Panorama Semanal: estamos mucho mejor de lo que vamos a estar el año que viene


Desde que asumió Macri se hicieron sentir voces que han emparejado a su gobierno con el de la Alianza. Las similitudes a veces han superado a las diferencias. Ambas son coaliciones que sólo las une su ambición de vencer al peronismo, tienen como horizonte llevar adelante un programa neoliberal, usaron el discurso anti-corrupción y al republicanismo como epicentro de su identidad y repiten el mismo elenco de poder (con figuras centrales como Patricia Bullrich, Federico Sturzenegger, Nicolás Dujovne, Hernán Lombardi, Elisa Carrió, Oscar Aguad, Horacio Rodríguez Larreta, Darío Lopérfido y demás).

Por su parte, utilizaron exactamente la misma secuencia económica con cinco etapas:
“ajuste tolerable” (o gradualista) basado en el endeudamiento externo;
una vez agotado el crédito exterior recurso al FMI para obtener un blindaje;
no obstante eso, debieron realizar megacanjes por el ahogo financiero en el que estaban;
terminan por aplican un ajuste abismal y sin anestesia con una ley de “déficit cero”;
finalmente dependen únicamente de los salvatajes del Fondo para no caer en default y de la tolerancia popular para sobrevivir.



Las políticas de austeridad no están resolviendo la cuestión fiscal pues el derrumbe económico es todavía mayor. Por eso tampoco hay ajuste que valga. A su vez, las políticas ortodoxas tampoco sirvieron para ganar la confianza del mercado, que se supone debe ser lo principal: el riesgo país era de 350 al comenzar el año y hoy más que se duplicó (está en torno a los 750 puntos básicos). Al comenzar 2019 estará seguramente entre 800 y 900 puntos, para luego superar los mil con el ciclo electoral.

El gobierno tuvo fuertes entradas de divisas este año: 9.000 millones de dólares en enero gracias a la última colocación de deuda que pudo tener de los mercados, otros 15.000 que le dio el FMI en junio y un segundo desembolso de 6.000 al comenzar noviembre. Recibió en total 30.000 millones de dólares, sin lograr nada con eso: el dólar se disparó, la economía viene en derrumbe, las tasas están altísimas y la fuga de capitales se aceleró. Un calco del pasado.



Si hay algo que separa a la dinámica de 2001 de la actual es el campo político. En el 2001 existía un gran desprestigio de la clase política (traducidos en el “voto bronca” y el “que se vayan todos”) que hoy no se da de esa manera. Podrá haber desencanto y frustración en algunos sectores políticos. Pero no existe un vacío de poder ni crisis de representatividad como entonces. Podrá haber críticas, pero es difícil decir que ahora los políticos “son todos iguales”.


El único capital político que tiene hoy del macrismo simplemente es el de mantener un bloque de poder capaz de abroquelar un polo anti-kirchnerista. Sin eso, no sería nada. La existencia de estos dos polos políticos es una diferencia central con el 2001, pues estructuran todo el campo político. Con eso, no hay ni vacío de poder ni crisis de representatividad. Pues podrán gustar o no, pero la grieta señala que hay alternativas: que no todos los proyectos políticos son iguales. Hay modelos en disputa.


A su vez, los otros actores políticos, ya sea por un aprendizaje del 2001 o por la polarización, también están ubicados de una manera distinta. Por empezar, el sindicalismo burocrático hoy es mucho menos combativo que en aquél momento: negocia y da tregua, porque no quiere pasar a la historia como un sector “golpista” o desestabilizador. No sólo la CGT no es aquella encabezada por Ubaldini contra Alfonsín en los ’80, sino que ni siquiera Daer ni Moyano son los mismos Daer y Moyano que enfrentaban a De la Rúa.



Los medios de comunicación actúan igualmente de un modo diferente: si en 2001 fueron un actor central para demoler la imagen de De la Rúa y acabar con su legitimidad –ridiculizándolo a un nivel de no creer—, hoy son el principal sostén del macrismo: lo arropan y cuidan porque saben lo que puede pasar si no lo protegen. Para dar un ejemplo, si Clarín fue el principal medio antagonista de De la Rúa porque quería la devaluación, hoy es un defensor central de Macri porque no quiere la vuelta del kirchnerismo.





