Comunicación política en crisis de credibilidad

Nos pegó la idea planteada en un post anterior, Diputados neo nazis en democracias con baja autoestima, al momento de conocer la derrota del Partido Demócrata en las elecciones de medio término. Perdieron el control en el Senado y ahora hay más congresistas Republicanos en la Cámara Baja, de los cuales, destaca la elección de una adolescente de 18 años de edad, Saira Blair. Su corte es conservador: apoya el uso de armas de fuego, está en contra de matrimonios gays y de cualquier tipo de consumo de drogas (controladas o no). Por otro lado, la participación ciudadana liberal se movilizó para ir a votar a favor de mayores derechos a las comunidades gay, así como a favor de la despenalización o legalización del consumo de marihuana.


¿Cómo es posible que los votantes se comporten de esta manera? Por un lado, hay una abrumadora mayoría liberal decidiendo temas controversiales, que apenas hace unos cuantos años era inimaginable que se convirtieron en leyes y, al mismo tiempo, tenemos a Saira Blair, quien, en gran medida, representa todo lo que los liberales no quieren para su país. Lo mismo podemos decir del resultado general de la elección, donde en las dos cámaras se patentaron victorias para el partido Republicano, teniendo como resultado que, en gran medida, las políticas liberales que fueron votadas y aprobadas por una basta mayoría del electorado, no tendrán apoyo en el poder legislativo durante los próximos tres años ¿Cómo se puede explicar esta contradicción?


Desde nuestro punto de vista, es una “derrota” de la democracia. El poder del pueblo no se ejerció de manera lógica o racional, ya que el pueblo falló en entender la importancia que tiene ejercer el voto a favor de sus representantes en las cámaras, conformándose con votar por las iniciativas y no por quienes las hacen. Es una derrota del poder del pueblo porque, creemos, aún no existe un entendimiento completo e integral de la importancia de que tal o cual corriente política tenga una mayoría en las cámaras. Claro, la responsabilidad de esta derrota es compartida por las instituciones: han fallado en sus intentos por demostrar tal importancia a los votantes. Dicha falla no se le puede atribuir a un sólo partido o a un sólo país, es más bien una tendencia mundial, la cual, se puede explicar con la siguiente condición: ya no buscamos la información, la información nos busca a nosotros.




Tal condición exige que las instituciones responsables de la educación cívico – electoral (partidos, gobiernos, organizaciones, etc) estén a la par del ritmo de la vorágine informativa en la que estamos inmersos en la era 2.0; no es una tarea fácil, pero parece que en algunos casos ni siquiera las instituciones están conscientes del fenómeno. La comunicación política de hoy en día tiene que jugar en esa cancha, en la de la hyper información. Es un gran reto al igual que una gran oportunidad. Es momento para usar las mejores mentes creativas, los mejores artistas y los mejores estrategas, de manera que, en conjunto, se emitan mensajes efectivos que expliquen al electorado la importancia, por ejemplo, de que tal o cual partido tenga una mayoría en las cámaras de representantes.




¿Cómo se puede lograr esto? Creemos que es momento de empezar por lo básico. Tomando el ejemplo de las elecciones de medio término en los Estados Unidos y las recientes elecciones en Europa, la comunicación política debe de estar dirigida a explicar: qué es un diputado, qué es un senador, cuáles son los diferentes escenarios si ganan la mayoría algunos partidos en comparación con otros y, más importante que nada, que el abstenerse a votar puede beneficiar a las corrientes políticas más atrasadas, las cuales, en términos reales tienen una base de apoyo muy pequeña, pero que al llevarse a cabo las elecciones con una participación baja, su representatividad aumenta considerablemente, al grado de ser competitivos y ganar elecciones (como el caso de los diputados Neo – Nazis en Alemania o, el caso de Saira Blair). Crear los mensajes efectivos que puedan explicar esto a la ciudadanía es, sin duda, el mayor reto de la comunicación política en los años venideros.




La derrota del partido Demócrata en las recientes elecciones es, pues, una victoria de la condición de ignorancia del electorado. No queremos ser totalmente pesimistas, y no hay porqué serlo, ya que debemos de aceptar que hoy en día tenemos una sociedad más participativa, más informada, pero un tanto confundida. Se informan, pero no lo suficiente; participan, pero, en muchos casos, no de manera lógica. Pareciera que ganan más los sentimientos que la racionalidad. Pareciera que aún le falta madurar al electorado y las instituciones pueden ayudar a que acelerar este proceso por medio de una comunicación política que esté al nivel de la realidad que vivimos.




