Ciudades y alcaldesas, frente al desconcierto global

Por Carlos Lazzarini

Las ciudades muestran su capacidad innovadora tanto en lo político como en lo social.



La gente elige vivir en las ciudades y lo hará cada vez más. Eso indican todas las proyecciones. Si solo tomamos América Latina podemos decir que en 1990 el porcentaje de la población que vivía en centros urbanos llegaba al 71 por ciento del total, en 2014 al 80, y se espera que para 2050 alcance al 86 por ciento.

Este notable crecimiento de la población urbana se da en tiempos de "perplejidad", tal como Daniel Innerarity define a esta época de incertidumbre, de inestabilidad, de ausencia de certezas. Tiempos en que todos los cálculos acerca del futuro resultan inciertos. Fundamentalmente, sobre el futuro de la democracia y de la política.

Frente a este contexto de incertidumbre emergen, como reacción, dos modelos de sociedades en evidente tensión: a) las abiertas y cosmopolitas, representadas en las llamadas Ciudades Globales, y las cerradas y homogéneas, materializadas en los Estados Nación. Tensión que se ha hecho evidente en los últimos procesos electorales, de toda índole y en cualquier parte del planeta.

Por un lado, las grandes ciudades que parecen no representar la identidad de una Nación. Caso Londres y el Brexit, Trump y las ciudades de más de un millón de habitantes, Berlín y Alemania, Paris y Francia, Viena y Austria, por mencionar tan solo algunos casos de evidente dicotomía. Estados que recurren a los sentimientos conservadores de sus ciudadanos y que refuerzan la idea de pertenencia a una comunidad nacional.

Las ciudades, en cambio, muestran su capacidad innovadora tanto en lo político como en lo social y, fundamentalmente, se concentran en solucionar los problemas reales de la cotidianeidad, flexibles y permeables frente a la diversidad.

Masculinos y femeninos

Puede compararse la reacción de los Estados a los estereotipos asociados a lo masculino, a los rasgos de macho alfa? Naciones que se cierran, compiten, disputan, confrontan, intentan imponerse, rechazan y se muestran conservadoras.

Por otro lado, puede compararse la reacción de las Ciudades Globales con aquellos rasgos tradicionalmente más asociados a lo femenino? Ciudades dispuestas a abrir la conversación, a cooperar, a tejer redes, a escuchar, innovar, ser inclusivas, flexibles y permeables a los nuevos desafíos.

Hemos pasado, sin duda, del "pensar global para actuar local" al "pensar local para actuar global". La vida de las alcaldes/as se centra en la solución de los problemas cotidianos, situaciones que se vuelven comunes a escala global. Puede seguir la democracia, en riesgo, atrapada bajo la llave de la vieja caja de los Estado Nación, incapaces de hacer frente a los nuevos retos trasnacionales, globales? Y hacerlo de manera democrática?. Pueden los retos del Siglo XXI ser abordados con instituciones de hace 400 años?.

Frente a ese interrogante, Joan Subirats propone cambiar el sujeto. Concretamente, plantea el dejar de hablar de fronteras y naciones para hablar más de ciudades. Si bien las Ciudades son más antiguas que los Estados, son las que han demostrado sobrevivir a las épocas. Los retos trasnacionales que plantea la globalización, como el cambio climático, las finanzas, la economía, el trabajo, la migración, el terrorismo y la educación, no pueden ser abordados construyendo muros, aunque a la luz de muchos parezca la mejor solución de corto plazo.




Los alcaldes y lo próximo

El desafío planteado por Benjamín R. Barber sobre qué pasaría si los alcaldes gobernaran el mundo, sigue vigente. Al menos como interrogante. Es que es en la unión, la alianza, en las redes de las ciudades, que se puede lograr una mejor respuesta a los nuevos desafíos globales. En definitiva, son los ciudadanos los que tienen derechos a transformar la ciudad.

Tal como los sostiene Subirats, es en las ciudades, en la escala territorial más cercana, donde impactan los problemas de la globalización. Y por el mismo motivo es en las ciudades en donde la proximidad emerge como poder capaz de articular las soluciones a los problemas concretos y reales de los ciudadanos. Son las ciudades las que encuentran más contactos entre sí que con las regiones o los Estados a los que pertenecen. Se han transformado en cabezas de puente de la diplomacia internacional. Suman competencias e incumbencias, y reclaman por fondos para abordarlas. Como señala Antoni Gutiérrez Rubí, la geografía política ha cedido relevancia frente a la hiperconectividad.

Feminizar la política

El protagonismo de las ciudades va acompañada de una nueva agenda, un nuevo liderazgo y hasta una nueva forma de comunicar. que van asociados a los roeles y características tradicionalmente emparentados con lo femenino. Feminizar la política no solo por una cuestión de justicia e igualdad. No solo por la posibilidad de eliminar las barreras institucionales, legales o culturales. Sino también por una mayor eficiencia y eficacia. Porque los nuevos tiempos requieren de trabajar en equipo, en red, de manera colaborativa, del cuidado de lo cotidiano, de escucha, de otra sensibilidad, de proximidad, de cercanía. Pero que la mayor presencia de mujeres no signifique que sea a costa de una masculinización. Sino todo lo contrario, que actúe también como aspecto liberador de los líderes varones.

Es muy probable que la renovación de la política llegue desde las ciudades. Y que la renovación de las ciudades se haga desde una mirada asociada a lo femenino. Y como bien señala Toni Puig, desde una gestión de confianza, empática, innovadora, con sensibilidad por lo procomún, inclusiva, que priorice a los últimos, creativa, y que acompañe la acción de los que empiezan.

En definitiva, que inspire un futuro compartido.