Argentina no está,
propiamente hablando, en una crisis. En lo económico, no se registra
ninguna de las situaciones de manual -recesión, hiperinflación, alto
desempleo, cesación de pagos, desabastecimiento- y hay aún indicadores
macroeconómicos fuertes para mostrar. Y en lo político, el oficialismo
sigue siendo la principal fuerza política del país, con mayorías
parlamentarias y aliados provinciales, y una indudable capacidad de
implementar políticas y decisiones. De los gobiernos democráticos que
tuvieron que afrontar una devaluación de la moneda, el actual es
probablemente el más sólido de todos.
No obstante, está en una
encrucijada. A las puertas de una crisis, si se toma el camino
equivocado. Todas las fortalezas de la macro y el poder
político-institucional aún vigentes, se licuarían si el dolar se dispara
por encima del valor de equilibrio de alrededor de 8 pesos (o 10 para
la compra, si sumamos el 20% de la AFIP) que el gobierno ha planteado.
Si algunos operadores le ganan la pulseada al Estado, entonces la
devaluación se habrá salido de manos. El valor de la moneda y la
inflación serán impredecibles, y el conjunto de los actores económicos,
para protegerse de la incertidumbre, remarcarán en grande o retendrán
stock. Y ahí sí que estaremos en una crisis.
Por esa razón, es
imprescindible que el gobierno lidere este proceso. La primera reacción,
la de echar culpas a los especuladores, no fue la más atinada, porque
transmite el mensaje de que el gobierno no está en control de la
situación. Más bien, lo que hay que hacer es explicar lo hecho,
defenderlo, plantear una visión y dejar claras las pautas. Lo que en
este caso significa:
1. Sostener los precios.
Está claro que el estado no puede, por si solo, monitorear las decenas
de miles de precios de nuestra economía. Pero puede acordar, por un buen
tiempo, algunos valores clave y con pocas bocas de expendio, como lo
hizo con electrodomésticos. La devaluación no puede trasladarse a los
precios.
2. Conducir las
negociaciones salariales de 2014. El fantasma de la dispersión sindical
no puede convertirse en un factor de irracionalidad. Una alternativa
pueden ser las paritarias por 6 meses, arreglando al 50% de la inflación
de 2013. Si el dolar sigue estable, en la segunda mitad del año puede
completar con otras expectativas. Y nuevas medidas de inflación.
3. Morigerar el gasto
público, o su tendencia al alza. Mientras no afecte salarios y subsidios
sociales, y sus correspondientes actualizaciones, el gobierno está
dispuesto a revisar proyectos.
4. Volver a movilizar a
la propia base y los militantes. Contar con el apoyo de los propios es
muy importante para los funcionarios que deben tomar las decisiones e
implementar las medidas. La gran responsable de esta tarea, sin dudas,
es la propia CFK.
El gobierno tiene
conciencia de que puede salir adelante. Pero todo lo anterior, requerirá
altas dosis de ejercicio de liderazgo. La presidenta, se ha dicho
varias veces, se ha "reinventado" en más de una oportunidad,
"recuperando la iniciativa" con decisiones fuertes. Lo que esté pensando
para esta ocasión, deberá también cumplir con la austeridad de buena
parte de los objetivos anteriores.