El atentado en San Petersburgo: ¿venganza por Siria o resurgir separatista?


Vladimir Putin deposita unas flores en el lugar del atentado.

XAVIER COLÁS


El atentado de ayer despejará la aureola que entre algunos ámbitos de la extrema derecha tenía Vladimir Putin como 'muro de contención' contra el terrorismo. Moscú opera como baluarte del cristianismo ante una Europa que algunas veces duda de sus orígenes, pero Rusia es al mismo tiempo un estado multirreligioso con diversos territorios musulmanes con una importante presencia -algunas veces problemática- en el día a día político. Es el caso de Chechenia, donde Putin logró cooptar a los separatistas.

La policía rusa ha constatado que hubo un cuerpo en el epicentro de la explosión en San Petersburgo, según ha informado la agencia rusa Sputnik. Los investigadores de la explosión en el metro de San Petersburgo hallaron el cuerpo de una persona procedente de Asia Central en el presunto epicentro de la deflagración. Sin embargo, todavía es pronto para considerarlo el responsable de la explosión, según comentó una fuente de los servicios de seguridad.

La principal pregunta anoche era si el atentado es obra una vez más de los separatistas del Cáucaso o si es un ataque del Estado Islámico (IS, por sus siglas en inglés) como 'castigo' por la intervención de las fuerzas armadas rusas en Siria. El IS amenazó explícitamente a Rusia el año pasado con un vídeo de nueve minutos en el que se ve a militantes armados que lanzan ataques. "Escucha, Putin, iremos a Rusia y los mataremos en sus hogares", dice un terrorista de IS en el vídeo, que finaliza con un enmascarado que afirma que Rusia es el próximo blanco de los terroristas del IS. En marzo de ese año el mismo grupo terrorista amenazó al jefe del Kremlin. Entonces se invocó a los 'fieles' del Cáucaso y a los 'millones de musulmanes en Rusia' a imponer la Sharia en ese país.
Los vínculos del IS con Chechenia

La última advertencia del IS a Rusia había llegado el mes pasado por la vía de los hechos, y precisamente en Chechenia, donde el Estado Islámico ha intentado infiltrarse. Seis soldados rusos perecieron entonces y otros tres resultaron heridos, al ser atacados por sorpresa por la noche. El atentado fue reivindicado por el IS, que quería devolver el golpe.

Por otro lado, los anteriores ataques en el metro de Moscú, en 2010, llevaban el sello de los separatistas chechenos, que en varias ocasiones recientes han sido detenidos en grandes ciudades con artefactos pequeños como los colocados esta vez. De hecho ayer se produjeron redadas en lugares donde había personas de procedencia de repúblicas rusas sur, según algunos medios rusos.

Si el ataque es obra del IS, en algunos sectores quedará en entredicho la 'aventura' bélica de Putin en Siria, un territorio con el que los rusos no tienen la misma vinculación emocional que con Ucrania, el otro país donde interviene Rusia. Pero tanto en un caso como en otro es poco probable el Kremlin se vea en apuros. De hecho el sangriento secuestro de una escuela en Beslán, en Osetia del Norte, fue utilizado en 2004 para expandir el poder del Kremlin. Moscú, que paradójicamente hoy puja en público por la descentralización de Ucrania como 'precio' para lograr la paz, hizo justo lo contrario entonces en sus territorios: dictaminar nombramiento de gobernadores a dedo en lugar del sistema de líderes electos.