Strippers, espías... Los papeles de Kennedy alimentan las teorías de la conspiración

Viajeros leen sobre el asesinato de John F. Kennedy.
Los informes desclasificados por Donald Trump arrojan más dudas que respuestas sobre el asesinato del presidente de Estados Unidos

El levantamiento del secreto oficial de 2.891 documentos oficiales sobre el asesinato del presidente de EEUU, John F. Kennedy, hace 44 años, ha dado un día de fiesta a los amantes de las teorías conspiratorias. Porque, lejos de despejar las dudas acerca del magnicidio - en particular, si el asesino, Lee Harvey Oswald, actuó solo como insiste la versión oficial pero solo se cree menos del 40% de los estadounidenses- , los documentos han parecen un excelente material para más conspiraciones.
Strippers, prostitutas, espías cubanos y soviéticos, Fidel Castro, 'Che' Guevara, y hasta bacanales del presidente Kennedy con "una prostituta de alto nivel" en las que también participaban Frank Sinatra, Sammy Davis 'junior' y hasta su cuñado, el actor británico Peter Lawford, que estaba casado con la hermana pequeña del presidente, Patricia, son algunos de los personajes que aparecen en los documentos. Hay material para una docena y media de novelas de John Le Carré.
Para hacer las cosas más complicadas (o más emocionantes), los documentos, que están disponibles en su totalidad en internet, ocupan miles de páginas, están escritos en lenguaje burocrático y, muchos de ellos, son simplemente comunicaciones internas entre los diversos servicios de las Administraciones Públicas de Estados Unidos.
Ése es el problema: los documentos, tal y como preveían los expertos, no incluyen ningún relato coherente del magnicidio, ni de su preparación, de ni del posterior asesinato de Oswald, dos días después de que éste matara al presidente, cuando se encontraba detenido. Y no lo contienen porque el objetivo de los autores no era elaborar una teoría de qué pasó, sino sólo progresar en la investigación. La versión oficial es y sigue siendo la de la Comisión Warren, que en sus 888 páginas, publicadas en 1964, determina que Oswald actuó solo.
Claro que Oswald tenía una historia personal interesante. Ex soldado de la Infantería de Marina, había desertado a la Unión Soviética y retornado a Estados Unidos. Pocas semanas antes de asesinar al presidente había estado en la ciudad de México, donde mantuvo contactos con el espionaje soviético y cubano. Algunos de esos contactos han quedado de manifiesto con la nueva oleada de documentos, aunque no hay evidencia de que el asesino actuara en coordinación con La Habana o Moscú. Pero hay otros datos igualmente morbosos. Las balas con las que Oswald mató a Kennedy le habían sido suministradas por grupos de extrema derecha. La Unión Soviética pensó que detrás del magnicidio estaba el vicepresidente, Lyndon B. Johnson, que sucedió a Kennedy en la Casa Blanca. Y los servicios de espionaje de EEUU trataron de encontrar relaciones entre el asesino de Oswald, Jack Ruby, un mafioso de poca monta de Texas, con los grandes grupos del crimen organizado.
Hay detalles que podrían, en sí mismos, ser la base de un buen libro. El más comentado ayer era la llamada anónima que recibió el diario local británico Cambridge Reporter pidiendo a sus periodistas que llamaran a la embajada estadounidense en el Reno Unido para conseguir "una noticia muy grande", justo 25 minutos antes de que Kennedy fuera asesinado. Pudo ser una broma. O un clásico iluminado de los que provocan escalofríos a las secretarias de todos los periódicos del mundo con sus peticiones para hablar con el director y explicarle que Osama bin Laden está vivo.
En el contexto del asesinato del presidente de Estados Unidos, sin embargo, cualquier revelación, por estrambótica que suene, levanta sospechas. A fin de cuentas, el levantamiento del secreto de estos 2.891 documentos fue dictaminado por una ley aprobada en 1992 que fue una reacción a la película JFK del director Oliver Stone, con Kevin Costner como protagonista, que convierte en héroe a un personaje atrabiliario obsesionado con teorías conspiratorias y sin ninguna credibilidad: el entonces fiscal Jim Garrison que, acaso por pura coincidencia, es uno de los personajes históricos que más admira el ex juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón.
Que una película de un director que ve conspiraciones por todas partes forzara a EEUU a legislar sobre el control de la información en el asesinato de Kennedy es la mejor muestra de las pasiones que levanta el magnicidio en Estados Unidos. Unas pasiones que la publicación de estos documentos no ha hecho nada por mitigar, en buena medida debido a la chapucera actuación de la Casa Blanca.
Primero, Donald Trump anunció que iba a divulgar todos los documentos, lo que desató una contraofensiva burocrática de los servicios de seguridad, que afirmaban que la medida podría poner en peligro prácticas, operaciones e incluso a personas. Lo que vino a continuación fue una feroz guerra entre diferentes facciones del Gobierno y de la Administración Pública que estuvo a punto de lograr la cuadratura del círculo: que una medida que se había decidido que se produjera hacía nada menos que 25 años estuviera a punto de ser aplazada. Finalmente, a las 10 de la noche del jueves de Washington, los Archivos Nacionales colgaron los documentos. Pero Donald Trump, en uno de sus habituales cambios de opinión, decidió mantener 300 informes en secreto al menos durante otros 6 meses.
Así, todo queda para la imaginación del público. A fin de cuentas, no cabe esperar mucho de unos documentos que afirman en una página que la CIA ofrecía una recompensa de 150.000 dólares - una cantidad fantástica hace 44 años - a quien asesinara a Fidel Castro y, en otra, que el premio por esa acción sería, literalmente de dos centavos de dólar. Oliver Stone y Kevin Costner ya tienen material para, al menos, otra película.



