En Corea del Sur ganó la centroizquierda y plantea cambios en la relaciones con EE.UU. y con Corea del Norte

Después de nueve años de gobiernos conservadores, ganó el candidato Moon Jae-In


La elección de Moon significa un importante cambio de política respecto de Pyongyang y también del aliado y protector estadounidense. Los comicios ocurrieron en un clima político marcado por la destitución de Park.


Moon propondrá un acercamiento menos conflictivo con el Norte y emanciparse de la tutela estadounidense.
(Imagen: AFP)




Moon Jae-In, un veterano de la lucha por los derechos humanos favorable a un acercamiento con Corea del Norte, ganó ayer ampliamente las elecciones presidenciales en Corea del Sur. Moon, gran favorito y candidato del centro-izquierdista Partido Democrático, obtuvo el 40,2 por ciento de los votos, según la comisión nacional electoral. El conservador Hong Joon-Pyo quedó muy por detrás, con 25,2 por ciento de los sufragios, seguido del centrista Ahn Cheol-Soo (21,5 por ciento). “El resultado fue una gran victoria de un gran pueblo que quiere crear un país justo donde las normas y el sentido común prevalezcan”, dijo Moon al saludar a sus simpatizantes en la plaza Gwanghwamun de Seúl, donde una multitud de personas se reunió durante meses, a la luz de las velas, para exigir la dimisión de la presidenta conservadora Park Geun-hye. Moon prometió que será el presidente de todos los surcoreanos.

En la plaza, una trabajadora independiente, Koh Eun-Byul, de 28 años, dijo que se sentía feliz porque ahora hay esperanza de un cambio significativo. Las elecciones se llevaron a cabo en un clima político marcado por el escándalo de corrupción que terminó con la destitución de Park y por las tensiones con Pyongyang. Hong reconoció ya prácticamente su derrota al conocerse los primeros pronósticos y se mostró satisfecho con “haber reconstruido un partido destruido” y logrado superar el 20 por ciento de apoyos. Tras nueve años de gobiernos conservadores, Corea del Sur da ahora un giro a la izquierda.

Pocas horas antes del cierre de las urnas, la participación era del 63,7 por ciento, frente al 59,3 por ciento de hace cinco años a la misma hora, un aumento significativo, esperado tras las masivas movilizaciones en las que millones de personas pidieron la salida de Park. En el epicentro de la crisis está la relación de la destituida presidenta con Choi Soon-sil, una confidente que se hizo conocida como “Rasputina” por las acusaciones de haberse aprovechado de sus relaciones para sacar decenas de millones de dólares a las grandes corporaciones surcoreanas.

Este mega escándalo de corrupción, que sacudió incluso a Samsung, catalizó muchas frustraciones de la población con respecto a las desigualdades, la economía y el empleo. La crisis obligó a todos los candidatos a prometer reformas para una mayor integridad. El escándalo afectó al heredero de Samsung y al presidente de Lotte, el quinto mayor conglomerado empresarial de Corea del Sur. Mientras los coreanos votaban, Park sigue en prisión, a la espera del juicio por corrupción y abuso de poder.

Moon Jae-In, nacido en una familia de refugiados norcoreanos y antiguo abogado defensor de los derechos humanos, lideró los sondeos electorales durante toda la campaña. Su principal rival, el conservador Hong Joon-Pyo, se quedó muy por detrás. “Voté por Hong ya que la seguridad [frente a Corea del Norte] es lo más importante”, dijo Chung Tae-Wan, un médico de 72 años, que votó en Seocho, un distrito acomodado en el sur de Seúl. La victoria de Moon, de 64 años, significa una alternancia al frente del país tras cerca de 10 años de reinado de los conservadores. Su elección significa, además, un importante cambio de política respecto a Pyongyang y también al aliado y protector estadounidense.

El nuevo presidente tendrá mucho que hacer para combatir la desaceleración económica, las desigualdades, la subida del desempleo, en especial entre los jóvenes, y el estancamiento de los salarios. Según una encuesta del Fondo Monetario Internacional (FMI) del año pasado, el 10 por ciento de los surcoreanos más ricos obtiene la mitad de los ingresos de toda la población. El próximo ocupante de la “Casa Azul”, la residencia oficial de la presidencia surcoreana, heredará además el problema norcoreano. Rara vez las tensiones fueron tan fuertes en la península coreana por el temor a un ensayo nuclear del régimen comunista de Pyongyang. Tampoco ayuda el carácter imprevisible del nuevo presidente estadounidense, Donald Trump, que amenazó con solucionar la cuestión por la fuerza.

“Esperamos trabajar con el presidente electo Moon para seguir fortaleciendo la alianza entre Estados Unidos y la República de Corea”, dijo el secretario de prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer, en un comunicado. Por su parte, China está en desacuerdo con el despliegue de un escudo antimisiles estadounidense en Corea del Sur para contrarrestar la amenaza norcoreana. Rompiendo con la línea dura con Pyongyang que defendía Park, Moon propondrá un acercamiento menos conflictivo con el Norte y emanciparse de la tutela estadounidense. Moon sigue la línea de su mentor político Roh Moo-hyun y el precedesor de éste, Kim Dae-jung, premiado por ello con un Nobel de la Paz en el 2000.

El de ayer fue el segundo intento de Moon de alcanzar la presidencia, tras perder en el 2012 en las urnas contra Park. El nuevo presidente asumirá el cargo hoy, sin esperar al habitual período transitorio de dos meses que suele mediar entre dos presidentes. Las elecciones tuvieron que adelantarse en el país después de el Tribunal Constitucional confirmara la destitución de Park el 10 de marzo pasado, por el que ahora debe responder ante los tribunales acusada de corruptibilidad, abuso de poder y otras acusaciones.