Macri le encargó un plan de gobierno a la consultora Mc Kensey

Letra P.- Busca identificar posiciones claves en todo el Estado para garantizar gobernabilidad en caso de un triunfo en octubre. El llamado de Durán Barba y las charlas con Miguel Galuccio para un viaje de ida hacia la tecnocracia.
El PRO y su encargo a Mc Kensy (Foto: Archivo DyN)


900. Es el número de cargos que en el búnker de Mauricio Macri, aseguran, es necesario para conducir el país ante un gobierno del Pro. Secretarias, direcciones generales, entes de regulación asoman como los puestos de toma de decisiones para encarar una administración en la cual la política sería cristalizada más en gestión que en conceptos, o ese es al menos el discurso del grupo de asesores que maneja Marcos Peña y que decidió la contratación de la consultora internacional Mc Kinsey para identificar esos novecientos lugares.

Un detalle, pero que trasluce la confianza que domina Bolívar 1 en pleno año electoral. Allí se está instalando cada vez con más fuerza la idea de una fórmula Pro pura. Durante las fiestas, Jaime Duran Barba, conversó por teléfono con Macri y le volvió a insistir con que sólo una fórmula del Pro puede expresar el mensaje de renovación que es el que mayor arrastre genera entre el electorado joven de las grandes ciudades. Conclusiones a la cuales el ecuatoriano llega gracias a un resumen que recibe cada 24 horas en su correo que registra la actividad del Pro en las redes sociales (mientras tanto Emilio Monzó se desvela intentando abrir locales en la provincia de Buenos Aires).

La historia de Mc Kinsey con la política no es nueva. Es una firma global de consultoría estratégica que en los años ’80 creó un organigrama a partir del cual el gobierno de Ronald Reagan instauró el cargo de jefe de gabinete en la Casa Blanca. En México, Carlos Salinas, contrató a la empresa para una reingeniería de la petrolera Pemex y ya en la Argentina, Fernando De la Rúa, a instancias de Domingo Cavallo, requirió sus servicios para una restructuración del ministerio de Economía que nunca llegó a materializarse.

El cálculo de Peña abarca novecientas oficinas de ministerios y delegaciones de asuntos estructurales para el país, con énfasis en el plano del abastecimiento energético (¿Tendrá esto que ver con las cada vez más recurrentes charlas entre Macri y Miguel Galuccio, cortesías del economista Nicolás Gadano?).

En el macrismo saben que la gestión es elemental porque con ella buscaría compensar, en caso de ganar las elecciones, los terrenos que son potestad de la política: es un partido que casi no tendrá gobernadores y que tendrá un Congreso, a simple vista, hostil.

El contacto del Pro con Mc Kensey se genera a partir del cada vez más recurrente comentario de que la Argentina precisa de una profunda reforma del sector público. “El estado no puede emplear 4 millones de personas con los sueldos que se pagan y funcionar tan mal”, es la muletilla de constructor Nicolás Caputto, por estos días a cargo de esmerilar la figura de Gabriela Michetti.

Esos conceptos no son exclusivos del macrismo. En las cercanías de Sergio Massa suena la misma música aunque con recomendaciones que son menos brutales y van por cuenta de Martín Redrado a quien el verano encuentra nuevamente muy cerca de Massa a pesar de alguna inquina que haya quedado pendiente con Malena Galmarini