apuestan con la vida y la muerte, a diferencia de las compañías de seguros.

Legal y culturalmente hay una distinción clara entre los juegos de azar y los seguros.

Económicamente, es más difícil encontrarla.

En ambos casos se acuerda que un suma de dinero cambiará de manos dependiendo de lo que suceda en el futuro.

Las herramientas del azar, como los dados, datan de hace miles de años y quizás se remontan a Egipto hace 5.000 años.

Es probable que los seguros también sean así de antiguos. Derechos de autor de la imagen Thinkstock Image caption Apostamos desde hace miles de años, pero ¿es distinto apostar a que el dado caerá en 6 o que un barco llegará a puerto a salvo?
De Babilonia al Mediterráneo

El Código de Hummurabi -un código legal de Babilonia, en lo que ahora se conoce como Irak- tiene casi 4.000 años de antigüedad.

Incluye 282 cláusulas dedicadas al tema de "préstamo a la gruesa ventura", que era un tipo de seguro marítimo empaquetado con un préstamo: un mercader recibía el dinero para financiar el viaje de un barco pero si éste naufragaba, no tenía que pagar el préstamo.

Si llegaba a puerto, debía pagar el capital y los intereses.

Más o menos en la misma época, los mercaderes chinos reducían sus riesgos intercambiando bienes con otros barcos, de manera que si alguna de las embarcaciones se hundía, todos perdían un poco.

Pero como era más eficiente estructurar los seguros como contratos financieros, un par de milenios más tarde los romanos lo hicieron, con un mercado de seguros marinos activo.

Más tarde, ciudades Estado italianas como Génova y Venecia continuaron con la práctica, desarrollando maneras cada vez más sofisticadas de asegurar los barcos en el Mediterráneo.
Y llegó la hora del café Derechos de autor de la imagen Getty Images Image caption Lloyd empezó ofreciendo café y el calor de la lumbre, pero después notó la sed de información para chismosear y apostar.

En 1687, una cafetería abrió sus puertas en Tower Street, cerca a los muelles de Londres.

Era un lugar cómodo y espacioso, así que se volvió muy popular.

Los clientes disfrutaban del calor de la chimenea, de una taza de café o té y, por supuesto, de los chismes.

Y había mucho de qué chismosear: Londres había acabado de sufrir la Gran Peste y el Gran Incendio, había visto a la armada holandesa navegado en el Támesis y una revolución que destronó al rey.

Pero más que todo, a los clientes de esta cafetería les gustaba chismosear sobre barcos: cuál estaba navegando de dónde y con qué carga, y si llegaría a salvo a su destino o no.

Además de chismosear, a les gustaba apostar. Apostar, por ejemplo, sobre si el almirante John Byng sería ejecutado por su incompetencia en la batalla naval contra los franceses. Derechos de autor de la imagen creative commons Image caption Pues sí, lo ejecutaron, así que los que apostaron a que lo harían, ganaron.

El propietario del café se dio cuenta de que sus clientes estaban tan sedientos de información para alimentar sus apuestas y chismes como de café, así que formó una red de informantes y creó un boletín con información sobre puertos extranjeros, mareas y las idas y vueltas de los barcos.

Su nombre era Edward Lloyd.

Apuestas y contratos

Su boletín informativo se empezó a llamar "la lista de Lloyd's".

En la cafetería Lloyd's se subastaban barcos y se reunían capitanes navieros a compartir historias.

Si alguien quería asegurar un barco, ese era el lugar indicado: el contrato era redactado y el asegurador firmaba debajo (de ahí el término "subscriptor").

Pronto, era difícil distinguir el límite entre las apuestas y los contratos formales de seguros que se hacían en el café Lloyd's.

Ocho décadas después de que Lloyd estableció su cafetería, un grupo de aseguradores que se la pasaban ahí formaron la Sociedad de Lloyd's.

Lloyd's de Londres pasó a ser uno de los nombres más famosos en la industria de seguros. Derechos de autor de la imagen Getty Images Image caption Lloyd's of London es toda una institución.

Pero no todos los aseguradores modernos tienen raíces en las apuestas.
Entre tanto, en los Alpes...

Hubo otra forma de seguros que no se desarrolló en los puertos sino en las montañas, y más que capitalismo de casino era capitalismo de comunidad.

Los campesinos de los Alpes organizaron sociedades de ayuda mutua a principios del siglo XVI, para cuidarse entre ellos si un niño o una vaca se enfermaba.

Mientras que los aseguradores de Lloyd's consideraban que el riesgo era algo que se analizaba y se comercializaba, las sociedades de seguro mutuo de los Alpes consideraban que el riesgo era algo que se compartía.

Una visión más sentimental de los seguros, quizás, pero cuando los campesinos descendieron de las montañas y fueron a Zúrich y Múnich establecieron algunas de las más grandes compañías de seguros del mundo.

Las sociedades de ayuda mutua de riesgo compartido son ahora unas de las organizaciones más grandes y mejor financiados en el planeta; las llamamos "gobiernos".
De la guerra a la expectativa

Los gobiernos inicialmente entraron en el negocio de los seguros como una manera de conseguir dinero, generalmente para financiar alguna guerra o algo similar en la tormenta política que era la Europa de 1600 y 1700.