No es una novedad que la visión de la economía del sector financiero ha ido desplazando a la mirada de otros sectores empresariales de la discusión pública, para no hablar de la perspectiva de los asalariados sobre las carencias del actual modelo distributivo.


En los principales medios, la única información económica ronda en torno a la cotización diaria del dólar, a la suerte de las licitaciones y vencimientos de diversos títulos públicos (LELIQs, LEBACs, LETES, BOTES, etc.), a los inextricables avatares del riesgo país, a la evolución posible de la astronómica tasa de interés oficial, o del movimiento de los depósitos en los bancos. Para ampliar el panorama, se incluyen a veces los movimientos de la tasa de interés de los Estados Unidos, los vaivenes de los indicadores bursátiles de Wall Street y eventualmente el último chisme de la “guerra comercial” entre Estados Unidos y China.

Pareciera que con eso alcanza para tener un panorama de la economía y del mundo, y para contar con los principales datos para la toma de decisiones.

Pero lo único que se obtiene es un panorama circunscripto al mundo financiero, a las principales variables que definen las rentabilidades de las distintas opciones financieras y a las piruetas a realizar para capturar los activos que prometen mayores beneficios. Además, esa forma de informar, nos hunde en una visión de hiper corto plazo, que aniquila cualquier posibilidad de razonar sobre el rumbo general en el cual está inmersa la sociedad.

Se perdió de vista nada más y nada menos que el mundo real, que es donde se produce la riqueza. El mundo de la producción de bienes y servicios es donde se define la base del bienestar o malestar de la sociedad, la prosperidad o no de los habitantes, la capacidad del país para intercambiar equilibradamente con el resto del mundo. Se ha vuelto tan irrelevante que se lo ha suprimido prácticamente de la consideración mediática.




Por su parte, en la actualidad las organizaciones sociales conformadas por los sectores excluidos tienen más herramientas y recursos que antes. Eso les da fortalezas y debilidades: porque si bien es verdad que contienen e institucionalizan la lucha, obteniendo mayor asistencia por parte del Estado, por otro lado eso las hace menos aguerridas, terminando por evitar los desbordes sociales y las explosiones. Algo similar pasa con los sectores medios urbanos: si en 2001 fueron indispensables en la pérdida de legitimidad de la Alianza, hoy aún desencantados sostienen al macrismo.



No se entiende quién fue la persona que decidió lanzar, virtualmente, la reelección de Mauricio Macri con una reunión de Gabinete Ampliado, en el Centro Cultural Néstor Kirchner, el mismo día que la Suprema Corte de Justicia de la Nación prefirió no expedirse sobre la “Ley de Lemas” y cuando el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina dio a conocer sus datos terribles sobre pobreza e indigencia.





De esta forma, la tapa de los diarios y los mayores espacios en los canales de noticias, las radios y las RRSS (redes sociales) fue que 2,2 millones de personas se sumaron al universo de pobres e indigentes en 1 año, que 33,6% de la población se encuentra en esta penosa situación y que el sector que más se empobreció fue la clase media-baja, la misma que votó a Mauricio Macri hace 3 años, justamente para no caer en esta situación.


Ya es grave que la pobreza haya aumentado 5 puntos porcentuales interanuales, pero el dato más grave es que cuando se informen los índices del 4to. Trimestre de este año, la cantidad de pobres e indigentes será mucho mayor y podrían llegar a afecta hasta 35% de la población, una cifra nunca vista en la Argentina, incluso tomando en cuenta 2001/2002. ¿Cómo explicarán esos datos la Casa Rosada, justo cuando comience la campaña electoral, si Marcos Peña minimiza el fenómeno inflacionario?

Todas las investigaciones dejan en claro que el aumento en la pobreza e indigencia es consecuencia de la suba de los precios de los alimentos y de los servicios públicos, que han colocado el valor de la canasta familiar en cifras que “fabrican” pobres con una velocidad y cantidad que descorazona a aquellos que votaron a Mauricio Macri, en la creencia de que solucionar los problemas económicos era su mayor fortaleza.



