Trump desata la guerra de las automotrices

Amenaza a General Motors, mientras Ford lo complace

El Chevrolet Cruze, el auto de la discordia que General Motors desarrolla en México. Donald Trump amenazó hoy con un impuestazo contra General Motors (GM) si sigue fabricando autos en México, mientras que Ford respondió con medidas que están en línea con los postulados del presidente electo de Estados Unidos.
"General Motors está enviando su modelo Chevy Cruze fabricado en México a los concesionarios de Estados Unidos libre de impuestos en la frontera. Háganlo en Estados Unidos o paguen un gran impuesto fronterizo!", disparó Trump en Twitter.
La amenaza coincide con sus posiciones durante la campaña electoral, cuando el republicano prometió insistentemente hacer regresar a Estados Unidos los empleos que empresas norteamericanas han creado en otros países.
La respuesta de General Motors no se hizo esperar y la automotriz aclaró que todos los modelos Chevrolet Cruze sedán que se venden en Estados Unidos son fabricados en ese país.
"General Motors fabrica el Chevrolet Cruze sedán en Lordstown, Ohio. Todos los sedanes Chevrolet Cruze vendidos en los Estados Unidos se construyen en la planta de montaje de GM en Lordstown, Ohio", explicó la empresa.
Y añadió que el modelo Chevrolet Cruze hatchback (con ventana trasera) para sus mercados globales se hace en México y sólo una parte pequeña se comercializa en Estados Unidos.
"GM fabrica el Chevrolet Cruze hatchback para los mercados mundiales en México, con un pequeño número vendido en los Estados Unidos", indicó el comunicado de la automotriz.
Las acciones de GM en la bolsa de Nueva York operan con un alza de 1.26% a 35.28 dólares por papel tras ese entuerto.
En noviembre, GM dijo que tenía previsto despedir a comienzos de 2017 a dos mil empleados de dos plantas en Estados Unidos, incluyendo la de Lordstown.
Casi al mismo tiempo de la embestida de Trump contra GM, la automotriz Ford anunció que anuló la construcción de una nueva fábrica por 1.600 millones de dólares en México y que destinará 700 millones a la expansión del establecimiento de Flat Rock en Michigan.
Lo informó la empresa, explicando que el plan de inversión de 1.600 millones de dólares previsto para el establecimiento mexicano de San Luis Potosí fue anulado.
Ese anuncio del gigante automotriz estadounidense cayó como un cimbronazo en México. El peso mexicano bajo de inmediato hasta un 0,81% en unos cuantos minutos luego que se dio a conocer la decisión.
Ford intentó vanamente despegarse del presidente electo. El CEO de la mítica compañía, Mark Fields, declaró en una rueda de prensa que el nuevo plan se debe en parte a la necesidad "de aprovechar al máximo la capacidad de las plantas existentes" y que está ligada a la estrategia de comercialización de automóviles pequeños y medianos, como el Focus y el Fusion. Pero Fields también ha aplaudido "las políticas de crecimiento" en las que está enarbolado el presidente electo y el nuevo Congreso, y que han anunciado que perseguirán. "Creemos que estas reformas tributarias y regulatorias son de importancia crítica para aumentar la competitividad de los Estados Unidos y, por supuesto, para una recuperación en la fabricación de alta tecnología y en la innovación estadounidense", amplió el ejecutivo.
En noviembre pasado, Trump se jactó de haber evitado el traslado de una planta de Ford a México. Asimismo, el empresario ahora devenido presidente dijo que acordó con la firma de aire acondicionado Carrier mudar cientos de empleos de México hacia Estados Unidos.
Insistentemente, Trump afirmó que renegociará con México el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) e incluso advirtió que podría retirar a su país de ese acuerdo, lo que ha desatado pánico en sus vecinos del sur.
El republicano asumirá la presidencia de Estados Unidos el 20 de enero.
Semanas atrás, Trump había tuiteado críticas contra la firma aeronáutica Boeing por lo que consideraba el alto costo de un contrato para reponer el avión presidencial Air Force One.
Sus críticos, especialmente legisladores demócratas y miembros de la administración del presidente Barack Obama, advirtieron que el controvertido gobernante electo está pasando por alto los procedimientos oficiales.
"Los asuntos de estado los maneja a través de la redes sociales, el manejo de la política económica se tornó para Trump en un asunto personal e informal", objetaron sus detractores.
De hecho, su ataque desde las redes sociales contra Boeing resultó en una caída en el precio de las acciones de esa compañía en la Bolsa.
Expertos sospechaban que lo mismo podía ocurrir próximamente con GM.