Panorama semanal económico, social y político

Alejandro Bercovich. 

 Internas en el equipo económico, se abre el frente electoral en buenos aires y los movimientos de la CGT.
Federico Sturzenegger no solo asumió el control de la economía en nombre de Mauricio Macri cuando instruyó la semana pasada a los jerarcas de la UIA para que limiten los incrementos salariales del año próximo a una franja entre el 15 y el 17%. El martes, el jefe del Banco Central recibió otro espaldarazo cuando el Presidente lo recibió junto a todo su equipo en Olivos, recién llegado de la cumbre del G-20 en China y a pocas horas de su entredicho público con el varias veces desautorizado ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay. La balanza volverá a inclinarse a su favor cuando este fin de semana se conozcan las proyecciones del proyecto de Presupuesto 2017, ya con Prat-Gay de regreso de las vacaciones que se tomó para acompañar a su hijo y sus compañeros del Cardenal Newman de viaje de egresados por el Reino Unido.


El laudo presidencial no se traducirá en renuncias ni enroques al menos hasta fin de año, cuando empiecen a llenarse con algunos actuales ministros las listas de candidatos del oficialismo para las legislativas. La principal razón es que Macri no quiere mostrar debilidad ni admitir en público errores como los de Juanjo Aranguren, a quien le pidió que no deje el cargo pese a la propia insistencia del exCEO de Shell, consciente de los miles de votos por día que su sola permanencia le hace perder a su jefe. Un motivo accesorio es el perfil de Sturzenegger, a quien el Presidente respeta como economista académico y de gestión pero a quien le reconoce limitaciones como político, lo cual podría exponerlo a ganarse enemigos tan rápido como lo hizo el ex JP Morgan dentro y fuera del gabinete.


El martes, el titular del Central le habló satisfecho a Macri de una “impresionante” desaceleración de la inflación en agosto. Y no solo se basaba en el reporte del sitio PriceStats que recibe a diario y en las apuestas de las consultoras locales que recoge el Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM). Él mismo lleva un relevamiento casero de los precios que paga en el supermercado en el bloc de notas de su celular, donde el domingo registró que el kilo de queso port salut de Sancor había bajado de $165 a $129 y que la lata de atún La Campagnola había subido apenas marginalmente, de $45 a $48.
El gran interrogante es si el menor ritmo inflacionario se traducirá en una rápida reactivación de la actividad, como creen en Reconquista 266, o si es consecuencia del desplome del consumo y el torniquete monetario y ahora es preciso un impulso fiscal con especial énfasis en la obra pública, como opinan Rogelio Frigerio y Guillermo Dietrich. En la intimidad, tanto el ministro del Interior como el de Transporte se reivindican como los verdaderos keynesianos del gabinete. Ambos debieron acudir varias veces a Macri para que el secretario de Hacienda de Prat-Gay, el exkirchnerista Gustavo Marconato, les destrabara partidas presupuestarias. Cuentan con un apoyo impensado: el ministro sin cartera Nicky Caputo, alineado con el “ala política” contra los CEOs como Aranguren, Gustavo Lopetegui y Mario Quintana.