La Acción Ejecutiva migratoria de Obama

El reciente anuncio de la Acción Ejecutiva en el tema migratorio dado por el Presidente de Estados Unidos, es un ejemplo importante para analizar el comportamiento en la comunicación política y sus efectos en la opinión pública. Empecemos por los datos duros: no ha habido ninguna acción ejecutiva en la historia mundial que protegiera a una cantidad potencial tan grande de inmigrantes indocumentados, a saber, casi 4 millones. La acción ejecutiva que más se le acerca es la del mismo Presidente Obama en junio de 2012, que benefició a 1.5 millones de estudiantes indocumentados (DACA). Otra acción ejecutiva importante fue la el Presidente Kennedy, quien ayudó a 1 millón de refugiados cubanos en 1961.









La Acción Ejecutiva actual da pautas fundamentales para la comunicación política en décadas venideras, pero también nos demuestra condiciones actuales que son de gran importancia para el análisis correspondiente.




Obama esperó a que pasaran las elecciones para anunciar la Acción Ejecutiva. Las implicaciones del timing no son poca cosa. Lanza el siguiente mensaje a la comunidad hispana y pro derechos de los migrantes: no quiero sus votos, los quiero ayudar. Fue una acción desinteresada en el corto plazo, digamos, para intereses electorales inmediatos. La honestidad y limpieza de la decisión tendrá un efecto a largo plazo, en el que cualquier político que quiera meterse en el tema migratorio, tendrá que considerar que no será tan fácil usar la causa para beneficio electoral con desempacho. Obama dio una lección de política de altura que busca ayudar a que las familias inmigrantes no sean separadas, independientemente del juego electoral implícito en tomar una postura como esa. En términos de comunicación política, la manera en la que se anunció y se ejercerá la Acción Ejecutiva serán los cimientos conceptuales de los mensajes sobre el tema en décadas venideras. De hecho, puede ser la materia prima de la política migratoria a futuro: no electoral, sí trascendental.


En ese contexto, resulta bastante ilustrativo para entender las condiciones actuales de la democracia estadounidense el hecho de que en un par de ocasiones han increpado en eventos públicos a Obama desde que anunció la Acción Ejecutiva. Mientras da su discurso, se han levantado jóvenes hispanos pidiendo que paren las deportaciones y argumentando que se han deportado a padres de familia, separándolos de sus hijos. A esto, el Presidente ha reaccionado con tolerancia, los ha escuchado y les explica la ineludible realidad: la Acción Ejecutiva se hizo para frenar las deportaciones de familias. Por otro lado, las frases de poder que usa en su discurso son dignas de nuestro reconocimiento: “deportar criminales, no familias”. Aún así, parece que ciertas personas no escuchan, o no lo quieren hacer, y se emiten juicios contra la política migratoria del pasado, la que estaba funcionando antes de la Acción Ejecutiva.


Esta condición podría estar explicando cierto nivel de ignorancia por parte de aquellos activistas pro-migración que no han entendido del todo de qué se trata la Acción Ejecutiva. Esto, se combina con una innegable condición de la política mundial: una crisis de credibilidad de “los políticos”. Así se puede explicar que ciertas personas no crean que, en este caso, Obama está ayudando a su causa, a pesar de que, en los hechos, haya ayudado de manera histórica.


La combinación entre el nivel de ignorancia cívica y la crisis de credibilidad conjugan el contexto con el que la comunicación política tienen que trabajar actualmente. Esa condición pude explicar el porqué el electorado estadounidense vota a favor de leyes liberales pero, al mismo tiempo, los cuadros políticos liberales pierdan las elecciones. Sin duda, creemos que acciones políticas como la Acción Ejecutiva enriquecen el contexto social, dado que se hizo en un momento desinteresado en términos electorales, y deberá de tener un efecto importante en la sociedad que estará reflexionando sobre las implicaciones políticas de la misma. Pasa lo mismo para los estrategas de comunicación política, quienes podrán diseñar mensajes más efectivos que vayan dirigidos a explicar políticas de gran calado, y no a vender promesas con fines electorales.




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