Los efectos colaterales psicológicos de la crisis catalana







Psicólogos que colaboraron en Barcelona frente a los atentados del 17 de agosto se han comprometido a atender a los afectados por la tensión de la crisis catalana

Los expertos y médicos perciben un aumento de estrés agudo, de síntomas depresivos, ansiedad y abatimiento en sus pacientes.

Lejos de aplacar los ánimos, la campaña electoral y las inminentes elecciones del 21-D avivan las pulsiones de los catalanes. Día tras día, se mantienen pegados a las últimas noticias y viven pendientes, casi en directo, de los choques verbales de sus líderes y del duelo político que no cesa. Y este goteo de noticias se infla aún más estos días en los espacios informativos, en plena atrás hasta la crucial cita con las urnas.

La incertidumbre no deja de subir la temperatura en los marcadores emocionales de sus ciudadanos de ambos bandos: constitucionalistas e independentistas. Tristeza, ansiedad, preocupación, rabia, impotencia, temores, angustia, estrés... y, como colofón, insomnio. Ante esta situación de crisis, varias entidades de salud mental que trataron a las víctimas de los atentados de Barcelona del 17 de agosto se ofrecen ahora a atender a las 'víctimas psicológicas' del procés catalán.

El fenómeno es aún reciente, así que no hay estudios que lo demuestren con datos concretos. Sin embargo, los expertos y médicos sí que perciben un aumento de estrés agudo, de síntomas depresivos, ansiedad y abatimiento en sus pacientes. Se trata de una población que ya se encontraba "muy vulnerable", explica Jordi García, psicólogo del Colegio Oficial de Psicólogos de Cataluña. El desgaste emocional por la crisis económica se agudizó con los ataques terroristas. "Y ahora se mantiene con el nivel de tensión política que se está viviendo en los últimos meses, lo que refuerza la sensación de angustia colectiva", remacha García.

De hecho, este estrés no es exclusivo de Cataluña, sino que se refleja a nivel nacional. Hace un año, el CIS indicaba que la preocupación de los españoles por la independencia catalana era residual: sólo alcanzaba el 0,7%. En octubre, en cambio, ya se había convertido en el segundo factor de inestabilidad (29%), sólo por debajo del paro (66,2%), pero por encima de la corrupción (28.3%) o los partidos políticos (27.5%). Y, aunque el CIS no desglosa los datos por autonomías, es de esperar que en Cataluña la preocupación por el procés sea aun mayor.

La incertidumbre en Cataluña genera tristeza, ansiedad, preocupación, rabia, impotencia, temores, angustia, estrés... y, como colofón, insomnio.

El referéndum, la declaración unilateral de independencia, el éxodo de empresas, la caída del turismo, el encarcelamiento de varios políticos, la huída de Puigdemont... Capítulo tras capítulo, la sociedad se ha ido enganchando a la trama a través de los medios, como si fuera una serie de terror. El problema es que, en una parte de la población, este afán por estar informado al minuto, lejos de aliviarles, tiene un 'efecto rebote': dispara su ansiedad, tristeza, rabia, impotencia, preocupación o miedo por lo que va a suceder después, tanto en el ámbito de la política, como en el entorno laboral y el personal.

"Se activan síntomas propios de la ansiedad y pensamientos intrusivos que nos vienen al campo de la conciencia aunque deseemos evitarlos", argumenta Leopoldo Ortega-Monasterio, médico psiquiatra y forense de la Universidad Internacional de Cataluña. "Todo esto puede repercutir en funciones psicosomáticas diversas y en forma de síntomas muy variados, como por ejemplo la hipertensión, el insomnio y la pérdida de apetito o, al contrario, la ingesta mayor de comida, como una manera de paliar la ansiedad relacionada con el conflicto político".

El malestar psicológico derivado de las discrepancias políticas en Cataluña ha llegado a dividir familias, a formar grupos irreconciliables en las empresas, a retirar el saludo a quienes opinan diferente... Hay miles de catalanes, como Inma, mossa d'esquadra desde hace 21 años y ahora de baja médica por el acoso indepe, que incluso se plantean abandonar su tierra para rebajar las tensiones psicológicas del procés .

El problema es que las elecciones del 21-D no van a solucionar mágicamente el problema. La sociedad está dividida en dos mitades y así lo reflejan todos los sondeos. Muchos incluso apuntan a que las elecciones tengan que repetirse por la imposibilidad de alcanzar un acuerdo de gobierno estable. "Gane quien gane, va a generar muchas frustraciones", dice el psiquiatra Ortega-Monasterio. "Repercutirá en el ámbito laboral, familiar y social. La confrontación va a continuar".