En lugar de vender bonos que pagaban cuotas regulares hasta que expiraban, los gobiernos ofrecían una renta anual hasta que el que expiraba era el comprador.

Ese producto era fácil de suministrar y tenía mucha demanda pues eran una forma de seguro: te resguardaba contra el riesgo de vivir más tiempo que el que durara tu propio dinero.

Más tarde, proveer seguros dejó de ser sólo una forma de ganar fondos para los gobiernos.

Ahora es considerado como una de sus prioridades para ayudarles a los ciudadanos a manejar algunos de los más grandes riesgos de la vida: desempleo, enfermedad, discapacidad y envejecimiento. Derechos de autor de la imagen Thinkstock Image caption Cuando alguien invierte en algo, apuesta a que le va a ir bien, una especie de préstamo a la gruesa ventura que reconocerían los babilonios.
Una lástima

En las economías ricas, los ciudadanos esperan que el gobierno los asegure.

En los países pobres, los gobiernos no ayudan mucho en casos con riesgos que pueden alterar vidas, como problemas con cultivos o enfermedades. Y a las aseguradoras privadas no les interesa mucho tampoco: las ganancias son bajas y los costos altos.

Eso es una lástima.

Cada vez hay más evidencia de que los seguros no sólo proporcionan tranquilidad, sino que también son un elemento vital de una economía sana.

Un estudio reciente hecho en el Reino de Lesoto, África, por ejemplo, mostró que agricultores altamente productivos no se especializaban o expandían por el temor a las sequías, un riesgo contra el que no se podían asegurar.

Cuando los investigadores crearon una compañía aseguradora y les empezaron a vender seguros, los agricultores expandieron sus negocios.
¡Hagan sus apuestas! Derechos de autor de la imagen Thinkstock Image caption ¿En qué se parecen los mercados financieros a los casinos?

Hoy en día, el mercado más grande de seguros de todos desdibuja los límites entre asegurar y apostar: el mercado de los derivados financieros.

Los derivados son contratos financieros que permiten que dos partes apuesten en algo que puede ir desde las fluctuaciones del tipo de cambio hasta la posibilidad de que una deuda sea pagada, pasando por el precio de los cereales o el clima.

Pueden ser una forma de seguro: un exportador se cubre contra un aumento en el tipo de cambio apostando que subirá; una empresa de cultivo de trigo se protege apostando que el precio del trigo caerá.

En esos casos, la posibilidad de comprar derivados les permite especializarse en un mercado en particular. De lo contrario, tendrían que diversificarse, como lo hacían los chinos hace 4.000 años cuando evitaban poner todos sus bienes en un mismo barco.

Y cuanto más se especializa una economía, más tiende a producir. Derechos de autor de la imagen Thinkstock Image caption Si no se pueden asegurar, tendrían que diversificar, como los chinos hace 4 milenios, para no tener todos los huevos en la misma canasta.

Pero a diferencia del aburridor seguro de antaño, con los derivados ya no es necesario encontrar a alguien con un riesgo del que se quiera proteger.

Sólo tienes que encontrar a alguien que quiera apostar en cualquier evento incierto en cualquier parte del mundo.

Simplemente es cuestión de doblar la apuesta, o multiplicarla por cien.

A medida que se multiplican las ganancias, lo único que se necesita es la sed de riesgo.

Antes de la crisis bancaria internacional de 2007-2008, el valor nominal total de los contratos de derivados en circulación era mucho más alto que el de la economía mundial misma.

La economía real se convirtió en el espectáculo secundario; las apuestas laterales se convirtieron en el evento principal.

Lilita y Durán Barba

Las esquirlas del último acting de la heroína radical y la respuesta del gobierno

Por Horacio Verbitsky



El ex juez Carlos Rozanski ratificó el viernes una denuncia penal contra el presidente Mauricio Macri por el twitt contra las personas envilecidas que deben ser aisladas de la comunidad, inspirado en una página del libro Mi Lucha, de Adolf Hitler. En la mesa de entradas del juzgado federal de María Servini se encontró con un conocido, con el que habló un rato sobre la actualidad política. El abogado contó esta anécdota: “Estabamos comiendo en Los Inmortales de Recoleta, frente a la Plaza Vicente López, cuando entró Lilita Carrió. Cuando divisó en una mesa a Jaime Durán Barba empezó a gritar.

—Si este tipo come acá, yo no. No voy a almorzar en el mismo lugar que este señor despreciable.

A continuación la blonda republicana abandonó el local sin dejar de gritar.

En apariencia, se trata del mismo esquema que siguió respecto del ministro de Justicia , cuya renuncia exigió a Macri, con intimación de abandonarlo “si no me saca a Garavano”. Cuando el Presidente ratificó a su ministro con una foto tomada durante el J20, la diputada cívica libertadora dijo que había sido una broma. Otros la tomaron bien en serio. El analista Rosendo Fraga sostuvo que de cumplir su amenaza, Carrió le haría perder la reelección a Macri, ya que 3,4 o 5 puntos serían decisivos en una elección reñida. Y Jorge Asís dijo que la doctora Carrió recibió un sobre. Contendría una lista de las personas que le responden que quedarían fuera del gobierno si la cuestión pasara de una broma.

