Bolsonaro y un liderazgo subrogante

Bolsonaro le responde a Vilas Boas, su referente, jefe del ejército y enfermo terminal.



Para aminorar rechazos, Bolsonaro hizo spots televisivos con un homosexual, una mujer, un afrobrasileño y un ex votante de Lula.






Los sondeos muestran que la ventaja de Bolsonaro es muy alta en Brasil, al mismo tiempo que la euforia inicial de los mercados se fue atenuando, ante algunas contradicciones de su equipo. Un primer sondeo dado a conocer por la empresa Datafolha presentó una proyección en la cual ganaba por 58% a 42% en la segunda vuelta. Una segunda presentación de la misma empresa, dio al primero un voto definido de 49% sobre 36% de Haddad, el candidato del PT. En el primer caso la ventaja a su favor es de 16 puntos y en el segundo de 13. Otra de Ibope, difundida el lunes 15, da 59% para Bolsonaro y sólo 41% para el candidato del PT. El nivel de rechazo del primero ha bajado a nada más que 35% y el de Haddad ha subido a 47%. Los mercados festejaron el triunfo del capitán retirado paracaidista y ello se reforzó al conocerse los nombres de su gabinete, con una fuerte presencia de banqueros y directivos de empresa, junto con militares y algunos políticos. Pero declaraciones de Bolsonaro limitando su amplio plan de privatizaciones, coincidentes con las realizadas por algunos de sus aliados, generaron dudas sobre el entusiasmo inicial de los mercados. A ello se sumó una denuncia de fraude contra su principal asesor económico (Guedes), la que parece haber sido superada.

El candidato ganador en primera vuelta no abandonó su discurso confrontativo y dijo que si ganaba su adversario vendría el "comunismo". Pero al mismo tiempo realizó algunos actos para ganar votantes entre los segmentos que más lo resistían. Difundió una foto con su "amigo homosexual", un maquillador que colabora con él. También fueron presentados spots televisivos, con un homosexual, una mujer, un afrobrasileño y un ex votante de Lula, diciendo por qué ahora votaban por Bolsonaro. También ha conseguido el apoyo de atletas y deportistas populares. Ha criticado a los medios y ha propuesto la energía nuclear para resolver el déficit que tiene el país en esta materia. Pero ha logrado pocos apoyos explícitos en la política tradicional e incluso el PSDB, que en las últimas elecciones ha tenido el voto de centro-derecha, se declaró prescindente. Por consejo médico -y oportunidad política- ha reducido su presencia al mínimo en la campaña y no ha participado en los debates televisivos con el candidato del PT.

Haddad, por su parte, tiene un equipo desmoralizado, que busca replantear la campaña girando hacia el centro y buscando nuevos apoyos, como el de la Iglesia Católica. Se acercó a esta, reuniéndose con obispos y coincidiendo con las críticas sociales del Episcopado, buscando competir con el apoyo explícito de los evangélicos a su adversario. Intentó girar hacia el centro tomando distancia de Lula y tratando de motivar al 20,5% que se abstuvo para que concurra a votar. Bolsonaro también trabajó sobre este sector. Cabe señalar que ha sido la abstención más alta desde 1998, es decir en veinte años. Haddad presentó un nuevo logo como símbolo de su replanteo. Ha asumido que ha sido un error importante usar el color rojo como identificación partidaria, dejando el verde y el amarillo (los colores de la bandera nacional) a su adversario. Se planteó así, en términos de identidad visual, una diferenciación entre la ideología y lo nacional, algo que fue hábilmente utilizado por Bolsonaro. Esta identificación de colores viene desde la destitución de Dilma, cuando quienes la apoyaban usaban el rojo y quienes la exigían se identificaban con el verde y amarillo. Haddad intentó negociar el voto de pequeños partidos, pero aparentemente los resultados fueron limitados. Algunos hechos de violencia producidos por partidarios de Bolsonaro han sido utilizados por el PT para desacreditarlo, pero con más efecto en el exterior que en el país. El movimiento feminista realizó una intensa campaña en las redes sociales cuestionándolo, pero con poco resultado concreto. El argumento de que si gana Bolsonaro anulará los planes sociales fue neutralizado al decir él que no sólo va a mantenerlos, sino también a ampliarlos.

