Como pagar un costo político


Por Rubén Weinsteiner


La emergencia a la superficie de un error de magnitud, y el no admitirlo, pone a un gobierno o a un político en una situación complicada. Esta situación pende como una espada sobre la cabeza, en cada aparición pública, en la narrativa mediática propia y en la opositora, y en la construcción permanente de su #marcapolítica.
La visibilización del problema y su admisión fáctica, pero el no reconocimiento del carácter negativo de la decisión u omisión política que estuvo detrás del hecho, configura un estadio más grave que el primero, ya que pone en juego un desafío al ciudadano, “yo sé que vos sabés, y yo también se, pero lo haría de nuevo así”. Este mensaje comunica asimetría e impunidad.

La admisión tiene que saldar los efectos del error y la línea de montaje decisoria que construyó el hecho.

Lo que fortalece al político es la visibilización de sus debilidades y problemas. Sin la admisión de las mismas, no se puede resolver nada, y en definitiva el político esta para resolver problemas. “Tengo estos problemas y los estoy resolviendo, tengo debilidades pero soy fuerte y creativo, por eso puedo sobreponerme” “En la gestión aparecerán problemas y yo sabré resolverlos”

¿Que es un problema de imagen? Un problema de imagen existe cuando yo pienso o me percibo, a mi, a mi empresa, a mi gestión de una manera y el mercado, la gente, los ciudadanos, los votantes, piensan o me perciben de otra manera diferente que a mi no me satisface, ese es un problema de imagen.
La narrativa  la puedo modificar yo, el proyecto también, en cuanto a la imagen, la tercera pata de la construcción comunicacional de la política tengo que operar sobre el otro, y ahí hace falta pensar, implementar y desarrollar estrategias de comunicación.

Alguien que come poco y no hace ningún esfuerzo para comer poco, no es fuerte, simplemente tiene el hábito de comer poco, alguien a quien le gusta comer, puede manejar ese impulso y finalmente come poco, es alguien fuerte, alguien que resuelve un problema. Alguien que teme pero hace, es valiente, alguien que no teme, no es valiente, no se está sobreponiendo a nada y hasta puede ser un temerario.

Admitir rinde, y aquí la variable tiempo es fundamental. La forma más barata de pagar un costo político es hacerlo YA¡ Cuanto más tiempo pase, mas sube el precio.


En los setentas se produjo un un gran apagón  en New York , la gente ardía de furia, miles pedían la baja del servicio y pensaban migrar hacia la competencia. Cuando volvió la luz el presidente de la compañía apareció por TV, en el espacio mas visto, miró fijo a la cámara con un primerísimo plano que llenaba toda la pantalla con su cara y con voz pausada y grave dijo: “Esto que pasó fue muy grave, cometimos errores, Uds, tienen razón y lo estamos solucionando, yo les garantizo, que esto nunca mas va a pasar, se quedó mirando a la cámara y de repente apareció una mano que estrelló un pastel de crema en su cara, el presidente de la compañía se limpio y dijo: “ya está”.

La pérdida de clientes fue insignificante, la gente escuchó “me equivoqué” Uds. tienen razón” y “se vengaron”. La conducta mas primitiva e institiva es explicar y poner el problema en otro lado, muy pocos admiten errores, por eso comunicacionalmente, el receptor se defiende de esa estrategia. Al Capone cuando fue detenido por evasión de impuestos y luego condenado por los crímenes mafiosos, lo consideró una injusticia, el se defendió diciendo que le daba trabajo a mucha gente.
Es por eso que no existe estrategia que desarme mas la furia y la crítica que el admitir un error, el otro queda desarmado.

Prevalece el criterio que las decisiones se toman con la información que uno tiene en la mano, y que si falta información no hay error decisorio, “cualquiera en mi lugar con lo que yo sabía, hubiera tomado esa decisión”. Esto funciona en el análisis histórico, sin embargo un político debe admitir como error la falta de información, porque la misma es un insumo estratégico para cualquier gestionador.

Esto las empresas lo saben muy bien, sostener un producto que no se vende simplemente para no admitir que un CEO se equivocó, es un escenario imposible, porque la pérdida es tangible, es dinero. Los políticos tardan en admitir porque la pérdida no es tangible, no la pueden ver ni tocar.
En una empresa también saben que ante una crisis, cuando las acciones bajan fuertemente, sólo tomar medidas tranquiliza y restituye la confianza.

Cuando no admitimos y no pagamos el costo político le estamos dando un arma a nuestro enemigo, se la estamos dando en la mano para que nos dispare cuando quiera, en cambio la sinceridad desarma.
Se requieren pruebas y argumentos para sostener una afirmación positiva, no se requiere nada para sostener una negativa. Cuando alguien comienza un discurso admitiendo un problema o un error, el receptor baja la guardia y se consigue automáticamente crédito de ese receptor, cuando se comienza contando maravillas de uno, el receptor se pone en guardia. La honestidad rinde.

La forma menos costosa de pagar un costo político es “pagarlo ya”, cada hora que pasa hace subir el precio, como un taxi.

Rubén Weinsteiner