La Fernsehturm de Berlín cumple 50 años



La Fernsehturm de Berlín

 La Fernsehturm, la altísima torre que domina sobre la Alexanderplatz en Berlín, y que junto con la Puerta de Brandeburgo simboliza el perfil de la capital alemana, cumple 50 años.
Berlín celebrará el aniversario, el próximo 3 de octubre, con una gran fiesta para su "Telespargel", "el espárrago televisivo", como se lo llama afectuosamente en la ciudad considerando que, con su bola en la cima, el edificio recuerda efectivamente a ese vegetal.
La torre es el edificio más alto de Alemania y es visitad cada año por un millón de personas. Corría el año 1969. El SED, Partido Comunista en el poder en Alemania del Este (llamada "república de las bananas" porque las bananas eran un bien de lujo) quería construir un símbolo que demostrara a sus vecinos del oeste y al mundo los triunfos del comunismo de origen alemán.

¿Qué mejor podía haber que una torre para la emisión de televisión, instrumento príncipe de la propaganda del régimen? Fue Walter Ulbricht quien eligió la Alexanderplatz para construirla: "Compañeros, desde allí la ven bien también del otro lado", explicó al lanzar los trabajos que duraron día y noche durante 53 meses para una torre que pesa unas 26.000 toneladas.
Cuando se inauguró, la Fernsehturm era una maravilla de la técnica. Los ascensores alcanzan el último de los siete pisos de la bola -que pesa 4.800 toneladas y está envuelta por mil pirámides de acero brillante, todo importado en secreto de Alemania Occidental) en solo 38 segundos.

Hay un bar-restaurante giratorio, desde donde se goza de una vista única de la ciudad. Y precisamente bajo el restaurante hay dos plataformas de salvataje para 400 personas, a usar en caso de evacuación.
La torre era omnipresente en toda la propaganda de la DDR, como símbolo de la fuerza del régimen. Su efigie estaba en las revistas para niños, en los afiches, en los certificados y medallas.
El Correo de la DDR le dedicó más de una docena de estampillas, e incluso se difundió la leyenda de que la torre en realidad era la cúpula de una estación espacial que cayó pero no se sabe dónde.

Y aunque a los berlineses esa torre nunca les gustó tanto, al final se acostumbraron. Es por eso que, cuando se decidió la demolición del Palast der Republik, el oprobioso edificio lleno de amianto que servía como parlamento de la DDR, el símbolo más odiado de un régimen derrotado por la historia, fue unánime la oposición a la demolición de la torre de la televisión.
La rehabilitación plena llegó a los ojos de los alemanes y el mundo con el Mundial de Fútbol de 2006: durante todo el torneo, su bola fue pintada exactamente como una pelota de fútbol.