As Midterms Near, Democrats Are More Politically Active Than Republicans

No partisan gap in views of election’s importance

Across a range of political activities – from attending political rallies to donating to campaigns – voters who back Democratic candidates for Congress are reporting higher levels of political activity than GOP voters. But both sets of voters share a view that the upcoming election is important: About three-quarters in both parties say it “really matters” which party wins control of Congress in this fall’s election.

The new national survey by Pew Research Center, conducted July 31-August 12 among 4,581 adults, including 4,000 registered voters, finds that 14% of voters say they have attended a political rally, protest or campaign event in the past year.

Among registered voters who favor the Democratic candidate in their House district, 22% say they have attended a political event, compared with just 8% of those who support the Republican candidate.

The differences are more modest in the shares saying they have donated to political campaigns; still, 23% of Democratic voters say they have done this in the past year compared with 18% of Republican voters. Democratic voters are also more likely to have contacted an elected official (36% vs. 28%) and volunteered for a campaign (9% vs. 5%).

However, Republican voters are slightly more likely than Democrats to say they have expressed support for a candidate on social media (39% vs. 35%), while Democrats are a bit more likely to have expressed opposition to a candidate on social media (35% vs. 31%).

Overall half of Democratic voters (50%) report having participated in at least one of four campaign-related activities asked about on this survey (excluding social media activities). This compares with 40% of Republican voters.

In both parties, especially among Democrats, there are educational differences in reported political activism. Nearly two-thirds of college graduates who support the Democratic candidate in their House district say they have engaged in at least one of the four political activities, compared with 39% of Democratic voters who have not completed college. Among Republicans, the educational differences are less pronounced (45% of college-plus Republican voters, compared with 37% of non-college Republicans).

The survey finds no significant gender differences in political activism among voters in either party. About half of men (51%) and women (49%) Democratic voters say they have engaged in one of the four activities, compared with roughly four-in-ten men (40%) and women (39%) Republican voters.
No partisan gap in views of importance of midterms

Given a four-point scale on the importance of partisan control of Congress, a majority of registered voters (68%) place themselves at the top of the scale, meaning it really matters to them which party gains control. This opinion has changed little since February, when 65% said which party gained control of Congress really mattered.

Large majorities of voters who support a Democratic candidate (78%) or a Republican candidate (75%) say partisan control of Congress really matters; among those who do not express a preference for a major party candidate or say they are unsure, far fewer (23%) say it really matters.

While the overall partisan gap is modest, it varies substantially within subgroups of voters. For example, nearly seven-in-ten Democratic voters who are younger than 35 (69%) say it really matters which party wins control of Congress, compared with less than half of younger Republican voters (44%). By comparison, there is no partisan gap in these views among voters 50 and older.
Age differences in levels of political activism

Older voters are more likely than younger voters to report participating in many forms of political engagement. The divide is starkest in political contributions: In both parties, those 65 and older are about three times as likely as those under 35 to have made a financial contribution to a candidate or groups working to elect a candidate.

In contrast to most other forms of participation, younger voters – both Republicans and Democrats – are more likely than older voters to say they have attended a political rally, protest or campaign event in the past year.

Older voters are more likely than younger voters to report participating in many forms of political engagement. The divide is starkest in political contributions: In both parties, those 65 and older are about three times as likely as those under 35 to have made a financial contribution to a candidate or a groups working to elect a candidate.

Over four political engagement measures, the partisan gap between supporters of Democratic candidates and supporters of Republican candidates generally holds up across different age groups.
Political activism on social media

Overall, fairly comparable shares of Republican and Democratic voters say they have used social media to publicly express support or opposition for a candidate, elected official or political campaign on Facebook, Twitter or other social media.

However, there are substantial educational differences within parties – and the patterns differ among Republican and Democratic voters.

Supporters of Republican candidates with a college degree are substantially less likely than those without a college degree to say they have used social media to express support or opposition for candidates, elected officials, or political campaigns on social media.

The opposite pattern holds among Democratic supporters. Democrats with a college degree are significantly more likely than those without a four-year degree to say they have expressed support or opposition to political figures on social media.

There's Been a George Soros for Every Era of Anti-Semitic Panic

From Russia to Hungary to, now, Donald Trump’s America, a rising authoritarianism plays on an atavistic European hatred. We live in the Soros Age of Anti-Semitism.

Spencer Ackerman







Photo Illustration by The Daily Beast


It’s been largely forgotten, but when Russian military intelligence created online cutouts in 2016 to manipulate the American electorate, the Democratic Party wasn’t its only target.

The most prominent of those fake digital identities was Guccifer 2.0, which took credit for hacking the Democratic National Committee and then provided the pilfered information to WikiLeaks. The other was called DCLeaks. On Aug. 29, 2016, two months after the DNC hack became public, DCLeaks’ now-banned Twitter account told its followers to check out another of its projects: “Find Soros files on soros.dcleaks.com.”

Visitors to the now-shuttered site could find purported documents from the billionaire philanthropist’s Open Society Foundations, which promote liberal values and democratization. They had file names like “public health program access to medicine” and “youth exchange my city real world.” But before those curious about the leaks got there, the Russians wanted to put George Soros in a particular context.

The homepage displayed a photo illustration of a smug-looking Soros in the midst of four scenes of street chaos whose apparent perpetrators were conspicuously nonwhite. They were taken from the Ferguson, Missouri, protests in 2014, the birthplace—to the consternation of many white Americans whom the Kremlin sought to cultivate—of the contemporary civil rights movement. In both the image and the accompanying text, the Russians portrayed Soros as the puppet master.

