China prepara el Congreso del Partido Comunista Chino,


Los chinos preparan su reunión más importante Ya está en avance el Congreso del Partido Comunista Chino, con la selección de los cerca de 2.300 delegados que participarán, elegidos por la recomendación de los algo más de 82 millones de afiliados, a su vez 'filtrados' por el Departamento de Organización, que depende directamente del secretario general, el presidente Xi Jinping. El Congreso elige a los 205 miembros titulares del Comité Central, que votan en las reuniones bianuales, y los 171 suplentes, que solo tienen voz pero no voto. A su vez, el Comité Central elige a los 25 integrantes del Politburó, que integran los miembros del Comité Permanente. Todo indica que Jinping consolidará a su gente de confianza, el 1er. ministro y líder económico, Li Keqiang; el “zar anti corrupción” Wang Qishan; y el jefe de la Oficina General del PC chino, Li Zhanshu.



Imponente sesión del Congreso Nacional del Partido Comunista Chino.



El Congreso Nacional del Partido Comunista de China se convoca cada 5 años, y durante el mismo se elige al Comité Central del partido, además de debatirse y aprobarse las normas internas del Partido. El XVIII Congreso ocurrió a finales de 2012. En 2017 se realizará el XIX Congreso.

Será una puja importante entre los hombres del presidente Xi Jinping y quienes no lo son. Se deberá consolidar o incorporar a la máxima dirección del PCCh a quienes serán los sucesores de Xi y del 1er. ministro Li Keqiang.

Mucho se habla en los corrillos de los periodistas de Beijing acerca de Hu Chunhua (Nº1 en Cantón) y Sun Zhengcai (Nº1 en Chongqing), ambos integrantes de la 6ta. generación de dirigentes, quienes no integran el círculo de cercanos a Xi sino a los anteriores mandatarios Hu Jintao y Wen Jiabao.

Es lo que llaman 'designación cruzada'. Ya veremos qué hace Xi, quien ha acumulado poder como nadie antes, y no estará interesado en una gran remodelación del poder.


Poderoso Xi Jinping.


"(...) En el punto de inflexión en el que parece nos hallamos, ante un posible declive del orden liberal en el mundo, y un ascenso de otras zonas geográficas y culturalmente alejadas del epicentro occidental, merece la pena ahondar en el perfil de los dirigentes políticos de la que sin duda será una de los protagonistas del nuevo orden: China.

Que China desea un nuevo orden es algo que resulta evidente por sus gestos, recordemos el encuentro entre los más altos mandatarios chino y estadounidense en Davos, y por sus iniciativas de ampliación de influencia, aquí la referencia es claramente la estrategia 'ne Belt One Road' (nueva ruta de la seda). Este clamor por la necesidad de construir un nuevo orden global, más en consonancia con la dimensión real de China y por lo tanto de su peso en el mundo, se articula y canaliza a través de sus dirigentes políticos, es decir, del Partido Comunista Chino (PCCh), la élite política que gobierna China ininterrumpidamente desde 1949.

El PCCh dista mucho de ser un actor político que deje indiferente a la opinión internacional. Es sin duda el artífice del milagro económico y ascenso fulgurante de China en los últimos cuarenta años, pero también suscita posturas muy encontradas por sus tácticas y comportamiento político. La autocracia y la falta de libertades que lleva aparejada no tienen buena prensa en los círculos políticos y de opinión occidentales.

En cualquier caso es obvio que el PCCh es una organización que juega hoy un papel de relevancia global. Afinar la percepción de este actor político es obligada si deseamos entender su estrategia política, y es algo que también nos dará vislumbres sobre qué aspectos pueden variar de él en una posible evolución política.

Aunque la identidad cultural china de pertenencia a un civilización común es muy anterior, China existe como entidad política diferenciada desde la dinastía Han en el siglo II a. C. Es a lo largo del período de los Han cuando cristalizan las bases del proyecto político imperial. Comienza así la historia de China como imperio centralizado, un proyecto político que sin duda se puede calificar como muy exitoso, ya que se perpetúa durante 2.200 años.

Más de dos milenios a lo largo de los cuales no sólo se mantienen sino que se perfeccionan las instituciones y la estructura del poder político. Esta estructura política estaba centralizada en la institución imperial, garante de legitimidad política, y se asentaba sobre el más complejo y sofisticado aparato funcionarial que ha existido en la historia, la administración china: un cuerpo de funcionarios retribuidos y revocables, elegidos acorde a criterios meritocráticos y portadores y transmisores de esa tradición política. El funcionariado era, en definitiva, la institución responsable de la gobernanza de China.

