Uri Levín, fundador de Waze: "Enamórense del problema y no de la solución"


"Enamórense del problema y no de la solución", dice Uri Levín, creador de Waze. Repite la frase como si fuera un mantra. La dice siempre, en cada conferencia que ofrece alrededor del mundo. Y hasta la tiene escrita en la remera que usa durante este encuentro. Esa frase encierra la clave del éxito, dice.

"El día que empezamos a enamorarnos de la solución, nos olvidamos del problema y vamos a perder el mercado que es donde hay que focalizarse", remarca.

En 2008, Levín, junto a sus socios Ehud Shabtai y Amir Shinar, desarrolló Waze, una aplicación de mapas, navegación y tráfico. Su idea comenzó a partir de un problema: falta de información actualizada sobre el tránsito y las rutas. Ése fue el problema que derivó en la solución, una app confiable, con una interfaz sencilla y lo más importante: que se actualiza en tiempo real con los datos que aportan los usuarios.

Luego de muchas dificultades, la idea se convirtió en un pequeño emprendimiento, que tuvo un crecimiento meteórico.

En 2013, cuando ya contaba con 50 millones de usuarios, la empresa se vendió a Google por mil millones de dólares "porque hay ofertas que simplemente no se pueden rechazar", explica Levine.

La compra marcó un hito porque, hasta ese entonces, el gigante de Mountain View nunca había pagado tanto por una aplicación.


Con el dinero que ganó por esa adquisición, Levine se dedicó a crear muchas otras startups. Entre ellas FeeX, una empresa que ayuda a los usuarios a recuperar cientos de miles de millones que usualmente se pagan de más. Son suerte de tazas financieras "ocultas".

Uri Levine vendió Waze por mil millones de dólares a Google

También lanzó Moovit, que es una app de navegación similar a Waze; Engie, que realiza diagnósticos mecánicos del vehículo y le explica al usuario lo que no funciona en un lenguaje simple y FairFly, pensada para aprovechar ofertas y ahorrar en tickets aéreos.



Ésos son tan sólo algunos ejemplos porque fundó mucha otras empresas más en los últimos cuatro años. Es un verdadero emprendedor serial. Y piensa seguir emprendiendo para construir "un mundo mejor", como suele decir en sus conferencias.



Si hay otro interés que tiene Levín es incentivar a los demás a que creen sus propias empresas. Es que el ritmo de la innovación requiere, exige, impone novedad.



"Los cambios son tan rápidos que en una década, cinco de las diez empresas más importantes de la actualidad no existirá. Y eso da miedo, ¿no? Lo bueno es que serán reemplazadas por alguien que haya iniciado su startup hoy. Y, con suerte, será alguno de ustedes. Ojalá sea yo", dice, entre risas.



Levín destaca que emprender implica tomar riesgos y que siempre hay fracasos en el camino


"No tengan miedo a los fracasos". Ésa es otra de las reglas que comparte Levine. Y en este sentido remarca que el rol del gobierno es fundamental. "El estado tiene que reducir el miedo al fracaso, propiciar las condiciones para el emprendedor" para que éste no sienta que si le va mal puede quedar en la ruina. Porque iniciar un proyecto implica riesgos, "Y en el camino habrá fracasos", subraya.



En este sentido subraya que el estado tiene que reducir los riesgos para los emprendedores, disminuir los impuestos y allanar el camino para que emprender sea más fácil.



El emprendedor fundó una decena de startups


"Lo principal es que lo esencial sigue siendo lo esencial . Esto es muy difícil de lograr, porque tendemos a creer que hay una infinidad de oportunidades, que podemos hacer de todo", analiza Levín. Y recuerda que cuando empezó Waze, una persona les sugirió que hiciera esa aplicación para Federal Express. Pero él y sus socios no cambiaron de rumbo. Estaban enamorados de su proyecto, de su historia y siguieron adelante.



"Si creen que hacer una startup es una montaña rusa, entonces juntar fondos es como una montaña rusa a oscuras. Uno ni siquiera sabe a qué se enfrenta", destaca Levine. Y cuenta que cuando iniciaron Waze, que en ese momento se llamaba Linqmap, recibieron muchos "no". Tuvieron que golpear puertas durante seis meses hasta que finalmente lograron reunir el capital necesario para empezar con la compañía.