“Soros is named as the architect and sponsor of almost every revolution and coup around the world for the last 25 years. Thanks to him and his puppets USA is thought to be a vampire, not a lighthouse of freedom and democracy,” the website proclaimed. The “oligarch” who sired the U.S. vampire, and whose “slaves spill blood of millions and millions people just to make him even more rich” [sic], had a particular background the Russians highlighted in the very first sentence: Soros is “of Hungarian-Jewish ancestry and holds dual citizenship.”



More than two years later, the president of the United States gave a similar portrayal of Soros, though Trump left Soros’s background unsaid. Soros, Trump said on Friday, Oct. 5, had paid for “professionally made identical signs” in the hands of women objecting to Brett Kavanaugh’s Supreme Court justiceship. On Tuesday, he followed up by implying that Soros had stiffed these hired “screamers.” In Trump-like fashion, his accusations were a form of mirror-imaging, as Trump himself had paid for people to support his presidential announcement and denied them payment for months, and he appears to have misunderstood a Fox News guest who spoke sarcasticallyabout Soros paying the protesters.

But it was not Trump’s first time making sinister allegations about Soros. He did so in the final advertisement from his campaign, run at the time by the blood-and-soil nationalist Steve Bannon. Its message was reminiscent of the darker periods of European history: the virtuous future of the forgotten, salt-of-the-earth people has been stolen by a predatory elite. As a shot of the Capitol Dome faded into a Wall Street sign, Trump narrated a message to “those who control the levers of power in Washington” right as the camera showed an image of Soros, giving way to a shot of then-Federal Reserve chairwoman Janet Yellen, who is also Jewish, as Trump continued speaking about “global special interests.” This followed months of the so-called alt-right transforming “globalism” into an anti-Semitic euphemism, and preceded Trump stocking his cabinet with ultra-rich financiers, Jew and gentile alike.


In the 1980s and 1990s, George Soros was hailed as an anti-communist and post-communist hero. His philanthropy helped smooth democratic transitions from the Soviet orbit in central and Eastern Europe. Alongside that track record was a different one: Soros was a ruthless currency speculator who benefited from, among other things, the 1992 British financial disaster and who once blithely dismissed second thoughts over the world-moving power of his investments, saying, “I am engaged in an amoral activity that is not meant to have anything to do with guilt.” In a 60 Minutes interview from 1998—one that Glenn Beck would famously butcher to paint Soros, who as a boy lived through Nazi occupation, as a Nazi collaborator—Jim Grant of Grant’s Interest Rate Observer, remarked that Soros was “Donald Trump without the humility.”

The current portraiture of Soros, now ascendant if not dominant online, isn’t interested in that sort of complexity. For the far right, from Russia to central Europe and increasingly, America, Soros is the latest Jewish manipulator whose extreme wealth finances puppet groups and publications to drain the prosperity of the Herrenvolk. This cannot be dismissed as the preoccupation of ignorable fools on the internet, nor as the equivalent of liberal criticism of the Koch Brothers. Instead, the attack on Soros follows classic anti-Semitic templates, grimly recurrent throughout western history, and some of the most powerful geopolitical figures in the world are pushing it. It’s fueled by Soros’s political activism against a revanchist right eager to view the world in zero-sum racial terms that is on the march across Europe, America and beyond.

“The attack on Soros follows classic anti-Semitic templates, grimly recurrent throughout western history, and some of the most powerful geopolitical figures in the world are pushing it.”

Other Jewish bogeymen may haunt the fever dreams of the vicious, but the scale and intensity of the attacks on Soros are unrivalled. They reveal what the global nationalist right believes is at stake in this present moment. We may one day look back on this era as the Soros Age of anti-Semitism.

“It’s important to distinguish between intent and effect. Of course a person who shares a conspiracy theory about George Soros may not intend to promulgate anti-Semitism, and of course not every Soros conspiracy theory is anti-Semitic. But the image of the rich, powerful Jew who manipulates social and political movements around the world for his own agenda is an ancient anti-Semitic trope,” said Aryeh Tuchman, the associate director of the Anti-Defamation League’s Center on Extremism.

“Because Soros’s Jewish identity is so well known, we are concerned that conspiracy theories about George Soros may have the effect of reinforcing this trope and spreading it throughout the broader population,” Tuchman added. “This is especially true when other anti-Semitic tropes are woven in, such as claims that Soros controls the media or the banks, or when he is described using terms that harken back to medieval claims that Jews are evil, demonic, or agents of the Antichrist.”

There will always be this sort of tentacular George Soros figure. There have been many before. One was said to have profited off the bloodshed at Waterloo.

Thirty years after the pivotal battle capping the end of the Napoleonic Wars, a pamphlet circulated across Europe claiming that Nathan Rothschild, a London banker and scion of the Jewish mega-financier family, sped from the battlefield to parlay his insider knowledge of the French defeat into a windfall on the London stock exchange. “This family,” charged an author writing under the nom de plume “Satan,” “is our evil genius.”