Poco hizo el Gobierno de Mauricio Macri para tratar de responder a las críticas por las cifras que dio a conocer el Observatorio de la Deuda Social, más cuando pocas horas antes, celebrando los 3 años en el poder, militantes macristas dieron a conocer un documento llamado “81 formas en las que el Gobierno está mejorando la vida de los argentinos”, un recuento con tan poco brillo y redactado en forma tan pobre, que no tuvo repercusión.

La mejor 'apuesta' del Gobierno para que el panperonismo no llegue unido a las elecciones es el “Peronismo Federal”. Sin embargo, esta semana, la fuerza fracasó el intento de ordenar la lista de Gobernadores peronistas a invitar y suspendieron el acto en el Centro Costa Salguero, en donde esperaban reunir 600 intendentes y 1.400 legisladores nacionales, provinciales y municipales; para reducirlo a un simple “encuentro de referentes”.

¿Qué futuro tiene el “Peronismo Federal” que no puede ordenar una lista de invitados, cuando todavía no sabe cómo ordenar la interna entre tantos pre candidatos presidenciales? Y más cuando CFK ha lanzado varios “negociadores” para “seducir” a Gobernadores peronistas.




Nadie en el “Peronismo Federal” puede compararse con CFK en intención de voto dentro del panperonismo, y ese es el principal problema que va a tener el peronismo no kirchnerista para sumar masa crítica. El discurso “amigable” al macrismo, no ha servido. El discurso antimacrista, tampoco, en un escenario agonal.


El miedo y la desazón que inundan las fábricas de todo el país por el combo de tasas de interés recontraaltas y derrumbe del consumo pudieron palparse esta semana en dos encuentros industriales. Uno, más populoso, fue el tradicional seminario ProPymes, donde la siderúrgica Techint reúne anualmente (desde la crisis de 2001) a los metalúrgicos que le compran chapa. El otro, más reservado, fue el almuerzo de fin de año de la Cámara de Industriales de Productos Alimenticios (CIPA), donde pisa fuerte Arcor. Acero y caramelos, diría Alejandro Estrada.



Grandes empresas comenzaron a cerrar locales y achicar su participación en la economía. Sus presupuestos 2019 no son más que de subsistencia a medida que la crisis se profundiza y el gobierno no muestra hechos concretos que hagan cambiar las expectativas de recesión.





Por caso, LG Electronics Argentina dejará de comercializar y distribuir sus productos para las categorías TV, audio y video, aires acondicionados comerciales, lavavajillas, cocina y heladeras. Cederá la operación a Newsan, líder en el sector de fabricación, comercialización y distribución de electrónica de consumo y electrodomésticos. De esta manera, sólo retiene la gestión de la garantía posventa y marketing.





Así lo anunció a BAE Negocios Enrique Laffue, CEO y Presidente de LG Electronics Argentina: “LG ha decidido encarar un proceso que apunta a fortalecer la marca y hacerla aún más competitiva”.





En tanto, la Unión de Empresarios de Jujuy encendió todas las alarmas al denuncia en un informe que está cerrando 25 pymes por día. Según Luis Alonso, presidente de la entidad, la tasa de interés impuesta por el Banco Central -que hoy ronda el 60% pero banco privados le aplican un 15% o 20% más- es el gran problema. Por esto mismo, la Federación de Comercio e Industria de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (FECOBA) reclamó un "régimen de emergencia" para el sector, agregando la "presión tributaria, disminución de la rentabilidad y caída del consumo" como temas a urgentes.

Por si esto fuera poco, la encuestadora Reyes Filadoro junto a Numeral 8 le pusieron el broche de oro: Sólo el 17% de los argentinos consultados planea irse de vacaciones a algún lado este verano y la mitad de ellos se tomará una semana o menos, revela una encuesta.

La clase económicamente más activa es la más golpeada. Se trata de quienes tienen entre entre 30 y 50 años.

En este sentido, 68% de los argentinos cree que en el próximo año la economía estará tan mal o peor que ahora. 7 de cada 10 están preocupados por perder su empleo.

No es para menos, según la consultora Focus Market, el consumo masivo en noviembre sufrió una caída interanual de 10,1 %, la más fuerte de 2018, con mayor impacto en el interior del país. En el acumulado, la variación es de -3,5%.

