Juan Doming Perdón pierde efectividad

 


Jaime Durán Barba apostó a que Mauricio Macri recuperaría la iniciativa pidiendo disculpas desde el atril de Casa Rosada por sus errores recientes, varios de ellos muy cuestionados por la opinión pública, y eje de una marcada pérdida de imagen positiva en las encuestas de popularidad.

Sin embargo, la conclusión, luego de una lectura de los principales columnistas políticos de los medios periodísticos convencionales , es que pedir perdón tantas veces y con una economía que no arranca...

Aquí algunos textos:

El diario El Día, de La Plata, la columna que habitualmente firma Mariano Spezzapria, aunque no en esta ocasión:

"(...) En las primeras siete semanas de 2017, Macri firmó varios decretos de necesidad de urgencia, dos de los cuales tuvieron que ser corregidos. Además, enfrentó la polémica que encendió el titular de la Aduana, Juan José Gómez Centurión, con sus declaraciones sobre los desaparecidos en la dictadura. A eso se sumó la fuerte polémica por el acuerdo que el Gobierno hizo con la empresa de la familia Macri que administró el Correo y, para seguir, la controversia por la modificación en la movilidad jubilatoria.

El cambio con el feriado del 24 de marzo fue uno de los decretos que el Presidente se vio obligado a anular. Intentaron hacerlo “movible” y hubo una reacción que no era difícil imaginar de antemano. Otra vez, quedó en evidencia una incorrecta evaluación de parte del Gobierno, que derivó en la necesidad de dar marcha atrás.

Apenas se había desinflado (con un costo innecesario) la polémica del 24 de marzo cuando sale un funcionario del Gobierno, que nada tiene que ver con el tema, a afirmar que en la dictadura “no hubo un plan sistemático” de desaparición de personas, como ha afirmado la Justicia. ¿No imaginó Gómez Centurión (el titular de la Aduana) que semejante afirmación iba a meter al Gobierno en un brete? Lo de Gómez Centurión tiene (de paso) un capítulo anterior para incluir en el listado de marchas y contramarchas. Macri lo apartó por una escucha que planteaba sospechas sobre su accionar y después lo repuso en su cargo porque quedó demostrado, aparentemente, que esas escuchas eran un montaje.

Hay más: en enero Macri también firmó otro decreto que establecía una reforma del sistema de riesgos de trabajo con el declarado objetivo de “desincentivar la industria del juicio” en el sector. La norma, que establecía un cambio fundamental al momento de registrarse un accidente de trabajo, fue cuestionada por todo el arco opositor. La decisión de legislar por vía de un decreto de necesidad y urgencia proyectos de ley con estado parlamentario despertó fuertes críticas. La Casa Rosada, al final, dio de baja el DNU y reactivó el tratamiento de la reforma del sistema de ART en el Congreso. Finalmente, se convirtió en ley.

Después vino lo del Correo. ¿No pudo imaginar el Gobierno que un acuerdo hecho con una empresa de la familia Macri por una deuda millonaria podía generar una fuerte reacción opositora y generar suspicacias de todo tipo? ¿No se pudo anticipar a emplear un mecanismo que despejara dudas de antemano y garantizara transparencia? ¿No podría haber informado sobre un tema de semejante sensibilidad antes de que trascendiera por la impugnación de una fiscal? Otra vez: los errores no forzados se acumulan en la gestión de Gobierno y lo obligan a dar marcha atrás. (...)".


Raúl Kollman en el diario Página/12, tomando como eje la encuesta de Roberto Bacman/CEOP:

"(...) Para una fuerza política que hizo campaña alardeando que venía un gobierno de manos limpias, el caso del Correo resulta un golpe porque no es que se lo percibe como un mal acuerdo o como un error, sino que el 58,5% piensa que es un acto de corrupción. Esto indefectiblemente significa una acusación de que se jugó a favor del Grupo Macri y, en este caso, del propio Presidente de la Nación. Es que según la imputación del fiscal federal Juan Pedro Zoni, que estudió los documentos, las denuncias penales y la estructura societaria de Correo Argentino, Mauricio Macri –como dice textualmente el fiscal– sería “beneficiario directo o indirecto del acuerdo”. “Este dato es otro tiro por debajo de la línea de flotación, especialmente para aquel sector de la ciudadanía que votó a Macri esperando un cambio en el ámbito de la institucionalidad y la transparencia” –señala el titular del CEOP.

