Ciudades estadounidenses se rebelan por la decisión climática de Trump


 
Manifestaciones contra la decisión de Donald Trump sobre el Acuerdo de París sobre el cambio climático. Greenpeace protesta en París.


California, Chicago Nueva York aparecen a la cabeza de una llamativa y dura rebelión estadounidense contra el presidente Donald Trump por su decisión de retirar al país del Acuerdo del Clima de París.
Pero a ese coro de oposiciones también se suman empresarios, políticos, países aliados, universidades y organismos internacionales.
Las reacciones en contra no parecen tener fin y hasta el Vaticano se ha sumado a ellas.
Dentro de Estados Unidos, más de 60 ciudades, varios estados, cerca de 80 universidades y aproximadamente 100 empresas han mostrado su intención de cumplir con lo pactado en el acuerdo.
"Es una medida demente por parte de este presidente", dijo el gobernador de California, Jerry Brown, que calificó el nuevo giro de Washington como un "comportamiento anormal de la oficina más elevada en la tierra". Brown se sumó a los gobernadores Jay Inslee del estado de Washington y a Andrew Cuomo de Nueva York para formar la Alianza Climática de Estados Unidos con el propósito de apoyar el acuerdo climático de París, un pacto que involucra a casi 200 naciones con el objetivo de desacelerar el calentamiento del planeta. Los tres estados ya pertenecen a un pacto de reducción de emisiones de estados y ciudades en varias partes del mundo, pero la acción del jueves marca una postura directa contra el gobierno de Trump y un compromiso formal para mantener las metas del Acuerdo de París. El gobernador de Connecticut, Dan Malloy, y el de Virginia, Terry McAuliffe, también expresaron interés en unirse al nuevo pacto. Entre las personalidades más destacadas, está Michael Bloomberg, el exalcalde de Nueva York, quien está impulsando este movimiento opositor. Bloomberg Philanthropies, la organización benéfica del exalcalde de la Gran Manzana, ha ofrecido pagar 14 millones de dólares en dos años para el fondo que lucha contra el cambio climático, justamente del que se saldrá Estados Unidos. Entre las ciudades que han tomado la bandera del medio ambiente están Los Ángeles, Atlanta o Pittsburgh, cuyo alcalde reaccionó a la mención que hizo el presidente durante su discurso afirmando que él sí quiere permanecer en el acuerdo.
Trump afirmó que él había sido elegido para servir a los ciudadanos de Estados Unidos, y puso como ejemplo esa ciudad.
Sin embargo, el alcalde demócrata de Pittburgh, Bill Peduto, le recordó al presidente que el 80% de sus habitantes había votado por Hillary Clinton.
A nivel estatal, Nueva York, California y Washington también advirtieron que seguirán dentro de lo pactado por el Acuerdo de París sobre el cambio climático.
Barack Obama, que como presidente de Estados Unidos firmó el acuerdo, dijo que confía en que los estados y las ciudades sigan buscando un futuro con bajas emisiones de carbono "incluso en ausencia del liderazgo estadounidense". Obama disparó anoche que la decisión de Trump lo pone del lado de un "puñado de países que rechazan el futuro".
Bill Clinton fue otro exmandatario que reaccionó a la decisión y afirmó en Twitter que "le debemos a nuestros hijos más" y le recordó a Trump que "proteger nuestro futuro también crea empleos".

El mundo de la medicina y de las ciencias de Estados Unidos han mostrado reacciones unánimes y se expresaron hoy extremadamente alarmados por la resolución de Trump y advirtieron de inevitables consecuencias sobre la salud.
La decisión del presidente "sin duda aumenta las posibilidades de que los esfuerzos generales de otros países para reducir las emisiones de monóxido de carbono no sean suficientes para evitar consecuencias catastróficas para la salud humana", dijo Jack Ende, presidente de Colegio Médico de Estados Unidos (APA, por sus siglas en inglés).
"Sin el liderazgo de Estados Unidos, lograr el objetivo que había sido firmado por 195 países será muy difícil", añadió el especialista. "Es que el Acuerdo de París es central para tratar enérgicamente los peligros del cambio climático", acotó.

Desde la Casa Blanca la respuesta conllevó cierto desdén: "no hay de qué disculparse".
Fue "una decisión muy valiente" la tomada por el presidente, afirmó el jefe de la Agencia de Protección Ambiental norteamericana (EPA), Scott Pruitt. Trump "puso a Estados Unidos en primer lugar, no hay nada de qué disculparse", amplió el funcionario tajante.

Entre conciliador y de algún modo conciliatorio emergió el secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, quien dijo que Estados Unidos va a seguir reduciendo las emisiones de efecto invernadero porque se han hecho grandes esfuerzos en el pasado para alcanzar objetivos significativos y se continuará haciéndolo, aunque sin tener en cuenta el Acuerdo de París, argumentó. Tillerson estaba entre aquellos que impulsaban permanecer en el acuerdo y ahora invita a poner los hechos en perspectiva, haciendo hincapié en que Estados Unidos puede "estar orgulloso" de haber reducir las emisiones de gases de efecto invernadero incluso antes de que el Acuerdo se plasmara.
"No creo que en el futuro vayamos a cambiar nuestros esfuerzos para reducir las emisiones", dijo el jefe de la diplomacia estadounidense, más diplomático que nunca.