It was the fake news of its era. Nathan Rothschild was never at Waterloo. He died five years before the pamphlet’s publication in 1841, leaving him unable to rebut it. But the lie, after a series of adjustments to explain away its baseline factual mistakes, would reach escape velocity. One subsequent version, according to Brian Cathcart of Kingston University London, claimed Rothschild “deliberately provoked a collapse in stock market confidence by encouraging rumors that Wellington had been defeated.”


Nathan Mayer Rothschild (1777-1836), from a painting. (Photo by Culture Club/Getty Images)

Lebrecht

The form of conspiracy theories follows their function. Here was a Jewish family whose fortune was said to derive from exploiting European carnage. As Jews, they were considered a foreign presence on the continent, one that had taken advantage of their adopted countries’ naive openness to establish a shadowy power that could determine the fate of nations. Accordingly, European publics would not have to look to their distant autocratic governments for their political disenfranchisement, nor would they have to look to a confusing system of capitalist finance to explain obscene discrepancies in wealth. In place of a systemic critique was a Jewish face. More recently, you can find Rothschild references in the QAnon conspiracy theory, alongside, of course, Soros.

A recurrent theme of 19th-century anti-Semitism is that it finds substantial currency at moments when old regimes appear exhausted and fear about revolutionary dislocation intensifies. A tutor to Russia’s final two tsars demonstrated the utility of using Jews as an omnibus explanation for the anxieties of his age. Jews in Russia endured repression of their civil and economic rights—but they only appeared powerless.

“Yids,” wrote Konstantin Pobyedonostsev in August 1879, have “invaded everything, but the spirit of the times works in their favor. They are at the root of the Social Democratic movement and tsaricide. They control the press and the stock market. They reduce the masses to financial slavery. They formulate the principles of contemporary science, which tends to disassociate itself from Christianity. And in spite of that, every time their name is mentioned, a chorus of voices is raised in favor of the Jews, supposedly in the name of civilization and tolerance, that is to say, indifference to faith. And nobody dares say that here the Jews control everything.” Like many before and since, Pobyedonostsev did not pause to reconcile his claimed Jewish interest in exploitative capitalism with his claimed Jewish interest in the socialism designed to destroy it, but a man like George Soros offers Pobyedonostsev’s descendants a way to square the circle.

After Rothschild, there was Max Warburg. Warburg, another Jewish banker, was a member of the Hamburg parliament and said to have an open line to Kaiser Wilhelm II. Once Pobyednostsev’s fears came true in 1917, a forgery about Warburg appeared in Petrograd claiming that he and a “Rhenish-Westphalian syndicate” were financing the Bolsheviks, through the Jewish Trotsky.

A Russian journalist, Eugene Semyonov, provided the forgery to an American diplomat, Edgar Sisson. It had currency for the Creel Committee, an official U.S. government propaganda organ promoting participation in World War I, since it portrayed the Russian Revolution as a German plot financed by Jews. In September 1918, the committee published it under the title The German-Bolshevik Conspiracy. Leon Poliakov writes in the fourth volume of his History of Anti-Semitism that it was the first time that an anti-Semitic forgery was published by a government that was neither tsarist nor otherwise committed to anti-Semitism as a matter of policy. (Warburg himself, 20 years later, would immigrate to New York to flee the Nazis.)

According to Poliakov, the years between the world wars were a boom time for anti-Semitic forgeries in the United States. There was the fake George Washington missive, warning that the Jews, not the British Army, were the principal danger. And there was a fake Ben Franklin prophesy, forecasting Jewish world domination by 1950 or so. Detectives hired by the anti-Semitic industrialist Henry Ford traveled to Mongolia, of all places, in pursuit of an authentic Hebrew copy of the invented Protocols of the Elders of Zion. Another went “looking for the secret channel through which [Supreme Court Justice and Jew] Louis Brandeis gave his orders to the White House.”

Foreshadowing the present day, the upswing of American anti-Semitism came at the intersection of an immigration panic, an ascendant nativist movement, and fears about foreign-borne internal subversion. As the Bolshevik Revolution spread, so did a cottage industry of paranoiacs connecting it to mainstream American Jewry, just as a later generation of Islamophobes would do to American Islam after 9/11. In 1919, a Methodist minister recently driven from Russia, the Rev. George A. Simons, testified to a Senate subcommittee about the Jewishness of Bolshevism.

Simons, speaking through barely concealed euphemism, told the Senate that he had encountered “hundreds of agitators” in the former St. Petersburg who had come from “the East Side of New York,” meaning the Jewish slum. The typical sentiment of Russians to describe the post-revolutionary arrangement, Simons related, was that “it is not a Russian government, it is a Hebrew government.” But, Simons assured the Senate, he was no bigot: “I am not in sympathy with anti-Semitism. I never was and never will be. I hate pogroms of any type. But I am firmly convinced that this business is Jewish.”

Vladimir Putin and the global nationalist right have particular motivations to vilify Soros, though deploying anti-Semitism to do it is entirely their choice.

Soros was deeply involved in post-Soviet economic efforts in Russia in the 1990s, corresponding with the nadir of Russian power that Vladimir Putin considers a national humiliation demanding redress. And though he’s denied doing any such thing, Russians have long speculated that Soros profited off a Russian economic downturn in 1998, a year during which he boasted of being Russia’s largest single investor. (His Quantum Fund claims to have lost $2 billion from the episode.) Prophetically, Soros warned Charlie Rose in 1995 of revanchist eastern-European authoritarianism born of an alliance between nationalist politicians and business interests: “Russia is very much up for grabs. It’s very much a struggle which way it’s going to go.”