Los rompecabezas de los papeles de Kennedy

El presidente de Estados Unidos John F. Kennedy y la primera dama Jacqueline Kennedy, en Washington.

Los miles de folios contienen numerosos puzles inconexos con cables y circulares de las oficinas del FBI y la CIA sobre el autor de los disparos, Lee Harvey Oswald, las relaciones que mantenía con el Partido Comunista o su misterioso viaje a México


Los miles de folios virtuales a los que se puede acceder a través de la página web de los Archivos Nacionales contienen numerosos puzles inconexos con cables y circulares de las oficinas del FBI y la CIA sobre el autor de los disparos, Lee Harvey Oswald, las relaciones que mantenía con el Partido Comunista o su misterioso viaje a México - sobre que se entrevistó a 22 fuentes para aclarar las circunstancias que rodean a la 'escapada' de 'H.O. Lee' como figura en el billete-.

Otros recogen notas y comunicaciones -mecanografiadas y manuscritas- de las conversaciones con informantes, algunos de los cuales aseguraban que habían oído a alguien hablar de que iba a matar al presidente JFK. También se mencionan otras conspiraciones -como, por ejemplo, para asesinar a Fidel Castro- y se sigue de cerca los pasos de miembros del Partido Comunista (PC) en EEUU.

También hay espacio entre tantos documentos para la "bien conocida" relación de Kennedy con Marilyn Monroe a través de la publicación de un libro sobre la extraña muerte de la actriz.

Estos son algunos de los rompecabezas que se pueden encontrar el conjunto de papeles desvelados por Trump:
Los temores del Partido Comunista y la diplomacia cubana

En un documento fechado unas semanas después de la muerte de Kennedy, el FBI reportó sobre una reunión del PC en la que Arnold Johnson -ex presidente de la formación en Ohio- expresaba su preocupación porque "una ola de histeria estuviese a punto de explotar contra el partido" porque Oswald era considerado comunista.

En las notas transcritas figura el envío de ocho "panfletos", algunos de ellos relacionados con la ley 'McCarran Act' de 1952 (La ley de inmigración y nacionalidad), la Guerra Fría, o el "horizonte de un futuro para una América Socialista".

Johnson también manifestó su preocupación en la reunión del PC por las cartas que había intercambiado con el considerado autor de los disparos que acabaron con la vida del presidente el 22 de noviembre de 1963.

Su asesinato generó conmoción en EEUU, sin embargo parece que fue recibido con "alegría" por el embajador cubano Cruz y su equipo, según consta en un cable de la CIA registrado cinco días después del asesinato con origen en Ottawa (Canadá). Ese jubilo duró poco ya que cuando se supo que Oswald había tenido conexiones con la el comité 'Fair Play for Cuba', las autoridades cubanas ordenaron al embajador que "adoptase una actitud más sombría en público". El temor de la legación cubana ante una posible reacción estadounidense queda reflejado en la nota de la CIA.
¿Quién es Ruby?

Otro puzle de la colección de documentos gira en torno a la figura de Jack Ruby - o Jacob Rubenstein entre otros nombres-, que asesinó a Oswald el 24 de noviembre cuando estaba bajo custodia policial, durante el traslado del cuartel general de la policía de Dallas a la prisión del condado.

Una nota del director del FBI, J. Edgar Hoover, con fecha de ese mismo día explica que la noche anterior la oficina en Dallas recibió una llamada telefónica de alguien "que decía que era un miembro de un comité organizado para matar a Oswald".

El FBI informó a la policía de lo ocurrido. El jefe de policía "nos aseguró que Oswald recibiría suficiente protección". Lo cierto, como resalta Hoover, es que el sospechoso fue abatido por Ruby, que dijo "no estaba asociado con nadie".

Decenas de documentos recogen las llamadas a informantes de diferentes estados -sobre todo Chicago (Illinois)- para analizar las posibles conexión de Ruby con la mafia o el Partido Comunista y qué había hecho los días previos al asesinato.

El presidente Trump señalaba en la circular que envió este jueves a las agencias de Inteligencia antes de levantar el "velo" a estos documentos que el público estadounidense "espera -y se merece- que su Gobierno le facilite tanto acceso como sea posible a los registros sobre el asesinato de JFK".

Los 2.891 documentos desclasificados -más lo que vieron la luz en julio- satisfacen el objetivo de dar información. Pero de aclarar, de momento, pocas novedades.