Ante el riesgo de que el estrés se cronifique en la sociedad catalana, las organizaciones de salud mental que colaboraron en Barcelona tras los atentados de agosto hacen frente ahora al malestar psicológico generado por la controversia política. Con esta intención, una treintena de entidades (entre las que figura la Agencia de Salud Pública de Barcelona, la Sociedad Catalana de Psiquiatría, la Sociedad Catalana de Medicina Familiar y Comunitaria, Hospital del Mar-epidemiología IMIM o el Hospital Sant Joan de Déu-psiquiatría) participa en la Mesa de Salud Mental de Barcelona del gobierno municipal.

Se trata de un órgano cuyo reto es "formar a psicopedagogos en contacto directo con la población para que identifiquen a las personas especialmente afectadas por las tensiones políticas, les refuercen con consejos asistenciales y en caso de necesitarlo, les deriven a equipos de salud mental próximos", tal y como expone Jordi García, del Colegio Oficial de Psicólogos de Cataluña, que también forma parte de dicho grupo de trabajo.

Por otro lado, tras las elecciones --para que no se puedan malinterpretar sus intenciones--, se pondrá en marcha una campaña con carteles, vídeos y trípticos para que la gente sepa reconocer y comprender aquellas sensaciones, síntomas y sentimientos que provocan ese malestar psicológico por la controversia vivida. En palabras de García, "hemos normalizado sentirnos mal, estar en alerta cada día y sentir rabia. Es importante que la Administración sea proactiva y empodere a la gente para que identifique lo que le ocurre y pueda poner barreras".

Algunas recomendaciones pasan por crear espacios libres de consumo informativo, relativizar, tomar distancia, no leer antes de ir a la cama, quedar con amigos, hacer ejercicio, relativizar, recuperar el humor y, sobre todo, recordar "que podemos tomar las riendas sobre nuestras actividades y emociones". "Las diferencias forman parte de la vida", señala el psicólogo. "Tener un conflicto no es el problema, sino no saber resolverlo".
DE BAJA POR HABLAR EN CASTELLANO

"Colona, desagradecida, facha, inadaptada"... Son algunas de las lindezas que Inma (de 48 años) se acostumbró a escuchar por parte de muchos de sus compañeros en el cuerpo de Mossos d'Esquadra, donde lleva trabajando 21 años, aunque ahora se encuentra de baja médica. "Lo iba soportando, pero este año me he dado cuenta de que lo que quiero es irme, sacar a mi familia de Cataluña y que mi hijo no sufra lo que yo y pueda tener un pensamiento libre. Las tensiones se han cuadruplicado". Y como ella, asegura, otros 67 compañeros, con los que de forma conjunta ha enviado por escrito al ministro del Interior, José Ignacio Zoido. Su petición es casi un ruego: "Que se nos posibilite irnos del cuerpo de Mossos d'Esquadra e incorporarnos a la Policía Nacional". El único motivo por el que recibía aquellas 'atenciones' verbales, según cuenta ella misma por teléfono, era porque habla castellano. "Mi jefe me trasladó las quejas y me pidió una nota informativa donde explicara por qué utilizaba el castellano. Increíble: el idioma de mi país". Aunque Inma nació en Barcelona, ha vivido varios años en Zaragoza y también en Alicante. "Supongo que creerán que no puedo sentir lo que ellos como catalanes de pura cepa", ironiza. "Además, no tengo ocho apellidos vascos. Mi madre es madrileña y mi padre murciano". La mossa describe un acoso y derribo al relatar distintos ataques verbales por parte de sus compañeros. Evoca un capítulo tras otro, sin para ni un segundo . Aunque los desprecios los lleva viviendo "años", su interés por marcharse se ha avivado en los dos últimos meses. Vive pegada a la actualidad informativa y su sensación de angustia y ansiedad ha aumentado. "Me levanto a las seis de la mañana para tomarme los ansiolíticos que mi psiquiatra me indicó, ahora en mayores dosis, y a partir de ahí me paso el día leyendo todos los periódicos, menos los catalanes". A los que Inma denominada "catalibanes" no sólo se encuentran entre los Mossos d'Esquadra. Todavía rememora en los pasillos del colegio de su hijo "la imagen del rey con las orejas y la cola de burro". "Tuve que cambiar a mi hijo de colegio cuando dejó de hablar castellano por la insistencia de sus profesores", dice. "Con ellos, por cierto, no podía mantener una reunión normal de padres en castellano porque apenas conocían el idioma". Inma prácticamente mastica la tensión social cada minuto de su día. En el barrio, "muchos vecinos me han retirado el saludo". Tal y como explica, lleva "años viviendo esto" y no cree "que la situación vaya a cambiar de cara a las elecciones, ni aunque gane Ciudadanos, porque los independentistas tienen sus fuerzas dentro de las instituciones. Llevan con el mismo funcionamiento tres décadas". Y agrega: "Creo que existe un problema de odio congénito que no se solucionará con el 21D". Su objetivo es sacar a su familia de Cataluña. De no resolverse pronto la petición que ha enviado a Zoido, ya se ha planteado la posibilidad de cambiar de trabajo. De hecho, ya tiene su casa en venta: "Quiero que mi hijo crezca con la posibilidad de pensar libremente".