“En este contexto de tiempos adversos para el oficialismo –insiste Bacman– la credibilidad del gobierno también está puesta en tela de juicio: siete de cada diez entrevistados (70,4% para una mayor precisión) afirman que ‘no pueden creer’ que el presidente fue ajeno a los resultados de las negociaciones que remataron en el acuerdo. El tema no solo impacta: por lo visto también influye en la pérdida de credibilidad”.

Lo que fundamenta la desconfianza es la opinión mayoritaria de que, en la cuestión del Correo, Macri está de los dos lados del mostrador. “En la encuesta –redondea Bacman– buscamos qué es lo que sustenta la posición mayoritaria en contra del acuerdo y la sospecha de corrupción. Una pregunta cae de madura: ¿Es difícil creer en los argumentos que esgrime el gobierno? Todo parece indicar que sí. Al menos a la luz de estos resultados se detecta que para una importante mayoría (64,7%) ‘el acuerdo por la deuda del Correo Argentino es poco transparente porque Macri está de los dos lados del mostrador’”.

Esta situación no tiene visos de cambiar. Volver a fojas cero, como señaló Macri, no es legalmente difícil. El Grupo Macri o el Estado pueden presentar un escrito, desistir del acuerdo anterior y proponer un nuevo acuerdo. El problema es qué se va a proponer. (...)".


Joaquín Morales Solá en el diario La Nación:

"Si el Gobierno insiste en conducir el Estado como lo hizo en las últimas semanas, corre el riesgo de perder las elecciones legislativas de octubre. No hay un sermón de Durán Barba capaz de neutralizar el efecto fulminante que tienen las decisiones equivocadas. Varias encuestadoras han advertido ya que el Presidente y su gobierno derrocharon una parte importante de la popularidad que habían conquistado en enero. Las mediciones cubrieron hasta el conflicto del Correo, aunque no el de las jubilaciones.

Esas decisiones fueron rectificadas por el Presidente, pero ya se agotó, en lo que va de febrero, el margen de error de un año electoral. Las rectificaciones son siempre encomiables, pero el exceso de ellas puede fatigar a la sociedad. Nunca se sabe cuál es la última decisión.

El peronismo carece de un liderazgo capaz de capitalizar los errores políticos de la administración de Macri . Por ahora. Una victoria electoral, aunque fuere parcial y fragmentada, creará de hecho un liderazgo, nuevo o viejo. Ya se ha visto en las últimas dos semanas la capacidad del peronismo para complicarle la vida a un gobierno decidido a enredarse en sus propias complicaciones. Peor: el peronismo anticipó cómo sería la vida de Macri si perdiera las próximas elecciones. Se acabó la duda entre los que pronosticaban una derrota dulce o una derrota dura. Será dura, si existiera la derrota.

¿Hay hipocresía en el peronismo? Desde ya que sí. Sergio Massa se escandalizó por la decisión de modificar en unos pocos pesos la liquidación de las asignaciones a los jubilados. Massa fue director de la Anses y nunca impulsó una ley que aplicara la vieja doctrina de la Corte Suprema sobre una mejor liquidación para los jubilados. Fue luego jefe de Gabinete y tampoco hizo nada. El miércoles instó a sus seguidores a comparar a Macri con De la Rúa por la ínfima quita a los jubilados. No hay remedio: Massa es Massa. (...)