Este inmenso armazón administrativo se nutría, sustentaba y legitimaba por un pensamiento político consistente y vivo que es la tradición letrada china. Ésta es lo que en Occidente conocemos con el nombre de Confucianismo, aunque en realidad deberíamos poner en valor el aporte fundamental en la cultura política china de otro gran legado histórico, el Legismo.



Li Zhanshu, 4to. de izquierda a derecha, la sombra de Xi Jinping.

(...) La victoria de los comunistas de Mao en la guerra civil inicia el segundo gran experimento político del siglo XX: el Partido Comunista Chino se hace con el poder y Mao funda la República Popular China. Mao consigue la reunificación política del país, ahora bajo un formato político a imagen y semejanza de la URSS, pero sin embargo fracasará estrepitosamente a la hora de dotar al pueblo chino de prosperidad material.

Los excesos de la revolución cultural proletaria en los epígonos del maoísmo provocan una auténtica pérdida de legitimidad del PCCh y de fe en el marxismo. Será Deng Xiaoping, el líder de la segunda generación del partido, quien dé la vuelta al maoísmo e inicie el tercer ensayo político de China en el siglo XX. Un ensayo que, en líneas generales, permanece programáticamente inalterado hasta hoy, y ha sido heredado y potenciado por sus sucesores.

(...) Jiang Zemin en los '90, a la par que China crecía a un ratio de más de dos dígitos anuales, iba consolidando la presencia del país en la comunidad internacional. Jiang hereda el discurso aperturista de Deng Xiaoping, e introduce además un ajuste de interés notable: abre la puerta del partido nada menos que a la clase empresarial. La organización que antaño encarnaba la vanguardia de la alianza de proletarios y obreros se convierte ahora en un partido interclasista.

Se aleja así, cada vez más, el PCCh del original patrón marxista-leninista de partido comunista que le había visto nacer. Con Hu Jintao la formación política entra en el siglo XXI y estrena (o mejor dicho, reestrena) un discurso político plagado de conceptos extraídos, no ya del marxismo-leninismo o del liberalismo económico, sino de la propia tradición china. Hablará Hu Jintao de crear una sociedad armoniosa, un mundo armonioso, con una retórica mucho más confuciana que comunista o liberal.

El actual líder chino, Xi Jinping, representa una China imbuida de confianza, que no sólo espera el reconocimiento internacional por el que lucharon sus líderes desde los 90 del siglo pasado, sino que plantea un nuevo modelo de convivencia internacional, de cuño chino, y de eventual alcance universal.

A lo largo de todo un siglo de experimentación política, China ha hecho algo que es muy chino, y algo que además sabe hacer muy bien: absorber elementos exógenos y, tras un proceso de larga digestión, sinizarlos dando lugar a un producto nuevo totalmente chino. Es algo que ya hizo con el budismo, convirtiendo una corriente espiritual y filosófica a priori rechazada por la intelectualidad confuciana en la vacuidad majestuosa del Budismo Chan, de sello totalmente chino, y que asimilará más tarde Japón con el nombre de Zen.

En el caso de su modelo político, China ha ido sucesivamente incorporando el republicanismo de Sun Yat sen, el marxismo de Mao y el liberalismo económico de Deng como recetas políticas importadas de Occidente en un proceso de digestión ciertamente complejo. El aparato digestivo que ha hecho posible esta reflexión no ha sido otro que el de una élite política que nació siendo comunista en 1921, pero que muy pronto se sinizó también. El Partido Comunista Chino ha ido transformándose en una laboriosa secuencia que va desde el maoísmo (la sinización del marxismo) a la formulación vigente de socialismo con características chinas. Su forma final está mucho más cerca de la clase letrada china de la época anterior a la república, que de cualquier formato de partido político a la usanza occidental.

El PCCh no es un partido comunista. Es, si acaso, un partido chino, y de hecho, tampoco puede encajársele totalmente en la acepción occidental de partido político. La misma etimología de la palabra en Occidente alude al concepto de “parte”, es decir, una parte cuya naturaleza es concurrir con otras partes o partidos políticos. El PCCh es una organización con un ropaje leninista, que practica una economía de mercado, pero que en realidad responde a la estructura tradicional del poder en China. El proyecto político chino que se inicia con los Han continua hoy bajo una nueva dinastía con el nombre de socialismo con características chinas.



Dicen que en ascenso Hu Chunhua.

China

Desde este prisma que aporta el zoom de la disciplina histórica, pierde quizás sentido el enfoque normativo con el que tradicionalmente hemos visto al Partido Comunista Chino desde Occidente. (...) El Partido Comunista Chino, no es, tal y como se le describe a menudo desde posiciones políticamente correctas un ente político atrófico, a las puertas (desde hace décadas) de un inminente colapso a favor de un régimen más democrático.