Soros’s solution to all of this is liberalism. He took his inspiration from the anti-totalitarian philosopher Karl Popper, best known for The Open Society and Its Enemies, and used Popper’s work to develop a critique of the rapacious capitalism Soros himself practiced as a threat to that open society—conveniently, after he had made his billions. Soros’s Open Society Foundations, which operate in over 140 countries, provide assistance and financing to civil-society institutions that promote transparency, the rule of law, higher education, refugee aid, the rights of marginalized peoples, and democratic accountability.

Accordingly, recipients of Soros’s philanthropy include groups such as NARAL, Planned Parenthood and the ACLU that in their various ways oppose the agendas of the American right. In 2003, Soros pledged what would for anyone other than him count as a fortune in a failed attempt to prevent George W. Bush’s re-election, fanning the flames of his enemies’ ire. Then, in October 2017, the elderly Soros transferred a gargantuan $18 billion to the foundation, making it the U.S.’ second largest philanthropic organization.

But it’s one thing to be a wealthy donor, even an unfathomably wealthy one: American politics, to its cross-ideological abasement, relies upon them, and scrutiny of them is vital for the very open societies Soros promotes. It’s quite another for such an unfathomably wealthy donor to stand as a singular, nefarious explanation for all manner of global political phenomena. A recent ADL study about anti-Semitism on Twitter took particular note of the frequency and virulence of invocations of Soros for “undermin[ing] western civilization, or following a long-standing pattern of Jewish behavior.” The ADL even found far-right warnings that Soros had engineered the lethal white-supremacist march on Charlottesville as a false-flag operation.

After the teenage survivors of the Parkland high school massacre began their demonstrations for gun control, some let the mask slip. One now-suspended “alt-right” account tweeted that it was “@georgesoros at work.” Softer versions of that sentiment are ubiquitous online. One more humorous version came after someone posted a picture of a bald Britney Spears attacking a car during her 2007 meltdown to joke that it was Parkland’s Emma Gonzalez – prompting an apparently elderly woman to tweet that “these children of Satan… are funded by Soros.” At an “alt-right” gathering in New York convened by Pizzagate conspiracy theorist Mike Cernovich, drunken panelists referred to Soros as the “head of the snake.”

Larger players in the “alt-right” firmament, echoing their 19th- and 20th-century antecedents, find the malevolent handiwork of Soros everywhere. WikiLeaks, on Twitter, sought to discredit 2016-era reporting in the Panama Papers concerning Vladimir Putin by portraying it as Soros-funded. Bannon’s former home for distorted news, Breitbart, ran a cottage industry connecting far-right targets to Soros, no matter how innocuous the connection. In a typical piece, H.R. McMaster’s consultancy at the International Institute for Strategic Studies – a minor thing, considering it overlapped with McMaster’s Army career – became “Soros-funded” through a IISS affiliation with the nuclear-nonproliferation Ploughshares Fund. Google and Facebook were hit with similar Breitbart smears-by-association through their sins of using credible organizations like the Poynter Institution, which take Open Society money, to reduce the onslaught of fake news. InfoWars similarly highlights Soros money taken by its critics to paint itself as unfairly persecuted.

In keeping with the broader trajectory of the extreme right, the paranoid conception of Soros has moved closer to the corridors of power. In December, the GOP nominee for Senate in Alabama, Roy Moore, castigated Soros in terms redolent with anti-Semitism. Soros’s agenda was “sexual” in nature, said a man accused of child predation, and it’s “not our American culture.” Soros, Moore told a radio host, “comes from another world that I don’t identify with. … No matter how much money he’s got, he’s still going to the same place that people who don’t recognize God and morality and accept his salvation are going.”

“Soros’s agenda was ‘sexual’ in nature, said Roy Moore, a man accused of child predation. Soros ‘comes from another world that I don’t identify with. … No matter how much money he’s got, he’s still going to the same place that people who don’t recognize God and morality and accept his salvation are going.’”

That same month, Erik Prince, brother of Trump’s education secretary and mercenary CEO, encouraged a GQ reporter to investigate the Clintons’ sartorial choices of purple shirts and ties. “Purple Revolution lore,” the wealthy Prince told GQ. “I think it’s a Soros thing.” (There is no such thing as the Purple Revolution.) A Prince associate and former CIA official, the Intercept reported last year, told would-be donors that McMaster used a burner phone to route the fruits of deep-state surveillance on Bannon and the Trump family to “a facility in Cyprus owned by George Soros.”

More recently, after the Kavanaugh confirmation fight, Senator Chuck Grassley stopped just short of validating the accusation that Soros had paid for those protesting Kavanaugh. “I believe it fits in his attack mode that he has, and how he uses his billions and billions of resources,” said the chairman of the Senate judiciary committee. Even Rudy Giuliani on Saturday retweeted someone who called Soros the “anti-Christ.” The “evil genius” that “Satan” concocted in 1841 had found its 2018 incarnation.

Nowhere has the attack on Soros been more geopolitically potent, or as clarifying, as in his native Hungary.

