Los problemas de la narrativa PRO en la gestión

 

Rubén Weinsteiner


La Narrativa PRO se acota cada vez más en ser la garantía de que no gane el peronismo. Si bien construyó una narrativa muy eficaz en la campaña, a favor de la promesa de la marca política Macri, la narrativa de gestión revela problemas cada vez mayores.




No es que la historia la escriben los que ganan, sino que ganan los que escriben la historia.



La guerrilla de los 70 fue una subversión apátrida o jóvenes que luchaban por una sociedad mejor? Perón fue un dictador filonazi, que perseguía opositores o el presidente que le dio a millones de habitantes ciudadanía política, social y económica? Illia fue un gran presidente, honesto, austero, que impulsó la ley de medicamentos, se enfrentó a los laboratorios, a la embajada de EE.UU., a los militares, que intentó salir de la proscripción, que ostentó números excelentes en materia social o fue el inepto, “tortuga”, cómplice de la proscripción, incapaz de gestionar un país.



Alfonsín es el padre de la democracia, el de la hiperinflación, el cómplice del pacto de Olivos, el único presidente del mundo que logró juzgar a los militares con poder de fuego y condenarlos. Alfonsín abrió una etapa de libertad absoluta y no pudo con los carapintadas, se plantó frente a EE.UU., llevó al país a una situación económica terminal. Todo depende de la narrativa que se logre institucionalizar.



Napoleón fue un héroe en Francia y un Hitler en los Balcanes. El peronismo era igual al nazismo en el 56 y la esperanza y el amor en el 73.

Duhalde era un mafioso del conurbano en el 98, el piloto de tormentas en el 2002, y el mismo mafioso del conurbano en el 2005.



El menemismo era la entrada al primer mundo en 1991 y una cueva de ladrones en 2003.



Gana el que instala la narrativa. Los militares gestionaron con una narrativa imperante de tranquilidad, paz frente a la amenaza subversiva-roja, luego fueron los asesinos de una generación brillante.



La realidad es la percepción que podemos generar y sostener.



Siempre la puja es por la construcción de sentido narrativo.



Hoy la puja es por la narrativa de estos tiempos macristas, mientras que para los votantes del macrismo, la promesa de la marca política Macri se sostiene, ya que el contrato electoral fue que no siga el kirchenrismo, para el votante opositor “no teníamos miedo, teníamos razón”.





La historia mitrista o la revisionista, la narrativa kirchnerista o la macrista se imponen o no por una multiplicidad de factores. La economía, el juego político, el papel de los medios, las corporaciones aliadas o enemigas, la dinámica internacional, etc.

Pero la eficacia en la construcción narrativa con un reason why (para que) sólido es la plataforma sin la cuál no existe chance de instalar narrativa alguna.



Se vienen las elecciones y “el segundo semestre” fue una promesa defraudante, la situación económica es mala, mientras la gravedad no le gane a la promesa de la marca política Macri, los votantes de las PASO y de la primera vuelta (34.5%) del oficialismo, votarán por el macrismo. Sin embargo el macrismo tiene serios problemas para construir una narrativa que exceda bloquear el retorno del peronismo al poder.

La pesada herencia, López y Baéz, “vivían en una irrealidad”, se acaban frente a las boletas de la luz de 1800 pesos, el colectivo a 11, el peaje a 50 pesos, el café en el súper a 130.

Los errores de la narrativa PRO fueron varios dentro del patrón :

1) Silencio
2)Envío de periodistas cautivos
3)negación
4)Explicación

El macrismo también sufre de permisividad con su discurso único, con casi todos los medios alineados con el gobierno en forma cerrada, esto le resta competitividad y desafío. Ante cualquier medida más de la mitad de los periodistas defenderán al gobierno, eso lo vuelve caallo del comisario, y en el #votojoven es contraproducente.

Abusar de las promesas defraudantes de corto plazo, plantear el desafío épico en términos de cruzadas anticorrupción que a un año y 3 meses sólo se centran en “López y Baéz” opacados por los “Panamá Paper” y el “CorreoGate”, alejarse en términos de verbatim de la realidad ( 2 pizzas, 2 cenas, no me corran por 20 pesos, la luz aumenta te aumenta lo que te gastás en helado), y fundamentalmente negar todo el tiempo

La negación constituye un error grave en comunicación política.

Toda negación implica una afirmación, esto es Lacan.

Andá y decile a tu esposa: “tu amiga Claudia…, no me gusta” , “la verdad, que no me mueve ni un pelo”. A partir de ese momento, tu esposa va a estar completamente segura que te gusta mucho su amiga Claudia.

La funcionalidad de la negación en el discurso, es inversa en términos de sus objetivos a la intención del emisor. Nadie que sea honesto debería decir “no robé ”, sería como para alguien que no tiene ninguna cicatriz en la cara, decir “yo no tengo ninguna cicatriz en la cara”. Si uno no tiene el deseo de tener algo ni nada con Claudia, difícilmente habilite los senderos neurológicos que le hagan decir algo relacionado con “tener algo con Claudia”, aún para negarlo, y eso las audiencias lo decodifican rápido, aunque no lo puedan poner en palabras y en emergencia, y fundamentarlo.

Esta percepción no decodificada, no construye afirmaciones racionales con reproductibilidad, no es algo que las personas van a contar y repetir, sino que genera sensaciones y sentimientos que se van solidificando e interviniendo en los mecanismos de valoración y preferencias.

Otra técnica de la comunicación PRO que genera ruidos en la narrativa es el pasapantalla. Cada vez que salta un problema crean un pasapantalla muy evidente que resignifica lo que se quiere ocultar. Es como cuando te manchás la camisa y andás todo el tiempo con la mano sobre la mancha.

La Narrativa PRO no convoca, no enamora, no construye sujetos políticos, funciona como el antiperonismo de los 60, cuando los hijos de los antiperonistas se hicieron peronistas.

La Narrativa PRO tiene personajes débiles, un mensaje con un anclaje emocional flojo, no tiene liturgia, no tiene identidad convocante, tiene un discurso acotado, un posicionamiento limitante y personajes débiles. Plantea si un buen conflicto y ahí reside su principal fortaleza, pero depende mucho de que el adversario en ese conflicto, no cambie.

La narrativa PRO tiene un desarrollo muy acotado y su principal debilidad reside en el planteo del desenlace clave en toda narrativa.

Ese planteo existió y funcionó bien en la campaña electoral, pero se agotó con las promesas defraudantes y con la dureza de la realidad, y el PRO no pudo todavía replantearse una propuesta de desenlace narrativo eficaz.



Hoy le alcanza, pero con los justo, sino no construyen otra narrativa, de cara a el escenario económico y social, cada día les alcanzará menos, como un reloj de taxi.



Rubén Weinsteiner