“Formadores” vs. “monetarismo”: la interna antiinflacionaria

Elisa Carrió



Carlos Burgueño


Cambiemos coincide en que uno de los principales problemas que se deben solucionar de cara a las elecciones legislativas es la inflación. Y si bien hay confianza en que la variable esté cediendo para el momento de las votaciones (13 de agosto las PASO y 22 de octubre las legislativas), se sabe que inevitablemente será un tema en el que embestirá la oposición. El problema para elaborar una estrategia común dentro del Gobierno es que hay una división en la explicación sobre la causa (y en consecuencia la solución) del alza de precios estructural en la economía argentina. En la mayoría de los integrantes del Ejecutivo, incluyendo Mauricio Macri, la convicción es que se trata de un problema monetario relacionado fundamentalmente con el déficit fiscal y la velocidad de circulación del dinero. Otros dirigentes (Carrió y el radicalismo) insisten desde la asunción misma de Macri en la existencia de "formadores de precios" que distorsionan la cadena de valores en el país, y sobre los que debe mediar la presión del Estado para controlar esta acción privada.

Ambas visiones sobre el combate contra la inflación convivieron pacíficamente desde la llegada de Cambiemos al poder, pero esa pax conceptual parece haber llegado a su fin como consecuencia indirecta (y quizá indeseada) de la crisis generada hace unas semanas entre parte del Gobierno y Elisa Carrió. La dirigente (una de las tres patas fundadoras de Cambiemos) vivió hace 15 días la crisis más fuerte de convicciones como integrante de la coalición (por temas obviamente extraeconómicos), situación que fue solucionada de manera directa y personal con el propio Macri en una comunicación directa con la dirigente. Cuentan testigos que de esa conversación no sólo se obtuvo un relanzamiento de la relación personal entre Macri y Carrió, con la promesa del jefe de Estado de aventar cualquier sospecha de protecciones internas a acusados de corrupción dentro y fuera de la coalición, sino que se habló de la inflación y de las preocupaciones de la dirigente sobre la falta de resultados concretos en la batalla. Carrió mencionó la falta de apoyos de muchos empresarios en el proceso, y señaló que muchos de ellos habían sido colaboradores directos del kirchnerismo. Y que son ahora de los que más se están aprovechando de la pasividad oficial y la falta de controles y que merecen una embestida directa, concreta y fulminante. Carrió habla de "formadores de precios" y "carteles" y mencionó sectores concretos: los súper e hipermercados, los más importantes fabricantes de alimentos y bebidas, los de productos de consumo masivo, materiales para la construcción, insumos básicos y los exportadores de productos primarios. Saben en Cambiemos que Carrió tiene una lista integrada por empresas y empresarios que, según ella, eran habitués de las tertulias de Guillermo Moreno en sus días de monarca de la Secretaría de Comercio Interior, que no tenían problemas de humillarse ante su presencia para lograr permisos de importaciones y exportaciones; y que, lo peor, durante aquellos años obedientemente hacían lo que el funcionario ordenaba y que desde diciembre de 2015 están desatados en la carrera de aumento de precios. La diputada menciona en el listado a los súper e hipermercados más importantes (uno de propietario argentino, dos europeos y uno norteamericano) y a las dos empresas de alimentos más importantes del país y de capitales locales. También dos grandes multinacionales de producción de artículos de consumo masivo y de limpieza, varios laboratorios de medicamentos, cementeras y distribuidoras de artículos para la construcción, además de fabricantes de insumos para la industria alimentaria, comenzando por la empresa que tendría el monopolio de los envases para mantener los productos envasados en el largo plazo. Si bien no le dio el 100% de razón, Carrió interpretó que el Presidente coincide en la falta de apoyo de muchos de los empresarios que manejan mercados locales de bajo nivel de competencia, y prometió ayuda, incluyendo el proyecto de control de precios y "defensa para la competencia" que la diputada presentó con la firma de Negri en el Congreso el año pasado y que más allá de algunos fuegos artificiales originales, nunca tuvo aire para convertirse en realidad. Ese proyecto fue reactivado hace una semana en el Congreso por orden de Macri, pero ahora enfrenta el problema clásico del oficialismo: la falta de votos propios y la necesidad de negociar con otros bloques para que pueda llegar al recinto.

El problema que tiene esta embestida es que el resto del Ejecutivo no cree en la visión de Carrió, y siguen confiando en la estrategia clásica de baja de la inflación vía políticas monetarias restrictivas, presión sobre el déficit y acciones del Banco Central. Rechazan, además, el mismo concepto de "formadores e precios" con que martilla Carrió, y hasta consideran que los mismos empresarios señalados por la diputada son víctimas más que causantes del alza de precios. Por ahora prestarán atención, por orden presidencial, considerarán las recomendaciones de Carrió y avanzarán en eventuales sanciones. Y confían en que el proyecto en el Congreso se demore por la falta de apoyo de la oposición, a la que, obviamente, se señalará como culpable. Y que, con el tiempo y las políticas ortodoxas, la inflación baje y Carrió deje de ocuparse del tema.