The Hungarian strongman prime minister Viktor Orban, for months ahead of his April reelection, united anti-Semitism and Islamophobia to portray Soros as the string-puller behind a transformational Islamic invasion of Syrian migrants. Whereas some Soros opponents mumble through their anti-Semitism, Orban roars it. Soros is out to deal “a final blow to Christian culture,” Orban charged in November. “It’s Soros’s plan for America, too. PM Orban’s view is deeply well informed & reasoned,” the racist Iowa Republican Congressman Steve King said in December while quote-tweeting an account that used the Soros photo illustration from the DCLeaks page.

In a March pre-election speech, Orban put Soros and immigration in existential terms for Hungary. He pledged to expel Soros as the Hungarians did previous remote tyrannies from the Ottomans to the Hapsburgs to the Soviets. And he applied anti-Semitic tropes not seen from a European leader since Hitler.


“We are fighting an enemy that is different from us,” Orban said, per a New York Times translation. “Not open, but hiding; not straightforward but crafty; not honest but base; not national but international; does not believe in working but speculates with money; does not have its own homeland but feels it owns the whole world.” Even a previously sympathetic writer, National Review’s Michael Brendan Dougherty, said the speech read like “a checklist drawn from the Protocols of the Elders of Zion.”

Perhaps it’s worth noting that Orban himself received a Soros-funded scholarship to Oxford. But it was not the only irony in this ugly episode. To its discredit, the Israeli government of Benjamin Netanyahu wilfully averted its eyes from Orban’s anti-Semitism. Billboards in Hungary last year promoted Orban’s anti-immigrant agenda by using a photo of a smiling Soros to warn Hungarians against letting him get “the last laugh.” Yossi Amrani, the Israeli ambassador, posted on Facebook that the campaign sowed “sad memories”—an apparent allusion to Hungary’s complicity in genocidal anti-Semitism—and “hatred and fear.”

Yet the Israeli foreign ministry undercut its own diplomat. It insisted it had no intent to “delegitimize criticism of George Soros, who continuously undermines Israel's democratically elected governments by funding organizations that defame the Jewish state and seek to deny it the right to defend itself.” That followed on Israel opting to accept official assurances against anti-Semitism after Orban called Miklós Horthy—Hitler’s Hungarian ally whose expulsions of Hungarian Jewry led to the slaughter of half a million people in the Holocaust—an “exceptional statesman.”

An Israeli journalist, Mairav Zonszein, contextualized the toleration of anti-Semitism within Netanyahu’s broader alignment with right-wing nationalist governments “if it will bolster the Greater Israel movement.” This appears to be an allusion to Soros’s funding of Israeli groups such as B’tselem and Breaking The Silence, which challenge the brutal Israeli treatment of Palestinians, an internal criticism that Netanyahu and his allies cannot abide. Netanyahu, who postures as the protector of diaspora Jewry when it suits him, had tacitly collaborated with an anti-Semite to turn a Hungarian-born Jew into a metaphorically stateless person.


Hungarian Prime Minister Viktor Orban and Israeli Prime Minister Benjamin Netanyahu shake hands after making joint statements at the prime minister's office in Jerusalem, Israel.

This spring, Orban’s government criminalized the assistance of asylum seekers and undocumented immigrants through what it called the “Stop Soros” laws. Ahead of its passage, the Open Society Foundations announced that it would cease operations in Budapest and transfer its local staff to Germany. In July, Netanyahu hosted Orban in Jerusalem and declared him a “true friend of Israel.”

Calculations like Netanyahu’s underscore the ascendancy and the purpose of the global far right. From Russia to America and beyond, the open society is on its back foot against an assault not seen since the 1930s. The assaulters are far from finished. Whereas the previous generation of European nationalists wanted to marginalize the European Union, the current one seeks to take it over. Orban and his Italian ally, Interior Minister Matteo Salvini, are crusading on an anti-immigration platform ahead of spring’s European Parliamentary elections. They’re joined, on the outside, by Steve Bannon, who dreams of a pan-European nationalist bloc and styles himself, as he told The Daily Beast’s Nico Hines, a counterweight to the version of George Soros so thoroughly cultivated for the reactionary European, Russian and American imagination.

Soros would not talk for this article. But the Open Society Foundations’ communications director, Laura Silber, called the attacks on him “a tribute,” as his philanthropy “strikes at the interests of autocrats, oligarchs and corrupt politicians” and supports human dignity.

“The voices that are loudest in speaking out against George Soros are those that are authoritarian, seeking to galvanize their bases and consolidate power, ignoring or silencing the most vulnerable,” Silber told The Daily Beast. “They’re doing it by circulating recurrent tropes. The billboards that the Hungarian government put up were eerily similar to World War II propaganda, and it’s telling that they were defaced with swastikas and hateful epithets.”

“The voices that are loudest in speaking out against George Soros are those that are authoritarian, seeking to galvanize their bases and consolidate power, ignoring or silencing the most vulnerable.”
— Laura Silber

The U.S. has been better to and for Jews than any other diaspora nation in history. It’s for that reason that many American Jews, particularly those whose white skin affords them access to the highest levels of the American Dream, often diminish the dangers posed by a mass movement comfortable, wittingly or not, with creating a Jewish scapegoat for its political frustrations. There is also a powerful Jewish collective instinct to avoid calling attention to empowered anti-Semitism for fear of provoking it to violence.

