El informe de inteligencia sobre Trump teniendo sexo "hard" con prostitutas rusas provino del partido repúblicano


Duro golpe contra Trump provino de sus propias filas
Parte del GOP lo quería perjudicar en la campaña presidencial
 El expediente que desató un escándalo y que, a pocos días de la asunción, encendió también la ira de Donald Trump, aparentemente nació de la iniciativa de un rico e influyente financista del Partido Republicano.
Así, al menos, lo reveló el periódico The New York Times, dándole de esta manera al caso cada vez más un marco de novela.
Con la imposibilidad hasta ahora de verificar la veracidad de las informaciones comprometedoras sobre el magnate que estarían en manos de Rusia: desde fiestas con sexo "hard" en un hotel de Moscú al pago de sobornos para agradecer a las autoridades rusas en vista de posibles negocios, e incluso hasta los contactos con los agentes secretos rusos sobre el hackeo del equipo de Hillary Clinton.
Todo material potencialmente explosivo que representaría una formidable arma en manos del Kremlin.
Mientras tanto, el número uno de los servicios de Inteligencia estadounidense replica a las acusaciones del presidente electo: "No estamos nosotros detrás de la fuga de noticias sobre el informe Top Secret", afirmó James Clapper. En tanto, el nuevo jefe del Pentágono, el ex general James Mattis, corrige el tiro sobre Moscú respecto a la retórica de campaña electoral de Trump, y define a la actual Rusia de Vladimir Putin como la más grande amenaza para la OTAN.
Palabras que están en línea con las del próximo jefe de la CIA, Mike Pompeo, según el cual Moscú debería ser considerada responsable por su intrusión en el proceso electoral estadounidense.
También el nuevo secretario de Estado, Rex Tillerson, habló de Rusia como de un peligro luego de la invasión de Crimea. Todas palabras que el Kremlin considera como "histeria".
La atención en Washington está concentrada en estas horas al contenido del expediente escandaloso sobre el presidente electo.
Se trata de una decena de memos de pocas lineas cada uno, detalladamente elaborados entre junio y diciembre de 2016 por el espía británico Cristopher Steele, de quien no se tiene noticias por estos días.
Expedientes que están en manos del FBI y de los agentes secretos estadounidenses, y que presenta en apéndice la síntesis presentada la semana pasada a Trump, Barack Obama y a los líderes del Congreso.
La revelación de última hora es que el caso no fue dado a conocer por los opositores demócratas del magnate, sino por parte del ambiente republicano, decidido a obstaculizar por todas las maneras posibles la campaña electoral de Trump.
De esta manera, el rico financista del Grand Old Party -cuyo nombre no fue dado a conocer por el NYT-, fue el primero en comisionar la recolección de datos sobre las presuntas vinculaciones entre el magnate y Rusia, en septiembre de 2015. El encargo fue dado a una empresa de investigación de Washington, la Fusion GPS, conducida por un ex periodista del Wall Street Journal, Glenn Simpson. Fue éste último quien hace siete meses se contactó con Steele -titular de una empresa privada de inteligencia, la Orbis- para la preparación de un expediente.
El ex 007 británico -que vivió en Rusia en los años 90 como espía, y una vez que retornó a Londres se transformó en el mayor experto de Rusia al servicio de Su Majestad-, no podía retornar a Rusia y contrató a su vez a algunos contactos rusos para obtener información en el lugar.
De esa forma nació el memo que dio vida al expediente.
Mientras tanto, Trump nombró a Rudy Giuliani para conducir una fuerza que se ocupará de la seguridad informática.