Lula, un mes preso, derrotas jurídicas y logros políticos

El expresidente cumple un mes arrestado por corrupción

Lula en un laberinto, preso con pocas chances de ser presidente, pero su figura se agiganta entre sus seguidores.

El expresidente brasileño, Lula da Silva, cumple un mes en prisión, período durante el cual sufrió varias derrotas judiciales que hacen improbable su candidatura, aunque hubo movilizaciones que demuestran la vigencia de su liderazgo político.
El próximo lunes, el líder del Partido de los Trabajadores cumplirá un mes preso en una celda del cuarto piso de la Superintendencia de la Policía Federal en la sureña Curitiba, capital del estado de Paraná.

A pesar de las repetidas apelaciones de sus abogados Lula ha sufrido una serie de reveses en el Supremo Tribunal Federal que le impidieron obtener un habeas corpus para salir en libertad provisoria.
El exmandatario fue condenado en primera instancia por corrupción y lavado de dinero por el juez Sergio Moro, de Curitiba, artífice de la megacausa Lava Jato.
Esa sentencia fue ratificada y ampliada a doce años y un mes de arresto por el Tribunal Regional Federal 4 de Porto Alegre.
Una de las últimas chances para que Lula recupere la libertad comenzó a jugarse el viernes y su resultado se conocerá entre el 10 y 11 de mayo, cuando el Supremo publique su parecer.
Se trata de una acción en la que los patrocinantes de Lula consideran que su detención fue ordenada sin respetar los tiempos procesales.
Los cuestionamientos de la defensa en general apuntan al famoso magistrado Moro, al que le imputan actuar movido por razones "políticas" y sin suficientes pruebas contra Lula.
Más allá de las críticas a Moro, lo concreto es que el jefe del PT continúa preso y que su candidatura presidencial parece remota, como lo dijo el viernes el juez Gilmar Mendes, miembro del Supremo Tribunal Federal.
Y no es el ministro del Supremo Gilmar Mendes alguien que simpatice con Moro.
Mendes ha cuestionado reiteradamente a Moro, incluso ante el Plenario del Supremo donde sugirió que hubo irregularidades en la causa Lava Jato y en la forma como se obtuvieron las "delaciones premiadas", que permitieron la prisión de Lula e importantes empresarios como Marcelo Odebrecht. Al hacer un balance de los primeros treinta días de Lula entre rejas, sobresale como dato político que su popularidad no fue severamente afectada.
Perdió siete puntos pese a lo cual continúa siendo el precandidato presidencial con mayor intención de voto, del 31 por ciento, superando por 15 puntos a su principal adversario que es Jair Bolsonaro.
La orden de detención contra Lula fue publicada el 5 de abril, y desde ese día la estrategia del político fue desafiar a Moro.
Lo hizo atrincherándose en el Sindicato de Metalúrgicos de San Bernardo do Campo, donde permaneció dos días rodeado de miles de seguidores.
La saga de su "resistencia" hasta que se entregó a la Policía Federal se convirtió en un hecho de impacto.
Tuvo una alta audiencia el relato televisivo que acompañó desde el momento en el que se embarcó en una avioneta de la Policía Federal en San Pablo hasta su arribo al helipuerto de la Superitendencia de Curitiba a lss 22.28 horas del sábado 7 de abril.
En ese momento miles de personas lo recibieron al grito de "Lula, ladrón, tu lugar es en la prisión". Mientras otro grupo lo vivaba y coreaba "Lula Libre", "Lula Presidente", desde un campamento que fue montado a unos 150 metros del reclusorio.
Desde entonces ese campamento se convirtió en un comité político por el que pasaron dirigentes de varios partidos, especialmente el PT, y personalidades extranjeras como el Premio Nobel de la Paz, el argentino Adolfo Pérez Esquivel.
Cada mañana un grupo de petistas y campesinos sin tierra gritan "Buen día señor presidente", un saludo que Lula dijo escuchar desde su celda.

Posiblemente la salutación más sonora ocurrió el primero de mayo cuando miles de lulistas se concentraron frente a la Superintendencia, y luego caminaron 8 kilómetros hasta la plaza Santos Andrade, en el centro curitibano, donde se realizó un acto por el Día del Trabajador.
Allí Gleisi Hoffmann, la vocera de Lula, leyó un mensaje del dirigente preso en el que habló de "esperanza y tristeza" y de los "derechos" de los trabajadores.
Hoffmann, que también es la presidenta del PT, logró autorización para visitar a su líder el jueves pasado.
Fue la primera vez que se permitió que Lula reciba dirigentes políticos en su habitación de la Superintendencia, ya que hasta el momento sólo se había permitido el ingreso de sus familiares y abogados.

Este permiso hará que una vez por semana el cuarto de Lula se convierta en un comité político desde el cual pretende dar sus instrucciones a sus seguidores.
Al salir del encuentro en la cárcel Gleisi Hoffmann repitió que Lula será candidato a la presidencia en los comicios del 7 de octubre, incluso si continuara preso. Se trata de un desafío político por demás aventurado, que motiva algunos cuestionamientos incluso dentro de las filas del PT.