Elecciones Europeas: ¿Verdes o ultraderechistas?





Las encuestas indican que las elecciones europeas serán una debacle para los partidos mayoritarios en Alemania, que son aquellos que ostentan el gobierno federal. Los ganadores de esta caída parecen ser los verdes y los ultraderechistas.



Según los últimos datos del instituto alemán de opinión pública INSA, los partidos mayoritarios del país germano no pueden detener su caída. La desconfianza y la decepción de un sector de su electorado no sólo se refleja en el derrumbe de su intención de voto, sino que termina beneficiando a partidos como los verdes y la formación ultraderechista de Alternative für Deutschland (AfD).

A poco más de dos meses para las elecciones europeas, la campaña electoral comienza a tomar forma. Ya se conocen las listas y sus candidatos. Y también ya es el tiempo de las encuestas preelectorales. En Alemania se dio a conocer a principios de mes una encuesta que dejó preocupados a varios partidos políticos. En especial, a los mayoritarios. Se trata de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), la fuerza de la canciller Merkel, y del Partido Socialdemócrata (SPD). Ambos son quienes desde 2013 gobiernan el país en Gran Coalición. Una alianza que pierde popularidad de manera acelerada: apenas el 31% de los alemanes están contentos con ese gobierno (Infratest dimap, febrero 2019).

Según la última encuesta del instituto INSA sobre la intención de voto para las europeas de mayo próximo, la CDU recibe el 29% de los apoyos. Un número que representa una caída de más de seis puntos respecto al resultado de 2014 (35,3%). Mucho peor posicionado aparece el SPD. Con apenas 16% de intención de voto los socialdemócratas estarían perdiendo más de 11 puntos en relación a aquella elección de hace cinco años (27,3%). Las caídas de ambos son alarmantes y su causa tiene varias fuentes.


Una de ellas es el tiempo en el poder. En política el tiempo es un elemento erosionador para aquellos que ostentan los cargos ejecutivos. A saber, cuanto más tiempo en el gobierno, más grande son las chances de perder popularidad. Una regla que Angela Merkel parecía haberse saltado durante muchos años de alta aprobación, al menos hasta la llegada de los refugiados en 2015. El punto es que el actual gobierno está recibiendo el castigo de un sector del electorado que se ha cansado de no tener proyecto político alternativo. Las opciones parecieran haberse clausurado desde el momento en que la CDU y el SPD decidieron gobernar indefinidamente en conjunto. Dos partidos que deberían competir y ofrecer proyectos de país diferenciados, se convierten en aliados y en una cara permanente del poder.

La necesidad de nuevas respuestas

La declive de los mayoritarios no puede sorprender a nadie. A la caída en las encuestas a nivel europeo se suman los pésimos números en los sondeos a nivel federal y los sucesivos derrumbes electorales en las últimas elecciones regionales que sufrieron ambos partidos. El escenario indica que cierta porción decepcionada del electorado, ya no sólo quiere castigar a los mayoritarios, sino que está activamente buscando una alternativa.

La contracara de la mala performance de democristianos y socialdemócratas se manifiesta en dos partidos políticos que hasta ahora habían formado parte del grupo de los minoritarios: el partido verde (Bündnis 90/die Grünen) y el partido ultraderechista (AfD).

Las encuestas de principios de mes indican que en las europeas ambos partidos crecerían alrededor de 5 puntos en relación a 2014. Se trata de un aumento sustancial que no sólo los posiciona en la pelea por convertirse en segunda fuerza, sino que también los refrenda como los depositarios de la confianza de aquellos votantes desencantados con los viejos partidos.

Los verdes, el partido sandía.

El partido ecologista ha sabido superar una fase de fuerte conflicto interno tras los malos resultados de 2017 que desembocaron en la renovación de su cúpula. El nuevo discurso de esta fuerza apunta a abandonar la intransigencia clásica de los ´80, década que los vio nacer, y a abrazar un relato más moderado y similar al aplicado por sus referentes en el sur conservador. Esto les ha permitido convertirse en un partido de convergencia que reúne a ex socialdemócratas de sectores medios y altos, que ven atendidas sus demandas postmaterialistas de igualdad, transparencia y responsabilidad, con aquellos conservadores, descontentos con el partido de Merkel, pero a la vez incapaces de votar por la opción ultraderechista.

El crecimiento verde, que se reproduce en la intención de voto para las europeas, se explica entonces, en parte, por su metamorfosis en partido sandía: verde por fuera, rojo (SPD) por dentro y con muchas semillas negras (CDU).

La alternativa radical

La otra respuesta que la oferta electoral alemana provee para aquellos alemanes desencantados es la Alternative für Deutschland (AfD), una formación ultraderechista que ha crecido a partir de la llegada de los refugiados y se ha consolidado en torno de un discurso político reduccionista de alto impacto. AfD es el único partido alemán netamente euroescéptico. Incluso ha llegado a proponer por primera vez una salida de Alemania de la Unión Europea, el DEXIT.

La ultraderecha se apoya en una lectura binaria del escenario europeo. De acuerdo con su visión, existen dos alternativas: mantener el status quo, que según ellos perjudica a Alemania, o votar por una propuesta que promueva una reforma radical de la Unión Europea e incluso su reemplazo por otra que no le quite soberanía a los Estados nacionales. En esa capacidad comunicacional de simplicar el debate, al punto de deformarlo, reside al mismo tiempo el secreto de su aumento entre aquellos grupos más descontentos.

Los cisnes negros

Es imposible predecir el desarrollo de una campaña electoral. Se puede pensar en escenario posibles, pero nunca se debe subestimar la incertidumbre. Esto nos obliga a enumerar algunos factores que podrían torcer la tendencia actual o profundizarla.

El primero de ellos es la influencia de la nueva líder de la CDU, Annegrett Kramp-Karrenbauer, quien todavía está buscando su perfil y concentra sus fuerzas en reconciliar a las diferentes facciones de su propio partido. ¿Si sale airosa de esta tarea, podrá convertirse en quien lo rescate del estancamiento actual?

Un segundo factor relevante es el posible cambio en la socialdemocracia. Existen rumores cada vez más fuertes que auguran el final de Andrea Nahles como jefa del partido. Lo interesante es que no se trataría de una renovación sino del regreso del ex líder del SPD, Sigmar Gabriel. Esta vez con el apoyo del ex canciller Gerhard Schröder. ¿Podrá la socialdemocracia revertir su permanente caída a partir del regreso de viejos pesos pesados, o esto se transformará en un lastre más?

Finalmente queda preguntarse lo que sucederá con los ultraderechistas. Actualmente tiene lugar una fuerte pelea interna que enfrenta a dos facciones: el ala radical y el sector más pragmático. El primer grupo es muy fuerte en el este de Alemania, allí donde AfD obtuvo los mejores resultados electorales hasta ahora. Y casualmente allí donde en septiembre y octubre se celebraran tres elecciones regionales. El sector al que se enfrenta maneja actualmente la cúpula del partido. Los jefes de la Fraktion en el Bundestag y el candidato cabeza de lista para las europeas son parte de este grupo. La pregunta es si esta interna podría dañar al partido o fortalecerlo. En efecto, las chances de obtener buenos resultados en el este les permitiría plantear una alianza con los democristianos, emulando así el pacto que actualmente gobierna en Austria. Si los radicales, asociados a grupos neonazis y con fuertes expresiones xenófobas y ultranacionalistas, estuviesen debilitados, las posibilidades de un acercamiento a la formación de centro derecha serían mayores.