Asumió Bolsonaro y llamó a combatir la corrupción, la "ideología de género", "la promoción de la homosexualidad" y a implementar "mano dura"

Fueron sus primeras definiciones al jurar como presidente de Brasil. También ratificó la "mano dura". Macri fue el único líder ausente de la región.



El ex capital del Ejército Jair Bolsonaro asumió como presidente de Brasil con un escueto discurso, pero suficiente para ratificar un nuevo rumbo para Brasil y un liderazgo para América Latina.

Tal es así que una de sus primeras definiciones fue combatir "la ideología de género", así como la supuesta promoción de conductas homosexuales denunciada por sectores como la iglesia evangélica, representada en el nuevo gobierno brasileño por funcionarios y por la primera dama, Michelle de Paula Firmo.

Vamos a combatir la ideología de género conservando nuestros valores. Brasil volverá a ser un país libre de las ataduras ideológicas.

En las próximas semanas se verá si abandona el pacto de París sobre el cambio climático y el acuerdo de la ONU sobre inmigración. La promesa de trasladar la embajada a Jerusalén tampoco ha sido oficializada durante la visita de Netanyahu. En el horizonte, el posible boicot de los países árabes, buenos socios comerciales.

Bolsonaro ha triunfado con un discurso muy nacionalista que da la espalda a Mercosur; ultraconservador en lo moral; privatizador en lo económico y que defiende disparar a matar a los delincuentes si sus víctimas o la policía están en peligro. En su discurso al Congreso volvió a apostar por flexibilizar la venta de armas y aseguró que el Estado no gastará más de lo que recaude.

Congreso atomizado

La política brasileña llevaba ya años subida en una montaña rusa cuando Bolsonaro, usando con habilidad las redes sociales y las medias verdades, supo capitalizar la ira contra los políticos y la desilusión. Los brasileños son los latinoamericanos menos satisfechos con la democracia. Solo el 9% lo está frente a la media regional del 24%, según el último Latinobarómetro. Por eso el triunfo del exmilitar inquieta tanto en el Brasil que no le votó (el 45% apoyó a Fernando Haddad). Los partidos de centroderecha han quedado prácticamente barridos del nuevo Congreso, muy atomizado.

Había llegado desde la catedral metropolitana en un Roll Royce descapotable junto a Michelle, con la celosa custodia de más de 12 mil policías y francotiradores. Un trayecto en el que incluso se le escapó alguna lagrima. Lo esperaban en el hemiciclo del Senado los presidentes de de Bolivia, Evo Morales; Chile, Sebastián Piñera; Honduras, Juan Orlando Hernández; Paraguay, Mario Abdo Benítez; Perú, Martín Vizcarra; y Uruguay, Tabaré Vázquez. El gran ausente fue Macri, de vacaciones en Villa La Angostura. Un destrato que Bolsonaro se cobró recibiendo días atrás al diputado salteño Olmedo, que busca presentarse como el "Bolsonaro argentino".

En su discurso mecho repetidas menciones a Dios ("Quiero agradecer por estar vivo", dijo en alusión al ataque que sufrió en campaña) y a los escándalos de corrupción de sus antecesores. "Convoco a cada uno de los congresistas a ayudar en la tarea de liberar definitivamente al país del yugo de la corrupción, de la violencia, de la sumisión ideológica", declaró Bolsonaro, que tendrá un gabinete de 22 ministros, 5 de origen militar.


Una presencia que lleva a algunos analistas a hablar de un gobierno cívico militar y hasta especular con la posibilidad que llegado el caso lo reemplacen por su vicepresidente, el general Hamilton Morao. Estas especulaciones comenzaron a crecer, cuando aún antes de asumir Bolsonaro enfrentó los primeros escándalos de corrupción en los que quedaron directamente involucrados uno de sus hijos y su esposa.

Reivindicó su apuesta a sumar inversiones "con menos burocracia", un mensaje que puede entenderse como el aviso del durísimo ajuste que deberá instrumentar ante el déficit que enfrenta Brasil, incluso más alto que el de Argentina.

Bolsonaro fue felicitado por Twitter por Donald Trump y el presidente brasileño le contestó agradecido y fijo la respuesta como número uno en su perfil, ratificando que con su presidencia inicia un inédito alineamiento total con la potencia del Norte, con la que siempre mantuvo una relación de acuerdo y tensión. De hecho, Bolsonaro ya tuvo reuniones con hombres claves de Trump como el consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, un halcón que junto al vicepresidente Mike Pence, impulsa una intervención militar en Venezuela.

La coincidencia de Bolsonaro con los sectores más duros del gobierno de Trump no es casual. Entre los más influyentes ideólogos del presidente de Brasil figura Olavo de Carvalho, un filósofo y escritor que en 2005 se radicó en la ciudad de Richmond, estado de Virginia, en donde fundó el Instituto Interamericano de Filosofía, Gobierno y Pensamiento Social, afín a las ideas de Stephen Bannon, el creador del ideario populista conservador que terminó abrazando Trump.

En su discurso, Bolsonaro consolidó su línea de mano dura en el combate al delito, uno de los principales motivos de su éxito electoral, que el PRO intenta replicar en esta campaña que se inicia. "Vamos a empeñarnos en orden y progreso, que significa el derecho a la legítima defensa y honrar a los que cuidan nuestras vidas", afirmó.

Entre los invitados especiales estaban los futuros jefes de las tres Fuerzas Armadas, los miembros de la Corte Suprema y los ex presidentes Fernando Collor de Mello y José Sarney. Fue notable la ausencia de Fernando Henrique Cardoso, acaso el ex presidente de Brasil con más prestigio internacional.