Del Twitter a la grieta: ¿qué sector hegemoniza la discusión económica argentina?

Los liberales tienen más presencia en el debate económico. En el Twitter económico argentino podemos apreciar la grieta política con claridad.





  Por Hernán Madera

Twitter es como tener tu propio periódico, pero sin las pérdidas”. La frase pertenece al hombre más poderoso del mundo y prolífico tuitero, Donald Trump. Nos recuerda que Twitter es una red social donde todo mensaje es título y copete sin mucho desarrollo, excepto cuando se abren hilos, los que tampoco tienen una extensión similar a largas notas en los periódicos. Tuitear es como publicar constantemente tapas de diarios, sin todo lo demás.

Antes que existiese Internet, el primer medio en utilizar bajadas muy breves y sin desarrollo fue en 1982 el diario USA Today. Inicialmente le llovieron las críticas por su casi nula profundización -se lo llegó a llamar “el McDiario de noticias chatarra”-. Pero fue un éxito y hoy es el de mayor tirada de Estados Unidos.

Twitter sigue esa línea y es una red social que no vende felicidad al estilo Facebook o Instagram, sino, muchas veces, todo lo contrario. Para dar un ejemplo actual, para quien quiera obtener información sin filtro sobre el Coronavirus -imágenes impresionables aseguradas- este es el lugar indicado. Las cuentas que tratan sobre noticias específicas de la neumonía viral llegaron rápidamente a las decenas de miles de seguidores.

El rechazo a la censura en Twitter es frontal. Así es como Zerohedge, la cuenta sobre mercados dada de baja, logró rápidamente obtener más de cien mil seguidores al resurgir como Russian Market. Ese tipo de cuentas son valoradas justamente porque circunvalan a los multimedios y agencias de noticias. Fuerzan a los medios tradicionales a competir con la plebe y a ofrecer algo más que la repetición de la repetición.

No hay forma de probar si Twitter es la red social de los más inteligentes, ocurrentes e irónicos del planeta, lo que sí es obvio es que es la red social de los que se creen más inteligentes y ocurrentes. La ironía, el sarcasmo y los giros lingüísticos son celebrados por sus usuarios, pero de poco valen si no están combinados con información, y sobre todo, por primicias o análisis novedosos.

La publicidad pudo finalmente encontrarle la vuelta a los ataques de los usuarios a los tweets “promocionados”. Todavía hay resistencia, pero los avisos se han adaptado lo más posible al perfil del usuario de esta red social, donde -para dar un ejemplo- hay más humor negro que mensajitos de feliz cumpleaños. Parece haberse llegado a un equilibrio donde el usuario dejó de protestar como si cualquier cambio fuese el fin del mundo y sus dueños dejaron de intentar convertirlo en otro Facebook, con sus fotos de familias con jardín y perro. Adiós masividad, hola nicho.

Como cualquier aplicación, Twitter tiene su ejército de adictos. Y sus desarrolladores detectaron que los usuarios que más tiempo están scroleando son lo que activan la función “Listas”. Por eso, en las últimas actualizaciones se facilita su uso. Cada lista es una timeline (muro en Facebook) diferente, con el plus de que no es necesario seguir al otro para ver lo que escribe. Las listas se pueden dividir por tema y también solucionan en parte el problema que tiene utilizar sólo la timeline, donde mientras más cuentas sigo peor me filtrará el malo de la película: el algoritmo.

Las listas pueden ser privadas, lo que permite por ejemplo que a quien le guste mirar mujeres u hombres muy ligeros de ropa, pero no desea que nadie se entere, tenga esta opción.

Sepultados quedaron los follow fridays o las iniciales al final del tweet que avisaban si quien escribía era el dueño de la cuenta o su community manager. Y también, muy de a poco, los hashtags y las arrobaciones van perdiendo el partido con la utilización de un estilo más limpio que no interrumpa la normal lectura del texto con cambios de colores, simbología y exceso de abreviaciones. A largo plazo, los novedosos códigos de escritura de esta red social no pueden competir con lenguajes que tienen más de mil años de existencia y con los que aprendimos a leer desde muy pequeños. La sobreutilización de estos códigos tuiteros sólo lograrán entorpecer el mensaje. Separar el tweet en dos o tres párrafos dejando una línea vacía también ayuda a la claridad de las ideas y a no abrumar. Economía de las palabras a la potencia máxima.

Twitter no es ni imagen dependiente ni link dependiente. De hecho, si la imagen o el link no están bien elegidos, el mensaje perderá impacto. El adorno, molesta. El link tiene además la contra de que obliga a salir de la timeline, deteniendo el placer del scroleo. Por eso todo lo agregado tiene que estar muy justificado.

En el Twitter económico argentino podemos apreciar la grieta política con claridad. Una hegemonía liberal nítida, amplificada por el paso a la función pública de varios economistas kirchneristas tuiteros que -naturalmente, por las obligaciones de la gestión- disminuyeron (o incluso detuvieron) su participación en la red social. Así, el gobierno pierde influencia en un círculo clave de noticias, ideas y análisis. Lo opuesto es cierto en la nueva oposición: ex funcionarios macristas aumentaron su participación.

Que los liberales hegemonicen el Twitter económico nacional no quiere decir que estén todos de acuerdo. A simple vista la gran diferencia estará entre los que votaron por el expresidente Macri o por José Luis Espert. Pero las divergencias no terminan allí. Justamente, la influencia de los tuiteros económicos -que, a diferencia de los periodistas económicos, no necesitan guardar sus primicias y análisis para el momento de publicación- es más grande de lo que a simple vista parece.