Nearly a century ago, as anti-Semitic propaganda backed by powerful white Americans like Henry Ford proliferated, an American Jewish lawyer and civil-rights leader urged his fellow Jews to confront it. “Events have shown that the policy of silence was a mistake. Not only do Ford’s articles appear every week with undiminished virulence, but worse, the Protocols is distributed in every club, placed in every newspaper,” wrote Louis Marshall in 1921. “It has been received by every member of Congress and put in the hands of thousands of personalities. It is the topic of conversation in every living room and in every social sphere.”

Eighteen years later, 20,000 Nazi supporters filled Madison Square Gardento preach their vision of an American Reich. It would not be long, across the Atlantic, before much worse unfolded.

“I’m concerned that the prevalence of conspiracy theories about Soros which paint him as a larger than life, powerful figure has the effect of shrinking that public space where anti-Semitism is not acceptable,” said the ADL’s Tuchman. “If you have fully embraced the notion that there is a powerful Jewish figure manipulating social and political movements around the world to promote his agenda, you’re inching toward the edges of that space where anti-Semitism is acceptable. Soros is a liminal figure in that way.”

La estrategia de Bolsonaro:pegarle a Lula


Bolsonaro, hundir a Lula como "leitmotiv"

Critica a comunistas y recibe respaldo de políticos

Jair Bolsonaro, enciende el nacionalismo en campaña

 El candidato de derecha Jair Bolsonaro, favorito en los sondeos, confirmó hoy su estrategia de campaña, al iniciarse el horario de propaganda para el balotaje, con críticas a Lula da Silva, el comunismo y la defensa del patriotismo asociado a los valores tradicionales. El militar retirado recibió fuerte apoyo de políticos de los principales colegios electorales.
En una mención implícita al expresidente arrestado Lula da Silva, Bolsonaro dijo hoy que "vamos a trabajar para que los presos controlen a sus empleados desde dentro de los presidios".

Con esa afirmación, divulgada cerca del mediodía brasileño por las redes sociales, Bolsonaro ratificó su estrategia de apuntar contra Lula, líder del Partido de los Trabajadores (PT), que purga una condena de doce años por corrupción y lavado de dinero en la Superintendencia de la Policía Federal en Curitiba.
El militar parece tener la situación bajo control luego de la holgada victoria obtenida el domingo pasado cuando logró el 46% de los votos, situándose a sólo cuatro puntos de ser electo presidente sin necesidad de disputar una segunda vuelta, prevista para el 28 de octubre.

La primera encuesta de Datafolha de cara al balotaje indica que Bolsoanro, del Partido Social Liberal (PSL), será el vencedor con 58% de preferencias contra 42% del alcalde petista de San Pablo Haddad, de izquierda.
En los medios políticos y periodísticos se habla de la "ola" prácticamente incontenible que llevará al capitán retirado del Ejército a la victoria a fin de mes y al Palacio del Planalto a partir del primero de enero del año próximo.
Su posible ministro de Hacienda, el economista Paulo Guedes, describió la situación como un "tsunami" que tornó invencible a Bolsonaro.
Este viernes Bolsonaro recibió un nuevo respaldo del candidato a gobernador de San Pablo, Joao Doria, que ganó el primer turno en ese distrito que es el más importante del país con 33 millones de electores.
El empresario Joao Doria anunció que viajará a Río de Janeiro para reunirse con Bolsonaro.

El candidato presidencial del PSL también tiene goza de la simpatía del candidato a gobernador Romeu Zema, favorito a vencer las elecciones en Minas Gerais, el segundo distrito electoral.
En una encuesta sobre el balotaje divulgada este viernes por Paraná Pesquisas Bolsonaro tiene el 68% contra el 27% de Haddad en el estado de Minas Gerais. Así las cosas Bolsonaro apostó a mantener los lineamientos de campaña trazados para el primer turno, con algunas correcciones menores.

"Llegó la hora de que Brasil se una, de virar pagina del pasado (...) precisamos políticos honestos y patriotas, tengo seguridad que así seremos gran nación", dijo en un spot publicitario radial divulgado en cadena nacional poco después de las 7 horas (10 GMT).
"Brasil encima de todo, Dios encima de todo", repitió Bolsonaro, que lleva siete mandatos consecutivos como diputado federal por Río de Janeiro, y en 2014 fue el congresista más votado de ese distrito, que es el tercero del país.
Así se inició a primera hora de mañana de este viernes la campaña de cara al balotaje, en la que Bolsonaro anunció su intención de no asistir a los debates televisivos con Fernando Haddad, el primero de los cuales iba a realizarse este viernes en los estudios de la TV Bandeirantes.

Los médicos le prescribieron no ir a debates esta semana mientras Bolsonaro se repone de las heridas sufridas el 6 de septiembre cuando fue apuñalado durante un acto de campaña en Juiz de Fora, interior de Minas Gerais.
La publicidad de este viernes incluyó una grabación de archivo de Lula en los años 1990 al hablar en el Foro de San Pablo una entidad que núcleo a partidos de izquierda latinoamericanos, creada por Lula y Castro.
"Cuba es el país más atrasado del mundo, Venezuela está devastada, Brasil gobernado por el PT durante 13 años está en su mayor crisis ética, estamos a la vera del abismo", señaló el spot de Bolsonaro.