La espectacular reacción de Elisa Carrió salvó al Gobierno de una dura derrota parlamentaria. Estaban tratando la modificación a la ley de las ART (el macrismo contaba con la complicidad del massismo), cuando los diputados oficialistas se enteraron por la oposición de la decisión sobre los jubilados. Ni siquiera el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, sabía nada de esa decisión. Los diputados del massismo y de la propia coalición gobernante empezaban a dejar el recinto. Carrió despotricó contra la decisión de los jubilados y hasta llegó al insulto, pero logró retener a los diputados y salvar al Gobierno, que se encaminaba hacia un descalabro político. Ayer, Macri y Carrió hablaron largamente por teléfono. Acordaron enfrentar juntos el año electoral y, sobre todo, las conspiraciones del kirchnerismo político y judicial. (...)".


Julio Blanck en el diario Clarín (que termina confirmando que Marcos Peña se pone muy nervioso cuando exponen algún error que comete):

"(...) La lección parece sencilla. Si hay una empresa de los Macri en negocios con el Estado, hay que ser más estrictos y restrictivos que con cualquier otra. Si se puede -y se debe- recortar el gasto público en 3.000 millones de pesos, que no sea a costa de los jubilados. Pero por lo visto, es más fácil decirlo que aprenderlo.

Ser diferente a lo anterior, para poder parecer diferente a lo anterior. Los hechos primero, el marketing después. Quizás a ese aprendizaje se haya referido aquel funcionario con muy altas responsabilidades.

El Presidente, que es un tipo inteligente y educado, sin dudas gana puntos cuando, como en la conferencia de prensa del jueves pasado, dice “si me equivoqué pido disculpas”. Eso es ser y parecer distinto a lo anterior, a Cristina Kirchner por cierto. Pero mucho mejor es no equivocarse. O no equivocarse tanto.

En el grupo pequeño de funcionarios de máxima confianza que tienen como misión cuidar al Presidente -tarea en la que hubo estos días fisuras notorias- sobrevuela la idea de que a veces es difícil cuidar a Macri de sí mismo. Nadie lo dirá jamás en público. Pero la sola definición deja traslucir que algunas de las medidas de alto costo político tomadas en estos asuntos -y después anuladas para escapar de la tormenta- tuvieron la impronta de la decisión personal del Presidente.

En el círculo más allegado a Macri se afirma que entender y aceptar las limitaciones a los intereses de su propia familia le hizo atravesar “un proceso emocional que no es sencillo”. Debe ser costoso ir contra la propia naturaleza y contra la práctica de tantos años.

Ahora algunos lamentan no haber fijado pautas más tajantes desde el momento que llegaron al Gobierno y no tener que haber atravesado la tormenta de estos días. Pero ya es tarde para lágrimas.

Para que no haya repeticiones indeseadas, desde la jefatura de Gabinete el equipo de Marcos Peña empezó a trabajar con Laura Alonso, jefa de la Oficina Anticorrupción, un proyecto que establezca de manera consistente cómo esquivar estos conflictos de interés. Que sin duda volverán a presentarse.

Puertas adentro, en la Casa Rosada pasan facturas. Aunque curiosamente ninguna tiene como destinatario a quienes trabajan entre esas paredes. ¿Serán todos inocentes?

Al ministro Oscar Aguad le apuntan porque en el momento del mayor apremio por el acuerdo del Correo dijo que había consultado con Marcos Peña. Aseguran que Peña no recuerda esa consulta y, de todos modos, no ven que resulte elegante andar repartiendo culpas y menos hacia arriba.

Otro facturado es Emilio Basavilbaso, jefe de la ANSES. No le reprochan la medida, que en privado siguen defendiendo como técnicamente correcta, pero sí la difusión anticipada del nuevo cálculo que recortaba las jubilaciones. El dato se conoció por los sitios periodísticos en la web mientras el Congreso sesionaba el miércoles para votar la reforma del sistema de riesgos del trabajo. Había un acuerdo previo entre el oficialismo y la oposición, pero casi estalla todo. (...)".