Ring-raje

Más allá del plan de ingresos y gastos que proponga el Gobierno, lo que termine por salir del Congreso dependerá más de la muñeca política de Emilio Monzó que de los deseos de Olivos, porque el próximo será el primer presupuesto desde 2002 que deberá aprobar un Ejecutivo sin mayoría propia en ninguna cámara. El problema es que la relación entre la Rosada y el jefe de Diputados parece rota sin retorno desde el día en que amenazó a Marcos Peña con “volverse al peronismo” si María Eugenia Vidal no le cedía un par de puestos en su gabinete, como reveló en exclusiva esta columna el 29 de julio pasado. La tensión volvió a subir la semana pasada tras el timbreo nacional de Cambiemos al que nadie lo invitó, al cabo del cual dijo (y se encargó de difundir, orgulloso de la ocurrencia) que “si seguimos así, más que timbreo vamos a terminar haciendo ring-raje”.
Monzó tampoco fue invitado al lanzamiento de la mesa bonaerense de Cambiemos, donde Vidal apareció ayer flanqueada por Frigerio y Peña, quienes depusieron sus propias diferencias en pos de la gobernabilidad. Toda una señal del ostracismo al que sometió el oficialismo al baqueano que durante la campaña deslumbraba a Peña con su habilidad para reconocer desde el aire cualquier pueblito del interior provincial. Precisamente mientras volvían en helicóptero a la ciudad, después del acto, el jefe de Gabinete despotricó contra Monzó y contra los senadores “propios” (en su mayoría, radicales) por su escasa vocación de disputarle al peronismo espacios en comisiones. Es lo que encarece los pactos con eventuales aliados como Sergio Massa, a quien Macri ya considera de campaña y a quien buscó justamente bajarle el precio cuando lo acusó desde China de “hablar por hablar”.
El Presupuesto terminará por salir, y Monzó se mantendrá al frente de las tratativas con la oposición, pero lo marcarán de cerca Peña y Frigerio. El lubricante que evitará cualquier irritación es el endeudamiento, con el cual todos están de acuerdo en financiar el gradualismo fiscal que enmarca al ajuste tarifario y salarial de shock. Como dijo Miguel Angel Broda por radio diez días atrás y como ratificó ayer ante inversores Nicolás Dujovne en el hotel Alvear, la herencia más provechosa que recibió Macri del kirchnerismo es una deuda pública exigible en dólares equivalente al 18% del PBI, que habrá saltado al 26% para fin de año y al 30% para fines del próximo.
Aunque la City vive su propia fiesta por el regreso de los dólares golondrina, la pregunta que pocos se animan a hacerse es cuándo llegará la ansiada lluvia de inversiones a la economía real. Y más que cuándo, por qué. ¿Con qué objetivo habría de invertir alguien en rubros donde el uso de la capacidad instalada cayó de 80 a 60% en un año por la recesión? ¿No sería esperable que los dueños del dinero adopten una estrategia de wait and see hasta que la demanda se recupere y sea reabastecida primero por los proveedores que ya existen y luego por nuevos? ¿Es razonable creer en el gráfico invertido del riesgo país que ayer mostró Dujovne en el Alvear y que guarda en su agenda de cuero Lopetegui, donde se ve que a cada reducción del costo de financiamiento de la historia reciente le siguió un boom inversor? ¿No será que los mercados apenas dejaron de castigar al Gobierno con las tasas prohibitivas que le cobraban a Cristina Kirchner y que esa caída del riesgo país no significa mucho más?

Dos segundos

Son las tensiones propias de una redistribución de ingresos tan profunda como la que hay en curso, en el país y en el mundo. Hugo Moyano intuyó desde el primer día que Uber era un símbolo y que combatirlo era mucho más que defender a los dueños de licencias de taxi como su antiguo ladero Omar Viviani o a los peones que los conducen. “Si pasa este disparate, vienen por todo. Este tipo de sistemas no solo le hacen daño a los trabajadores sino a toda la sociedad”, disparó en uno de sus últimos actos como líder de la CGT. Pese a sus diferencias, con él coincidió esta semana el bancario Sergio Palazzo, quien denunció que Sturzenegger apunta a “una uberización del sistema financiero” con ideas como el depósito de cheques a través del celular o la entrega de efectivo en las cajas de los supermercados.

UBER le dobla el brazo a la justicia y al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires

No son solo prejuicios sindicales ni reflejos corporativos. El CEO del poderoso grupo francés Publicis, Maurice Levy, definió un año atrás a la uberización como “la idea de que de pronto te despertás y tu negocio desapareció”. El sitio de alquileres temporarios Airbnb, con solo 1.600 empleados, gestiona más habitaciones que la cadena Hilton, que ocupa a casi 160.000, y su valor bursátil superó en el último año y medio los de las cadenas Marriot y Starwood. ¿Estará lista socialmente Argentina para encarar esa especie de era post-laboral?
Héctor Daer, uno de los triunviros de la nueva CGT, opinó que no en la reunión que organizó ayer la Comisión de Industria de Diputados, encabezada por José Ignacio de Mendiguren, quien montó allí sin el Gobierno el tan mentado Consejo Económico y Social que Macri había prometido pero que optó por no convocar.
“No hablemos más de competitividad, porque con dos segundos de la producción de medicamentos de India se abastece toda la demanda de las farmacias argentinas. Hablemos de si queremos importar todo y seguir dejando a sectores de la sociedad afuera”, reclamó el referente de Sanidad Héctor Daer
Esos sectores que se quedaron afuera y no lograron reinsertarse por lo desigual del crecimiento de los años kirchneristas son los que recibió la CGT esta semana, las organizaciones sociales, en una confluencia que alarmó al Gobierno. Para evitar que el creciente malestar social le haga perder el control de las calles hacia las fiestas de fin de año, Carolina Stanley y Patricia Bullrich ya coordinan un operativo combinado de asistencia alimentaria y fuerzas de seguridad en los distritos más castigados del Conurbano.