En materia internacional, su afirmación más relevante ha sido "más EEUU y menos China", el nacionalismo europeo celebró su triunfo pero con limitaciones y los gobiernos de la región acusan el impacto del triunfo de un candidato que pensaban no podía ganar y con quien tienen poco contacto. Aunque no lo haya explicitado, la Administración Trump prefiere el triunfo de Bolsonaro, que ha manifestado reiteradamente su intención de alinearse con Washington, antes que el de Haddad, que mantiene una línea de equidistancia entre EEUU y China, defiende el rol de Brasil en los BRICS y tiene una posición contemporizadora con Venezuela. El eventual canciller del candidato que ganó en la primera vuelta podría ser el director del área "EEUU, Canadá y Asuntos Interamericanos" de Itamaraty, el embajador Ernesto Fraga Araujo, considerado por sus colegas "un admirador de Trump". El populismo europeo, a través del ministro del Interior italiano (Salvini), lo felicitó y varios de los dirigentes de esta orientación de diversos países hicieron lo mismo. Pero Marie Le Pen puso un límite al decir que afirmaciones del candidato brasileño que ganó en la primera vuelta no podían trasladarse a su país porque eran "culturas distintas". En la región el "eje bolivariano" (Venezuela, Cuba, Bolivia y Nicaragua) ven con temor el triunfo de Bolsonaro en Brasil y su probable coincidencia con los intereses estadounidenses en la región. El presidente chileno (Piñera) inicialmente apoyó a Bolsonaro, diciendo que era el "camino económico correcto para Brasil". Pero pocos días después, coincidiendo con la duda de los mercados, las expresó sobre él, manifestando que era necesario aislar a Venezuela y expresando preocupación por la crisis económica de Argentina. Bolsonaro -que en varias oportunidades ha desacreditado al Mercosur- ha planteado que podría articular un eje con Buenos Aires.

Pero el sector militar, en particular el Ejército, es sin duda el verdadero poder detrás de Bolsonaro y ello tiene múltiples evidencias. La más notoria es la presencia de decenas de candidatos ganadores para legisladores, gobernadores e intendentes, provenientes de esta fuerza. A ello se suma su participación en el Gabinete. El ministro de Defensa sería un general retirado (Heleno), quien fue jefe de la fuerza multinacional de paz en Haití y luego fue comandante de la región de Amazonia, cargo desde el cual criticó la política indigenista de Lula y expresó que los militares podían tener un rol en materia de seguridad interior si se vencían los prejuicios ideológicos. Heleno fue el coordinador de los equipos que han preparado los planes de gobierno del candidato.
Otro general recientemente retirado (Murao) es el vicepresidente, caracterizado por impulsar las políticas de "mano dura" con la delincuencia. Hay generales en actividad que permanecerían en sus cargos, como el jefe del Servicio de Inteligencia (Echegoyen), y tendrían roles relevantes otros dos generales en actividad, que ocupan el Ministerio de Defensa y la intervención en Río de Janeiro en materia de seguridad pública. Pero es el jefe del Ejército (Vilas Boas) la figura clave en cuanto al liderazgo del poder militar detrás de Bolsonaro. Él ha sido decisivo para dos replanteos en el pensamiento militar que el candidato ha encarnado: la aproximación a los EEUU y el apoyo a políticas más liberales en lo económico, así como la decisión de que las Fuerzas Armadas asuman un rol más activo en seguridad interior. Al igual que los demás generales en actividad, utilizan con intensidad Twitter, para tener una comunicación directa con todos sus subordinados hasta nivel de soldado y para transmitir su pensamiento a la sociedad civil. La cuestión es que Vilas Boas está muy enfermo, manda el Ejército desde una silla de ruedas y por ello permanecerá poco tiempo más en su cargo, pero se ha mantenido hasta hoy, día de la segunda vuelta, y seguirá al menos hasta el 1 de enero cuando asuma el Presidente electo. Quien lo suceda será un dato clave para prever la política brasileña hacia delante.

En conclusión: la ventaja inicial de Bolsonaro está entre 16 y 13 puntos, siendo casi irreversible; ratifica sus dichos y políticas, pero realiza gestos hacia los públicos que ha agraviado, a la vez que ratifica -aunque con contradicciones- su apoyo a las políticas de libre mercado; Haddad está al frente de una fuerza desmoralizada, se alejó de Lula buscando el voto del centro, se acercó a la Iglesia Católica y abandonó el rojo como color de identidad política; la Administración Trump ve con buenos ojos un triunfo de Bolsonaro, lo apoya la mayoría de los líderes populistas europeos, en la región lo ven con temor los gobiernos del eje bolivariano y con reservas los gobiernos de centro-derecha y el Ejército es el verdadero poder detrás de Bolsonaro, como lo muestran múltiples manifestaciones, por eso será muy importante quien sea el próximo jefe de esta fuerza tras el retiro del general Vilas Boas.