El apropiador del nieto de Estela Carlotto, fue candidato a concejal de Macri


Se empieza a correr el velo sobre el poderoso e influeyente estanciero Pancho Aguilar. Dato curioso: no murió hace dos años sino este año, el 26 de marzo.








El estanciero Carlos Francisco Pancho Aguilar se dedicaba a la cría de caballos y ganado. Estaba casado con una arquitecta y era padre de dos hijos varones y una mujer,. El apropiador de Guido ocupaba un lugar clave en la sociedad olavarriense: fue presidente de la Sociedad Rural de Olavarría, del club Estudiantes de esa misa ciudad, del Consejo de Promoción Agropecuaria del Inta y, por si fuera poco, presidente del Centro de Equitación de Olavarría.
Para los olavarrienses que vivieron la época de la dictadura en las tierras de Amalita Fortabat, el vínculo civil con la dictadura no es ninguna novedad.
Aguilar murió a los 74 años el 26 de marzo de este año y no hace dos años como se dejó trascender -vaya a saber con qué intención- al conocerse la noticia de la aparición de Guido Montoya Carlotto.. El diario El Popular de Olavarría, lo despidió con un obituario a la altura de sus cargos. “Dolor por el fallecimiento de "Pancho" Aguilar”, tituló el matutino. “Profundo dolor causó ayer en amplios círculos de la comunidad local la noticia del fallecimiento del señor Carlos Francisco Aguilar (Pancho), un reconocido y apreciado vecino olavarriense”

Este "apreciado" vecino, que se robó un bebé de un centro de clandestino de detención, fue candidato a concejal por el partido que lidera Mauricio Macri, el Pro a pesar de pertenecer a una familia radical tradicional.


Carlos Francisco “Pancho” Aguilar era el dueño de los campos en los que se crio Guido, el hijo de Laura Carlotto nacido en cautiverio. Los padres de crianza, Clemente Hurban y Juana, fueron puesteros de Aguilar durante la última dictadura. Juana no podía tener hijos, entonces, el patrón de estancia cumplió con el rol magnánimo y le consiguió uno. Lo que nunca les dijo era que ese nene, al que llamarían Ignacio, había nacido en una maternidad clandestina.

La historia reciente marca que las relaciones sociales entre las llamadas “fuerzas vivas” con los militares son más que un hecho. Esa relación con el establishment, conformaron el entramado social para que el genocidio pudiera tener anclaje.

Para los olavarrienses que vivieron la época de la dictadura en las tierras de Amalita Fortabat, el vínculo civil con la dictadura no es novedad. “En esa época los que estaban a cargo de la represión tenían muy buenos contactos con la alta sociedad, todas las semanas se organizaban fiestas para confraternizar”, contó una vecina de la ciudad cementera.