Financial Times: Trump obtendrá su reelección si en EE.UU. se vota con el bolsillo


A principios de 2018, los republicanos hicieron un experimento en Washington: después de aprobar un recorte de impuestos, derramaron gasto público adicional en una economía que parecía no necesitarlo. Los demócratas les dieron los votos para hacerlo. La mayoría de los expertos en macroeconomía esperaban nuevos empleos pero también mayor inflación.

Los puestos de trabajo llegaron. La inflación no. El experimento funcionó. En 2020, los republicanos planean repetirlo, esta vez sin el recorte de impuestos. Derramarán dinero en una economía caliente. Los demócratas, de nuevo, ya los ayudaron. El presidente estadounidense Donald Trump enfrentará muchos obstáculos en su carrera para conseguir la reelección el año próximo. Pero la economía no será uno de ellos.

Los datos de 2019 son difíciles de explicar. La inversión corporativa se derrumbó. La confianza de los CEO cayó a su nivel más bajo en 10 años. Pero el desempleo se mantiene en 4% o menos hace más de un año y medio. Los adultos en edad de trabajar siguen reincorporándose a la fuerza laboral. El aumento salarial de los trabajadores no administrativos es de 3,7%. La inflación se mantiene estable y tenue.

El consenso entre los economistas de Wall Street y de la Reserva Federal es que en 2020 habrá otro año de este feliz milagro: baja inversión de las empresas, crecimiento económico decente, desempleo históricamente bajo y aumentos salariales razonables. "Es difícil ver que la economía no está bien", dijo Ellen Zentner de Morgan Stanley. Su pronóstico es sólo un poco más optimista que el de la mayoría: 1,8% de crecimiento del PBI, 3,2% de desempleo y un modesto aumento de la inversión empresaria. Si en las elecciones de 2020 los norteamericanos votan con el bolsillo, todo esto son buenas noticias para Trump.

Debido al auge de la economía norteamericana para el presidente republicano es casi imposible decepcionar a sus seguidores, incluso después del impeachment

Para explicar este éxito, los republicanos se retrotraen a los dos últimos años y ven una fiel aplicación de los principios conservadores. Ellos bajaron los impuestos a las sociedades y redujeron las regulaciones. Pero es difícil encontrar evidencia de que alguna de esas cosas haya funcionado a la escala que esperaba el Partido Republicano.

Se supone que los recortes del impuesto a las sociedades crean crecimiento a largo plazo a raíz de las inversiones que se hacen en plantas y equipos nuevos. Esto hace que el trabajo -y la economía- sea más productivo. Pero la inversión de las empresas no ha sido impresionante en los últimos dos años, y de hecho disminuyó desde el verano (boreal). Las mediciones de productividad de los trabajadores también retrocedieron.

Los costos y beneficios de las regulaciones son notoriamente difíciles de cuantificar, pero incluso si tomamos las estimaciones de la Casa Blanca del ahorro de las empresas a valor nominal, se llega a un total de u$s 13.000 millones en 2019. Durante casi el mismo período, la economía estadounidense creció en u$s 530.000 millones. La desregulación explica sólo el 2% de ese crecimiento; la escala es similar hasta 2017. Se podría argumentar que la desregulación anima a las empresas a invertir, pero de nuevo: no hemos visto mucha inversión.

Maya MacGuineas, jefa del Comité para un Presupuesto Federal Responsable, tiene una explicación diferente: "Dicen que proviene de los recortes de impuestos y la regulación. La realidad es que proviene del aumento masivo que tuvo el gasto del gobierno".

Para entender este comentario habría que observar la peculiar forma en que EE.UU. crea su presupuesto federal. Desde 2013, la política fiscal en Washington no consiste en aprobar un presupuesto sino en minimizar el daño de los recortes automáticos al gasto público que se aplican si el Congreso es incapaz de llegar a un acuerdo para reducir el déficit. El ex presidente Barack Obama pudo negociar un poco con el parlamento, levantando los topes de los recortes en entre u$s 20.000 y 50.000 millones al año. Con Trump todo se volvió más generoso. En febrero de 2018, un proyecto de ley elevó esos topes para agregar u$s 143.000 millones al gasto en 2018 y u$s 153.000 millones en 2019.

Este gasto se muestra claramente en las cifras trimestrales del PBI de EE.UU. Entre 2013 y 2018, el gasto federal fue un lastre para el PBI. Desde 2018, Washington emitió cheques para agregar en promedio un cuarto de punto porcentual al crecimiento económico.

En los dos últimos años fiscales, y los dos siguientes, el Congreso acordó un aumento del gasto que es entre tres y cinco veces mayor al otorgado a Obama. Los republicanos no pueden describir los acontecimientos de esa manera. Pero eso no les impide disfrutarlo.