Si bien el gobierno nacional aseguró en off the record que está trabajando en políticas que logren ser un paliativo para afrontar la crisis, lo cierto es que no hay un plan integral de crecimiento y esas medidas no son más que rumores de pasillos.








El Riesgo País se ubicaba este viernes en torno a los 770 puntos básicos, alcanzando máximos en 3 meses. En sintonía con este deterioro de la confianza, el dólar subió para cerrar en el segmento minorista a $39,27, de acuerdo al promedio del Banco Central. Fue un salto de 47 centavos en relación al cierre previo que puso al dólar a orillar nuevamente $40.

El Riesgo País, elaborado por la banca JP Morgan, mide las posibilidades de un país de caer en default de su deuda soberana. La suba de 2,7% de este viernes implica un golpe para los bonos argentinos.

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¿Puede la Argentina entrar en cesación pago de sus obligaciones? El acuerdo que el Gobierno firmó con el Fondo Monetario Internacional (FMI) este año apunta a disipar ese fantasma. En efecto, los economistas coinciden en que la necesidades financieras en cuanto al pago de la deuda están cubiertas para 2019, año en que Mauricio Macri se jugará la continuidad en el Gobierno.





Las dudas están puestas desde 2020 en adelante, cuando no se sabe quién asumirá las riendas del país.





"Los dólares del FMI alcanzan hasta la primera parte de 2020. En este sentido hay que recordar que, si todo sale bien, de los US$57.100 MM del préstamo Stand By del FMI, la administración de Cambiemos se consumiría US$51.200 MM, quedando tan sólo US$5.900 MM para el próximo gobierno en 2020. No abundan, ni mucho menos sobran los dólares del FMI", sostiene el último informe de la consultora Economía & Regiones.

Pero el aporte del FMI no logra dar con la certidumbre pretendida por el Gobierno. Como recuerda el economista Julián Zícari en un artículo de El Cronista Comercial, cuando Mauricio Macri anunció que iniciaría conversaciones con el Fondo en mayo, el Riesgo País se ubicaba en los 488 puntos. Hoy, tras cerrar el acuerdo que incluyó un refuerzo posterior, el índice está cerca de los 800 puntos.

"Es decir, el soporte externo y el blindaje financiero anunciados no disiparon las dudas, sino que el riesgo continuó aumentando, siendo el país cada vez menos creíble para el mercado", agrega Zícari.

En ese marco, desde sectores opositores insisten en la necesidad de renogociar el acuerdo con el FMI. Hablan de una reestructuración que podría implicar, por ejemplo, una quita sobre el capital de los US$57 mil millones pautados.

Desde Axel Kicillof hasta Sergio Massa coinciden en abrir el acuerdo para retocarlo. Cuentan con el envíon intelectual del premio Nobel en Economía Joseph Stiglitz, quien había recomendado en septiembre "reperfilar" la deuda.

Pero, incluso, desde la filas del oficialismo también advierten sobre la necesidad de acordar nuevos términos con el FMI. Fue Carlos Melconian quien lo expuso. "El 10 de diciembre creo que todos van a querer reconsiderar el acuerdo; Macri también", dijo recientemente.

Melconian no se refería a ir a pedir una quita, sino para "agarrar la manija de la política económica" y que esta no sea digitada desde la oficinas del Fondo en Washington.

"Es algo muy preocupante, no podemos recuperar la confianza y estamos en los niveles más altos de la época Macri. Hay cada vez más gente propia y extraña que habla de una renegociación con el FMI y eso claramente no ayuda", indicó el analista financiero Christian Buteler, de acuerdo al portal lapolíticaonline.

El informe de Economía & Regiones también sugiere una renegociación del acuerdo en cuanto a los actuales vencimientos y haga un nuevo préstamo como opción a un fuerte fiscal que el Ejecutivo debería aplicar en los próximos años. Sin embargo, ven poca probabilidad de ello.

Según el documento, "está claro que Argentina no tiene otra alternativa que hacer un ajuste fiscal de 5,5% del PBI durante los próximos dos años". Y agrega: "La otra alternativa sería que el FMI nos vuelva a prestar y nos postergue los pagos del actual stand by. Sin embargo, creemos que es muy poco probable".