El candidato de Todos confía en que un triunfo apabullante facilite un acuerdo bajar precios y la tasa de interés. La fantasía de superar a la Cristina de 2011.
Un triunfo contundente y un control pleno del Congreso es la foto que intentará mostrar Alberto Fernández en diciembre, para ejecutar el consenso social que acordó este miércoles con la UIA y la CGT en Tucumán.
Y ambos objetivos se cumplen con un número mágico: 55, los puntos que intenta sacar en octubre para convertirse en el presidente más votado desde el retorno democrático.
Aunque lo nieguen, los albertistas destacan que sería un punto más que el récord de Cristina en 2015, un argumento para empezar la disputa interna con La Cámpora que esperan para tarde o temprano.
Durante su recorrida por España, Alberto habló de encuestas que le daban entre 52 y 54 puntos, al filo de su piso soñado, aunque no necesariamente esa cifra puede significar más legisladores que si repite los 49 de agosto y le garantizarían quórum en el Senado, pero no le alcanzaría en Diputados.
Es que las provincias grandes son las que eligen más diputados, por lo tanto necesita crecer en Buenos Aires, Córdoba y la Ciudad, distritos donde Fernández está haciendo foco en la campaña que recién comienza.
Alberto asegura que mide entre 52 y 54 pero aspira a crecer al menos un punto más y superar a la Cristina de 2011. Sólo así considera que tendría autoridad para negociar con los actores de poder.
"Sólo si sumamos poder político vamos a lograr un consenso social con los actores de peso y eso tiene tres patas: muchos votos en las urnas, un apoyo explícito de los gobernadores y un control pleno del Congreso", resumen cerca del candidato presidencial.
Diferencian el acuerdo multisectorial de 2002, liderado por el interino Eduardo Duhalde, porque "fue implícito, con un pedido de la sociedad ante la crisis. Esta vez debe ser explícito y sólo será posible coordinarlo con poder político", explican.
Los objetivos son ambiciosos: lograr que los empresarios no remarquen los precios mayoristas, los sindicatos no exijan aumentos salariales impagables y, tal vez lo más complejo, que los operadores financieros no migren al dólar si el Banco Central baja las tasas.
Sin ese último compromiso, la única salida para reducir los intereses será un nuevo plan Bonex 89, y nadie quiere ni mencionar aquella experiencia de los albores menemistas.
La presencia de los gobernadores e intendentes del conurbano será permanente en la campaña y, de ganar, en los primeros meses de gestión, una forma de exhibir el control político de casi todo el territorio.
Tanto es así que los albertistas que caminaban por el Congreso este miércoles especulaban con un control local de los planes sociales, o sea, una menor presencia de organizaciones sociales intermediando.
Entre ellos ya respiran poder y hasta compiten por ser el que más votos le consiga a Alberto y pueda considerarse con más autoridad para participar de las decisiones y los repartos de cargos e diciembre.
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