Coronavirus: los 10 temas que más preocupan a los adolescentes


Durante los casi tres meses que llevamos de aislamiento preventivo obligatorio en el Área Metropolitana de Buenos Aires y otras zonas con transmisión comunitaria del coronavirus (la mayoría del país ya salió de esta fase), en general, los especialistas observan que los adolescentes tienen miedo a que la vida social no vuelva a ser la misma que en el pasado. Extrañan mucho a sus amigos, sus salidas y las juntadas. En muchos casos, se sienten solos. Además, manifiestan una fuerte sensación de incertidumbre al no tener certeza de cuándo y cómo terminará esto.

"Hay un porcentaje de adolescentes en donde la pandemia y el confinamiento funcionó como gatillo para que se exprese un trastorno de ansiedad. Miedos desmedidos, exacerbación de sintomatología obsesiva, crisis de angustia, episodios de ataques de pánico. Insomnio, hipersomnia y mucha irritabilidad hasta conductas disruptivas. En adolescentes más tímidos y/o poco sociables, este confinamiento les resultó funcional y el problema va a venir en la apertura cuando tengan que exponerse al afuera. Lo que más observo en mis consultas es irritabilidad, hartazgo y tristeza. Estar triste no significa tener depresión, es una emoción que es válida presentarla en este momento de duelo de la vida anterior. Expresan muchas preocupaciones hacia el futuro. Hay chicos que no van a poder regresar al mismo colegio o universidad al que concurrían antes por cuestiones económicas, o familias que tuvieron o tendrán que dejar sus hogares por no poder sostener el alquiler. Todo esto significa grandes duelos para los adolescentes”, dice a Clarín la médica psiquiatra Juana Poulisis, magister en psiconeurofarmacología.


Una montaña rusa de emociones

Lucio (14) cuenta que siente preocupación al no poder realizar actividad física ni reunirse con su novia y con sus amigos. “No puedo ir a la peluquería y mi vieja me corta el pelo como puede. Me molesta no poder hacer las cosas que ya había empezado a hacer como viajar solo o salir a comprarme cosas. El año pasado comencé a hacer teatro y este año quería probar entrenamiento de boxeo, estaba entusiasmado y no pude”.

A Luciana (19) la angustian varios temas. Entre ellos, que sus abuelos se contagien de COVID-19. Pero, además, le preocupa la situación económica. “Me pone mal todas las personas que tenían trabajos independientes y que ahora no los pueden realizar y en muchos casos no tienen plata para comer o para pagar el alquiler. Me preocupa que compañías pequeñas, como la de mi mamá, queden en bancarrota o caigan mucho económicamente”, expresa.


“Los adolescentes se encuentran en un proceso de consolidación de sus propios deseos, de búsqueda de intereses, de experimentar, de crear, de conocer, de aprender y, sobre todo, de búsqueda de su propia identidad y necesidad de espacios propios. Toda ésta situación abrupta y sorpresiva que nos obliga a una pausa, a una relativa pérdida de la libertad y perdida del contacto físico, nos enfrenta a atravesar pequeños duelos. Estos 'micro duelos' ocasionan malestar, por momentos enojo, frustración, confrontación con el adulto, alteraciones en el sueño, irritabilidad, apatía, desgano, tristeza, llanto, nostalgia, entre otros. Se da como una especie de montaña rusa de emociones", coincide Verónica Nigro, psicóloga clínica y deportóloga.

Y agrega: “El aprender a identificar éstas emociones, aceptarlas, atravesarlas, entendiendo que son parte de este difícil momento que estamos viviendo, nos ayudará a gestionarlas de una manera más sana y positiva. Las emociones no son ni buenas ni malas, forman parte de nuestra vida, cumplen una función adaptativa y nos brindan información para nuestro autoconocimiento, para poder observarnos y conectar con lo que está sucediendo. Y lo interesante es poder expresarlas, teniendo un contexto familiar que contenga al adolescente y que fomente la comunicación de estas emociones. Tanto las emociones negativas como las positivas vienen a decirnos algo y tendremos que aprender a escucharlas”.


Qué les preocupa

Siete de cada 10 adolescentes se sienten muy preocupados por el coronavirus, según un estudio (del que participaron 390 estudiantes secundarios de entre 12 y 18 años) llevado a cabo por el Colegio Nacional de La Plata en conjunto con la Defensoría del Pueblo de la Provincia.

“Estos datos me invitan a reflexionar sobre el papel super importante que tenemos los padres a la hora de transmitir mensajes claros, con calma y seguridad. Porque si bien el adolescente escucha a veces más a su grupo de pares que a los propios padres, es verdad que los referentes en la casa son sus padres y si nosotros favorecemos el diálogo no debería ser traumático para el adolescente atravesar esta situación. Muchas cosas dependen del contexto intrafamiliar”, opina Nigro.



El contexto familiar debe favorecer la comunicación de las emociones.

Este trabajó arrojó que las 10 preocupaciones de los adolescentes durante el aislamiento obligatorio más comunes son:

• Que le pase algo a mis familiares.

• La cantidad de muertes, no poder disfrutar mi último año y no poder ir al viaje de egresados.

• Mis abuelos

• Mis viejos que tienen que trabajar igual y todo en general.

• No sé qué va a pasar en un futuro.

• No sé cuándo va a terminar.

• Salir por motivos de trabajo y traer el virus a mi casa.

• Me preocupa que se enferme algún familiar mío.

• No saber si estoy contagiado y contagiar a otros.

• Me preocupa no poder volver a la rutina.

“La desinformación o la poca certeza de cuándo termina el confinamiento hace que los chicos se pongan más intolerantes a la situación y sea más difícil practicar la aceptación del momento en el que estamos y surjan más episodios de irritabilidad y nerviosismo. El encierro no solo hace aumentar el riesgo de sufrir angustia o violencia, sino también hace más difícil pedir ayuda. Cuanto más larga sea la cuarentena, más riesgo de presentar alteraciones psicológicas. Por eso es muy importante psicoeducar a los chicos cuando se flexibilice la cuarentena para que la salida no sea impulsiva, sino con recaudos. La salida del confinamiento debe ser bien planificada, especialmente para los adolescentes que saldrán ávidos de todo aquello que se le prohibió. Recibir información concreta ayuda a sobrellevar la situación”, puntualiza Poulisis.

Los adolescentes necesitan tener su espacio de privacidad, sus momentos y espacios personales, para poder conectar y desconectar con sus emociones. Ahora más que nunca, los padres ejercen un rol fundamental para tener en cuenta y saber, que por más que les parezca que a sus hijos no les pasa nada y que no lo expresen, la realidad es que viven un mundo interno de sensaciones y emociones propias, y muchas veces recurren a encerrarse en su mundo interno o evidenciando afrontamientos de evitación.

“Por eso, es de suma importancia crear con los hijos adolescentes un espacio de encuentro y de diálogo, evitando las conductas sobreprotectoras, pero a la vez no ubicarse en la indiferencia o despreocupación, esto sería, respetarles sus momentos y sus tiempos. Construir juntos ideas sin confrontar para que los jóvenes puedan aprender de qué se trata aceptar cierto umbral de frustración, tolerar los límites frente a lo que no se puede y los padres sostener sus creencias sin confrontar para evitar que se produzcan escaladas de conflictos y de desborde emocional”, recomienda a Clarín Diana Trajtenberg, profesora de la licenciatura en Psicología de la UADE.